Tres claves para comprender el pensamiento del Papa Francisco en

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Tres claves para comprender el
pensamiento del Papa Francisco
en Lumen Fidei
ALDO MARCELO CÁCERES*
Moralia 37 (2014) 39-63
RESUMEN:
Sobre Lumen Fidei, el Papa Francisco declaró que se había
limitado a completar una primera redacción de la Encíclica
recibida de Benedicto XVI. ¿Cuáles son las aportaciones propias del papa Francisco? ¿Qué ha añadido realmente a esa
primera redacción? ¿Qué elementos originales del pensamiento de Bergoglio están presentes en la Encíclica? El artículo responde a estos interrogantes desde tres claves: fe,
memoria y bien común.
ABSTRACT:
Pope Francis has stated that his work on Lumen Fidei consisted only in completing a draft written by Benedict XVI.
Which are the contributions of Pope Francis in this Encyclical? What has he really added to this draft? Which elements
of the original thought of Francis are present in the Encyclical? The article answers to these questions from three key
concepts: faith, memory and the common good.
PALABRAS CLAVE: Magisterio eclesiástico y moral / Lumen Fidei /
Papa Francisco / Fe / Memoria / Bien Común
La Encíclica Lumen Fidei (en adelante, LF) tiene la particularidad
de albergar el pensamiento de dos papas, el de Benedicto XVI y el de
Francisco. Dos estilos diferentes que logran dar a luz algunas consi* Licenciado en Teología Moral y en Filosofía. Doctorando en la Universidad
Pontificia Comillas.
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ALDO MARCELO CÁCERES
deraciones sobre la fe. Un proyecto elaborado por Benedicto para
completar así su Magisterio sobre las virtudes teologales. Francisco
asumió la riqueza de ese trabajo añadiéndole algunas de sus aportaciones1. Teniendo en cuenta este aspecto del documento cabe el siguiente interrogante: ¿Cuáles son las aportaciones propias del Papa
Francisco? Intentaré responder esta pregunta aproximándome a su
pensamiento desde tres claves: fe, memoria y bien común.
I. PRIMERA CLAVE: FE
Cuando LF 1 nos expresa que la “luz de la fe” es el “don traído
por Jesucristo” y “luz que viene a disipar las tinieblas”, podemos
profundizar la misma temática, desde el pensamiento del cardenal
Bergoglio, recurriendo a su obra Mente abierta, corazón creyente2.
En un apartado titulado “Jesucristo, Revelación del Padre” se explaya diciendo: “Al ser Revelador de Dios, Jesucristo ilumina a todo
hombre (Jn, 1-9), porque él mismo es la luz de los hombres (Jn 1,
4ss; 8, 12). Con la presencia de Jesucristo se disipan las tinieblas y
ya brilla la verdadera luz”3. Luego añade:
“Pero también aquí se da el drama del rechazo de esa luz; esta luz
que es la plenitud de la ley y los profetas es también rechazada
porque su anuncio se da de manera diferente a la esperada, con
pautas distintas a las imaginadas; se explicita en antinomias incomprensibles pero convocadoras. Por ello, la plenitud de los
tiempos y la plenitud del mensaje de Dios es anunciado precisamente a quienes tienen menos de plenitud desde el punto de vista
humano: a gente sencilla, a los que humildemente guardan sus
mandamientos (Jn 14, 21)….a los pequeños.”4.
Además, no debemos olvidar que la fuente de la luz de la fe es
Dios. De esta manera nos “revela su amor” y quiere que por medio
1 Cf. LF 7.
2 Cf. J. M. BERGOGLIO, Mente abierta, corazón creyente, Editorial Claretiana,
Buenos Aires 20132.
3 Ibid., 114; Cf. Jn 12, 46.
4 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 114; Cf. LF 2-3.
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El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
de Su Hijo tengamos auténtica Vida, arrancarnos de las tinieblas y
conducirnos por el camino de la paz5.
Hay una referencia bíblica que aparece tanto en la Encíclica como
en la obra antes mencionada. Me refiero al texto de Juan 11,40: “De
este modo hay que entender el cariñoso pero firme reproche de Jesús a
Marta: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”6. Con
este pasaje se nos recuerda que Jesús nos revela la gloria del Padre y
que el que cree ve. Que la luz que brota de Cristo Resucitado es como
una lámpara o una estrella que ilumina nuestro camino7. Podemos
complementar la riqueza de estas palabras de la Encíclica con la profundidad de las aportaciones que Bergoglio expuso antes de ser papa:
“La gloria de Dios que Cristo manifiesta, como si se le escapara
por una rendija (cfr. Jn 2, 11), esa gloria que nos ilumina ahora en
esperanza (porque es plenitud de luz), en esperanza de contemplarla definitivamente: En su mano derecha tenía siete estrellas;
de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro era como el
sol cuando brilla con toda su fuerza (Ap 1, 16). Cuando cese el
tiempo, la manifestación de Dios será toda luz, y luz definitiva no
sólo para cada uno de nosotros sino para el mundo también: la
Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de
Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero (Ap 21, 23)”8.
Finalmente, siguiendo con el hilo de la reflexión sobre la luz de la
fe, podemos aventurarnos a decir que las siguientes palabras de la
Encíclica responden al estilo del pensamiento de Bergloglio/Francisco: “es urgente recuperar el carácter luminoso propio de
la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban
languideciendo”9. “Nos damos cuenta, por tanto, de que la fe no
habita en la oscuridad, sino que es luz en nuestras tinieblas”10; que la
“luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una
5 Cf. LF 1-4; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 117.
6 Cf. LF n. 1; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 116.
7 Cf. LF 1.
8 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 116.
9 LF 4.
10 Ibidem.
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lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar”
(LF 57). Pero, con mayor certeza, reconocemos la mano de Francisco
en la última parte de LF 4, en la cual encontramos la referencia a una
de sus obras preferidas: La Divina Comedia11. Se sirve de ella para
explicarnos la belleza de la luz de la fe:
“Dante, en la Divina Comedia, después de haber confesado su fe
ante san Pedro, la describe como una ‘chispa, / que se convierte
en una llama cada vez más ardiente / y centellea en mí, cual estrella en el cielo’ (Paraíso XXIV, 145-147). Deseo hablar precisamente de esta luz de la fe para que crezca e ilumine el presente, y
llegue a convertirse en estrella que muestre el horizonte de nuestro camino en un tiempo en el que el hombre tiene especialmente
necesidad de luz” (LF 4).
Bergoglio, en cierta ocasión, le decía a sus conciudadanos y fieles, que mientras hacemos camino, muchas veces con la pena de
tantas tinieblas, no perdemos la esperanza de encontrarnos con la
luz. Porque caminamos de “fe en fe”, en búsqueda de plenitud y del
sentido para nuestra vida. Es más, les exhortaba a los argentinos a
sentirse parte de ese Pueblo de Dios, que anhela pasar de las tinieblas a la luz, de tener ganas de encontrarse con esa luz, con esa
Gloria escondida12.
II. SEGUNDA CLAVE: LA MEMORIA
¿De dónde procede esa luz?
“Por una parte, procede del pasado; es la luz de una memoria
fundante, la memoria de la vida de Jesús, donde su amor se ha
manifestado totalmente fiable, capaz de vencer a la muerte. Pero,
al mismo tiempo, como Jesús ha resucitado y nos atrae más allá
11 Obra literaria que ha leído muchas veces, según lo ha confesado él mismo, a
los dos periodistas que en el año 2010 elaboraron su primera biografía. Cf.
S. RUBIN - F. AMBROGETTI, El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Mario Bergoglio, Vergara, Buenos Aires 2010, 119.
12 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilia en Noche Buena, Buenos Aires, 25 de diciembre de 2003.
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El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
de la muerte, la fe es luz que viene del futuro, que nos desvela
vastos horizontes, y nos lleva más allá de nuestro ‘yo’ aislado,
hacia la más amplia comunión.” (LF 4)
Así, encontramos en la Encíclica, algunas de las categorías recurrentes del cardenal Bergoglio: la memoria, la memoria fundante, la
memoria de Jesús y la memoria del Resucitado; que luego nos vinculará con la memoria de la Iglesia.
Bergoglio conjuga la realidad antropológica-social de la memoria
con la perspectiva de la memoria desde la Historia de la Salvación.
De ahí que varias veces ha insistido que hay que recuperar la memoria, tanto a nivel personal como comunitario, pero sin desvincularla
de la fe y el amor. Esta lectura de la memoria la podemos entender
mejor desde una de sus propias reflexiones:
“El hacer memoria, en sentido bíblico, va más allá del mero agradecimiento por todo lo recibido; quiere enseñarnos a tener más
amor; quiere confirmarnos en el camino emprendido. La memoria
como gracia de la presencia del Señor a lo largo de la vida. La
memoria del pasado que nos acompaña, no como un peso bruto,
sino como un hecho interpretado a la luz de la conciencia presente […] Pidamos pues, la gracia de recuperar la memoria: memoria
de nuestro camino personal, memoria del modo cómo nos buscó
el Señor, memoria de mi familia religiosa, memoria de nuestra
comunidad educativa, memoria de pueblo... Mirar hacia atrás es
despertarnos para percibir con más fuerza la palabra de Dios […]
esta memoria nos fortalece el corazón”13.
Respecto a la memoria de los pueblos, la considera como una
gran riqueza, puesto que tiene la capacidad de recordar con el corazón lo que les une. Pero, para Bergoglio, no podemos pasar por alto
la memoria común de la humanidad, el acervo común de todos los
pueblos y la revelación de Dios a Israel. Desde estas apreciaciones
sobre la memoria, entiende que la historia humana es una larga contienda entre el pecado y la gracia, una lucha entre el bien y el mal.
Esa memoria común tiene un rostro concreto, el rostro de los hom13 J. M. BERGOGLIO, Mensaje a las comunidades educativas, Buenos Aires, 5
mayo de 1999.
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bres de nuestros pueblos14. Es más, para él, la auténtica memoria es
una “potencia unitiva e integradora”15, “núcleo vital de una familia o
de un pueblo que les permite tener un porvenir”16. Por eso, es importante hacer memoria junto a los demás, porque:
“Hacemos memoria del camino andado para abrir espacios al futuro. Como nos enseña nuestra fe: de la memoria de la plenitud se
hace posible vislumbrar los nuevos caminos. Cuando la memoria
no está abierta al futuro es un simple recuerdo que, si totaliza el
ambiente, nos puede atrapar en una nebulosa proustiana. Si, en
cambio, se intelectualiza, configura el caldo de cultivo para toda
clase de fundamentalismos. La memoria conlleva siempre la dimensión de promesa que la proyecta hacia el futuro. Cuando, en
el presente, hacemos memoria, entonces afirmamos lo real de
nuestra pertenencia a un pueblo que camina y –a la vez– la proyección hacia adelante de ese camino”17.
Por eso, para el papa Francisco, el prototipo de esa memoria, que
nos debe poner en camino, abiertos al futuro en búsqueda de la esperanza, es la fe de Abrahán18. Es un acto de memoria que “no se queda en el pasado, sino que siendo memoria de una promesa, es capaz
de abrirse al futuro, de iluminar los pasos a lo largo del camino. De
este modo, la fe en cuanto memoria del futuro –memoria futuri– está
estrechamente ligada con la esperanza”19.
Podemos comprender la memoria como acto de fe desde la memoria de la Iglesia que se nutre de la memoria del Resucitado. Ya
que nos recuerda las promesas de Dios y nos lleva al encuentro con
Jesús20. Así, para Bergoglio, la Iglesia
14 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 87-89.
15 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 13), n. 1.
16 Ibidem.
17 J. M. J. M. BERGOGLIO, Mensaje a las comunidades educativas. Palabras en
su exposición central en la VIII Jornada de Pastoral Social, Buenos Aires,
25 de junio de 2005.
18 Cf. LF 9; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 174-177.
19 LF 9.
20 Cf. LF 38; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 87-92 y 105-112.
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“apoya su camino histórico en la certeza de que el Resucitado es
el Crucificado: el Señor que viene es el mismo que pronunció las
Bienaventuranzas, que partió el pan con la multitud, que curó a
los enfermos, que perdonó a los pecadores, que se sentó a la mesa
con los publicanos. Hacer memoria de Jesús de Nazaret en la fe
del Cristo Señor nos habilita para ‘hacer lo que él hizo’, en memoria suya. Y aquí se incorpora toda la dimensión de la memoria,
porque la historia de Jesús se empalma con la historia de los
hombres y los pueblos en sus búsquedas imperfectas de un Banquete fraterno, de un amor perdurable. La esperanza cristiana, de
ese modo, despierta y potencia las energías quizás enterradas de
nuestro pasado, personal o colectivo, el recuerdo agradecido de
los momentos de gozo y felicidad, la pasión quizás olvidada por
la verdad y la justicia, los chispazos de plenitud que el amor ha
producido en nuestro camino. Y también –¿por qué no?– la memoria de la Cruz, del fracaso, del dolor, esta vez para transfigurarla exorcizando los demonios de la amargura y el resentimiento
y abriendo la posibilidad de un sentido más hondo” (LF 44).
El momento fundamental para activar esa memoria es la Eucaristía21. Ella es la que nos permite recuperar la memoria del Amor, de
tomar conciencia de que el Señor siempre nos acompaña en nuestro
camino, nos abre los ojos, nos permite recordar e inundar de Amor la
memoria de nuestro corazón. Es más, nos permite entablar un diálogo de amor y una Alianza de Amor, de tal manera que nos comprometa a ser misericordiosos, a perdonar, a consolar, a dar de comer al
hambriento, a ser hombres de esperanza, etc.22.
Finalmente, tanto la Encíclica como algunas reflexiones del cardenal nos recuerdan que hay unos tesoros que por la memoria permiten a la Iglesia testificar la salvación de Dios. Esos tesoros son: la
profesión de fe y el Decálogo.
Respecto al Credo, Bergoglio considera que no es sólo un compendio de verdades cristianas, sino también el de la historia de nues21 Cf. LF 44.
22 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en la Solemnidad de Corpus Christi, Buenos
Aires, 13 de junio de 2009.
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tra salvación23. Quizás, esta concepción le lleva a decir en la encíclica que: “no consiste sólo en asentir a un conjunto de verdades abstractas. Antes bien, en la confesión de fe, toda la vida se pone en
camino hacia la comunión plena con el Dios vivo” (LF 45).
Respecto a los mandamientos, el jesuita sostiene que por medio
de ellos “la Iglesia recuerda las misericordias de Dios y por esto trata
de ser fiel a la ley. Los diez mandamientos que enseñamos a nuestros
niños son la otra cara de la alianza, la cara legal para poner marcos
humanos a la misericordia de Dios. Cuando el pueblo fue sacado de
Egipto, allí recibió la gracia. Y la ley es el complemento de la gracia
recibida, la otra cara de una misma moneda”24.
Los mandamientos son un regalo de Dios para que seamos felices
y conservemos nuestra vida, nos da la plena seguridad de que somos
recordados por el Señor, que somos atados a su amor; pero, que a la
vez, también nos tiene que hacer misericordiosos, porque en nuestro
corazón resuena esa gran verdad: Recuerda que tú fuiste esclavo en
Egipto25. Desde esta concepción del decálogo, podemos sostener que
probablemente pertenece a Francisco la siguiente aportación de la
Encíclica:
“Por eso, a la luz de la fe, de la confianza total en el Dios Salvador,
el decálogo adquiere su verdad más profunda, contenida en las palabras que introducen los diez mandamientos: ‘Yo soy el Señor, tu
Dios, que te saqué de la tierra de Egipto’ (Ex 20,2). El decálogo no
es un conjunto de preceptos negativos, sino indicaciones concretas
para salir del desierto del ‘yo’ autorreferencial, cerrado en sí mismo, y entrar en diálogo con Dios, dejándose abrazar por su misericordia para ser portador de su misericordia”26.
23 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 91.
24 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 2), 90.
25 Cf. Ibid., 90-92.
26 LF 46. Una de las expresiones características de Bergoglio que ha usado con
frecuencia es “autorreferencial”. Indica el que se encierra en sí miso, el que
se mira el ombligo. Lo ha aplicado fundamentalmente para referirse a la
Iglesia cuando se encierra en intrigas, en internas o necesidades humanas, en
lugar de abrirse, de entregarse con alegría y de servir humildemente.
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El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
III. TERCERA CLAVE: EL BIEN COMÚN
Algunas partes del capítulo IV de la encíclica –que se caracteriza por
tener un tono más pastoral y social– son quizás la mayor aportación de
Bergoglio. Bajo el título, Dios prepara una ciudad para ellos, nos encontramos con una buena condensación de algunas de las principales
cuestiones sociales que al cardenal siempre le han preocupado27.
En primer lugar, nos encontramos con una de sus constantes invitaciones: Reconocer la riqueza de nuestra dimensión social y aquello
a lo que ella nos compromete. Insiste en que captemos su sentido
profundo para poder desplegarla en la vida de la comunidad. Porque
es nuestra naturaleza social la que nos convoca a edificar una buena
convivencia; por ella somos citados y obligados a entregarnos para el
bien común. Para implicarnos en la ciudad e identificarnos con ella,
cada uno tiene que reconocer su munus, su oficio, su tarea, su obligación, su capacidad de darse y donarse; debe hacer el constante esfuerzo de buscar y aceptar aquellos puntos de unión que permitan una
convivencia fraterna. En definitiva, se trata de desplegar las riquezas
de nuestra vocación política, la de construir junto a los demás una
ciudad, un pueblo, una nación. Involucrarnos en esa experiencia de
vida común en torno a valores y sueños compartidos, unidos por una
historia común, costumbres y fe. Así, para Bergoglio, cada vez que nos
comprometemos por el bien común, estamos haciendo política, que es
una alta forma de caridad, según los documentos pontificios. Además,
estamos llamados a ser auténticos ciudadanos, desplegando el dinamismo de la bondad hacia la amistad social28.
Desde esta lectura del cardenal, podemos ir comprendiendo las
siguientes afirmaciones de la encíclica: “La fe no sólo se presenta
27 Cf., A. M. CÁCERES, Cardenal Jorge Mario Bergoglio. Aproximación a su
moral social: Moralia 32 (2009) 443-478; ID., El pensamiento social del
cardenal Jorge Mario Bergoglio / Papa Francisco (2001-2013): Razón y Fe
1374 (2013) 291-306; ID., J. M. Bergoglio: Claves de su pensamiento social
antes de ser elegido pontífice: Moralia 36 (2013) 117-135.
28 Cf. J. M. BERGOGLIO, Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo.
Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016, Editorial Claretiana, Buenos Aires 2013, 17-40.
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ALDO MARCELO CÁCERES
como un camino, sino también como una edificación, como la preparación de un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás…” (LF 50). “Las manos de la fe se alzan al cielo, pero a la vez
edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que
tienen como fundamento el amor de Dios” (LF 51).
Bergoglio, junto a los obispos argentinos, siempre ha insistido en
que es importante revisar nuestra vida personal y social a la luz de
Jesucristo. Esta lectura desde la fe nos permitirá edificar29 una auténtica convivencia, fortalecer nuestro compromiso ciudadano y responder al constante llamado de trabajar por el bien común30.
Para él, el prototipo del hombre que quiera ser un auténtico ciudadano es el publicano convertido. Zaqueo se ha dejado mirar por
Jesús, y ha respondido a esa llamada de abajamiento31. Sólo así pudo
encontrarse plenamente con el Señor, con sus dones y con los demás.
Sólo así, pudo superar la chatura de miras y responder al llamado del
Señor para involucrarse en la ciudad con los otros, para considerar a
los demás como sus hermanos y compatriotas, para edificar la amistad social32. Es más, para el cardenal, todos estamos llamados a ser
ese publicano convertido, dejando de ser unos vendepatrias, que
están al servicio propio y del imperio, para pasar a ser un auténtico
ciudadano, estableciendo relaciones de justicia y de solidaridad con
los demás33. Todo esto es posible por la fe, ya que nos permite escuchar el llamado a esa tarea común y a poder compartirla con alegría.
La fe nos permite crear entre todos un lugar de encuentro34, de con29 Edificar, unas de las principales claves del programa pontifical de Francisco
en orden a la fraternidad humana.
30 CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Creemos en Jesucristo, Señor de la
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48
historia. Reflexiones de los obispos al acercarnos a la Navidad. 104ª Asamblea Plenaria, Buenos Aires, Adviento 2012.
Cf. Lc 19, 1-10.
Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en el solemne Tedéum, Buenos Aires, 25 de
mayo de 2002.
Cf. J. M. BERGOGLIO, Palabras iniciales en el Primer Congreso Regional de
Pastoral Urbana, Buenos Aires, 25 de agosto de 2011.
Bergoglio ha insistido muchas veces a que todos trabajemos por una “cultura
del encuentro”. Se trata de fomentar todo aquello que acerca, une y suma. Es
fundamental para hacer realidad el compromiso por el bien común y la amis-
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
vivencia, de trabajo, de celebración35. Ahora podemos comprender
mejor otras de sus aportaciones de la Encíclica: que la fe ilumina las
relaciones humanas, que ella misma es un bien para todos, un bien
común. Ella nos permite contribuir al bien común y edificar nuestras
sociedades y nos impulsa a avanzar hacia el futuro con esperanza36.
Ahora bien, el fundamento de los vínculos humanos y de la edificación de la ciudad es el amor de Dios. Así, para Francisco, cuando
Dios habita en medio de nuestras ciudades, tenemos la capacidad de
desplegar la dinámica de su amor; mantenernos unidos en la bondad
y en la alegría de vivir juntos y compartir37. Ya siendo arzobispo de
Buenos Aires sostenía que sólo el amor es plenamente confiable; que
la confianza mutua debe llevarnos al amor. La confianza, raíz y fruto
del amor, hará posible poner las bases para conducir un destino común38, pues sólo desde la trascendencia del amor podremos superar
nuestros egoísmos y reconocer que constitutivamente estamos hechos para abrirnos a los demás. Sólo desde la afirmación plena del
amor como vínculo entre los seres humanos, podremos enriquecer
los otros vínculos que estamos llamados a realizar en la sociedad39.
La Encíclica también expresa que desde la fe tendremos la plena
confianza de que Dios nos prepara una ciudad fiable40. Sobre esto
mismo encontramos en Bergoglio una profunda mirada creyente
sobre lo que significa ser una ciudad, un pueblo, una Patria, de cómo
Dios habita en medio de ella y nos prepara una ciudad mejor. Reconociendo su presencia y su amor, estamos llamados por nuestra parte
poner en práctica el mandamiento del amor y hacer realidad el amor
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tad social. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, Bergoglio a secas: Vida Pastoral 318
(2013) 15.
Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 32).
Cf. LF 51; J. M. BERGOGLIO, Mensaje a las comunidades educativas, Buenos Aires, 21 de abril de 2004.
Cf. LF 51.
Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 32).
CF. J. M. BERGOGLIO, Mensaje a las Comunidades Educativas, Buenos
Aires, 18 de abril de 2007; ID., Mensaje para la Cuaresma, Miércoles de
Ceniza, Buenos Aires, 22 de febrero de 2012.
Cf. LF 50-51.
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ALDO MARCELO CÁCERES
social41. Para él, la mirada trascendente de la fe nos lleva a respetar
y amar al prójimo; nos ayuda a elegir ser ciudadanos de una ciudad
concreta, y a poner en práctica actitudes y comportamientos que
crean ciudadanía. Así, sólo desde una mirada creyente, podemos
tener la certeza de que Dios vive en medio de nuestras ciudades, y
reconocernos como Pueblo de Dios. La fe nos permite descubrir y
crear ciudad y confiar en que Dios mismo la sostiene hasta que haga
descender la Ciudad Santa. De esta manera renovamos también la
esperanza que nos mueve a actuar juntos en la caridad42.
Esa mirada creyente sobre Dios en medio de la ciudad nos permite tener una mirada de amor, una mirada que incluye sin relativizar,
una mirada misericordiosa, creativa y de amistad. Una mirada que
crea cercanía, acompañamiento y fecundidad. Dios es el punto de
referencia fundante y absoluto que da solidez a nuestros vínculos y
nos convoca a ser una auténtica ciudad. Pero el cardenal, en medio
de esta rica reflexión, lanzaba un interrogante: “¿Qué es la ciudad sin
Dios?” Para él, una ciudad sin Dios es una ciudad fragmentada, que
se diluye en mil particularidades sin historia y sin identidad43. Desde
aquí, podemos decir que también pertenecen a su pensamiento las
siguientes palabras de la Encíclica: “Cuando la fe se apaga, se corre
el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella […]
Si hiciésemos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se
debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos sólo
por el miedo, y la estabilidad estaría comprometida”44. Por eso, sólo
una mirada creyente sobre la ciudad nos permite creer. Es más, “‘
Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada
una ciudad’ (Hb 11,16). La expresión ‘no tiene reparo’ hace referencia a un reconocimiento público. Indica que Dios, con su intervención concreta, con su presencia entre nosotros, confiesa públicamente su deseo de dar consistencia a las relaciones humanas”45. ¿Y qué
41 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en el Tedeum en la catedral metropolitana,
Buenos Aires, 25 de mayo de 2012.
42 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 33).
43 Ibidem; Cf. LF 51.
44 LF 55; Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 32).
45 LF 55.
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El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
significa para nosotros esta mirada creyente? Significa que Dios está
con nosotros, que es un Dios cercano y que camina con su pueblo46;
que debemos responder a esa llamada de ahondar en nuestras vidas
desde el don de la fe, que la fe no es una cuestión privada, sino al
contrario implica “un testimonio y un compromiso público”47. La fe
nos moviliza a salir de nuestros balcones y experimentar la belleza y
la alegría de compartirla con los demás48. Desde esta lectura creyente
de Bergoglio, intentemos responder a las preguntas de la Encíclica:
“¿Seremos en cambio nosotros los que tendremos reparo en llamar a
Dios nuestro Dios? ¿Seremos capaces de no confesarlo como tal en
nuestra vida pública, de no proponer la grandeza de la vida común
que él hace posible?”49.
En segundo lugar, se concentra en la encíclica el profundo y también constante llamado del cardenal a la fraternidad universal. Todos
estamos llamados no solo a ser ciudadanos y a responsabilizarnos
con nuestra ciudad; también debemos implicarnos en un proyecto
común más amplio desde la fe: reconocer a Dios como Padre, que
hay justicia y hay hermanos50. Este es sin duda alguna, el reciente
llamado que ha hecho el Papa con motivo de la Jornada Mundial de
la Paz, bajo el lema: La fraternidad, fundamento y camino para la
paz51. Así, iluminados por la fe, podremos construir la fraternidad
universal. Esta lectura creyente nos revela que Dios no está ausente,
que siempre nos acompaña en nuestro crecimiento, que camina con
nosotros, que es un Padre Misericordioso, que nos alimenta y nos
protege52. De esto mismo se hace eco la Encíclica cuando nos dice
que la fe
46 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en la misa de clausura del Encuentro de
Pastoral Urbana, Buenos Aires, 2 de septiembre de 2012.
47 J. M. BERGOGLIO, Carta por el Año de la Fe, Buenos Aires, 1 de octubre de 2012.
48 Cf. J. M. BERGOGLIO, Carta Pastoral con ocasión de la Semana Santa,
Buenos Aires, 25 de febrero de 2013.
49 LF 55.
50 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 13), n. 6.
51 PAPA FRANCISCO, Mensaje para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de
la Paz, 1 de enero de 2014, Ciudad del Vaticano, 8 de diciembre de 2013.
52 Ibid., 5.
51
ALDO MARCELO CÁCERES
“ilumina todas las relaciones sociales. Como experiencia de la paternidad y de la misericordia de Dios, se expande en un camino
fraterno. En la ‘modernidad’ se ha intentado construir la fraternidad universal entre los hombres fundándose sobre la igualdad.
Poco a poco, sin embargo, hemos comprendido que esta fraternidad, sin referencia a un Padre común como fundamento último,
no logra subsistir. Es necesario volver a la verdadera raíz de la
fraternidad” (LF 54).
Bergoglio recordó a sus conciudadanos siempre que pudo que la
verdadera raíz de la fraternidad es Dios Padre, que nos hermana a
todos en Jesucristo. Un Padre común que tenemos que se caracteriza
por ser fiel, paciente y misericordioso; que nos ha dado a su Hijo
como hermano para que caminase con nosotros, como luz en medio
de la oscuridad53. Así, la auténtica fraternidad se fundamenta en el
Amor de Dios que nos hermana en Jesucristo, revelándonos en ese
Amor que siempre es mejor embarrarse por los demás que vivir en
una actitud de soberbia –del sálvese quien pueda o en la indiferencia– quedándonos en el chiquero que corrompe54. Sobre esto mismo,
la Encíclica nos dice:
“A lo largo de la historia de la salvación, el hombre descubre que
Dios quiere hacer partícipes a todos, como hermanos, de la única
bendición, que encuentra su plenitud en Jesús, para que todos
sean uno. El amor inagotable del Padre se nos comunica en Jesús,
también mediante la presencia del hermano. La fe nos enseña que
cada hombre es una bendición para mí, que la luz del rostro de
Dios me ilumina a través del rostro del hermano” (LF 55).
En una ocasión en Buenos Aires, Bergoglio nos aportaba la siguiente reflexión sobre cómo reconocer que el otro es para mí una
bendición: Simplemente bendiciendo al otro, es decir, diciendo bien
del otro, siendo instrumento de la bendición de Dios. A la vez, nos
advertía, que si no reconocemos a cada hermano nuestro como una
53 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en Noche Buena, Buenos Aires, 24 de di-
ciembre de 2005.
54 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en el solemne Tedéum, Buenos Aires, 25 de
mayo 2011, nn. 1, 4, 8; LF 54.
52
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
bendición, estamos pisoteando la “belleza de Dios” y resquebrajamos
la unidad con el otro, la unidad de la familia, la unidad de un pueblo.
Para dar ese paso de ser hombres de bendición necesitamos llenar
nuestros corazones de la mansedumbre y ternura de Dios55.
Consideraba también que profundizar en los que significa “adorar
en espíritu y en verdad” (Jn 4, 24) nos ayuda a superar las distancias
y crear cercanía hacia los demás, pues adorando descubrimos que
todos somos hijos de un mismo Padre, que somos miembros de una
sola familia56. Para Bergoglio, uno de los hombres que ha descubierto
el sentido profundo de lo que significa adorar fue San Francisco; su
experiencia de adoración significa: “cantar las alabanzas unidos a toda
la creación y a todos los hombres. Es atar los lazos que hemos roto con
nuestra tierra, con nuestros hermanos, es reconocerlo a Él como Señor
de todas las cosas, Padre bondadoso del mundo entero”57.
En tercer lugar, otra cuestión que se entreteje en la Encíclica y
que forma parte del pensamiento de Bergoglio es su lectura antropológica sobre la unidad. Para él, el ciudadano es convocado hacia una
unidad que tiende hacia el bien común. La denomina unidad del
orden, ordenamiento armónico, que a veces se torna disarmónico por
las crisis y los conflictos58. Pero en este camino hacia una mayor
comunión y unidad tenemos que enfrentarnos con los conflictos y
superarlos. Por lo tanto, para el cardenal, no podemos olvidar que
“la unidad es superior al conflicto”59. Este mismo principio, lo encontramos en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium de una
manera más desarrollada60, pero en la Encíclica aparece de la siguiente manera: “hemos de contar también con el conflicto, pero
experimentarlo debe llevarnos a resolverlo, a superarlo, transformándolo en un eslabón de una cadena, en un paso más hacia la unidad”
(LF 55).
55 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en la Fiesta de San Ramón Nonato, Buenos
Aires, 31 de agosto de 2012.
56 Cf., J. M. BERGOGLIO, Carta a los catequistas, Buenos Aires, agosto de 2002.
57 Ibidem.
58 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 28), 37.
59 Ibid., 55, LF 55; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 13), n. 4.
60 PAPA FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 226-230.
53
ALDO MARCELO CÁCERES
Esta relación entre conflicto y unidad ha sido explicada por el
cardenal con mayor amplitud en la XIII Jornada de Pastoral Social,
el 16 de octubre de 2010, celebrado bajo el lema “nosotros como
ciudadanos, nosotros como pueblo”. En ese momento lo presentaba
diciendo:
“Si uno se queda en lo conflictivo de la coyuntura pierde el sentido
de la unidad. Al conflicto hay que asumirlo, hay que vivirlo, pero
hay diversas maneras de asumir el conflicto. Una es la que hicieron
el sacerdote y el abogado frente al pobre hombre en el camino de
Jerusalén a Jericó (Lc 10, 31-32). Ver el conflicto y pegar la vuelta,
obviarlo. Alguien que obvia el conflicto no puede ser ciudadano,
porque no lo asume, no le da vida. Es un habitante que se lava las
manos de los conflictos cotidianos. La segunda es meterse en los
conflictos y quedarse aprisionado. Entonces la contribución al bien
común se daría sólo desde el conflicto, encerrado en él, sin horizonte, sin camino hacia la unidad. Ahí nace el anarquismo o esa actitud de proyectar en lo institucional las propias confusiones. La
tercera es meterse en el conflicto, sufrir el conflicto, resolverlo y
transformarlo en el eslabón de una cadena, en un desarrollo”61 .
Siguiendo con la lectura de la Encíclica, descubrimos otras huellas del pensamiento de Bergoglio, en el n. 51 se nos dice: “…la luz
de la fe se pone al servicio concreto de la justicia, del derecho y de
la paz”62. Encontramos aquí, otras dos temáticas, sobre la que el
cardenal también ha reflexionado y ha insistido en su país. Que la
construcción de la ciudad, desde el fundamento del amor, también
requiere el compromiso por la justicia y por la paz. Para él, la mirada
del amor no sólo nos permite descubrir en nuestras ciudades al Señor
–que pasa “haciendo el bien” –, sino que también debe tocar nuestros
corazones para mejorar la vida de todos los que habitan la ciudad. La
fe nos lleva a servir y amar al prójimo63. Es más, para Bergoglio,
solamente si nos dejamos llenar del amor de Dios, tendremos una
mirada más profunda, podremos ver la vida desde Dios y con Dios,
61 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 28), 55-56.
62 Cf. PAPA FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 217-221.
63 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 33).
54
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
que es el Gran Justo; y así podremos ser personas justas y trabajar
por la justicia. Eso implica reconocernos como hijos de Dios y entre
nosotros hermanos, para que nazca esa actitud generosa por la vida y
buscar lo mejor y más grande para los otros64. Porque la justicia nos
alegra el corazón, porque vemos que hay para todos, hay igualdad,
equidad, porque cada uno tiene lo suyo65.
Desde ese compromiso por la justicia era posible, tanto para el cardenal como para la Conferencia Episcopal Argentina, reconstruir la
Patria. No podemos olvidar aquella histórica exhortación que juntos
hicieron al pueblo argentino de edificar la comunidad humana en la
verdad, la justicia y el amor, según el plan de Dios. Porque, para ellos,
sólo el amor a Dios y al prójimo puede inspirar el ejercicio de la justicia,
virtud básica de la vida social66. Pero el llamado del cardenal a título
personal cobra mayor profundidad en aquellas palabras que dirigía a los
argentinos en una de las fechas patrias, allá por el año 2006. Cuando
desde una lectura de las Bienaventuranzas, invitaba a los argentinos a
renovar la esperanza para construir la Patria que se merecen:
“Éste el camino de los justos; el que emprenden los que tienen
hambre y sed de justicia y que, al vivirla, ‘ya son saciados’ como
nos dice el Evangelio. Feliz el que cultiva el anhelo de esa justicia que tanto procuramos a lo largo de nuestra historia; anhelo
que posiblemente nunca se saciará por completo, pero que nos
hace sentir plenos al entregarnos en pos de la mayor equidad.
Porque la justicia misma estimula y premia al que arriesga y se
desgasta por ella y da oportunidad al que trae esfuerzos genuinos
y sólidos. Feliz el que practica la justicia que distribuye según la
dignidad de las personas, según las necesidades que esta dignidad
implica, privilegiando a los más desprotegidos y no para los más
amigos. Feliz el que tiene hambre y sed de esa justicia que ordena
y pacifica, porque ‘pone límites a’ los errores y las faltas, no las
justifica; porque contesta el abuso y la corrupción, no la oculta ni
64 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía con motivo de la 38ª peregrinación juvenil a
Luján, 7 de octubre de 2012.
65 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en la fiesta de San Cayetano, Liniers, Buenos
Aires, 7 de agosto de 2012.
66 CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, o. c. (nota 30).
55
ALDO MARCELO CÁCERES
encubre; porque ayuda a resolver y no se lava las manos, ni hace
leña del árbol caído. Felices nosotros si la apelación a la justicia
nos hace arder las entrañas cuando vemos la miseria de millones
de personas en el mundo”67.
El cardenal exhortó en varias ocasiones al pueblo argentino a trabajar no sólo por la justicia, sino también por la paz:
“Este es el verdadero trabajo por la paz, como dice otra de las
Bienaventuranzas, el que incluye y recrea, el que invita a convivir
y compartir aun a los que parecen adversarios o son extranjeros.
El que piensa del otro: éste no puede ser sino ‘hijo de Dios’; hijo
de lo alto en su fe e hijo de esta tierra en su cultura. La paz comienza a afianzarse cuando miramos al otro como hijo de Dios,
como hijo de la Patria. Por eso decimos hoy: felices aquellos de
nuestros mayores que trabajaron por la paz para nuestros pueblos
y se dejaron pacificar por la ley, esa ley que acordamos como sistema de vida y a la que una y otra vez debemos volver a poner en
lo más alto de nuestros corazones”68.
Para él, es importante esa paz que construye, que nos permite acercarnos a los demás, para augurar y recibir esa paz que posibilita, en
medio de tantas neblinas y noches, reconocernos y reencontrarnos como
hermanos, reconocernos en nuestro rostro creado a imagen de Dios69.
Así, los que trabajan por la paz, los que siembran paz, son misericordiosos y pacientes, serán llamados hijos de Dios. Es más, el que trabaja por
la paz será feliz. Esa paz es sembrada por Dios, el que sembró a su Hijo
entre nosotros, quien nos trae la auténtica paz y felicidad70.
La fe nos permite mirar hacia el futuro con esperanza, para amasar la vida con la levadura de la justicia y santidad, para luchar por la
libertad y la convivencia, para responder a esa llamada del Señor que
67 J. M. BERGOGLIO, Homilía en el solemne Tedéum, 25 de mayo de 2006, n.
14.
68 Ibid., n. 11.
69 Cf., J. M. BERGOGLIO, El espíritu de la Navidad: Diario La Nación
(23.12.2011).
70 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en las Fiestas Patronales de San Pantaleón,
Buenos Aires, 27 de julio de 2012.
56
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
nos pide practicar el derecho, amar la bondad y caminar humildemente con Dios71. Sí, para el cardenal, la fe nos permite renovar la
esperanza, vivir en la esperanza, ya que es lo único que nos da sentido y es capaz de transformar la historia72. Es la que nos permite en
medio de nuestras ciudades avanzar hacia el futuro con esperanza73.
Lo expresaba así:
“Las mejoras en la fe en ese Dios que vive en la ciudad renuevan
la esperanza de nuevos encuentros. La esperanza nos libra de esa
fuerza centrípeta que lleva al ciudadano actual a vivir aislado
dentro de la gran ciudad, esperando el delivery y conectado sólo
virtualmente. El creyente que mira con la luz de la esperanza
combate la tentación de no mirar, que se da o por vivir amurallado en los bastiones de la propia nostalgia o por la sed de curiosear. La suya no es la mirada ávida del ‘a ver qué pasó hoy’ de
los noticieros. La mirada esperanzada es como la del Padre misericordioso que sale todas las mañanas y las tardes a la terraza
de su casa a ver si regresa su hijo pródigo y apenas lo ve de lejos, corre a su encuentro y lo abraza. En este sentido, la mirada
de fe, a la vez que se alimenta de cercanía y no tolera la distancia, tampoco se sacia con lo momentáneo y coyuntural y por
eso, para ver bien, se involucra en los procesos que son propios
de todo lo vital. La mirada de fe, al involucrarse, actúa como
fermento. Y, como los procesos vitales requieren tiempo, acompaña. Nos salva así de la tentación de vivir en ese tiempo ‘puntillar’ propio de la postmodernidad.”74.
Sin olvidar todo lo que venimos reflexionando, podemos afirmar
también que otra aportación del papa Francisco es lo siguiente: “La
luz de la fe no nos lleva a olvidarnos de los sufrimientos del mundo
(…) El sufrimiento nos recuerda que el servicio de la fe al bien común es siempre un servicio de esperanza (…)”(LF 57). Por eso, Bergoglio, ya había sostenido antes que:
71 Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 47).
72 Ibidem.
73 Cf. LF 51.
74 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 33).
57
ALDO MARCELO CÁCERES
“Si partimos de la constatación de que la anti-ciudad crece con la
no mirada, que la mayor exclusión consiste en ni siquiera ‘ver’ al
excluido –el que duerme en la calle no se ve como persona sino
como parte de la suciedad y abandono del paisaje urbano, de la
cultura del descarte75, del “volquete” – la ciudad humana crece
con la mirada que ‘ve’ al otro como conciudadano. En este sentido la mirada de fe es fermento para una mirada ciudadana. Por
eso podemos hablar de un ‘servicio de la fe’: de un servicio existencial, testimonial, pastoral”76.
La fe nos permite ver al Señor, en el rostro sufriente de tantos
hombres que conviven con nosotros, nos da la posibilidad de convertirnos e intentar reconstruir la vida, para que todo hombre experimente la ternura de Dios77. La fe nos debe comprometer “a cuidar la
fragilidad de nuestros hermanos más pobres, de abrir las manos solidariamente ante el dolor y la pobreza, de hacer fiesta y de rezar; la
ilusión de trabajar juntos y –de nuestras comunes pobrezas– amasar
solidaridad”78. Sobre este cuidado de la fragilidad, se explaya en la
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium nn. 209-216. Nos ayuda
a reconocer las “nuevas formas de pobreza y fragilidad”. A estar
prontos para aportar soluciones concretas. Muchas veces nos hizo
saber su constante preocupación por el cuidado de los niños y los
ancianos79; y por la extendida “formas de la trata de personas”. Por
75 Otra categoría constante en su pensamiento es la “cultura del descarte”. Se
76
77
78
79
58
refiere a los que la sociedad deja fuera, porque considera que sobran, ya que
no entran en la lógica de la producción y del consumo; simplemente son
arrojados al cesto del olvido. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, a. c. (nota 34), 14; PAPA
FRANCISCO, Audiencia General, Ciudad del Vaticano, Miércoles 5 de junio
de 2013.
J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 33), Dios vive en la ciudad.
Cf. J. M. BERGOGLIO, Carta al inicio de la Cuaresma, Miércoles de Ceniza,
Buenos Aires, 13 de febrero de 2013.
J. M. BERGOGLIO, Homilía en el solemne Tedéum, Buenos Aires, 25 de
mayo de 1999; Cf. J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 77).
Cf. PAPA FRANCISCO, Discurso a las familias del mundo con ocasión de su
peregrinación a Roma en el año de la Fe, Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2013; J. M. BERGOGLIO, Homilía en el Santuario de San Ramón Nonato, Buenos Aires, 31 de agosto de 2009; ID., Homilía en la fiesta de San
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
eso las veces que pudo nos recordaba el grito de Dios: “¿dónde está
tu hermano? (Gn 4, 9)80.
En LF 57 encontramos condensada la reflexión de Bergoglio sobre la esperanza: “El dinamismo de fe, esperanza y caridad (cf. 1 Ts
1,3; 1 Co 13,13) nos permite así integrar las preocupaciones de todos
los hombres en nuestro camino hacia aquella ciudad ‘cuyo arquitecto
y constructor iba a ser Dios’ (Hb 11,10), porque ‘la esperanza no
defrauda’ (Rm 5,5)”. Ya sostenía antes Bergoglio, que
“la esperanza es virtud de lo arduo pero posible; nos invita a no
bajar nunca los brazos, pero no de un modo meramente voluntarista sino encontrando la mejor forma de mantenerlos en actividad, de hacer con ellos algo real y concreto. Porque la esperanza
no se apoya solamente en los recursos de los seres humanos sino
que busca sintonizar con la acción de Dios, que recoge nuestros
intentos integrándolos en su plan de salvación”81.
La esperanza nos permite “dar lugar al tiempo y a la constancia
organizativa y creadora, apelar menos al reclamo estéril, a las ilusioRamón Nonato, Buenos Aires, 31 de agosto de 2008; ID., Carta por la niñez
leída en la 31 Peregrinación a Luján, Buenos Aires, 2 de octubre de 2005;
ID., Homilía en la misa en honor al santo protector de las embarazadas, San
Ramón Nonato, Bueno Aires, 31 de agosto de 2005; ID., Homilía con motivo
por la Jornada de la Vida, Universidad Católica Argentina, Buenos Aires,
25 de marzo de 2004.
80 Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en la 5ª Misa por las víctimas de trata y
tráfico de personas, Plaza Constitución, Buenos Aires, 25 de septiembre de
2012; ID., Homilía en la 4ª Misa por las víctimas de trata y tráfico de personas, Plaza de Constitución, Buenos Aires, 23 de septiembre de 2011; ID.,
Homilía en la 3ª Misa por las víctimas de trata y tráfico de personas, Plaza
de Constitución, Buenos Aires, 12 de julio de 2010; ID., Homilía en la Misa
en memoria de las víctimas del trabajo esclavo a 5 años del incendio del taller clandestino de Luis Viale 1269, Buenos Aires, 27 de marzo de 2011; ID.,
Homilía con motivo del Aniversario de la Convención Internacional sobre la
protección de los derechos de todos los trabajadores migrantes y sus familias, Parroquia Ntra. Sra. Madre de los Emigrantes, Buenos Aires, 1 de julio
de 2008; PAPA FRANCISCO, Homilía en la Visita a Lampedusa, Campo de
Deportes Arena, 8 de julio de 2013.
81 J. M. BERGOGLIO, Palabras en la VIII Jornada de Pastoral Social, Buenos
Aires, 25 de junio de 2005.
59
ALDO MARCELO CÁCERES
nes y promesas, y dedicarnos a la acción firme y perseverante”82.
También añadía: “por este camino florece la esperanza, esa esperanza que no defrauda porque es regalo de Dios al corazón de nuestro pueblo. Hoy, más que nunca, nos convoca la esperanza. Ella nos
inspira y da fuerzas para levantarnos y dejarnos mirar por Dios,
abajarnos en la humildad del servicio, y dar dándonos a nosotros
mismos”83. Desde su lectura sobre la esperanza, quizás también son
suyas las siguientes palabras de LF: “En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto, que se sitúa
en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos
del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir
cada día”84.
Finalmente, desde esta lectura comprendemos mejor dos cuestiones muy importantes para Bergoglio que encontramos en LF. La
primera, su invitación a renovar la esperanza y a no dejarse robar la
esperanza. La segunda, asumir el principio de que el tiempo es superior al espacio. Éste principio vuelve a aparecer en la Exhortación
Evangelii Gaudium nn. 222-225. En LF, el Papa Francisco une la
cuestión de la esperanza con dicho principio:
“No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el
camino, que ‘fragmentan’ el tiempo, transformándolo en espacio.
El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los
procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza”85.
Respecto a la primera cuestión, en su encuentro con los jóvenes
argentinos, bajo la mirada de la Patrona de Argentina, la Virgen de
Luján, decía:
‘“Madre, tu mirada renueva nuestra esperanza’. Así se lo venimos
repitiendo durante todo el camino; y ella, con su mirada, nos mira
a todos nosotros como le prometió Jesús al discípulo cuando le
82 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 32).
83 Ibidem.
84 LF 57.
85 Ibidem.
60
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
dijo: ‘Ahí tenés a tu madre’. También a nosotros nos dice: ‘Ahí
tenés a tu madre’. Es la madre que vela por los hijos, estos hijos
que caminan por la vida muchas veces cansados, necesitados, pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo
que queremos: que la luz de la esperanza no se apague […] Por
eso te pedimos que nos ayudes a borrar del corazón todo lo que
nos pueda llegar a confundir. Lo que ande trabando todo lo bueno
de Dios y tuyo, y esto es lo que ninguno de nosotros tiene que tocar: ser hijos tuyos y ser hermanos entre nosotros. Madre: que tu
mirada nos defienda para que no nos roben la esperanza”86.
Sobre la segunda cuestión, en una de las intervenciones sobre el
Bicentenario de la Patria decía:
“El tiempo es superior al espacio. El tiempo inicia procesos y el
espacio los cristaliza. Por eso cuando la madre de los hijos de
Zebedeo le dice a Jesús: Mirá, te quiero pedir un favor: que mis
dos hijos estén uno a la derecha y el otro esté a la izquierda, o
sea, que en el reparto les dé un pedazo grande de la pizza –uno a
uno y otro al otro–, le está pidiendo un espacio. Y el Señor le responde: No, el tiempo. ¿Van a poder llegar donde yo llegué, van a
poder sufrir lo que sufrí? (cf. Mc 10, 35-40; Mt 20-20-23). Es
decir, le marca el tiempo. El tiempo siempre es superior al espacio. Y en la actividad ciudadana, en la actividad política, en la actividad social, es el tiempo el que va rigiendo los espacios, los va
iluminando y los transforma en eslabones de una cadena, de un
proceso. Por eso, el tiempo es superior al espacio. Uno de los pecados que a veces hay en la en la actividad socio-política, es privilegiar los espacios de poder sobre los tiempos de los procesos.
Creo que nos haga bien a los argentinos pensar si no es el momento de iniciar procesos más que poseer espacios”87.
De esta manera, el papa Francisco, deja reflejado en el trasfondo
de la encíclica, aquellas mismas invitaciones que les hacía a los ar86 J. M. BERGOGLIO, Homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Luján al
término de la XXXV Peregrinación Juvenil a Pie, Luján, Buenos Aires, 4 de
octubre de 2009.
87 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 28), 53-54.
61
ALDO MARCELO CÁCERES
gentinos, que desde la luz de la fe, se abrieran a la esperanza88, y que
en ese camino, crecieran procesando esa “tensión entre la coyuntura
del momento leída a la luz del tiempo, del horizonte”89. En no olvidar que el ciudadano “necesariamente tiene que vivir con utopías
para el bien común. La utopía como ‘camino hacia’…aquello a lo
cual tenés que llegar: al bien común”90. Por eso, desde estas dos
invitaciones, podemos seguir profundizando lo que nos dice en LF:
“¡Cuántos beneficios ha aportado la mirada de la fe a la ciudad de los
hombres para contribuir a su vida común!” (LF 54). La luz de la fe
nos permite “administrar justicia”91 y a “identificar formas de gobierno justas, reconociendo que la autoridad viene de Dios para estar
al servicio del bien común”92. Nos permite “iluminar la familia, en
todas las etapas de la vida”93, “nos ha permitido descubrir la dignidad
única de cada persona”94, a “respetar la naturaleza”95, “a afirmar la
posibilidad del perdón”96, a “llenarnos de alegría, ya que es el signo
más evidente de la grandeza de la fe”97.
Podemos decir en resumen que cuando el papa Francisco propone
en LF como paradigma de compromiso para con los que sufren y
para con los pobres a San Francisco de Asís y a la Beata Teresa de
88 Cf. J. M. BERGOGLIO, Mensaje a las comunidades educativas, Buenos Aires,
29 de marzo de 2000.
89 J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 28), 53.
90 Ibid., 52.
91 LF 51; Cf. J. M. BERGOGLIO, Alocución en la IV Jornada Arquidiocesana de
92
93
94
95
96
97
62
Pastoral Social, Buenos Aires, 30 de Junio de 2001; ID., Homilía en la misa de
cierre del Simposio sobre el pensamiento del padre José Kentenich, Buenos
Aires, 26 y 27 de agosto de 2004; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 28), 74-75.
LF 55; Cf. J. M. BERGOGLIO, Homilía en el solemne Tedéum, Buenos Aires,
25 de mayo de 2001; ID., Homilía en la Maternidad Sardá, en la misa del
Jueves Santo, Buenos Aires, 21 de abril de 2011.
Cf. LF 52-53.
LF 54; Cf. J. M. BERGOGLIO, Reflexión en las VII Jornadas de Pastoral
Social, Buenos Aires, 26 de junio de 2004; ID., o. c. (nota 39).
Cf. LF 55; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 39).
Cf. LF 55; J. M. BERGOGLIO, o. c. (nota 47).
Cf. LF 58; J. M. BERGOGLIO, Homilía en la Misa Crismal, Buenos Aires, 21
de abril de 2011.
El pensamiento del Papa Francisco en Lumen Fidei
Calcuta98, nos está pidiendo que hagamos praxis la luz de la fe mediante una real opción por los más necesitados, por los pobres. Que
con la luz de la fe seamos misericordiosos, que salgamos al encuentro de los más vulnerables, que nos dejemos iluminar por sus rostros
y vidas, ya que en ellos encontramos al Señor que habita en medio de
nuestras ciudades.
98 Cf. LF 57.
63
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