FRC20 22/7/09 13:37 Página 44 EL TEMA Carlos Clavero Fábregas i Luciano Miguel García Gráfico 2.Valores porcentuales alcanzados por los indicadores de desconfianza de distintos grados según comportamiento declarado en elecciones al Parlamento Europeo que llegase a borrarse. Tal vez la propia naturaleza de la actividad política exija, incluso en democracia, cierto grado de distancia entre el ciudadano y los políticos profesionales. Es cierto que han quedado atrás los tiempos en los que Maquiavelo hacía ver al Príncipe que para él era “más seguro ser temido que amado” compatibilizando así la posibilidad de una desconfianza absoluta del súbdito con el mantenimiento del poder. El político actual no puede mantener el poder apoyado exclusivamente en el temor que pueda inspirar, instalado en la desconfianza absoluta. Pero también es cierto que la imposibilidad de una transparencia completa en la actividad política es un motivo justificado como para mantener cierta cautela hacia las decisiones que el político pueda tomar a espaldas de los ciudadanos. El político actual raramente puede aspirar a una confianza absoluta. Fte.: Encuesta Instituto DYM, Mayo 2009. Conclusiones A la vista de los resultados de la encuesta del Instituto DYM, hay que afirmar que sería totalmente ingenuo aspirar a que los políticos gocen de la plena confianza de los ciudadanos, sin que por ello llegue a cuestionarse el funcionamiento del sistema democrático. La distancia hacia los políticos es un sentimiento tan difundido en todos los colectivos sociales, que sería preciso que cambiasen muchas cosas para Otra cosa distinta es asumir la necesidad de desalojar la imagen de desafección de los políticos profesionales de las democracias actuales. En algunos casos la mala voluntad atribuida a los políticos es consecuencia de situaciones de exclusión social y está asociada a posicionamientos políticos radicales, por lo que cabe pensar que en la medida en que avance la integración social y se moderen las actitudes políticas, se debilitará la imagen de desafección. En otros casos la desafección atribuida a los políticos simplemente puede catalogarse como parte de una descalificación global de lo público difícilmente justificable. N O V E TAT E D I T O R I A L LA PROMOCIÓN DE LA GOBERNANZA DEMOCRÁTICA Y EL DIÁLOGO POLÍTICO EN EL MEDITERRÁNEO Pau Solanilla - Papers de la Fundació, n. 157 L’autor d’aquest document, Pau Solanilla, actual assessor executiu del Secretariat d’Estat per la Unió Europea al Ministeri d’Afers Exteriors, reivindica el paper de la política i la necessitat de nous actors per obrir la participació i gestió dels afers polítics, econòmics i socials a formes democràtiques a tota la regió mediterrània, i molt especialment a l’Orient Mitjà i el Magreb. En aquest sentit, Solanilla considera que les fundacions dels partits polítics a Europa haurien de treballar activament i coordinada per proveir l’assistència tècnica i política necessàries per facilitar les condicions per emprendre el camí de les reformes. ÍNDEX 1. Introducción 2. La Unión para el Mediterráneo, una oportunidad 3. Una nueva gobernanza. El retorno de la política 4. El rol de las fundaciones de los partidos políticos Podeu descarregar-vos el document des de la nostra pàgina web: www.fcampalans.cat 44 frc ESTIU 2009 José Antonio Pérez Tapias LA DESAFECCIÓ La desafección política: crisis de la participación democrática JOSÉ ANTONIO PÉREZ TAPIAS Professor de Filosofia. Diputat socialista al Congrés dels Diputats H ubiera sido de esperar, en momentos críticos como los actuales, que ante una convocatoria electoral los ciudadanos se volcaran en las urnas para expresar con su voto sus preferencias por una u otra de las alternativas en cuanto a modelos de futuro para Europa y a vías de salida para afrontar la crisis económica y sus consecuencias sociales, cosas ambas estrechamente relacionadas. Sin embargo, no hacía falta que se celebraran el pasado 7 de junio las elecciones al Parlamento Europeo para saber que la participación en las mismas dejaría bastante que desear. Los datos han permitido corroborar lo que era previsible: una participación en el conjunto de España en torno al 46%, similar a la obtenida en la anterior convocatoria de elecciones europeas. Son menos reconfortantes, si puede hablarse así, los datos de participación en Cataluña (38%), muy indicativos de una generalizada desafección que por determinadas causas se acentúa más. En el conjunto de la Unión Europea encontramos una media similar a la española, pero con datos que hablan de una participación más exigua en determinados Estados, como es el caso de los países bálticos, compensados por la elevada participación que tiene lugar en otros, como Bélgica, donde el voto es obligatorio. Estas referencias tan sucintamente señaladas, que fácilmente se pueden completar con la abundancia de datos que la prensa ha recogido, nos dan pie para reflexionar acerca de una participación democrática cuya tendencia es a la baja. No obstante, si los recientes comicios europeos, por las especiales circunstancias que concurren en ellos, suponen un reforzamiento de dicha tendencia, en otras elecciones la participación se incrementa, sobre todo si la confrontación política se acentúa con propuestas o candidaturas perceptibles en su antagonismo, propiciado éste por una conjunción de circunstancias en las que el rechazo a unas conduce al apoyo electoral a otras. El caso de la victoria electoral del PSOE frente al PP en 2004 sería buen ejemplo. Con todo, entre la mayor participación en procesos electorales marcados por una fuerte polarización y la participación bastante menor no sólo en las europeas, sino también en referendos como los realizados en España para aprobar reformas de Estatutos de Autonomía de diferentes comunidades, hay una amplia gama de situaciones caracterizadas por esa atonía participativa que constatamos. De ahí que sea pertinente preguntarnos a qué se debe ese deslizamiento hacia la desafección política de la ciudadanía. Si la democracia como sistema político no es cuestionada, ¿puede hablarse de una crisis de la conciencia democrática, como algunos vienen señalando? O, apuntando en otra dirección, ¿hay que poner la causa de la desafección política en ciertas carencias de los medios por los que la participación se canaliza, especialmente los partidos políticos? Un fenómeno tan complejo no es reducible a una sola causa, sino que todo un conjunto de factores incide sobre él desde determinadas condiciones epocales y estructurales proclives a que nos adentremos por el contradictorio camino que lleva a sucumbir, como bien dice Sheldon S. Wolin en su magnífico libro Democracia S.A., a la tentación de una “democracia sin ciudadanos”, esto es, a una democracia sostenida sobre la inercia de sus instituciones y dirigida por los intereses de las grandes corporaciones, pero sin el apoyo comprometido de la ciudadanía. Tan paradójica dinámica nada bueno comporta ni para la democracia ni para los derechos de una ciudadanía que, a la postre, no sería sino una “ciudadanía alienada”. Para revertir el curso de tan peligrosa deriva, ¿por dónde empezar? ¿Por los ciudadanos, por los partidos políticos, por las condiciones contextuales en las que unos y otros se mueven? Habrá que pulsar varias teclas a la vez, pues tanto el análisis como la superación de una desafección política ya muy preocupante requieren aproximarse a la misma desde las múltiples vertientes del problema. Tras las causas de la desafección política: una democracia poco republicana El abstencionismo que se presenta en los procesos electorales de nuestros días no es un fenómeno del todo nuevo, por más que sí lo sea en algunos casos el elevado porcentaje de abstencionistas. Tomado como síntoma en tanto que fenómeno sociológico es señal de una falta de implicación de la ciudadanía en la vida democrática. Puede haber una abstención por motivos coyunturales o por determinadas cuestiones de fondo, y en ese sentido un tratamiento especial requeriría lo que se puede llamar la abstención militante, es decir, la propugnada como respuesta política en elecciones o en referendos ante los que se manifiesta que ninguna de las alternativas presentadas recoge el sentir de una parte del electorado. Puede pensarse que en tales tesituras la abstención propugnada tiene una intención deslegitimadora de mayor o menor alcance –no significa que tal intención esté justificada en cualquier caso–, que es la que no se da con el voto en blanco. Pero, aparte de esos casos, el abstencionismo que la sociología política analiza como desafección es el que se incuba en procesos de largo recorrido en democracias que se pueden considerar consolidadas, siendo necesario respecto a él indagar en algunas de sus causas estructurales, más allá de circunstancias del momento. frc ESTIU 2009 45 FRC20 22/7/09 13:37 Página 46 EL TEMA José Antonio Pérez Tapias mercado, decantada por el neoliberalismo hacia el segundo. Conviene recordar que las democracias constitucionales se nutren de dos vectores: el vector liberal, que prima las derechos civiles de los individuos y la obligación del Estado de Primacía del mercado: erosión neoliberal de la partirespetarlos y protegerlos; y el vector republicano, que pone el cipación democrática acento en los derechos políticos de los ciudadanos, los cuales, La conocida máxima neoliberal de que “el Estado es el en el ejercicio de su autonomía pública, están llamados a ejerproblema y el mercado la solución” ha hecho estragos en la cer tales derechos para así participar en el gobierno de la devaluación de la política. La lluvia fina, cuando no fuerte sociedad. La cuestión de fondo a la que se puede apuntar tiene aguacero, de una ideología neoliberal que pretendió ser “penque ver con el asimétrico desarrollo de esos vectores en la hissamiento único” caló hasta los huesos de nuestras sociedades toria de nuestras democracias: se ha visto más potenciado el para constituirse en cultura hegevector liberal que el vector repumónica. Los vientos de la época blicano. La consecuencia es que La estructura de los partidos políticos en desde finales de los setenta del los individuos se han volcado general, tan verticalista y jerarquizada, y siglo pasado han soplado a favor más en el despliegue y disfrute de sus carencias en cuanto a democracia del mercado y contra el Estado, su autonomía privada que en el ejercicio comprometido de su interna, tan asfixiada por el rígido control no favoreciendo una adecuada interrelación entre dos ámbitos autonomía pública. Eso ha implide sus órganos dirigentes, no favorecen cado que tales individuos hayan nada la participación política que de suyo institucionales necesarios, sino promoviendo la primacía del pripuesto el acento más en reclamar debían propiciar y encauzar mero respecto al segundo. En ese sus derechos frente al Estado que contexto en el que la prioridad del en ejercerlos en el seno de su mercado llevaba a propugnar que el mismo prescindiera de vida política. No hace falta insistir en que el ejercicio de los toda regulación proveniente del Estado y a predicar la fe en derechos políticos, es decir, la participación democrática, no una aún más inteligente “mano invisible”, la devaluación de lo puede limitarse a sólo votar en las elecciones, sino que ha de político quedó a la orden del día. Carecía de sentido comprodesarrollarse también en otras formas de participación: asometerse a favor de un “Estado mínimo” como el defendido por ciacionismo político, implicación social en asociaciones y Nozick desde el espécimen ideológico de su anarquismo libemovimientos ciudadanos, libre expresión de ideas, conformaral. Pero aun sin tales excesos, la infravaloración del Estado ción de opinión en el ámbito público, etc. conllevó el sometimiento de la política a la economía, tratándose para más señas de la economía de un capitalismo que Todo ello supone un entramado no sólo político de un pugnaba por adentrarse en la nueva fase de capitalismo finansistema democrático bien estructurado, sino a su vez un ciero en la época de la globalización que las nuevas tecnologíentramado de la sociedad civil que ofrezca la base necesaria as de la información y la comunicación ponían a su alcance. para acceder desde ella a la participación política, y viceverTal capitalismo para nada necesitaba democracias fuertes y sa: una trabazón de las instituciones políticas en la que la ciumenos aún ciudadanos participativos. Necesitaba una oligardadanía, trascendiendo las confluencias y antagonismos de quía de inversionistas y una gran masa de consumidores. Para intereses entre particulares, pueda resolver participativamenunos y otros el lema común fue “enriqueceos”, lo cual exigía te la gobernanza de su propia sociedad. Ocurre, sin embartan completa entrega a la religión del mercado que cualquier go, como señala José F. Tezanos en su obra La democracia distracción política participativa pasó a verse como un pecado incompleta, que nos vemos inmersos en procesos que han contra la conducta virtuosa en pos del beneficio, que, como debilitado tanto los lazos sociales como los lazos políticos, lo acertó Chomsky a formular, “es lo que importa”. cual se suma a ese déficit del componente republicano ya señalado, de forma que los individuos, recluidos cada vez El neoliberalismo, del que hoy pagamos las consecuenmás en su particularidad, acaban desentendiéndose de lo cias –moral, social, política y económicamente, en el sentido público y alejándose de la participación democrática. más literal de la expresión– en la crisis que padecemos, no sólo ha sido y es una teoría económica, sino una ideología Si al desequilibrio señalado entre componentes liberales política que lleva dentro la fuerte paradoja de ser “antipolítiy republicanos de la democracia se añade además el despresca” –eso la hace ser nutriente por excelencia del cinismo polítigio de lo público que desde tiempo atrás viene alimentándotico de nuestros días–, por lo cual no debe extrañar que haya se, tenemos un ingrediente de peso en el cultivo de la desfomentado la despolitización de la ciudadanía. Si hace décaafección política. Ese desprestigio de lo público, y más condas el norteamericano R. Sennet ya escribía sobre “el declive cretamente de lo político, se ha dado de forma creciente del hombre público”, después N. Tenzler pudo titular una de desde los orígenes liberales de nuestras actuales instituciones políticas hasta el neoliberalismo más reciente. En este caso la sus obras como La sociedad despolitizada. El caso es que tal despolitización ha sido tan exitosa que hasta entre quienes se asimetría que acaba incentivando la desafección política dedican a la política de forma expresa –algo muy bien analitiene que ver con la desequilibrada relación entre Estado y 46 frc ESTIU 2009 José Antonio Pérez Tapias zado por María José Fariñas en Mercado sin ciudadanía– ha cundido a veces el efecto, pretendiendo que su quehacer sea de mera gestión según criterios de eficacia técnica, cuando no de eficiencia económica. No olvidemos que el neoliberalismo quiso presentarse como “pensamiento único” de la mano del diagnóstico más que interesado del “fin de las ideologías”, amparando su reduccionismo economicista y su concepción tecnocrática de la política bajo aquello que Jürgen Habermas denominó “ciencia y técnica como ideología”. Una ciudadanía desideologizada, mas preparada para sucumbir a otra ideología dominante, ha sido producto y condición del neoliberalismo que durante décadas ha hegemonizado el ámbito político que devaluaba. LA DESAFECCIÓ Moviéndonos en un contexto que viene marcado por las políticas neoliberales, nada extraña que la derecha sienta que juega en campo propio. Eso explica en parte el apoyo electoral que obtiene, a pesar de la despolitización inducida desde la priorización del mercado. Debe tenerse presente que la derecha neoliberal en rigor no convoca a los ciudadanos a una participación política en sentido fuerte, sino a la elección de unos representantes en los que delegar la defensa de los propios intereses. La derecha neoconservadora, en alianza estratégica con la anterior, cubre el “frente simbólico” de los valores, con su discurso sobre la nación, la defensa de la familia y la asunción, en España, de la moral católica defendida por la jerarquía eclesiástica con la pretensión de imponerla como moral social. La herencia del nacionalcatolicismo adoba en este caso el planteamiento economicista de un neoliberalismo conjugado al modo hispano de poner las estructuras del Estado al servicio de los intereses de la oligarquía dominante, la que siempre ha pensado que el poder le corresponde por naturaleza. No se sale fácilmente del perdurable efecto despolitizador de la ideología neoliberal. Dicho efecto no lo consiguió exclusivamente en el ámbito político, sino que se vio secundado por pautas y hábitos consolidados en la vida cotidiana. Desde la posición de dominio del mercado, éste extendió sus criterios y valores a todos los demás ámbitos, provocando una Con el trenzado de esos dos hilos de la derecha contemsuerte de “colonización del mundo de la vida” –de nuevo poránea, su base social encuentra que su elite política responexpresión habermasiana para hablar de lo que la tradición de a sus expectativas, a pesar de las tensiones internas por marxista llamaba alienación– que sometía todas las esferas de reajustes del poder en el seno de las clases dominantes. Este valor a los criterios del mercado, siempre traducibles en prehecho es la causa de que la derecha política y su base social cio, así como invadía con esos mismos criterios al sistema mantengan una conexión que se percibe como segura. La político. Consecuencia: los ciudadanos dejan de ser tratados y idea que tienen los distintos sectores sociales que la derecha de autocomprenderse como tales, para reducirse a clientes o representa de que efectivamente defiende sus intereses es la consumidores. Éstos no participan, sino que en todo caso que lleva al extremo de pasar por escogen entre aquello que se les oferta –acaba siendo inútil, si no El alejamiento entre partidos políticos y encima de las divergencias e incluso de los clamorosos casos extemporáneo, ofrecer participaciudadanía es el espacio en el que crece de corrupción política, los cuales ción política–, eligiendo lo más ventajoso para sus intereses y la desafección política. Cuando desde los se ven de hecho políticamente primeros se quiere cubrir esa distancia exculpados en una suerte de expectativas individuales. mediante mercadotecnia, parece no per- “socialización” de la misma. La deriva de la política hacia cibirse que la mala retórica de la que en el marketing bajo la presión del ¿Mayor abstención por la tal caso hacen uso no convence ni a los mercado hace su trabajo, y no izquierda? La credibilidad en más próximos sólo en el diseño de las campañas cuestión electorales, sino inoculando tal La abstención que se da entre votantes de izquierda es reduccionismo economicista en una acción política que se va mayor y más compleja. Consciente de eso, el PSOE, por restringiendo a gestión atenta a los sondeos demoscópicos –e ejemplo, suele insistir en llamar al electorado a participar, a ello se refería Alain Minc en términos de “borrachera demomodo de alocución previa a toda petición explícita de voto. crática”–, desde la cual hasta los servicios públicos van sienBasta observar cómo se implora a los potenciales electores do recortados en tanto que tales para, en el mejor de los que no se queden en casa para comprobar que se parte de una casos, transformar a los considerados usuarios de los mismos posición de debilidad política, que es por otra parte la que se en receptores de prestaciones sociales individualizadas. El reconoce cuando se constata que el PP tiene un firme suelo debilitamiento que todo ello supone para el vínculo político electoral que no le falla, aun cuando tampoco le dé en que la ciudadanía implica refuerza la desafección política. La muchos casos para remontar el vuelo. El fondo de la cuestión “fidelización” de los clientes o la atención a los consumidoes que se ha adelgazado mucho el hilo que conecta a los parres conducen a la demagogia populista, pero no a la particitidos de izquierda en general, y a los de cuño socialdemócrapación política. ta en particular, con su electorado. Es decir, en éste no hay una convicción demasiado firme acerca de quién le represen¿Menor abstención por la derecha? La representación ta de hecho, aunque tenga una conciencia de quién debería de los intereses frc ESTIU 2009 47 FRC20 22/7/09 13:37 Página 48 EL TEMA hacerlo. Eso tiene que ver con una predisposición crítica más acentuada del elector de izquierda hacia la formación política que pide su voto (“votante no dogmático” se llama) y también con elementos conformadores de la misma tradición de la izquierda. Ésta se ha legitimado apelando al interés general o a valores invocados como universales y eso aun cuando se insistiera en la defensa de intereses de una clase oprimida, un sector social subalterno o una minoría sojuzgada: tales intereses particulares habían de pasar por el filtro de lo universalizable. Ahora los tiempos han venido a dar en una situación en la que se ha debilitado la apelación a valores universales –¡la postmodernidad!– y no está claro quién defiende los intereses particulares de individuos y colectivos muy fragmentados en el seno de la realidad social. Lo que por la derecha se mantiene claro, por la izquierda se difumina, y eso repercute en la desafección que la abstención manifiesta. No es ajeno a los fenómenos de desafección hacia lo que la socialdemocracia representa el hecho mismo de que ésta haya perdido sus señas de identidad en la larga etapa de predominio neoliberal. Hay que reconocer que el neoliberalismo ha contaminado fuertemente a los partidos de filiación socialdemócrata, siendo eso lo que ha generado las políticas llamadas social-liberales, esto es, encaminadas a mantener prestaciones sociales, y a través de ellas un Estado de bienestar que se percibía en retirada, mas aplicando políticas económicas de sesgo neoliberal. La Tercera Vía del laborismo británico capitaneada por Blair ha sido paradigmática al respecto, simbolizando claramente la subsunción de la socialdemocracia en el magma de un tan anhelado como inexistente centro político donde las diferencias entre izquierda y derecha parecen anularse, lo que significa que la derecha gana la partida. José Antonio Pérez Tapias blema de credibilidad ante los propios electores, lo cual es difícil de recomponer. Si entre tanto aparecen casos de corrupción, que en el electorado de izquierda se instalan con fuertes efectos negativos en su imaginario colectivo, la tarea se hace más difícil todavía. Incluso puede decirse que al electorado de izquierda le afecta negativamente, en cuando a desafección se refiere, hasta los mismos casos de corrupción de la derecha, desde el momento en que ellos repercuten en el desprestigio de la política como tal y se extiende, por más que sea de todo punto injustificada, la conclusión de que todos los políticos son iguales. Los incumplimientos o retrasos de compromisos electorales o programáticos considerados cruciales –se ha señalado, en el caso de las pasadas elecciones europeas, lo relativo a la financiación autonómica aún no resuelta como factor influyente en la abstención de una franja significativa de votantes de Cataluña– juegan, además de lo dicho, un destacado papel en esa desafección que tiene su raíz en un cuestionamiento de la credibilidad de los políticos y de los partidos. Eso pesa tanto más cuando más se trate de un electorado que no cifra tanto sus expectativas en la defensa directa de intereses particulares, sino en la resolución de problemas colectivos. Partidos y liderazgos como parte del problema Por la izquierda, desdibujado lo que debía ser proyecto propio, acaba presentándose como vía de salida de ese bloqueo la elaboración de programas en los que se recoja toda reivindicación social, provenga de un sector u otro de la sociedad, acogiéndolas sin el discernimiento suficiente para integrarlas en un conjunto coherente que permita una acción política claramente orientada. El deseo de atender reclamaciones muy heterogéneas sin enmarcarlas en un proyecto global desemboca en la multiplicación de actuaciones aisladas en función de colectivos concretos, mas buscando soluciones individuales, como se ha hecho frecuentemente a través de políticas de “cheques” que se encaminan hacia prestaciones sociales sin servicios públicos. Ello redunda en el debilitamiento de los lazos sociales y del vínculo político que permite construir políticas participativas de solidaridad en las que la ciudadanía se ve implicada allende la actitud pasiva de recibir una prestación que pronto queda amortizada como aquello que corresponde a cada cual. No podemos concluir este rápido recorrido por los factores que inciden en la desafección política sin una breve alusión a una cuestión transversal al espectro político. La estructura de los partidos políticos en general, tan verticalista y jerarquizada, y sus carencias en cuanto a democracia interna, tan asfixiada por el rígido control de sus órganos dirigentes, no favorecen nada la participación política que de suyo debían propiciar y encauzar. Esa dinámica de los partidos resulta muy ajena no sólo a lo que exige la actual conciencia democrática de los ciudadanos, sino a lo que son modos usuales de funcionamiento en otros marcos institucionales de la sociedad actual. Por ello, no sólo la militancia política es algo que cada vez entra menos en el horizonte de aquello que se plantea una persona que quiera participar en los procesos sociales, sino que las actividades y los discursos de los partidos políticos quedan cada vez más lejos de lo que una ciudadanía consciente puede exigir al respecto. El alejamiento entre partidos políticos y ciudadanía es el espacio en el que crece la desafección política. Cuando desde los primeros se quiere cubrir esa distancia mediante mercadotecnia, parece no percibirse que la mala retórica de la que en tal caso hacen uso no convence ni a los más próximos. Lo que, en cambio, sí sucede con tales prácticas es que se fomenta una “democracia espectadora” –ya la llamaba así Fromm en El miedo a la libertad- que se aleja cada vez más de una “democracia participativa”. Cuando el déficit de un proyecto coherente y el debilitamiento de la sintonía con un partido oligarquizado y alejado de su base social se suman, entonces tenemos ya un serio pro- Una palabra cabe decir sobre los liderazgos políticos, respecto a los cuales lo que demanda la ciudadanía es que sean consistentes, honestos y profundamente democráticos. 48 frc ESTIU 2009 José Antonio Pérez Tapias LA DESAFECCIÓ Obviamente, cualquier pretensión de liderazgo debe cuidar al una Europa abierta, cosmopolita –en el sentido en que, por máximo la comunicación política, pero ésta no se puede reduejemplo, Ulrich Beck insiste en ello–, y afirmada como cir a la constante emisión de mensajes simplistas ni a una Europa social frente a lo que hemos llamado la “Europa de los mercaderes”. No nos vale una construcción europea dependencia excesiva de todo aquello que a priori, y a veces determinada sólo por los intereses económicos presentes en sin mucho fundamento, se identifica con la imagen que, como una “zona euro” que meramente malamente se dice, se quiere busca asegurar su espacio en el “vender”. Los liderazgos no se Los liderazgos no se venden, se ganan, mercado global. A la vista de la venden, se ganan, y para ello y para ello tanto valen los sentimientos desmovilización de la ciudadanía tanto valen los sentimientos que que movilizan como los argumentos que europea, manifiesta en los elevamovilizan como los argumentos dos índices de abstención a la que dan. Sin proyecto no hay lidedan. Sin proyecto no hay liderazgo que hora de elegir representantes razgo que emerja y, menos aún, emerja y, menos aún, que resista para el Parlamento europeo, se que resista. Hay que reconocer impone la conclusión de que ese que a pesar de tantas nuevas tecproyecto de futuro para Europa, para el cual la socialdemonologías, o quizá por eso, no estamos en el mejor momento en cracia europea ha querido recabar el voto de la ciudadanía, no cuanto a liderazgos democráticos. De ahí el vacío que en un se ha presentado con la suficiente fuerza y nitidez. Y ha sido mundo globalizado tan rápidamente ha ocupado Obama, con así, no sólo por fallos en la comunicación, sino por falta de sus riesgos, desde que accedió a la presidencia de los EE UU. respaldo suficiente desde los hechos. Entre la decepción y el “euroescepticismo”: desinterés La ciudadanía convocada a las elecciones ha permanecipor la construcción europea do retraída en gran medida y quienes han participado con su voto lo han hecho con frecuencia movidos más por las cuesEs algo que se veía venir, pues la UE no está en su mejor tiones en litigio en los debates nacionales que por las promomento. La crisis actual está poniendo de relieve las limipuestas europeas. Aun recordando como obligada pieza del taciones de una UE que debe superarlas si quiere consolidarguión la importancia que en el Parlamento europeo pudiera se como proyecto político, un proyecto supranacional que, al tener que la mayoría resultante fuera de izquierdas o de deredecir de Josep Ramoneda, en cuanto tal no tiene parangón, chas, las mismas campañas electorales, como si hubieran habiendo nacido con una legitimidad de origen muy fuerte: venido sin saberlo a respaldar el diagnóstico de que vamos “la voluntad contra la guerra civil”. Sin embargo, su situación hacia una “democracia sin ciudadanos”, han contribuido al actual, estando compuesta ya por 27 Estados, presenta una intento inútil de ir hacia una Europa sin europeístas. gran debilidad, a pesar de su peso económico. La lentitud y torpeza de movimientos de las instituciones de la UE para La ya de por sí difícil tarea de la construcción europea articular respuestas comunes y coordinadas a la crisis finan–esa tarea en torno a un “imposible necesario”, como en su ciera, primero, y económica y social, después, están siendo día fue calificado por Étienne Balibar el proyecto de la UE– patentes. Al hecho de que los Estados miembros no acaban de responder a ese compromiso tácito de quienes se incorporequiere buenas dosis de pathos democrático y ésas sólo las portará la ciudadanía cuando esté convencida de que el ran a la Unión –autolimitar el propio nacionalismo– le es esfuerzo merece la pena, cuando esté dispuesta a proseguir lo correlativo por otra parte el burocratismo de unas institucioque Zygmunt Bauman llama la “inacabada aventura” que es nes que, por eso mismo, no pueden lavar la imagen de alejaEuropa sabiendo que tiene en sus manos un “poder constitumiento respecto a la ciudadanía que les acompaña. yente”. Si hay que rescatar la idea de soberanía de las mitificaciones a las que ha sido sometida, encontramos por ahí una La construcción europea es percibida de hecho como manera de hacerlo, desplazándola hacia una participación proceso intergubernamental que sigue arrastrando un notable política que ha de ser efectiva y eficaz en la construcción de déficit democrático, acrecentado porque ese mismo proceso una Europa de los ciudadanos. Si así sucede será porque la se ha visto igualmente afectado por los principios y prácticas desafección política estará, al menos, en trance de ser supeneoliberales de las últimas décadas. Todo ello explica el desrada por ciudadanos que, rechazando verse reducidos a clienapego de la ciudadanía, que llegó a explícita resistencia con tes, consumidores, espectadores o meros figurantes, habrán la negativa en algunos referendos al Tratado para la encontrado motivos y razones para apoyar la innovación Constitución Europea. Más lejos, llevando al extremo las política que supone la UE. Entonces, desde Europa, quizá reacciones nacionalistas, encontramos las manifestaciones de logren transformar con la puesta en ejercicio de su poder un “euroescepticismo” que acaba aliándose con posiciones democrático lo que, con Michael Hardt y Antonio Negri, conservadoras muy intransigentes nostálgicas de una homopodemos considerar el imperio de un mundo sometido a la génea “Europa cristiana” e incluso con planteamientos abierdifusa pero efectiva, y a la vez perversa, soberanía del mertamente xenófobos inclinados a la “Europa fortaleza”. El cado global. proyecto europeo sólo puede proseguir como proyecto de frc ESTIU 2009 49