DEL ÁLBUM DE LA EMINENTE POETISA CUBANA MERCEDES MATAMOROS Mercedes! —Quien me las hace es quien su libro me envía,― donde las páginas blancas copian el alma tranquila de la doncella garbosa en cuyos ojos anidan blandas miradas de tórtola, trágicas luces sombrías!— ――― Ora Caonabo doliente con amargas voces gima; ora del águila el canto con pluma de águila escribas; ora al morir de la tarde caigan a tus pies las lilas, por ser las flores —hermanas que se aman y solicitan;— ora de tierras noruegas, pálidas sombras amigas coronas traigan y gracias para su noble poetisa; como las plegarias, pura, como la cólera, altiva, como tus amigos, triste, como la patria, sombría; ――― ¡Bien haya, Merced, bien haya tu hermoso espíritu, lira donde tu tierra solloza, donde el buen látigo vibra, donde se posan las águilas, donde refleja su vívida luz nuestro sol;—donde mueren al son de cañas cautivas, sepultadas por esclavos, ¡ay! nuestras tardes magníficas! ――― ¡Bien haya, Merced, quien canta propios males, propias dichas! quien a extranjeras regiones alma no toma, ni rima, la de los indios cantora, la de los negros amiga, la que regiones espléndidas con las águilas visita! ¡Bien haya, Merced, quien tiene la religión de las ruinas, héroes en indios y negros, y en su alto espíritu, lira! ――― ¡Mercedes! —Bien nos las hizo quien dio encomienda a las brisas de que bordaran tu cuna del Arimao en la orilla, con hojas de nuestras cañas y flor de nuestras campiñas! El Fígaro, La Habana, 17 de febrero de 1901. [En la Biblioteca Nacional José Martí.]