Francisco Torrente Sánchez

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Quien es quien en la Defensa Nacional
Francisco Torrente Sánchez: Almirante general, auténtico poder fáctico de Defensa.
El almirante general Francisco José Torrente Sánchez nació el
22 de abril de 1940 en El Ferrol (A Coruña), ingresando en la
Escuela Naval Militar en 1956. Su carrera profesional presenta
dos itinerarios solapados pero muy diferentes: el primero se
desarrolla en el ámbito estrictamente militar de forma bien
discreta y el otro se vincula al ámbito político con resultados
mucho más notables.
Entre sus destinos en buques figuran el mando del dragaminas
"Turia", el de la corbeta "Diana" y el de la fragata "Baleares", siendo
igualmente jefe de Operaciones del Mando de Escoltas de la Flota.
Como complemento de su preparación militar realizó cursos de especialista en Electrónica y en
los sistemas de los misiles superficie-aire "Tartar" y "Standard", estos últimos en Estados
Unidos. También obtuvo las aptitudes de Centros de Información y Combate, de
Comunicaciones, de Control de Helicópteros y de Mando Superior, así como el diploma de
Guerra Naval.
En tierra fue profesor en la Escuela Naval Militar y en la Escuela de Guerra Naval, donde
impartió las asignaturas de Electrónica y de Táctica, respectivamente. Tras ocupar diversos
destinos de menor rango en el aparato administrativo de la Defensa, entre ellos la Subdirección
de Estudios y Planes integrada en la Dirección General del Servicio Militar, en 1994 comienza
su imparable ascenso político de la mano del entonces ministro de Defensa, Julián García
Vargas, quien el 4 de febrero de ese año le nombra director de su Gabinete Técnico.
En ese mismo puesto de confianza política fue mantenido sucesivamente por el también
ministro socialista Gustavo Suárez Pertierra y, a continuación, por el ministro del primer
Gobierno del PP, Eduardo Serra Rexach. Este último le promovió, además, a la Dirección
General de Política de Defensa (DIGENPOL) el 27 de junio de 1997, en sustitución del general
Víctor Suances Pardo. Otro ministro de Defensa del Partido Popular, Federico Trillo-Figueroa,
le nombró Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA) el 15 de diciembre de 2000,
ascendiéndole, en consecuencia, al máximo empleo de almirante general.
En relación con el desgraciado accidente del avión de transporte "Yak-42" ocurrido en Trabzon
(Turquía), el 26 de mayo de 2003, en el que murieron 62 militares españoles, se da la
circunstancia de que fue precisamente Francisco Torrente quien, siendo DIGENPOL, inició las
contrataciones precarias de aviones comerciales de fabricación rusa con la NAMSA (Agencia
de la OTAN). Hasta entonces, el Ministerio de Defensa venía contratando ese tipo de servicios
con compañías comerciales españolas, como sucedió con los relevos realizados en Bosnia,
Kosovo y en otros escenarios remotos.
Tras mantenerse hábilmente al margen de las responsabilidades propias de aquel caso, el
almirante Torrente fue quien, más tarde, terminaría alentando el afán persecutorio del nuevo
ministro de Defensa socialista, José Bono, contra su antecesor en el cargo, Federico TrilloFigueroa, a quien precisamente él debía su nombramiento como AJEMA. También fue el
consejero militar del PSOE que, tras las elecciones de marzo de 2004, recomendó la
renovación de toda la cúpula militar y, en particular, la defenestración del JEME, Luis Alejandre
Sintes, con dos objetivos simultáneos: evitar su previsto ascenso a JEMAD, puesto para el que
promocionó a su amigo Félix Sanz Roldán, y, sobre todo, para presentarle de forma más o
menos implícita como cabeza de turco del caso "Yak-42".
Félix Roldán había ocupado el puesto de Subdirector General de Planes y Relaciones
Internacionales precisamente en la Dirección General de Política de Defensa dirigida por el
almirante Torrente, cargo para el que fue designado el 14 de mayo de 2004 siendo entonces
ascendido a teniente general. En ese juego de afinidades políticas interesadas, apenas un mes
más tarde, el 25 de junio, le volvió a promocionar para ocupar de forma precipitada, y contra
todo pronóstico, la jefatura del Estado Mayor de la Defensa, alcanzando ya el rango de general
de Ejército.
Al amparo de esa operación de recambio de la cúpula militar, y lejos de aceptar su retiro tras
haber desempeñado el cargo de AJEMA, se postuló ante el Gobierno socialista como
Secretario General de Política de Defensa (SEGENPOL), exigiendo que se le otorgara el rango
administrativo de secretario de Estado para poder prevalecer protocolariamente sobre cualquier
representante del estamento militar, excluido naturalmente Su Majestad el Rey Juan Carlos.
El nepotismo del almirante Torrente y su facilidad para gestar ascensos no merecidos, tiene
otro de sus referentes más significados en la promoción de su propio hermano, Juan Miguel
Torrente Sánchez, al empleo de general de Brigada del Cuerpo de Intendencia de la Armada,
perjudicando a compañeros de varias promociones con mayores méritos para obtener ese
ascenso. El posterior y más escandaloso intento de ascenderle a general de División, tuvo que
ser frenado por la oposición prácticamente generalizada de todos los almirantes.
Como anécdota final, sin duda caracterizadora de la personalidad del almirante Torrente,
aparentemente discreto y retraído, y quizás algo acomplejado ante el currículo militar de otros
compañeros de armas, baste señalar el enfrentamiento personal e institucional que en el
verano de 2002 mantuvo con el almirante Francisco Rapallo Comendador, que en aquellos
momentos ostentaba la jefatura de la Zona Marítima del Cantábrico. Como tal, éste ocupaba el
pabellón de El Montón, situado en el barrio ferrolano de Carranza, que era la residencia
veraniega adscrita oficialmente al cargo, pero el AJEMA, que disponía de una magnífica
vivienda familiar en la que se acomodaba durante sus tradicionales desplazamientos a su
ciudad natal, ordenó el desalojo "manu militari" del mismo para ocuparlo personalmente en
atención indebida a su mayor rango.
Mientras Francisco Torrente ocupó el cargo de AJEMA también fueron proverbiales sus
desplazamientos a Galicia durante la Semana Santa con el principal objeto de presidir las
procesiones y actos litúrgicos. En ellos obligaba al almirante jefe de la Zona Marítima a situarse
varios pasos detrás de él, actitud tan insistente y de tan mal estilo que determinó la radical
negativa de éste a acompañarle en los mismos.
El almirante general Torrente Sánchez es el prototipo de militar que, utilizando prácticas
políticas arribistas, sabe encaramarse a la cumbre del poder. En ese recorrido, y tanto en el
Cuartel General de la Armada como en el Ministerio de Defensa, ha alcanzado también
merecida fama como experto catador de ginebra.
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