La desaparición de la infancia- Postman

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La desaparición de la infancia. Entrevista con
Neil Postman
Desde la segunda mitad del siglo XX, los medios electrónicos de
comunicación, especialmente la televisión, se convirtieron en uno de los
principales consumos culturales y sociales. Desde ese momento, médicos,
educadores, psicólogos y docentes comenzaron a ocuparse de las
implicancias que este fenómeno podía tener entre los niños.
Uno de los investigadores que más trabajó en este campo es Neil
Postman, pedagogo y teórico de la Comunicación. Actualmente, Postman
es jefe del departamento de Comunicación, Artes y Ciencias de la New
York University, Estados Unidos, y es autor de, entre otros, Technopoly,
Divirtiéndonos hasta la muerte, La enseñanza como una actividad
subversiva, El fin de la educación. Uno de sus libros más difundidos es La
desaparición de la infancia.
Fundación Leer: ¿Cuándo y por qué comenzó a interesarse en la relación
entre los medios y la infancia?
Neil Postman: Yo empecé mi carrera como maestro de primaria, enseñaba en
sexto grado a chicos de 11 años. Siempre estuve interesado en los chicos y luego
empecé a interesarme en otras cosas. Pero desde ese momento, en ese primer
contacto con los más chicos, pude darme cuenta de que los medios, especialmente
la televisión, estaban teniendo una gran influencia en el desarrollo de los chicos.
Por eso mi interés por los niños y los medios siempre estuvo allí. Yo escribí mi
libro La desaparición de la infancia (Dissapearence of Chilhood) en 1982, pero
ese es un libro del cual supe, muchos años antes de escribirlo, que iba a tener que
escribirlo.
F. L.: La televisión nació en Argentina en los años ‘50 y se estableció de
manera más fuerte en los ‘60. Desde ese momento empezaron a surgir
teorías que hablaban de la relación entre infancia y televisión. Por un
lado, estaban aquellos que veían en la televisión un medio con influencia
negativa en las conductas de los chicos, y por otro, quienes creían que la
televisión iba a ser un medio capaz de democratizar y llevar información y
conocimiento a quienes no podían acceder de otra forma. ¿Cuáles son las
principales opiniones al respecto en Estados Unidos?
N. P.: Yo no digo que no haya algunos aspectos positivos de la televisión, pero en
Estados Unidos, y sospecho que lo mismo ocurre en Argentina, la función de la
televisión es vender audiencias a los anunciantes. Eso es todo. Puede haber algo
en la televisión que sea positivo para toda la población en general, pero en su
mayor parte la televisión está completamente bajo el control de los
intereses de las corporaciones. Por lo tanto, lo que debemos tener en cuenta
cuando se habla de la televisión norteamericana, es que estádiseñada para
captar los intereses de grandes audiencias para que las cadenas televisivas
puedan vender esas audiencias a las empresas anunciantes.
Un gran porcentaje de los jóvenes americanos ha visto a los 21 años 650.000
publicidades comerciales por televisión. Lo que los anuncios dicen a los chicos es
que todos los problemas son solucionables, lo cuál nosotros sabemos que no es
cierto, que todos los problemas son solucionables rápidamente, lo cuál también
sabemos que no es cierto, y que todos los problemas pueden solucionarse
rápidamente comprando algo, un auto, ropa, juguetes o cualquier cosa, y nosotros
sabemos que eso tampoco es cierto.
Los chicos ven 650.000 comerciales que les dicen cosas que no son
ciertas. No es una muy buena idea.
F. L.: ¿Usted cree entonces que hay una influencia directa entre lo que los
chicos, y también los grandes, ven en televisión y sus comportamientos o
conductas?
N. P.: Bueno, los investigadores han intentado por más de 50 años encontrar las
conexiones entre el mirar televisión y sus efectos. Nos dimos cuenta de que eso es
algo muy difícil de hacer porque la televisión no es la única influencia sobre los
chicos, entonces es difícil separar los efectos de la televisión de los de la música o
de otras cosas.
Pero encontramos algunas cosas. Encontramos que hay una correlación entre lo
que llamamos heavy TV viewers, (aquellos que miran muchos programas
de televisión con contenidos violentos) y violencia posterior. Hubo además
más de 3000 o 4000 estudios que intentaron refutar esta hipótesis, pero yo creo
que hoy por hoy, la mayor parte de los investigadores acepta que hay una
conexión entre el mirar mucha televisión violenta y los comportamientos
agresivos. Hay, también, otras conexiones entre el mirar televisión y el
comportamiento de los chicos, pero es un punto muy difícil de probar.
F. L.: En ese caso, ¿cuál es el rol de los padres? ¿Cómo intervienen o cómo
deberían intervenir en esa relación?
N. P.: Sí, yo creo que los padres pueden jugar un rol fundamental en proteger a
los chicos de algunas de las consecuencias negativas de la televisión. Pero el
problema es que los padres no están en sus casas. Por estos tiempos, al menos
aquí en Estados Unidos, trabajan fuera la casa los padres y también las madres.
Ambos están trabajando, entonces es difícil para ellos controlar las experiencias
mediáticas de sus hijos.
Hubo algunas propuestas aquí en EEUU, para tratar de ayudar a los padres en esto
a través de un chip para bloquear cierto tipo de programas, pero yo no creo que
eso sea demasiado beneficioso para nadie.
F. L.: Existe toda una corriente de investigadores latinoamericanos que
proponen la idea de “educación para la recepción” o “crítica de medios”.
En los últimos años, hubo un auge importante de esta tendencia en
Argentina. ¿La escuela debe cumplir alguna función específica en este
sentido?
N. P.: Bueno, yo he dedicado una gran parte de mi carrera a analizar cómo puede
la escuela ayudar a los chicos en su relación con los medios. Pero en realidad,
recién hace un tiempo que los educadores han comenzado a tomar a la televisión
en serio en Estados Unidos. Cuando digo tomar en serio me refiero a llevar la
televisión al aula como un objeto de estudio, para mirar por ejemplo los
comerciales y ver cómo funcionan, cuál es su punto de vista, para mirar los
noticieros y compararlos. En otras palabras, yo creo que la escuela debe tomar a
la televisión bien en serio, como una materia, como se estudia literatura.
En Estados Unidos hemos empezado a hacer esto, pero lleva mucho tiempo. La
mayor parte de los maestros, cuando hablan de usar la televisión, suelen referirse
a la televisión educativa y cultural. En general esa es la televisión que usan en las
aulas. Ese no es el punto, la idea es ver los programas que todos ven en sus
casas, incluyendo los comerciales y enseñar o ayudar a analizar esa programación.
De todas formas eso se está haciéndose aquí en EEUU, es lo que se llama Media
Literacy (alfabetización mediática), que incluye no sólo la televisión sino también
otros aspectos de la cultura.
F. L.: En “La desaparición de la infancia” usted explica cómo la imprenta y
la prensa escrita se convirtieron en un factor fundamental para la
construcción de la idea de infancia, y cómo los medios electrónicos están
colaborando en su desaparición. Cuando usted escribió ese libro, en 1982,
por medios electrónicos se refería básicamente a la televisión. ¿Cuál sería
la situación a partir de la aparición de Internet?
N. P.: Mi argumento fue en ese momento que la imprenta ayudó a crear la idea
de infancia, porque creó una nueva idea de adulto. El adulto debía saber leer.
Para fines del siglo XVIII, comenzaron las escuelas y los niños fueron sacados
de sus casas para ingresar en la escuela, donde el objetivo era enseñarles
a leer, lo que quería decir enseñarles cómo convertirse en adultos. La
televisión daña esa idea porque hace accesible a todas las personas todos
los secretos de la cultura, secretos políticos, secretos de la medicina, secretos
de la sexualidad, todo es accesible y uno no necesita saber leer para acceder
a eso. Por eso, digo que la televisión socava la idea de infancia.
Las computadoras también convierten en absolutamente accesibles la totalidad de
los secretos del mundo adulto. Por extensión, no creo que Internet ayude a la
idea de infancia, sino que continúa trabajando en la erosión de esa idea.
F. L.: Cuando se piensa en información y en medios masivos, el concepto
de acceso está generalmente connotado de manera positiva. Desde el
ámbito educativo, muchas veces se piensa que Internet es una
herramienta que permite a los chicos un importante acceso a cantidad de
información que no obtendrían de otra manera, y que eso puede ser
beneficioso para el aprendizaje si la escuela sabe aprovecharlo.
N. P.: En general, mi idea es que ahora muchos de los problemas están
solucionados. Nosotros tenemos una gran cantidad de información disponible a
través de una gran cantidad de medios. El problema no es ya cómo acceder a
la información sino cómo controlar, cómo hacer un buen uso de la
información. Creo que es necesario cambiar el eje de la cuestión. Todo el mundo
dice “¡qué maravilloso, las computadoras e Internet son maravillosos porque te
permiten acceder a más cantidad de información, más fácilmente!” ¿Qué es lo tan
maravilloso de esto? Quiero decir, ¿eso ayudará a detener el hambre en el
mundo?, ¿ayudará a detener la violencia?. Tener más y más información no es
más la solución para nada. A principios del siglo XIX esa era la cuestión, ¿cómo
obtener más cantidad de información, para más gente y de manera más rápida?
Trabajamos en ese problema por más de 150 años, y ya está resuelto.
La cuestión ahora no es cómo hacer llegar más información a más gente, ya
sabemos cómo hacerlo. Ahora tenemos que educar a la gente para que pueda
diferenciar la información significativa de la que no lo es y, además, pueda
saber cómo controlar su tiempo frente a la información. Yo no sé
exactamente cómo debe hacerse esto, pero creo que ahí está el punto clave.
F. L.: En La Desaparición de la infancia usted proponía que los medios
electrónicos, a través de esa apertura de los “secretos del mundo adulto”,
estaba dando lugar a la pérdida de la inocencia en la infancia y que eso
era lo que concretaba su desaparición. ¿Qué puede decirse 20 años
después?
N. P.: Yo creo que mi interpretación de ese momento sigue siendo perfectamente
aplicable. No creo haberme equivocado. En primer lugar, acá en Estados Unidos,
pero probablemente en Argentina también, las diferencias entre los chicos y
los adultos han desaparecido. Los chicos usan la misma ropa que los adultos,
eligen las mismas películas, los mismos programas de televisión, comen la misma
comida y hasta los comportamientos sexuales de los más jóvenes son similares a
los de los adultos. La televisión y ahora también Internet, son las que hacen
accesible a los más chicos todas las cosas que solían ser propiedad del
mundo adulto. Como consecuencia los chicos pierden su inocencia.
F. L.: Si bien ese argumento es coherente y muy propicio para analizar el
tema en muchas sociedades, también es necesario tener en cuenta otros
factores para hablar de la pérdida de inocencia o de la desaparición de la
infancia. Es decir, en Argentina, por ejemplo, o en muchos otros países o
ciudades de Latinoamérica, los chicos acceden a los secretos del mundo
adulto o se parecen más a los adultos porque, por ejemplo tienen que
trabajar a los 6 años como un adulto, o deben dormir junto con los
adultos, o participan en actos de violencia o delincuencia, etc.
N. P.: Es un buen punto. En Estados Unidos, si uno retrocede hasta fines del siglo
XIX o principios del XX, sólo el 20% de los chicos de 12 años iban a la escuela, mi
padre dejó la escuela a los 11 años porque tuvo que ir a trabajar. Esa gente no
tuvo una verdadera infancia.
Pero en el siglo XX eso cambió en Estados Unidos. Si todavía hay muchos chicos
en Argentina o en otros lugares que todavía tiene que ir a trabajar o vivir esas
situaciones, seguramente ellos también han perdido su infancia.
Fuente: Entrevista a Neil Postman, publicat a la Vanguardia el 26 d’agost de 1994 aquí
“ En el mundo ya no quedan niños”
Neil Postman dice que la sociedad actual ha roto la idea de infancia
inocente.
Hace doce años, Neil Postman escribió un libro en el que desarrollaba una tesis
que nadie se tomó en serio. En “La desaparición de la infancia”, Postman,
actualmente profesor de Sociología en la Univerdidad de Nueva York, afirmaba
que en el mundo ya no hay niños. Las tecnologías modernas, especialmente la
televisión han acabado con todos los secretos del mundo adulto, decia Postman.
Sin secretos, la inocencia desaparece, y sin inocencia no puede haber
niñez. “Cuando escribí el libro, todo el mundo pensó que me había vuelto loco
(dice Neil Postman). Ahora muchos colegas se acercan y dicen: “Neil, quizás
tenias razón”. Inmersos en una sociedad violenta, donde el niño mata como el
adulto, sociólogos, psicólogos y todos aquellos interesados en el tema han vuelto
a abrir el libro de Postman con nuevo interés. “Está claro que mis teorías eran
correctas”, afirma.
- ¿Que es un niño?
- Un niño es una clase especial de ser humano, entre los cinco y los 16 años, que
requiere de unos cuidados especiales, que debe recibir una educación
determinada y que necesita ser protegido del resto del mundo. Durante esta
etapa de la vida, la etapa que tradicionalmente se ha llamado “infancia”, el niño
aprende lentamente los secretos de la vida adulta.
- Entonces, el niño de hoy, ¿es distinto del niño de hace cincuenta años?
- Sí, es completamente distinto. El niño de hoy puede ser cínico y violento como
puede serlo un adulto. En el pasado, el niño estaba muy protegido; ahora, el
niño está sometido a todo tipo de influencias externas que condicionan su
comportamiento. Los adultos ya no pueden protegerlo.
- Tradicionalmente, ¿en qué se diferenciaba un niño de un adulto?
- La gran diferencia entre adulto y niño siempre se había basado en el
conocimiento. El adulto tenía unos conocimientos de la vida, de la violencia, las
tragedias y los misterios que caracterizan el mundo adulto, que el niño no
tenía. El niño no tenía estos conocimientos porque el adulto no lo consideraba
adecuado. En mi libro digo que al tener acceso a la fruta prohibida de la
información adulta, los niños fueron expulsados del jardín de la infancia. Creo
que nunca volveran a ser admitidos, porque la actitud de los adultos también
ha cambiado. Antes el adulto evitaba hablar de ciertos temas delante del niño.
Creía que su obligación era proteger la inocencia del niño, por lo que no
utilizaba ciertas palabras si habian niños delante. Actualmente hay muy pocas
diferencias entre el lenguaje de un niño y el de su padre, por ejemplo. Hoy en
dia, el sentimiento de pudor que caracterizaba al adulto de hace unos años ya
no existe.
- Para el niño de hoy, el mundo adulto ya no es un mundo lleno de
misterios...
- No. Al niño de hoy le quedan misterios para descubrir. Lo sabe casi todo. Sabe lo
que es un asesinato, sabe como matar, sabe lo que es una violación, sabe lo
que significa ser rico y lo que significa ser pobre. El niño educado en esta
sociedad moderna tiene amplios conocimientos sobre conceptos que en
principio parecen dificiles de asimilar. La noción de muerte, el sexo o la
enfermedad no ofrecen dificultades para el niño de hoy. Habla de todo ello con
completa naturalidad, pero al haber adquirido todos estos conocimientos
demasiado pronto, nunca llega a ser consciente de la importancia que tienen o
lo que realmente significan. Cuando yo era niño sabía que las personas
enfermaban y morían, pero no conocía los detalles. Los adultos hablaban en
susurros intentando protegerme del horror y el dolor que la vida administra a
las personas. En la sociedad de hoy las cosas ya no funcionan así. La
televisión, la radio y el cine no guardan secretos. Si no hay secretos, no hay
inocencia, y si no hay inocencia, la idea de niñez deja de tener sentido.
- ¿La infancia es víctima de la tecnología?
- Sí. La tecnologia moderna, la televisión especialmente, está acabando con la
idea de niñez, porque no hace ninguna distinción entre niño y adulto. Desde la
pantalla del televisor se aclaran todos los misterios de la vida adulta, y lo que
hasta entonces era secreto deja de serlo. Los secretos se transmiten
simultániamente a todos aquellos instalados frente a la pantalla, sin tener en
cuenta el género, la raza o la edad. La televisión hace público lo que antes era
privado sin restricciones de ningún tipo: no hay restricciones físicas porque la
televisión está en el salón y, por lo tanto, el niño no se encuentra con grandes
dificultades para llegar hasta ella; no hay restricciones económicas porque
apretar el botón no cuesta dinero, y no hay restricciones de conocimiento
porque las imágenes lo dejan todo muy claro. En este tipo de sociedad es muy
difícil conservar la idea de niñez.
- ¿Queda algún tabú?
- Quedan muy pocos. Esto es inquietante, porque el tabú es importante en una
cultura para establecer diferencias entre grupos que conviven en una sociedad.
El tabú crea una distinción entre el que tiene la edad suficiente para entender o
hacer frente a un hecho de la vida y el que no. Crea una distinción entre el
adulto y el niño. Hoy en dia vivimos en una cultura que lo rebela todo sin
ningún pudor.
- ¿Esto es peligroso?
- Sí, la sociedad moderna no distingue claramente entre el mundo del niño y el del
adulto, y esto es muy peligroso. El niño necesita descubrir los misterios de la
vida adulta muy lentamente y de un modo psicológicamente aceptable. Si
descubre demasiado pronto que sus padres no son perfectos, que sus
profesores no lo saben todo o que en el mundo hay seres humanos que matan
o roban, el niño crece para convertirse en un adulto débil. El drama es que el
adulto no puede controlar toda la información que le llega al niño, así que esta
información nunca llega en el momento adecuado. Es peligroso que un niño de
siete años sea consciente de lo violento que puede llegar a ser el ser humano,
que esté acostumbrado a ver como los hombres se mat unos a otros en la
televisión. Es peligroso que intuya que lo que ve en la pantalla también ocurre
en el mundo real. Cuando el niño enciende el televisor, el mundo adulto se
abre ante él y, de repente, está a su alcance. Cuando esto ocurre, el niño imita
instintivamente la actividad adulta sin pensar dos veces lo que hace.
- Los niños de hoy ya no son inocentes...
- El niño de hoy es tan inocente como puede serlo el adulto. En esta sociedad
moderna en que vivimos, el niño mata como el adulto, se emborracha como el
adulto, viola como el adulto, se droga como el adulto, roba como el adulto...
Por lo tanto, uno se pregunta: ¿por qué llamarles niños? ¿Sólo porque son
personas de baja estatura? Para mi no son niños, son adultos en miniatura.
- ¿Cómo es un adulto en miniatura?
- Es la niña vestida con ropas sugerentes y maquillaje que anuncia una marca de
gel de baño en la televisión. Es el deportista, niño o niña, que se pasa las
horas jugando al tenis o practicando gimnasia o nadando para después ganar
todas las competiciones. Es el niño que en un ataque de ira apuñala a su
profesora. Son adultos de baja estatura, no niños.
- Algo ha fallado en la sociedad moderna...
- Yo creo que lo que ha ocurrido es que la tecnología se ha convertido en algo tan
poderoso que ha cambiado el modo en que nos relacionamos los unos con los
otros. La tecnología lo domina todo. Ya no podemos controlar el mundo que
nos rodea y, por lo tanto, no podemos esperar que los niños sean igual que
hace cincuenta años. Nos ha tocado vivir una época triste. Nos ha tocado
presenciar la muerte de la inocencia. Hemos visto cómo la espontaneidad y la
curiosidad que siempre habían caracterizado al niño se degradaban hasta
convertirse en las cualidades dels pseudoadulto. Es triste y doloroso.
- El niño imita al adulto. ¿Imita el adulto al niño en alguna ocasión?
- Sí. En muchas ocasiones el adulto imita el modo de hablar de los adolescentes, y
en la televisión pueden verse anuncios con madres que intentan vestir como
sus hijas y se muestran contentísimas cuando alguien les dice que en vez de
madre e hija parecen hermanas. Esto demuestra lo poco que esta sociedad
necesita el concepto de niño. Los adultos se “infantilizan” y los niños se
“adultifican”
- ¿Una sociedad puede existir sin la idea de niño?
- En el pasado ha habido sociedades que no conocían el concepto de niño. En la
edad media, por ejemplo, solo había bebés y adultos. Yo creo que en la
actualidad estamos regresando a este tipo de sociedad. En la edad media, a
los seis o siete años una persona se consideraba un adulto y participaba en
todas las actividades adultas: trabajaba con los adultos, bebía con los adultos,
comía lo mismo que los adultos, vestía como los adultos y se comportaba
como uno de ellos. Esta situación cambia en el siglo XVI. Con la invención de
la imprenta la sociedad se reorganiza de nuevo y se distingue entre los adultos
que pueden leer y los niños que tienen que aprender lentamente. Actualmente,
la sociedad se està reorganizando de nuevo.
- La idea de niñez, ¿fue la creación de una sociedad que necesitaba este
concepto?
- Sí. Es una invención de la cultura, un artefacto social, no una fase biológica.
Desgraciadamente, nuestra sociedad ya no necesita este concepto. Las
personas que llamamos niños tienden a ser de baja estatura, pero esto no es
suficiente. La idea social de “niño” conlleva un modo muy especial de tratar a
esa persona de baja estatura, de vestirla, de hablarle, de protegerla... Cuando
el niño deja de vestirse de un modo característico, no se le habla con un
vocabulario especial y deja de haber necesidad de protegerle porque sabe
protegerse solo, la idea de niño deja de existir.
- Es triste...
- Sí, es triste. Si la idea de niñez desaparece totalmente, nuestra sociedad no se
derrumbará, porque las sociedades cambian continuamente y nunca se
derrumban, pero si será menos humana. Desde un punto de vista biológico,
nuestra cultura nunca olvidará que necesita reproducirse, pero es posible que
olvide el significado social de “niño”. No olvidará que necesita niños, pero sí
está olvidando que los niños necesitan niñez.
Con la mirada en un
“mundo feliz”
Neil Postman (1931) sostiene que visto nuestro presente, a Aldous Huxley hay que
darle la razón en sus fábulas prospectivas. Director del Departamento de
Comunicación de la Universidad de Nueva York y de la revista “ Et Cetera”, y
actualmente profesor de Sociologia, Postman estudia como la tecnología está
transformando las relaciones sociales. De su veintena de libros se encuentran tres
en nuestro mercado: “la enseñanza como actividad crítica” (Ed. Fontanella),
“Divertim-nos fins a morir” ( Ed. Llibres de l’índex) y “La desaparició de la
infantesa” (Ed. Eumo).
UNA OBRA DE REFERENCIA.
Neil Postman sigue dando conferencias en torno a la infancia en la sociedad
occidental moderna doce años después de la publicación de su libro. Sumamente
crítico con la poderosa influencia de la televisión, una de sus mayores
preocupaciones es como se ha de educar a los niños para hacerlos menos
vulnerables al mundo cambiante de las nuevas tecnologías, entendiendo la
educación como acto “subversivo” ante las imposiciones que la propia cultura
ejerce sobre las personas.
“El concepto de familia está en peligro”
Según Neil Postman, solo dos instituciones están interesadas en conservar la idea
de niñez: la familia y la escuela. “La familia es, tradicionalmente uno de los
agentes que controlan la cantidad de información que le llega al niño (explica
Postman). En el pasado, el padre y la madre determinaban lo que sus hijos sabían
y decidían cuando debían adquirir nuevos conocimientos. En la actualidad los
padres ya no pueden controlar lo que sus hijos aprenden y, por lo tanto, su
autoridad se debilita. “ La desaparición del concepto de niño es, según Postman,
la última gran amenaza a la idea de la família.
El estereotipo de familia moderna, dice Neil Postman, se estableció a finales del
siglo pasado. Con el paso de los años, la familia se convirtió en el núcleo social
que es hoy en dia, pero a lo largo de esos mismos años el hombre inventó la
tecnología que ahora está acabando con el concepto de niñez. “El hombre inventó
el telégrafo, la cámara, el teléfono, el cine, la radio, la televisión... todo lo que
debilita el medio ambiente en que surgió la idea de niño. El concepto de niñez está
desapareciendo y, por lo tanto, la idea de familia tradicional está en peligro”.
Pero la tecnología en si misma no és la única culpable de esta situación. Para el
sociólogo norteamericano, se trata de una situación en la que las
responsabilidades están compartidas. “Los padres tienen parte de la culpa
(afirma), pero son las tecnologías modernas las que han provocado este gran
cambio social. A los padres se les puede acusar de negar a sus hijos los años de
infancia, pero esto ocurre porque la sociedad lo permite y lo premia”.
Por otra parte, la escuela es, según Postman, la única institución que basa su
existencia en la creencia de que hay diferencias entre el adulto y el niño. En la
escuela, el profesor tiene cosas que enseñar, posee conocimientos que el niño no
tiene. Pero para el niño de hoy, la escuela no es la mejor fuente de información
sobre el mundo real. “La escuela está en crisis, porque la figura del profesor ha
perdido autoridad (afirma Postman). El profesor, como los padres, no puede
controlar lo que el niño aprende a través de la televisión o el cine. El niño aprende
a ser violento sin que el profesor pueda evitarlo”.
“No me sorprende que un niño mate”
Neil Postman escribió su libro “La desaparición de la infancia” con la esperanza de
que psicólogos y sociólogos en Europa se pusieran al corriente de lo que estaba
ocurriendo en Estados Unidos. Niños menores de quince años estaban
empezando a cometer los mismos crímenes que hasta entonces sólo cometían los
adultos, el alcohol y las drogas estaban empezando a formar parte del mundo del
niño y en muchas zonas de Estados Unidos se estaba empezando a castigar a los
niños con la misma dureza que a los adultos.
El libro quería ser un mensaje de aviso, pero los sociólogos y psicológos europeos
lo despreciaron. “Yo les decia: ‘¡Cuidado! En América la idea de niñez está
desapareciendo y lo mismo ocurrirá en Europa’, pero todos me decían que estas
cosas sólo pueden pasar en América, un país materialista y sólo interesado en la
tecnología, según ellos, ‘En Europa damos más importancia a la educación y la
cultura. Los niños europeos crecen con valores morales’, me decían. Ahora, doce
años más tarde, se está viendo quién tiene razón. Primero ocurrió con América y
ahora ocurre en Europa”, dice Postman con un deje de amargura en su voz.
“Todos se equivocaban. Actualmente, el proceso está en marcha en todo el
mundo. Estamos avanzando hacia una sociedad que no necesita la idea de niñez.”
Según Postman, hay muchos y tiempos que ilustran su teoría: “ En la sociedad
moderna, los juegos tradicionales que entretenian a los niños de hace cincuenta
años han desaparecido. Los juegos de los niños de hoy casi siempre són
competitivos y amenudo son supervisados por un adulto. La ropa diseñada
especialmente para niños, y no me refiero a la de bebés, también ha desaparecido
porque un niño de seis años lo que quiere es parecer a un adulto, vestido con
pantalones tejanos, camisa y zapatos deportivos”. La sociedad moderna no
diferencia los gustos del niño de los del adulto, según Postman: “comen la misma
comida, escuchan la misma música, ven las mismas peliculas...”.
El mundo laboral, dice Postman, también se está alterando. “Niñas de doce y trece
años están entre las modelos mejor pagadas de Estados Unidos. Hay niños
actores y cantantes que a los ocho años son multimillonarios... Es imposible que
estas personas se comporten como un niño debe comportarse, porque no son
inocentes. Estos adultos de baja estatura, yo los llamo así, conocen todos los
secretos del mundo adulto.” Postman cree que el comportamiento violento también
ha dejado de ser característica del mundo adulto. “Si nuestra cultura no diferencia
entre niño y adulto, ¿por qué iba a sorprenderme que un niño mate igual que un
hombre? Hace doce años intuí que este momento podía llegar.”
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