EL CRISTO VELADO DE LA CAPILLA SAN SEVERO – NÁPOLES John Tyrson Seis años atrás, cuando me encontraba en una etapa de mi vida de profunda transformación y sufrimiento, cuando las preguntas crecían y las respuestas escaseaban, vi una información periodística que hablaba de la Capilla San Severo, en Nápoles, y de la magnífica escultura del Cristo Velado. La alusión al Cristo velado, me hizo pensar de inmediato en la posibilidad de “develar” y fue así que muchas cosas comenzaron a tomar forma dentro de mi y las respuestas comenzaron a hacerse evidentes. Respuestas que tenía adentro, casi sin percibirlas, ocultas por un fino velo... respuestas que había que develar. Me propuse ir, si las inciertas circunstancias de mi vida me lo permitían. Demoré seis años. Creo que en ese tiempo los conceptos que se desprenden del Cristo velado maduraron lo suficiente como para que pudiera apreciar no solo la maravillosa escultura, sino el conjunto del mensaje que trasmite la capilla. Se encuentra en el corazón de Nápoles, en una estrecha y oscura callejuela flanqueda por altos edificios, a pocos metros de la Piazza del Gesú. La capilla no tiene bancos, no es un lugar de oración o confesionario, no tiene retablo en el altar, y no recuerdo haber visto una sola cruz... La definiría como un mausoleo en el cual el Raimondo di Sangro, Príncipe de Sansevero (1710 – 1771), dejó un mensaje a la posteridad. Un mensaje principalmente alquímico, aunque el príncipe no dudó en recurrir al simbolismo cristiano y cabalístico para redactarlo. Como corresponde a la Tradición. Según la historia, de Sangro era un esoterista, alquimista, anatomista, inventor, Gran Maestro masón y militar, y en 1744 inicia la construcción de la capilla Santa María della Pietá, hoy conocida como capilla San Severo o popularmente “del Cristo velado”. Cuando uno entra ve un gran salón donde en la parte superior y contra las paredes, se ven varias esculturas con abundante simbología, y a nivel del suelo, en el centro, se halla el Cristo velado. Es esta una magnífica y sobrecogedora escultura realizada por Giuseppe Sanmartino (1720-1793). Una sola pieza de mármol que muestra a un Jesús yacente cubierto por un suave velo. El efecto es tal que parece real, y el obsevador no llega a entender de qué manera se ha podido realizar en una sola pieza tan magnífica obra. La suavidad del velo que cubre al Cristo permite ver desde las llagas de las manos hasta las propias pestañas. Se ha especulado que, dado los conocimientos alquímicos de di Sangro, el príncipe haya operado alquímicamente sobre un velo de tela para hacerlo parecer mármol. El efecto es estremecedor, y no se puede evitar el pensamiento de descubrir, de quitar ese velo que cubre al Cristo, tal es lo natural que se muestra. En cuanto a las estatuas que se encuentran elevadas respecto al Cristo, contra los lados del templo, se destacan la de una mujer, también cubierta de velo, de la cual algunas interpretaciones dicen que es una de las Virtudes humanas, en este caso la Castidad. El escultor fue Antonio Corradini (1668 – 1752). Dado el conjunto de símbolos y el conjunto del mensaje de la Capilla, no pude dejar de pensar que estaba ante una Isis velada, ante un conocimiento a develar. Frente a esta, en el lado derecho del salón, hacia el Norte, se puede observar otra magnífica escultura, la de un hombre saliendo de dentro de una red auxiliado por un ángel. Una vez más nos maravillamos del nivel de detalle de la escultura llamada La Decepción –ignoro el motivo del nombre- y construida por Francesco Queirolo (1704 – 1762). La red que cubre al hombre es de un nivel de detalle tal que se aprecian claramente los nudos que la forman así como la torsión de las cuerdas. También se dice que fue un experimento alquímico de di Sangro mediante el cual cubrió de mármol a una simple red de pesca. Otras interpretaciones la definen como el salir de la maraña de la vida para adquirir la verdadera fe. Por mi parte vi muy claramente al humano que se libera de las ataduras de la vida normal para percibir un mundo superior. Y es un ángel el que lo ayuda. Considerando ambas esculturas y su posición respecto al Cristo, no pude dejar de ver la simbología cabalística:los principios masculino y femenino, la Sabiduría que se libera –Jojmá- frente al Conocimiento a develar,Biná. Y a propósito de esto: en la disposición del resto las estatuas que rodean la estancia se pude apreciar la simetría y construcción del Arbol de la Vida, con sus tres pilares. No todos los símbolos coinciden exactamente, pero la semejanza es innegable. Las otras esculturas muestran otras virtudes, desde el hombre que sostiene firmemente a un león significando el control de las emociones, y que a mi me hizo recoradar el Arcano de La Fuerza, el Sendero del Arbol de la Vida que ue los pilares del Rigor y la Misericordia, hasta otra que sostiene un Cuerno de la Abundancia que derrama riquezas. Interpretada en este contexto son evidentemente riquezas de orden espiritual. En cuanto al altar, muestra la conocida imagen de La Piedad, todo en mármol blanco... excepto en la parte inferior donde se puede apreciar un paño, también de mármol blanco, con una cabeza en dorado que muestra un extraño rostro con su boca abierta y que me hizo recordar a un baphomet. (Lamentablemente –y lógicamente-no se puede sacar fotos, las imágenes que muestro son extraídas de internet): Inmediatamente debajo de este altar se ve un ángel abriendo una tumba de donde sale una figura extraña que no pude identificar. Este conjunto, que se encuentra en el lado Oeste presidiendo el salón, me hizo pensar en la muerte, en este caso el morir a sí mismo, y un misterioso renacimiento con la tumba abierta debajo. Todo ello me recuerda al Arcano de El Juicio. En el otro extremo del salón, en el lado Este, y por encima de todo, se ve la escultura de un soldado que sale espada en mano de dentro de una tumba y encima de él un águila. El guerrero que renace como un Ave Fenix y que sale de su tumba espada en mano, siendo la espada la Palabra Divina. Sobre la derecha del salón existe una pequeña escalera de caracol construida en hierro y que lleva a la parte baja de la Capilla. Se accede así a un pequeño recinto donde el visitante se impresiona por las dos esculturas que ven de inmediato. Llamadas “Las máquinas anatómicas”, son la representación de un hombre y una mujer –antiguamente también había un feto el cual fue retirado- totalmente descarnadas, solo se ven los huesos y la intrincada red de vasos sanguíneos. También sobre estas construcciones se tejen las más tenebrosas especulaciones, hay quien dice que son dos sirvientes a los que de Sangro mató y mediante un proceso alquímico reprodujo su aparato circulatorio. O bien se habla de experimentos con cadáveres donde el aparato circulatorio fue inyectado con determinadas sustancias también logradas alquímicamente. El hecho es que no se ha logrado desentrañar cómo han sido realizadas y existen grandes dudas sobre el material con el cual están constituidas. Pero lo sobrecogedor es la evidencia de la vida descarnada en la materia, en aquello a lo que al fin se reduce materialmente eso que llamamos “ser humano”. Y comprendemos que no puede ser, que allí hay otro mensaje, o parte de él. Saliendo de ese recinto estremecedor, y subiendo por otro lado se puede ver un trozo de lastra que era parte del piso original de la capilla, el cual fue destruido por un derrumbe. El piso representa claramente un laberinto. Como obra de arte es una maravilla que parece haber sido realizada en una sola pieza. Como significado no se pude dejar de pensar en el duro recorrido de la Gran Obra que el Iniciado realiza para trascenderse a sí mismo. Un símbolo que estamos acostumbrados a ver y reconocer quienes nos internamos en el otro sentido de la vida. La Capilla tiene más esculturas, repletas de símbolos. Pero comencé a entender un mensaje en general, como si el Príncipe di Sangro me hablara de una cosa sola más allá de cada una de las obras. Volví al plano superior, contemplé el conjunto y me dejé abstraer una vez más por el Cristo. Y entonces el mensaje se me reveló muy claramente. Son tres niveles. El nivel inferior nos muestra la vida en la materia, la vida que se reproduce a sí misma, implacable y eterna, sin ser otra cosa que órganos, huesos y sangre. Es el inframundo, el descenso a los infiernos que debe emprender todo iniciado antes de comenzar su Camino. Subiendo se accede al plano superior, donde se debe recorrer el laberinto para, en su centro, alcanzar al Cristo interno, el Hijo del Hombre, un mensaje que nos viene desde hace más de dos mil años. Un Cristo que hay que develar dentro de uno mismo para, después de morir a sí mismo, acceder a las virtudes de la vida en los planos superiores, salir de la red de la ignorancia, develar a Isis, dominar nuestros instintos y nuestra naturaleza animal, abundar en dones y, como un Guerrero que ha muerto a sí mismo, renacer de entre sus cenizas para emprender el combate de la vida espiritual. En suma, la totalidad de La Obra espiritual, la Alquimia interior en un conjunto de esculturas con una clara sintaxis. El significado del mensaje de di Sangro me golpeó profundamente, como solo puede hacerlo el verdadero símbolo con contenido auténticamente iniciático. La Capilla de San Severo es un mensaje completo en sí misma, un mensaje que nos habla a través de casi cuatro siglos. Un mensaje esculpido en una época en la cual aun imperaba La Tradición.