Faculteit Letteren & Wijsbegeerte Raquel Badilla Bolaños La transformación de la identidad de los protagonistas en las obras El Dock de Matilde Sánchez y Los planetas de Sergio Chejfec Masterproef voorgedragen tot het behalen van de graad van Master in de taal- en letterkunde Engels-Spaans 2016 Promotor: Prof. Ilse Logie Vakgroep letterkunde Agradecimientos Muchas gracias a la Profesora Logie por sus comentarios y consejos que me iluminaron mucho a la hora de escribir esta tesina. También quisiera agradecerle a Jasson y a mi mamá por todo el apoyo y las porras que siempre me dan para que siga adelante. iii Índice AGRADECIMIENTOS III ÍNDICE V 1. INTRODUCCIÓN 7 1.1 CONTEXTO HISTÓRICO 1.2 CONTEXTO LITERARIO 8 12 2. ANÁLISIS DE LAS NOVELAS 15 2.1 EL DOCK DE MATILDE SÁNCHEZ 2.1.1 ESTRUCTURA DE EL DOCK 2.1.2 LA VOZ NARRATIVA EN EL DOCK 15 18 20 2.1.3 EL ACTO DE NARRAR EN EL DOCK 2.1.4 EL ESPACIO EN EL DOCK 2.2 LOS PLANETAS DE SERGIO CHEJFEC 2.2.1 ESTRUCTURA DE LOS PLANETAS 2.2.2 LA VOZ NARRATIVA EN LOS PLANETAS 2.2.3 EL ACTO DE NARRAR EN LOS PLANETAS 2.2.4 EL ESPACIO EN LOS PLANETAS 29 35 39 42 45 57 63 3. COMPARACIÓN DE LAS NOVELAS: EL DOCK Y LOS PLANETAS 67 3.1 ASPECTOS TEMÁTICOS EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 67 3.2 COMPARACIÓN DE LA ESTRUCTURA Y METAMORFOSIS IDENTITARIA EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 70 3.3 LA VOZ NARRATIVA EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 71 3.4 EL ACTO DE NARRAR EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 73 3.5 EL TRATAMIENTO DEL ESPACIO EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 76 4. CONCLUSIONES 78 BIBLIOGRAFÍA 85 Número de Palabras: ~ 35931 v 1. Introducción Los relatos de las novelas El Dock de Matilde Sánchez y Los planetas de Sergio Chejfec acercan al lector a una etapa vivida en la historia argentina reciente, es decir, la dictadura que azotó al país al final de la década de los años setenta y a su vez, a un atentado terrorista guerrillero originado en enero de 1989, después del restablecimiento de la democracia. Ambas narrativas cuentan la historia de un amigo perdido a causa de actos de violencia política. Sin embargo, los relatos no tienen como objetivo señalar quién pudo haber sido el culpable de dicha violencia sino al contrario, recordar a esa persona desaparecida. En el caso de El Dock, publicado en 1993, la narradora igualmente busca volver a recrear la identidad de una amiga a la cual había dejado de frecuentar con el paso de los años. La narradora se esmera en tratar de entender las razones que condujeron a su antigua amiga llamada Poli, a convertirse en terrorista y participar en un atentado. Ahora bien, es interesante resaltar la voz femenina en El Dock. El concederle el papel principal a una mujer en el proceso de rehacer la subjetividad y en la elaboración de proyecciones futuras asociadas a la memoria individual –en este caso particular sujeta a la subjetividad femenina- se puede llegar a considerar como un espacio de resistencia al discurso homogéneo y autoritario del “Proceso de Reorganización Nacional”, como se autodenominaba el Régimen militar (Bergero 22). En Los planetas, el narrador, S, se esmera en recordar quién fue su amigo, trata a lo largo de la novela de evocar la identidad de M, inicial del amigo desaparecido, a partir de recuerdos. Asimismo le muestra al lector la cercana relación que ambos compartían de una manera íntima. Es importante indicar que la novela fue publicada en el año 1999; década en la que el movimiento de derechos humanos vuelve a resurgir después de un duro retroceso a causa de los indultos del presidente Menem (Suriano 545). A lo largo de los años ochenta se dio una vuelta atrás con respecto a los logros obtenidos en cuestiones de derechos humanos. Tanto El Dock como Los planetas rompen con la dicotomía esperable de la época, ninguna de las dos 7 novela sigue la llamada “Teoría de los dos demonios” (cfr. infra), sino que antes se centran en la relación establecida entre los personajes a partir de la memoria individual. El objetivo de este trabajo de investigación es explorar el cambio de identidad que experimentan ambos personajes principales en las obras. Esta transición se produce a partir de hacer memoria de sus antiguos amigos. Para el análisis de ambas obras se considerarán los siguientes aspectos: primero se discutirá sobre la estructura de las novelas en relación con el cambio de identidad de los protagonistas. Seguidamente se estudiará la voz narrativa. En este punto se brindará atención a las relaciones que establecen los narradores con otros personajes. Estos nexos influirán en la transformación de la identidad. Como tercer punto se explorará el acto de narrar en la obras. Como último aspecto se estudiará el tratamiento del espacio en ambas obras con respecto a la transformación de la identidad de los protagonistas. En la primera parte del trabajo se hará un breve recuento sobre la dictadura de 1976 y se mencionará concisamente el ataque terrorista de la Tablada de 1989. Además se expondrá el contexto literario de las novelas sobre la violencia política argentina. En la segunda parte se efectuará el análisis pertinente de cada novela. En la tercera parte del trabajo se compararán las obras. 1.1 Contexto histórico 1.1.1 Breve historia sobre la dictadura de 1976 y el ataque terrorista de El Tablado Argentina ha sido una nación caracterizada por continuos golpes de estado a lo largo del siglo XX (Suriano 35). Entre 1930 y 1976 se realizaron alrededor de seis golpes de estado (Suriano 39). El último golpe sufrido en el país dejó huellas profundas en la población argentina debido al estado de terror al que fue sometido. Hasta el día de hoy familiares de víctimas desaparecidas tratan de encontrar alguna pista que los lleve a dar con sus seres queridos secuestrados y torturados durante este periodo negro de la historia. La violencia política comenzó en la Argentina el 24 de marzo de 1976 cuando se llevó a cabo el más reciente golpe militar. De esta forma se derrocó al gobierno de Isabel Perón y las Fuerzas Armadas se convirtieron en figuras políticas ligadas a la vida nacional (Suriano 35). Las Fuerzas Armadas despojan del poder al partido que había ganado las elecciones democráticamente en 1973 (Suriano 35). Suriano enfatiza en su obra que “[l]os ciudadanos parecían no sentir al gobierno y a la democracia como propios. [...] Quizás se encuentre allí la 8 causa principal por la que rápidamente [...] hicieron perder al poder público el control monopólico de la “violencia física legítima”.” (36). Además la perjudicial situación política y económica abrió el camino para la participación militar (Suriano 36). Asimismo, meses antes del golpe de estado se puso de manifiesto la crisis de autoridad que acechaba al estado nacional (Suriano 37). Siguiendo a Suriano, una porción de la opinión pública aguardaba de alguna forma una actuación militar y la otra parte mayoritaria se sometió al hecho (37). La prensa nacional se encargó de enfatizar sobre la apatía de la población con respecto al golpe de estado, la falta de reacción se debía a la “mala reputación y el descrédito del gobierno constitucional” (Suriano 37). Asimismo diarios como el Clarín y La prensa expresaron un franco apoyo al nuevo régimen a tan sólo días después, estimando que el cambio abriría nuevas oportunidades ya que se había dejado atrás un gobierno “agotado” y se alababa a las Fuerzas Armadas por la “prolijidad” del golpe de estado (Suriano 37). Es sobresaliente señalar que el amparo civil es necesario para el éxito del golpe de estado tal como se demostró en el golpe de estado a Isabel Perón (Suriano 39). La táctica discursiva inicial de las Fuerzas Armadas tenía como objetivo legitimar la intromisión en el ámbito político (Suriano 38). El golpe de estado intentaba alcanzar su legitimización a través de la teoría del “vacío de poder”, los problemas económicos y sociales y sobre todo la amenaza de una “subversión terrorista” que llevaría a la “disolución de la nación” y la “anarquía” (Suriano 38). La misión inicial de las Juntas era organizar un sistema político “estable” claramente vigilado por el poder militar (Suriano 40). Videla consideraba fundamental el papel protagónico de las Fuerzas Armadas para “[r]eorganizar institucional y políticamente el país, con la finalidad de concluir con los ciclos pendulares de gobiernos civiles y militares, instaurando una democracia estable” (Suriano 40). Asimismo, el autoritarismo militar buscaba instaurar una reforma económica y un plan de disciplina social (Suriano 40). Durante los primeros años del régimen se llevó a cabo el cambio radical en el funcionamiento de la economía (Suriano 53). El nuevo mercado financiero funcionaba bajo ninguna regulación y estaba abierto al exterior favoreciendo así a grupos de poder emergentes (Suriano 53). “La apertura de la economía” ocasionó un deterioro irremediable en la industria nacional (Suriano 53). Dentro de las consecuencias del cambio en el funcionamiento de la economía se pueden nombrar la quiebra de fábricas y la invasión de productos importados y bancos (Suriano 53). A su vez, se estructuró un plan intensivo con el fin de suprimir organizaciones guerrilleras y levantamientos públicos (Suriano 40). La nueva autoridad en el gobierno deseaba 9 implementar una nueva forma de vida argentina con el fin de consolidar “otra hegemonía en la sociedad” (Suriano 40). El estado autoritario se puede dividir en cuatro etapas distintas: la primera fue bajo el mando militar de Jorge Rafael Videla (1976-1981), la segunda estuvo bajo la dirección de Viola (1981), la tercera fue de Galtieri (1981-1982) y la última etapa fue liderada por Bignone (1982-1983) (Suriano 43). Videla ha sido el presidente militar de mayor duración en este último régimen (Suriano 43). Las Fuerzas Armadas se mantuvieron unidas por una solo causa, “la lucha contra la subversión” (Suriano 45). El periodo de Videla se cerró en marzo de 1981 con la incapacidad de que un Estado autoritario pudiera fabricar reformas que facilitaran la creación de “otro sistema político” (Suriano 63). Es importante resaltar el gobierno de Galtieri ya que este militar buscó “recuperar la autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar, erosionada por el desgaste de seis años de administración malogrados y de enfrentamientos internos” (Suriano 72). Galtieri aspiró a levantar la devaluada imagen del gobierno aventurándose en la guerra de Malvinas (Suriano 76). El gobierno se metió de lleno en una operación atrevida e imprudente para seducir al consenso y recobrar la unidad militar (Suriano 76). Sin embargo, la guerra fue perdida por la Argentina. La decisión fue tomada sin disponer de una buena preparación militar y con una estimación equivocada sobre el apoyo de los Estado Unidos; el país norteamericano le brindó su apoyo a Inglaterra (Suriano 77). Las fuerzas argentinas se subyugaron el 14 de junio de 1982 (Suriano 78), derrota militar que precipitó el fin de la dictadura. El estado de terror concluyó con la votación democrática del presidente Raúl Alfonsín en 1983 (Bergero 13). Justo antes de finalizar el régimen militar se inició el trayecto hacia la impunidad y el olvido (Bergero 14). A su vez se presentó un “Informe Final sobre la Lucha Antisubversiva” en el cual se acreditaba por justo todo lo acontecido durante la guerra sucia y se promulgó un decreto de autoamnistía con el fin de evitar futuros enjuiciamientos (Bergero 14). Sin embargo, Alfonsín invalidó la ley de amnistía e instauró la Comisión Nacional Sobre Desaparición de Personas (CONADEP) que tenía como finalidad indagar sobre la violación de los derechos humanos (Bergero 14). Además “ordenó el enjuiciamiento tanto para líderes de la guerrilla como para los de las juntas militares. Esta decisión se conoció como “la teoría de los dos demonios,” así se responsabilizaba la violencia política a estos dos grupos” (Crenzel 1065, traducción mía). En el año de 1984 salió a la luz el informe Nunca Más, el 10 cual recopilaba alrededor de nueve mil casos de desapariciones de los treinta mil que se presuponen que ocurrieron (Bergero 14). El juicio a integrantes de tres Juntas militares comenzó rápidamente en abril de 1985 y concluyó en diciembre con la sentencia de prisión perpetua de varios integrantes (Bergero 14). Al mismo tiempo que el juicio a las Juntas militares, se recibieron una lluvia de denuncias y demandas contra un centenar de integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad pudiendo esto provocar consecuencias políticas (Bergero 14). Por lo cual el Congreso expidió la Ley de Punto Final que consignaba un periodo límite para la presentación de pruebas y el abrir con el juicios (Bergero 14). En 1987 se decretó la Ley de Obediencia Debida que prolongaba la impunidad jurídica a todas aquellas personas que hubieran obrado en virtud de la obediencia a superiores (Bergero 15). En el año 1989 se llevó a cabo un ataque terrorista por parte del grupo denominado “Movimiento Todos por la Patria” que “atacó un cuartel militar en La Tablada en el Gran Buenos Aires” (Suriano 115). El siniestro causó la muerte de 28 muertos entre sus integrantes (Suriano 115). En ese mismo año, el presidente Carlos Menem absolvió a “la mayoría de quienes estaban todavía bajo proceso” (Bergero 15). Por otra parte en 1990, ese mismo Menem promulgó un nuevo indulto con la intención de “contribuir a la reconciliación” y de esta forma los últimos represores quedaron finalmente en libertad (Bergero 15). En la década de los noventa varios militares confesaron públicamente ante el Senado argentino haber utilizado metodológicamente la tortura con políticos encarcelados (Bergero 15). Igualmente en 1995 el ex oficial de la Armada, el capitán Adolfo Scilingo reveló “haber participado en vuelos militares durante los cuales se arrojaba detenidos vivos al mar” (Bergero 15). Este testimonio desencadenó una oleada de declaraciones semejantes de otros ex militares y soldados (Bergero 16). Con la llegada al poder de Néstor Kirchner en la primera década del siglo XXI, se modificó radicalmente esa política de amnesia y amnistía para poner en marcha una revalorización de los Derechos Humanos que llevaría a la reapertura de los Juicios contra la Junta. Finalmente el ex presidente Videla murió en la cárcel en 2013. 1.1.2 Violación sistemática a los derechos humanos Es sobresaliente resaltar que durante la dictadura argentina los derechos humanos fueron sistemáticamente violados. Se cometieron grandes atrocidades hacia la población civil. A pesar de las reacciones positivas comentadas anteriormente de algún sector de la población, se vivió una época de terror durante la dictadura iniciada en 1976. 11 Los militares gobernantes extendieron las prácticas clandestinas siendo el secuestro de personas la forma represiva central (Suriano 513). El ámbito de operación de los militares era “íntimo y cotidiano” (Suriano 520). Los secuestrados eran llevados a centros clandestinos de detención, fueron interrogados bajo tortura; una minoría era dejada en libertad, pero la gran mayoría de los detenidos llegó a pertenecer a las “filas de los desaparecidos” (Suriano 513). Las formas más representativas de represión fueron la “desaparición forzada de personas y la apropiación y el cambio de identidad de niños secuestrados con sus padres o nacidos en cautiverio” (Suriano 514). Debido a la magnitud de la opresión y el creciente terror, se comenzaron a formar organizaciones cuyos miembros eran primordialmente afectados, tal es el caso de las Madres de la Plaza de Mayo, las Abuelas, los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas (Suriano 516). A su vez, se crearon grupos de solidaridad de personas no afectadas directamente sino que estos eran motivados por la cercanía a ciertas víctimas (Suriano 518). En el momento en que la democracia fue restablecida de nuevo en 1983, se encontraron alrededor de 340 centros de detención clandestinos (Bellucci 84). A su vez, se calcula que hubo cientos de exiliados, alrededor de 9000 presos políticos y aproximadamente 30 000 desaparecidos (Bellucci 84). Hasta la fecha muchos familiares no han logrado encontrar información alguna que los lleve a descifrar qué pudo haber sido de ellos (Bellucci 84). En los años noventa se estableció la un “nuevo grupo de derechos humanos: HIJOS (Hijos por la Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio)” (Suriano 548). La organización es conformada por hijos de desaparecidos (Suriano 548). Como queda dicho, en esta década, el asunto de las violaciones de los derechos humanos se sitúa de nuevo como tema principal en la atención pública (Suriano 548). Estas organizaciones siguen en la espera de noticias sobre sus familiares desaparecidos e insisten en la importancia de hacer memoria para recordar ese pasado negro y no repetirlo jamás nunca. 1.2 Contexto literario Las novelas El Dock y Los planetas exponen de una manera muy singular la violencia política. El centro narrativo de ambos relatos no se encuentra estrechamente ligado con algún tipo de ideología política sino que más bien muestra una relación íntima con el pasado; un recuerdo que les pertenece sólo a los narradores de ambas historias. Por esa característica, contrastan con la mayoría de las novelas publicadas durante el periodo de la dictadura y los 12 años inmediatamente posteriores a ella, que muestran como foco principal otros rasgos formales. Desde 1975 la sociedad civil comenzó a padecer el conflicto militar y político, el poder armado se mostraba casi como el único intérprete de la política dejando por fuera la intervención de otros sectores de la sociedad y de esta manera se cerraba cualquier puerta abierta a la mediación (Sarlo 332). El gobierno autoritario implantó un “discurso maniqueo” (Sarlo 332). La censura y la autocensura jugaron igualmente un papel primordial, se implantó “la metáfora de la amputación, voluntaria o forzosa, visible u oculta, total o parcial” (Bergero 144). De esta manera la literatura se vio obligada a crear un “referente incomprensible”, adjetivo que describe el momento en el que se vivía, muchas resoluciones políticas y miliares que concernían a la sociedad se tomaban de manera secreta (Sarlo 332). Por lo tanto la literatura de aquel período buscaba llegar al “enigma que el discurso militar designaba como caos” (Sarlo 332). A su vez intentaba emitir otras voces diferentes a la de la hostilidad total cuyo foco era la anulación del “Otro” (Sarlo 332). En estas novelas se cuestiona tanto la historia que es narrada como la manera en la que debe de ser contada (Sarlo 331). Asimismo tratan de obtener respuestas de las razones que los llevó a vivir esa ola de violencia (Sarlo 331). Surgió la interrogante de cómo se podría describir la realidad existente (Bergero 148). Como primer mecanismo las novelas escritas a finales de los sesenta y principios de los ochenta fueron fundamentalmente alegóricas, de este modo se podía llegar a “extinguir la apariencia”, se intentaba describir la ininteligible realidad y rehacer la experiencia en contra del discurso militar cuya base provenía del mismo poder político (Sarlo 332). La implementación de formas alegóricas, formas de la figuración y tropos se hace notable en muchos textos producidos con la función de brindar una lectura figurada a pesar que dichos relatos manifestaban una estética realista (Sarlo 333). Las formas figuradas plantean un espacio libre de interpretación y pueden sugerir posibles explicaciones de la realidad (Sarlo 333-4). La novela Respiración artificial de Ricardo Piglia trata de explicar el presente relatando derrotas del pasado y la historia de estas consta de mensajes cifrados (Sarlo 336). Por consiguiente, narrar el presente con miras al pasado fue una de las tácticas más implementadas durante la dictadura militar (Bergero 154). Otras novelas intentaron deducir el presente y la historia contemporánea utilizando formas discursivas complejas que trataba su objeto indirectamente, es decir, no se hablaba, por motivos evidentes de censura, sobre la violencia de la dictadura militar ni tampoco de asesinatos o torturas, sino que se empleaba una noción implícita (Bergero 157). Tal es el caso 13 de la novela El vuelo del Tigre publicada en 1981 por Daniel Moyano (Bergero 157). En el relato la alusión explícita es una geografía ficticia en la cual gobierna la idea del dominio y la represión (Bergero 157). Algunos relatos trataron de narrar los hechos históricos desde una perspectiva más personal (Bergero 156). Estas novelas indagan temas relacionados con la emigración con perfil de biografías ficticias que exponen un desasosiego prominente de una crisis de identidad surgida del exilio y el retorno, es decir, un desequilibrio espacial y temporal (Bergero 156). Al inicio de la posdictadura la crítica literaria no prestó mucho interés en las narrativas testimoniales (Strejilevich 23). A partir de los años noventa, se expande la atención reflexiva sobre la militancia de los setenta y los desaparecidos que la violencia política provocó, por lo cual se ha empezado a explorar más la producción testimonial cuyo eje es la memoria (Strejilevich 23). Estas obras testimoniales, escritas por las víctimas del terrorismo del Estado, se construyen de diferentes maneras; se puede presentar una ruptura entre “la estructura narrativa y el lenguaje”, a su vez el argumento trata de exponer la intensidad del “acontecimiento”, o bien se puede seguir una estructura literaria más habitual que sobresalta las peripecias del protagonista y que muestra la calidad humana del personaje principal (Strejilevich 28). Estas novelas fraccionan la construcción de los “hechos sucedidos”, las verdades narradas son reproducidas a partir de “la culpa, el arrepentimiento o la reconciliación y posibilitan una escritura reflexiva sobre la memoria en el presente de la posdictadura” (Strejilevich 28). Los relatos aspiran a recordar el pasado de manera que no sean expulsados del presente “los múltiples significados del recuerdo” (Strejilevich 28-9). Las narrativas tanto de El Dock como Los planetas se salen de todas las líneas anteriormente presentadas, ya que no se basan en reconstruir un pasado violento sino más bien integrar de nuevo a esa persona que desapareció producto de la violencia política. En ambos relatos los narradores reconstruyen los momentos vividos junto con sus respectivos amigos. Se entremezclan sentimientos de culpa, de arrepentimiento empero estos sentimientos no polarizan el inmenso afecto guardado por ese amigo. Lo anterior no significa que el aspecto de la violencia política no se aborde en absoluto. El tema sí se manifiesta de modo latente pero se podría argumentar que se elabora de una manera oblicua, difusa. Su argumento principal es rehacer la relación establecida entre dos personas, con una finalidad doble: recobrar de esta manera la identidad tanto del desaparecido y, en estrecha relación con la evolución de ese otro, recuperar o reinventar/reformular la identidad del propio narrador. 14 2. Análisis de las novelas 2.1 El Dock de Matilde Sánchez El Dock de Matilde Sánchez nos narra la historia de una mujer convaleciente de una operación reciente que se hace cargo del niño de su amiga Poli. La historia sería convencional si no se agregara un factor determinante, Poli es una terrorista que ha muerto en pleno ataque. La novela inicia con la narración de los acontecimientos que se efectuaron un 6 de enero, domingo de Reyes. La narradora y su novio asiático, Kim, presencian en vivo por televisión la conclusión de un fallido golpe terrorista en las instalaciones militares del Dock. Mientras es narrado lo que acontece en esas instalaciones, una cámara enfoca el agonizante final de una mujer que formaba parte del grupo terrorista que se estalló junto con una granada que llevaba en la mano. La guerrillera será identificada simplemente como Poli. La protagonista reflexiona algunos días sobre la identidad de la terrorista hasta que recuerda que ella era una amiga cercana que dejó de frecuentar hace algunos años. Después de la muerte de Poli la protagonista se ve vinculada de nuevo a la vida de su amiga a pesar de no haber habido contacto reciente entre ellas. Una vecina de Poli –Margot-, busca a la protagonista tras haber encontrado su número telefónico en la agenda personal de Poli. Margot le informa que ella tiene bajo su cargo a Leonardo, el hijo de la guerrillera que tenía en ese momento 10 años. La protagonista inicialmente se niega a cuidar de Leo en la espera de que algún familiar lo reclame. Sin embargo, por insistencia de Margot, la protagonista se lleva al niño a vivir con ella. A partir de este evento cambia por completo la vida tanto de la narradora como de Leo. Ambos personajes se ven inmersos en una situación de convivio totalmente desconocida para ellos. La protagonista y Leo se embarcan en la tarea de no sólo aprender a comprenderse mutuamente sino también a descifrar el motivo que llevó a Poli a participar en un atentado terrorista. Leo le propone a la narradora pasar unos días de veraneo en una casa de descanso de su familia ubicada en Solís, Uruguay. A la aventura se embarcan la narradora, Kim y Leo. Los días en Solís son marcados por la interrogante de la razón por la cual Poli se unió a un grupo terrorista y lo que la llevó a optar por el suicidio estallándose junto con una granada. 15 Con el fin de lograr conjeturar una razón aceptable, la protagonista y Leo hacen memoria de quién era Poli según los recuerdos que ellos comparten sobre ella. Cabe subrayar que la violencia política acentuada en la novela no hace referencia a la dictadura argentina de 76, sino a un episodio ocurrido en el año de 1989. Se trata del atentado terrorista al Regimiento de la Tablada efectuado por el grupo denominado “Movimiento Todos por la Patria” (Suriano 115). En El Dock se busca comprender quién era la guerrillera Poli a través de recuerdos y esta situación creará un escenario que afectará la relación de cada uno de los personajes dentro de la novela. La novela El Dock crea una esfera íntima entre la narradora y Leo, por lo que el lector puede involucrarse más cercanamente al vínculo que ambos personajes establecen. El relato es contado en primera persona del singular, de acuerdo con la teoría de la narratología de Gérard Genette el narrador de la historia es intradiégetico y homodiegético, es decir, el narrador cuenta su propia historia (248). Así lo ilustran las primeras líneas del relato “[a]lgunos años atrás, en el Dock, no podría decir cuántos años hace exactamente, comenzó una historia” (Sánchez 9). El lector experimenta una proximidad mayor al relato ya que será testigo de los particulares cambios de identidad que experimenta la narradora a lo largo de la obra. No obstante esta cercanía puede ser ambigua, puesto que el lector conocerá sólo los aspectos que la narradora quiere compartir sobre sí misma. Durante la novela se ignoran tanto su nombre, su profesión y la enfermedad que padece. El punto de vista la narradora protagonista es perceptible por el lector como subjetiva, como sucede cuando se está contando una historia. Ella reconoce la limitación de su perspectiva así como lo muestra la siguiente cita “ni siquiera recuerdo exactamente lo que me contó Leo” (Sánchez 179). Igualmente la narradora prioriza la información relatada, “[o]lvidaba lo más importante, y es que con el correr de los días en Solís la dureza de Leo hacia nosotros parecía suavizarse y yo creía adivinar cómo se comportaba en compañía de Poli” (Sánchez 168). La narradora primeramente dio un recuento de la rutina que se había establecido en la casa de veraneo en Solís en vez de compartir con el lector el sutil acercamiento que se daba en la relación entre la protagonista, Kim y Leo. Además, predomina en el relato la alta focalización interna. Siguiendo a Genette, focalización interna es la mirilla por la cual se observa es la de un personaje dentro de la historia (74). 16 A lo largo de la narración el lector es testigo de la evolución del instinto maternal1 que la narradora irá desarrollando y que se convertirá en la catarsis de su cambio de identidad. Según comenta Silvia Rosman (2003) el relato se puede considerar como un tributo a las Madres de la Plaza de Mayo (455). Sánchez escribió el prólogo de la autobiografía de Hebe de Bonafini, líder de las Madres (Rosman 455). Es posible establecer un paralelismo entre el testimonio de maternidad y militancia político de Bonafini y la figura de la madre en El Dock como “una construcción ético-política y la figura no biológica o esencial de una mujer: la novela por sí misma es la construcción escrita del narrador de ese rol” (Rosman 455-6, traducción mía). Sin embargo tal como lo indica Rosman justamente ahí termina la similitud entre los dos textos ya que el grupo de las Madres primordialmente le exigen al Estado apegarse a las leyes mientras que la madre que aparece en El Dock intenta retar las leyes bajo sus propios medios y así lograr modificarlas (456). Cabe resaltar que el enfoque principal de la historia no es presentar un recuento político de la situación ni mucho menos señalar algún culpable. Al contrario, a partir de este “hecho político e histórico” Sánchez desarregla el “modelo de familia nuclear [...] una consecuencia privada [...] retoma un debate y plantea su continuidad, es un texto que no sólo no olvida sino que reenvía a un conglomerado de sentidos que deben aún desplazarse” (Domínguez 1996: 264). La muerte de Poli trae consigo la desintegración del núcleo familiar de Leo y este se ve forzado a establecer otros lazos. En consecuencia, desde el punto de vista de la narradora, una nueva parodia de familia es conformada al finalizar la primera parte del relato “Poli, Kim y Leo: nuestro pequeño e improvisado mundo de diminutivos. Nuestra paródica familia de veraneo” (Sánchez 138). Por lo tanto la autora explora un núcleo familiar que se inicia bajo una situación extrema de violencia. El objetivo de la presente sección es explorar la transición de la identidad de la narradora a partir del recuerdo de Poli. La protagonista irá desarrollando gradualmente su instinto materno. Se dará énfasis a los siguientes puntos: primero se discutirá la importancia de la estructura de El Dock con respecto al cambio de identidad de la protagonista. Segundo se explorará la voz narrativa y su relación con la transformación de la protagonista hacia su aceptación de la maternidad. Como tercer 1 Con instinto maternal no nos referimos a “una maternidad basada en el instinto, considerada como algo nato de la mujer. Lejos de poseer este carácter esencial, la maternidad es cultural, se construye contextualmente, a lo largo de la historia” (Marcús 103). La narradora se construye así misma como madre a lo largo del relato. A su vez ella recuerda y pone en práctica ciertas conductas que ella misma ha observado en otras madres (Sánchez 258-9). 17 punto se examinará el impacto que tiene el acto de narrar en la transformación de identidad de la protagonista. Por último se estudiará cómo los espacios reflejan de cierta manera la mutación hacia la maternidad. Todos estos aspectos influyen en la construcción del sentido materno en la protagonista. 2.1.1 Estructura de El Dock La novela El Dock está dividida en dos partes diferentes. En términos generales, durante la primera parte de la obra se desarrollan las distintas circunstancias que obligan a la protagonista y Leo a comenzar a vivir juntos. Aquí se narra el inicio de su relación, no hay un apego significativo entre ambos todavía. En la segunda parte se hace más evidente la simpatía y el cariño que se va incrementando entre ellos. Es importante subrayar que esta partición de la obra señala hacia dos modos contrarios de identidad de la protagonista. El objetivo de esta subsección es indagar precisamente sobre estos modos. Al inicio de la novela, la narradora se puede describir como una mujer apática que no mantiene relaciones personales estrechas. Por ejemplo, el único vínculo conocido por el lector es su relación amorosa con Kim. Sin embargo este lazo es percibido como un nexo poco duradero por la protagonista ya que ella considera que “Kim, provenía de cualquier lugar y por lo tanto podía desaparecer en cualquier momento sin dejar en mí más rastros que la evocación ocasional de un rostro” (Sánchez 35). La protagonista se presenta a su vez como una persona reservada, alguien que decide y selecciona los datos que desea compartir. Como se expresó anteriormente ella le oculta al lector tanto su nombre como la enfermedad que padece. Con respecto a su enfermedad, el lector puede simplemente especular sobre el padecimiento que según cuenta la narradora se “encontraba en el principio de la enfermedad, la enfermedad y yo habíamos convivido ya algún tiempo. El mal, mi mal –una dolencia peligrosa porque nunca presentaba síntomas hasta que se convertía en demasiado grave” (Sánchez 18). En términos generales la protagonista advertía que ella atravesaba un momento en su vida en el que “[c]ada uno de nosotros ya no se sentía atraído por sí mismo” (Sánchez 35). Por lo tanto la identidad de la narradora se podría definir como una persona que no esperaba nada más de la vida, existía un cierto grado aparente de insatisfacción. A la muerte de Poli la narradora es confrontada con una situación que la obliga a salir de la rutina de pasividad en la que se encontraba. Las nuevas obligaciones adquiridas, lidiar con la policía, cuidar de Leo y encontrarle algún sentido al accionar de Poli, la llevan a 18 enfocar su vida de manera diferente. En su artículo titulado Development and Validation of Ego-Identity Status, James A. Marcia describe 4 modos de reacción previsibles durante la crisis de identidad que es posible experimentar al final de la adolescencia (551). Dos de los primeros modos son identity achievement y identity diffusion (Marcia 551). Estas dos primeras modalidades son alternativas polares dentro de la teoría del psicólogo Erik Erikson que se observan su obra Identity: youth and crisis (Marcia 551). Así en la etapa de identity achievement se asume que el sujeto ha padecido una crisis de identidad y se encuentra comprometido tanto a una ocupación como a una ideología (Marcia 551). Con respecto a identity diffusion el sujeto puede o no haber experimentado un periodo de crisis, producto a su “falta de compromiso” y dentro de esta condición el sujeto quizás no haya elegido una ocupación (Marcia 552). El tercer modo refiere a moratorium, el sujeto experimenta una crisis de identidad, pero no por ello su compromiso deja de ser vago (Marcia 552). Y el último modo es foreclosure¸ contrariamente a moratorium, el sujeto expresa compromiso a pesar de no atravesar una crisis de identidad (Marcia 552). Es sobresaliente resaltar que este marco teórico se concentra en la última etapa de la adolescencia, no obstante es posible trazar un paralelo de dos de estos modos con los procesos que vive la protagonista a lo largo de la evolución de la novela. Asimismo es importante definir el concepto compromiso para facilitar así un entendimiento mejor de los modos. Siguiendo a Marcia compromiso, commitment, refiere “al grado en que los individuos adhieren e invierten a escogencias relevantes de identidad” (Soenens 4, traducción mía). En la primera parte de la novela se puede especular que la narradora atraviesa el último modo, es decir, foreclosure. La narradora ha pasado los treinta años, “[l]levaba una vida tranquila e independiente, por lo menos la tranquilidad y la independencia representaban las formas civilizadas de la felicidad” y además consideraba que “no podían esperarse mejores cosas” (Sánchez 34). La protagonista no experimentaba ningún tipo de “euforia” y se “esforzaba por sobrellevar la decepción con realismo, recompensada por esa tranquilidad” (Sánchez 35). La narradora en este punto de la narrativa no atraviesa ninguna crisis de identidad, sobrelleva sus compromisos adquiridos cumpliendo con los requerimientos necesarios para seguir adelante. En otras palabras, el grado de compromiso es simplemente el mínimo que sea imprescindible tal como se observa en su relación amorosa; “[e]l vínculo con Kim no era malo, todo lo contrario, era aleatorio. De vez en cuando nos permitíamos algún exceso, en el que, debo confesar, creíamos a medias” (Sánchez 37). Al contario, conforme avanza la segunda parte de la novela, la protagonista parece haber cambiado y ahora se encuentra en el modo de identity diffusion. La narradora atraviesa una crisis de identidad; ella se pregunta si podrá vencer un cierto impedimento que no la deja 19 avanzar, “todavía quedaba una barrera, un último obstáculo de resistencia entre la voluntad de debilitarme por completo y los hábitos y mecanismos que se habían convertido en mi forma de acción, en parte de mi naturaleza” (Sánchez 238). Además la narradora no ha decidido aún actuar como madre de Leo, su compromiso es todavía vago, “[d]ebía desembarazarme de Leo si quería preservarme. Debía en todo caso, en el peor de los casos, aceptar la responsabilidad que Poli me había tirado por la cabeza” (Sánchez 262). Por lo tanto la estructura juega un papel significativo dentro de la obra. Cada parte de El Dock señala un modo distinto de reacción de la protagonista. El lector es testigo de los cambios internos que ella va sufriendo. Estos trastornos internos la encaminarán a adoptar su nueva identidad, es decir, el ser madre. 2.1.2 La voz narrativa en El Dock En esta sección se estudiará la transformación de identidad que experimenta la narradora. Su nueva identidad se relaciona con el surgimiento de su instinto materno. Además ella comenzará a contemplar la vida de una forma distinta. Tal como se especificó anteriormente, el lector conoce algunos detalles de la historia a través de la protagonista, por lo cual, a partir de ella es posible determinar ciertos cambios internos que sufre a lo largo de la novela. El trastorno interno que sufre la protagonista se funda admisiblemente en base a la nueva situación en la que se ve inmersa. Como se ha mencionado anteriormente, tras la muerte de Poli el orden cotidiano de la narradora sufre una disrupción. Ahora bien, para efectos de nuestro trabajo de investigación es fundamental conocer cuáles son los aspectos que pudieron haber influido en la nueva identidad desarrollada por la protagonista. Según señala Erik Erikson, la identidad es “un proceso ‘localizado’ en el núcleo del individuo y al mismo tiempo en su núcleo cultural comunitario [...] la formación de identidad aplica un proceso simultáneo de reflexión y observación” (22, traducción mía, énfasis original). Con el fin de que la formación de identidad sea exitosa el sujeto precisa un proceso de internalización en el cual ciertas identificaciones sean incorporadas en un compuesto coherente de compromisos que hagan reflexionar hacia “quién es uno” (Soenens 4). En la relación con lo anterior, se podría plantear que los procesos de internalización que atravesó la protagonista para culminar en su nueva identidad se pueden explorar a partir de las relaciones que la 20 narradora establece con Poli, Leo y Kim. Los cambios en los lazos fundados con cada uno de ellos conducirán a la protagonista hacia su nueva identidad. 2.1.2.1. Relación con Poli Iniciemos explorando la relación con su desaparecida amiga guerrillera Poli. Como ya queda dicho el atentado del Dock fue televisado y la protagonista presenció los últimos minutos de vida de una guerrillera que se explotó por su propia granada. Los periódicos solo se referían a esta chica con su nombre de terrorista, Poli. La narradora reflexiona sobre esta mujer. Sin embargo, al inicio de sus cavilaciones no logra asociar a Poli con su antigua amiga de infancia “[p]rimer aviso: en mi infancia había alguien llamado Poli” (Sánchez 27). No obstante, la narradora logra conectar a su antigua amiga con la terrorista. La protagonista considera que gracias a su enfermedad fue posible reflexionar sobre los acontecimientos del Dock. De no haber sido por este proceso de enfermedad, la muerte de su amiga habría pasado desapercibida por ella debido a sus múltiples ocupaciones diarias (Sánchez 32). Basándonos en lo anterior es deducible interpretar que la relación de amistad entre ambas mujeres se había debilitado al pasar de los años. Poli y la protagonista fueron “extremadamente unidas, como sólo se puede serlo en la infancia” (Sánchez 171). Después de la muerte de Poli la nueva relación establecida se puede considerar ambigua. Es posible trazar paralelos ante ambas amigas, existe una dualidad palpable entre ellas. Con respecto a la relación con Poli se explorarán los siguientes aspectos: el admisible paralelismo entre el nombre prestado de la guerrillera y la narradora, el cuerpo de ambas mujeres y el hacer memoria de Poli. Los puntos anteriores guiarán a la narradora al forjamiento de su nueva identidad, o sea, la maternidad. La relación de las dos amigas se podría considerar como ambigua. Un primer nexo entre ellas es la dualidad presente en el nombre adoptado por la guerrillera que contribuye a la transformación de la identidad de la narradora, o sea su lado maternal. Según el Diccionario de la Real Academia Española poli “indica pluralidad o abundancia” (“Poli”). Poli vale para muchas cosas, ella se transforma en una figura política, y es notorio en la lucha por su nombre que las figuras de maternidad y militancia son reconfiguradas en la narrativa (Rosman 457). El referente de pluralidad es a su vez palpable y redefinido en la narración (Rosman 457). Así el nombre Poli es asociado inicialmente con un perro de su infancia. La narradora lo relaciona también con una tía suya llamada Paulina que murió siendo muy joven (Sánchez 30). Es sobresaliente resaltar que este apodo podría haber sido también el sobrenombre de la narradora en algún momento de su vida “[s]i no me engañaba, Paulina a su vez me había llamado así durante uno o dos veranos, repitiendo su propio sobrenombre en prueba de 21 nuestra amistad” (Sánchez 31). Además la protagonista le explica a Kim la posible procedencia del apodo de guerrillera de Poli “[l]e conté de nuestros veranos con Poli en la propiedad de mi familia en el campo, donde seguramente ella me había oído llamar con ese apodo” (Sánchez 42). Es argumentable que su amiga guerrillera se apropió de este apodo y le dio un uso político (Rosman 457). Poli será simplemente recordada por ese apodo, nadie en la novela mencionará nunca más su verdadero nombre (Sánchez 57). La narradora parece no poder reconocer a Poli a partir de sus recuerdos (Sánchez 74). Se podría deducir que la narradora parece mostrar cierto desconocimiento, el apodo Poli no le dice nada. Por otro lado, poli significa también ciudad (“Polis” en griego). Es viable establecer una similitud entre el “Dock y la polis” ciudad al margen en donde yace el cuerpo de la guerrillera (Saona 609). Poli “puede referirse a Polinices, cuyo cuerpo había sido abandonado fuera de los límites de la ciudad en Antigona. De manera análoga, el cuerpo de Poli permanece sin ser enterrado, en la morgue, porque nadie lo reclama” (Saona 609). La protagonista se “convierte en una Antígona que rescata el cuerpo que la ley ha expulsado de la ciudad [...] la narradora recogerá y cuidará el fruto de ese cuerpo, Leo, el hijo de Poli” (Saona 609). Existe por tal motivo un paralelismo entre ambas. De la misma manera en que la guerrillera se apropia del nombre Poli, la narradora parece actuar de igual forma, se apropia de Leo. Durante la segunda parte de la novela, la narradora acepta en cierta medida el peso que trae consigo el apodo de Poli, es decir el lazo entre madre e hijo. La narradora comienza a comportarse como una madre cuando arropa a Leo en su cama. Ella lo besa “en la mejilla y de inmediato sus párpados cayeron por última vez [...] Hasta mañana, Poli, dijo, y yo no supe realmente a quién se dirigía. Pero poco importaba” (Sánchez 259). La narradora internaliza quién va a ser ella a partir del apodo de Poli. Al inicio no había un reconocimiento de su amiga a partir del apodo, pero es precisamente este mismo apodo el que produce que ella logre identificarse con Poli como madre de Leo. Por lo tanto, la relación entre ambas era ambigua y la dualidad del nombre de Poli ayuda a efectuar la transformación de identidad de la narradora. El análisis previo describe la relación entre la narradora y Poli como ambigua. Sin embargo hay momentos en que la narradora parece mostrar comprensión hacia Poli. El enfoque de este argumento será trazar un paralelismo entre el cuerpo de la narradora y Poli. Esta exploración es asociada también con la aparición del instinto materno de la protagonista. En la obra hay dos momentos en las que se narra que el cuerpo de Poli fue violentado. El primer momento es al inicio de la narrativa. La narradora presencia en vivo por televisión los últimos momentos de vida de Poli “[e]l cuerpo estaba tendido en la vereda [...] la ropa estaba quemada y tenía restos de neumáticos adheridos a la piel [...] [e]l cuerpo se había movido sólo 22 un poco, en deslizamientos apenas perceptibles [...] [e]staba inmóvil, con los ojos abiertos, muerta” (Sánchez 14-15). Las imágenes que se describen en la novela son consecuencia de una violencia política que no es externa del círculo social de las personas. Tal como lo expone Betina Kaplan en su artículo “[l]a violencia en este texto no se presenta como un hecho del pasado sino que todavía está presente. Sorprende, irrumpe lo cotidiano y lo altera” (295). Un segundo momento es cuando la narradora le narra a Leo cómo fue el día que él nació. Poli le relató a la narradora que “mientras el médico trabajaba en algún lugar de su vientre con forcejeos, golpes y cortes, con una serie de maniobras que sorprendieron a Poli por su violencia” (Sánchez 116). Por otro lado, el cuerpo de la narradora igualmente sufre un trastorno. Es a su vez violentado, no obstante, las circunstancias son distintas. La narradora es sometida a una cirugía para detener el mal que padece, sin embargo esta intervención no le deja ninguna cicatriz visible a ella (Sánchez 26). Al trazar una analogía entre ambos cuerpos, es permisible argumentar que las dos veces que el cuerpo de Poli es violentado es a favor de Leo. La narradora y Leo no saben si lo hizo por un sacrificio o un impulso (Sánchez 294). No obstante, si se suicido por sacrificio se presume que lo hizo por Leo. Además, cuando Poli dio a luz, “había padecido para obtener algo” (Sánchez 116). Al contrario, el cuerpo de la narradora no queda marcado con cicatrices después de la operación, no experimentó ningún dolor y no tuvo recompensa (Sánchez 116). Se podría argumentar que los trastornos sufridos en el cuerpo de la narradora no son a favor de nadie más que ella. No obstante, la obra relata el aniquilamiento de un cuerpo materno y la configuración de otro (Kaplan 295). La narradora comprende entonces al final de la narrativa lo “que debía de sentir Poli hacia su hijo […] Sencillamente, mi acción existía para alguien” (Sánchez 259). A través del cuerpo de Poli, la internalización que efectúa la narradora es comprender las acciones de Poli, ella sufre en función de alguien. La narradora siente al final de la narrativa que para ella, ahora, a su vez “todo lo que yo hacía tenía un sentido” (Sánchez 259). La protagonista asume su nuevo papel como madre y está dispuesta a seguir viviendo con Leo. La narradora a su vez comienza a hacer memoria de Poli. Hacer memoria se puede considerar como un proceso de internalización que la impulsará a desarrollar su instinto materno. La narradora y Leo deciden hacer memoria juntos para lograr explicar el porqué Poli participa en un atentado terrorista. Hacer memoria está “en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, [...] [l]a memoria es un fenómeno no siempre actual, un vínculo vivido con el presente eterno” (Schwarzstein 475). Inicialmente los recuerdos que la narradora comparte con el lector parecen presentar a Poli bajo una luz un poco negativa. La narradora no parece tener una opinión positiva sobre Poli. No obstante, cerca del final de la 23 novela se muestra otra posición de la narradora. Ella parece comprender y aceptar las acciones de Poli. Por la alta focalización interna que se mantiene constante a lo largo de la novela, el lector puede observar la forma quizás desfavorable en la que la protagonista considera ciertas acciones de Poli. A través de algunos recuerdos de la narradora, el lector percibe de una manera negativa la forma en la que Poli es presentada como madre. Según relata la protagonista “su vida era un caos y no siempre percibía la presencia de su hijo, ocupada como estaba en sus cosas” (Sánchez 70). El lector intuye también cierta negatividad cuando la narradora evoca de qué tipo hombres se enamoraba Poli (Sánchez 99). A su vez, la narradora critica “la falta de seriedad profesional” de Poli (Sánchez 174, énfasis original). Por tanto los recuerdos mencionados anteriormente hacen pensar al lector que la narradora no siente agrado sobre algunos aspectos de la vida de Poli. Sin embargo, hay un momento significativo en la segunda parte de la historia que conlleva a la narradora a pensar de una manera diferente sobre Poli. Al final de la narrativa, Leo le miente a la narradora sobre la realidad del supuesto romance entre Poli y el Capitán del grupo guerrillero que era mencionado frecuentemente en los periódicos (Sánchez 286). Este romance podría ser la razón de Poli para participar en el atentado. La mentira de Leo la hace sin embargo entender mejor a Poli. La protagonista nota que existe una similitud entre ellas “[r]evelaba, de un modo ejemplar y contundente, que cualquiera podía convertirse de la noche a la mañana en otra persona. (¿Y sin embargo, yo misma no era un buen ejemplo de eso?)” (Sánchez 287). Al descubrir la verdad sobre el falso romance de Poli, la narradora reflexiona aun mas sobre Poli. A pesar de haber sido una mentira, la narradora no se siente en la posición de juzgar más a Poli. Para ella, ya no tendría más importancia las razones que llevaron a Poli, haya sido por sacrificio o impulso (Sánchez 294). El hacer memoria de Poli supone un proceso de internalización de la narradora, que le permitirá definir quién es ella también. La narradora observa que ella y Poli son similares. Ella concibe que es al final un poco como era su antigua amiga. Por lo tanto la narradora pasa de juzgar a Poli negativamente a comprender mejor las acciones de su desaparecida amiga. Este entendimiento la impulsa al mismo tiempo a aceptar su nuevo rol de madre. Consecuentemente la relación entre la narradora y Poli no es un nexo que se considere como simple. La relación en momentos se presenta como ambigua, sin embargo, a lo largo de la novela es perceptible el cambio de posición que va adoptando la narradora. 2.1.2.2 Relación con Leo Una de las relaciones más importantes dentro de El Dock es el nexo que establecen la narradora y Leo. Este lazo se creará conforme la novela avanza. La protagonista explorará un 24 lado totalmente desconocido para ella, el deseo de ser madre. Antes de vivir con Leo, la narradora “nunca había querido tener un hijo” (Sánchez 269). No obstante, tras el suicidio de Poli, ella se verá forzada a hacerse cargo de Leo. Este marca el comienzo de su relación. En El Dock es indispensable que una madre muera y un niño quede huérfano para que surja una nueva madre (Domínguez 1996: 267). Es interesante destacar que la relación de la narradora y Leo se crea en la obra. Ellos no se conocían antes de los sucesos del Dock. Por esta razón es un nexo que comienza desde cero y finaliza con la aceptación mutua de ambos personajes. En esta subsección se explorará la relación de la narradora con Leo y en qué forma el trato que se desarrolla entre ellos influye en la nueva personalidad de la narradora. Para efectos del análisis se iniciará trazando cómo la obra configura un paralelo entre la relación de la protagonista y Leo y la de una madre que acaba de tener un bebé. La narradora irá descubriendo a su nuevo hijo de la misma manera que lo hacen las madres con sus bebés pequeños. Esto contribuirá en la evolución de su rol como madre. Es importante subrayar de nuevo que la relación entre la protagonista y Leo proviene de un acto de violencia. Con la aniquilación de su cuerpo, Poli quebranta el acuerdo entre madre e hijo, el compromiso de ser madre va más allá del parto (Palazón 675). Por esta razón la narradora se hace madre a pesar de no serlo (Garabano 96). Es conveniente también recordar en este momento que la narradora estaba convaleciente debido a una operación que había tenido. Antes de decidir sobre el viaje a Solís, Kim comenta que el encierro de la narradora con Leo “le recuerda a las mujeres cuando acaban de tener un bebé” (Sánchez 130). Por tanto este periodo de recuperación se puede comparar con la idea del periodo después de dar a luz. Por otra parte, la muerte de su madre biológica ha provocado que Leo retorne en cierta medida a ser un bebé. Por lo menos así lo percibe la narradora, “lo veía crecer y madurar la idea de la muerte de su madre mientras involucionaba en otros aspectos, regresando a las canciones de cuna. Lo había visto balancearse de pie, acunado en un abrazo imaginario” (Sánchez 106). La narradora descubre que Leo posee muchas de “las habilidades de los niños” que hasta el momento eran desconocidas para ella (Sánchez 215). A su vez comienza a identificar algunas de las características físicas de Leo (Sánchez 107). Además conforme avanza la obra, la narradora no solo va reconociendo el cuerpo de Leo sino que también aumenta el deseo de tocarlo: [...] fui al cuarto del chico. [...] Estaba tendido boca abajo, con la cabeza escondida debajo de la almohada [...] la tela de los pantalones sugería la redondez infantil de sus nalgas, tirantes y llenas. De pronto, la fantasía de rozarlas muy despacio. El deseo, sin 25 embargo, no obedecía a la perversión de los adultos, sino al delicado, leve erotismo de las madres hacia sus bebés (Sánchez 246). Según establece Erikson “un estado de agudo momento de confusión de identidad se pone en manifiesto cuando el joven individuo es expuesto a una combinación de experiencias que demandan su simultáneo compromiso a un contacto físico” (166, traducción mía). Entonces, es argumentable que la narradora se encuentra en un proceso de cambio. Ella desea acercarse e identificarse físicamente con Leo. La narradora empezará a contemplar a Leo como lo hacen las madres después de haber tenido un hijo. El proceso de internalización que efectúa la narradora es reconocer el cuerpo de Leo. Ese reconocimiento acentúa que se transforme en madre. Como se mencionó anteriormente, la relación entre la narradora y Leo no nace a partir de una madre que quiere tener un hijo. Estos dos personajes comienzan a vivir juntos porque las circunstancias así los obligaron. Ambos son dos desconocidos que no saben qué deben hacer el uno con el otro. El paso inicial a la creación de su relación comienza gracias a la lectura de noticias del periódico que realizan juntos. El vínculo que se va formando será crucial para la formación de la nueva identidad de la narradora. La protagonista y Leo se encuentran por primera vez cuando Margot le lleva al niño. El objetivo de Margot es que la narradora se haga cargo de él naturalmente. Sin embargo la protagonista “lo último que deseaba era quedar a solas con Leonardo” (Sánchez 52). El lector puede intuir que la narradora no ansia en ese momento establecer ningún enlace con el chico. A pesar de eso, la protagonista lo lleva a su apartamento. Es perceptible para el lector un cambio de actitud por parte de la narradora. Ella desea de alguna manera cambiar un poco la situación entre los dos. La narradora comenta que después de un mes de vivir juntos no se ha producido ningún acercamiento real entre los dos (Sánchez 91). Ella considera que una opción para mejorar la situación sería “si yo le cuento algo, si el chico es inducido, sin que llegue a darse cuenta, hasta el centro de un relato del que no pueda escapar, nuestras conversaciones por lógica serán más largas. De manera que fingí que hojeaba el diario y empecé a leerle una noticia” (Sánchez 92). Esta idea realmente le funciona. Ella capta la atención de Leo con una nota en el diario sobre un galeón hundido llamado “El Preciado” (Sánchez 93). A partir de este momento el lector es testigo del acercamiento gradual que se va produciendo entre los dos. Es interesante en este punto mencionar que el diminutivo Leo refiere también a la forma yo leo que indica claramente el acto de leer (Rosman 457). Es curioso, por tanto, que el inicio de la relación entre la protagonista y el chico sea exactamente a través del acto de leer. Por su parte, 26 Leo le comenzará a hablar constantemente sobre el tema que más lo apasiona, el universo. Mediante estos intercambios, “Leo logra establecer una comunicación con su nueva figura materna (la narradora), gracias a un lento trabajo de aprendizaje de lo que significa la relación madre-hijo desde los dos polos de la relación” (Amícola 38). Por lo tanto, al principio la narradora no tenía ninguna intención de acercarse a Leo, no obstante ella misma idea un plan para mejorar la situación. La interacción entre ambos nace a partir de contarse historias. El proceso de internalización que atraviesa la narradora proviene del intercambio de relatos presente a lo largo de El Dock. Así la narradora se irá acercando a Leo. Otro factor importante que influye positivamente en la relación de la narradora y Leo es la tarea que se plantean de encontrar el porqué de la decisión de Poli. Esta tarea influirá en la transformación de identidad de la narradora en madre. Una vez que se ha establecido una relación inicial entre los dos personajes, su relación se centrará en parte en tratar de conocer cuáles fueron las razones que motivaron a Poli a convertirse en una guerrillera terrorista. La búsqueda de esta interrogante irá ligada con la inquietud que sufre Leo. El chico se cuestiona “por qué Poli no había pensado en él en ese momento” (Sánchez 192). La narradora trata de encontrar a su vez una respuesta que complazca a Leo. Ella utiliza inicialmente la trama de una película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice para darle sentido a la decisión de Poli (Rosman 458). La narradora le argumenta a Leo que Poli pudo haberse sacrificado por él. La protagonista trata de llegar a un punto de acuerdo con Leo con respecto a los motivos de Poli. Ella le plantea la interrogante a Kim del por qué Poli no había pensado en Leo, Kim le responde “[q]uizás eso fue lo que hizo” (Sánchez 225). Si el comentario de Kim fuera cierto, es argumentable que la narradora en cierta media se parece un poco a su desaparecida amiga. La protagonista nota que ella también actúa ahora en función de Leo. El chico la estaba transformando en otra (Sánchez 262). Al inicio de la novela “[n]o hay lazos biológicos ni cariño entre estos personajes” (Saona 608). Estos lazos son posibles de forjar ya que la narradora quiere ayudar a Leo a entender en cierta medida el accionar de Poli. Ella internaliza las posibles circunstancias de su amiga y de esa forma le da sentido a los nuevos sentimientos que nacen dentro de ella. Por esta razón la narradora y Leo logran acercarse más. La protagonista quiere hacerse cargo de Leo y de esta forma se manifiesta su nueva identidad, el querer ser madre. 2.1.2.3 Relación con Kim La relación sentimental entre la narradora y su novio Kim funciona a su vez como catalizador con respecto al desarrollo de la nueva identidad de la narradora. La protagonista 27 efectúa un proceso de internalización y reflexión acerca de cuál es el futuro entre ellos dos. La decisión que ella toma influye considerablemente con su determinación de actuar como madre de Leo. El proceso de internalización que experimenta la narradora se manifestará al momento de decidir seriamente sobre su relación con Kim. Observemos entonces la evolución de la relación de la narradora con Kim. Al inicio de El Dock la protagonista y Kim eran pareja. Tal y como se ha mencionado los dos no buscaban comprometerse el uno con el otro. Sin embargo no prescindían de su mutua compañía. En cuanto la narradora comienza a vivir con Leo, considera pertinente presentarlos a ambos, “[n]o es que fuera el momento indicado, como suele decirse en estos casos, para que Leo y Kim se conocieran. Tampoco se trataba, convengamos, de presentarle a su verdadero padre, como ocurre en los melodramas” (Sánchez 80). Este acercamiento entre Leo y Kim al inicio de la novela es fundamental ya que “[e]l padre es todavía necesario en la etapa en la hay que parodiar un esquema” (Domínguez 1996: 266). Por lo cual Kim pasa de ser el novio de la protagonista a representar una supuesta figura paterna para Leo. Esta parodia de familia se ve más claramente cuando ellos deciden irse de veraneo a Solís. Es perceptible para el lector la forma en la que la narradora considera ciertos actos de Kim como paternales. Durante su viaje a Solís, la protagonista admira las manos de él “sobre el volante, conduciéndonos de un lado a otro” (Sánchez 147). Entonces Kim actúa de cierta forma como el padre que traslada a la familia de un lugar a otro, es el responsable, hasta cierta medida, de ellos. Además la narradora considera que su estancia Solís “adquiere el ritmo de un veraneo de familia” (Sánchez 162). Por lo tanto, la figura de Kim es importante en el momento que la narradora comienza a vivir con Leo. Junto con su pareja figuran ambos como los supuestos padres de Leo. Es necesario incluir en este análisis la figura de Leo para explorar mejor la evolución de la relación de la protagonista y Kim. Durante la representación de la familia paródica se presenta una fricción constante, no existe química entre Leo y Kim. Desde el comienzo de la formación de esta familia la narradora comenta que después de “las presentaciones, formales y un poco tensas, ignoro por qué motivo, Kim no le simpatizó. Leo apenas levantó la mirada de sus revistas” (Sánchez 81). Esta reacción es en cierta medida justificable si se basa en el hecho de que Leo nunca compartió con su verdadero padre. En la constelación familiar del chico no es esencial una figura paterna (Palazón 675). Además, después de la dictadura militar surgió un nuevo núcleo familiar monoparental, la madre ahora asumía todas las responsabilidades familiares (Palazón 674-5). Durante su permanencia en Solís, el desagrado de Leo hacia Kim es ambiguo. Así lo señala la narradora “[a] Leo le complacía la compañía 28 de Kim tanto como le disgustaba. No sabía qué hacer con él” (Sánchez 214). A su vez, el chico pensaba que “Kim era un enemigo potencial” (Sánchez 215). La protagonista se mantenía al margen de las interacciones de ambos personajes masculinos. Sin embargo ella toma bando cuando Kim agrede físicamente al chico, la narradora le promete a Leo que ellos dos se quedaran juntos sin su novio (Sánchez 245). Se podría argumentar que la narradora en este punto se siente más cercana a Leo. A partir de la agresión de Kim comienza la siguiente etapa de la relación entre la narradora y su novio, es decir, su separación definitiva. La narradora internaliza diferentes factores que la llevan a atreverse a quedarse con Leo y convertirse fielmente en madre del chico. La protagonista observa que Leo “merecía algo mejor que esa versión paródica de una pareja porque de verdad no formábamos una familia” (Sánchez 266). Ella decide hacer un pequeño viaje a Montevideo con el fin de comprar un repuesto para su auto descompuesto dejando así solos a Kim y a Leo. En Montevideo ella razona que “Kim me estorbaba cuando estaba con Leo. Y Leo me estorbaba cuando estaba con Kim. Uno de los dos debía irse. Y no resultaba difícil adivinar quién” (Sánchez 270). La narradora considera que la figura de Kim ya no es fundamental en su modelo de familia, “[e]l texto finalmente anulará la parodia familiar y construirá sobre el sentido de familia un tercer modelo establecido únicamente por la madre y el hijo” (Domínguez 1966: 266). Lo anterior se hace todavía más palpable cuando la narradora le cuenta al lector que ella no había querido tener un hijo por el simple hecho de tener que compartir la responsabilidad con un hombre (Sánchez 270). Por esta sencilla razón es que Kim no cabe más en el círculo, ella quiere estar solo con Leo. La novela ofrece una opción diferente al modelo patriarcal (Palazón 677). Al final de la obra, Kim se despide de la protagonista y regresa a Buenos Aires. No hay espacio para él dentro de la nueva identidad que se ha formado en la protagonista. La maternidad la ha orientado a finalizar formalmente su relación con Kim. 2.1.3 El acto de narrar en El Dock En El Dock el acto de narrar se puede considerar como un proceso constitutivo de la identidad. Más específicamente en el forjamiento de la nueva identidad de la narradora. Ella se transforma en madre al final de la novela. A su vez el acto de narrar proporciona un efecto conciliador entre los personajes. Ellos recurren tanto como a relatos como a la trama de una 29 película para poder conseguir entender la acción de Poli. El acto de contar es un medio para la creación. En las primeras líneas de El Dock la narradora menciona sin precisar hace cuántos años atrás comenzó una historia (Sánchez 9). El lector puede intuir que la historia que se indica es la obra que se está a punto a iniciar. La historia de la que habla la narradora se desarrolla a partir del ataque al destacamento del Dock. Como se ha aludido previamente, el atentado del Dock hace referencia a el ataque terrorista en la Tablada en el año de 1989. Según la narradora “nada sería igual después de los incidentes del Dock, mejor dicho, del atentado al Dock, ni lo será, pero no justamente por sus alcances políticos sino por sus consecuencias personales” (Sánchez 10). Así varias novelas de la literatura en español emplean datos históricos “para ejemplificar las consecuencias de la historia en la realidad actual” (Veres 2). Este recurso conjetura una nueva visión de la historia que desmiente la historia oficial (Veres 2). En el caso de El Dock el acontecimiento político no se desmiente, sino que altera el curso de vida de la protagonista. La protagonista narra inicialmente los hechos sucedidos en el Dock. Describe la agonizante muerte de una de las guerrillas que participó en el ataque, siendo esa mujer Poli, su antigua amiga. Después de familiarizar al lector con el atentado, es argumentable que el interés de la narradora no es la historia del suceso sino lo que ella cataloga como “nuestra historia” (Sánchez 39). O sea, la historia que surge como consecuencia del ataque. Se acentúa el aspecto personal, se especifica que no se trata de política (Saona 609). No obstante la negación del aspecto político delata la supuesta fisura entre el plano político y lo personal; al exponer esa fisura la novela observa la forma en que ambos planos están entrelazados (Saona 609). Por tanto el plano político y personal se mezclan produciendo una nueva historia personal de la protagonista. Es sobresaliente subrayar que esta historia personal es importante en el sentido de que la narradora se construye a sí misma como madre a lo largo de la novela. La imagen del cuerpo muerto de Poli marca el inicio de una narración que por un lado recuerda el pasado y por el otro construye el futuro (Rosman 457). La narradora indica la trascendencia de contar su historia en la obra “[a]unque lo recuerde bien, prefiero reconstruir una vez más el escenario porque nunca es tarde para descubrir que uno se ha olvidado algún detalle revelador en el ámbito barroco y a la vez mezquino de la memoria” (Sánchez 10). El acto de recordar su historia la ayuda a redescubrir factores que hayan quedados olvidados en la memoria. La memoria juega un papel primordial en la historia personal de la narradora. Durante gran parte de la novela la narradora recuerda diferentes aspectos sobre la vida de su antigua amiga. Ella “reconstruye en su relato la memoria de las otras memorias implicadas en el imprevisto 30 hecho, reconstruyendo así la conformación de identidades que se encuentran girando de pronto en torno a ella y a Poli” (Bracamonte 159). Sin embargo el recuerdo de su antigua amiga comienza a desligarse de Poli, se adopta una nueva forma de memoria que será de Poli, tal como lo muestra la siguiente cita: La luz de la memoria se había apagado sobre la imagen de Poli. Entre las muchas formas de la memoria se cuenta la imagen proyectada. En una caja luminosa, enteramente rodeada de oscuridad a la manera de un escenario tradicional, la memoria representa o recrea sus materiales intangibles. Desde lo sucedido no podía recordar a Poli. Es cierto que tampoco la había recordado antes de los hechos del Dock. Tal vez habían pasado todos esos años sin que la recordara del todo. (Sánchez 73). Es posible relacionar la cita anterior con una característica de la literatura postmoderna. La memoria se ha convertido en “la principal víctima del horizonte postmoderno [...] ante esa carencia, la literatura en forma de parodia, en forma de recuperación, en forma de pastiche del pasado, recupera lo pretérito, como un síntoma de necesidad de dar sentido al presente y a la propia identidad del sujeto” (Veres 2). Por tanto, la narradora presenta en su historia personal remembranzas de Poli con el fin de tratar de entender en cierta medida el presente que ella está viviendo. La protagonista tiene como tarea encontrarle un sentido a ese presente que la obliga a hacerse cargo de un niño huérfano. Durante ese proceso ella también le encontrará un sentido a su vida al convertirse en madre. El Dock, por tanto, por un lado recuerda el pasado y por otro recrea el futuro. La protagonista relata y conjetura para que la imagen de Poli deje de ser el foco central (Domínguez 1996: 266). La historia personal de la narradora ahora se orienta hacia el futuro, hacia lo que ella desea hacer. El relato entonces se presta para la construcción de la narradora como madre (Domínguez 1996: 265). La novela es el sitio de enunciación para ella; este sitio envuelve acciones, escenas y relatos que le proporcionan una voz a la escritura (Domínguez 1996: 265). A su vez la obra se plantea como una narración de la manifestación del otro y también como el camino del desarrollo de la subjetivación materna (Domínguez 1997: 175). El relato será el medio por el cual la narradora se creará como madre. En este sentido entonces “la escritura [...] permite precisamente la vuelta atrás, la consolidación del recorrido de una experiencia” (Camarero 459). El lector observa el recorrido de la experiencia vivida por la narradora. Esta experiencia dará como resultado su nueva identidad. Al inicio de la 31 novela ella es una mujer que vive sin ningún objetivo y no busca ningún tipo de lazo permanente. En cambio, al final de la novela, ella se convierte en una madre que es capaz de dejar sus tenues nexos anteriores con tal de vivir sola con su nuevo hijo. Es interesante mencionar que Leo en cierta forma es la persona que le permite experimentar esa sensación de ser madre tal como le sucedió a Poli “el niño no era una maldición sino un chance para que ella comenzara desde cero” (Sánchez 68). Lo mismo le sucedió a la protagonista, tuvo la oportunidad de replantearse el sentido de su vida. Asimismo la autora de la novela, Matilde Sánchez, descompone la genealogía de la literatura argentina mayoritariamente masculina, ella plantea otra organización familiar dentro de la literatura argentina (Kaplan 297). Lo anterior es evidente en la novela, la narradora impondrá entonces un nuevo modelo de familia en el cual el padre no es necesario. El Dock sigue detalladamente el proceso de creación de una madre que decide quedarse con un hijo (Domínguez 1997: 175). Por tanto, el relato ayuda a la narradora a crearse como madre gracias a la adopción de Leo. Ella considera que “ningún libro registraría la aventura del Dock en su justa dimensión, mucho menos podrá contar hasta qué extremo había alterado bruscamente nuestra historia” (Sánchez 299). La historia nacional se entremezcla entonces con la historia personal de la narradora. No obstante desde el punto de vista de la historia nacional los acontecimientos personales de la narradora no son significativos. Ella solo existirá en esas páginas que cuentan su historia. Por consiguiente, es posible considerar el relato como un proceso constitutivo de la identidad en el cual la narradora muta de identidad. Ahora bien, la novela no solo es el sitio que le permite a la narradora construirse como madre. El acto de narrar también se presta para poder darle sentido a acciones que los personajes no saben de qué forma explicar. Esto a su vez contribuye a la transformación de identidad de la narradora. Leo no entiende porqué su madre participó en un atentado terrorista. Mucho menos entiende porqué ella no pensó en él cuando decidió estallarse con la granada que llevaba en la mano. La narradora no tiene las respuestas a esas interrogantes puesto que ella tampoco conoce mucho sobre los aspectos más recientes de la vida de su desaparecida amiga. La protagonista al verse perdida en cuanto a qué decir, recurre a la trama de una película que había visto hace algún tiempo “[d]espués de intentar una respuesta tranquilizante por distintos medios –aunque por otra parte, ¿qué cosa podía tranquilizarlo y desmentir la decisión de Poli?-, resolví contarle una especie de fábula, un cuento moral que había visto en el cine” (Sánchez 193-4). La narradora le cuenta, como se mencionó anteriormente, la trama de una película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice. La película trata sobre un hombre que vive en una casa de campo junto a su hijo. Este hombre tiene una 32 especie de visión en la cual ve su casa destruida por un bombardeo. Él presiente que se trata de la segura destrucción del mundo y por eso decide visitar una bruja en busca de algún consejo. La bruja le recomienda que haga algo parecido a un sacrificio. Su sacrificio es prenderle fuego a la casa. El hombre se regocija de esto ya que considera que así está salvando a su hombrecito. Al final es llevado al manicomio. Sin embargo esta historia no parece surtir ningún efecto en Leo: Leo no creía en esa historia. Además, ¿qué podía tener que ver con Poli? Entre su madre y ese hombre loco, como se desprendía del final, no había otra cosa en común que, precisamente, la locura, que consistía en que a ninguno de los dos les habían importando sus hombrecitos. [...] No es imposible, seguí, que Poli haya creído estar salvando a su hijo de algo muy terrible [...] de un acto humano horrendo, inconcebible. ¿Como qué cosa, por ejemplo? No lo sé. No tenía la menor idea, en realidad. El hombrecito de la historia no tenía ningún acceso a las visiones de su padre. El sólo las había confesado a la bruja. Y ese era precisamente el secreto de Poli. (Sánchez 197-8). Quizás el sacrificio de Poli fuese necesario (Rosman 460). De esta forma se detuvo un posible nuevo golpe de estado que hubiera puesto en peligro la recientemente establecida democracia (Rosman 460). Sin embargo, las razones de Poli nunca son conocidas. La trama de la película será usada como una conjetura simplemente. Por lo que se puede argumentar que el acto de narrar la trama de la película contribuye a que la protagonista pueda ofrecerle alguna respuesta de Poli. La trama de la cinta se convierte en una forma de especulación que hace reflexionar a la propia narradora sobre el sacrificio del hombre de la película cuando ella medita la idea de quedarse con Leo “[u]na vez más, volvía ahora a la fábula del sacrificio. El escritor ruso no pensaba en su familia sino en su hombrecito. Pensaba en él en términos completamente individuales, en términos de un ejemplar” (Sánchez 270). Por lo tanto, el relatar la película de Tarkovski también influye en el transformación de la identidad de la narradora. Ella decide hacerse cargo de Leo y convertirse en madre. Otro relato que se utiliza en El Dock con el fin de poder darle sentido a la decisión de Poli es el libro de Los tres mosqueteros veinte años después. A diferencia de la película de Tarkovski, solo la protagonista reflexionará sobre una posible conexión entre Poli y la obra. La narradora encuentra ese libro en el cuarto de Poli cuando visita el antiguo departamento de 33 su amiga con Leo. Ella considera que quizás haya una pista en el libro sobre la decisión de Poli. La narradora no se había atrevido a abrir el libro hasta que llegaron a Solís “[n]o lo había abierto en todas esas semanas, seguramente por temor a encontrar anotaciones de Poli escritas en los márgenes, reflexiones póstumas que anticiparan su muerte. Pero no había ningún comentario” (Sánchez 203). La protagonista recuerda que el último tomo de la serie “contaba la disolución de la sociedad” (Sánchez 203-4). Ella siempre había simpatizado con un personaje de la historia, Portos. Él había quedado paralizado por una revelación cuando intentaba salvar su vida. El mosquetero consideró que: A fin de caminar [...] era necesario poner un pie delante del otro. ¡Un pie delante del otro!, repitió Portos para sus adentros, asombrado por la epifanía, olvidando por primera vez que, más que nunca en ese momento, el descubrimiento debía llevarse a la práctica. Tan poco habituado estaba al pensamiento, que mientras reflexionaba el techo se había desplomado sobre su cabeza sin darle tiempo a advertir siquiera las causas de su propia muerte. En esto consistía la desaparición de Portos, lo que se dice de una muerte tonta, envuelta en una metafísica tan trivial que sólo parecía adecuada para los genios. Yo apenas podía soportar semejante melancolía (Sánchez 204). La protagonista traza un paralelo entre la muerte de Poli y la de Portos. Ella misma se lo manifiesta a Leo mientras él duerme “Poli advirtió que para correr era necesario poner un pie delante de otro. [...] Entonces, paralizada, sólo capaz de esa acción porque no se detuvo a pensar [...] Poli arrancó la espoleta y esperó el resultado, aún sorprendida por los alcances de su descubrimiento” (Sánchez 205). El relato de la muerte de uno de los mosqueteros proporciona una conjetura más al gran misterio de Poli. La falta de cálculo y premeditación hacen de la resolución de Poli un acto de responsabilidad, particularmente por las consecuencias que desenlaza en el futuro (Rosman 463). La acción que comete Poli no depende de una decisión premeditada, no obstante, eso no significa que sea irracional (Rosman 463). El mayor efecto de la decisión de Poli es el dejar a Leo huérfano. Por esa razón la acción de Poli alcanzará a la propia narradora. Ella se hará cargo su hijo. A partir de la interacción y el convivio de los dos la narradora se creará como madre. 34 2.1.4 El espacio en El Dock Otro aspecto importante que refleja el proceso del cambio de identidad de la narradora es el tratamiento del espacio en El Dock. Es interesante notar la forma en la que ciertos espacios revelan la aceptación de la nueva maternidad impuesta a la protagonista. Inicialmente es posible dividir dos grandes espacios territoriales en la novela. El primer gran espacio se localiza en la Argentina. Más específicamente en barrio ficticio llamado el Dock. El otro gran espacio es Uruguay. En este país la narradora tomará significativas decisiones en las ciudades de Solís y Montevideo. En este apartado se estudiará cómo el espacio refleja el cambio de identidad de la narradora. Primero se explorará la cuidad del Dock. Dentro de esta ciudad se analizarán tanto el departamento de la narradora como el antiguo departamento de Poli. Seguidamente se analizarán los espacios de Solís y Montevideo. Es notorio sobresaltar que el cambio de la identidad de la narradora se apreciará mayormente en Uruguay. La novela inicia detallando sobre una historia que comenzó en “uno de los barrios más olvidados de la ciudad era el Dock” (Sánchez 9). Este barrio de la ciudad de Buenos Aires es una representación ficticia de otro barrio porteño en donde sucedió algo similar a los sucesos narrados en la novela (Kaplan 298). Como se ha mencionado en varias oportunidades, se trata del atentado terrorista en el regimiento de la Tablada. Ahora bien, el espacio original de la narradora y protagonista no es el destacamento del Dock, sino su departamento situado no obstante en el barrio del Dock, “esta historia no comienza en el Dock sino entre cuatro paredes, en la ciudad, en un departamento de la ciudad donde hemos sincronizado las imágenes de televisión transmitidas desde el Dock” (Sánchez 11). La obra empieza por tanto en dos espacios a la vez (Kaplan 298). El destacamento donde una mujer está agonizando y un departamento en el cual vive una mujer que va a ser intervenida quirúrgicamente (Kaplan 298). La narradora se entera del ataque terrorista gracias a la transmisión en vivo que es televisada. Por lo tanto la televisión será el medio que establece una conexión entre estos dos espacios (Kaplan 299). Ahora bien es conveniente vincular otro espacio importante en el barrio del Dock, es decir, el departamento de Poli. Nos concentraremos en el departamento de la protagonista y el departamento donde solía vivir Poli. Estos espacios inician el convivio entre la narradora y Leo. El primer espacio de la narradora es su departamento. Ella presencia los acontecimientos del Dock desde ese sitio. Ella concibe ese lugar como su espacio personal que se ve agitado cuando Kim se queda a dormir “[d]espués de mucho insistir, Kim había dormido en casa, de manera que yo misma no pude dormir. La presencia de Kim en general solía bastarme como 35 motivo de insomnio” (Sánchez 23). Por tanto, el departamento se puede considerar como un emblema más de la personalidad de la narradora. Al inicio de la novela, la protagonista no mantiene lazos permanentes ni tampoco tiene ninguna ambición. Ella buscaba simplemente pasar la vida (Sánchez 34). Su departamento no obstante se convierte en el primer punto de convivio entre ella y Leo. Ella le asigna su escritorio como cuarto a Leo, ya que su estadía sería temporal (Sánchez 61). Se podría argumentar que durante la estancia de Leo en su departamento, la narradora no evidencia ningún interés de querer hacerse cargo de Leo. Ella planea que si nadie llegase a reclamar a Leo, lo mandaría a un colegio pupilo y él podría vivir solo en un departamento (Sánchez 133). Sin embargo la protagonista nota pequeños cambios en la relación. Por ejemplo, Leo ha dejado de tratarla de usted (Sánchez 128). Ella logra además mandarlo a la cama cuando antes nunca lo había conseguido (Sánchez 124). Este espacio inicialmente le pertenecía solo a la narradora y no a Leo. El espacio de Leo era su antiguo departamento con Poli. Sin embrago el niño no podía vivir más en ese sitio. La narradora visita ese departamento junto con Leo. Según lo comenta ella misma “[t]odo era demasiado triste” ahí dentro y de acuerdo a Margot era “todo tan tétrico” (Sánchez 53-4). Según explica Luz Pimentel en su obra El espacio en la ficción, ficciones espaciales: la representación del espacio en los textos narrativos, los adjetivos triste y tétrico juegan un papel importante, estos podrían actuar como “operadores tonales” (27). Estos operadores permiten entonces calificar de forma subjetiva el espacio descrito en la narrativa (Pimentel 27). Por tanto, Leo se queda sin un lugar donde vivir. Su condición de niño desprotegido y huérfano obliga a la narradora a cuidar de él. Ahora bien ambos departamentos se vuelven sitios intolerables para la convivencia. La policía hostiga de manera frecuente estos lugares. Primero es el departamento de Poli, al poco tiempo es el espacio de la narradora el que se verá sometido al acoso. En la novela las instituciones gubernamentales se manifiestan represivamente (Palazón 673). Por lo tanto ambos espacios se vuelven desfavorables para la convivencia. La narradora se siente asechada por las visitas continuas de la policía a su departamento, las frecuentes llamadas telefónicas, etc. (Palazón 673). Entonces el primer gran espacio de la novela está situado en la Argentina. En este sitio la narradora es forzada a cuidar de un niño huérfano temporalmente. Ocurre cierto acercamiento entre ellos pero no es algo todavía definitivo. La narradora todavía no desea convertirse en madre de Leo. El tratamiento del espacio evidencia un rechazo a la ciudad misma y la situación que viven los personajes. El segundo espacio importante en la novela es Uruguay. La presión de la continua vigilancia los impulsa a viajar justamente a Solís, este traslado de ciudad es considerado en sí como una forma de escape político (Palazón 674). Esta aventura a Solís es imprescindible 36 para la creación del lazo materno-filial (Domínguez 2003: 177). En el Uruguay, las ciudades de Solís y Montevideo juegan un papel muy importante en el cambio de identidad de la narradora. En contraste con lo que sucede con el barrio argentino del Dock, estas dos ciudades uruguayas no son ficticias. El llamar estas ciudades del Uruguay de igual manera que en la vida real envía directamente al lector a estos espacios específicos y no hacia otros (Pimentel 29). Así “el nombre de una ciudad [...] es un centro de imantación semántica al que convergen toda clase de significaciones arbitrariamente atribuidas al objeto nombrado, de sus partes [...] e imágenes visuales metonímicamente asociados” (Pimentel 29). Para la Argentina, el Uruguay es considerado como el otro más próximo (Logie 2). A su vez el Uruguay se observa como un asilo contiguo al que se puede huir de una determinada situación que no es más sostenible en la Argentina o bien como un lugar donde figuraran ideas, sueños e imágenes (Logie 3). Justamente esta es la idea que se expone en El Dock. Cuando los personajes entran a la ciudad de Montevideo, notan “[l]a atmósfera tranquila, incluso el tránsito silencioso en los bulevares, asordinado, modificaba nuestros sentidos con su agradable pereza de ciudad detenida” (Sánchez 141). Los operadores tonales que se observan en la cita anterior, le muestran al lector una ciudad apacible. La cita delinea una ciudad opuesta al Dock. En el Dock se sentían asediados por la policía, en cambio en Montevideo eran influidos positivamente por el “bullicio de los pueblos, gentil y hasta se diría tranquilizador” (Sánchez 141). Por lo tanto, es plausible considerar que las ciudades de Solís y Montevideo se presten al cambio que va a experimentar la narradora. Primeramente iniciemos explorando cómo la ciudad de Solís refleja el cambio de identidad de la narradora. Esta transformación se evidencia en el tratamiento del espacio. Tal y como lo menciona la narradora, Solís es el sitio donde se pone en práctica su familia paródica. Un espacio construido por lo general no es un espacio neutro desde un punto de vista semiótico (Pimentel 31). El nombre que lo denota “no sólo tiene un referente sino un sentido, ya que, precisamente por ser un espacio construido, está cargado de significaciones que la colectividad/autor(a) le ha ido atribuyendo gradualmente” (Pimentel 31). Tal es el caso con la ciudad de Solís. En El Dock la costa uruguaya es el lugar perfecto para aislarse del mundo y así poder establecer lazos de afectividad (Logie 3). A su llegada a Solís rápidamente se va propiciando una rutina de veraneo “[m]uy pronto observo que nuestra excursión al Uruguay irremediablemente adquiere el ritmo de un veraneo de familia” (Sánchez 162). A su vez, la estadía en la costa es una especie de “reclusión bucólica” (Sánchez 168). Por tanto, la idea de pasar unos días de verano en familia, propicia poco a poco un acercamiento real entre la narradora y Leo. A pesar de ser una familia paródica, ellos efectúan muchas actividades 37 juntos. Un momento muy significativo que se da en Solís es el instante en que por primera vez los tres nadan juntos en el mar: De todos modos los tres decidimos darnos un baño, cosa que nunca hemos hecho juntos. [...] Los tres flotamos boca arriba, tratando de mantener todo el cuerpo sumergido. […] A mi izquierda, lo que en un primer momento me sobresaltó [...] no resultó ser otra cosa que la mano de Leo, tendida en el agua y sorpresivamente cerca. Las ondas lo atraían hacia mí [...] de manera que ahora nos tomábamos por la punta de los dedos, resistiendo al impulso constante del agua que nos apartaba. [...] Ahora Kim, [...] se aproximaba a mi flanco izquierdo con la mano extendida, [...] flotando en un ángulo perpendicular a nosotros. Su cuerpo cortaba las ondas como un espigón [...] alejándolo de nosotros a cada nueva embestida. Con las piernas y los brazos bien extendidos, nuestros cuerpos formaban algo así como una estrella. [...] Una familia en flotación. (Sánchez 229-31). La imagen de la familia que se construye en los bordes de la nación es tenue, aparente y se prolonga sólo por poco tiempo (Saona 612). La cita anterior a su vez intuye sobre un acercamiento hacia Leo y una posible repulsión hacia Kim. Se observa una atracción natural entre la protagonista y Leo. Al contrario se puntualiza sobre un alejamiento, también, natural hacia Kim. La protagonista comienza a percibir Solís como su hogar (Sánchez 269). En ese lugar aislado la narradora se hace madre de Leo. Al regresar de su corto viaje a Montevideo, la protagonista observa la casa de Solís “hermosa y desconocida” (Sánchez 274). La casa será para ella el lugar donde comenzará su experiencia como madre. El cierre de la novela muestra una escena de aceptación mutua entre la narradora y Leo. Su relación pudo iniciar gracias al refugio que les propició la ciudad uruguaya. Solís fue un lugar utópico que permitió el proceso de cambio de identidad de la narradora. Una segunda ciudad que refleja el cambio de identidad de la protagonista es Montevideo. A pesar de que su estancia en esa ciudad es muy corta, las consecuencias que trae esa visita son fundamentales. La protagonista decide viajar a Montevideo con el fin de conseguir unos repuestos para su automóvil. Estando en Montevideo la narradora reflexiona sobre qué va a pasar con Leo después de que se terminen los días de veraneo. Se da cuenta de que su confusión es “[n]o tanto extrañar a alguien, sino extrañar una situación” (Sánchez 38 268). Ella deambula la ciudad y se da cuenta de que la compañía de Leo la ha privado de muchas actividades tales como “ir al cine, ir de compras” (Sánchez 267, énfasis original). Además la narradora se replantea su relación con Kim. Ella considera que uno de los dos, ya sea Leo o Kim, debe de salir del panorama. Ambos no pueden coexistir juntos. Después de considerarlo ella advierte que no puede vivir más sin Leo, que desde “la irrupción de Leo, el mundo se había vuelto más complejo. Había adquirido algo que antes no existía: el reino de los niños” (Sánchez 270). Por consiguiente, no existe espacio para Kim dentro de la nueva vida que deseaba la narradora. A partir de este momento la protagonista sabe muy bien lo que quiere hacer, ella quiere quedarse viviendo junto con Leo. Por tanto, el utópico final de la novela es posible gracias a la expulsión de Kim quien es desterrado de la ya marginalizada casa de Solís (Rosman 464). Así al inicio de la novela la narradora era acompañada por Kim durante su enfermedad. Al final de la obra ella es cuidada por Leo. La narradora ahora se siente cómoda y tranquila al lado de Leo dentro de la marginalizada casa de veraneo. 2.2 Los planetas de Sergio Chejfec Los planetas de Sergio Chejfec cuenta la relación de S y M; dos amigos separados debido a la violencia política. S recuerda a lo largo de la novela las experiencias compartidas junto a su desaparecido amigo M. S recuerda como recibió un día una llamada telefónica que le comunicaba que M fue secuestrado. Desde el momento de su secuestro nadie sabe qué le sucedió a M. Ese momento será crucial en la vida de S ya que él comenzará a vivir en función del recuerdo de M. No es claro para el lector la razón por la cual M fue secuestrado, la novela se centra en contar cómo era la amistad entre ellos. Los planetas no sigue una temporalidad lineal. El lector deambula entre un pasado con M y un presente sin él. El narrador principal se concentra en especificar algunos datos de su vida que le permiten al lector entender mejor el punto en el que él se encuentra. S es un escritor que no vive más en Buenos Aires. En una de sus visitas a Buenos Aires se encontró por casualidad con otro de sus antiguos amigos, Sito. Este encuentro será fundamental para el escritor ya que se convertirá en el motor que lo anime a escribir la historia de M. Además S conocerá a Mirta del Soto. Su relación con ella también lo impulsará a escribir su libro. S relata también algunas historias contadas alguna vez por M. 39 Estos relatos de alguna manera le permiten al lector conocer más a fondo la dinámica de su amistad. Ambos amigos tenían la costumbre de caminar por la ciudad de Buenos Aires. Esto les daba la oportunidad de reconocer algunos cambios suscitados en la ciudad o bien entrar en contacto con situaciones extrañas que de alguna forma anunciaban el cambio político que iba a experimentar la ciudad. La novela trata de restablecer ese nexo que existió entre estos dos personajes pero que se rompió abruptamente con la desaparición repentina de M. A lo largo de Los planetas, el personaje principal trata de aprender a vivir con el recuerdo de M y superar en cierta forma la melancolía continua que lo acompaña desde el secuestro de M. La novela Los planetas hace referencia a la violencia política producto de la dictadura de los años 70. Sin embargo la obra no presenta ninguna posición ideológica por parte de los personajes. La novela simplemente recuerda a un desaparecido durante este periodo violento en la historia argentina. En Los planetas se vuelve la mirada a un tiempo pasado que marcó hondamente a la sociedad argentina, “la última dictadura militar y los desaparecidos; se mueve constantemente entre los espacios de memoria-olvido-creación” (Valles 3). Se trata en la obra de recuperar al personaje M a través de los recuerdos de S y no aclarar los motivos de su secuestro. La novela busca un diálogo con las memorias dolorosas de la Argentina y lleva al lector a observar de manera cercana el pasado argentino (Novitzki 1). No obstante la vista al pasado se efectúa de una manera personal, afectiva. S establece un vínculo íntimo con M y el lector es atraído hacia este lazo. La obra no busca señalar a ningún culpable, sino más bien volver a un pasado común entre dos amigos que no pueden encontrarse más. Los planetas recuerda alegóricamente eventos dolorosos del pasado mientras trata a su vez de no conmemorarlo, es decir, no manifiesta que los sucesos violentos hayan llegado a su fin completamente (Novitzki 2). Ahora bien, a pesar de que la novela hace referencia a la dictadura del 76, no hay una mención explícita de esta (Novitzki 3). No obstante, sí es posible encontrar pasajes en la novela donde el personaje principal critica la actitud de los argentinos durante ese periodo: Las denuncias, indagaciones y protestas contribuyeron a la reacción colectiva, a través de ellas los secuestrados renacieron y reclamaron su derecho a haber seguido vivos, y también permitieron que la gente palpara la materia horrible donde estaba hundida. Al mismo tiempo, los argentinos en general, entusiasmados con ambiguas gestas como el Mundial de Fútbol de 1978 o la guerra de Malvinas de 1982, advirtieron tarde cómo la avalancha de secuestros, torturas y muertes renovaba sin atenuantes su condena a la frivolidad y la barbarie; y ante ello optaron por el olvido a perpetuidad. (Chejfec 47). 40 La cita anterior orienta al lector a reflexionar sobre el papel que jugó también la sociedad con respecto a los eventos sucedidos durante la dictadura. No obstante, a pesar de lo anterior, es importante recalcar que la violencia política no es el eje central de la novela, sino la amistad entre estos dos jóvenes. Un aspecto interesante que cabe señalar es la pluralidad de narradores que aparece en Los planetas. Comencemos refiriéndonos al narrador principal de la obra, S. La voz de S se manifiesta en la obra en primera persona, de acuerdo con la teoría de la narratología de Genette este narrador sería entonces intradiegético y homodiegético, es decir, el narrador cuenta su propia historia (248). Así lo ilustra la primera intervención de este narrador “presentí que un aspecto de aquellos cambios –no un antes o un después, sino un quién, un cómo y un cuánto-” (Chejfec 13). La narración de S proviene de la memoria, él mira hacia el pasado, por tanto él ordena y privilegia información. Asimismo, él es víctima de la memoria, no es posible para S recordar ciertos datos del pasado “[e]ntre el secuestro y la noticia había un lapso de varios días, un lapso que ahora no me atrevo a calcular, en parte porque no estoy seguro de poder hacerlo” (Chejfec 15). Ahora bien, en la novela también ocurre la aparición de un narrador en tercera persona. En este caso se trata de un narrador intradiegético y heterodiegético que no forma parte de la historia (Genette 248). Es factible para el lector reconocer cuando este narrador tiene la palabra ya que se utiliza en esa instancia el tipo de letra bastardilla. La primera aparición de este narrador relata cuándo empezaron a relacionarse S y M “[c]onoció a M cuando ambos dejaban la infancia” (Chejfec 22). Además de estos dos narradores, es posible a su vez encontrar dos voces distintas en Los planetas. El narrador principal le cede la voz a M y al padre de M. La primera intervención de M ocurre en la historia de los dos niños, Sergio y Miguel, que se intercambian de casa (Chejfec 52). Por su parte, el padre de M narra dos relatos distintos. Su primera historia es la un de violador que espera que su víctima vuelva de nuevo al lugar de la violación (Chejfec 184). Es argumentable que la presencia de esta pluralidad de narradores propicia un espacio para que voces que de alguna manera fueron silenciadas sean escuchadas. Ese es el caso en particular con M y su padre. La voz de M ha desaparecido por completo y la voz del padre de M no fue escuchada cuando buscaba alguna pista sobre su hijo. A lo largo de la narración el lector se percata de la forma en la que S trata de no perder la huella de su antiguo amigo desaparecido M. A través de recuerdos y anécdotas S consigue mostrarle al lector la relación cercana que ellos mantenían. La muerte de M trae consigo una crisis para S. La identidad del personaje principal entra en un estado de inestabilidad ya que él considera que “M era el mártir, pero no porque su sacrificio estuviera dirigido a nuestra 41 salvación sino porque su desaparición era nuestra marca” (Chejfec 20). Por consiguiente es argumentable que S siente que debe vivir en función de M; él advierte la necesidad de hacer recuperar su memora a través de él. Lo anterior lo lleva a cambiar su identidad, logrando así parecerse a M. Al final de la novela es evidente para el lector que S ha llegado a una nueva fase: determina quedarse con el recuerdo de M que vive dentro de él en vez de seguir deseando convertirse en M. El objetivo de esta sección es explorar la evolución de la identidad de S a partir de los recuerdos de M. S pasará de ser un personaje que trata de transformarse y sustituir a M a ser solamente S. No obstante, para la creación de esta nueva identidad, S debe valorar la fragilidad del recuerdo de M que vive dentro de él. Asimismo S tiene el compromiso de probarse a sí mismo como escritor. Para el análisis de la transformación de la identidad del narrador principal se prestará atención a los siguientes aspectos: primero se evaluará la estructura de Los planetas con respecto al cambio identidad de S. Como segundo punto se estudiará la voz narrativa y su relación con el cambio de identidad del protagonista. Tercero se examinará el impacto que tiene el acto de narrar en la transformación de la identidad. En cuarto lugar se analizará cómo los espacios reflejan de cierta manera la mutación de identidad de S. Todos estos aspectos influyen en la transformación de la identidad de S. 2.2.1 Estructura de Los planetas La novela Los planetas está dividida en dos partes no equitativas. La primera parte se titula “Comienzo” y consta de seis capítulos. La segunda parte se llama simplemente “Final” y se constituye solamente de un capítulo corto. En total la obra contiene 7 capítulos. En esta primera subsección del análisis de la novela, el objetivo es indagar la relación entre la estructura y el cambio de identidad de S. Al comienzo de la obra, S se presenta como un personaje que se encuentra atascado en un mismo punto tal y como se observa en la siguiente cita: “así vamos por el tiempo, me dije, sin avanzar apenas” (Chejfec 14). El lector puede intuir por tanto que el personaje principal no vive su vida plenamente, al contrario, es argumentable que él se encuentra en un momento de dolor personal. Desde el primer capítulo el lector es familiarizado con la situación general de lo ocurrido con M. Su mejor amigo fue secuestrado y a partir de ese momento S no sabrá nada más sobre su antiguo amigo. Se desconoce cómo era la identidad de S cuando él y M eran amigos de la juventud. Sin embargo es admisible razonar que como ambos jóvenes 42 estaban creciendo juntos, el proceso de la “formación de la identidad [...] surge del repudio y la asimilación mutua de las identificaciones de la infancia y su absorción en una nueva configuración, la cual depende del proceso en el cual una sociedad identifica la individualidad del joven” (Erikson 159, traducción mía). Es posible inferir a lo largo de la novela que S y M habían establecido algunos parámetros que los definían individualmente. En la obra es posible encontrar algunas características que solamente le pertenezcan a M, por ejemplo, su falta de orientación (Chejfec 32), así como su habilidad para contar historias (Chejfec 122). Estas particularidades son definidas por S. Por tanto es difícil conocer cómo es S ya que tal como él mismo lo expresa “es cierto que ignoramos cuándo somos; esto lo advierten los otros, quienes nos rodean, en cierto momento al ver aparecer nuestras señales” (Chejfec 123, énfasis original). No obstante, S es definido por el narrador en tercera persona como “el otro” (Chejfec 41). Por tanto es factible que la identidad de ambos amigos fuese distinta en algunos aspectos. Al mismo tiempo el narrador en tercera persona le comenta al lector que existían “señales de armonía o peligro, marcas de identidad compartida” (Chejfec 49). Entonces, S y M compartían ciertos rasgos de identidad en común. Ahora bien, es posible en este punto del análisis utilizar de nuevo la teoría de James A. Marcia. Es argumentable que S en la parte del “Comienzo” se encuentra en el segundo modo, es decir, identity diffusion. En este modo el sujeto puede o no haber experimentado una crisis personal producto de su “falta de compromiso” y quizás el sujeto no haya elegido todavía una ocupación (Marcia 552). A lo largo del “Comienzo” es notorio el énfasis que S atribuye al problema de definir quién es él. En esa primera parte de la novela el lector es introducido al momento que desató la crisis de identidad de S, o sea, el secuestro de M. A su vez S le narrará al lector lo importante que era la amistad de M para él. Como se ha mencionado previamente, S y M podrían haber sido muy parecidos, por tanto no es difícil que la identidad de S mutara a ser como la de M. Así en la primera parte de la novela, S trata de ser M. S siente que esa es la deuda que debe pagar al ser el sobreviviente de la historia (Chejfec 20). S desea ser M y así sustituirlo (Novitzki 1). Su compromiso con M es fuerte, así como lo comenta S “era el tiempo de ese momento, comenzaba algo cuyo sentido yo ignoraba, hecho de abandono y, aunque suene contradictorio, doble vida” (Chejfec 36). A su vez, el compromiso de S para consigo mismo es vago. Justamente por esa razón no puede realizar su commitment. En el caso de S sería escribir un libro sobre su amistad con M. No es posible para S escribir un libro siendo M ya que “M jamás se interesó por algo que tuviera relación con ello, y sin embargo desde un principio tuvo una fama de escritor” (Chejfec 240). Por consiguiente S debe dejar de ser M para definirse completamente como escritor ya que esa no es una ocupación perteneciente a M. Al 43 contrario, en la pequeña segunda parte de la novela, o sea, el “Final”, S podría haber cambiado y ahora experimenta el modo de identity achievement. Según expone Marcia en este modo el sujeto ha sufrido una crisis de identidad y este se encuentra comprometido a una ocupación (551). S aborda la interrogante sobre la identidad compartida y advierte el nacimiento de una nueva identidad “porque entonces podíamos imaginarnos iguales; y la importancia de la igualdad no radicaba sólo en la concreción de una equivalencia sino también en la revelación de una nueva identidad” (Chejfec 279). A su vez es deducible para el lector al final de la obra que S logra su commitment. El personaje principal escribirá el libro sobre su amistad con M, “la novela cierra con la promesa de su propia historia” (Miller 101, traducción mía). Para cerrar esta subsección sobre la estructura de Los planetas sería interesante hacer un comentario sobre la división de la novela en siete capítulos. El número siete se puede asociar con el título de la novela Los planetas gracias a la interpretación temprana de los babilonios sobre el número ya que “por razones desconocidas ellos pensaron en siete planetas, siete pares de estrellas, siete zonas celestiales” (Chrysanthis 82, traducción mía). Además es sobresaliente destacar que los babilonios le heredaron las propiedades sagradas del número siete a los judíos y persas (Chrysanthis 82). Ahora bien el sistema de duelo de los judíos está estructurado en tres periodos de tiempo con cada una de sus respectivas prácticas (Gerson 261). Aninut es el primer periodo que se encuentra entre la muerte y el entierro (Gerson 261). Los segundos dos periodos conforman el avelut o periodo de duelo cuya primera etapa es shivah que dura siete días comenzando después del entierro (Gerson 261). Es posible establecer un nexo entre el shivah y la obra. Es conocido para el lector que M es secuestrado y después de eso es imposible conocer qué sucedió con él. S supone que M pudo haber muerto durante una explosión sin embargo él advierte que “[d]ebo decir también que no tenía entonces, como no tengo ahora, forma de comprobar la presencia de M en la explosión. Pero tampoco estaba o estoy en condiciones de descartarla” (Chejfec 15-6). Por consiguiente M no tuvo ningún tipo de entierro ni ninguna forma de despedida por parte de sus familiares y amigos a pesar de que él presuntamente haya muerto. Por tanto, es argumentable que los primeros seis capítulos de Los planetas se podrían considerar como el periodo en que S manifiesta el sentido que tiene después de la desaparición de M. La obra ofrece así una compleja examinación del discurso del duelo (Miller 91). El séptimo capítulo se puede observar entonces de una manera más positiva, ya que este se asemeja a “una quimera de duelo y melancolía” (Miller 102). Así la división en siete capítulos de la obra refleja a su vez un cambio de estado del personaje personal. 44 Por lo tanto, la estructura de la novela refleja la evolución de la identidad de S. Las dos partes de la novela, tanto “Comienzo” como “Final” marcan cada una un modo distinto de trastorno hacia la transformación de S. Asimismo, la división en siete capítulos podría señalar el cambio de estado que atraviesa el protagonista. 2.2.2 La voz narrativa en Los planetas En la presente subsección se examinará la transformación de identidad que experimenta S. Tal como se mencionó anteriormente, la voz principal de la novela es la del protagonista S. A partir de este narrador el lector conoce los detalles que él considera más sobresalientes de compartir sobre su amistad con M. Sin embargo, los otros narradores que se encuentran en la novela ayudan al lector a entender mejor la dimensión del nexo entre S y M. Por esa razón es interesante tomar en cuenta la pluralidad de estas voces en el momento del análisis de esta subsección. Es necesario también recordar que la novela no es lineal. S narra sus memorias con M al mismo tiempo que narra situaciones que sucedieron al poco tiempo del secuestro y relata también aspectos de su vida en el presente de la obra. Ahora bien, la nueva identidad del personaje principal surge como consecuencia de la desaparición de M. Después del secuestro de M, S entra en una confusión en la cual él trata de vivir de la misma manera en que lo hacía M. En otras palabras se produce una disrupción en la vida de S ya que este desea sustituir a M. No obstante al final de la novela, es argumentable que su transformación es abandonar la idea de reemplazar a M y continuar siendo S. Siguiendo de nuevo a Erikson, la formación de la identidad es un proceso situado en el centro del individuo y este fenómeno supone un proceso tanto de reflexión como de observación (22). Asimismo el sujeto experimenta un proceso de internalización que lo conlleva a pensar atentamente sobre “quién es uno” (Soenens 4). Dado lo anterior es posible considerar que los procesos de internalización que experimentó S para la transformación de la su nueva identidad se pueden analizar a partir de las relaciones que él establece con M, Sito y Mirta del Soto. El nexo con cada uno de estos personajes guiará al protagonista a desarrollar su nueva identidad. 2.2.2.1 Relación con M Iniciemos explorando la relación de S con su amigo de juventud M. Esta es la relación más significativa dentro de la obra. La amistad que ellos establecen significa un nexo muy profundo para el protagonista. Tras la desaparición de su amigo, S experimenta un proceso de 45 internalización. En la primera parte de la obra deambula entre recordar el pasado con M y al mismo, trata de hacerse pasar por M cuando este es secuestrado. Al final de Los planetas S sufre su proceso de internalización y como resultado obtiene una nueva identidad. Su nueva identidad es en cierta forma dejar de ser M y ser más bien solamente S. Con el fin de poder observar este proceso, se comentará primeramente en de qué manera el secuestro de M afecta a S. Seguidamente se mencionará de qué forma se consolidó la amistad entre ambos jóvenes. Como tercer punto se observará la clase de amistad que ellos mantuvieron. Como cuarto punto se indagará sobre la posible ambigüedad entre S y M cuando S quiere apropiarse de su nombre. Por último se analizará el factor que producirá el proceso de internalización de S, o sea, la importancia de guardar el recuerdo de M y convertirse en escritor. Ambos factores impulsarán al desarrollo de la nueva identidad de S. Es importante aclarar que en el análisis de los primeros cuatro puntos se explorará la identidad de S como sustituto de M. Por tanto, los aspectos anteriores se ligarán con factores que pudieran haber propiciado la apropiación de la identidad de M por parte de S. El secuestro de M provoca un desequilibrio en la identidad del protagonista y ese factor impulsa la transformación de identidad de S. Al inicio de la obra S comenta sobre una noticia del periódico que trata sobre una explosión ocurrida “[a]quella noticia hablaba de restos humanos esparcidos por una extensa superficie. Hay una palabra que lo describe muy bien: regados. Miembros regados, repartidos, ordenados en círculos imaginarios desde el centro inequívoco, la explosión” (Chejfec 14). Esta noticia lo hace recordar la desaparición de M “creí conocer aspectos que la noticia no mencionaba. En mi caso, la explosión tenía un pasado doloroso, que comenzaba con el secuestro de M” (Chejfec 15). A partir de las dos citas anteriores el lector puede intuir un cierto vínculo de violencia asociado con la desaparición de M. La escena de la explosión se asemeja a la estructura del trauma como usualmente es conceptualizada ya que la parte irrepresentable de la vivencia es lo que conforma el núcleo de esa memoria; alguna tentativa de narrar el trauma de la desaparición de M es confrontada a los límites de representación y lenguaje (Miller 91). Ahora bien, la ocurrencia de individuos que desaparecían durante la llamada Guerra Sucia figura un trauma debido a la repentina e inexplicable desaparición de personas (Miller 89). Justamente eso le sucede a S cuando se entera por medio de una llamada telefónica que M fue secuestrado “[a]ntes dije que frente al secuestro de M nos quedamos sin habla (debo agregar también que el mundo se derrumbó para mí)” (Chejfec 34). Por tanto la súbita desaparición de M deja al protagonista sumergido en un mundo de dudas y de interrogantes. No es claro para él que sucedió con M. Por esa razón S sólo puede especular si M habrá muerto en una explosión o 46 no. S cuestiona a su vez el papel que él debe desempeñar siendo el caso que él está todavía con vida: [...] aunque nada se dijera sobre ello, que el azar había estado del lado de los amigos, o sea, de nuestro lado, y no del suyo. Esa casualidad patrocinada por el mal nos transformaba como deudos y nos convertía en deudores. M era el mártir, pero no porque su sacrificio estuviera dirigido a nuestra salvación sino porque su desaparición era nuestra marca. (Chejfec 20). De la cita anterior es deducible que S ha llegado a la conclusión que hasta cierta medida que él debe vivir en función de M. Las acciones de S serán entonces una forma de compensación al ser el sobreviviente (Miller 96). Así se podría argumentar que de esta manera comienza la confusión de identidad del personaje principal. S considera que “de los pocos deberes y sentidos que él había elegido para sí me impuse continuar y cumplir con el mayor número posible” (Chejfec 36). Por consiguiente, es palpable para el lector el grado de desconcierto presente en S producto del secuestro de M. El compromiso que siente S hacia M es tan grande que este personaje intentará inicialmente ser una especie de sustituto de M para llevar a cabo –tal y como el propio S lo menciona- “los deberes” de M. Entonces el secuestro de M es el factor determinante que conduce a S a convertirse en M. Es interesante mencionar en este momento cómo surgió la amistad entre S y M. Este encuentro entre los dos personajes se puede observar desde dos voces distintas dentro de Los planetas. El lector conoce primeramente cuándo se conocieron a través de la intervención del narrador en tercera persona “[c]onoció a M cuando ambos dejaban la infancia” (Chejfec 22). A su vez, este narrador comenta sobre el tipo de relación que ambos mantenían “[l]a relación entre M y el otro se apoyaba en un tiempo mutuo, aunque no siempre compartido, dentro del cual avanzaban los temas, mezclados con las acciones y los hechos, a través de conversaciones y silencios” (Chejfec 49). Es preciso indicar que el narrador en tercera persona comparte algunos detalles a los que S no se refiere. Debido a ese factor es posible explorar su relación más a fondo. Ahora bien, tanto S como el narrador en tercera persona indican que la amistad entre ellos se selló con el intercambio de unos retratos veinte años antes del secuestro (Chejfec 22-3). S conserva ese retrato inclusive después de la desaparición de M, la fotografía crea un nexo entre el pasado en el cual ella fue tomada y el presente en el cual la foto es mirada (Horne 235). S recuerda que: 47 La tarde cuando intercambiamos las fotos M aclaró: “No creo en las fotografías” [...] Las fotos son pruebas de una realidad momentánea, siempre arcaica y desplazada, dijo con otras palabras; pero que por lo mismo carecen de valor documental, apenas reveladas ya son reliquias, son mudas; son el vínculo entre el pasado –la circunstancia que describe la foto- y el presente –el momento cuando la contemplamos. ¿Y qué hay entre el pasado y el presente?; preguntó levantando la voz. Nada, vacío bajo los pies [...] “Guardamos estas fotos como talismanes, pero no como pruebas.” (Chejfec 23-4). La foto se puede considerar como una temporalidad detenida que pretende revivir a su amigo muerto (Horne 235). Asimismo la foto no representaría solamente la prueba de un momento pasado, M la considera también como un talismán y de esta manera se subraya la importancia de un objeto, por así decirlo, con poderes mágicos (Miller 93). Es argumentable que S también interpreta el intercambio de retratos como algo simbólico “ese rito privado, de algún modo también inocente en la medida en que no pretendía dirigirse a cosa alguna más allá de las personas implicadas en él, o sea nosotros dos, inició un final, tuvo una culminación excesiva comparada con su comienzo trivial” (Chejfec 214). Es posible interpretar el “final” al que se refiere la cita previa de dos modos diferentes. El primero sería que el intercambio marcaría el final de la identidad de S ya que “la foto del amigo muerto es ahora la foto que le pertenece al protagonista” (Horne 235, traducción mía). S medita así “ [p]ero “mi foto” no era mi retrato, sino el de M” (Chejfec 24). Por consiguiente se dará lugar a la confusión de identidad por parte S al querer apropiarse del retrato de M. La segunda posible interpretación sería que el intercambio de fotos marcaría la distinción entre el amigo desparecido y el que sobrevivió (Horne 235). El hecho de S conserve el retrato de M probaría en cierta forma la existencia de S ya que no se sabe que sucedió con el retrato de S que conservaba M. Por tanto este rito inocente entre los dos amigos marcará por un lado el inicio de su amistad y por el otro señalará ciertos cambios que se producen en la identidad de S. Después de la desaparición de M, S tratará de apropiarse de su identidad tal y como lo hizo anteriormente con su retrato. Es necesario a su vez indicar qué tipo de amistad S y M sostuvieron para poder observar y comprender mejor el proceso de internalización que S efectúa casi al final de Los planetas. S describe la amistad con su desaparecido amigo después de dar a conocer algunos detalles de M. De esta manera el lector no conoce todavía qué cercano era su lazo o bien, las actividades que compartían juntos. El personaje principal narra “[a]sí caminábamos, haciendo 48 comentarios distraídos sobre el clima y la atmósfera. (Aunque aquellos diálogos, creo hoy, fueron la más acabada confirmación de nuestra amistad; jamás los volvería a establecer con nadie en su espíritu ni, de hecho, en su materialidad)” (Chejfec 126-7). Por el hecho de caminar por la ciudad los dos amigos podían advertir o revivir paradojas sobre los diferentes temas que observaban (Quintana 29). S mismo define el lazo entre ellos como una “amistad territorial” (Chejfec 163). Las citas anteriores muestran así la naturaleza de la amistad de estos dos jóvenes. S a su vez recuerda un comentario de M sobre el hecho de recorrer la ciudad: [...] dijo M. A veces pienso que andamos por la ciudad como planetas, siguiendo una trayectoria individual y con una misma posición relativa navegamos según dibujos uniformes. Pero los planetas no se mueven así –lo corregí-, en todo caso serán las “estrellas”, los “astros”. [...] Así, el movimiento aparente de aquello que está en el cielo y que de manera genérica llamamos estrellas se convirtió, por obra de la casualidad, en clave y emblema de nuestro vínculo: pese a los vacíos y distancias que pudieran producirse, eventualmente y como quien dice, entre los dos, siempre habría una influencia recíproca, pautada por simples principios de equilibrio y compensación. (Chejfec 130). De la cita anterior es interesante enfatizar la etimología de la palabra planeta. Según la RAE, la palabra proviene del latín planēta y este viene del griego planḗtēs que es errante (“planeta”). Entonces es factible establecer un nexo entre el título de la novela y la amistad de S y M. Ambos recorren Buenos Aires de manera errante. Ellos simplemente tomaban una ruta y caminaban sin rumbo fijo. Además la palabra planeta en la cita previa es también significativa ya que “[l]a imagen de los planetas [...] como hábitats autónomos [...] dependientes entre sí [...] lo agobia el carácter dependiente que existe entre ellos (los planetas) sin que dicha influencia mutua pueda evitarse (cada planeta puede ser barrido o conmovido ante la interferencia o choque con otro)” (Quintana 28). En el “Comienzo” de la obra es notorio para el lector que S es tremendamente influenciado por M. S desea de alguna forma ser tal como lo era M. Gracias a la naturaleza de su amistad ambos pudieron establecerse como dos elementos autónomos y dependientes a la vez. Por consiguiente no es difícil de esperar que haya una convergencia de identidades entre ellos, ya que ambos se afectaban mutuamente debido al vínculo tan fuerte que mantenían. No obstante con la desaparición de M hubo una ruptura entre estos dos amigos. Por tanto es argumentable 49 que S adopta la identidad de M para compensar el hecho de ser el único amigo que quede existiendo. Ahora bien, para poder comprender entonces el proceso de internalización que sufre S es conveniente explorar un último punto en el desarrollo de la relación entre S y M. Previamente se detalló cómo se conocieron ambos jóvenes y qué tipo de amistad compartían. Es necesario entonces señalar el nuevo nexo que se establece entre ellos después del secuestro de M. Con la desaparición de M el personaje principal entra en un estado de confusión. S decide por tanto adoptar el nombre de M. Al inicio de la obra, S hace referencia a la razón por la cual el nombre de M no es indicado completamente “(M de Miguel, o de Mauricio; también podría decir M de Daniel, ya que, como sabemos, detrás de las letras puede haber cualquier nombre)” (Chejfec 15). El lector no tiene la seguridad de que M sea concretamente la inicial del nombre de su amigo secuestrado. Aparte de las posibilidades que S señala, M podría bien ser bien la inicial de “Muerte o Memoria” (Novitzki 4). A su vez S no podría ser solamente la inicial de Sergio sino también de sobreviviente (Rajca 6). Otra interpretación factible de la inicial de M es el significado de esta letra según la RAE; en la numeración romana m representa mil (“M”). Por lo cual M podría representar también los miles de desaparecidos anónimos durante la última dictadura argentina. Y eso es justamente lo que le sucede a M; primero su cuerpo desaparece y después también su nombre al no aparecer en ninguna lista (Chejfec 45-6). Las listas públicas se transformaron en símbolos de poder institucional durante la dictadura militar (Miller 95). S profundiza más sobre el hecho de no aparecer en una lista “[s]e ignora el nombre de muchos secuestrados; sin embargo sólo su ausencia en las listas públicas nos habla a nosotros, que lo conocimos, de un vacío que pone en duda la misma existencia” (Chejfec 46). Entonces el aparecer en una lista evita que el sujeto quede en el limbo de la existencia (Chejfec 46). Al desaparecer M el personaje principal decide tomar simbólicamente el lugar de M en la sociedad (Quintana 32). S intenta sustituir a M adoptando el nombre de él. S le explica al lector la razón por la cual pensaba cambiarse el nombre “durante un tiempo intenté cambiar mi nombre, quise adoptar el de M. [...] me pareció justo que yo, habiendo quedado vivo, compensara su ausencia volcando su nombre sobre el mío” (Chejfec 256). De esta forma le daría vuelta a la situación y el desaparecido sería S. Asimismo el nombre de M aparecería en alguna parte si S lo adoptara. El protagonista de la novela no está “conforme con su propia voz, él está dividido entre el deseo de conservar el recuerdo de M y el miedo de convertirlo y así de simbolizarlo” (Novitzki 1, traducción mía). Por consiguiente es posible para el lector 50 deducir la identidad difusa de S en Los planetas. La confusión que atraviesa el personaje principal puede ser producto del desasosiego de encontrarse como el único sobreviviente. No es factible trazar las huellas de lo sucedido con M y por esa razón S resuelve reemplazar a M. En base a lo anterior es posible señalar el proceso de internalización que sufre S y a partir de ahí surge la nueva identidad del protagonista. El proceso de internalización de S se encuentra vinculado con dos aspectos: el primero tiene que ver con el mantener el recuerdo de M vivo y el segundo con definirse a sí mismo como escritor. S busca cambiarse su nombre por el de M. Con el fin de lograr su objetivo, S visita el Registro Civil. Estando ahí conoce a una empleada del lugar, Mirta del Soto. Al inicio ella es un poco renuente de querer ayudarlo. Los dos finalmente llegan a establecer una especie de relación íntima. Después de formado ese vínculo Mirta le indica que a través de ciertas causales él puede satisfactoriamente cambiarse el nombre. A Mirta se le ocurre una buena idea “[e]stuve pensando: ya que sos escritor, ¿por qué no escribís un libro y lo firmás con el otro nombre?” (Chejfec 266). Sin embargo, al obtener una razón lo suficientemente buena para lograr su cometido, S narra al lector que “[e]n ese momento advertí un estatuto diferente en la ausencia de M. Puede sonar egoísta y un tanto a destiempo, pero su falta, [...] no sólo es una pérdida sino también una amenaza” (Chejfec 269). Lo que le sucede a S es justamente lo que él le narra al lector en las primeras páginas de la obra. El sintió en peligro la vida de M dentro de él, “[e]ra una opción por la supervivencia” (Chejfec 36-7). Por tanto s podría ser a su vez la inicial de supervivencia. La supervivencia del recuerdo de M dentro de S. Al tratar S de cambiarse el nombre los límites entre los dos desaparecerán por completo (Zivin 82). En la parte del “Final” de Los planetas S reflexiona sobre el hecho de que M y él fuesen iguales: Y a ambos nos complacía esta idea, en definitiva la apoteosis de muchas de nuestras aspiraciones, sobreentendidos y creencias, porque entonces podíamos imaginarnos iguales; y la importancia de la igualdad no radicaba sólo en la concreción de una equivalencia sino también en la revelación de una nueva identidad. Durante el breve lapso, comparado con la duración usual de una vida, que demora el tren en recorrer unas pocas estaciones nos confundiríamos en una indiferenciación mutua. (Chejfec 279). 51 De la cita anterior es posible derivar que S se refiere al periodo de confusión que ya está pasando, ese recorrido difuso en el que el personaje principal se perdió en la identidad de M. Asimismo es deducible que el narrador contempla una nueva identidad la cual no sea tal como era la de M. S debe trazar una diferencia entre ambas identidades ya que si procediera con su cometido de cambiarse el nombre ya no existiría un S que recordara a M ni tampoco habría un M que recordar (Zivin 78). Ahora bien en la parte de “Final” se produce el propio reconocimiento de S como el escritor. S enfatiza varias veces en la obra la duda que produce su profesión de escritor en otros personajes. M tenía la fama de contar historias, por lo tanto S considera que “es para mí evidente que, de haber continuado con vida, él habría sido el escritor, el novelista. (Esta suerte de sustituto que por momentos creo ser no significa un demérito, no lo considero como tal. No puedo decir “Fracasé”, no soy yo)” (Chejfec 122). No obstante es debatible que S sea el sustituto de M el escritor. Como se mencionó en el apartado (2.2.1) M no manifestó querer ser escritor. Quizás esa profesión sea la que realmente quiera S tal y como lo muestra la cita previa al decir “No puedo decir [...] no soy yo” (Chejfec 122). Por consiguiente S debe de dejar de tratar de ser M para convertirse en escritor. Además es necesario que “en vez de escribir como M, él debe permanecer S para poder convertirse en escritor así que, a través de su propia escritura, él pueda dar testimonio de la desaparición de M” (Zivin 83, traducción mía). Por tanto el proceso de internalización que sufre S lo impulsa a establecer la distinción entre él y M. Inicialmente el personaje principal se encontraba en un estado de confusión en el cual su identidad se había trasformado pareciéndose a la de M. No obstante, el temor de perder el recuerdo de M que vive en su memoria, lo obliga a trazar los límites entre uno y el otro. Por tanto con el fin de mantener su recuerdo M debe ser distinto a S (Quintana 35). Su cambio de identidad será entonces ser S. Al lograr fijar un margen entre ambos es posible a su vez afianzar su identidad como escritor y escribir la historia de su amistad con M. De esta manera el recuerdo de M no quedará simplemente en el olvido. 2.2.2.2 Relación con Sito La relación entre S y Sito influye significativamente en el cambio de identidad del personaje principal. Sito impulsará al narrador principal a decidirse completamente a escribir el libro que narre la amistad entre él y M. Con el fin de indicar el proceso de internalización que efectúa S es necesario primeramente indicar quién es Sito en la novela. Después se discutirá la influencia que tuvo el encuentro entre S y Sito. 52 Iniciemos indicando quién es Sito dentro de la obra. Sito era un amigo de cuadra de M. (Chejfec 131). Sito vivía solamente con su madre ya que su padre había muerto anteriormente. Sito no tenía hermanos, era hijo único. Esta situación lo convirtió en un “huérfano a medias” (Chejfec 132). Durante su niñez Sito fue cruel con su madre, imponía su poder sobre ella. Sin embargo, al llegar a la adolescencia los papeles se invertirían y Sito sería ahora víctima de la crueldad de su madre. La madre de Sito poco a poco se convirtió en alcohólica. Ella esperaba que su hijo siempre le tuviera una botella lista dentro de un aparador de la casa. S recuerda que cuando visitó la casa de Sito en alguna ocasión él tenía que llevarle la botella a la habitación donde ella se encontraba. A pesar de que su madre era violenta en contra de él, Sito no devolvía los golpes a su madre. S especula que la superioridad de su madre venía “de la voz, gritos y movimientos” (Chejfec 133). Sito era de la opinión también de que M debía de ser el escritor. Así lo hace ver cuando le indica a S que su madre muchas veces le decía a Sito “[a]ndá a ver a tu escritor” (Chejfec 240). Sito escuchaba con agrado las historias que M tenía siempre que contar. Inclusive Sito creía ciertas experiencias difíciles de catalogar como verosímiles, tal fue el caso con la historia del ojo. Nadie le creyó a M esa historia excepto Sito (Chejfec 89). Sito y M siguieron manteniendo un contacto esporádico, cuando se cruzaban varias veces por casualidad en el barrio (Chejfec 240). Ahora bien, tiempo después de la desaparición de M, S se encontró de casualidad con Sito. Ambos decidieron irse a tomar un café juntos. Este encuentro marcará un punto decisivo para el personaje principal. El proceso de internalización que sufre después de su reunión lo ayudará a definir su nueva identidad y también lo impulsará a escribir el libro sobre M. Mientras se tomaban un café ambos amigos charlaron sobre determinados temas tanto del presente como del pasado. S le narra al lector que el encuentro era un poco difícil para ambos “tal como ahora se reflejaba en cierta mutua y confusa incomodidad, desde la desaparición de M no habíamos vuelto a encontrarnos” (Chejfec 134). Sito le contó que trabajaba como mesero en una confitería y aparentemente su madre había muerto. A su vez comentaron un poco sobre el secuestro de M. Este será el único momento en que ellos hablarán sobre la desaparición de M (Rajca 11). Es importante resaltar dos aspectos clave que surgen a la luz al recordar a M durante su encuentro. Por un lado solo discuten sobre su supuesto pasado como militante de izquierdas y por otro no comentan anécdotas que ambos podían compartir sobre M el amigo. Primeramente tratemos las dudas entorno al pasado como militante de izquierdas de M. Sito deseaba aclarar primeramente que M no fue secuestrado en su casa como se tenía creído (Chejfec 137). Asimismo Sito necesitaba saber sobre el pasado político de M y 53 esperaba un tipo de confirmación por parte del personaje principal que le asegurara de que M efectivamente “no hacía nada, ¿no?” (Chejfec 141). Por lo cual “la necesidad de Sito de determinar a M como “inocente” o “culpable” al pensar que su desaparición es producto de las justificaciones ofrecidas por los militares (ellos estaban defendiendo la nación de los subversivos) y el grupo militante de izquierda (que estaban resistiendo la opresión de la dictadura [...])” (Rajca 12). Lo anterior hace pensar a S que para Sito es indispensable etiquetar a M ya sea como inocente o culpable (Rajca 12). S entonces observa […] el tenor de las dudas de Sito. En su memoria la figura de M, siempre distraído hasta el punto de parecer indiferente, conservaba un aura de inocencia, incluso de ausencia e ignorancia, y en este sentido la desaparición constituía, además de una interrogación acerca de su destino, también una incógnita sobre su pasado. El pasado de M, según lo entendía Sito, podía haber sido susceptible de propiciar el secuestro –o todo lo contrario, acaso fuera absolutamente ajeno a la política, y por lo tanto víctima de una situación no prevista ni buscada-. [...] necesitaba saber si M era absolutamente inocente, o sea, según su criterio, una víctima absoluta. Lo era, dije al responder “No” a su pregunta. (Chejfec 141-2). De la cita anterior es entonces deducible que M no participó en actividades de la subversión (Rajca 12). A su vez es significativo indicar que esta es quizás la única pista que el lector conoce sobre la posible razón del secuestro de M. Así, S y Sito solo mencionan a M en torno al tema de un supuesto pasado que lo hiciera susceptible de ser secuestrado. Ahora es interesante considerar las implicaciones que trae consigo el no mencionar de alguna otra forma a M. No se recordó a M durante su encuentro (Chejfec 148). S considera que él era el que debió dar el primer paso a la hora de hablar de M, pero él no lo hizo (Chejfec 161). S especula lo que puede estar pensando Sito cuando se despide de él “[p]ero qué tipo cretino, toda la tarde hablando y en ningún momento sacó el recuerdo de su amigo” (Chejfec 161). En este momento es importante mencionar también que Sito no le cree a S que él sea escritor (Chejfec 144). Así a partir de los factores previamente mencionados es posible inferir el proceso de internalización que sufre S tras el encuentro con Sito. S se da cuenta hasta cierta medida de la responsabilidad que él tiene de mantener vivo el recuerdo de M. Así se puede deducir de la siguiente cita “[a]hora veo que, más allá de sus palabras, también Sito fue importante al pagar los cafés” (Chejfec 147). El hecho de pagar los cafés indicaba una invitación a abrir la puerta al pasado y hablar sobre M. S valora mucho su encuentro con Sito: 54 “Sito tuvo una influencia importante en la decisión de escribir esta historia; es cierto que existía desde antes, era una de esas promesas algo borrosas, a mitad de camino entre la dedicación y la renuncia, pero nuestro encuentro, en relación con esto, fue decisivo. Sito fue el instigador último” (Chejfec 136). El personaje de Sito influye positivamente en la decisión de S de escribir el libro sobre su relación con M. La intervención de Sito es fundamental entonces para que S cambie de identidad y deje de tratar de reemplazar a M. Como se mencionó previamente, si S reemplazara totalmente a M no habría nadie que lo recordara más. La memoria de M necesita de la memoria de S para que siga siendo recontada e interpretada (Miller 97). Justamente esa es la misma situación que observó S cuando estuvo con Sito. Además el decidirse a escribir el libro es fundamental para el cambio de identidad de S ya que eso lo consolidará como escritor realmente. Por tanto, gracias al encuentro con Sito, S efectúa un proceso de internalización que lo impulsará a dejar su antigua identidad y así poder transformarse propiamente en S el escritor. 2.2.2.3 Relación con Mirta de Soto La relación que establece S con la empleada pública Mirta de Soto es corta y en cierta forma simple. No obstante el vínculo entre los dos afectará a S y lo conducirá a reflexionar sobre su propia identidad. Así se producirá un proceso de internalización que culminará en el desarrollo de la nueva identidad de S. Como se mencionó previamente, S intentó cambiarse el nombre por el de M en un momento determinado. No obstante el cambio que él buscaba era permanente y concluyente. Por eso acude al Registro Civil. Una vez estando ahí conoció a la empleada Mirta de Soto. La empleada le pregunta la razón por la cual quiere cambiarse el nombre. S le contesta que es por motivos personales. Tal justificación no es suficiente; el cambio de nombre puede efectuarse bajo otras “causales” (Chejfec 258). S queda intrigado y desea saber cuáles son las posibles causales que pueden ser utilizadas para lograr su objetivo. Esa razón lo lleva a visitar la oficina otras tres veces y en la cuarta arregla una cita con Mirta. La cita entre los dos es necesaria para que Mirta accediera a ayudarlo. Juntos visitan un bar y al final del encuentro Mirta le comenta que esperaba que él la llevara a otro sitio. S se da cuenta entonces que ella “no podía ayudarme si no dejaba de ser un desconocido” (Chejfec 263). Por consiguiente los obstáculos burocráticos que enfrenta S lo llevan a acostarse con la empleada del Registro Civil con el fin de lograr su objetivo (Zivin 83). A partir del nuevo vínculo establecido entre los dos, Mirta resuelve decirle a S qué es lo que puede hacer. La idea era simple, publicar un libro con el nombre nuevo que él quería (Chejfec 266). La propuesta de Mirta es la que va a 55 producir el proceso de internalización en S. En ese preciso instante se percató del error que sería el cambiarse el nombre: [...] pensé si Mirta no encarnaría una simplicidad excesiva, una sencillez tan plana que afectaba con su intervención el valor y significado de mi empeño, y con ello el recuerdo de M en su conjunto. Es verdad que esa misma sencillez era su equipo de magia portátil, el conjunto de asombrosos atributos detrás de los cuales yo había entrevisto la posibilidad de una libertad cierta; pero si estaba dispuesto a producir en mí un cambio en esa dirección, aceptar que se produjera en la parte mía donde se guardaba y guarda M, significa también traicionar su recuerdo (Chejfec 267-8). A partir de la cita anterior el lector puede interpretar que S presintió un cambio, quizás, radical hacia la memoria de M. Cuando S está con Mirta él que deja de ser él; es otro (Chejfec 263). Asimismo S junto a Mirta siente que no puede concentrarse totalmente en pensar en M; observa su “recuerdo impreciso de algo relacionado con M” (Chejfec 264). Por consiguiente, la relación de S y Mirta afecta en cierta forma el S que vive recordando a M y al S que quiere sustituir a M. Es argumentable que lo anterior se produce porque Mirta es el único personaje que no conoció a M. Así S no la puede asociar con un pasado común con M. La propuesta de Mirta lo hace reflexionar sobre las consecuencias de su idea de tomar el nombre de M: [C]ómo podía ser que una vez logrado el objetivo, conseguir la causal y tener una mediana anuencia, desechara el esfuerzo y quisiera olvidarme del asunto. Todo podía ser muy paradójico, pero ante la posibilidad real de cambiar de nombre advertía mi propio temor, no por lo que pudiera pasar conmigo [...] sino por lo que pudiera sucederle a mi recuerdo de M, a él dentro de mí. (Chejfec 271-2). Para conservar el recuerdo de M, S debe determinar quién es él y definir su apego hacia M (Miller 97). Tal y como lo narra S en ese momento “dejaba de ser y volvía a ser, rápido como un corazón” (Chejfec 270). Por consiguiente el proceso de internalización que sufre S lo lleva a establecer los límites entre él y M con el fin de preservar el recuerdo del último. S entonces debe dejar de ser M. 56 2.2.3 El acto de narrar en Los planetas En Los planetas el acto de narrar está presente a lo largo de toda la novela. Funciona como una especie de cura para S. Por medio de este acto el personaje principal redefine su identidad. La novela es el espacio en el cual S relata sobre la gran amistad que tuvo con M. A su vez, por medio de las diferentes historias que se mencionan es posible observar su relación desde otro punto de vista. El acto de narrar permite la creación de la nueva identidad de S. Como se ha mencionado anteriormente la historia de Los planetas nace a partir del deseo de S de recordar a su querido amigo M que desapareció durante la última dictadura de la década de los setenta. En este caso, entonces, la literatura se toma la complicada tarea de tratar de narrar lo incontable (Zivin 77). Así que esta es también una historia que no se ha acabado todavía (Chejfec 17). Probablemente la historia se mantendrá inconclusa hasta que se pueda saber realmente qué fue lo que le sucedió a M ya que no se ha logrado hasta el momento obtener una razón del paradero final del amigo (Miller 98). El plano político se inmiscuye de esta manera en el plano íntimo de las personas. Esta intervención violenta deja huellas significativas tal como lo narra S “al revés de muchas otras circunstancias, los efectos del crimen no se borran de inmediato, tampoco en el mediano o largo plazo y más bien nunca” (Chejfec 16). Ahora bien, “[a]nte la carencia de un modelo de patria, ya que éste fue usurpado por la dictadura, se recurre a la tradición literaria, a los estereotipos de la tradición que otorgan autoridad al narrador” (Veres 4). Justamente eso sucede en la obra, S mantiene el control narrativo. No obstante este poder no es absoluto ya que él permite la intervención de otros narradores dentro de la obra. El narrador principal se desaparece por momentos de la obra y le cede la palabra a M con el fin por un lado de devolverle la voz a su amigo y por el otro de “superar la pretensión realista del testimonio” (Saban 6). La literatura es entonces un medio para atesorar la memoria y así se transforma en una historia algunas veces más verídica que la historia oficial (Veres 3). Por tanto, la historia de Los planetas nace a partir de un suceso doloroso que se trata de contar con el fin de poder quizás entender las implicaciones y alcances que se produjeron en la vida de S. Es interesante subrayar que la obra es un texto auto referencial que examina cuidadosamente los discursos del duelo y la memoria ubicando en el primer plano el elemento narrativo (Miller 91). Como se ha mencionado anteriormente, después del secuestro de M el mundo interno de S se derrumbará. El protagonista se verá sumergido en un estado de confusión continuo tal y como se observa en la siguiente cita “[d]urante mucho tiempo suponemos quiénes somos, hasta cuando llega el momento de darnos cuenta; entonces la 57 identidad deja de presumirse, ahora ya tiene la forma de una verdad que, como todas, sólo necesita de un cambio de perspectiva para convertirse en condena” (Chejfec 129). La condena a la que se puede referir el narrador principal es el transformase precisamente en M. S se apodera simbólicamente del lugar de su amigo desaparecido; empieza a hacer memoria de él y determina escribir su historia (Quintana 32). Supuesto lo anterior, la función metaliteraria de la escritura muestra “un interés inusitado por la exploración del proceso interno de creación y de funcionamiento de la obra” (Camarero 459). El acto de narrar funciona como soporte para S (Miller 94). A lo largo de la novela el lector puede observar un proceso de transformación por parte de S. La amistad compartida entre los dos ha marcado al protagonista inmensamente “[s]i hay un estado (clima) dominante en mi recuerdo de esta amistad, es el del sosiego y la armonía, un núcleo de sentimientos desde cuyo seno se difundía la certeza de formar algo incondicional y perdurable, pérdida que no recuperé” (Chejfec 124). El vacío que deja la ausencia de M propicia que la identidad del personaje principal se una con la de M (Miller 98). Así en la obra S explora su propia subjetividad en relación con el secuestro de M (Miller 89). Por consiguiente, la historia de Los planetas presupone hasta cierto punto un sitio en el cual el personaje principal puede volver a identificarse consigo mismo y se replantea la idea de reemplazar M. A su vez la obra es un espacio en el cual S puede llegar a un acuerdo con respecto a su propio recuerdo de M. Así la aproximación entre las identidades de ambos amigos lo obliga a rechazar la asimilación y la posible destrucción del otro propulsa la escritura de Los planetas (Zivin 83). Es pertinente recordar en este punto que el encontrarse con Sito terminó de definir la idea de S de escribir su historia con M “como tengo señalado, el encuentro con Sito significó una brusca actualización. Pero la misma irradiación del impacto iluminó los imposibles; y la verdad es que llega el momento cuando la recuperación de los recuerdos se convierte en una senda plagada de dificultades” (Chejfec 272). Una preocupación constante de S es poder siempre mantenerse en contacto con los bonitos recuerdos que conserva de M (Novitzki 2). S menciona que “[u]na fidelidad a su recuerdo me lleva a escribir” (Chejfec 123). Así el lector puede intuir entonces que la obra funcionaría como el sitio donde también residen las remembranzas compartidas con M. No obstante al mismo tiempo el testigo entra en el conflicto de narrar lo indecible (Zivin 84). Ahora bien, S reflexiona más a fondo sobre el estatuto del recuerdo: Y si éste es el futuro para todas las cosas, si éste es el futuro del pasado, ir mezclándose con las formas del olvido, distorsionando cada vez la evocación hasta 58 borrar las mismas huellas que dejamos y nos dejan, que son las que en definitiva nos mantienen en pie, me pregunto entonces por el verdadero papel nuestro. No me quejo de la remisión ni de la disgregación de los cuerpos y la memoria, de nosotros mismos y de lo que existe nuestro en los otros, operaciones a las que todos estamos condenados y no tiene sentido enfrentarse; sino más bien pienso que si esto pertenece, como parece, al orden natural de las cosas se necesitaría objetarlo con un nuevo argumento, con otras pruebas y con diferente tipo de acción. (Chejfec 273). Es factible deducir de la cita que el tipo de acción al que se refiere el narrador sea concretamente el libro que S escriba. De esta manera el recuerdo de M por un lado se mantendrá vivo y por otro se prolongará infinitamente (Saban 6). Ahora M se transformará en “un astro como proponía la mitología griega del catasterismo, el sujeto amado podrá resucitar, lejos de esta vida, como una certeza exterior e invisible, pero omnipresente” (Saban 6). Además es interesante resaltar que la marcha de la creación del libro es perceptible para el lector. Al “materializar el proceso mismo de construcción del texto en el texto, dejando a propósito toda la maquinaria al descubierto” (Camarero 460). S mismo se lo ejemplifica al lector al comentar que “no hace falta aclarar que el conjunto de todas estas páginas consiste en una derivación tardía y casi imprevista de circunstancias y recuerdos” (Chejfec 176-7). Por consiguiente el lector puede notar que la obra Los planetas es la construcción de lo que será la novela que S quiere escribir. La parte “Final” se cierra con la promesa de la escritura de su historia con S. Es posible para el lector deducir también que sí se cumple esa promesa ya que se puede argumentar que las intervenciones de este narrador en tercera sea el libro que cuente la historia entre estos dos jóvenes. Por consiguiente, Los planetas es el espacio donde S cambia de identidad gracias a querer guardar el recuerdo de M y su transformación completa en escritor. Un aspecto interesante que todavía se debe mencionar sobre la novela es la cantidad de historias desconectas –a primera luz- de la trama central de la obra. En total la novela cuenta con seis relatos apartes. La división de la narración de estas historias está equitativamente dividida: 2 historias son contadas por M, la primera historia es la del intercambio de Sergio y Miguel. La segunda historia trata sobre una pareja de Formosa que decide deambular por el país. Otras dos historias son contadas por el padre de M. La primera historia cuenta sobre un violador que espera que una antigua víctima lo vuelva a visitar. La otra relata sobre un personaje enigmático llamado Grino. Las dos historias restantes fueron inicialmente contadas por M a S y este último es el que las relata. La primera trata sobre el ojo que M encontró un 59 día de caminata por las vías del tren. La segunda sobre un hombre que va a la Argentina a conseguir esposa. Estas historias profundizan más sobre la problemática de la identidad dentro de la novela. Para efectos de nuestro análisis nos concentraremos solo en dos historias. Se iniciará analizando la primera historia contada por M, o sea, el relato sobre el intercambio de identidad que hicieron Sergio y Miguel. Seguidamente discutiremos la segunda historia contada por el padre de M. Estas historias están ligadas con la transformación de S. La primera historia de M es anunciada en Los planetas por el narrador en tercera persona. Ambos amigos venían conversando juntos y M “contó una historia [...] [e]ra una aventura plagada de cosas imprecisas, como las fábulas; o más bien, era un juego de precisas imprecisiones” (Chejfec 51). La historia trata sobre dos amigos llamados Sergio y Miguel. Ambos niños querían hacerle una broma a sus padres y deciden intercambiarse de casas. Así “Sergio le dijo Sergio a Miguel, y Miguel le dijo Miguel a Sergio” (Chejfec 52). Los amigos se llevaron una gran sorpresa cuando observaron que sus padres no notaron ningún cambio en ellos. Fueron aceptados en sus hogares como si realmente cada uno fuera cada quien. Esto se convirtió en un castigo para ellos porque les “faltaban sus padres, los extrañaban, querían volver a sentarse en el piso de sus casas y no levantarse más, respirar el olor natural del hogar” (Chejfec 55). Sergio y Miguel deciden confesar su fechoría para así poder regresar a sus respectivas casas. No obstante, eso tampoco les funcionó ya que sus padres lo tomaron como “un comentario absolutamente imaginativo” (Chejfec 55). Así pasó el tiempo y no les quedó de otra que “crearse a sí mismos” (Chejfec 59). Sin embargo ellos albergaban la esperanza de volver a recuperar aquello que perdieron con la travesura inocente de su infancia. Ambos amigos disfrutaban de caminar la ciudad. En una de esas caminatas se encontraron con un viejo. Ellos le contaron al anciano la historia de ambos. Al finalizar el viejo les aconsejó que “[v]ayan al río, si alguno de los dos pesca algo vuelvan inmediatamente, pero si pasan tres horas sin sacar nada ya no tendrán de qué preocuparse” (Chejfec 63). Los jóvenes siguieron el consejo del anciano. Mientras estaban pescando se vino una tormenta y ambos chicos murieron, “[d]e este modo Sergio y Miguel tuvieron su final anónimo, disueltos en una confusión semejante a la que se expusieron cuando niños” (Chejfec 66). El final trágico de estos dos amigos produce un eco misterioso con respecto a la muerte anónima de los tantos de desaparecidos (Miller 100). A su vez la historia de estos dos niños problematiza la relación de identidad que surgirá entre ellos cuando M haya desaparecido (Quintana 31). Por culpa de la broma que ellos deseaban jugarles a sus respectivos padres ambos quedaron atrapados en la imagen del otro (Quintana 31). Siendo lo anterior justamente lo que le sucede a S. El queda encerrado dentro de la identidad de M después de su secuestro. 60 Así esta historia es en cierta forma una especie de alerta para S ya que los dos chicos se ahogan por su incapacidad de indicar una diferencia entre los dos (Rajca 20). La distinción entre ellos será también importante para que Sergio pueda escribir la historia de Miguel (Saban 7). Entonces como se ha señalado anteriormente, la separación de identidades juega un papel primordial en el surgimiento de la nueva identidad de S al final de la novela. Ahora nos concentraremos en la segunda historia contada por el padre de M. Al padre de M le robaron el auto cuando estaba trabajando. A partir de ese suceso, S, M y el padre del último deciden recorrer diferentes partes de la ciudad de Buenos Aires con el fin de dar de alguna forma con el auto desaparecido. Esta historia es compleja en el sentido de que se puede encontrar en tres partes distintas dentro de la obra. Tal y como sucede con la primera historia narrada por M, el segundo relato del padre de M es anunciado por el narrador en tercera persona justo antes de que estos personajes presenciaran un accidente “[e]l choque todavía no se había producido (este “todavía” significaba que ya casi nada podía evitarlo). Al rato el padre de M contaría la breve, aunque parcial, historia de un alcohólico” (Chejfec 191). El relato comienza contando sobre un hombre llamado Grino que no podía conseguir empleo desde hace algún tiempo. El deseaba encontrar trabajo para salir así un poco de la rutina. Su situación lo llevó a tomar medidas extremas. Así lo enfatiza el padre de M “[u]stedes todavía no se dan cuenta, en todo caso son incapaces de imaginarlo, [...] estar cercado contra una pared, sin salida” (Chejfec 192-3). Igual que estos tres personajes, Grino recorría la ciudad con la esperanza de encontrar algo para a fin de cuentas llegar a su casa desanimado al no suceder nada. Cierto día encontró un letrero que decía “Se solicita sereno” (Chejfec 193). Lo aceptaron en ese trabajo. Su trabajo era cuidar la descarga que se hacía de productos. Estos llegaban por medio de un camión y Grino debía revisar que la cantidad recibida fuera la correcta. El tenía el hábito de fumar junto con el chofer de camión. En esos momentos usualmente observaba una niña que intentaba subirse a un árbol. Cuando regresaba a su casa a las seis de la tarde pasaba su tiempo recordando el pasado. No obstante este pasado podía ser el pasado vivido por otro. Grino también tomaba licor mientras estaba en su casa. El padre de M cuenta que Grino “[t]enía la impresión de que el alcohol era incompatible con la compañía [...] Y su propia casa, las verdaderas paredes que él desde años atrás venía ocultando con desapego y atiborrando de recortes de revistas viejas [...] representaban de la manera más cierta el abandono” (Chejfec 196). Así pasó el tiempo, aferrado a la bebida. Al acostarse la botella resbalaba de sus dedos. Apenas se despertaba por la mañana buscaría la botella ya que “precisaba verificar el recuerdo, la guía del pasado” (Chejfec 199). Grino sueña una noche con la niña que trataba de treparse al árbol. Esta chica pequeña cae y Grino no puede hacer 61 nada por salvarla. Siente entonces que él será culpado por no haber evitado el accidente y por ende, será despedido de su trabajo. Ahora bien, la continuación de la trama de la historia de Grino se encuentra justamente al inicio de la novela. Este personaje solo aparece al inicio y a casi al final de la obra (Novitzki 6). En las primera líneas de la novela se narra que el sueño de Grino se convirtió en realidad. Grino entonces se cuestiona sobre “el poder de sus sueños: si anunciaban el acontecimiento o si también lo inducían” (Chejfec 11). Grino decide bautizar a la niña como Sela. Su obsesión por la niña lo lleva a compararla con las fotos de nadadoras que cubren la pared de su casa. Esta historia deja con muchas interrogantes al lector. A primera vista no hay ninguna relación directa entre Grino y los demás personajes de la novela (Novitzki 6). Tal como se mencionó previamente este misterioso personaje es mencionado en la primera línea de la novela y esto puede provocar que Grino sea relacionado como el personaje principal de la novela (Novitzki 6). Es posible asociar que Grino sea periodista o “quizás el alma gemela de S, alguien frustrado por sus intentos de leer el pasado a través de sus recuerdos” (Novitzki 6, traducción mía). Además la historia de Grino problematiza por un lado el hecho que algunas imágenes sean intermitentes, esto frustra al sujeto que busca sentir lo real de la experiencia (Novitzki 7). Para reconstruirlas es necesario “trazar de vuelta los pasos de un evento emocional” (Novitzki 7, traducción mía). Estas imágenes intermitentes se pueden entonces asociar con el recuerdo. Por el otro lado, las fotos son imágenes fáciles de obtener y ofrecen un camino poco creativo al pasado (Novitzki 7). Precisamente S experimenta ambos dilemas. Como se ha mencionado en varias oportunidades, él siente temor por lo que le pueda pasar al recuerdo de M. S también siente esa misma problemática al mirar la foto de M: La suya se confunde en una caja con recortes, papeles y objetos cuyos colores hipotéticamente conservan cierta esencia. Encuentro la foto siempre oculta, vuelta hacia abajo y siempre, intrigado por ese trozo de cartón ya demasiado percudido la reconozco, advierto que es M una milésima de segundo antes de leer, [...] su leyenda “Azotado por el viento”; y después tuerzo la mano y la contemplo. [...] [C]omo M tampoco yo creo en las fotos –e incluso debo decir que ésta, olvidada, es una de las pocas que tengo. “Guardamos esas fotos como talismanes, pero no como pruebas”. (Chejfec 226-7). Así S también teme el ver la fotografía de M (Novitzki 7). Además es interesante resaltar en este momento la cualidad de los sueños, según Grino, de advertir un hecho (Chejfec 11). En la 62 parte del “Final” S narra sobre un sueño que tiene con M. En el sueño ambos viajaban juntos en el tren. Tanto lo que se observaba del lado izquierdo se ve del lado derecho. Por consiguiente hay una simetría entre las dos partes. S relata algo muy significativo “cuando el tren reduce la velocidad antes de Moreno, el final del recorrido, [...] ya todos saben que es la parada final [...] [p]ero allí Moreno no es Moreno. Estamos llegando en realidad a la estación El Palomar. Tal confusión no provoca desconcierto alguno, no debemos retroceder ante ningún misterio” (Chejfec 279). Así el lector puede intuir que el sueño anticipa el cambio que se produce dentro de S. La problemática de la confusión sobre sus identidades ya no se produce una inquietud en el personaje principal. Dado por sentado lo anterior, la historia de Grino pone en evidencia el peligro del estatuto del recuerdo de M. A su vez la segunda historia del padre de M está ligada también con el cambio de identidad de S. 2.2.4 El espacio en Los planetas Otro factor importante que cabe analizar de la novela Los planetas es la vinculación de espacio con el cambio de identidad de S. La novela explora el nexo entre diferentes espacios. Estos lugares son significativos para el narrador principal. A su vez, el espacio juega un papel determinante dentro de las historias que se cuentan a lo largo de la obra. Ahora bien, es interesante resaltar que dentro de la obra se puede observar un tipo de “gradación de espacios” (Valles 6). Con eso se quiere decir que va “desde lo más abierto a lo más cerrado, desde lo más universal a lo más particular. Así, aparecen: el Universo, la ciudad, el barrio (dentro de él, las vías), la casa, la habitación, el cuerpo” (Valles 6). Lo anterior refleja en parte la complejidad del uso de diferentes espacios dentro de la obra. Para efectos de este análisis sólo se estudiará el espacio de la ciudad de Buenos Aires. Se indicará la diferencia en la relación entre la ciudad y S. La distinción se puede plantear a partir de la ausencia de M en la ciudad. Por tanto se analizará qué representaba Buenos Aires para S cuando M estaba todavía vivo. Seguidamente se pasará a observar cómo S contempla Buenos Aires tras la desaparición de su antiguo amigo. La ciudad por supuesto será un factor que altere la identidad del narrador principal propiciando así su cambio de identidad. Tal y como se mencionó previamente, S describía el nexo entre él y M como una “amistad territorial” (Chejfec 163). De la definición anterior el lector puede intuir entonces que la ciudad de Buenos Aires jugaba un papel determinante para ellos. Ambos amigos solían recorrer la ciudad. No obstante, S le cuenta al narrador que hubo un momento determinante 63 para profundizar aún más su amistad. Cuando al padre de M le roban su auto, S y M deambulan la ciudad junto con él con el fin de recuperar el objeto perdido. S comenta que Parecíamos turistas. Y como les sucede a ellos, ahora cuando recuerdo estos paseos una nostalgia irreal y un confuso sentimiento de plenitud colorea de vaguedad su misma existencia en tanto caminatas. Pese a lo reiterativo, conviene recordar el valor escénico fundamental que siempre tuvo el paisaje, la geografía, en la consolidación y desarrollo de nuestra amistad (Chejfec 175). Entonces, el narrador principal consideraba esas caminatas como un momento clave durante su juventud; a través de ellas fortalece su relación no solo con M sino también con las calles del cono urbano de Buenos Aires (Zivin 84). Por consiguiente, Buenos Aires significó el lugar preciso que permitió la alianza entre ellos dos. Ahora bien, es interesante entonces mirar la descripción de Buenos Aires a la que el lector es introducido. Inclusive cuando S y M recorrían juntos la ciudad ya era posible percibir ciertos cambios que avisaban la tempestad que se produciría en los años subsecuentes. Para el análisis del papel que juega el espacio se seguirá nuevamente la obra de Luz Pimentel. Según Pimentel “[d]escribir es construir un texto con ciertas características que le son propias, pero, ante todo, es adoptar una actitud frente al mundo: describir es creer en lo descontinuo y discreto de la realidad” (16). La descripción entonces aspira a producir una “escena ante los ojos de su público para convencerlo; es decir, para ofrecerle una e-videncia” (Pimentel 17). En la obra es posible encontrar un momento clave que anuncia de alguna forma el cambio que se avecinaba tanto en la vida de S como en la cuidad. Ambos amigos se encontraban haciendo su usual caminata la noche del 20 de junio de 1973. Ese día en particular había regresado a la Argentina el ex presidente Perón. S narra que no había un ambiente de bullicio tal como era esperable, sino que más bien, las personas se encontraban protegidas dentro de sus casas. S continúa su narración sobre esa noche: Lo que se respiraba era una catástrofe sin señales (algo bien argentino, por el empeño general en ocultar las marcas, disimular los hechos y desviar la mirada). [...] [E]l clima ominoso de esa noche no ha sido fácil de olvidar, y muchas veces lo he intentado. Pero como se sabe, olvidar y querer no se conjugan juntos. [...] Aquella noche le quedaban a M poco más de tres años de vida. (Chejfec 220). 64 Así la cita anterior le presenta al lector el ambiente y el estado que se percibía en Buenos Aires. A su vez el narrador principal es enfático al recalcar que aunque se pretendiera no notar la catástrofe ya existían señales claras que la indicaban. Entonces la descripción de S intenta demostrarle al lector como años antes de que inclusive comenzara la dictadura ya se sentía un clima de horror en la cuidad. Dentro de la nueva configuración que está adoptando la ciudad, S y M serán un par de víctimas directas. Así la ciudad de Buenos Aires era un espacio familiar para ellos, no obstante situaciones singulares los obliga a tomar distancia y reconsiderar la cuidad desde otra perspectiva (Quintana 27). Después de la desaparición de M, la percepción de S sobre Buenos Aires es ambigua. Por un lado la ciudad juega un papel fundamental a la hora de recordar a M. Así como lo expresa la siguiente cita “[r]ehenes de la geografía, nuestro pasado transcurre bajo el influjo de la ciudad. Esa ciudad antigua sigue siendo nuestro umbral” (Chejfec 20-1). Las vivencias compartidas en Buenos Aires son esenciales para S, por esa razón la ciudad es primordial a la hora de recordar a M en el presente (Rajca 16). Por otro lado tras la ausencia de M la ciudad “pasó a tener una existencia devaluada, sombra y reflejo demorados sobre la otra, la dibujada en el pasado” (Chejfec 21). La desaparición de M fue producto de una violenta muerte que culmina el fin de la amistad entre ellos, entonces la pérdida de la amistad y de la ciudad tal como era se transforma alegóricamente en la pérdida violenta de M (Novitzki 4). Para S la ciudad resulta entonces un lugar que no es apacible para él: Subía al techo de mi casa, apoyaba los brazos sobre la barba, y protegido en lo oscuro distinguía diferentes escalas de negrura en la sombra de las frondas, reflejos plateados sobre el asfalto y los techos de la lejanía. [...] Antes o después se escucharían explosiones o tableteos de ametralladoras, y uno se quedaba sin palabras (como ahora, cuando se oyen tiros por la noche y no hay nada para decir). Así, sin advertirlo, o advirtiéndolo pero sin darnos cuenta, Buenos Aires se llenaba de muertos; ellos tenían una vida propia, subsidiaria de la estela dejada por sus cuerpos. (Chejfec 220-1). Así la imagen de Buenos Aires se transforma y se presenta no solamente como el espacio de amistad entre S y M. La ciudad se convierte ahora en un espacio violento dentro del cual se camina entre personas que deciden por el “cinismo” antes de mostrar un arrepentimiento sincero (Chejfec 16). Buenos Aires se vuelve así un sitio difícil para el personaje principal. S pierde la huella de su identidad dentro de esa ciudad al verse como una víctima directa de la violencia política en la que se encontró inmersa Buenos Aires. S entonces trata de 65 “recomponer fragmentos de su propia vida, que en esta geografía ha sido marcada por el abuso y la injusticia” (Valles 7). Por consiguiente, es posible intuir que el confrontar los recuerdos de M y el aspecto violento de la ciudad benefician al cambio de identidad de S. El personaje principal tratará de encontrar las señas que identificaban a cada uno de ellos dentro de la ciudad a partir de recordar cómo era su amistad. Como se ha observado el espacio juega un papel importante desde dos puntos distintos. Inicialmente es el espacio donde los dos amigos desarrollan su amistad. Así la ciudad de Buenos Aires es fundamental para mantener el recuerdo de M vivo. Por otro lado, Buenos Aires es el lugar en el cual la identidad de S se pierde después de los hechos violentos que sucedieron en la ciudad. No obstante en la cuidad misma S tratará una vez más de identificarse consigo mismo y desarrollará su nueva identidad, es decir, el no adoptar la identidad de M. 66 3. Comparación de las novelas: El Dock y Los planetas En esta sección se compararán los análisis efectuados a ambas novelas. A lo largo del estudio llevado a cabo en las páginas anteriores, se pudieron observar algunas similitudes en las obras. La mayor semejanza entre El Dock y Los planetas quizás tenga que ver con el aspecto inicial que marca la vida de sus protagonistas. A su vez, ambos personajes sufren un trastorno de identidad que los llevará a ser otros. Los aspectos entonces a estudiar en esta sección serán: primeramente nos concentraremos en el aspecto temático de ambas novelas. Además se discutirá brevemente la referencia no explícita que hacen las obras hacia las Madres de la Plaza de Mayo. Seguidamente se comparará la estructura de las novelas. Como tercer aspecto se comentará la voz narrativa. En el cuarto punto se brindará atención al acto de narrar en ambas obras y por último se comparará el tratamiento del espacio en las obras. 3.1 Aspectos temáticos en El Dock y Los planetas Comencemos discutiendo qué produce inicialmente el cambio de identidad en los protagonistas de ambas obras. Ya mucho se ha comentado de la creación de una nueva identidad tanto de la narradora de El Dock como de S. Por tanto, solo se comentarán los factores en común que presentan estas novelas con respecto a su aspecto temático y contexto histórico. El factor que inicia, por así decirlo, la historia de ambas novelas es la violencia política. Cada una de las obras hace referencia de manera distinta a este hecho. Por ejemplo, El Dock hace referencia a un atentado ocurrido en la Tablada en el año de 1989. No obstante en la obra se crea el barrio ficticio llamando el Dock. Es entonces en este escenario donde comenzará la aventura de la narradora. Su amiga de infancia es una terrorista que actúa en el atentado. En Los planetas la trama nace producto del secuestro del mejor amigo de S, M. El espacio donde sucederá esto es en la ciudad de Buenos Aires. Como se ha mencionado antes, la violencia política a la que se hace referencia no explícita en la novela es a la última dictadura de los años 70. Ambos relatos son narrados en primera persona. Los protagonistas de estas obras le 67 cuentan al lector su historia. Es importante recalcar de nuevo que los relatos se centran más en el plano personal que en el plano político o ideológico. Tanto El Dock como Los planetas buscan contar la historia que surge debido a la violencia política. Así estas obras invierten “los términos de la relación entre textos y la historia. La siniestra etapa de la dictadura y su posterior progenie es un sentido que permanece vacante hasta que empieza a ser llenado por las inscripciones simbólicas de los discursos. La historia existe [...] porque es dicha; porque es narrada” (Bergero 141). El Dock y Los planetas apelan al lado íntimo de la historia. Ambos personajes se concentran en contar las consecuencias de la violencia desde su propia perspectiva. No obstante, a diferencia de El Dock, es posible encontrar ciertos pasajes en Los planetas en los cuales parece que el narrador no disculpa la actitud de los argentinos durante ese periodo. Así lo evidencia la siguiente cita: Sin embargo la ciudad no estaba vacía, la habitaban sus gentes, quienes seguían hablando como si nada hubiera pasado. De sus bocas podían salir cosas como “Los 100 barrios porteños”, “La reina del Plata” y varias fórmulas por el estilo. [...] a su modo los muertos también contribuían con el escenario, aunque sólo fuera para darles la espalda (Chejfec 21). Así la cita pone en manifiesto la insatisfacción del narrador con respecto a la manera en que la sociedad se comportó durante el periodo de la dictadura. Como se observó en los análisis de las dos novelas la violencia política será entonces el factor que propicie el cambio de identidad de los narradores de las obras. Estos dos personajes serán confrontados con el reto de encontrarle sentido a su vida en relación con la situación que viven. Ahora bien, es interesante sobresaltar la referencia no explícita que hacen ambas novelas hacia las Madres de la Plaza de Mayo. Tal y como se mencionó en el contexto histórico de este trabajo, se crean diferentes organizaciones de afectados directos durante la dictadura siendo las Madres de la Plaza de Mayo una de esas. Es posible para el lector establecer asociaciones que señalan a las Madres de la Plaza de Mayo en ambas obras. No obstante estas marcas se presentan en las novelas de forma indirecta. En ningún momento se hace mención de las Madres. Es argumentable entonces que ambos autores retoman los planteamientos de las Madres pero prefieren la forma literaria a una transcripción demasiado literal de la militancia y de los reclamos de las asociaciones de víctimas. De esta manera se mantiene así la distancia de cualquier acercamiento político que se pueda presentar en las novelas. El eje principal de estas obras es enfocar el plano personal de los personajes en vez de dar énfasis a 68 aspectos políticos o ideológicos. En la novela El Dock el primer vínculo que el lector puede establecer con esta organización proviene directamente de su escritora, Matilde Sánchez. Sánchez escribió el prólogo de la autobiografía de Hebe de Bonafini, líder de las Madres. Tanto su obra El Dock como las Madres de la Plaza de Mayo reformulan la figura de la madre; en “lugar del ser para colocarlas en el lugar de hacerse” (Domínguez 1996: 264). Además las Madres comienzan a participar en el ámbito de la política y de la confrontación, habiendo sido ambos terrenos exclusivos de los hombres (Bellucci 84). Según lo anterior es posible trazar un paralelo con Poli. Ella participa en un atentado terrorista. Por tanto, su muerte es consecuencia de su involucración en el plano político. Además, desde el momento en que participa en el atentado terrorista su nombre de guerrillera será usado y aceptado por todos los personajes, omitiendo su nombre verdadero (Sánchez 56). En Los planetas también es posible encontrar ciertas señales que refieren a las Madres de la Plaza de Mayo. Una primera alusión sería el fotografía de M. Así “las fotos son particularmente silenciosas en el contexto del Proceso y sus secuelas en parte debido a la centralidad del uso de las fotografías por las Madres de la Plaza de Mayo durante sus protestas y vigilas” (Miller 92, traducción mía). Es sobresaliente mencionar la centralidad del valor del retrato. Las fotos de los desaparecidos son conservadas por sus familiares y amigos. No obstante en la novela S plantea la interrogante sobre el paradero de su propio retrato “[a] veces pienso en el probable recorrido de mi foto, evidentemente una variante de la pregunta por el destino de M” (Chejfec 226). Precisamente esa también es una interrogante que las Madres tienen. Al no saber dónde está el cuerpo del ser desaparecido no es posible procesar la muerte y organizar un funeral (Bellucci 85). S tampoco sabe dónde se encuentra el cuerpo de M. Por esa razón “con el fin darle un descanso a M, así como el asignarle un final físico, S establece un nexo entre la explosión y la muerte de M en su imaginación, de esa manera le confiere a su historia personal la dignidad de un final” (Miller 99, traducción mía). De este modo las dos novelas hacen referencia indirecta a las Madres de la Plaza de Mayo. Como se puede observar las obras no especifican su vínculo con las Madres ya que las obras priorizan el aspecto personal e íntimo de los relatos y no buscan enfatizar sobre tanto políticos como ideológicos. 69 3.2 Comparación de la estructura y metamorfosis identitaria en El Dock y Los planetas Es interesante destacar la manera en la que la estructura tanto en El Dock como en Los planetas juega un papel importante para observar el cambio de identidad de ambos protagonistas. Ambas obras están divididas en dos partes. No obstante, en El Dock esta partición es más equitativa, se podría decir que se trata de dos partes casi iguales. Al contrario, en Los planetas la segunda parte consta solamente de un capítulo bien corto. Para el estudio de esta subsección se utilizó la teoría de James A. Marcia sobre 4 modos de reacción previsible durante una crisis de identidad. Es sobresaliente destacar en este punto que el cambio de identidad que sufren ambos protagonistas no es el de parecerse a sus amigos desaparecidos. En El Dock, por ejemplo, en la primera parte de la novela, la protagonista se encuentra en el modo foreclosure. Ella no atravesaba ninguna crisis de identidad. Por otro lado, en Los planetas, S se encuentra en el modo llamando identity diffusion. S entra en un estado de desconcierto tras el secuestro de M. Así ambos protagonistas se encuentran en diferentes modos, sin embargo los dos comparten que sus compromisos son vagos. En la primera parte de la novela el grado de compromiso de la narradora es el mínimo que sea necesario para mantener ciertos nexos con otras personas. Así como se observa en la siguiente cita “[p]odía realmente prescindir del mundo con sólo desearlo, y tal deseo no era infrecuente” (Sánchez 34). Lo mismo sucede con S, él trata de tomar el lugar de M, y por tanto no puede realizarse como escritor. Ahora bien, en la segunda parte de las novelas la situación cambia para ambos protagonistas. La protagonista de El Dock comienza a adoptar otra actitud hacia Leo. Ahora ella se encuentra en el modo identity diffusion. La narradora experimenta una crisis de identidad que la conlleva a reflexionar sobre su compromiso con Leo. Por otra parte, en Los planetas, S también sufre un cambio de modo en la segunda parte de la obra. El protagonista atraviesa el modo de reacción identity achievement ya que la novela concluye con la promesa de escribir su historia con M. Es interesante destacar cómo el lector puede palpar estos cambios de modo a través de la lectura de ambas novelas. Además el cambio de identidad no los hace parecerse a sus antiguos amigos. En el caso de la narradora de El Dock su nueva identidad es convertirse en madre de un niño que se ha quedado huérfano. La narradora no planea ni desea parecerse a Poli. No obstante, en algo son similares estas dos amigas, ambas son impulsadas por fuerzas externas que podrían ser racionales o bien instintivas a la hora de actuar por Leo (Sánchez 294). Con respecto a la nueva identidad de S, él tampoco adoptará la 70 identidad de M. El personaje principal demarcará los límites entre él y M. De esta manera S puede lograr su compromiso de escribir su libro. Por lo tanto, como se pudo observar previamente, la identidad de ambos protagonistas no es fija. La estructura de las obras señala la fluctuación que sufren los personajes a lo largo de la novela. 3.3 La voz narrativa en El Dock y Los planetas En esta subsección se comparará el aspecto de la voz narrativa en ambas obras. Como se mencionó anteriormente ambos relatos son narrados en primera persona del singular. En el caso de Los planetas se observa una situación un poco más compleja que en El Dock. El narrador principal le cede la palabra a tres otros narradores dentro de la obra. Esa situación ayuda a comprender mejor el nexo tan profundo entre S y M. En el análisis efectuado de la voz narrativa, se estudió la relación entre los protagonistas y otros personajes dentro del relato. Sin embargo, para efectos de esta comparación solo nos centraremos en el vínculo establecido entre los protagonistas y sus amigos desaparecidos. Esta relación es bastante significativa ya que es la que la influye mayormente en el cambio de identidad tanto de la narradora de El Dock como el del personaje principal de Los planetas. Al comparar las dos obras es evidente que el factor que inicia la turbación de identidad es la muerte o la desaparición del amigo de estos personajes. Ahora bien, la situación en cada novela es distinta. Poli era una guerrillera que optó por su propio exterminio. M es secuestrado durante el inicio de la dictadura militar. Aparentemente él se puede considerar como víctima de la casualidad dado que “en el caso de M había actuado el puro azar: [...] [e]sa conjunción de inocencia política y fatalidad represiva le daba a la desaparición de M el valor de error, fallo del destino” (Chejfec 44-5). A partir de estas condiciones comienzan ambos protagonistas a moldear de nuevo sus vidas. La relación entre ambos narradores y sus amigos es también distinta. Por ejemplo, la narradora de El Dock ya no frecuentaba a su amiga Poli como antes. Las dos se habían distanciado con el paso de los años. El caso contrario sucede en Los planetas, S y M eran muy unidos. Es a su vez interesante señalar que ambas novelas plantean una problemática con respecto al nombre de sus amigos desaparecidos. En el caso de El Dock, Poli puede haber tomado su apodo de guerra de la narradora. La protagonista comenta en la obra que Poli pudo haber escuchado que ella era llamada por ese apodo (Sánchez 42). A su vez es posible trazar un paralelo con respecto a la 71 situación del apodo de Poli. Durante el periodo de la dictadura, los perpetradores de la división clandestina de crímenes utilizaban nombres de guerra para ocultar su identidad (Crenzel 1068). Así Poli también oculta su nombre y adopta un nombre de guerra. Se presume que el objetivo del atentado terrorista era mantener la estabilidad política del momento y no volver a un periodo de violencia parecido al de la dictadura. En el caso de Los planetas el lector tampoco conoce el nombre real de M. Además es importante resaltar que tanto el apodo Poli como la inicial de M hacen referencia a pluralidad, es decir, su nombre indica varios. Esta pluralidad puede indicar la cantidad de personas desaparecidas por violencia política. No obstante, los protagonistas de ambas novelas intentan revivir los nombres de sus amigos a su propia manera. A la narradora de El Dock no parece importarle cuando Leo le dice “Hasta mañana Poli” (Sánchez 259). El uso del apodo en la narradora le permite identificarse con su antigua amiga. En Los planetas S desea apropiarse del nombre de M, para, según él, pagar la deuda de ser el amigo que sobrevivió (Chejfec 256). Así ambas novelas ponen en evidencia la problemática de los nombres. La confusión que se genera a partir de los nombres afecta en cierta medida la identidad de los personajes principales. Este desconcierto provoca que los protagonistas de ambas novelas experimenten procesos de internalización que los guiará a cambiar de identidad. Ahora bien, es interesante sobresaltar que ambos protagonistas a su manera indican cómo eran sus amigos. De esta manera el lector puede conocer qué tipo de relación tenían los protagonistas con sus antiguos amigos. Este hecho es también fundamental con respecto al cambio de identidad de los protagonistas. Una vez más las obras comparten ciertas características no obstante el acercamiento es distinto en ambas novelas. En El Dock la narradora comienza a hacer memoria para poder tratar de entender el motivo que lleva a Poli a actuar en un atentado terrorista. El lector nota, al principio, que la narradora tiene una opinión un tanto negativa de Poli. Sin embargo, conforme avanza la novela, la narradora cambia su manera de pensar sobre Poli. La problemática en Los planetas es distinta ya que M es muy querido por S. Por lo tanto S narrará sobre la fuerte unión que ambos amigos mantenían. Esta exploración de la relación que los dos narradores mantenían con sus antiguos amigos es significativa ya que definirá en cierta manera los límites de sus identidades. Así el relato de ellos “condesa una porción de la historia perdida y de la historia vivida; ellos operan como un enlace entre el pasado y el presente, y entre la muerte y la vida” (Crenzel 1069, traducción mía). En el caso de la narradora de El Dock la historia perdida entre ella y Poli la empujará hacia el presente y el futuro. La muerte de Poli consecuentemente propiciará nuevas 72 relaciones que antes eran inimaginables. La narradora y Leo desean convivir mucho tiempo juntos: ¿Qué era lo que realmente quería hacer antes de morirme? ¡Leo! Esa era su primera pregunta directa y personal. [...] ¿Y yo?, se preguntó Leo. Tener entre las manos algunas fotografías del Hubble. O no, mejor ver juntos el eclipse total de sol al mediodía, en Solís, con una vieja radiografía sobre los ojos. De todos modos deberíamos esperar unos setenta años para ese acontecimiento. Le prometí que aquí estaríamos. (Sánchez 300). Así la promesa entre ambos personajes le indica al lector que el nexo que se ha comenzado a crear no se romperá fácilmente. Ambos contemplan la idea de compartir mucho tiempo en compañía uno del otro. Con respecto a Los planetas, el secuestro de M inicialmente provoca un gran sentimiento de desconsuelo en el protagonista. Sin embargo en la parte del “Final” de la obra, se crea también la promesa de escribir sobre su amistad con M así como se observa en el sueño de S: “[e]ntonces justo cuando acabamos de frenar y el vagón inmóvil se ha convertido en la promesa del próximo viaje, observo el perfil de su cara mirando por la ventana y digo: “Esta ha sido nuestra mejor aventura”. Ante lo cual M se da vuelta y me responde con una sonrisa: “Sí, nuestra mejor aventura”.” (Chejfec 279-80). Por consiguiente, el recordar quiénes fueron sus amigos es fundamental para la creación de un nuevo futuro. La exploración de la relación que ambos protagonistas establecieron con sus amigos desaparecidos le permite advertir al lector el grado de influencia que ese nexo tendrá en la adaptación de la nueva identidad de los personajes principales. Es entonces llamativo observar que la relación contribuirá positivamente a pesar de que las circunstancias eran distintas para ambos personajes. Tanto El Dock como Los planetas cierran con la promesa de un futuro. 3.4 El acto de narrar en El Dock y Los planetas Ahora nos concentraremos en la comparación del acto de narrar en las dos novelas. Es interesante señalar que en ambas obras se puede considerar como un proceso constitutivo de la identidad. Los protagonistas de las novelas mutan de identidad hacia el final de la novela. Las novelas son por tanto el sitio donde los protagonistas se redefinen. Como se ha aludido en 73 repetidas ocasiones ambas historias nacen a partir de la violencia política. Ambos narradores se apoyan en la memoria a la hora de recordar a sus amigos desaparecidos. Los relatos se vuelven entonces personales y emotivos. Los narradores intentan acercar al lector a su historia personal. Ellos mantienen la mirada hacia atrás con el fin de poder en cierta forma darles sentido a los acontecimientos que se presentan en el presente y crear un futuro. Ambos protagonistas se crean a sí mismos en las obras a partir de contar sus historias personales. Ellos se encontraban sumergidos en profundos estados de confusión. La narradora de El Dock se construye a lo largo de su relato en alguien impensable para ella. Tal y como ella lo atestigua en la obra, la narradora no quería ser madre (Sánchez 269). No obstante el contar su historia la hace recapacitar sobre su situación. La ayuda a comprender un poco mejor a su amiga Poli. Además la narradora trata a lo largo de la novela de encontrarle sentido a la situación en la que se ve inmersa después del exterminio de su amiga. Así el relato será su punto de enunciación. Dentro de ese espacio ella se creará como madre. A su vez, la narradora especifica que su historia no será recordada con el pasar del tiempo tal y como se observa en la siguiente cita: Pensé que ningún libro registraría la aventura del Dock en su justa dimensión [...] ¿Qué quedaría del Dock, me refiero al barrio del Dock, a la refinería y al destacamento? Cuando la Tierra se congelara, según Leo anticipó que inexorablemente iba a suceder, cuando al cabo del tiempo nuestro planeta se convirtiese en una partícula polvorienta girando en el universo inhospitalario [...] Y de nuestra familia insignificante no quedaría ni el recuerdo de un recuerdo de un recuerdo” (Sánchez 300). Es posible observar algo similar en Los planetas. S atraviesa, durante gran parte de la obra, una terrible crisis de identidad producto de la repentina desaparición de M. La obra será así el espacio donde S trate de redefinir el nuevo estatuto de su relación con M. S desea guardar el recuerdo de M y escribir sobre la gran amistad que tuvieron. El recordar a M lo lleva no sólo a tratar de encontrarle alguna lógica a su situación actual sino que también lo impulsa a cuestionar el estatuto de muchos otros que estuvieron en la misma posición de M: Algunas veces, [...] me he preguntado si alguien, llegado el caso que esté leyendo esto, no pensará que sugiero, o quiero descubrir, en la imagen de M como emblema, la razón o enigma sobre los cuales la gente boga desde aquellos años; pero la verdad es que hay 74 poco para proponer y aún menos para descubrir. Entonces el sentido histórico no estaba en la profundidad, era superficial, estaba a la vista de todos saturado de muertes y se desplegaba según una lógica transparente y equívoca, porque era la respuesta práctica al otro sentido histórico [...] Esta sustitución fue macabra, y adquirió ribetes triviales. (Chejfec 221). Es argumentable entonces que ambos narradores ponen de manifiesto la importancia de atesorar sus historias a través de su relato. Sus historias no serán mencionadas en el marco de la historia general. No obstante, esto no significa que los relatos personales de los protagonistas sean por tanto menos valiosos que los registrados en la historia general. Sus vivencias los hicieron cambiar y definir quiénes eran ellos en realidad. Además la historia de los protagonistas no supone que sea menos verídica que la historia general. Es interesante señalar a su vez la crítica que se observa en la cita narrada por S. En la cita se reprocha en cierta medida el sentido histórico durante el periodo de la dictadura. Lo anterior no se observa en El Dock. Una similitud bastante llamativa que se advierte en ambas obras es la presencia de múltiples relatos. Con respecto a El Dock el acto de narrar funciona también como una forma de encontrarle algún sentido al accionar de Poli. Tras la muerte de su amiga, la protagonista queda con la gran interrogante de los motivos que llevaron a Poli a participar en un atentado terrorista. La trama de la película de A. Tarkovski le sirve a la protagonista para poderle dar una respuesta a la insistente pregunta de Leo. El chico siente que su madre no pensó en él al momento de estallarse. La película brinda una especie de solución ya que la narradora traza un paralelo entre el protagonista de la cinta y Poli. La narradora presume que Poli hizo algo parecido a un sacrificio. Asimismo es mencionado el libro Los tres mosqueteros veinte años después. Este relato es usado también por la narradora para poder comprender los motivos de Poli. Entonces tanto la película como el libro brindan algunas conjeturas sobre las posibles razones de Poli. En Los planetas se cuentan alrededor de seis historias distintas. Como se mencionó previamente estos relatos parecen desconectados con la trama central de la obra. No obstante estas historias ahondan aún más en la problemática de la identidad. Los dos relatos abordados en el análisis exploran dos aspectos importantes dentro de la obra. La historia de la confusión entre Sergio y Miguel funciona como una especie de aviso para S. Es necesario que el personaje principal trace los límites entre él y M para que así exista un S que recuerde a M y pueda escribir la historia de su amistad. La segunda trata sobre Grino. Esta historia es más compleja. El relato de Grino pone en duda la claridad de las fotos y su asociación con el 75 recuerdo. Ellas ofrecen un acceso al pasado poco creativo. Ahora bien, estas historias le permiten al lector observar diversas situaciones desde otra perspectiva. En el caso de El Dock el lector puede entender también mejor a Poli. Lo mismo sucede en Los planetas. Estas historias evidencian aún más la inquietud de S, es decir, el temor de perder el recuerdo de M. A su vez, estas historias ayudan a la transformación de identidad de los protagonistas de las obras. 3.5 El tratamiento del espacio en El Dock y Los planetas Como último punto se comparará el tratamiento del espacio en ambas obras. Los espacios explorados en los análisis influirán en el cambio de identidad de los personajes principales de las novelas. En El Dock se observan dos grande espacios. Uno se encuentra en la Argentina y el otro en Uruguay. Son notorios para el lector los cambios que se presentan en la identidad de la narradora en cada lugar. En el caso de Los planetas se estudia solo la ciudad de Buenos Aires. Como se ha mencionado anteriormente esta ciudad es determinante para la fortificación de la amistad entre él y M. Es interesante indicar la forma en la que las dos novelas tratan sus respectivas ciudades dentro de la Argentina. Las obras comparten una similitud muy atrayente. En El Dock el espacio que se observa dentro de la Argentina no es la ciudad de Buenos Aires. Es más bien un barrio ficticio llamando el Dock. Todos los sucesos que van a alterar la vida de la narradora ocurren justamente ahí. No obstante ella no se encuentra justamente en ese sitio sino en su departamento lejos del destacamento del Dock. Este departamento es el espacio privado de la narradora. Este es el primer lugar de convivio de ella y Leo. Al poco tiempo de vivir junto con Leo este espacio se vuelve intolerable ya que ambos personajes son hostigados por la policía. Así la Argentina se convierte en un espacio de persecución. Algo similar sucede en Los planetas. S cambia la percepción que él tenía de la ciudad de Buenos Aires. Antes de la desaparición de M, estos dos jóvenes solían caminar la ciudad sin rumbo definido. Esta actividad consolidó la relación entre ellos. No obstante en Buenos Aires el ambiente comenzó a cambiar y eso se hizo notorio para el personaje principal. Después del secuestro de M la impresión de la ciudad cambia todavía más. Así la violencia política dificulta la residencia en estos dos espacios de la Argentina. Los protagonistas de las novelas deciden dejar la Argentina y buscar refugio en algún otro lugar. A pesar de que ambos narradores huyen en cierta forma de su país, este hecho se 76 presenta de manera más evidente en El Dock que en Los planetas. La narradora de El Dock decide irse de veraneo a Solís, Uruguay. En esta ciudad uruguaya, la narradora puede poner en práctica su familia paródica. Como se aludió anteriormente, el convivio entre la narradora y Leo no podía llevarse a cabo en la Argentina debido al hostigamiento policial del que eran víctimas. Algo similar se observa en Los planetas. El lector puede deducir por ciertas pistas que S no vive principalmente en la Argentina. Su nuevo lugar de residencia podría ser en Caracas2, Venezuela. Esta ciudad se menciona solo en dos oportunidades en la obra. La primera mención se presenta cuando S va caminando por una avenida. El reflejo de una luz que rebotó de un reloj lo dejó ciego por unos instantes. El narrador principal compara ese reflejo con el de luz que viaja a través de los planetas. De repente S nos narra “[n]o sé por qué, pero esto fue suficiente para que M apareciera en mi recuerdo. Un tanto más arriba de donde provino el reflejo flotaba una nube, ciñendo en silencio la silueta de la montaña. “Caracas se ve desde allí como una miniatura extendida”, recordé y seguí mi camino” (Chejfec 208). Su segunda mención directa se encuentra justo al final de la novela “Caracas, julio de 1994” (Chejfec 280). Así “el narrador escribe desde el presente del exilio” (Saban 5). Por consiguiente ambos protagonistas dejan Argentina. Tanto la narradora de El Dock como el protagonista de Los planetas terminarán definiendo sus identidades en otros países. La narradora se convertirá en madre en Uruguay. S escribirá el libro de la amistad entre ambos amigos en Caracas. 2 Es necesario indicar en este punto que en el análisis efectuado del tratamiento del espacio en Los planetas solo se consideró Buenos Aires. No se hace ninguna mención de Caracas. No obstante, para efectos de la comparación se incluyó esta ciudad venezolana con el fin de ilustrar que ambos protagonistas abandonaron en algún momento Argentina. 77 4. Conclusiones En este trabajo de investigación se han analizado distintos aspectos de las novelas El Dock de Matilde Sánchez y Los planetas de Sergio Chejfec. Como se pudo observar estas novelas acercan al lector a una etapa reciente vivida en la Argentina, es decir, la última dictadura de los años setenta y a su vez, a un atentado terrorista sufrido en enero de 1989. A pesar de que ambas novelas hacen referencia a estos eventos sus tramas no se centran en cuestiones políticas o ideológicas. Estas novelas mantienen una línea íntima y personal. Lo anterior contrasta las características formales de las novelas publicadas durante la dictadura y el periodo subsecuente a esta. La censura y la autocensura jugaron un papel determinante. La literatura buscaba de alguna manera llegar al enigma que significaba la dictadura y también emitir otras voces distintas a la de la eliminación del otro. Así las novelas de los años setenta y principios de los ochenta, eran fundamentalmente alegóricas. La obras eran espacios libres de interpretación. Otras novelas utilizaban formas discursivas complejas, trataban su objeto indirectamente, no se hablaba directamente sobre la violencia por motivos de censura. No obstante, a partir de los años noventa se incrementa la atención sobre la militancia de los setenta y los desaparecidos que dejó la violencia. Así aparecieron obras testimoniales escritas por las víctimas del terrorismo del Estado. Sin embargo, tanto El Dock como Los planetas se salen de todos los marcos anteriores. Las novelas intentan brindarle un espacio al ser desaparecido en vez de tratar de reconstruir el pasado violento. En las obras se priorizan los sentimientos de los protagonistas. Los narradores comparten sus vivencias con sus antiguos amigos así el lector se siente más cercano a la historia de ellos. El objetivo de este trabajo de investigación es explorar el cambio de identidad de los personajes principales a partir de recordar a sus amigos desaparecidos. Para lograr este objetivo se analizaron las dos obras literarias tomando en cuanto aspectos fundamentales que influyeron en el desarrollo de una nueva identidad. Como tercer punto se compararon las dos novelas. La primera obra que se estudia en este trabajo es El Dock. Es importante recordar en este momento que la violencia política acentuada en la novela refiera a un atentado terrorista en la Tablada en el año de 1989. La obra trata de averiguar qué pudo haber llevado a Poli a participar en un atentado terrorista. La narradora acerca de alguna forma al lector a la antigua 78 relación que ambas amigas tuvieron. Como se ha mencionado previamente, el relato es narrado en primera persona. Esto le da acceso al lector al mundo interno de la narradora. No obstante, también es un limitante para el lector. Solo se conocen los hechos que la narradora quiera compartir. El punto de vista de la protagonista es por tanto subjetivo. El objetivo de la sección del análisis de la obra es explorar la transición de la identidad de la narradora a partir del recuerdo de Poli. Su cambio de identidad es convertirse en madre de este chico huérfano que ella toma bajo su custodia. A lo largo de la obra es notoria la forma en la que la narradora desarrolla su instinto materno. Los puntos que se estudian en la obra son la estructura de la obra, la voz narrativa, el acto de narrar en la novela y el tratamiento del espacio. Con respecto a la estructura, El Dock está divido en dos partes equitativas. Es posible asociar la división de la obra con dos modos de reacción según la teoría de James A. Marcia. La teoría cuenta con cuatro modos de los cuales los dos primeros modos son alternativas polares de la teoría de Erik Erikson en su obra Identity: youth and crisis. El lector entonces puede observar el cambio de identidad en la narradora debido a que ella muta de un modo de reacción a otro. En la primera parte de la novela la narradora se encuentra en el modo foreclosure. Como se sabe, la narradora en esta parte de la obra no vive su vida con euforia. Al mismo tiempo, no busca establecer relaciones profundas con nadie. Sin embargo, en la segunda parte de la novela comienza el reto de la narradora. Ella se traslada ahora al modo identity diffusion. En ese momento atraviesa una crisis personal, no obstante su commitment todavía es vago. La narradora manifiesta ciertas dudas sobre si hacerse cargo de Leo. Justo al final de la novela ella decide seguir viendo con el chico. La obra cierra con una escena íntima que le muestra al lector la aceptación mutua que se manifiesta entre ellos. El siguiente punto que se explora es la voz narrativa dentro de la obra. Este aspecto es fundamental a la hora de estudiar el cambio de identidad de la narradora. Las relaciones que ella establecerá con los distintos personajes dentro de la obra influirán en el cambio de identidad de la narradora. La primera relación que se observa es con su antigua amiga Poli. Estas dos amigas tenían ya algunos años de no estar en contacto. Es interesante para el lector conocer el tipo de nexo que existía entre ambas amigas. La relación no se puede considerar como blanca o negra. Es más bien ambigua. La narradora hace memoria de Poli para poder comprender los motivos que la condujeron a optar por su propio exterminio. Todas las reflexiones que se hacen sobre Poli ayudan a la misma narradora a entender mejor la situación que ella está pasando. La narradora experimentará diferentes procesos de internalización que la conducirán a aceptar su rol de madre. 79 Otra relación que es fundamental dentro de la obra es la que la narradora establece con Leo. El nexo entre ellos se crea a lo largo de la novela. Leo es el que le brinda la oportunidad a la narradora de transformar su identidad. Antes de vivir con el chico, la protagonista no tenía ningún deseo de tener hijos. El lector puede observar cómo la relación de ellos se va moldeando como la de una madre que va descubriendo a su hijo pequeño. El comienzo de su relación se da a partir de leer el periódico juntos. Esto les dará la oportunidad a que fluya la comunicación entre ellos. Otro factor que los une es tratar de encontrarle algún sentido al accionar de Poli. La narradora trata de brindarle alguna respuesta a Leo. Los aspectos anteriormente mencionados provocan en la narradora que sufra un proceso de internalización que afectará su identidad. La tercera y última relación analizada es entre la narradora y su novio asiático Kim. Este personaje funciona como catalizador con respecto al desarrollo de la nueva identidad de la protagonista. Al inicio de la novela ambos personajes mantenían una relación sentimental. Ellos no buscaban comprometerse profundamente con su pareja. No obstante, la figura de Kim es necesaria para la creación de la parodia familiar. En este punto la figura del padre es todavía indispensable. Al final de la novela la narradora internaliza diferentes factores que la llevan a tomar la decisión de quedarse con Leo. Sin embargo Kim no cabía en esa nueva vida que la protagonista estaba optando para ella. La narradora se queda sola con Leo, un padre ya no es necesario en este modelo familiar. Ahora bien, después de estudiar la estructura de la novela y la voz narrativa se prestó atención al acto de narrar en El Dock. Este aspecto es esencial a la hora de la transformación de la identidad de la narradora. Ella se construye a sí misma en la obra. Además este proporciona un efecto conciliador entre los personajes ya que por medio de él se trata de entender las razones que llevaron a Poli a participar dentro de un atentado terrorista. La historia personal de la narradora se entremezcla con la historia general del país. El atentado en el destacamento del Dock será el detonante que cambiará por completo la vida de la narradora. En la historia personal de la narradora se observa la forma en la que ella se va construyendo a sí misma como madre. El contar su propia historia le permite entender las circunstancias que está viviendo, es decir, el hacerse cargo de un niño huérfano. Ella recuerda el pasado en su historia y a su vez crea el futuro. Otro aspecto importante que se observó en el análisis del acto de narrar es la incursión de otros relatos con el fin de darle sentido a ciertas acciones que los personajes no pueden justificar. La obra hace uso de la trama de la película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice y del libro Los tres mosqueteros veinte años después. Leo se cuestiona por qué Poli no pensó en 80 él. La narradora al no tener qué decirle recurre primero a la trama de la cinta. La protagonista lee a su vez ciertos pasajes del libro y este le brinda también una hipótesis del porqué Poli se pudo haber estallado junto con la granada que llevaba en su mano. Tanto la trama de la película como el libro ofrecen algunas conjeturas sobre la posible respuesta al misterio de Poli. El último punto que se analiza en El Dock es el espacio. Es interesante notar como los diferentes espacios presentes en la obra pueden mostrar el cambio de identidad de la protagonista. Para el análisis del espacio se siguió la obra de Luz Pimentel. En la obra existen dos grandes espacios territoriales. Uno de ellos se localiza en la Argentina y el otro en Uruguay. En cada uno de estos países es posible observar otros espacios que se asocian con la transformación de la identidad de la protagonista. En la Argentina se sitúa el barrio ficticio el Dock. Así como el departamento de la narradora y Poli. Los espacios ubicados en la Argentina se convertirán en sitios hostiles tanto para la narradora como para Leo. Esto los lleva a irse de veraneo a una ciudad de Uruguay. En este caso se trata de la ciudad costera de Solís. Esta ciudad será el paraíso utópico que permitirá el nacimiento de nexos afectivos entre estos dos personajes. Otra ciudad importante dentro de Uruguay es Montevideo. Durante su corta estancia la narradora toma la decisión de quedarse con Leo y finalizar su relación amorosa con Kim. La segunda novela que se analizó fue Los planetas. Como ya es conocido esta novela relata la relación entre S y M de una manera muy singular. Después de que M desapareciera, S intentará tomar el lugar de su antiguo amigo. La novela hace una referencia no explícita hacia la dictadura de la década de los setenta. Como se ha dicho anteriormente, el foco central de la obra es explorar el profundo lazo que existió entre ambos jóvenes. El relato es mayormente narrado por S. Sin embargo él le cede la palabra a otros tres narradores presentes en la obra. Se trata primordialmente de M, el padre de M y un narrador desconocido en tercera persona del singular. El objetivo del análisis de Los planetas es explorar la evolución de la identidad de S a partir de los recuerdos de M. S intentará sustituir a M tras su secuestro, no obstante al final de la obra S cambiará a ser simplemente él. Los puntos a estudiar son los mismos que se estudiaron en El Dock, o sea, la estructura de la obra, la voz narrativa, el acto de narrar y el tratamiento del espacio. En el estudio de la estructura de Los planetas se observó que la novela está dividida en dos partes no equitativas. La primera parte se titula “Comienzo” y la segunda “Final”. La transformación de la identidad del protagonista se puede notar a su vez en la estructura de la 81 obra. Para el análisis de la estructura se utilizó de nuevo la teoría de James A. Marcia sobre los cuatro modos de reacción. Así en la parte de “Comienzo” S se encuentra en el modo identity diffusion. En este momento S trata de vivir como M. El compromiso hacia su desaparecido amigo es alto. No obstante, el compromiso para consigo mismo es vago. Lo anterior afecta su realización como escritor ya que debe de dejar de tratar de ser M para poder realizarse en su profesión. Al contrario, en la parte “Final” S atraviesa el modo identity achievement. S no intenta sustituir más a M y la novela concluye con la promesa de escribir un libro sobre su amistad. Además en la estructura de la novela se comentó sobre la relación que existe entre la división de la obra en siete capítulos y el título de esta. Los babilonios pensaron en siete planetas. Asimismo las propiedades celestiales de este número fueron heredadas a los judíos y persas. En la tradición judía, el avelut o periodo de duelo dura siete días. Así es posible considerar que los seis primeros capítulos de la obra se podrían asociar con el sentido que tiene S después del secuestro de M. El último capítulo se puede considerar un poco más positivo que los anteriores ya que se nota el cambio de identidad de S. El segundo punto que se exploró fue la voz narrativa. En este aspecto se estudiaron las relaciones que el protagonista establece con otros personajes. La relación más importante en la obra es por supuesto el antiguo nexo que S mantenía con M. S narra los recuerdos compartidos con M. En este punto se comenzó especificando de qué manera el secuestro de M afectó la identidad de S. Este fue el detonante para que el protagonista entrara en un periodo de confusión. No obstante, al desaparecer M el lazo entre ellos cambia. S decide adoptar el nombre de M y a partir de este hecho el protagonista inicia su proceso de internalización. El narrador principal teme que si se convierte en M no habrá un S que lo recuerde. Por lo tanto el valor del recuerdo de M juega un papel central a la hora del cambio de identidad. Lo mismo sucede con la aceptación de S como escritor. El protagonista debe de delimitar los márgenes entre las dos identidades con el fin de poder escribir su libro. La segunda relación que se analiza es con Sito. Como se menciona en el análisis, Sito es un antiguo amigo de cuadra de M. Un encuentro casual entre S y Sito impulsará al protagonista a escribir la historia de amistad entre ellos. El proceso de internalización que sufre S es dado por el hecho de que ninguno de los dos personajes recordó a M durante su encuentro. A partir de este hecho el narrador principal recapacita sobre su decisión de tomar el lugar de M. S percibe la responsabilidad que él tiene, es decir, mantener el recuerdo de M vivo. 82 La última relación que se estudia es con Mirta del Soto. El nexo con esta empleada del registro público es corto no obstante complejo. S la conoce cuando intenta cambiarse su nombre por el de M formalmente. Mirta misma le propone una forma que él puede utilizar para lograr su objetivo. Sin embargo, al momento de conocer una causal que le permita adoptar el nombre de M, S siente como el recuerdo de su amigo entonces entra en peligro. Por tanto esta relación contribuye al cambio de identidad de S. El tercer punto a analizar en Los planetas es el acto de narrar. Este funciona como una especie de cura para S. Además S redefinirá su identidad dentro de la obra. El plano político se cuela dentro de la vida de los personajes de la novela. La obra Los planetas nace a partir de un hecho histórico doloroso. La obra entonces presupone un sitio en el cual el personaje principal tratará de volver a identificarse consigo mismo. Además el personaje principal se mostrará como escritor dentro de la misma obra ya que las intervenciones del narrador en tercera persona del singular pueden ser parte del libro que escriba sobre la amistad entre ellos. Es también importante señalar la intervención de relatos aparentemente desconectados con la trama de la obra. En total es posible encontrar seis historias en la novela. Estas profundizan aún más la problemática de la identidad dentro de Los planetas. Solamente se estudiaron dos de los seis relatos. Uno de ellos fue contado por M y el otro fue narrado por el padre de M. En este momento a la autora del presente trabajo de investigación le gustaría hacer un comentario. Sería interesante para algún análisis futuro estudiar con profundidad los otros relatos. Quedaron varias ideas sin poder desarrollar debido al limitante de espacio. El estudio detallado de cada uno de estos relatos propiciaría un entendimiento más completo de esta novela tan compleja. Cada una de estas historias se encuentran estrechamente ligadas a la crisis de identidad que sufre S. El último análisis de Los planetas tiene que ver con el espacio en de la obra. Tal y como sucedió con el estudio del acto de narrar solo se pudo comentar sobre uno en particular. La ciudad de Buenos Aires es el lugar donde los dos jóvenes forjan y profundizan su identidad. Al final esta ciudad se convertirá en un lugar violento y se transforma así en un sitio difícil para el personaje principal. Ahora bien, sería también interesante explorar más a fondo todos los otros espacios que quedaron sin ser comentados. Estos espacios a su vez se pueden ligar a los relatos que se encuentran en la obra. Una vez más el análisis hondo de todos los espacios restantes brindará un entendimiento más profundo no solo sobre la novela sino también de S. Al comparar las obras se pudo observar que ambas comparten muchas similitudes. Las dos novelas se centran constitucionalmente en los aspectos íntimos y personales de los protagonistas en vez de concentrarse en factores políticos e ideológicos. Lo anterior se hace 83 notable con respecto a la vinculación de las Madres de la Plaza de Mayo en las obras. Los autores no mencionan explícitamente a esta organización. No obstante el lector puede asociar varios aspectos que se presentan en la novela con los distintos planteamientos de las Madres. Así las novelas se mantienen exclusivamente como el sitio donde los protagonistas expresan sus sentimientos lejos de connotaciones políticas. Los protagonistas cambian de identidad y se crean a sí mismos en las obras de tal manera que sea posible para ellos seguir adelante. Es reconfortante observar que tanto El Dock como Los planetas terminan con la promesa de un futuro cuando adoptan su nueva identidad. 84 Bibliografía Obras literarias Chejfec, Sergio. Los planetas. Buenos Aires: Alfaguara, 2010. Print. Sánchez, Matilde. El Dock. Buenos Aires, Argentina: Planeta, 1993. Print. Obras teóricas Bergero, Adriana, Reati, Fernando. Memoria colectiva y políticas del olvido Argentina y Uruguay, 1970-1990. Rosario, Argentina: Beatriz Viterbo Editora, 1997. Print. Camarero Arribas, Jesús. “Las estructuras formales de la metaliteratura.” El Texto como encrucijada: estudios franceses y francófonos. Coord. María Jesús Salinero Cascante. Logroño: Universidad de la Rioja, 2003. 457-472. Print. Genette, Gérard. Narrative discourse: an essay in method. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1983. Print. Erikson, Erik H. Identity: youth and crisis. New York: W.W. Norton & Co., 1994. Print. 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