SÍNTESIS En 2013, en plena carrera para las elecciones presidenciales, y sobre todo 40 años después del golpe de estado del general Pinochet que derrocó el gobierno electo democráticamente de Salvador Allende, y 23 años tras el final de una larga dictadura militar, las conmemoraciones del cuarenta aniversario del golpe de estado dejan al descubierto tensiones que siguen dividiendo a dos bandos, que entonces se opusieron y cuyos herederos no parecen llegar a reconciliarse. La reconciliación sería legítima 40 años tras los hechos , y un acto de celebración común entre todas las fuerzas hubiera sido lógico. Pero la realidad es otra , es la de una división entre: - - Los partidarios del presidente actual, conservador, que en parte reconoce los errores del pasado y los delitos cometidos por los de su bando, pero al mismo tiempo prefiere apelar a la reconciliación insistiendo en que los errores fuero compartidos, no fueron sólo del gobierno militar sino también del presidente Allende, de los jueces, los medios,…. Por otra parte, el centroizquierda, los opositores a Piñera y los seguidores de M. Bachelet que boicotearon el acto oficial presidencial y organizaron el suyo por separado. Ellos afirman voluntad y necesidad de justicia y verdad para las víctimas. TRANSICIÓN y PROBLEMÁTICA del comentario Las tensiones acarreadas por el controvertido aniversario del golpe de estado del general Pinochet evidenciaron las profundas discrepancias que siguen dividiendo a la sociedad chilena en la lectura de su propia historia. Para que un pueblo esté en paz y consenso, ¿es necesario una labor de reconstrucción de la verdad histórica? Y si en Chile, en particular, la reconciliación es ardua (malaisée), ¿será (hypothèse: est-ce posible que ce soit car…) porque la verdad histórica no se ha reconstruido como hubiera correspondido? COMENTARIO A ) Las naciones van asumiendo su “deber de memoria”, aunque a duras penas (difficilement)… El “deber de memoria”, deber que tienen las naciones de aclarar el pasado (faire la lumière sur le passé) y rememorar los crímenes cometidos, es legítimo y necesario. Esta expresión surge en el libro epónimo de Primo Levi que restituye el diálogo entre el autor judío italiano, sobreviviente del campo de Auschwitz y dos historiadores de la Universidad de Turín. Este libro se inscribió en un trabajo de investigación iniciado en 1982 sobre la memoria de la deportación y nació de una necesidad de testimoniar sobre los horrores del holocausto para las generaciones futuras. Por lo tanto, responde a una voluntad histórica y ética de establecer o restablecer la verdad, dando la palabra a las víctimas para que los hechos (y los crímenes) del pasado no se olviden, se recuerden tales como ocurrieron (tels qu’ils se sont passés) y no vuelvan a repetirse. Son muchos los actos que se realizan en distintos países para cumplir con el necesario deber de “memoria”. Las naciones han empezado a dedicarse a cumplir su deber de memoria, con acciones educativas y sociales, legislativas, judiciales,… Francia: profesores que invitan a deportados de la segunda guerra mundial para que relaten ante los alumnos sus dolorosas vivencias. Alemania: la Justicia, por muy difícil que sea encontrar pruebas 70 años tras la Segunda Guerra Mundial, sigue tratando de imputar a los últimos sobrevivientes nazis: en enero de 2014, acaban de inculpar a un ex miembro de los SS que tienen 88 años y habría participado en la matanza de Oradour-Sur-Glane, un pueblo del centro de Francia donde murieron centenares de personas. España: aprobación en 2007 de la “ley de memoria histórica”, por la que se amplían y se reconocen derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecuciones o violencia durante la guerra civil o la dictadura (se ha creado un archivo nacional en Salamanca para centralizar toda la información de la época; se ha despolitizado el Valle de los Caídos, basílica construida por Franco en honor a los muertos franquistas, que ahora no puede acoger ningún acto político exaltador del franquismo; se ha declarado que el Estado debe ayudar a la localización de fosas comunes y exhumación de cuerpos; se ha dado la nacionalidad española a los hijos y nietos de republicanos exiliados durante la guerra civil; se han extendido las ayudas a las familias de víctimas de la represión franquista,…) . Argentina: anulación de las leyes de amnistía, que permitieron meter en la cárcel a los dictadores (como el general Videla, a la cabeza de la junta militar, que estaba cumpliendo (purger) su pena de prisión perpetua cuando murió, en mayo de 2013; a día de hoy, hay más de 300 condenados en acciones judiciales). Chile: En esa senda se inscribe la inauguración del Museo de la Memoria en 2010 por la entonces presidenta Bachelet. Con este museo, dedicado a mantener la memoria de las violaciones a los Derechos Humanos y crímenes contra la humanidad para nunca volver a sufrir tal tragedia (documentos, testimonios y material audiovisual sobre las víctimas de la dictadura de Pinochet), Chile se convierte en el primer país de América Latina en tener un espacio de esa naturaleza. Se han abierto procesos para juzgar y condenar a responsables militares de crímenes. En octubre de 2013, el exjefe de la policía secreta de Pinochet (DINA), Manuel Contreras, y tres exagentes de ese organismo fueron procesados por la desaparición de una joven militante en 1974. Los cuatro implicados están actualmente en prisión por otras violaciones de los derechos humanos. Pero del dicho al hecho queda un trecho (entre ce qu’on dit et ce qu’on fait, il y a un monde): existen, en bastantes naciones, muchas trabas (entraves, obstacles) que dificultan la concreción del deber de memoria, como si unas franjas (des franges de la population) no estuvieran realmente dispuestas a colaborar para que se saque a luz las verdades y se juzguen los crímenes. Guatemala: en mayo de 2013, el dictador fanático Ríos Montt (también aupado por la CIA en su lucha contra el marxismo, formado en la escuela militar americana en Panamá) benefició de una anulación de su condena por genocidio de indígenas (con atrocidades de sobra conocidas, destripamiento de mujeres embarazadas, empalamientos, estrellar a niños contra muros, tirarlos a pozos…), se libra (échapper à) pues de 80 años de cárcel…. Consecuencia de una justicia parcial, que no condena con firmeza la violencia: Lo preocupante es que esos acontecimientos (como dicha anulación de sentencia y condena) contribuyen a mantener viva la marca de las violencias de la época de la guerra civil y la dictadura. En 2012, 600 mujeres fueron asesinadas y mutiladas: estos actos recuerdan las violaciones y torturas sistemáticas en la táctica militar de la dictadura (años 70 y 80) para aniquilar a los pueblos rurales y acabar así con la guerrilla izquierdista. Cuando la justicia no hace su trabajo, cuando no emite sentencias ejemplares y debidas para condenar a los responsables de atrocidades, una sociedad a duras penas podrá luchar contra la idea según la cual se puede usar la fuerza y la violencia para lograr un objetivo; esto cultiva la impunidad, transmite un mensaje de que cualquier acto violento puede no conllevar consecuencias y castigos. España: unos progresos limitados en el camino hacia la verdad y la condena del franquismo. La ley de memoria no ha acometido un juicio del franquismo. La ley de amnistía de 1977 (restablecida la democracia) no ha sido derogada (abrogée). Para postergar el deber de memoria, el gobierno y los partidos (tanto PP como PSOE) siempre se amparan en (se retranche derrière) la Ley de amnistía que pretendía pasar página al pasado trágico las heridas para fomentar la reconciliación del pueblo español. Resultado = inacción: Ante las presiones internacionales (ONU, Argentina,…), el Estado español siempre hasta ahora se ha negado a colaborar para abrir un procedimiento judicial sobre la desaparición de más de 114.000 españoles y 30.000 niños durante la Guerra civil y la dictadura. El juez Garzón en 2008 quiso abrir una investigación sobre los crímenes del franquismo. Garzón nunca pudo llevar a cabo el caso que había abierto y tuvo que renunciar ante el alto tribunal que zanjó el debate diciendo que la Ley de amnistía era intocable, que investigar el pasado es cosa de historiadores y no de jueces, e insistiendo sobre la necesidad de perdón colectivo. Garzón resultó ser el único investigado en España, siendo él único quien quiso y se atrevió a investigar los crímenes franquistas: el poder judicial lo suspendió de sus funciones de juez en la Audiencia Nacional. A día de hoy, la Ley de memoria histórica tiene en la práctica un efecto nulo por el mero hecho de que el Gobierno la deja sin los fondos necesarios a su aplicación: Rajoy dijo en febrero del 2008 que no estaba dispuesto “ a dar ni un solo euro público para recuperar el pasado” y en 2012 su gobierno cerró la oficina de atención a las víctimas, creada en 2008. A pesar de los 74 años transcurridos desde que terminó la guerra, España todavía permanece incapaz de mirar y juzgar su propio pasado , y por lo tanto se queda al margen en el momento de cumplir con SU “deber de memoria”. Es más, en la actualidad, la única vía de investigación de los crímenes franquistas es llevada a cabo por una abogada argentina que recoge las querellas y los testimonios de víctimas de torturas durante el franquismo (cf artículo EL País, “el franquismo en el banquillo”, 29/09/13 Consecuencia: el auge peligroso de un extremismo que no duda en alabar el franquismo. La ausencia de un real trabajo de memoria, justicia, y reparación hace que tensiones sean vivas en la sociedad española. Hoy en día incluso, por no haber condenado judicialmente el franquismo, por no tener una postura firme de condena del franquismo, existe un caldo de cultivo de posturas conservadoras extremistas herederas y nostálgicas del franquismo (jóvenes del PP cuelgan en Facebook fotos donde posan haciendo el saludo nazi o esgrimiendo brandir bvanderas drapeaux franquistas; una alcadesa mairesse aceptó la celebración de una feria donde se venden baratijas babioles que son símbolos franquistas). B) En Chile en particular, las discrepancias (désaccords) evidenciadas (mises en exergue) por las conmemoraciones muestran la dificultades de los políticos y del pueblo para asumir el “deber de memoria”. ¿Qué hace Chile para cumplir con su deber de memoria? Los políticos de cualquier bando (herederos del bando del dictador y herederos del bando de los perseguidos) se empeñan en mantener el consenso para propiciar la reconciliación. Pero puede verse como cobardía (lâcheté) en el deber de enfrentar un pasado incómodo. Lo cierto es que según el bando político al que unos y otros pertenecen, son más o menos temerosos de que (craindre que) se levante el velo sobre ese difícil periodo de la historia chilena. Este empeño (obstination) en mantener el consenso y no hurgar en la herida (remuer le couteau dans la plaie) ha llevado a muchos cargos públicos a reconocer sus responsabilidades, otros están limitados en su actuación. El senador socialista Camilo Escalona, unos días antes del aniversario del golpe, aseguró que no tenía problemas en pedir perdón por los excesos que pudo haber cometido antes del golpe de Estado. Entonces tenía 18 años y era líder estudiantil del colegio en que cursaba el último año de educación secundaria. La Asociación Nacional de Magistrados del Poder Judicial, agrupación que reúne al 70% de los jueces del país, reconoció no haber sido capaces y pidió perdón. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, entre 1973 y 1983 los tribunales chilenos acogieron sólo 10 de los 5.400 recursos de amparo (demande de soutien) presentados por personas detenidas de manera ilegal o que temían por integridad física debido a la brutal represión de la Junta Militar de Pinochet contra la oposición. El actual presidente conservador nada entre dos aguas (“ménager la chèvre et le chou”): Por una parte reconoció las graves violaciones de los derechos humanos y afirmó que “verdad y justicia son indispensables para la paz y la reconciliación. Pero por otra parte, nunca recurrió a la palabra “dictadura” en sus discursos ni evocó una posible derogación de la ley de 1978, dejando así muchas expectativas entre el pueblo chileno. La candidata Michelle Bachelet en su primer mandato (2006-2010), no votó una nueva Constitución ni derogó la ley de amnistía, a pesar de afirmar como necesidad política la recuperación de la verdad histórica, pues es hija de un general torturado y muerto en prisión. Cabe preguntarse si lo hará en su segundo mandato si llega a ser electa. En un país muy conservador y católico (donde el aborto es todavía un delito), su tarea sin duda no estará exenta de obstáculos. El problema es que las víctimas de la dictadura y los familiares de las víctimas exigen una verdad más imparcial, donde no se habla de responsabilidades compartidas (partagées), donde se reconocería con mayor claridad y firmeza los crímenes de la dictadura y se condenaría a sus responsables. La verdad resulta impedida (empêchée) porque no se ha obrado por aniquilar las herencias (héritages) de la época de Pinochet. - En Chile, todavía no se ha derogado la ley de amnistía promulgada por Pinochet en 1978 para liberar de responsabilidad criminal a todos (tanto militares y seguidores del golpe como oposición izquierdista) los que habían cometido o encubierto crímenes desde el golpe de estado. Con todo (néanmoins) en 1988, la misma ministra de Justicia que entonces redactó ese decreto reconoció que la ley de amnistía era parcial : en realidad, fueron pocos los opositores al régimen militar que se beneficiaron con ella y hoy queda claro de que favoreció principalmente a los que perpetraron crímenes contra la humanidad en los primeros años de la dictadura, persiguiendo a los socialistas, comunistas,…. Hoy, esta ley sigue vigente, como otras cosas heredadas de Pinochet (la Constitución, el sistema de enseñanza,…). El general Pinochet murió sin ser juzgado. - - Los ciudadanos chilenos también tienen interpretaciones distintas u opuestas de la historia de su país. Una polarización extrema sigue existiendo entre la sociedad chilena. a) Nostálgicos de la dictadura y Juventud revanchista (revancharde): Cierta franja de la población añora (regrette) los tiempos de la dictadura y saluda los grandes progresos económicos realizados gracias al general Pinochet. Cuando Piñera fue elegido en el año 2009 (primera vez que un conservador llegaba a la presidencia desde el final de la dictadura), su victoria fue celebrada por algunos jóvenes miembros de su partido con insultos dirigidos a los “rojos maricones”, como si quisieran tomar una suerte de revancha sobre la época de Allende, una época que ni siquiera conocieron ellos mismos. b) Los desmemoriados (« ceux qui ont une mauvaise mémoire » littéralement: donc ici « ceux qui préfèrent oublier ») : Otra gente prefiere no saber lo que sucedió en aquellos tiempos revoltosos, argumentado que hurgar el pasado es una empresa estéril que nunca trae nada bueno. El pasado hay que enterrarlo y dedicar fuerza y energía a construir un futuro próspero, que es lo que había prometido durante la campaña presidencial de 2009 el hombre de negocios Piñera, entonces candidato. c) Los que anhelan verdad, justicia por los crímenes de la dictadura, y mayor justicia social para hoy y mañana: Muchos de ellos fueron víctimas de las represiones o son familiares de los que las sufrieron (de ceux qui les ont subies). No dejan de bregar por (luchar por) saber dónde están los desaparecidos. Manifiestan masivamente (como durante los actos de conmemoración del aniversario en septiembre). También numerosos jueces respaldan a los ciudadanos que presentan una denuncia por detención, violación, tortura o desaparición y actualmente 1500 casos relacionados con el no respeto de los derechos humanos están abiertos. También están los jóvenes que están determinados ahora a romper con los modelos socioeconómicos impuestos por la política neoliberal de Augusto Pinochet y que no han generado más que desigualdad social. Las manifestaciones estudiantiles desde 2011, lideradas por jóvenes muy comprometidos como Camila Vallejo (presidente de la confederación estudiantil y ahora entrada en política) revelan que gran parte de los jóvenes universitarios se reconoce en el programa socialista de Allende (derrocado por Pinochet). La juventud se vincula con el pasado socialista aplastado (écrasé) por la dictadura, espera reformas del sistema educativo, de las instituciones, reformas que ha prometido llevar a cabo la candidata M. Bachelet. Para concluir: Es obvio que un país no puede encarar serenamente su futuro sin haber realizado la difícil pero necesaria tarea de recuperación de la verdad histórica. Todos, ciudadanos, jueces, gobiernos, tienen que llevar a cabo lo que le corresponda para cumplir con ese deber. ¿Será capaz de hacerlo Michelle Bachelet en Chile si es electa, ella que siendo ya presidenta hace algunos años, no impulsó con fuerza ese deber? Tendrá tal vez una segunda oportunidad para hacerlo… Otros problemática y plan posibles La conmemoración de aquel aniversario aciago (=funesto) invita a una reflexión sobre la Historia y sus herencias en el presente. ¿Qué permanece hoy día de Allende y la dictadura que asesinó sus ideas? I. II. III. IV. El recuerdo indeleble (indélébile) de una tragedia Una oposición política y socioeconómica entre el pueblo cubano. Un deber de memoria que se cumple a duras penas. … PREGUNTAS DE ENTREVISTA - Pinochet y la CIA asesinaron a Allende obligándole a suicidarse cuando bombardearon la Moneda. ¿Considera que asesinaron sus ideas? - En el acto de celebración del aniversario del 11 de septiembre, cuando decimos “este año es el aniversario de…”, ¿no le parece que se escenifica más a la figura de Pinochet y su golpe de Estado que la de Allende y el derrocamiento del socialismo democrático? - ¿Hoy en Chile en Chile le parecen más fuertes las herencias de Pinochet que las de Allende? Un modelo neoliberal implantado por Pinochet nunca cuestionado aún hasta hoy, una Constitución heredada de Pinochet como otras tantas cosas como el sistema educativo privatizado,… Pero ideas socialistas que impregnan una amplia parte de la población, los seguidores de Bachelet en particular, que esperan de ella más valentía para impulsar un giro nuevo. - ¿Qué piensa del principio de justicia universal, en virtud del cual Pinochet fue procesado por España (aunque nunca se llegó a condenarlo pues murió antes)? - En España, ciertas asociaciones se dedican a la exhumación de fosas de la guerra civil, respondiendo a las demandas de las familias pero el gobierno actual no financia como se debería este trabajo, argumentando que son asuntos privados. ¿Qué le parece? - Últimamente en España, en cualquier bazar de chinos se puede comprar llaveros, mecheros o pulseras de goma con la bandera franquista. ¿Qué reflexiones le inspira este comercio particular? Nostálgicos de dictadores hay en todas partes: los que apoyan a la hija de Fujimori en Perú, los defensores de Pinochet en Chile que aplaudieron la elección de Piñera,… En España, y en otros países, puede que la ausencia de condena firme de los crímenes cometidos por estos dictadores aliente esa nostalgia, porque los más jóvenes en particular ocultan las atrocidades para rememorar esencialmente cosas que les parecen esenciales, como el orden, ciertos valores,… En un mundo movedizo donde certidumbres se derrumban, se refugian en el extremismo que les da seguridad. Queda demostrado que la crisis nutre la xenofobia, del mismo modo las transformaciones socioeconómicas actuales pueden también explicar en parte el éxito (o el hecho de que sea cada vez menos tabú) y la continuidad de la ideología franquista. - En Chile, los libros de historia no dedican más que tres o cuatro páginas como máximo al periodo presidencial de Allende y el golpe de estado ¿Qué revela? - ¿Le parece que 40 años son suficientes para empezar a reconstruir los hechos sin mentiras ni concesiones? - Una de las reivindicaciones actuales del movimiento estudiantil y de los líderes izquierdistas (la joven y recién electa diputada Camila Vallejo y la propia candidata Bachelet) es la gratuidad de la educación, que retoma una reforma del proyecto socialista de Allende. ¿Piensa que es legítima y fundada esa reivindicación? En Chile, la mayor debilidad del sistema educativo es el acceso desigual a la educación. La única opción para familias humildes si quieren que sus hijos estudien es endeudarse pero con perspectivas laborales tras obtener los títulos que no permiten reembolsar serenamente estos préstamos, es la principal debilidad de la educación chilena. La mayor parte del gasto escolar recae en las familias, el Estado invierte poco en educación. Las matrículas anuales en las universidades públicas son las más caras de América Latina, se parecen a países como Canadá o Estados Unidos, pero el problema es que en Chile, las familias no tienen el mismo nivel de sueldo que en estos países ricos, y que el Estado distribuye muchas menos becas (13% de alumnado pobre tiene beca en Chila + 50% en EEUU). Otro problema es que para acceder a estas universidades públicas de calidad, con cuotas altas, son prioritariamente los que han cursado la enseñanza primaria y segundaria en escuelas privadas caras los que pueden beneficiarse de estudios superiores. Pero puede parecer utópica y demagógica la solución de hacer que la educación sea gratuita, porque nada es gratuito en este mundo. La educación es un bien público, cuyo coste ha de ser compartido entre los usuarios y los contribuyentes. Además, en ningún país la educación es gratuita, y una educación barata no garantiza que haya un acceso a la educación menos desigual, más igualitario: en Argentina, las universidades famosas son públicas y con cuotas accesibles, pero como no hay suficiente inversión en escuela básica, muchos jóvenes abandonan la escuela, hay menos familias de recursos humildes que acceden a la universidad en comparación con Chile, con lo cual la casi gratuidad de la universidad no garantiza que todos los jóvenes puedan acceder a estudios superiores. Por último, la educación gratuita es una promesa de campaña de Bachelet y una reivindicación juvenil exigida durante años de manifestaciones masivamente seguidas, pero oculta que en el sistema chileno, a pesar de que la educación es cara, hay otros logros indiscutibles: sus alumnos de 15 años son los que mejor resultado obtienen de América Latina en el informe PISA de la OCDE, que cada tres años compara los sistemas de más de 60 países en lectura, matemáticas y ciencias. Además, el alumnado universitario se ha multiplicado por cinco en los las últimas dos décadas, hasta llegar al millón de alumnos, el 70% de estudiantes en universidad proceden de padres que no habían cursado estudios superiores, 50% de chilenos en edad de cursar estudios universitarios están matriculados, cifra muy superior a otros países de zona.