“Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó ” Sal. 22.26 La bondad de Dios El amor, la bondad de Dios sobrepasa toda altura de bondad humana, sin importar cuán múltiples sean sus manifestaciones! Cuando Dios expresa en su palabra que “De tal manera amó al mundo…” no hizo acepción entre clases de personas… y gloria sea a Él que su misericordia involucra a los que llamamos sanos y a los que carecen de todas las capacidades para funcionar normalmente en las tareas cotidianas de la vida. De hecho, ninguno merece su bondad, y todos: videntes y no videntes, caminantes y cojos, los que trabajan con sus manos y los mancos, cantantes y mudos, ricos y pobres, los que viven libres y los presos, cuerdos y sordos… absolutamente todos, sin la gracia inmerecida de Dios, están destituidos de su gloria!!! Pero Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por (todos) nosotros. Este amor inmerecido, esta gracia ya se había visto de una manera práctica y paralela en la singular historia que narra el profeta Samuel sobre el rey David y Mefi-boset. La bondad de David con Mefi-boset 2 Samuel 9. 1-13 En un contexto histórico, donde se imponía una cultura de guerra y Ya en ausencia de Saúl, Dios llega a hacer pacto con David su siervo, afirmando así su casa delante del Dios de Israel. Así, David extendía sus dominios y Jehová le daba la victoria por donde quiera que fuera y estaba con él. Y es en esta hora de la historia cuando la bondad y misericordia de Dios se manifiestan a través de David… aún cuando el protagonista sería alguien con ciertas características que el rey aborrecía con toda su alma. La consigna que describía esta situación decía: “Ciego ni cojo no entrará en la casa” Si leemos 2 S. 5. 5-10 tendremos la razón que condujo a este sentir del rey. Administrando David justicia y equidad a todo su organizado pueblo, lanza una pregunta: - ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl a quién haga yo misericordia de Dios? Había un siervo que podía dar informe, a quien llamaron y se presentó diciendo: “Tu siervo” El verdadero siervo siempre tiene una respuesta, conoce las necesidades, no está ajeno a las realidades que lo rodean, maneja números, situaciones, está listo y pendiente. .. Y Siba respondió: “Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. ¿Quién ha quedado? El que no podía escapar, el indigente, menesteroso, al que ni los enemigos buscaron, el que no había sido contado, el que no podría defenderse, ni protestar, ni reclamar… a quien ni siquiera se lo veía por estar escondido, lisiado, desamparado, pobre, discapacitado! Sin embargo permanecía bajo la mirada y en control de Dios, al cuidado de Siba (en casa de Maquir en Lodebar). - Y el rey preguntó: ¿Dónde está? Y DIOS sigue preguntando hoy… donde están los olvidados, con diferentes tipos de discapacidades, aquellos que no pueden acercarse por sí mismos? Quizás falten personas dispuestas a buscarlos, a acercarlos a la casa del Rey… Y envió el rey y le trajo de allí… Una paradoja? Dios envió a Jesús a buscar y atraer a sí al perdido. A rescatar al desvalido, a los que no podíamos acercarnos a él por nosotros mismos. “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” Jn. 12.32 Y vino Mefi-boset, se postró sobre su rostro e hizo reverencia y dijo “He aquí tu siervo”. Acostumbrado a humillarse, rendir pleitesía, pedir favores, misericordia, postrarse… Y David, llamándole por su nombre, le dijo: Mefi-boset No tengas temor Haré contigo misericordia Por amor Te devolveré todas… Y tú comerás siempre a mi mesa. Cómo alguien cuya alma aborrecía a los discapacitados ahora ofrece misericordia por amor? Porque recurrió y moró en la fortaleza (2 S. 5. 9-25) Nah. 1.7 ; 2.1 Su experiencia con Dios le llevó a impartir esa misericordia y a considerar la condición de Mefi-boset, así como Él hizo con cada uno de nosotros y nos envió a para que también lo hagamos con otros: Le llamó por su nombre: como muestra de reconocimiento y consideración de la identidad, interés, cercanía, y amistad. No tengas temor: Las personas con capacidades diferentes luchan con todo tipo de temores: A la escasez, enfermedad, hambre, frío, desnudez, abandono, oscuridad, fantasmas, violencia, muerte, despojo, olvido, falsos dioses, engaño, robo, burla, orfandad, rechazo, culpas, etc. Todos estos y más, necesitan superar y Dios estaba tratando con Mefi-boset por medio de David. Misericordia: “El Rey” sabía que todo lo citado, formaban parte de su pesada carga… y en esto también Mefi-boset nos representa. No lo merecía como descendiente de un enemigo que lo buscó para matarlo. La misericordia hace que uno reciba algo grande, importante pero inmerecido. Te devolveré: Lo que el enemigo le quitó, le sería devuelto, su status, su tierra, el sentido de la vida, su casa, su amparo, su dignidad, su herencia! Por amor: Sólo por un amor incondicional, como el amor de Dios! “Por gracia sois salvos y esto no de vosotros, pues es don de Dios” Ef. 2.8 El regalo perfecto, ilimitado, que no busca lo suyo, sin jactancia ni rencor que da, devuelve… - Y tú comerás siempre a mi mesa: Aquí se ofrece seguridad, sustento, privilegio! Quién? Comían en la mesa del rey, su familia, sus invitados especiales, la gente importante. Qué? Los manjares más frescos y exquisitos que provenían de la misma producción real. Cómo? Con trajes reales, de gala que corresponden a un alto nivel de etiqueta. Dónde? En el palacio del rey. Cuándo? Siempre!... ¡Qué privilegio! Se estaba dando una transformación completa en la vida de Mefi-boset: su pasado, su presente y su futuro estaban siendo redimidos. “A ti se acoge el desvalido, tú eres su amparo” Sal.10.14 - Ahora le toca a Mefi-boset recibir la misericordia, hacer los cambios necesarios para que todo venga a ser transformado!! Pero estaba listo? Al oír de David, como no es difícil de comprender, se consideró a sí mismo el más indigno de recibir tanta gracia inmerecida. Lo expresó metafóricamente, al considerarse “un perro” que no tenía por qué ser admitido en la “mesa del rey”. Este es un momento sumamente importante para echar de ver el sentido de la autoatribución de “un perro”: En muchas sociedades orientales, estos animales son considerados inmundos, no se los aprecian en ninguna manera y al reproducirse son abandonados en las calles donde crecen sin ningún tipo de cuidado, sufriendo todo tipo de malestares, hambre, frío o calor, contrayendo fácilmente enfermedades y constituyéndose de esa manera en una carga más que en amigo del hombre. Por otro lado aquí aflora el nivel de su autoestima, cargado de sentimientos de inferioridad al verse sorprendido en la puerta de la transformación. En aquella cultura de guerra, de vencedores y vencidos, de héroes merecedores y escuadrones en derrotas, es llamado alguien sin ninguna honra para ser premiado, levantado, dignificado… sólo por amor! Pero el rey ya lo había decidido, dio órdenes puntuales al siervo Siba cómo administrar los bienes concedidos ahora a Mefi-boset reiterando su gracia y estableciéndole como su invitado permanente en lo más íntimo de su morada! Permitámonos imaginar a un hombre tembloroso que ni siquiera puede estar en pie delante de Su Majestad, a quien éste mirándolo fijamente le repite: “Mefi-boset, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey”. David se emociona, y se asegura de que no es sólo un compromiso movido por una sentimiento pasajero y eleva a su huésped a nivel de hijo!! “Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.” 2 S. 9.13 He aquí la historia de un rey que movido por el amor y la misericordia, extiende su mano y levanta al caído, a una persona con discapacidad, que en el pasado había jurado no entraría jamás en su casa. Sin embargo ahora no solo le invita a comer a su mesa sino que lo pone en igual condición que un hijo! Esto revela una excelente figura de salvación por gracia. Donde la gracia es manifestada como bondad a alguien desvalido, a través de la mano de la misericordia quien otorga un lugar de privilegio a quien lo recibe, lo sustenta y lo guarda. En nuestra condición de raza caída, de pecadores, todos somos Mefi-boset. Inmerecedores del amor e indignos de la misericordia de Dios; viviendo desvalidamente, lejos de su santidad, incapacitados de poder cambiar nuestro propio rumbo de perdición… En este tipo de situación, el Señor nos llama por nuestros nombres, nos extiende su misericordia, por amor! Todo por su gracia a través del Rey de reyes quien tiene la mesa servida para ti y para mí, no como simples invitados, sino en calidad de hijos!! “Todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, con su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” Ef. 2. 3-7 El Rey nos llama a impartir la misma misericordia a todas las naciones. David lo hizo por amor de Jonatán: por esa amistad, por ese amor. A nosotros nos toca hacerlo por amor a Jesús! Representándolo ante los más necesitados, los más vulnerables, dispuestos al sacrificio, negándonos a nosotros mismos, extendiendo la mano en su nombre a los que están cerca… Pero también a los de lejos, a los “Saúles” a quienes consideramos menos merecedores, a los habitantes de lugares de difícil acceso y permanencia, de quienes no recibiremos recompensas pero donde Él será visto por medio de un vaso de agua, un plato de arroz, un calzado, una curación de heridas… Dios nos llama no sólo a sentarnos a su mesa sino también a servir su mesa!! “Salvaré a la que cojea y recogeré la descarriada, y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra” Sof. 3.19 GRACIELA DE CHAVEZ Ministerio CONFINES [email protected]