Fuera de Ruta Día V: día del amor y la conciencia Elsa Cornejo Vucovich* Este 14 de febrero es el 11 aniversario del “Día V”, el movimiento global para detener la violencia hacia mujeres y niñas que organiza Eve Ensler, autora de Los monólogos de la vagina. El evento, que inició en 1998 con una presentación especial de Los monólogos de la vagina en Nueva York, promueve eventos creativos alrededor del mundo que recaudan fondos para grupos comunitarios locales, además de realizar manifestaciones, campañas educativas, y otros eventos que visibilizan la lucha contra la violencia hacia mujeres y niñas. En 2004, Ensler visitó Ciudad Juárez para enfocar la atención internacional en los asesinatos de mujeres que a la fecha no han sido resueltos, y para recaudar fondos para las familias de las víctimas. Este año, el enfoque será en la República Democrática del Congo, donde miles de mujeres y niñas han sido violadas y asesinadas como parte del conflicto armado que se desató en la región del lago Kivu hace 12 años, y que continúa a pesar del acuerdo de paz de 2003. Ensler ha sido criticada por conservadores en Estados Unidos por “secuestrar” el día del amor y la amistad y re-significarlo como día de protesta, y por presentar una imagen de los hombres como enemigos de las mujeres. Estas críticas son desatinadas, como atestiguan los “Hombres V” que también participan en el evento cada año, siendo testigos de la violencia a la que han sido sometidas sus madres, hermanas, hijas o amigas, o que ellos mismos han vivido. Las actividades del Día V se basan en el argumento de que la violencia hacia las mujeres y las niñas tiene su raíz en las desigualdades de género. El “género” se refiere a la construcción cultural que se hace a partir de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, lo que determina qué es “ser hombre” o “ser mujer”. Hablar de género es cuestionar que las personas sean como son “por naturaleza”, e implica analizar los problemas sociales a raíz de las desigualdades entre mujeres y hombres. Mientras no se transformen los estereotipos de género y no se eliminen las desigualdades entre hombres y mujeres, no podremos eliminar la violencia hacia las mujeres y las niñas. Según estudios al respecto, hay más violencia hacia las mujeres en sociedades donde los hombres controlan los recursos familiares, comunitarios, y de toma de decisiones. Vivimos en una cultura violenta, donde es aceptable resolver los conflictos con violencia, sobre todo para los hombres. ¿A cuántos niños se les aconseja que se defiendan (a golpes) cuando otro niño los agrede? ¿Se les aconseja lo mismo a las niñas? ¿Cuántas personas creemos que “el que pega primero pega dos veces”? Nuestra sociedad también penaliza a las personas que no cumplen con el rol de género que les fue asignado. ¿Qué se le dice a un hombre que actúa “como mujer”, o una niña que actúa “como niño”? ¿Cuántas mujeres agreden verbal o físicamente a sus parejas por no cumplir con el rol de proveedor? ¿Cuántos hombres agreden a sus parejas por “contestonas”? ¿Cuántas mujeres no trabajan fuera del hogar por criar a sus hijos y luego no pueden salir de una relación violenta porque no tienen cómo mantenerse? ¿Cuántas personas creen que “el amor perdona todo”, o “si me cela es porque me quiere”? Según Eve Ensler, la “V” del Día V se refiere no sólo al Día de San Valentín, sino también a “vagina” y a “victoria”. Antes de que las mujeres habláramos de nuestra anatomía sin pena ni culpa, antes de que asumiéramos que vivir sin violencia es un derecho humano, antes de que nos informáramos y exigiéramos el acceso a este derecho por medio de leyes y medidas de protección, antes de que transformáramos nuestras familias y nuestras relaciones para hacerlas más equitativas—antes de que nos empoderáramos—la única manera de enfrentar la violencia era siendo sumisas, recatadas y aguantadoras. Aún así, no se aseguraba nada. Todavía, en este país, hay violadores que son perdonados por la ley si se casan con sus víctimas, hay mujeres que son humilladas cuando denuncian una violación, y hay mujeres que mueren a manos de sus parejas, sin que las autoridades presten mayor atención. La virtud de Los monólogos de la vagina y del Día V es darle voz a las partes del cuerpo que para algunas todavía son innombrables, y a las mujeres y niñas que por su condición social y/o de género son más vulnerables a la violencia, o que por temor o vergüenza no alzan su propia voz. Para las demás (y los demás) es un recordatorio de que no hace falta ser superestrella para comprometerse con transformar las condiciones que contribuyen a la violencia, tomando conciencia, una relación a la vez. *Ayudante de Investigación del Centro de Estudios en Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora, [email protected]