¡Abran los ojos y miren los campos sembrados!

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¡Abran los ojos y miren los campos sembrados!
Versículo Clave: Juan 4:35
“¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para la cosecha”? Yo les digo:
¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está Madura.”
¡Buenos noches! Mi nombre es Dimas Blanco. Soy de Guatemala, el país de la
eterna primavera. Esta noche vamos aprender acerca de los campo de nuestros
países; los cuales están maduro (o blanco) para cosechar. ¡Wow! Exactamente
como mi apellido Blanco. ¡Eso significa que estoy maduro para la cosecha
espiritual!
I.
La vision de Jesús
En el capítulo 4 pudimos ver el milagro de salvación que Jesús hizo en Samaria.
Una mujer Samaritana se había convertido en una verdadera adoradora de Jesús,
el Mesías. Ella recibió el agua viva que trae perdón de pecados y salvación; a
través de ésta su vida cambió completamente. Su testimonio tuvo un gran
impacto en Samaria porque Jesús había trabajado diligentemente como un
sembrador y un segador en el corazón de esta mujer.
Por otro lado, podemos ver que los discípulos tenían muchos prejuicios en
contra de los Samaritanos. Ellos miraron a ellos con odio y desdén por sus
idolatrías, paganismo y por mezclarse con otras culturas. El fatalismo y
negativismo de los discípulos no les permitieron tener ninguna fe de que el
trabajo de Dios sería posible en Samaria. Además, los discípulos estaban
confiados en sus propios deseos de comer, y por eso no pudieron ver el trabajo
de salvación en Samaria ni entendieron las palabras del Señor Jesús.
A través de ayudar a la mujer Samaritana, el Señor Jesús pudo ver el
renacimiento espiritual de todos los Samaritanos. Veamos que les dijo a sus
discípulos en el verso 35, “¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para
la cosecha”? Yo les digo: ¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la
cosecha está Madura.” Cuando Jesús les dijo esto, los discípulos alzaron sus ojos
y miraron los campos, pero ellos no vieron nada. Luego vieron en otra dirección y
vieron a la mujer Samaritana corriendo hacia la ciudad para dar su testimonio.
Pero ellos no entendieron el significado de la palabra de Jesús.
Esta palabra fue una invitación a los discípulos a ver que Dios estaba haciendo
en Samaria a través de cambiar la vida de una mujer. La temporada física de la
cosecha no había llegado, pero Samaria era un campo que estaba listo para la
cosecha espiritual. Dios no había olvidado a la gente de Samaria. Es por eso que Él
había enviado el profeta a Samaria en el viejo testamento para sembrar la
palabra. Ahora Jesús fue enviado a ellos. Ver el cambio de vida de una persona a
través de la palabra de Dios, nos da una visión de que una nación podría cambiar.
II.
La misión de los sembradores y de los segadores
Ahora veamos los versos 36-38. “Ya el segador recibe su salario y recoge el
fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran
juntos. Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha.”
Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros
se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.”
Jesús invita a sus discípulos a participar como segadores en la cosecha de almas
para vida eterna en Samaria.
El Señor Jesús trabajo duro para sembrar en el corazón de la mujer Samaritana.
Sin embargo, los discípulos no habían hecho nada para sembrar; de hecho, ellos
no habían hecho mucho. Luego, ¿que ellos debían de hacer? Ellos tenían que ser
los colaboradores de Jesús. El Señor estaba enviando ellos a cosechar cuando
ellos no habían sembrado, es decir, ellos no debían caer en el orgullo. En el
trabajo de Dios, hay unos que siembran y otros que cosechan y recogen los frutos.
El trabajo de los dos es importante. No hay razón para desanimarnos porque al
final los dos el sembrador y el segador se alegraran.
Como vemos los problemas de pecado en Samaria, podemos pensar en Latino
América y el resto del mundo. Hay mucha idolatría, pecado y gente que se pierde
por el placer, satisfaciendo sus lujurias y cometiendo adulterio. Es común ver
casas y familias desintegrándose a través de la violencia y muerte. Pero Dios no ha
olvidado las naciones. A lo largo de los siglos muchas personas han sembrado la
palabra, incluyendo los misioneros de UBF. Aunque se vería poco o nada de fruto,
la verdad es, los campos de nuestros países están maduros para la cosecha
espiritual. Tal vez, estamos tentados a pensar que nuestro propio país es el último
lugar donde el trabajo de Dios puede comenzar. Pero debemos arrancar nuestro
fatalismo y nuestro negativismo. Miremos con nuestros ojos abiertos y veamos la
visión del Señor Jesús.
En esta conferencia bíblica internacional de verano, debemos abrir nuestros
ojos. ¿Qué es lo que debemos ver? Representativamente cada continente
compartirá sus testimonios de vidas cambiadas. ¿Qué es lo significante de esto?
Cada uno de ellos será una representación de todas las gentes del mundo. Sus
vidas cambiadas demuestran el poder de Dios y al mismo tiempo nos da visión
que todas las naciones también están madura para cosechar. Sin embargo, el
Señor necesita más colaboradores quien coseche estas almas para vida eterna. El
necesita de ti y de mí. Por lo tanto, debemos de abrir nuestros ojos y ver,
debemos todos participar juntos en este precioso trabajo de salvación.
Soy el fruto de un sembrado nombrado Edwar y un segador nombrado Joshua
Ham. Gracias a ellos pude conocer al Señor Jesús. Doy mi testimonio para que
otros tengan la visión del Señor Jesús para el mundo entero. Mi nombre es Dimas
Blanco. Siempre viví con mi mamá. Nunca conocí a mi padre. Siempre fui pobre,
por tal razón me convertí muy materialista. En la adolescencia tuve muchas
novias y me gustaba la pornografía. Por eso me convertí en un esclavo de los
deseos de la carne.
En el 2003 fui invitado a estudiar la biblia en UBF y en el 2006 fui bautizado
aceptando a Jesús como mi Señor y Salvador y mi primer amor. También recibí la
palabra “Tu eres el Cristo” y a través de mi arrepentimiento mi vida fue cambiada.
En el mismo año Dios me bendijo grandemente a través de mi matrimonio por la
Fe con Karina y en el 2008 mi hija Elizabeth nació. Aun ahora mi esposa está
embarazada. Nosotros esperamos el nacimiento de nuestro segundo niño.
Era un hombre Samaritano. Quien escuchara cerca de mi vida pasada pensaría
que nunca me convertiría en un pastor o misionero. Pero ahora muchos años han
pasado y Dios me está usando como un mensajero. Esta es la gracia de Jesús
quien me vio con ojos diferentes. A través de Juan 4:35 podría verme a mí mismo
con un pecador. Tal como los discípulos, no tenía visión de mi vida o de mi país,
mucho menos por Latino América. Yo me arrepiento de mi fatalismo e
incredulidad que me previene de ver el precioso trabajo que Dios está haciendo
en el mundo. Ahora entiendo que si Jesús puede cambiar la vida de un hombre
Samaritano como yo, entonces él tiene el poder de cambiar todos los hombres y
mujeres Samaritanos del mundo.
Oro para tener la visión del Señor Jesús que ve los campos de mi país maduros
para la cosecha. Debo ser un segador para Guatemala y el resto del mundo. Oro
también para tener visión por todo Latino América como el continente que
enviará misioneros para el mundo entero.
En esta convivencia Jesús nos invita y nos manda, “Abran los ojos y miren los
campos sembrados” Ahora es el momento de ver con los ojos de Jesús los campos
que están maduros para la cosecha. Los sembradores y los segadores son
necesarios; debemos de colaborar con Jesús. Tenemos un doble rol desde ahora
hasta la segunda venida de nuestro Señor. No nos desanimemos porque al final
todos nos alegraremos juntos en los frutos. Amen.
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