EL YANTAR DE ALONSO QUIJANO EL BUENO POR FRANCISCO RODRíGUEZ DE I.A DIRECTOR REAL DF. AC.ADEMIA LA MARíN ESPAÑOLA BIBLIOTECA NAC.IONAL COJ~fcre1tcia leidú en el Ateneo de Madrid el dIa 5 de abril de 1916 , MADRID T1P00RAFfA DE LA «REVISTA DE ARCH., Olózaga, l.-Teléfono 1916 BtBt.. 3.185. Y MUSEOSlt EL YANTAR DE EL BUENO ALONSO QUIJANO POR FRANCISCO RODRÍGUEZ Die J.A DIRECTOR REAL DF. •••. c:•••. DE)IIA LA BIBLIOTEC MARÍN ESPAÑOL •••. •••. NACION •••. L Couferencia leida ell el Atetteo de Madrid el dfa 5 de abril de 1916 , MADRID TIPOGRAFiA DE LA. 4'REVISTA Ol6zaga, 1.- DE ARCH., BIBI.. Y MUSEOS» Teléf olla 3.185. '916 ES I'RQI'IEUAU ¡¡EL .\liTOR • EL YANTAR DE ALONSO QUIJANO EL BUENO OBRAS CERV ANTINAS DEL MISMO AUTOR Gen:allICS .v la (}¡riversid"d Je OSlIlla: c'ludio histórico-litcrario. :\fadrid, 18<)<).En 4.0 (,lyo/ado.) Cervall/es estlldi,) elt Sevilla (156./-1565): ,liscurso lcído cn ci At.:nco y Socicdaú dc Excursiones de la Jicha ciudad. SC"illa, I<)OJ. 2. c(lición. SeviIIa, 1905. En 8.{1-L'n:L pesct~. Ei Loays" de ••['.[ Celoso c.r/rcmelÏo": cst udio histórico-literario. Sevílla. 1<)01. En 4.° (Agotado.) ell qI/L' cárcel sc cll.</clldró el "QI/ijotc": discurso leido antc la Real Acadcmia Sevillana de Huenas Letras. Sevilla, 1<)05. En 8.0 (Ago/"do.) ~'crvlln/es C/I Alldll/l/cia: cstudio histórico·literario. Scvilla. 1<)05. En 8.0 (Agotado.) '?illcollcle y Cort'ldi/!o: cdición crítica, honrada con ci premio en ccrtamen pÚblico extraordinario, por \'otación unánime de la Real Academia Española, é impresa a sus expcnsas. Sevilla, 1905. En 4.o-i'l pesetas. 3/ "QI/ijote" y Doit Quijotc cn Améric,,: conferencias leidas en ci Ccntro de Cultura Hispano-Americana. :\ladrid, 1<)1I. En 8.°_ 2 pesctas. ,~l capítl//o de los ga/eotes: "plllltCS l'lira /11I cstl/dio ccrvantillo: conferencia leida en un Curso de vaeaciune, para extranjeros. organizado por la Junta de Ampliación de Estudios. Madrid, 1<)12. En 4.0-Cna peseta. Ji/ ¡Ilgc/lioso Hidalgo DOli º!!ijo/e de [Il M,lItelt,,: edición anotada. (Colección de Clásicos Cas/cllallos.) Madrid, '9"-1<)13. Och(,' tomos en 8.0 -24 pesetas. ('¿¡,va/z/es y la ciudad de Córdoba: estuùio premiado en los Juegos Florales y certamen de aquella ciudad. Madrid, 19 q. En 8.0Una pcseta. :illevos documell/os eerzoall/illos /ras/a aho/'a i"éditos. (Ohra publica(\:{ á expensas de la Rcal Acadcmia Española.) Madrid, 1<)14. Eu 4.°-5 pesetas. ll'ove/as ejemplares de Cervalltes, edici"'n anotada. (Colecci511 de Clásicos Castellallos.) TOlllo l. :\fadrid. 1') 14. En 8.0- ..J pcselas. 01la jOJli/a de Ccn·an/es. ?\hdrid. 1<)/4. En K" (A,flo/ado.) Glosa del discurso dc las arlllaS y [as letras del "QlÚjo/e": conferencia leida en el Centro del Ejército y de la Armada. Madrid, 19'5. En 8.0 (Agota.do.) El Caballero de la Triste Figltra JI e[ de los Espejos: dos Ilolas para el "Quijote". Madrid, '915. En 4.0 (.1go/aáo.) El allda/ucismo .v el cordobesislllo de Migltel dc Cerva/ltes: discurso leído en los Juegos Florales de Córdoba. Madrid, 1915. En 4.0Una peseta. E' ¡Ilgellioso Hidll/gO Dolt Quijote de [a Mallclra: edición crítica y anotada. Madrid, 1<)16. TOll1(,'s I y II. Toda la obra (6 tomos en 4.0), sólo Jlor suscripción, 60 pcsetas. E, doctor Juan Bla/ICD de Pa:;: conferencia lcída cn la Asociación de la Prensa de Madrid. Madrid, 1<)/6. En 4.'·-Vna peseta. 11 • AL INSIGNE DOCTOR THEBUSSEM DECANO DE LOS CERV ANTIST AS ESPAÑOLES EN TESTIl\IO~JO DE VENERACIÓN Y CARIr:lO SU BUE:>< AMIGO FRANCISCO ABRIL IWDRiGUEZ DE M.CM.XVI MARiN - ~- · , ~~-~,{!~::;¡; " I ;' _- --J"-~ 'c - • ~ SE~ORAS: ' - ',_, - .; ••--- - - - -; ---,- - - -- _:; SE~ORES: Para mostrar mi agradecimiento il la esclarecida Condesa de Pardo Bazán, insigne escritora que dignamente preside la sección de Literatura del Aten-co de Madrid, por habenlle invitado it tomar parte en esta s-crie de conferencias cervantinas, me he resuelto á pagar su convite con otro convite; it ofreccrle y il ofreceros, siquiera en espíritu y <:omo por visión, un humilde ágapc; una comida pobre, sí, pero muy de la tierra española. Acerquémonos á la mesa de Alonso Quijano el Bueno, si no precisamente para comer con él y ,con su sobrina Antonia Quijana, asistidos por aquella ama qlle había rie quemar los descomulgados libros de caballerías, á lo menos, para curiosear unos instantes y ver qué trato se daba aquel hidalgo" ele los ele lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Esta conferencia, por tanto, será mera glosa de cierto brevísimo pasaje del Quijote: de aquellos renglones que dicen: "Vna olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algÚn palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su ha~ ciencia." Estad persuadidos de que no me faltará ~a 8 FRAI\CISCO RODRÍCUEZ MARÍ:-< voluntad de agradaras, como yo .Jo estoy de que contaré con vues.tra bondadosa atención. Mas aún tengo algo que advertiros, antes de entrar en materia. He de tratar de :arne y tocino, de lentejas y garbanzos, de aceite y cebolla~;, y no cometeré la simpleza de levantar el estilo y tono c.e mi discurso. A la llana hablaré: no quiero que mc suceda 10 que á cierto abogado pulquérrimo que, def'~ndiendo en juicio oral y público á un ratero que había hurtado unas morcillas, sc viÓ y se deseó para no mentarlas por su nombrc, y las llamaba ridkulamente, provocando á cada instante la hilaridad del auditoric, ya la ccrduJla mercancía, ya el sal/griento artículo de consumo, y ya, en fin, las negras piezas ali11lenticia~. Otra declaración haré, más bien que para ahora m:smo, para cuando salga it ver la luz pública esta hurr.ilde y nada transcendental conferencia: pues no han de faltar sujetos 'listos á nati7'itate que, sin ha· ber malgastado su tiempo en este linaje de estudios, afirmen <lue se sabían de pe á pa cuanto yo diga en ella, lo cdebro de antemano, y aun les exhorto, como aquel pa~tor de Juan del Encina exhortó al otro que decía á cuanto es.cuchaba: "j Eso ya Ole lo sé yo!" ¿Conque sí ... ? "Pues si todo te lo sabes, Es justo que á Dios alabes Porque tal saber te dió." En los buenos tiempos en que, gracias á la insuperable invención de Migucl de Cervantes, anduvo por el mundo enderezando entuertos y desfaciendo agravios el períndito caballero don Quijote de la Mancha, los ricos de la nación e~>:Jañolase habían desespañolizado no poco, en dos cosaf principalmente: en el vestir y en el comer. Dejemos lo del vestir, que no entra en nuestro tema, EL y,\XTAR DE ALOè'<SO QUIJM;O 9 y del CO~l1ertratemos. Por los años de 1525 divulgábase en España el Libro de cozi¡¡a ùe Ruber'co de :';ola, cocinero del Rey don Fcrnan(lo de ::\ápoles, tratado segÚn el cual, "lo primero que se deue poner en la mesa es el .salero: y lu~go los paños de mesa: e los cuchillos, y esto, acabado de ~auarse el señor: c (luitada la touaja en que se enxugá las manos con vna muy gentil r;;uerencia de rodilla bien fecha, en vn plato poner el pan: y el paño de mesa: y \'n cuchillo besandole si es señor ele título a quien se deue hazer salua. Tambien se suele dar fiaño de mesa con cada potaje: e dar las viandas de graùo en grado :es a saber. Primeramente la fruta. e tras ella vu potage. e luego lo assado: despues otro potage, e lo cozido tras el potage: salua si es manjar blanco: que este potage se suele é,ar al principio tras la fruta. Algunos señores ay que 'Ccrnen al principio lo cozido, e despues lo assado: si ay {ruta de sarten se a de dar a la postre segun fuere: e luego la otra fruta: y esta es la forma y manera del serukio segun la costumbre de la corte del rey mi señor". Este libro de Nola, traducido del catalán al castellano, fué durante algún tiempo el código de la cocina de príncipes y señores: cocina que, si no naci<:mal enteramente, no desdecía mucho, ni en cuanto á los manjares ni en lo tocante á la manera de servirIas, del añejo uso peninsular. lV:as ya entonces habíasenos entrado por las puertas etro modelo: la casa real de Castilla, al juntarse con la de Austria por el casamicllto la infantrt doña Juana con el Conde de Flandcs. don Felipe el Hennosü, adoptó los usos él'! par que los nombres y oficios de la casa de Horgoña. de la cua~ éste procedía por la línea materna, y con ellos, la cocina y servicio borgoñones. Y arraigaron de tal manera, que en balde el reino, en las cortes de 1592, fenecidas en 1598, suplicó á ne 10 FRA:\CISCO RODRÍG¡;EZ MARÍ" l"el~pe II, por uno de sus capÍtulu:; g~nerales, <lue se r,~stitllyera el servicio '<.lesu casa al uso, oficio:; y nomIres de la antigua <le Castilla: Felipe Il I, al heredar la Corona, se limitó á responder: "Lo hemos visto y se irá mirando en ello." Así Eugenio de Salazar, en una dl~ sus sabrosas cartas, al tréIJtarde los muchos embustes que oyó comiendo con ,otros en Cabai1as, clasifÍcalos cc'n los nombres de mentiras, no verdades) patrañas) begas y tmfas) y dice de ellas: " .. .las más, guisadas á la marque sota, y algunas, adereçaclas á la pimentela: ne servidas juntas) al uso de Borgoíia) sino cada manja' de por sí, <Í la española." De esta diferencia del sel'vir hablaba Ambrosio dc Salazar muchos años después, en su Espexo general de la Gramática en diálogo.:: "Esto tienen los franceses por bueno--decía-: qu~ son complidissimos en sus mcsa'S: al contrario en España, que quando ponen la mesa traen cada plato aparte, y quando han comido el vno traen el otro, y me parece que la orden de Francia es mejor, que ponen todos los platos de vn golpe, y cada uno come lo que k da gusto, aunque dizen .que es comer siempre fiambre, porque la -comida se resfria en la mesa." Pero es de notar que, mientras esto se imprimía el' RuLn por los años de 1614, escribía Cervantes en Ma.. elrie:.el capítulo XLVII de la segunda parte de su inmor· tal rovela, en la cual Sancho Panza, hecho gobernador ,de la bsula Barataria y sentado il comer, ve delante de sí muchedumbre de manjares apetitosos, tras los cuales ~e le van los ojos, sin que pueda 'ni catarIas, por obra de la empecatada varilla del doctor Pedro Recio de Agüero. Bier. se echa de ver por aquí que se comía á:la borgoñona en 12. casa de los Duques de Villahennosa, cuyo era, según todos los indicios de la fábula, el pueblecito aragonés que estos magnates, llevados de su buen humor, EL YANTAR DE ALO:-;SO QtJl)A::\O Il conrvirticroll ell insula, para que Sancho lograra, si«uiera en burlas, el gobierno eon quc le había hccho ser ñar don Ql1ijote. A la veT'ùacl,estas costumb¡'es extranjeras no se propagaron entre las gentes medianamente acomodadas, ni menos entr~ lo~,pobres, que nunca comieron sino lo que hallaron á mano, aunque Call la más apetitosa de las salsas, que es el hambre. Así, para tratar de la cocina y mesa de don Quijote, huelga lo del dar aguamanos y cuanto pudiésemos decir de los oficiales del com~r '¡ujoso: maestresala, copero, trinchante, etc. MÚs bien que con la cocina y mesa de los grandes debemos compararia con las dc los medianos, quc tampoco solían dejarse mal pasar, dentro de <sermoderado su ljosible. ¿ Queréis saber qué comía en el tiempo de Cervantes la gente que podríamos llamar cie meclio pelo? Pues, veámoslo: de buen gracia nos lo d:rán vcraces testigos de los que vivieron en aquellas calenc1as. Rojas Villandranclo, el danoso representante:¡ue compuso Et Viaje cntrctclIido, cuenta en una de sus loas que le censuraba un murmurador en frases cemo las siguientes: " ... A fe que si gastara como gasto, Q,.e no tuviera tanto como tiene, j Pesia tal! ¿ Qué queréis? Pone un puchero Con un poco de Carne y zarandaj as, y á la noche un pastel ó un guisadillo, l.!" bizcocho, u,nos huevos, un hormiga, y tras todo, se arroja un jarro de aRU:!... S; él se comieN!, como yo me como, Mi perdiz á almorzar, Ó mi conejer, La olla revercnda á medio día, Con su pedú"o de j"món asado y media azumbrc de lo de á seis reales, y á merendar, un pastelito hechizo, O la gallina bien salpimentada, Que me guarda mi amigo el del bodega, y á la noche, su cuarto de cabrito, 12 FRA:-<CISCO RODRÍGUEZ MARÍN o • Jas albondiguillas y el solamo. y tras esto. la ml"tia. que no falta, Quc kt puede beber el Santo Padre ...• Por "icla ù,' l:t tierra. 'I"e él sc hallara Con l1li,s ,,,Iud ..... y a habréis sospechaùo, como yo lo sospecho, que este murmurador hablaba mejor que comía; pero en cuanto al trato que se daba el representante Agustín de Rojas, hombre soltero y suelto, debió de decir la verdad. La mesa ùe una familia de mediana fortuna era, poco mÚs ó menos, esta que pintaba Quiñones de Benavente en su Entremés Jel ;v1 ayordomo : "La quc toca á la mesa, bay mil primores: Tendrán sus cuatro platos los scÜores, Porque no quiero scr corto ni franco. Los jue,es y domingos, manjar blanco, T orreznos, j igotico, alguna polla, Plato de yerbas, reverenda olla, Postres y bcndición ... Los viernes, lantej ita con tluchuela: Los sábados, que es día d,· eazuda, Habrá brava bazofia y mojatori3, y aS3dura de vaca en pepitoria, y tal vez una panza, con sus sesos, y un diluvio dl' palos y ùe hllesos." AunlJ.ue ùe mayor Ï111~Jor.tancia que la comida de don 2uijote, ya esta españolísima lista ó minuta ~~ parece no poco á la que nos da Cervantes. En ambas están la olla, /.Is lantejas para los viernes, plato especial para los sábaGOS, y avecica de cuando en cuando, porque, como dice el refrán añejo, "came de pluma quita del rostro la arruga", manjar que otros encarecen diciendo: "carne de pluma, siquiera de grulla". Dicho todo esto por vía de introducción ó preliminar, tI atemos de cada uno de los platos que componían la co~ mida ordinaria del buen Alonso Quijano, el primeru CL YA);TAR DE :\1.0;\::;0 QlJIJ:\:-\O 13 de los cuales, en rigor, es, antes que plato, una olla: "una olla de algo trás vaca que carnero." Olla, '~omo diee Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellano ó espaíiola} sacado á luz seis años después que la primera parte del Quijote, es vn \'aso de cozina, en que se cueze principalmente la carne y todas las demás casas" ; mas "Tior la figura metonimia-añade-se toma olla por 10 que está dentro della". Y la oUCt}en esta acepción tropológica, significa, según el léxico de la :\cademia Española, "vianda preparada con carne, tocino, legumbres y r.ortalizas, principalmente garbanzos)' patatas, á 10 que Se añade ·á veces algún embuchado, y todo jUl"to se Cll'eœ y sazona. Es en España-agrega la Academiael plato principal de la comida diaria". Hoy, al par que la olla en las más de las partes, la llaman en algunas el Pl/chero Ó la puchera}' en Galicia, el pote, y en Madrid, el cocido, y aun, tropológicamente, los [jabrieles} nombre que el vulgo madrileño suele dar á los garhanzos, obligado componente de la olh Pero hay, y hubo siempre, ollas y ollasas: nuestros abuelos distinguieron entre las ollas ordinarias y las extraordinarias, á las cuales llamaron ollas podridas, "que, mientras más podridas son, mejor huelen", en frase de Sancho Panza, á quien, para tentarIo de l,aciencia y de gula, le habían puesto en la ínsula un gran pla,to de esa casta de ella, que le hizo decir: "Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de tonar con alguna flue me sea de gusto v de provecho." Á 10 cual respondió el médico: "¡Absit: vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla, podrida: allá las ollas podridas para los canónigos, Ó para 10s rectores de colegios, ó para las bodas labradoH 14 FHA!\ClSCO RODRÍGUEZ MARÍ:-¡ rescas ... l" Pero me figuro que os oigo preguntar: " ¿ Por qué se llamó olla podrida, pues de cocida no pasa?" Y ved aquí 'lue nos sale al paso Covarrubias para decimos: "PÚl!ose decir podrida en quanto se cneze nmy despacio, que casi lo que tiene dentro viene á deshacerse, y por esta razón se pudo decir podrida, como la fruta que se madura demasiado." Para canónigos y rectores de colegios dijo el doctor i~cÓo de Tirteafuera que era tal manjar, y se quedó corto: aun en mesas reales solía ponerse, á juzgar por estas palabras de fray Cristóbal de Fonseca, en La Vida c.'e Cristo: "Veréis el Rey cenando la olla podrida y treinta platos encima, y luego cunde la música y el truh.ín." N o he de copiar ninguna de las recetas que para p;-epara:r esta vianda divulgan los tratados culinarios: IT as, á fin de que supiésemos las cosas cie que se componía, nos 10 dijo, en verso y todo, el gran Lope de Vega, cn el ado segundo ele El Hijo de los leones: "JOAQuíN. Es menester que á Li,ardo Se le dé una cena honrosa. y ¿ qué tenéis 'lue le dar? IlA ro. Gna reverenda oUa A la usanza dc la aldea; Que no habrá cosa quc cOllla Con n\TO. JOAQuíN. Bxro. rnÚ,s gusto cuando venga: Que por ser grosera y tosca. Tal vcz la cstiman los Reyes Más que en sns Blesas Ct1rio;·.t~ Los delicados manjares. M" conformo con la olla. Píntame el alma que tiene. Buen carnCro y vaca gorda; La gallina que <Iormia Junto al gallo, más sabrosa Que las demás, ,egún <Iicen. Me conformo con la olla. Tiene una tamosa liebre:. EL \'.\:\T.\H J"AQuí1\. ¡:ATO. ,oAQuiN. Ill-: .\L(l:\:-;() (lClJt\:\O Que en esta cuesta arenosa Ayer mató mi Barcina, Que lleva el viento en la cola. Tiene un pernil de tocino. Quitada toda la escoria, Que chamusqué por San Lucas. Me conformo con la olla. Dos varas de longaniza, Que compiten con la lonja Del referido pernil, Un chorizo y dos palomas ... y sin aquesto, Joaquin, Ajos, garbanzos, ccbonas Tiene y otras zarandajas. i Me conformo con la olla!" " iPiles podía no con formarse!" dirá el má::; descontenta{lizo, \'ienùo esta opulenta descripción. Ahora scentiende bien lo que dijo, Ó, por mejor decir, copió César Ouc1in en el tercero cie sus DÙíloyos muy apa::ibles; que del marqués Chapin Vitela, uno de los más Valientes soldados cie Italia, se contaba que, cuando vino por aquí, "le díeron tanto gusto estas ollas, qLlc nunca quería comer en su casa, sino que yendo por la calle, olía en casa de 1lgÚn labrador rico adonde se comía alguna olla elestas, y se entraua allá, y se assentaua él. comer con él". Y, caso ele notar: nosotros, como rcconoce Aristide ::YIarre, ::omunicamos á los franceses nuest~a olla podrida, y ellos nos ·la devolvieron traducida, y aun puesta en solfa, L1sícomo suena, bajo el nombre ele pot pourri. La olla familiar comÚn e~a cosa eJe mucho menos cos':o, !la obstante lo cual constituía, con un ante Ó fjrincipio y un pos ó postre, la comida más fucrte y el plato más nacional. ¿ El plato? He dicho mal: los tres platos debí decir; -que por esto la llamaban, y la llamamos todavía, olla de tres vuelcos, Ó de tres tumbos, conviene á saber: el primero, consistente en echar de su .caldo sobre un poco de pan migado, ya en un plato único, ó ya FRA:-IcrSCO RODRÍGUEZ :'fARÍN en la escudilla de cada comensal ;¡Jar el segundo, comi·da~ las sopas, en las cuales, como hay, solían echarse. hojas de hierbabuena, se vaciaban los garbanzos y ha\"tal:zas, restituyendo á la olla la carne, el tocino y el ch,rizo y morcilla, que volvían á. caer en el plato al tercer) y Último ,"uelco. Estos tumbos tenían tantos enamo "ados, que cristalizó en un refrán su afición: "Más vak vuelco de olla que abrazo de moza." Y hasta los mo:-iscos se aficionaron al tocino en tales términos, que Lope de Vega hacía decir á uno en el acto III de San Diego de Alcalá: "El tambo del olla estar Linda co&a." Á tedo lo de naturaleza vegetal que entraha á componer la o.'la se le llamaba .r;aralldajas, como hemos visto, y com·) se demuestra por una redondilIa que el picaresco mer,:cnario Tirso de lVlolina hace decir á Pastrana, en su comedia intitulada l1larta la piadosa: "Estando en falla, ~o me '1Jumbro á luz de pajas, Ni como bs ::arandajas Si no es tumbando la olla." "Sesenta ollas al mes-decía Covarrubias-es cI gobierno de un. hidalgo próvido; porque la olla, así ti la comida como á la cena, satisface á la gente con la carne y lo cle:nás que se echa en ella, y con una escucIilla de sopas.' Pero en menos palabras dijo más nuestro vulgo con t'no de sus refranes: "Una olla y una vara, el gobiern,) cIe una casa" : la olla, para sacar la familia adelante; y la vara, para volver al buen camino al descarriado, fuese hijo ó fuese mujer. Todos pensahan y decían de tal manjar lo que el doctor Suárez de Figueroa: "Si a medio día no tcngo segurida.d de que me espera la sin EL y,\NTAR DE ALO:'\SO QUI]Al\O 17 quieL1 ne. ay contento en vna casa, me consumo, pareciendome no auer 'Comida 'donde falta olla." Y aÚn hoy. Nuestro Galdós, al pintar en 'A Itgel Guerra un mesón toledano, la llama "la nacional olla) compañera de b raZ,l en todo el curso de la Historia". y el inolvidable don Juan Valera escribía ,desde Vi~na ádon Narciso Car.lpillo, por diciembre de 1893: "Todos en esta casa echamo') de menos el puchero de ahí, el arroz á la valenciana, el bacalao á 1a vizcaína y hasta un buen pataje de judías." Traer á cuento los muchos refranes que tratan de la :)Ila sería pecar de prolijo. Cor. todo eso, algunos citaré: Cosas de que no debe carecer la olla: "Ni olla sin tocino, ni boda sin tambarino"; que otros dicen: "ni ser:nón sin agustino", y aun otros, "ni cena sin vino". "Olla sin sal, no es manjar: al gato se le puede dar." "La olla sin verdura no tiene gracia ni hartura." En Cllanto al exterior de ella: "Olla sin 'piedra, marido sin cena" : porque sin ese peso eJ".la boc-a, es fádl trastornarse. Y otro refrán dice: "Ni olla ,descubierta, ni casa con dos puertas". AIg-unos otros requisitos y excelencias de la olla: "Olla reposada no la come toda barba", que también ,dicen: "la olla y la mujer reposadas han de ser". R.?pos:lda significa, en cuanto á la olla, çocida despacio y ;Í fuego lento. casi sin hervir. porque. como reza otro refr[llJ. "olla que mucho hierve, sabor pierde". Ha de remecerse la olla de cuando en cuando, y para hacerlo entender se supone un breve diálogo entre ella y su ama: "-Olla. ¿por qué no cociste? -Dueña, porque no n-e meciste." 18 FRANCISCO RODRÍGUEZ lIIARÍl\ Según otros, dice la olla á ,la guisandera, para <lllC rcvudva bien su contenido: "\I[oza, ¿ para qué me hurgas, ,pues -el suelo no me mudas ?" "Comer de la olla grande" se llama á gozar de buena salud y no haber mcnester alimentarse con lo que llaman " PUcfera de en fermo" . C)n ]a exprcsiÓn familiar días y ollas seda Ú entende-, como dke el léxico de la Ac~demia. que con tiemlD y pacicncia se consig-ne todo. Bulándose de aquel pomposo motel1erá]dico que decía "Después ele Dias. ]a casa ele QuirÓs", cnmendó mu)' práctica y sanchescamente el vulgo: "Después de Dios, la olla, y todo 10 clem;¡s es ba111ho11a. " Y, en fin. para encarecer la bondad y cxcelencia ele una c(.sa cualquiera. dícese comÚnmcnte: "más bueno que ]a olla", á la cual. como á los pad res graves de todos rèspetac10s .por su sabcr y sus virtudes, á cada paso se la lIa11la r(?verenda. La de dOll Quijote era" una olla oe algo más vaca que carnero". Explicando esta frase, escribí cn mis notas {¡la inmortal novela: "La ouc11a olla se hacía con '-aca y carncro, y decíalo 1111rcfr;ll1: "V aca ~. carnero. "olla ('e caballero ... " Aun así, ci inmortal hidalgo de Cervantes comía sn olla de algo más '['aca q1lc carnero: esta es tirando ;''¡ gastar poco, como nn hamhre de hacienda escasa. que ha de mirar por ella. Porque es dc adverti r qne antaño. á ,diferencia de 10 que hoy stIcecle. la cartl~ de carnero el"a más cara qnc la clc vaca, cosa <lue se echá (le ver claramente por la cuenta que hace Geraroa cn T.a. Dorotea de Lope de V cga: "Pero bol"uiendo (¡ mi eombidada----'C!ice-, he aquí la olla: vila "libra de crzrncro, catorz(? marabcdis: 1Il,edia de baca. "seis, s,)n veinte: de tozino, vn quarto, otro de carbon, EL Y:\;\;TAR DE ALO:\SO QUI]AiS'O [9 "de peregil y cebollas dos marauedis, y quatro de acel"tunas. es vn real cabaL .. " Quc en la composición de la olla acompañaban al tocino~l carnero y 1.a vaca, pruébase por muchos testimonios del tiempo viejo, de los cuales citaré uno del tole{lano Sebastián de Horozco, padre (~ellexicÓgrafo Covarrubias: "La 011.1 tan bien guisada Que Alyaro Deza nos dió, Aunque fué de madrugada. No dcbe ser murmurada, Pues nos hizo buena pro. Con mucho del palomino, :Muy gentil canlcro y vaca. Mucho repollo y tocino y abasto excelente vino, N" o hay por qué damos matraca." y 'que la carne de carnero era de más estimación que la de vaca er_los siglos XVI y XVII, dC111uéstranlo,amén de la di f ~rcllciade sus precios, los refranes de aquel entOllce~: "A've por ave, el carnero si volase." "De la mar el mero, y de ¡la tierra el carnero." "Carnero. comer de caballero." "De enero á enero, carnero." "Bebe de río, Tior turbio que vaya; come carnero, por caro que valga; casa con doncella, por años que haya." Tamando en cuenta todo esto, podemos dámosla dcl diferente estado social que revelaba la tamhién diversa alimentación de los comediantes. Decía Solano, uno de los interlocutores de El Viaje entretenido de Agustín de Rojas, tratando de Jas farsantes que 'CODStituÍc.n el camba/ea. compañía compuesta "de una mujer que canta y cinco hombres CJue lloran" : "Éstos á medio 20 FR.\:\ClSCO ROl>RÍGUEZ M.-\RÍN día COlllcn Sil ol/a de 7'aca, y caùa l1l10seis escudillas· de calcio; siéntanse todos á una mesa, y otras vcces sobre la cama." En ,cambio, los de la compañía llamada garnacha, m[¡s entonados y boyantes, "están ocho ùias en llll pl1chlo, duermen en llna cama cuatro, comen olla de vaca y camero, y algunas noches sn ment1'(lo muy bien adcl-eza'¿o", bien que, así y todo, tenían "el vino por adarmes, lacarne por onzas, el pan por libras y la hartllbrl~ por arrobas". Deploraría yo, señores, haberme hecho pesado ell esk punto; pero me convenía robustecer mis {,ruebas, plH'S por ellas se hace clara nna cosa que 110 habían eXf·licado satisfactoriamente los anotadores del Quijote,. conviene á saber; por qué la olla de nuestro hidalgo cra de algo más vaca que carnero. Cenaba el buen Alonso Quijano, segÚn su crónica, sal¡Jicón las más noches. César Oudin, primer traductor del Q1tijote á la lepgua francesa, vertió saupiquet, pebre ó s.llsilIa, par lo cua:l le censuró agriamente Ambrosio de Salazar en 1615, advirtiéndole que "salpicon es hecho con carne cozida y fiambre, cortada menuda con cebollas y vinagre, y assí se come fria en lugar de lechu.;as ó otra ensélllada". T cnía razón de sobra Salazar: lo patentiza Lope de Vega, en el acto segundo de Porfia¡' hasta. m orir, cuando dice N uña: "Yo te doy Comas perdiz Desearás un De cebolla y 'lue cada (lía y capón: salPicón vaca fría." y p;ttentízanlo tamhién el famoso MartÍne7. Mantiñu, en tua receta ·que copié en mis notas al Quijote) y Juan i\ltimiras, cocinero frailesco, autor ele lln Nuevo arte de cNina sacad u de la. escuela de la espcricncia econó- };T. YANTAR DE ALO:\SO QUI.fA!\O 2\ mica, que se debió de imprimir por \'ez primera antes de mediar el sigla XVIII. El so/picón, que todavía se come con gusto aun en casas bien acomod£lidas, era plato hwnilde y ,solía confecdonarse con Ja carne de vaca. que había sobrado al comer la olla á medio día. Así era, á no dudar, el salpicón que cenaba don Quijote. La humildad y hasta rusticidad de esta vianda se colige por textos como los siguientes. Tirso de Molina, en La fingida Arca-dia, jornada I: "FELIPI'. Tal vez en la mejor mesa. Entre el pavo y francolín, Sabe bien el salpic6n: Gente los p.astores son; Amor nació en un jardin." y Lope de Vega, 'en el acto I de Fuente Ovejuna, ha- ciendo hablar á gente aldeana: "LAU HENCJA. Pardiez. más precio poner, Pascuala. de madrugada Un pedazo de lunada AI huego para comer ...• y cenar un slLlpicÓll Con su aceite y su pimienta. y irme â la cama contenta, y al indltcas tentación Rezalle mis devocione~. Que cuantas raposerias, Con su amor y sus porfias, Tienen estos belLacone<;." TÓcanos ahora tratar del plato mÚs traína y llevado de cuantos comifionian la mesa de don Quijote, y de la frase más controvertida de cuantas se leen en su peregrina historia. Un libro, que no una breve disertación, podría escribir quien quisiese compilar todo lo que se imaginÓ, conjeturó y afirmó hasta ahora acerca de estas poquitas pa,laLras: "dllelos :J' (jl/cbral/tos los sábados." El nny docto hispanista señor Morel-Fatio lo ha resunido esmeradamente en unos curiosos !J1élauges de PRA:-;clsco RODRf.cUEl ~L\R¡:'-l Plttlologie que incluyó en la tercera serie de sus interesantes Estlldios sobre EspalÏG) publicada cn 1904, bien que este trabajo había salido á luz años antes, el de 189. , entre ot ros estudios dedicados á Gastón París. Extractaré eon brevcùaù lo ùicho por :\lorel-Fatio y adicionaré lo (lue Tne pareciere venir á ctlento. rlota el eminente erudito francés, dirigiéndonos tin cargo muy justo, que en los antiguos traductores del Quij,Jte hay que buscar los primeros ensayos de interpretadón de la frase dllclos .)' qucbrantos) ya que los españoles no nos cuidamos de esclarecer los pasajes difíciles de la más célebre de nuestras novelas hasta fines del siglo XVIII; y, empezanùo por César Oudin, cuya tradul~ción de la primera parte salió á luz en 1614, y siguiendo por Lorenzo Franciasini, que publicó su versión italiara en 1622, advierte que el francés tradujo esa frase JOr "des œufs ct du lard", y el fl.orentino par "il sabbato) frittate rognose", añadiendo al margen: "Si noti che in Spagna è peYJ/lesso. Frittate rognose SOI/O prescilttto tritio con hltova")' significado que respetó en su '/ocabolario espwîol e italian o) dicicndo en la voz duelo: "Collier duelos .Y qucbrantos è un modo di dire straonlinario) c vale mangiar della came sccca con dell' llova) dIe in Fiorenza diremmo mangiar delle frittate rognosl?" Lo mismo dice cn los articulas comer y quebranto) si bien en este Último traduce la frase en cuestión por" mangiar delle carbonatte" ; pero no sin añadir que "coiner duelos y quebrantos è un termino e 'J'lwdo di dire usato particolarmente nella Mancia in ¡spagna.". La Academia. Española, en su primer Dicciotulrio, quc llaman de autoridades (1726-39), localizó en la Mancha la frase duelos y quebralltos) como Franciosini ; pero le .:lió diferente significado: "Duelos y quebrantos --dijo--lIaman en la Mancha á la tortilla de huevos y EL YA:\TAR VE ALO!\'SU QUIJANO 23 sesos"; y por autoridad citó únicamente el pasaje del Quijote. Esto asentado, y pues Franciosini en la <llpOStilla ùe tal pasaje se había referi.do i una costumbre espailola que permitía comer en shbado el manjar á que, segÚn él, se refiere la novela, Mord-Fatio estudia la COSLll11bre,corriente en Castilla, de no comer los sábados sino los pies, manos, cabeza y asaduras de los animales, Lamaùo todo ello grosltra, según declara Covarrul.:ias, y examina criticamcnte si esta semiabstinencia española data, como sostienen algunos autores, de la batalla Je las Navas de Tolosa (12~2). En las ediciones segunda, tercera y cuarta de Sll DicôiolliJ1"io (1783, 1791 Y 1803) la Academia siguió definiendo los duelos y quebrantos ~o mismo queen la primera: .,tortilla de huevos y sesos" ; pero como á don Juan Antonio Pdlicer, á fines ·del sigla x VIII, se le antojas.é:dcÓr, anotando el Quijotc, que" cra costumbre en alg'.ll1os lugares de la Mancha traer los pastores á casa de sus amos las reses que entre semana Se morían, ó qne de cualquier otro modo se desgraciaban, de cuyos huesos quebrantados y de los extremos de las mismas reses se componía la olla en tiempo cn que no sc permitía en los reinos de Castilla comer '¡os sábados de las demás liartesde ellas", y como además afirmase que "esta coroda se llamaba duelos y quebrantos, con alusión al sentimiento y duelo (lue causaba á los Jueños el menoscabo de su ;~anado y el quebrantamiento de los huesos", tal especie se abrió camino é hizo it la Academia, desde la quinta edición de su léxico (1817), amoldar la definición de duelos y' quebrantos al informc ele Pdlicer. Y no sólo) la ACé.demia Española: casi todos los traductores y comentadores de CerV"J.ntes,desde ertonces acá, han aceptado la explicación de Pellicer, sin ningÚn género de reserva, li'RANclSCO RODRÍGUEZ MARÍx Llegado aquí MoreI-Fatia, y después de rechazar por:a1ta de prueba la enmienda de dejos y quebrantos que .?roponía Puigblanch en sus OpÚsculos gramático.mtíncos) fija -la atención en una circunstancia verdaderamente digna de notarse: la de que la frase duelos y quebyantos se usaba tal cual vez, con anterioridad á Cervantes, en su sentido puramente moral y fuera. de toda alusión á la abstinencia del sábado, para probar 10 cual cita oportunos textos de Francisco López de Gómara y Cristóbal de Castillejo, y recu~rda algún otro de Quev.~do. "Pero ¿ cómo--se pregunta el docto hispanista francl~s-ha llegado á dársele festivamente significación traslatícia?" Y· respondiendo á tal pregunta, emite su opinién: "Quien dice abstinencia, dice también penitencia y mortificación, y he aquí por dónde se justifica el decir duelos; yen cuanto á 10 demás, la voz quebrantos) sin que sea preciso recurrir á la explicación harto firoblcmá1ica de Pellicer, recordaba fácilmente algo destrozado ¿ roto; los pies y manos ó los despojos; uno de los componentes de la carne de sábado." En resolución: para el señor MoreI-Fatia la frase duelos.y quebrantos significa despojos y menudos, mezclados ó no mezclados con hlevos, según se colige de un pasaje de Las bizarrías de Belisa, de Lope de Vega, en donde hay rderencia á una Lucinda que está "Almorzando urros lorreznos Con sus duelos y quebrantos". y de otro pasaje 'de Los locos de Valencia) asimismo de Lope, 11110 de cuyos IJersonajes exclama: "Que Ille Illate una sartén Con sus duelos y quebrantos." Con los elementos que á mano tuvo el señor MorelFatia, f'O pudo hacer más de lo que hizo. Mucho m~nos I':L YA::\TAR DF- ALUXSO QUJJAXO 25 habían lograxlo los españoles que trataron de este punto, aun;ocándoles más de cerca la obligaci6n de brujulear é incuiri:c' hasta poner cn claro el sig;1ificado de la empecatada frase. Años después que MoreI-Fatia llegó a.] paler-que don Clemente Cortejón, y en la. nota correspondiente de la que llamó primera edición crítica del Quijote, .comienza por no dar una en el clavo, ¡lara embrollarse luego más y más, hasta el punto de intentar traer esos duelos de cicrta casta de judías ó habichuelas que los ')otánicos llaman, en latín y todo, dólichos UlIII) gUlCU Iatus ( , .... o :?or otra parte iba el agua al molino, y ya lo dije en mis notas al Quijote, aunque sin lé'. extensión que tal prueba ;equiere, y que ahora le voy dando. Lo que en esto pasa es que de todo en todo eran ajustadas il la vel'da,d unas palabras que el mismo 6eñor Morel-Fatio había leído en cierto manuscrito español de la Bibliotcc.'l N aeional de París y copiádolas en su excelente obra acerca de España en los siglos .xV! y .xV! I. Dicen así: "En los sábados se podía comcr libremente cabezas ó pescuezos de los animales ó aves, las asaduras, las tri¡las y pies, y el gordo del tocino, excepto los perniles y jamones." A esta costumbre se refiercn con frecuencia las constituciones sinodales del siglo XVI: por ejemplo, las que en 1566 se hicieron en SigÜenza, siendo obispo de aquella diócesis don Pedro Gasca, mandaron que, pues "en algunas partes de nuestro obispado hay costumbre de comer grosura los Sabbados, y e~l otras no se come ..., se guarde la costumbre, y también se guarde en el comer o dexar de comer carne en letanías. Y porque somos iniormado--añade-que de .pocos años á esta parte, allende de comerse en Sabbado ,las cabeças, pies y lo de dentro del puerco, se ha empeçado á introducir el comer de lo..,-tozinos, especialmente en fresco, prohibimos el FRA"CISCO IWIJI{{GUEZ MARÍN com~r de aquí adelante parte dc los dichos tozinos, fresco ni artcjo". Scg{m la costumbre it fjl1eall1ùe esta constittlci{l1l~pensaha ci autor de la presente conferencÎa-, muy bien podia ser tocino ó torrczno tino de los component(~s de los duelos }' qu('brantos. Con tO<1l;,era gran Iústiltla que, aun habiendo parecido dos <textos de Lope de \i eg-a enql1e se mcnciona e:>temanjar (él, por mejor decir, tres, contando otro, asimismo de Lope, hallad;) re'CÎC1tementc por doña .María Goyri de ::vrenéndez P:daI), ninguno cie ellos mostrase en qué consistía, bieil que ya uno de los dos contradecía á Pellicer en lo de ser tal vi lnda cosa cocida, pues lo que dice F1oriano en l,os locos de Va/cHcia se refiere indudablemente ii una fritura: "Elvira, pIege á los sal1to!' Que si yo la quiero bien, Que nle mate Con SUs UJla sart ...;", dllclos y qucbrantos.·' ACluí se había atollado la investigación, y no lyarecía que fuese fácil hacerla llegar á su término, cuando Ull~( santa milagrosa, Santa Casualidad. il quien debemos especiaks favores los que nos ocupamos en trabajar, comJ minen,s de la Historia, en las profundidades dd tiempo, me deparó lo que sin fruto habíamos buscado todos: un texto enteramente fidedigno qu~ clefinicse esos duelos y quebrantos que tan doliente y quebrantado tenían ~l alIlor pro.pio de los comentadores de Cervantes. Hojeando algunos aiÏos ha, en la sección de libros }"aros de la: Biblioteca Nacional de esta corte, t\110intitulado Primera parte del ParnGSO 1lZ'evo. y amenidades del gvsto, ,m veinte y ocho entre!meses, bailes y sainetes de los lIlc.iores ingenios de Espafia ..... é impreso en ~radrid [iOr los años de 1670, leí en la Mojiganga del Pé- EL y,\:\TAR saJ.'le DE AI.O:\'SO QUIJ,\XU de la vi1/d(t, atribuída á don Pedro 27 Calderón, el siguiente pasaje: '·GE"CJXn'A. ~L\Ri!\ nE PR.\!>!>. Pues no te has de estClr as" todo el día. i Qué porfiada estás! Anda, IsaDcJi1h, chocolate no me traigas, ni por pienso; que es rcgalo. y ya á mí no V nos hueuos i :ty! que para tríste, llIísera me hazen fidla. y torreznos: Ullo, cuitada viuda, hllellos ¡SAll!:!. nE G:\LVEZ, :v 100're::llOS bas/all, y qlll'bra.'llos. A falta del de Guaj.aca, no es malo esse, que, al fin, es ql/e SOll dI/elos chocolale de la Mallcha," j Estaban, .¡:tues,bien enterados Oudin y Franciosini, los primeros traductores del Quijote al francés y al italiano! j Eso eran duelos y quebrantos: fritada de huevos con torreznos; tortilla de entrambas cesas; "des œufs et du lard" ,<:omo dijo César Oudin; "frittat{!, 1'ognose, Ó presciutto fritto con huo'va", como dijo Lorenzo Franciosini! Quien no se enteró bien de lo que era el tan traído y tan llevado manjar, común, pero manchego en cuanto á su denominación de duelos y quebrantos, fué Lope de V ~ga, pues imaginó que los torreznos no eran parte integrante de tal plato, é hizo decir á uno de los personajes (le: Las bizarrías de Belisa: II Esa mujer, Que habéis perdido, escudero, Está en casa con Octavi:>, Almorzando unos lorre:mos Con sus ditelos y q.tebrantos." Mas ¿por qué Se llamó así esta comida?, preguntaréis. Obvio es conjeturarlo. De igual manera y por aná- FRANCISCO RODRiGUEZ MARiN logo nativo quc la llamaron la merced de nias. Veamo;:; de dónde nació este nombre, y <.Icél colcgin:mos la razón del otr J. Dice Covarrubias cn su inaprcciable Tesoro de la le¡¡!J1tacastella¡¡a ú espmïola: "GÜe'uos y torre::mos) la merceo de Dias. En Ias casas provciJas y conccrtadas, Jc ordina ~io tiene11 prouisionde tozino, y si crian sus gallinas, ta:nbien ay giicvos: si viene a deshora ci gÜespe<.ly no ay, que comer, el señor de casa dize a sn muger: " ¿ Qué daremos a cenar a nuestro gÜesped, quc no tene"11105'lué?", y afligese mucho. La mujer le responde: "C.l.llad, marido, que no faltará la mcrced de Dios" : y va gallinero, y trae sus b>üevos, y corta vna lonja de tozino, y frielo con los giievos, y chIe a cenar vna buena :ortilla, con que le satisface: yde allí quedó llamar a lo,; gÜevos y torreznos la merced de Dios." Pue;:; cIe la misma mancra (lue no faltará la merced de Dias {lebiercn de deÓr comÚnmente en casos análogos, disculpándose, por pobreza, de no poder atender al huésped como cra de desear: "Perdone vuesa merccel por la humildad de la comida; aunque ricos ele voluntad, somos pobres de hacienda: en esta casa, ¿ qué ha de haber más que duelos y q/lcbra¡¡tos?" Y ele allí á poco asomaba la l11ujer trayendo de la cocina el consabido manjar: la tortilla de huevos y ton-eznos. Y que estas dos COS3.S eran lo que de ordinario no faltaba en donde casi no tenían sino quebrantos :Y duelos, dicho en su sentido natural, bien lo deja entender Sancho en d capítlÙO LIX de la segunda parte del Quijote) cuando al ver que el ventero no tiene cosa de lo CJue se le pide. dícele :'Y o pondré que se vienen á resumir todas estas faltas (~n las sobras que debe de haocr de tocino y huevos. " Sigt iendo, ó mejor dicho, terminando la enumeración qU{ Cervantes hizo de las comidas del Hidalgo man- a El. YANTAR DE AI.O:>!::;O QUIJANO 29 chego. no quedan por mencionar sino las "lantejas lo:; viernes y algún palomino de aíladidnra los domingos", cosas q\1'e, por harto claras y conocidas, bien poca expl:caciÓn han menester. Las lentejas, llamadas vulgar) <1onairosamente las once mil vírf/encs. bien pudieron ser COl1causadela locura de don Quijote, porque eran y son pésima comida, calificada C01110tal desde los re1110tos tiempos de don Pedra I de Castilla, en que el médico Juan de Aviñón declaraba en su Scvillana med:cÍ1w" la más antigua de nuestras topografías médicas: "Generalmente las lantejas son malas y melancólicas ... " A'sí, "lantejas los viernes" y libros de' caballería toda lé. semana acabaron por sacar de sus quicios el entendimiento más fino y bien templado que tuvo hombre en el mundo. Y por lo que toca a: "palomino de añadidura los domingos", tal suplemento era cosa corriente, lo mismo para solemnizar el día ::let descanso quc para hacer frente á ~a concurrencia de a1g-Únhuésped inesrerado. Vemos, pues, en el capítulo III de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo q.1e, rogado el bachiller Carrasca para que se queelase á hacer penitencia con nucstro caballero, "añadióse al ordinario un par de-pichones". Co1ígese de cuanto llevo clioho Cjueaun no siendo nacla opípara la mesa de don Quijote, puede afirmarseque comía á 10 rey,qniero decir. á 10 rey de otros tiempos, pues no había más manjares que estos mismos en la mesa del rey don Alonso VITI. el de las Navas. de q'jien se cuenta que "le pidieron en cortes que moderase el g-asto de S11comida, y respondió 'lue tenían razón y que de allí adelante no comería sino vaca y carnero, ? lo~-días principales, alguna ave". Pero tratando de1 yantar de su héroe. no todo hél"Jía de decirIo Cervantes, á menos que cayese en inÚtil 'lro1ijídad, y así, omitió cuanto sin esfuerzo habían de 30 FRA:'>iC1SCO RODRíGUEZ .\fARfN sobrewender los ledores. ¿ Quién imagina, por eje-mplo, qu,~ Alonso Quijano, buen cristiano á Jas derechac.., digan lo que {juisicrcn los que lo pintan como un desaforado enemigo de la Iglesia CatÓlica, tomaría en la;; manos cI pan sin besarlo antes de partirlo y repartirlo. costUI11)re que aÚn perdura en algunas regiones dc España? A ella se refería San<:ho en el capítulo XXVI del Quijote de A'vellaneda, diciendo: " ... que para lo deste IT undo yo no beso -a nadie, sino es a la hogaça quando la cojo por la mañana ... " Xi ¿quién piensa que tomaría el primer bocado sin decir una oración de las quc est~.ban en uso para <:omcnzar á comer? Pero ¿ cuál sería eS.l oraÓón? De seguro alguna de las populares y breve~, ya que la oración 1)reve sube al cielo m{ls ligeramcnte que la dilatada y prolija, porque se parece fi una exc:amación y á un suspiro. Quizás tal oración era aquella misma, de solas tres palabras, qne usaban los cstudiantes en Alcalá para bendecir la mesa: "Hoe et plus"; c¡ue quiere decir, supliendo lo que formalmente falta: " ~sto y lo dem{ls bendiga Dios >J uestro Señor." Ó acaso .lcaso se reduciría á dos palabras tan sólo: "Dómi11e, btnedícite", que dieron lugar á un refrancillo: "Dómine, tomo; benedfeite, y como." y cu:npliclos con Dios, tío y sobrina y la señora ama (que comería con ellos, aunqu'C' sentándose y levantándose á caria momento para traer y retirar lo preciso) empezarÍln á cumplir con el estómago, comiendo alguna frutilla del tiempo por vía de ante, alternando tal cual vez con :os ya dichos manjares otros que no faltaban en ningu 1a casa medianamente abastecida, tales C01110 el carner,) 'l'erde, de que renegaba, hastiado de él, Luis Vélez -de Guevara; los mit infantes, nomhre que solía darse fi. tinas menudísimas albondigui1las que sabían fl poco á los más desganados, y la lcelte asada, golosina , EL YA~TAR DE AI.():\~O ~lt:lJA:\O casera que tenía el gusto 'CIequesada y sc preparaba entre dos fuegos. Y cuando, del poco· dormir y del mucho leer, se le iba sccando el celebro Ú nuestro Hidalgo, de manera que vino á pC1"derel juicio, ¿quién duela que la bucna del Ama le prcpararía casi diariamente unos pa':telillos de ranas, cogidas en el vecino arroyo, en donde, charlcteando como ellas, lavaban las mujeres, ni que 105 adcrc7.aría con su azafrán, piñones remojados, una puntica de ajas cruelos y unas pasa.s despepitadas, todo clio frito en la sartén y espolvoreado luego t:on azúcar y canela, :Jlato bueno, segÚn Altimiras, para convalecicntcs é inar.etentes? Al llegar ;l este punto. una duda nos sale al paso, y no será bien que se quede campando por su respeto. ¿ Comería con tenedor nuestro caballero en cierne, ó se valdría del que suelen llamar tenedor de ci11co puntas? Quc los que comían ;l 10 melindroso hacían 11S0 del tenedor es cosa bicn sabida: Sancho, 8egÚn don Quijote. se afi'ló tanto en la ínsula, "que comía con tenedor las uvas. y aun los granos ele la granada". Pero no fué e-rto lo con-iente en el siglo XVI, en cuya primera mitad, aun los m;ls pulcros se valían de los dc-dos, segÚn se colige de cstas palabras que fray ¡\ntonio de Guevara, obispo de Moncloîíct:lo, escribi,] en su A7Jisa de pri'Dados y doctrina de cortesanos: "Guárdese el curioso cortesano dc poncr cn la mcsa los cobdos, ele maxcar con los earri IIos, de beuer con dos manos, de estar arrostrado sobre los platos, de moreler el pan entero a bocados, de acabar el manjar primero que todos, de !Cl111ersca me111tdo los dedos ... " Bien se ve que Guevara no afea enteramente ci lamérselos, sino el lamérselos ;t menndo, y qne una cosa y otra son claro indicio de que se los mojahan c'¡ pringahan comiendo, cosa quc no les sucediera si comiesen con tenedor. Demás de esto, Gue- FRAJI;C1S("() RODRÍGt'EZ MARÍ:\! vara. q.le habla de cuchillos más de una vez en su tratado. ni pOorasomo nombra los tenedores. Pero ¿qué mucho, si, hien entrado el siglo .xVII, todavía no era comÚn el uso dd tenedor en las clases medianamente acol11üdldas? Claro se echa de ver por estas palabras del poeta a lteguerano Pedro Espinosa, capellán del Duque de Medina Sidonia: "Encogido, mira q1(e el dedo mefíiquc no llega â untarse en el plato C01110 csotros, por estar er cog-i'do, y que cada uno se labra su fortuna." Hay que dar {iorhecho que Alonso Quijano bebía vino al comer, pues por el capítulo XI dela primera parte dél Quijote consta que, no sólo no era ag"uado, ó abstemi,), como decimos hoy, sino que le sabía bien el vino. lVí, es de suponer que bebería en cada comida las tres V'ec~s que prescribía el refrán, "á buen comer, Ó mal comer, tres veces beber", y que 10 gastaría, no de Ciudad Real, aunque era hueno y barato, sino de las "cuatro cepas" con que al caho se arremet ió á caballero, segÚn l1Iurmuraban sus vecinos. Por lo tocante á los postres, unos días acabaría de camer y cenar con rábanos, y otros can aceitunas. Con ráhanas, C)TI10 se muestra por muchos pasajes de las novelas y el teatro, y en especial Tior aquel cuentecillo que, á I,. que re('t'erdo, anda de molde en algunas florestas, y yo contaré brevemente. Convidóse un pobre hidalgo fora~tcro haciéndose reacio en la casa de otro no más medrado que d. Dijo el anfitrión al mozo: "Sírvenos la comida." El 110ZO tendió un manteliJIo roto sobre la mesa, y puso eneima unos mcndrugos de pan y un haz de rábanos. Dij o el gorrón: "Señor caballero, cn mi tierra sc acostum')ra tomar los rábanos á la T'astre." Y repuso el huésped con elocuente y oesconsolador laconismo: "Y aquí también." Pero 10 mÚs usado era acabar de comer con ac~:tunas, de donde se dijo llegué, ó llegó} á las 33 EL YA:-ITAR DE ALOXSO QUIJANO aceitunas, para signi ficar que se llegó tarde á algÚn convite ó reunión. El acahar de comcr con este postrc Sf menciona con frecuencia en nuestros libros de antaño. Don Antonio Hurtado de ~renGoza, en el Entremés del E.xaminador micer Palomo: "'[ALIENTE, ~ICER PALO~!O, Yo he tenido quiniento~ desafios; He hecho sobre el duelo dos comentos; Seiscicntos antuvioncs he pe"ado y he reñido cicn veces cn ayunas, ¿ Qué fuera al fenecer las aceitunas!" Luis Vélez de Guevara, en el tranco IV de El Diablo Cojudo: "Convidáronle il cenar unos caballeros soldados aquella noche, flTeguntándole nuevas de l\fadrid, y de:;pués de haber cumplido con la celebridad de los brindis por el Rey, por sus damas y sus amigos, y haber dado las aceitunas con los palillos carta de pago de la ccnG, se fué cada uno á recoger á su aposento ... " Entre tos abuelos de nuestros tatarabuelos era P.l palillo ó mondadientes obligado postre último de toda comida; tanto, que, entre gente hidalga, el comer podía faltar, y aun faltaba, en efecto, muchas veces; pero el palillo no. "Pobreza no es vileza", dice nuestro antiguo refrán; mas anduvo siempre tan cerca de serIo, ó, á lo ncnos, de parecerIa, que la hambre más fué afrentosa para la honra que molesta para el estómago, y así, ad\'irti6 bien Pedro de Padilla: "Quien dice que pobreza no es vileza, En poco tiene el título ,de honrado ... " De este achaque entendía Cervantes muy bien, á fuer de hidalgo pobre, y él hablaba por boca de don Quijote cuando te hizo decir á sus solas, en casa de los Duques: "iMiserable del bien nacido que va dando pistas á su honra, comiendo mal y á f1'uerta cerrada, haciendo hipó3 FRAè\CISCO RODRÍGUEZ ~L\RÍ:\ crita el paWlo de dientcs con 'que sale :'t la, calle desptté:; de 110 bœr comido cosa que le obligue Ú IimpiÚrselos ~ j :\fiserable de aquel, digo, quc tiene la honra espantadiz;., y piens;. que desde una legua se le descubre el remiendo del zap<to, el trasudor del sombrero, la hilaza del herrerllelo y la hambre de su estÓmago l" El palillo de dientes era un testimonio, falso testimonio muchas \'eces, de haher comido, de tener qué comer, de estar en aptitud y condiciÓn èe .l'cr honrado, ya que tcncr honra y .l'cr honrado fueron, son y serán hasta la consumación ele los siglos, cosas diferentes, Mas en pobrezas tan rematadas como notoria, y tan notorias como rematadas, la vana ostentaciÓn del pali,llo no engafíaba á nadie sino á quien lo ib,l luÓentlo y vivía en el error de que engafíaba á los demás. A~í, cnbs aMas de nuestros escritores festivos no escasean las burlas contra aquellos ilusos, it uno de los cuales decía con mucha donosura Polo de l\Iedina: "TÚ piensas <¡ue nos desmicntes Con el palillo plllido Con <¡ue sin haher comido, Trist;,n, te limpias 105 dientes, Pero la hamhre cruel 1).:, en comerte y en picarte De suerte, <¡ue no es ]impiarte, Sino rascarte con él." Á la verdad, no era tan pobre como este hidalgllilk. el buen Alonso Quijano. Ya le hemos visto comer, y lo hacía [Jara sustental- decorosamente ,la vida; aquclla viùa que había de ser tan famosa luego que él se diese it imitar á la caballerí-a anclantesca, saliendo por el campo de :'Iontiel á enrlerezar entuertos y desfarer agravios. Para terminar: no os dije, y ahora remedio la omisión, que, buen cristiano como era, nuestro Hida~g() ~Ianche~o, entre el soltar el hueso de la Última aceituna y tomar el palillo de dientes, rezaría, de seguro, una breve EL YANTAR DE ALOXSO QUIJAXO 3S oraci{m de gracias, dicha con el corazÓn á la vez que con lc-s lahios. Quizá sería ésta, aún mny popular en algunas regior,es tIe España: "Te dan1os, gracias, Señor, Por el pan <¡tie nos mantienc; Otorga, por más fa\'or, El darlo á quien no lo ticnc." Ó bien ci sabidísimo AgiJ//1/s tibi yratias. Dicho lo cual, y rcspondido amén por la Sobrina y ci Ama, iríase con el palillo en la boca, 110 it dormir ulla buena siesta, conformé al post praJ/(liulIl dorJ//ire dcl añejo a.forismo, sino á ,enfrascarse de I1tle'.'o en ;a lectura; cn aqnella sabrosa lectura quc había ùcjado con pesar cuando el A ma le a \,isó quc estaban migaclas las sopas y dispuesta la olla para ci primer vuelco. ACABÓSE DE lMPRUHR EN LA TIPOGRAFiA ARCHIVOS, EL DiA ESTA DE LA "REVISTA BIBLIOTECAS 6 CONFERENCIA DE Y MUSEOS" ABRIL M. CM. XVI DE DE