JURISPRUDENCIA Responsabilidad solidaria entre el procurador que remitió una sentencia y el letrado que la recibió como correo basura JULIÁN CABALLERO AGUADO Procurador L SENTENCIA DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE ÁLAVA DE 3 DE FEBRERO DE 2014, DICTADA BAJO PONENCIA DEL MAGISTRADO ÍÑIGO MADARIA AZCOITIA, QUE ESTABLECE LA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA DEL ABOGADO Y DEL PROCURADOR POR LA PÉRDIDA DE OPORTUNIDAD DERIVADA DE NO HABER RECURRIDO EN PLAZO UNA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA QUE PERJUDICABA AL CLIENTE. EL CORREO ELECTRÓNICO QUE EL PROCURADOR ENVIÓ AL ABOGADO NOTIFICÁNDOLE DICHA SENTENCIA FUE CONSIDERADO COMO SPAM (CORREO BASURA) POR EL GESTOR DE CORREO DEL ABOGADO, Y POR TANTO NO FUE CONOCIDA POR EL LETRADO. a procuradora recibió la notificación de la sentencia de un asunto civil en su primera instancia y remitió copia de la misma al letrado mediante correo electrónico, recibiendo confirmación de su recepción por el destinatario, en la que aparecía la indicación de “Asunto: Leído SPAM” y el nombre de las partes. El sistema de correo del abogado derivó este correo a la papelera y por ello no fue leído por el destinatario. Pasado el vigésimo día para la interposición del recurso de apelación sin presentarse el correspondiente escrito, la sentencia de instancia devino firme. El cliente reclamó una indemnización a quienes fueron su abogado y procuradora en el proceso por entender que ambos incumplieron sus obligaciones, ya que como consecuencia de esa negligencia había perdido la oportunidad de recurrir una sentencia que le era desfavorable. El juzgado en primera instancia estimó en parte la demanda frente al abogado y la desestimó frente a la procuradora, concediendo a la demandante una indemnización de 10.000 euros por daños morales. Tramitado recurso de apelación, la Sección 1ª de la Audiencia de Álava confirma la sentencia de la primera instancia en cuanto a la condena del abogado y la revoca en cuanto a la procuradora, a quien también condena. Respecto al abogado, se considera que la causalidad está definida y la creación de un riesgo, más allá incluso de lo admisible como riesgo ordinario de la vida, agravado por la falta de control o revisión siquiera somera, de la bandeja de spam. Ello permite deducir además un criterio de imputación objetiva del resultado, pues la omisión del deber de cuidado se muestra jurídicamente reprobable desde los parámetros de diligencia exigibles en la concreta actividad profesional que desempeña el abogado, donde la recepción de las notificaciones judiciales y el conocimiento de los actos procesales que abren un plazo se muestran de singular atención para preservar los intereses del cliente. Por ello, se debe extremar la diligencia en el control y gestión del correo electrónico cuando este es admitido como un medio de comunicación con la re- presentación procesal del cliente. La sentencia comentada concluye que tanto la irregular gestión del correo recibido, con la emisión del acuse de recibo y la expresión “leído”, como la eliminación del spam sin un control mínimo, siquiera el examen del remitente y asunto, lo que hubiera permitido descubrir el error, constituyen elementos de imputación suficientes. En cuanto a la procuradora, transcribimos el fundamento quinto de la sentencia comentada: “La actora reitera la demanda frente a la procuradora. A tal efecto, sentada la base fáctica antes referida sobre la remisión del correo electrónico a la dirección “despacho@ xxxx.com” y la recepción del correspondiente acuse de recibo con las expresiones “leído” y “SPAM”, debemos reseñar la S.TS. de 18 de febrero de 2005, citada por la demandante, conforme a la cual: según el Art. 5-2 LEC de 1881, el procurador quedaba obligado, una vez aceptado el poder, a transmitir al abogado todas las instrucciones que se le remitieran, “haciendo cuanto conduzca a la defensa de su poderdante, bajo la responProcuradores • Nº 110 47 JURISPRUDENCIA El ejercicio de la profesión de procurador comporta no solo la recepción y diligente transmisión de las resoluciones judiciales al abogado sino también un análisis de tales resoluciones suficiente al menos como para captar los perjuicios que puede causar al cliente una determinada omisión y advertirle de ello sabilidad que las leyes imponen al mandatario”, así como, a falta de instrucciones del mandante o insuficiencia de las recibidas, a hacer “lo que requiera la naturaleza o índole del negocio”; y que según el ordinal 4º del mismo artículo venía asimismo obligado a tener al corriente del curso del negocio confiado no solo al letrado sino también al cliente, disposiciones ambas incorporadas a su vez a los apartados 3 y 5 del Art. 14 del Estatuto General de los Procuradores de los Tribunales de 1982, Art. 14.3 y Art. 14.5, vigente por entonces, cuyo Art. 11 a su vez, al marcar las pautas a seguir por el procurador en la defensa de los i­ntereses de sus representados señalaba, en primer lugar, la profesionalidad. De lo antedicho se desprende que la adecuación de la conducta del procurador a la “práctica habitual” no puede exonerarle de responsabilidad, siquiera sea por la elemental razón de que los tribunales no pueden legitimar prácticas no ajustadas al estatuto legal de una profesión por más habituales que sean, ya que entonces caería por su base el enjuiciamiento de la responsabilidad civil profesional desde la perspectiva de las reglas o normas rectoras de la profesión de que se trate. Es más, en el caso concreto de los procuradores sería contrario tanto a la profesionalidad que recalcaba el Estatuto de 1982, y sigue subrayando el de 2002, como a los requisitos legalmente exigidos para ejercer la profesión, e incluso a la propia dignidad de esta, su equiparación a una especie de mero servicio de mensajería entre los órganos jurisdiccionales y el abogado. En consecuencia, debiendo considerarse que el ejercicio de la profesión de procurador comporta no solo la recepción y diligente transmisión de las resoluciones judiciales 48 Procuradores • Nº 110 al abogado sino también un análisis de tales resoluciones suficiente al menos como para captar los perjuicios que puede causar al cliente una determinada omisión y advertirle de ello, no puede entenderse que la sentencia impugnada haya infringido ninguna de las normas que en tal concepto se citan en los cinco primeros motivos del recurso aquí examinado, por lo que todos ellos han de ser desestimados. Conforme al Art. 26.2.2º LEC, el procurador está obligado, entre otros, “a transmitir al abogado elegido por su cliente o por él mismo, cuando a esto se extienda el poder, todos los documentos, antecedentes o instrucciones que se le remitan o pueda adquirir, haciendo cuanto conduzca a la defensa de los intereses de su poderdante, bajo la responsabilidad que las leyes imponen al mandatario”. Es indudable que a la obligación de transmitir al abogado todos los documentos, antecedentes, etc., se añade la de hacer cuanto conduzca a la defensa de los intereses de su poderdante, y por tanto la mera justificación de que remitió el documento y que este fue recibido en la dirección de correo electrónico del destinatario se muestra insuficiente si además no se comprueba la eficacia de esa comunicación cuando pende un plazo perentorio y cercana la preclusión del acto procesal, Art. 136 LEC, en este caso la interposición del recurso, no se tienen noticias siquiera sobre si el recurso será interpuesto o definitivamente se decidió no hacerlo, pues esa incertidumbre deja abierta la posibilidad de que la oportunidad de recurrir se pierda definitivamente y por ello el procurador no puede dejar en la duda el interés de su representado sin cerciorarse de que realmente no se va a recurrir o recordando con la debida antelación al abogado o al propio cliente el próximo cumplimiento del plazo. En el supuesto de autos, esa concreción del deber de diligencia se ve infringida no solo en los términos de esas generales obligaciones profesionales, sino que asimismo se agrava ante la evidencia de que recibió el acuse de recibo o confirmación de la recepción con la evidente y manifiesta expresión de que se categorizó como “spam”, algo que no puede escaparse a su atención como usuaria del correo electrónico, pues si realmente con ese mensaje se aseguraba de que su comunicación se había recibido, al mismo tiempo le estaba advirtiendo que el receptor valoró como “basura”, por tanto sin interés, el correo recibido, y por ello debió extremar las medidas de comprobación para asegurarse que pese a esa incidencia el destinatario tenía conocimiento del acto procesal y de la iniciación del plazo para interponer recurso. Más si avanzado el plazo perentorio no había recibido instrucción alguna ni la confirmación de que la sentencia no se recurriría, lo cual le obligaba a cerciorarse de la recepción y de que no se presentaría recurso, pues en otro caso, de ser voluntad del cliente y letrado presentar el recurso, debía estar expectante para la presentación en plazo del escrito correspondiente, constitución del depósito y pago de la tasa. En esa situación es evidente que la demandada debió bien comprobar que la recepción se produjo efectivamente o, en otro caso, comprobar que no se recurriría o avisar de que el plazo se agotaba. Con cualquiera de esas acciones, lógicas y exigibles en su ámbito profesional, habría puesto los medios necesarios para velar por los intereses del cliente y al no hacerlo incurrió en una negligencia causante de la responsabilidad exigida y reclamada con la demanda, que debe ser estimada en este aspecto. Responsabilidad que además es solidaria con la exigible al letrado desde la propia concreción judicial de la misma, como obligaciones in solidum que dimanan de la naturaleza del ilícito y de la pluralidad de sujetos que han concurrido a su producción, y que surge cuando no resulta posible individualizar las respectivas responsabilidades, S.TS. de 14 de marzo de 2003”. JURISPRUDENCIA Exención de multa a la procuradora que alegó no estar de acuerdo con el escrito del letrado AUTO DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE FECHA 10 DE SEPTIEMBRE DE 2014, DICTADO BAJO PONENCIA DEL MAGISTRADO ANTONIO SALAS CARCELER, QUE IMPONE UNA MULTA AL ABOGADO POR RESPONSABILIDAD DISCIPLINARIA Y EXONERA DE ELLA A LA PROCURADORA POR HABER MANIFESTADO NO ESTAR EN MODO ALGUNO DE ACUERDO CON LOS TÉRMINOS UTILIZADOS POR EL LETRADO. S e había pedido aclaración de una sentencia dictada por la Sala y en el escrito se había calificado tal resolución como “escueta y vergonzosa”. Se acordó por la Sala la ­formación de expediente sancionador al abogado y a la procuradora concediéndoseles plazo para alegaciones, en el que el letrado manifestó que él era el exclusivo autor del escrito, sin que la procuradora hubiese tenido responsabilidad alguna, así como que se ratificaba íntegramente en su contenido puesto que sus expresiones “formaban parte del debate parlamentario de este país” y que “eran legítimas y adecuadas a la injusta e irrespetuosa respuesta jurídica ofrecida por el Tribunal”. Continuaba el escrito achacando a la actuación de la Sala de una “irresponsable dejación de funciones” culminando con la afirmación de que “dicha actuación no solo suponía una absoluta falta de respeto hacia los profesionales intervinientes en la causa judicial (cuyo elaborado estudio jurídico merecía otro tipo de respuesta por parte de este alto tribunal), sino que principalmente suponía una absoluta falta de respeto hacia todos los ciudadanos de este país, a los que se les está secuestrando el correcto funcionamiento de estas instituciones por parte de determinados funcionarios (denominados ‘magistrados’) a los que esta situación no parece acarrearles ningún tipo de conflicto, ni ético, ni jurídico”. Por su parte, la procuradora presentó un escrito en el que afir- maba que no había leído el escrito en su totalidad, y que no estaba de acuerdo en modo alguno con los términos utilizados por el letrado y que, de haberlo leído, habría firmado a los solos efectos de representación debido al total respeto que tiene al tribunal y a las resoluciones emanadas de este. Por el auto que ahora se comenta la Sala entiende que el abogado no solo se ratificó íntegramente en sus manifestaciones originales sino que incluyó nuevos calificativos que suponen una clara falta de respeto al Tribunal, y que el Art. 553.1º) de la LOPJ dispone que “los abogados y procuradores serán también corre­ gidos disciplinariamente por su actuación ante los juzgados y tribunales (…) cuando en su actuación forense faltaren oralmente, por escrito o por obra, al respeto debido a los jueces y tribunales, fisca­les, abogados, secretarios judiciales o cualquier persona que intervenga o se relacione con el proceso”. Entendiendo que las expresiones vertidas por el letrado no pueden en modo alguno encuadrarse en “el debate parlamentario de este país” (pues ello es ajeno a la necesaria relación de respeto entre abogados y tribunales de Justicia) ni ser consideradas como la lógica reacción a “la injusta e irrespetuosa respuesta jurídica ofrecida por este tribunal” como quiere hacer ver el letrado. Por el contrario, sigue d ­ iciéndonos el auto comentado, muestran el descontento con la sentencia a que se refiere de modo desairado e irrespetuoso; por ello son plenamente incardinables en el supuesto previs­ to en el artículo antes reseñado, ya que no aportan nada nuevo al debate jurídico suscitado más que la denigración de una resolución que no le resulta favorable, introducida, además, en un escrito de solicitud de aclaración cuya única petición consiste en que la Sala se pronuncie sobre la existencia o no de un determinado precepto en la Ley del Contrato de Seguro. Además, como se ha dicho, el letrado introduce nuevas expresiones de carácter manifiestamente vejatorio en opinión de la Sala como la relativa a la “irresponsable dejación de funciones“, generadora de “alarma social” o la referencia a los integrantes de la misma como funcionarios “denominados ‘magistrados’“, expresiones en las que no se atisba, según se dice en el auto, más fin que el de menospreciar al tribunal y a sus componentes. Respecto de la procuradora, acuerda la Sala no haber lugar a exigir responsabilidad disciplinaria alguna una vez que la misma había dado las explicaciones oportunas sobre la firma por su parte del escrito de que se trataba. Concluye el auto con la imposición, solo al letrado, de la multa prevista en el Art. 553 y siguientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial en cuantía de mil euros, atendiendo a la gravedad, antecedentes y circunstancias de los hechos cometidos, y se ordena dar cuenta a la Comisión Deontológica del Colegio de Abogados por si la actitud del letrado fuese encua­ drable en algún tipo de responsabilidad en sede colegial. Procuradores • Nº 110 49