La transformación de la identidad de los protagonistas en las obras

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Faculteit Letteren & Wijsbegeerte
Raquel Badilla Bolaños
La transformación de la identidad de
los protagonistas en las obras El Dock
de Matilde Sánchez y Los planetas de
Sergio Chejfec
Masterproef voorgedragen tot het behalen van de graad van
Master in de taal- en letterkunde Engels-Spaans
2016
Promotor: Prof. Ilse Logie
Vakgroep letterkunde
Agradecimientos
Muchas gracias a la Profesora Logie por sus comentarios y consejos que me
iluminaron mucho a la hora de escribir esta tesina.
También quisiera agradecerle a Jasson y a mi mamá por todo el apoyo y las porras
que siempre me dan para que siga adelante.
iii
Índice
AGRADECIMIENTOS III ÍNDICE V 1. INTRODUCCIÓN 7 1.1 CONTEXTO HISTÓRICO 1.2 CONTEXTO LITERARIO 8 12 2. ANÁLISIS DE LAS NOVELAS 15 2.1 EL DOCK DE MATILDE SÁNCHEZ 2.1.1 ESTRUCTURA DE EL DOCK 2.1.2 LA VOZ NARRATIVA EN EL DOCK 15 18 20 2.1.3 EL ACTO DE NARRAR EN EL DOCK 2.1.4 EL ESPACIO EN EL DOCK 2.2 LOS PLANETAS DE SERGIO CHEJFEC 2.2.1 ESTRUCTURA DE LOS PLANETAS 2.2.2 LA VOZ NARRATIVA EN LOS PLANETAS 2.2.3 EL ACTO DE NARRAR EN LOS PLANETAS 2.2.4 EL ESPACIO EN LOS PLANETAS 29 35 39 42 45 57 63 3. COMPARACIÓN DE LAS NOVELAS: EL DOCK Y LOS PLANETAS 67 3.1 ASPECTOS TEMÁTICOS EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 67 3.2 COMPARACIÓN DE LA ESTRUCTURA Y METAMORFOSIS IDENTITARIA EN EL DOCK Y LOS PLANETAS
70 3.3 LA VOZ NARRATIVA EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 71 3.4 EL ACTO DE NARRAR EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 73 3.5 EL TRATAMIENTO DEL ESPACIO EN EL DOCK Y LOS PLANETAS 76 4. CONCLUSIONES 78 BIBLIOGRAFÍA 85 Número de Palabras: ~ 35931
v
1. Introducción
Los relatos de las novelas El Dock de Matilde Sánchez y Los planetas de Sergio
Chejfec acercan al lector a una etapa vivida en la historia argentina reciente, es decir, la
dictadura que azotó al país al final de la década de los años setenta y a su vez, a un atentado
terrorista guerrillero originado en enero de 1989, después del restablecimiento de la
democracia. Ambas narrativas cuentan la historia de un amigo perdido a causa de actos de
violencia política. Sin embargo, los relatos no tienen como objetivo señalar quién pudo haber
sido el culpable de dicha violencia sino al contrario, recordar a esa persona desaparecida. En
el caso de El Dock, publicado en 1993, la narradora igualmente busca volver a recrear la
identidad de una amiga a la cual había dejado de frecuentar con el paso de los años. La
narradora se esmera en tratar de entender las razones que condujeron a su antigua amiga
llamada Poli, a convertirse en terrorista y participar en un atentado. Ahora bien, es interesante
resaltar la voz femenina en El Dock. El concederle el papel principal a una mujer en el
proceso de rehacer la subjetividad y en la elaboración de proyecciones futuras asociadas a la
memoria individual –en este caso particular sujeta a la subjetividad femenina- se puede llegar
a considerar como un espacio de resistencia al discurso homogéneo y autoritario del “Proceso
de Reorganización Nacional”, como se autodenominaba el Régimen militar (Bergero 22). En
Los planetas, el narrador, S, se esmera en recordar quién fue su amigo, trata a lo largo de la
novela de evocar la identidad de M, inicial del amigo desaparecido, a partir de recuerdos.
Asimismo le muestra al lector la cercana relación que ambos compartían de una manera
íntima. Es importante indicar que la novela fue publicada en el año 1999; década en la que el
movimiento de derechos humanos vuelve a resurgir después de un duro retroceso a causa de
los indultos del presidente Menem (Suriano 545). A lo largo de los años ochenta se dio una
vuelta atrás con respecto a los logros obtenidos en cuestiones de derechos humanos. Tanto El
Dock como Los planetas rompen con la dicotomía esperable de la época, ninguna de las dos
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novela sigue la llamada “Teoría de los dos demonios” (cfr. infra), sino que antes se centran en
la relación establecida entre los personajes a partir de la memoria individual.
El objetivo de este trabajo de investigación es explorar el cambio de identidad que
experimentan ambos personajes principales en las obras. Esta transición se produce a partir de
hacer memoria de sus antiguos amigos. Para el análisis de ambas obras se considerarán los
siguientes aspectos: primero se discutirá sobre la estructura de las novelas en relación con el
cambio de identidad de los protagonistas. Seguidamente se estudiará la voz narrativa. En este
punto se brindará atención a las relaciones que establecen los narradores con otros personajes.
Estos nexos influirán en la transformación de la identidad. Como tercer punto se explorará el
acto de narrar en la obras. Como último aspecto se estudiará el tratamiento del espacio en
ambas obras con respecto a la transformación de la identidad de los protagonistas.
En la primera parte del trabajo se hará un breve recuento sobre la dictadura de 1976 y se
mencionará concisamente el ataque terrorista de la Tablada de 1989. Además se expondrá el
contexto literario de las novelas sobre la violencia política argentina. En la segunda parte se
efectuará el análisis pertinente de cada novela. En la tercera parte del trabajo se compararán
las obras.
1.1 Contexto histórico
1.1.1 Breve historia sobre la dictadura de 1976 y el ataque terrorista de El Tablado
Argentina ha sido una nación caracterizada por continuos golpes de estado a lo largo del
siglo XX (Suriano 35). Entre 1930 y 1976 se realizaron alrededor de seis golpes de estado
(Suriano 39). El último golpe sufrido en el país dejó huellas profundas en la población
argentina debido al estado de terror al que fue sometido. Hasta el día de hoy familiares de
víctimas desaparecidas tratan de encontrar alguna pista que los lleve a dar con sus seres
queridos secuestrados y torturados durante este periodo negro de la historia.
La violencia política comenzó en la Argentina el 24 de marzo de 1976 cuando se llevó
a cabo el más reciente golpe militar. De esta forma se derrocó al gobierno de Isabel Perón y
las Fuerzas Armadas se convirtieron en figuras políticas ligadas a la vida nacional (Suriano
35). Las Fuerzas Armadas despojan del poder al partido que había ganado las elecciones
democráticamente en 1973 (Suriano 35). Suriano enfatiza en su obra que “[l]os ciudadanos
parecían no sentir al gobierno y a la democracia como propios. [...] Quizás se encuentre allí la
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causa principal por la que rápidamente [...] hicieron perder al poder público el control
monopólico de la “violencia física legítima”.” (36). Además la perjudicial situación política y
económica abrió el camino para la participación militar (Suriano 36). Asimismo, meses antes
del golpe de estado se puso de manifiesto la crisis de autoridad que acechaba al estado
nacional (Suriano 37). Siguiendo a Suriano, una porción de la opinión pública aguardaba de
alguna forma una actuación militar y la otra parte mayoritaria se sometió al hecho (37). La
prensa nacional se encargó de enfatizar sobre la apatía de la población con respecto al golpe
de estado, la falta de reacción se debía a la “mala reputación y el descrédito del gobierno
constitucional” (Suriano 37). Asimismo diarios como el Clarín y La prensa expresaron un
franco apoyo al nuevo régimen a tan sólo días después, estimando que el cambio abriría
nuevas oportunidades ya que se había dejado atrás un gobierno “agotado” y se alababa a las
Fuerzas Armadas por la “prolijidad” del golpe de estado (Suriano 37). Es sobresaliente
señalar que el amparo civil es necesario para el éxito del golpe de estado tal como se demostró
en el golpe de estado a Isabel Perón (Suriano 39).
La táctica discursiva inicial de las Fuerzas Armadas tenía como objetivo legitimar la
intromisión en el ámbito político (Suriano 38). El golpe de estado intentaba alcanzar su
legitimización a través de la teoría del “vacío de poder”, los problemas económicos y sociales
y sobre todo la amenaza de una “subversión terrorista” que llevaría a la “disolución de la
nación” y la “anarquía” (Suriano 38).
La misión inicial de las Juntas era organizar un sistema político “estable” claramente
vigilado por el poder militar (Suriano 40). Videla consideraba fundamental el papel
protagónico de las Fuerzas Armadas para “[r]eorganizar institucional y políticamente el país,
con la finalidad de concluir con los ciclos pendulares de gobiernos civiles y militares,
instaurando una democracia estable” (Suriano 40). Asimismo, el autoritarismo militar buscaba
instaurar una reforma económica y un plan de disciplina social (Suriano 40). Durante los
primeros años del régimen se llevó a cabo el cambio radical en el funcionamiento de la
economía (Suriano 53). El nuevo mercado financiero funcionaba bajo ninguna regulación y
estaba abierto al exterior favoreciendo así a grupos de poder emergentes (Suriano 53). “La
apertura de la economía” ocasionó un deterioro irremediable en la industria nacional (Suriano
53). Dentro de las consecuencias del cambio en el funcionamiento de la economía se pueden
nombrar la quiebra de fábricas y la invasión de productos importados y bancos (Suriano 53).
A su vez, se estructuró un plan intensivo con el fin de suprimir organizaciones guerrilleras y
levantamientos públicos (Suriano 40). La nueva autoridad en el gobierno deseaba
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implementar una nueva forma de vida argentina con el fin de consolidar “otra hegemonía en
la sociedad” (Suriano 40).
El estado autoritario se puede dividir en cuatro etapas distintas: la primera fue bajo el
mando militar de Jorge Rafael Videla (1976-1981), la segunda estuvo bajo la dirección de
Viola (1981), la tercera fue de Galtieri (1981-1982) y la última etapa fue liderada por Bignone
(1982-1983) (Suriano 43). Videla ha sido el presidente militar de mayor duración en este
último régimen (Suriano 43). Las Fuerzas Armadas se mantuvieron unidas por una solo causa,
“la lucha contra la subversión” (Suriano 45).
El periodo de Videla se cerró en marzo de 1981 con la incapacidad de que un Estado
autoritario pudiera fabricar reformas que facilitaran la creación de “otro sistema político”
(Suriano 63).
Es importante resaltar el gobierno de Galtieri ya que este militar buscó “recuperar la
autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar, erosionada por el desgaste de seis
años de administración malogrados y de enfrentamientos internos” (Suriano 72). Galtieri
aspiró a levantar la devaluada imagen del gobierno aventurándose en la guerra de Malvinas
(Suriano 76). El gobierno se metió de lleno en una operación atrevida e imprudente para
seducir al consenso y recobrar la unidad militar (Suriano 76). Sin embargo, la guerra fue
perdida por la Argentina. La decisión fue tomada sin disponer de una buena preparación
militar y con una estimación equivocada sobre el apoyo de los Estado Unidos; el país
norteamericano le brindó su apoyo a Inglaterra (Suriano 77). Las fuerzas argentinas se
subyugaron el 14 de junio de 1982 (Suriano 78), derrota militar que precipitó el fin de la
dictadura.
El estado de terror concluyó con la votación democrática del presidente Raúl Alfonsín
en 1983 (Bergero 13). Justo antes de finalizar el régimen militar se inició el trayecto hacia la
impunidad y el olvido (Bergero 14). A su vez se presentó un “Informe Final sobre la Lucha
Antisubversiva” en el cual se acreditaba por justo todo lo acontecido durante la guerra sucia y
se promulgó un decreto de autoamnistía con el fin de evitar futuros enjuiciamientos (Bergero
14). Sin embargo, Alfonsín invalidó la ley de amnistía e instauró la Comisión Nacional Sobre
Desaparición de Personas (CONADEP) que tenía como finalidad indagar sobre la violación
de los derechos humanos (Bergero 14). Además “ordenó el enjuiciamiento tanto para líderes
de la guerrilla como para los de las juntas militares. Esta decisión se conoció como “la teoría
de los dos demonios,” así se responsabilizaba la violencia política a estos dos grupos”
(Crenzel 1065, traducción mía). En el año de 1984 salió a la luz el informe Nunca Más, el
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cual recopilaba alrededor de nueve mil casos de desapariciones de los treinta mil que se
presuponen que ocurrieron (Bergero 14).
El juicio a integrantes de tres Juntas militares comenzó rápidamente en abril de 1985 y
concluyó en diciembre con la sentencia de prisión perpetua de varios integrantes (Bergero
14). Al mismo tiempo que el juicio a las Juntas militares, se recibieron una lluvia de
denuncias y demandas contra un centenar de integrantes de las fuerzas armadas y de
seguridad pudiendo esto provocar consecuencias políticas (Bergero 14). Por lo cual el
Congreso expidió la Ley de Punto Final que consignaba un periodo límite para la presentación
de pruebas y el abrir con el juicios (Bergero 14). En 1987 se decretó la Ley de Obediencia
Debida que prolongaba la impunidad jurídica a todas aquellas personas que hubieran obrado
en virtud de la obediencia a superiores (Bergero 15). En el año 1989 se llevó a cabo un ataque
terrorista por parte del grupo denominado “Movimiento Todos por la Patria” que “atacó un
cuartel militar en La Tablada en el Gran Buenos Aires” (Suriano 115). El siniestro causó la
muerte de 28 muertos entre sus integrantes (Suriano 115). En ese mismo año, el presidente
Carlos Menem absolvió a “la mayoría de quienes estaban todavía bajo proceso” (Bergero 15).
Por otra parte en 1990, ese mismo Menem promulgó un nuevo indulto con la intención de
“contribuir a la reconciliación” y de esta forma los últimos represores quedaron finalmente en
libertad (Bergero 15).
En la década de los noventa varios militares confesaron públicamente ante el Senado
argentino haber utilizado metodológicamente la tortura con políticos encarcelados (Bergero
15). Igualmente en 1995 el ex oficial de la Armada, el capitán Adolfo Scilingo reveló “haber
participado en vuelos militares durante los cuales se arrojaba detenidos vivos al mar”
(Bergero 15). Este testimonio desencadenó una oleada de declaraciones semejantes de otros
ex militares y soldados (Bergero 16). Con la llegada al poder de Néstor Kirchner en la primera
década del siglo XXI, se modificó radicalmente esa política de amnesia y amnistía para poner
en marcha una revalorización de los Derechos Humanos que llevaría a la reapertura de los
Juicios contra la Junta. Finalmente el ex presidente Videla murió en la cárcel en 2013.
1.1.2 Violación sistemática a los derechos humanos
Es sobresaliente resaltar que durante la dictadura argentina los derechos humanos
fueron sistemáticamente violados. Se cometieron grandes atrocidades hacia la población civil.
A pesar de las reacciones positivas comentadas anteriormente de algún sector de la población,
se vivió una época de terror durante la dictadura iniciada en 1976.
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Los militares gobernantes extendieron las prácticas clandestinas siendo el secuestro de
personas la forma represiva central (Suriano 513). El ámbito de operación de los militares era
“íntimo y cotidiano” (Suriano 520). Los secuestrados eran llevados a centros clandestinos de
detención, fueron interrogados bajo tortura; una minoría era dejada en libertad, pero la gran
mayoría de los detenidos llegó a pertenecer a las “filas de los desaparecidos” (Suriano 513).
Las formas más representativas de represión fueron la “desaparición forzada de personas y la
apropiación y el cambio de identidad de niños secuestrados con sus padres o nacidos en
cautiverio” (Suriano 514).
Debido a la magnitud de la opresión y el creciente terror, se comenzaron a formar
organizaciones cuyos miembros eran primordialmente afectados, tal es el caso de las Madres
de la Plaza de Mayo, las Abuelas, los Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones
Políticas (Suriano 516). A su vez, se crearon grupos de solidaridad de personas no afectadas
directamente sino que estos eran motivados por la cercanía a ciertas víctimas (Suriano 518).
En el momento en que la democracia fue restablecida de nuevo en 1983, se encontraron
alrededor de 340 centros de detención clandestinos (Bellucci 84). A su vez, se calcula que
hubo cientos de exiliados, alrededor de 9000 presos políticos y aproximadamente 30 000
desaparecidos (Bellucci 84). Hasta la fecha muchos familiares no han logrado encontrar
información alguna que los lleve a descifrar qué pudo haber sido de ellos (Bellucci 84).
En los años noventa se estableció la un “nuevo grupo de derechos humanos: HIJOS
(Hijos por la Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio)” (Suriano 548). La
organización es conformada por hijos de desaparecidos (Suriano 548). Como queda dicho, en
esta década, el asunto de las violaciones de los derechos humanos se sitúa de nuevo como
tema principal en la atención pública (Suriano 548). Estas organizaciones siguen en la espera
de noticias sobre sus familiares desaparecidos e insisten en la importancia de hacer memoria
para recordar ese pasado negro y no repetirlo jamás nunca.
1.2 Contexto literario
Las novelas El Dock y Los planetas exponen de una manera muy singular la violencia
política. El centro narrativo de ambos relatos no se encuentra estrechamente ligado con algún
tipo de ideología política sino que más bien muestra una relación íntima con el pasado; un
recuerdo que les pertenece sólo a los narradores de ambas historias. Por esa característica,
contrastan con la mayoría de las novelas publicadas durante el periodo de la dictadura y los
12
años inmediatamente posteriores a ella, que muestran como foco principal otros rasgos
formales.
Desde 1975 la sociedad civil comenzó a padecer el conflicto militar y político, el poder
armado se mostraba casi como el único intérprete de la política dejando por fuera la
intervención de otros sectores de la sociedad y de esta manera se cerraba cualquier puerta
abierta a la mediación (Sarlo 332). El gobierno autoritario implantó un “discurso maniqueo”
(Sarlo 332). La censura y la autocensura jugaron igualmente un papel primordial, se implantó
“la metáfora de la amputación, voluntaria o forzosa, visible u oculta, total o parcial” (Bergero
144). De esta manera la literatura se vio obligada a crear un “referente incomprensible”,
adjetivo que describe el momento en el que se vivía, muchas resoluciones políticas y miliares
que concernían a la sociedad se tomaban de manera secreta (Sarlo 332). Por lo tanto la
literatura de aquel período buscaba llegar al “enigma que el discurso militar designaba como
caos” (Sarlo 332). A su vez intentaba emitir otras voces diferentes a la de la hostilidad total
cuyo foco era la anulación del “Otro” (Sarlo 332).
En estas novelas se cuestiona tanto la historia que es narrada como la manera en la que
debe de ser contada (Sarlo 331). Asimismo tratan de obtener respuestas de las razones que los
llevó a vivir esa ola de violencia (Sarlo 331). Surgió la interrogante de cómo se podría
describir la realidad existente (Bergero 148).
Como primer mecanismo las novelas escritas a finales de los sesenta y principios de los
ochenta fueron fundamentalmente alegóricas, de este modo se podía llegar a “extinguir la
apariencia”, se intentaba describir la ininteligible realidad y rehacer la experiencia en contra
del discurso militar cuya base provenía del mismo poder político (Sarlo 332). La
implementación de formas alegóricas, formas de la figuración y tropos se hace notable en
muchos textos producidos con la función de brindar una lectura figurada a pesar que dichos
relatos manifestaban una estética realista (Sarlo 333). Las formas figuradas plantean un
espacio libre de interpretación y pueden sugerir posibles explicaciones de la realidad (Sarlo
333-4). La novela Respiración artificial de Ricardo Piglia trata de explicar el presente
relatando derrotas del pasado y la historia de estas consta de mensajes cifrados (Sarlo 336).
Por consiguiente, narrar el presente con miras al pasado fue una de las tácticas más
implementadas durante la dictadura militar (Bergero 154).
Otras novelas intentaron deducir el presente y la historia contemporánea utilizando
formas discursivas complejas que trataba su objeto indirectamente, es decir, no se hablaba,
por motivos evidentes de censura, sobre la violencia de la dictadura militar ni tampoco de
asesinatos o torturas, sino que se empleaba una noción implícita (Bergero 157). Tal es el caso
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de la novela El vuelo del Tigre publicada en 1981 por Daniel Moyano (Bergero 157). En el
relato la alusión explícita es una geografía ficticia en la cual gobierna la idea del dominio y la
represión (Bergero 157).
Algunos relatos trataron de narrar los hechos históricos desde una perspectiva más
personal (Bergero 156). Estas novelas indagan temas relacionados con la emigración con
perfil de biografías ficticias que exponen un desasosiego prominente de una crisis de
identidad surgida del exilio y el retorno, es decir, un desequilibrio espacial y temporal
(Bergero 156).
Al inicio de la posdictadura la crítica literaria no prestó mucho interés en las narrativas
testimoniales (Strejilevich 23). A partir de los años noventa, se expande la atención reflexiva
sobre la militancia de los setenta y los desaparecidos que la violencia política provocó, por lo
cual se ha empezado a explorar más la producción testimonial cuyo eje es la memoria
(Strejilevich 23). Estas obras testimoniales, escritas por las víctimas del terrorismo del Estado,
se construyen de diferentes maneras; se puede presentar una ruptura entre “la estructura
narrativa y el lenguaje”, a su vez el argumento trata de exponer la intensidad del
“acontecimiento”, o bien se puede seguir una estructura literaria más habitual que sobresalta
las peripecias del protagonista y que muestra la calidad humana del personaje principal
(Strejilevich 28). Estas novelas fraccionan la construcción de los “hechos sucedidos”, las
verdades narradas son reproducidas a partir de “la culpa, el arrepentimiento o la
reconciliación y posibilitan una escritura reflexiva sobre la memoria en el presente de la
posdictadura” (Strejilevich 28). Los relatos aspiran a recordar el pasado de manera que no
sean expulsados del presente “los múltiples significados del recuerdo” (Strejilevich 28-9). Las
narrativas tanto de El Dock como Los planetas se salen de todas las líneas anteriormente
presentadas, ya que no se basan en reconstruir un pasado violento sino más bien integrar de
nuevo a esa persona que desapareció producto de la violencia política. En ambos relatos los
narradores reconstruyen los momentos vividos junto con sus respectivos amigos. Se
entremezclan sentimientos de culpa, de arrepentimiento empero estos sentimientos no
polarizan el inmenso afecto guardado por ese amigo. Lo anterior no significa que el aspecto
de la violencia política no se aborde en absoluto. El tema sí se manifiesta de modo latente
pero se podría argumentar que se elabora de una manera oblicua, difusa. Su argumento
principal es rehacer la relación establecida entre dos personas, con una finalidad doble:
recobrar de esta manera la identidad tanto del desaparecido y, en estrecha relación con la
evolución de ese otro, recuperar o reinventar/reformular la identidad del propio narrador.
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2. Análisis de las novelas
2.1 El Dock de Matilde Sánchez
El Dock de Matilde Sánchez nos narra la historia de una mujer convaleciente de una
operación reciente que se hace cargo del niño de su amiga Poli. La historia sería convencional
si no se agregara un factor determinante, Poli es una terrorista que ha muerto en pleno ataque.
La novela inicia con la narración de los acontecimientos que se efectuaron un 6 de enero,
domingo de Reyes. La narradora y su novio asiático, Kim, presencian en vivo por televisión la
conclusión de un fallido golpe terrorista en las instalaciones militares del Dock. Mientras es
narrado lo que acontece en esas instalaciones, una cámara enfoca el agonizante final de una
mujer que formaba parte del grupo terrorista que se estalló junto con una granada que llevaba
en la mano. La guerrillera será identificada simplemente como Poli. La protagonista
reflexiona algunos días sobre la identidad de la terrorista hasta que recuerda que ella era una
amiga cercana que dejó de frecuentar hace algunos años. Después de la muerte de Poli la
protagonista se ve vinculada de nuevo a la vida de su amiga a pesar de no haber habido
contacto reciente entre ellas. Una vecina de Poli –Margot-, busca a la protagonista tras haber
encontrado su número telefónico en la agenda personal de Poli. Margot le informa que ella
tiene bajo su cargo a Leonardo, el hijo de la guerrillera que tenía en ese momento 10 años. La
protagonista inicialmente se niega a cuidar de Leo en la espera de que algún familiar lo
reclame. Sin embargo, por insistencia de Margot, la protagonista se lleva al niño a vivir con
ella. A partir de este evento cambia por completo la vida tanto de la narradora como de Leo.
Ambos personajes se ven inmersos en una situación de convivio totalmente desconocida para
ellos. La protagonista y Leo se embarcan en la tarea de no sólo aprender a comprenderse
mutuamente sino también a descifrar el motivo que llevó a Poli a participar en un atentado
terrorista. Leo le propone a la narradora pasar unos días de veraneo en una casa de descanso
de su familia ubicada en Solís, Uruguay. A la aventura se embarcan la narradora, Kim y Leo.
Los días en Solís son marcados por la interrogante de la razón por la cual Poli se unió a un
grupo terrorista y lo que la llevó a optar por el suicidio estallándose junto con una granada.
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Con el fin de lograr conjeturar una razón aceptable, la protagonista y Leo hacen memoria de
quién era Poli según los recuerdos que ellos comparten sobre ella.
Cabe subrayar que la violencia política acentuada en la novela no hace referencia a la
dictadura argentina de 76, sino a un episodio ocurrido en el año de 1989. Se trata del atentado
terrorista al Regimiento de la Tablada efectuado por el grupo denominado “Movimiento
Todos por la Patria” (Suriano 115). En El Dock se busca comprender quién era la guerrillera
Poli a través de recuerdos y esta situación creará un escenario que afectará la relación de cada
uno de los personajes dentro de la novela. La novela El Dock crea una esfera íntima entre la
narradora y Leo, por lo que el lector puede involucrarse más cercanamente al vínculo que
ambos personajes establecen. El relato es contado en primera persona del singular, de acuerdo
con la teoría de la narratología de Gérard Genette el narrador de la historia es intradiégetico y
homodiegético, es decir, el narrador cuenta su propia historia (248). Así lo ilustran las
primeras líneas del relato “[a]lgunos años atrás, en el Dock, no podría decir cuántos años hace
exactamente, comenzó una historia” (Sánchez 9). El lector experimenta una proximidad
mayor al relato ya que será testigo de los particulares cambios de identidad que experimenta
la narradora a lo largo de la obra. No obstante esta cercanía puede ser ambigua, puesto que el
lector conocerá sólo los aspectos que la narradora quiere compartir sobre sí misma. Durante la
novela se ignoran tanto su nombre, su profesión y la enfermedad que padece. El punto de
vista la narradora protagonista es perceptible por el lector como subjetiva, como sucede
cuando se está contando una historia. Ella reconoce la limitación de su perspectiva así como
lo muestra la siguiente cita “ni siquiera recuerdo exactamente lo que me contó Leo” (Sánchez
179). Igualmente la narradora prioriza la información relatada, “[o]lvidaba lo más importante,
y es que con el correr de los días en Solís la dureza de Leo hacia nosotros parecía suavizarse y
yo creía adivinar cómo se comportaba en compañía de Poli” (Sánchez 168). La narradora
primeramente dio un recuento de la rutina que se había establecido en la casa de veraneo en
Solís en vez de compartir con el lector el sutil acercamiento que se daba en la relación entre la
protagonista, Kim y Leo. Además, predomina en el relato la alta focalización interna.
Siguiendo a Genette, focalización interna es la mirilla por la cual se observa es la de un
personaje dentro de la historia (74).
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A lo largo de la narración el lector es testigo de la evolución del instinto maternal1 que
la narradora irá desarrollando y que se convertirá en la catarsis de su cambio de identidad.
Según comenta Silvia Rosman (2003) el relato se puede considerar como un tributo a las
Madres de la Plaza de Mayo (455). Sánchez escribió el prólogo de la autobiografía de Hebe
de Bonafini, líder de las Madres (Rosman 455). Es posible establecer un paralelismo entre el
testimonio de maternidad y militancia político de Bonafini y la figura de la madre en El Dock
como “una construcción ético-política y la figura no biológica o esencial de una mujer: la
novela por sí misma es la construcción escrita del narrador de ese rol” (Rosman 455-6,
traducción mía). Sin embargo tal como lo indica Rosman justamente ahí termina la similitud
entre los dos textos ya que el grupo de las Madres primordialmente le exigen al Estado
apegarse a las leyes mientras que la madre que aparece en El Dock intenta retar las leyes bajo
sus propios medios y así lograr modificarlas (456).
Cabe resaltar que el enfoque principal de la historia no es presentar un recuento
político de la situación ni mucho menos señalar algún culpable. Al contrario, a partir de este
“hecho político e histórico” Sánchez desarregla el “modelo de familia nuclear [...] una
consecuencia privada [...] retoma un debate y plantea su continuidad, es un texto que no sólo
no olvida sino que reenvía a un conglomerado de sentidos que deben aún desplazarse”
(Domínguez 1996: 264). La muerte de Poli trae consigo la desintegración del núcleo familiar
de Leo y este se ve forzado a establecer otros lazos. En consecuencia, desde el punto de vista
de la narradora, una nueva parodia de familia es conformada al finalizar la primera parte del
relato “Poli, Kim y Leo: nuestro pequeño e improvisado mundo de diminutivos. Nuestra
paródica familia de veraneo” (Sánchez 138). Por lo tanto la autora explora un núcleo familiar
que se inicia bajo una situación extrema de violencia. El objetivo de la presente sección es
explorar la transición de la identidad de la narradora a partir del recuerdo de Poli. La
protagonista irá desarrollando gradualmente su instinto materno. Se dará énfasis a los
siguientes puntos: primero se discutirá la importancia de la estructura de El Dock con respecto
al cambio de identidad de la protagonista. Segundo se explorará la voz narrativa y su relación
con la transformación de la protagonista hacia su aceptación de la maternidad. Como tercer
1
Con instinto maternal no nos referimos a “una maternidad basada en el instinto, considerada como algo nato de
la mujer. Lejos de poseer este carácter esencial, la maternidad es cultural, se construye contextualmente, a lo
largo de la historia” (Marcús 103). La narradora se construye así misma como madre a lo largo del relato. A su
vez ella recuerda y pone en práctica ciertas conductas que ella misma ha observado en otras madres (Sánchez
258-9).
17
punto se examinará el impacto que tiene el acto de narrar en la transformación de identidad de
la protagonista. Por último se estudiará cómo los espacios reflejan de cierta manera la
mutación hacia la maternidad. Todos estos aspectos influyen en la construcción del sentido
materno en la protagonista.
2.1.1 Estructura de El Dock
La novela El Dock está dividida en dos partes diferentes. En términos generales, durante
la primera parte de la obra se desarrollan las distintas circunstancias que obligan a la
protagonista y Leo a comenzar a vivir juntos. Aquí se narra el inicio de su relación, no hay un
apego significativo entre ambos todavía. En la segunda parte se hace más evidente la simpatía
y el cariño que se va incrementando entre ellos. Es importante subrayar que esta partición de
la obra señala hacia dos modos contrarios de identidad de la protagonista. El objetivo de esta
subsección es indagar precisamente sobre estos modos.
Al inicio de la novela, la narradora se puede describir como una mujer apática que no
mantiene relaciones personales estrechas. Por ejemplo, el único vínculo conocido por el lector
es su relación amorosa con Kim. Sin embargo este lazo es percibido como un nexo poco
duradero por la protagonista ya que ella considera que “Kim, provenía de cualquier lugar y
por lo tanto podía desaparecer en cualquier momento sin dejar en mí más rastros que la
evocación ocasional de un rostro” (Sánchez 35). La protagonista se presenta a su vez como
una persona reservada, alguien que decide y selecciona los datos que desea compartir. Como
se expresó anteriormente ella le oculta al lector tanto su nombre como la enfermedad que
padece. Con respecto a su enfermedad, el lector puede simplemente especular sobre el
padecimiento que según cuenta la narradora se “encontraba en el principio de la enfermedad,
la enfermedad y yo habíamos convivido ya algún tiempo. El mal, mi mal –una dolencia
peligrosa porque nunca presentaba síntomas hasta que se convertía en demasiado grave”
(Sánchez 18). En términos generales la protagonista advertía que ella atravesaba un momento
en su vida en el que “[c]ada uno de nosotros ya no se sentía atraído por sí mismo” (Sánchez
35). Por lo tanto la identidad de la narradora se podría definir como una persona que no
esperaba nada más de la vida, existía un cierto grado aparente de insatisfacción.
A la muerte de Poli la narradora es confrontada con una situación que la obliga a salir
de la rutina de pasividad en la que se encontraba. Las nuevas obligaciones adquiridas, lidiar
con la policía, cuidar de Leo y encontrarle algún sentido al accionar de Poli, la llevan a
18
enfocar su vida de manera diferente. En su artículo titulado Development and Validation of
Ego-Identity Status, James A. Marcia describe 4 modos de reacción previsibles durante la
crisis de identidad que es posible experimentar al final de la adolescencia (551). Dos de los
primeros modos son identity achievement y identity diffusion (Marcia 551). Estas dos
primeras modalidades son alternativas polares dentro de la teoría del psicólogo Erik Erikson
que se observan su obra Identity: youth and crisis (Marcia 551). Así en la etapa de identity
achievement se asume que el sujeto ha padecido una crisis de identidad y se encuentra
comprometido tanto a una ocupación como a una ideología (Marcia 551). Con respecto a
identity diffusion el sujeto puede o no haber experimentado un periodo de crisis, producto a su
“falta de compromiso” y dentro de esta condición el sujeto quizás no haya elegido una
ocupación (Marcia 552). El tercer modo refiere a moratorium, el sujeto experimenta una crisis
de identidad, pero no por ello su compromiso deja de ser vago (Marcia 552). Y el último
modo es foreclosure¸ contrariamente a moratorium, el sujeto expresa compromiso a pesar de
no atravesar una crisis de identidad (Marcia 552). Es sobresaliente resaltar que este marco
teórico se concentra en la última etapa de la adolescencia, no obstante es posible trazar un
paralelo de dos de estos modos con los procesos que vive la protagonista a lo largo de la
evolución de la novela. Asimismo es importante definir el concepto compromiso para facilitar
así un entendimiento mejor de los modos. Siguiendo a Marcia compromiso, commitment,
refiere “al grado en que los individuos adhieren e invierten a escogencias relevantes de
identidad” (Soenens 4, traducción mía). En la primera parte de la novela se puede especular
que la narradora atraviesa el último modo, es decir, foreclosure. La narradora ha pasado los
treinta años, “[l]levaba una vida tranquila e independiente, por lo menos la tranquilidad y la
independencia representaban las formas civilizadas de la felicidad” y además consideraba que
“no podían esperarse mejores cosas” (Sánchez 34). La protagonista no experimentaba ningún
tipo de “euforia” y se “esforzaba por sobrellevar la decepción con realismo, recompensada
por esa tranquilidad” (Sánchez 35). La narradora en este punto de la narrativa no atraviesa
ninguna crisis de identidad, sobrelleva sus compromisos adquiridos cumpliendo con los
requerimientos necesarios para seguir adelante. En otras palabras, el grado de compromiso es
simplemente el mínimo que sea imprescindible tal como se observa en su relación amorosa;
“[e]l vínculo con Kim no era malo, todo lo contrario, era aleatorio. De vez en cuando nos
permitíamos algún exceso, en el que, debo confesar, creíamos a medias” (Sánchez 37). Al
contario, conforme avanza la segunda parte de la novela, la protagonista parece haber
cambiado y ahora se encuentra en el modo de identity diffusion. La narradora atraviesa una
crisis de identidad; ella se pregunta si podrá vencer un cierto impedimento que no la deja
19
avanzar, “todavía quedaba una barrera, un último obstáculo de resistencia entre la voluntad de
debilitarme por completo y los hábitos y mecanismos que se habían convertido en mi forma
de acción, en parte de mi naturaleza” (Sánchez 238). Además la narradora no ha decidido aún
actuar como madre de Leo, su compromiso es todavía vago, “[d]ebía desembarazarme de Leo
si quería preservarme. Debía en todo caso, en el peor de los casos, aceptar la responsabilidad
que Poli me había tirado por la cabeza” (Sánchez 262).
Por lo tanto la estructura juega un papel significativo dentro de la obra. Cada parte de
El Dock señala un modo distinto de reacción de la protagonista. El lector es testigo de los
cambios internos que ella va sufriendo. Estos trastornos internos la encaminarán a adoptar su
nueva identidad, es decir, el ser madre.
2.1.2 La voz narrativa en El Dock
En esta sección se estudiará la transformación de identidad que experimenta la
narradora. Su nueva identidad se relaciona con el surgimiento de su instinto materno.
Además ella comenzará a contemplar la vida de una forma distinta. Tal como se especificó
anteriormente, el lector conoce algunos detalles de la historia a través de la protagonista, por
lo cual, a partir de ella es posible determinar ciertos cambios internos que sufre a lo largo de
la novela.
El trastorno interno que sufre la protagonista se funda admisiblemente en base a la
nueva situación en la que se ve inmersa. Como se ha mencionado anteriormente, tras la
muerte de Poli el orden cotidiano de la narradora sufre una disrupción. Ahora bien, para
efectos de nuestro trabajo de investigación es fundamental conocer cuáles son los aspectos
que pudieron haber influido en la nueva identidad desarrollada por la protagonista. Según
señala Erik Erikson, la identidad es “un proceso ‘localizado’ en el núcleo del individuo y al
mismo tiempo en su núcleo cultural comunitario [...] la formación de identidad aplica un
proceso simultáneo de reflexión y observación” (22, traducción mía, énfasis original). Con el
fin de que la formación de identidad sea exitosa el sujeto precisa un proceso de internalización
en el cual ciertas identificaciones sean incorporadas en un compuesto coherente de
compromisos que hagan reflexionar hacia “quién es uno” (Soenens 4). En la relación con lo
anterior, se podría plantear que los procesos de internalización que atravesó la protagonista
para culminar en su nueva identidad se pueden explorar a partir de las relaciones que la
20
narradora establece con Poli, Leo y Kim. Los cambios en los lazos fundados con cada uno de
ellos conducirán a la protagonista hacia su nueva identidad.
2.1.2.1. Relación con Poli
Iniciemos explorando la relación con su desaparecida amiga guerrillera Poli. Como ya
queda dicho el atentado del Dock fue televisado y la protagonista presenció los últimos
minutos de vida de una guerrillera que se explotó por su propia granada. Los periódicos solo
se referían a esta chica con su nombre de terrorista, Poli. La narradora reflexiona sobre esta
mujer. Sin embargo, al inicio de sus cavilaciones no logra asociar a Poli con su antigua amiga
de infancia “[p]rimer aviso: en mi infancia había alguien llamado Poli” (Sánchez 27). No
obstante, la narradora logra conectar a su antigua amiga con la terrorista. La protagonista
considera que gracias a su enfermedad fue posible reflexionar sobre los acontecimientos del
Dock. De no haber sido por este proceso de enfermedad, la muerte de su amiga habría pasado
desapercibida por ella debido a sus múltiples ocupaciones diarias (Sánchez 32). Basándonos
en lo anterior es deducible interpretar que la relación de amistad entre ambas mujeres se había
debilitado al pasar de los años. Poli y la protagonista fueron “extremadamente unidas, como
sólo se puede serlo en la infancia” (Sánchez 171). Después de la muerte de Poli la nueva
relación establecida se puede considerar ambigua. Es posible trazar paralelos ante ambas
amigas, existe una dualidad palpable entre ellas. Con respecto a la relación con Poli se
explorarán los siguientes aspectos: el admisible paralelismo entre el nombre prestado de la
guerrillera y la narradora, el cuerpo de ambas mujeres y el hacer memoria de Poli. Los puntos
anteriores guiarán a la narradora al forjamiento de su nueva identidad, o sea, la maternidad.
La relación de las dos amigas se podría considerar como ambigua. Un primer nexo
entre ellas es la dualidad presente en el nombre adoptado por la guerrillera que contribuye a la
transformación de la identidad de la narradora, o sea su lado maternal. Según el Diccionario
de la Real Academia Española poli “indica pluralidad o abundancia” (“Poli”). Poli vale para
muchas cosas, ella se transforma en una figura política, y es notorio en la lucha por su nombre
que las figuras de maternidad y militancia son reconfiguradas en la narrativa (Rosman 457).
El referente de pluralidad es a su vez palpable y redefinido en la narración (Rosman 457). Así
el nombre Poli es asociado inicialmente con un perro de su infancia. La narradora lo relaciona
también con una tía suya llamada Paulina que murió siendo muy joven (Sánchez 30). Es
sobresaliente resaltar que este apodo podría haber sido también el sobrenombre de la
narradora en algún momento de su vida “[s]i no me engañaba, Paulina a su vez me había
llamado así durante uno o dos veranos, repitiendo su propio sobrenombre en prueba de
21
nuestra amistad” (Sánchez 31). Además la protagonista le explica a Kim la posible
procedencia del apodo de guerrillera de Poli “[l]e conté de nuestros veranos con Poli en la
propiedad de mi familia en el campo, donde seguramente ella me había oído llamar con ese
apodo” (Sánchez 42). Es argumentable que su amiga guerrillera se apropió de este apodo y le
dio un uso político (Rosman 457). Poli será simplemente recordada por ese apodo, nadie en la
novela mencionará nunca más su verdadero nombre (Sánchez 57). La narradora parece no
poder reconocer a Poli a partir de sus recuerdos (Sánchez 74). Se podría deducir que la
narradora parece mostrar cierto desconocimiento, el apodo Poli no le dice nada. Por otro
lado, poli significa también ciudad (“Polis” en griego). Es viable establecer una similitud
entre el “Dock y la polis” ciudad al margen en donde yace el cuerpo de la guerrillera (Saona
609). Poli “puede referirse a Polinices, cuyo cuerpo había sido abandonado fuera de los
límites de la ciudad en Antigona. De manera análoga, el cuerpo de Poli permanece sin ser
enterrado, en la morgue, porque nadie lo reclama” (Saona 609). La protagonista se “convierte
en una Antígona que rescata el cuerpo que la ley ha expulsado de la ciudad [...] la narradora
recogerá y cuidará el fruto de ese cuerpo, Leo, el hijo de Poli” (Saona 609). Existe por tal
motivo un paralelismo entre ambas. De la misma manera en que la guerrillera se apropia del
nombre Poli, la narradora parece actuar de igual forma, se apropia de Leo. Durante la segunda
parte de la novela, la narradora acepta en cierta medida el peso que trae consigo el apodo de
Poli, es decir el lazo entre madre e hijo. La narradora comienza a comportarse como una
madre cuando arropa a Leo en su cama. Ella lo besa “en la mejilla y de inmediato sus
párpados cayeron por última vez [...] Hasta mañana, Poli, dijo, y yo no supe realmente a quién
se dirigía. Pero poco importaba” (Sánchez 259). La narradora internaliza quién va a ser ella a
partir del apodo de Poli. Al inicio no había un reconocimiento de su amiga a partir del apodo,
pero es precisamente este mismo apodo el que produce que ella logre identificarse con Poli
como madre de Leo. Por lo tanto, la relación entre ambas era ambigua y la dualidad del
nombre de Poli ayuda a efectuar la transformación de identidad de la narradora.
El análisis previo describe la relación entre la narradora y Poli como ambigua. Sin
embargo hay momentos en que la narradora parece mostrar comprensión hacia Poli. El
enfoque de este argumento será trazar un paralelismo entre el cuerpo de la narradora y Poli.
Esta exploración es asociada también con la aparición del instinto materno de la protagonista.
En la obra hay dos momentos en las que se narra que el cuerpo de Poli fue violentado. El
primer momento es al inicio de la narrativa. La narradora presencia en vivo por televisión los
últimos momentos de vida de Poli “[e]l cuerpo estaba tendido en la vereda [...] la ropa estaba
quemada y tenía restos de neumáticos adheridos a la piel [...] [e]l cuerpo se había movido sólo
22
un poco, en deslizamientos apenas perceptibles [...] [e]staba inmóvil, con los ojos abiertos,
muerta” (Sánchez 14-15). Las imágenes que se describen en la novela son consecuencia de
una violencia política que no es externa del círculo social de las personas. Tal como lo expone
Betina Kaplan en su artículo “[l]a violencia en este texto no se presenta como un hecho del
pasado sino que todavía está presente. Sorprende, irrumpe lo cotidiano y lo altera” (295). Un
segundo momento es cuando la narradora le narra a Leo cómo fue el día que él nació. Poli le
relató a la narradora que “mientras el médico trabajaba en algún lugar de su vientre con
forcejeos, golpes y cortes, con una serie de maniobras que sorprendieron a Poli por su
violencia” (Sánchez 116). Por otro lado, el cuerpo de la narradora igualmente sufre un
trastorno. Es a su vez violentado, no obstante, las circunstancias son distintas. La narradora es
sometida a una cirugía para detener el mal que padece, sin embargo esta intervención no le
deja ninguna cicatriz visible a ella (Sánchez 26). Al trazar una analogía entre ambos cuerpos,
es permisible argumentar que las dos veces que el cuerpo de Poli es violentado es a favor de
Leo. La narradora y Leo no saben si lo hizo por un sacrificio o un impulso (Sánchez 294). No
obstante, si se suicido por sacrificio se presume que lo hizo por Leo. Además, cuando Poli dio
a luz, “había padecido para obtener algo” (Sánchez 116). Al contrario, el cuerpo de la
narradora no queda marcado con cicatrices después de la operación, no experimentó ningún
dolor y no tuvo recompensa (Sánchez 116). Se podría argumentar que los trastornos sufridos
en el cuerpo de la narradora no son a favor de nadie más que ella. No obstante, la obra relata
el aniquilamiento de un cuerpo materno y la configuración de otro (Kaplan 295). La narradora
comprende entonces al final de la narrativa lo “que debía de sentir Poli hacia su hijo […]
Sencillamente, mi acción existía para alguien” (Sánchez 259). A través del cuerpo de Poli, la
internalización que efectúa la narradora es comprender las acciones de Poli, ella sufre en
función de alguien. La narradora siente al final de la narrativa que para ella, ahora, a su vez
“todo lo que yo hacía tenía un sentido” (Sánchez 259). La protagonista asume su nuevo papel
como madre y está dispuesta a seguir viviendo con Leo.
La narradora a su vez comienza a hacer memoria de Poli. Hacer memoria se puede
considerar como un proceso de internalización que la impulsará a desarrollar su instinto
materno. La narradora y Leo deciden hacer memoria juntos para lograr explicar el porqué Poli
participa en un atentado terrorista. Hacer memoria está “en evolución permanente, abierta a la
dialéctica del recuerdo y de la amnesia, [...] [l]a memoria es un fenómeno no siempre actual,
un vínculo vivido con el presente eterno” (Schwarzstein 475). Inicialmente los recuerdos que
la narradora comparte con el lector parecen presentar a Poli bajo una luz un poco negativa. La
narradora no parece tener una opinión positiva sobre Poli. No obstante, cerca del final de la
23
novela se muestra otra posición de la narradora. Ella parece comprender y aceptar las acciones
de Poli. Por la alta focalización interna que se mantiene constante a lo largo de la novela, el
lector puede observar la forma quizás desfavorable en la que la protagonista considera ciertas
acciones de Poli. A través de algunos recuerdos de la narradora, el lector percibe de una
manera negativa la forma en la que Poli es presentada como madre. Según relata la
protagonista “su vida era un caos y no siempre percibía la presencia de su hijo, ocupada como
estaba en sus cosas” (Sánchez 70). El lector intuye también cierta negatividad cuando la
narradora evoca de qué tipo hombres se enamoraba Poli (Sánchez 99). A su vez, la narradora
critica “la falta de seriedad profesional” de Poli (Sánchez 174, énfasis original). Por tanto los
recuerdos mencionados anteriormente hacen pensar al lector que la narradora no siente agrado
sobre algunos aspectos de la vida de Poli. Sin embargo, hay un momento significativo en la
segunda parte de la historia que conlleva a la narradora a pensar de una manera diferente
sobre Poli. Al final de la narrativa, Leo le miente a la narradora sobre la realidad del supuesto
romance entre Poli y el Capitán del grupo guerrillero que era mencionado frecuentemente en
los periódicos (Sánchez 286). Este romance podría ser la razón de Poli para participar en el
atentado. La mentira de Leo la hace sin embargo entender mejor a Poli. La protagonista nota
que existe una similitud entre ellas “[r]evelaba, de un modo ejemplar y contundente, que
cualquiera podía convertirse de la noche a la mañana en otra persona. (¿Y sin embargo, yo
misma no era un buen ejemplo de eso?)” (Sánchez 287). Al descubrir la verdad sobre el falso
romance de Poli, la narradora reflexiona aun mas sobre Poli. A pesar de haber sido una
mentira, la narradora no se siente en la posición de juzgar más a Poli. Para ella, ya no tendría
más importancia las razones que llevaron a Poli, haya sido por sacrificio o impulso (Sánchez
294). El hacer memoria de Poli supone un proceso de internalización de la narradora, que le
permitirá definir quién es ella también. La narradora observa que ella y Poli son similares.
Ella concibe que es al final un poco como era su antigua amiga. Por lo tanto la narradora pasa
de juzgar a Poli negativamente a comprender mejor las acciones de su desaparecida amiga.
Este entendimiento la impulsa al mismo tiempo a aceptar su nuevo rol de madre.
Consecuentemente la relación entre la narradora y Poli no es un nexo que se considere
como simple. La relación en momentos se presenta como ambigua, sin embargo, a lo largo de
la novela es perceptible el cambio de posición que va adoptando la narradora.
2.1.2.2 Relación con Leo
Una de las relaciones más importantes dentro de El Dock es el nexo que establecen la
narradora y Leo. Este lazo se creará conforme la novela avanza. La protagonista explorará un
24
lado totalmente desconocido para ella, el deseo de ser madre. Antes de vivir con Leo, la
narradora “nunca había querido tener un hijo” (Sánchez 269). No obstante, tras el suicidio de
Poli, ella se verá forzada a hacerse cargo de Leo. Este marca el comienzo de su relación. En
El Dock es indispensable que una madre muera y un niño quede huérfano para que surja una
nueva madre (Domínguez 1996: 267). Es interesante destacar que la relación de la narradora y
Leo se crea en la obra. Ellos no se conocían antes de los sucesos del Dock. Por esta razón es
un nexo que comienza desde cero y finaliza con la aceptación mutua de ambos personajes. En
esta subsección se explorará la relación de la narradora con Leo y en qué forma el trato que se
desarrolla entre ellos influye en la nueva personalidad de la narradora.
Para efectos del análisis se iniciará trazando cómo la obra configura un paralelo entre la
relación de la protagonista y Leo y la de una madre que acaba de tener un bebé. La narradora
irá descubriendo a su nuevo hijo de la misma manera que lo hacen las madres con sus bebés
pequeños. Esto contribuirá en la evolución de su rol como madre. Es importante subrayar de
nuevo que la relación entre la protagonista y Leo proviene de un acto de violencia. Con la
aniquilación de su cuerpo, Poli quebranta el acuerdo entre madre e hijo, el compromiso de ser
madre va más allá del parto (Palazón 675). Por esta razón la narradora se hace madre a pesar
de no serlo (Garabano 96). Es conveniente también recordar en este momento que la
narradora estaba convaleciente debido a una operación que había tenido. Antes de decidir
sobre el viaje a Solís, Kim comenta que el encierro de la narradora con Leo “le recuerda a las
mujeres cuando acaban de tener un bebé” (Sánchez 130). Por tanto este periodo de
recuperación se puede comparar con la idea del periodo después de dar a luz. Por otra parte, la
muerte de su madre biológica ha provocado que Leo retorne en cierta medida a ser un bebé.
Por lo menos así lo percibe la narradora, “lo veía crecer y madurar la idea de la muerte de su
madre mientras involucionaba en otros aspectos, regresando a las canciones de cuna. Lo había
visto balancearse de pie, acunado en un abrazo imaginario” (Sánchez 106). La narradora
descubre que Leo posee muchas de “las habilidades de los niños” que hasta el momento eran
desconocidas para ella (Sánchez 215). A su vez comienza a identificar algunas de las
características físicas de Leo (Sánchez 107). Además conforme avanza la obra, la narradora
no solo va reconociendo el cuerpo de Leo sino que también aumenta el deseo de tocarlo:
[...] fui al cuarto del chico. [...] Estaba tendido boca abajo, con la cabeza escondida
debajo de la almohada [...] la tela de los pantalones sugería la redondez infantil de sus
nalgas, tirantes y llenas. De pronto, la fantasía de rozarlas muy despacio. El deseo, sin
25
embargo, no obedecía a la perversión de los adultos, sino al delicado, leve erotismo de
las madres hacia sus bebés (Sánchez 246).
Según establece Erikson “un estado de agudo momento de confusión de identidad se pone en
manifiesto cuando el joven individuo es expuesto a una combinación de experiencias que
demandan su simultáneo compromiso a un contacto físico” (166, traducción mía). Entonces,
es argumentable que la narradora se encuentra en un proceso de cambio. Ella desea acercarse
e identificarse físicamente con Leo. La narradora empezará a contemplar a Leo como lo hacen
las madres después de haber tenido un hijo. El proceso de internalización que efectúa la
narradora es reconocer el cuerpo de Leo. Ese reconocimiento acentúa que se transforme en
madre.
Como se mencionó anteriormente, la relación entre la narradora y Leo no nace a partir
de una madre que quiere tener un hijo. Estos dos personajes comienzan a vivir juntos porque
las circunstancias así los obligaron. Ambos son dos desconocidos que no saben qué deben
hacer el uno con el otro. El paso inicial a la creación de su relación comienza gracias a la
lectura de noticias del periódico que realizan juntos. El vínculo que se va formando será
crucial para la formación de la nueva identidad de la narradora. La protagonista y Leo se
encuentran por primera vez cuando Margot le lleva al niño. El objetivo de Margot es que la
narradora se haga cargo de él naturalmente. Sin embargo la protagonista “lo último que
deseaba era quedar a solas con Leonardo” (Sánchez 52). El lector puede intuir que la
narradora no ansia en ese momento establecer ningún enlace con el chico. A pesar de eso, la
protagonista lo lleva a su apartamento. Es perceptible para el lector un cambio de actitud por
parte de la narradora. Ella desea de alguna manera cambiar un poco la situación entre los dos.
La narradora comenta que después de un mes de vivir juntos no se ha producido ningún
acercamiento real entre los dos (Sánchez 91). Ella considera que una opción para mejorar la
situación sería “si yo le cuento algo, si el chico es inducido, sin que llegue a darse cuenta,
hasta el centro de un relato del que no pueda escapar, nuestras conversaciones por lógica
serán más largas. De manera que fingí que hojeaba el diario y empecé a leerle una noticia”
(Sánchez 92). Esta idea realmente le funciona. Ella capta la atención de Leo con una nota en
el diario sobre un galeón hundido llamado “El Preciado” (Sánchez 93). A partir de este
momento el lector es testigo del acercamiento gradual que se va produciendo entre los dos. Es
interesante en este punto mencionar que el diminutivo Leo refiere también a la forma yo leo
que indica claramente el acto de leer (Rosman 457). Es curioso, por tanto, que el inicio de la
relación entre la protagonista y el chico sea exactamente a través del acto de leer. Por su parte,
26
Leo le comenzará a hablar constantemente sobre el tema que más lo apasiona, el universo.
Mediante estos intercambios, “Leo logra establecer una comunicación con su nueva figura
materna (la narradora), gracias a un lento trabajo de aprendizaje de lo que significa la relación
madre-hijo desde los dos polos de la relación” (Amícola 38). Por lo tanto, al principio la
narradora no tenía ninguna intención de acercarse a Leo, no obstante ella misma idea un plan
para mejorar la situación. La interacción entre ambos nace a partir de contarse historias. El
proceso de internalización que atraviesa la narradora proviene del intercambio de relatos
presente a lo largo de El Dock. Así la narradora se irá acercando a Leo.
Otro factor importante que influye positivamente en la relación de la narradora y Leo es
la tarea que se plantean de encontrar el porqué de la decisión de Poli. Esta tarea influirá en la
transformación de identidad de la narradora en madre. Una vez que se ha establecido una
relación inicial entre los dos personajes, su relación se centrará en parte en tratar de conocer
cuáles fueron las razones que motivaron a Poli a convertirse en una guerrillera terrorista. La
búsqueda de esta interrogante irá ligada con la inquietud que sufre Leo. El chico se cuestiona
“por qué Poli no había pensado en él en ese momento” (Sánchez 192). La narradora trata de
encontrar a su vez una respuesta que complazca a Leo. Ella utiliza inicialmente la trama de
una película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice para darle sentido a la decisión de Poli
(Rosman 458). La narradora le argumenta a Leo que Poli pudo haberse sacrificado por él. La
protagonista trata de llegar a un punto de acuerdo con Leo con respecto a los motivos de Poli.
Ella le plantea la interrogante a Kim del por qué Poli no había pensado en Leo, Kim le
responde “[q]uizás eso fue lo que hizo” (Sánchez 225). Si el comentario de Kim fuera cierto,
es argumentable que la narradora en cierta media se parece un poco a su desaparecida amiga.
La protagonista nota que ella también actúa ahora en función de Leo. El chico la estaba
transformando en otra (Sánchez 262). Al inicio de la novela “[n]o hay lazos biológicos ni
cariño entre estos personajes” (Saona 608). Estos lazos son posibles de forjar ya que la
narradora quiere ayudar a Leo a entender en cierta medida el accionar de Poli. Ella internaliza
las posibles circunstancias de su amiga y de esa forma le da sentido a los nuevos sentimientos
que nacen dentro de ella. Por esta razón la narradora y Leo logran acercarse más. La
protagonista quiere hacerse cargo de Leo y de esta forma se manifiesta su nueva identidad, el
querer ser madre.
2.1.2.3 Relación con Kim
La relación sentimental entre la narradora y su novio Kim funciona a su vez como
catalizador con respecto al desarrollo de la nueva identidad de la narradora. La protagonista
27
efectúa un proceso de internalización y reflexión acerca de cuál es el futuro entre ellos dos. La
decisión que ella toma influye considerablemente con su determinación de actuar como madre
de Leo. El proceso de internalización que experimenta la narradora se manifestará al
momento de decidir seriamente sobre su relación con Kim. Observemos entonces la evolución
de la relación de la narradora con Kim.
Al inicio de El Dock la protagonista y Kim eran pareja. Tal y como se ha mencionado
los dos no buscaban comprometerse el uno con el otro. Sin embargo no prescindían de su
mutua compañía. En cuanto la narradora comienza a vivir con Leo, considera pertinente
presentarlos a ambos, “[n]o es que fuera el momento indicado, como suele decirse en estos
casos, para que Leo y Kim se conocieran. Tampoco se trataba, convengamos, de presentarle a
su verdadero padre, como ocurre en los melodramas” (Sánchez 80). Este acercamiento entre
Leo y Kim al inicio de la novela es fundamental ya que “[e]l padre es todavía necesario en la
etapa en la hay que parodiar un esquema” (Domínguez 1996: 266). Por lo cual Kim pasa de
ser el novio de la protagonista a representar una supuesta figura paterna para Leo. Esta
parodia de familia se ve más claramente cuando ellos deciden irse de veraneo a Solís. Es
perceptible para el lector la forma en la que la narradora considera ciertos actos de Kim como
paternales. Durante su viaje a Solís, la protagonista admira las manos de él “sobre el volante,
conduciéndonos de un lado a otro” (Sánchez 147). Entonces Kim actúa de cierta forma como
el padre que traslada a la familia de un lugar a otro, es el responsable, hasta cierta medida, de
ellos. Además la narradora considera que su estancia Solís “adquiere el ritmo de un veraneo
de familia” (Sánchez 162). Por lo tanto, la figura de Kim es importante en el momento que la
narradora comienza a vivir con Leo. Junto con su pareja figuran ambos como los supuestos
padres de Leo.
Es necesario incluir en este análisis la figura de Leo para explorar mejor la evolución de
la relación de la protagonista y Kim. Durante la representación de la familia paródica se
presenta una fricción constante, no existe química entre Leo y Kim. Desde el comienzo de la
formación de esta familia la narradora comenta que después de “las presentaciones, formales
y un poco tensas, ignoro por qué motivo, Kim no le simpatizó. Leo apenas levantó la mirada
de sus revistas” (Sánchez 81). Esta reacción es en cierta medida justificable si se basa en el
hecho de que Leo nunca compartió con su verdadero padre. En la constelación familiar del
chico no es esencial una figura paterna (Palazón 675). Además, después de la dictadura
militar surgió un nuevo núcleo familiar monoparental, la madre ahora asumía todas las
responsabilidades familiares (Palazón 674-5). Durante su permanencia en Solís, el desagrado
de Leo hacia Kim es ambiguo. Así lo señala la narradora “[a] Leo le complacía la compañía
28
de Kim tanto como le disgustaba. No sabía qué hacer con él” (Sánchez 214). A su vez, el
chico pensaba que “Kim era un enemigo potencial” (Sánchez 215). La protagonista se
mantenía al margen de las interacciones de ambos personajes masculinos. Sin embargo ella
toma bando cuando Kim agrede físicamente al chico, la narradora le promete a Leo que ellos
dos se quedaran juntos sin su novio (Sánchez 245). Se podría argumentar que la narradora en
este punto se siente más cercana a Leo.
A partir de la agresión de Kim comienza la siguiente etapa de la relación entre la
narradora y su novio, es decir, su separación definitiva. La narradora internaliza diferentes
factores que la llevan a atreverse a quedarse con Leo y convertirse fielmente en madre del
chico. La protagonista observa que Leo “merecía algo mejor que esa versión paródica de una
pareja porque de verdad no formábamos una familia” (Sánchez 266). Ella decide hacer un
pequeño viaje a Montevideo con el fin de comprar un repuesto para su auto descompuesto
dejando así solos a Kim y a Leo. En Montevideo ella razona que “Kim me estorbaba cuando
estaba con Leo. Y Leo me estorbaba cuando estaba con Kim. Uno de los dos debía irse. Y no
resultaba difícil adivinar quién” (Sánchez 270). La narradora considera que la figura de Kim
ya no es fundamental en su modelo de familia, “[e]l texto finalmente anulará la parodia
familiar y construirá sobre el sentido de familia un tercer modelo establecido únicamente por
la madre y el hijo” (Domínguez 1966: 266). Lo anterior se hace todavía más palpable cuando
la narradora le cuenta al lector que ella no había querido tener un hijo por el simple hecho de
tener que compartir la responsabilidad con un hombre (Sánchez 270). Por esta sencilla razón
es que Kim no cabe más en el círculo, ella quiere estar solo con Leo. La novela ofrece una
opción diferente al modelo patriarcal (Palazón 677). Al final de la obra, Kim se despide de la
protagonista y regresa a Buenos Aires. No hay espacio para él dentro de la nueva identidad
que se ha formado en la protagonista. La maternidad la ha orientado a finalizar formalmente
su relación con Kim.
2.1.3 El acto de narrar en El Dock
En El Dock el acto de narrar se puede considerar como un proceso constitutivo de la
identidad. Más específicamente en el forjamiento de la nueva identidad de la narradora. Ella
se transforma en madre al final de la novela. A su vez el acto de narrar proporciona un efecto
conciliador entre los personajes. Ellos recurren tanto como a relatos como a la trama de una
29
película para poder conseguir entender la acción de Poli. El acto de contar es un medio para la
creación.
En las primeras líneas de El Dock la narradora menciona sin precisar hace cuántos años
atrás comenzó una historia (Sánchez 9). El lector puede intuir que la historia que se indica es
la obra que se está a punto a iniciar. La historia de la que habla la narradora se desarrolla a
partir del ataque al destacamento del Dock. Como se ha aludido previamente, el atentado del
Dock hace referencia a el ataque terrorista en la Tablada en el año de 1989. Según la
narradora “nada sería igual después de los incidentes del Dock, mejor dicho, del atentado al
Dock, ni lo será, pero no justamente por sus alcances políticos sino por sus consecuencias
personales” (Sánchez 10). Así varias novelas de la literatura en español emplean datos
históricos “para ejemplificar las consecuencias de la historia en la realidad actual” (Veres 2).
Este recurso conjetura una nueva visión de la historia que desmiente la historia oficial (Veres
2). En el caso de El Dock el acontecimiento político no se desmiente, sino que altera el curso
de vida de la protagonista. La protagonista narra inicialmente los hechos sucedidos en el
Dock. Describe la agonizante muerte de una de las guerrillas que participó en el ataque,
siendo esa mujer Poli, su antigua amiga. Después de familiarizar al lector con el atentado, es
argumentable que el interés de la narradora no es la historia del suceso sino lo que ella
cataloga como “nuestra historia” (Sánchez 39). O sea, la historia que surge como
consecuencia del ataque. Se acentúa el aspecto personal, se especifica que no se trata de
política (Saona 609). No obstante la negación del aspecto político delata la supuesta fisura
entre el plano político y lo personal; al exponer esa fisura la novela observa la forma en que
ambos planos están entrelazados (Saona 609). Por tanto el plano político y personal se
mezclan produciendo una nueva historia personal de la protagonista.
Es sobresaliente subrayar que esta historia personal es importante en el sentido de que la
narradora se construye a sí misma como madre a lo largo de la novela. La imagen del cuerpo
muerto de Poli marca el inicio de una narración que por un lado recuerda el pasado y por el
otro construye el futuro (Rosman 457). La narradora indica la trascendencia de contar su
historia en la obra “[a]unque lo recuerde bien, prefiero reconstruir una vez más el escenario
porque nunca es tarde para descubrir que uno se ha olvidado algún detalle revelador en el
ámbito barroco y a la vez mezquino de la memoria” (Sánchez 10). El acto de recordar su
historia la ayuda a redescubrir factores que hayan quedados olvidados en la memoria. La
memoria juega un papel primordial en la historia personal de la narradora. Durante gran parte
de la novela la narradora recuerda diferentes aspectos sobre la vida de su antigua amiga. Ella
“reconstruye en su relato la memoria de las otras memorias implicadas en el imprevisto
30
hecho, reconstruyendo así la conformación de identidades que se encuentran girando de
pronto en torno a ella y a Poli” (Bracamonte 159). Sin embargo el recuerdo de su antigua
amiga comienza a desligarse de Poli, se adopta una nueva forma de memoria que será de Poli,
tal como lo muestra la siguiente cita:
La luz de la memoria se había apagado sobre la imagen de Poli.
Entre las muchas formas de la memoria se cuenta la imagen proyectada. En una
caja luminosa, enteramente rodeada de oscuridad a la manera de un escenario
tradicional, la memoria representa o recrea sus materiales intangibles.
Desde lo sucedido no podía recordar a Poli. Es cierto que tampoco la había
recordado antes de los hechos del Dock. Tal vez habían pasado todos esos años sin que
la recordara del todo. (Sánchez 73).
Es posible relacionar la cita anterior con una característica de la literatura postmoderna. La
memoria se ha convertido en “la principal víctima del horizonte postmoderno [...] ante esa
carencia, la literatura en forma de parodia, en forma de recuperación, en forma de pastiche del
pasado, recupera lo pretérito, como un síntoma de necesidad de dar sentido al presente y a la
propia identidad del sujeto” (Veres 2). Por tanto, la narradora presenta en su historia personal
remembranzas de Poli con el fin de tratar de entender en cierta medida el presente que ella
está viviendo. La protagonista tiene como tarea encontrarle un sentido a ese presente que la
obliga a hacerse cargo de un niño huérfano. Durante ese proceso ella también le encontrará un
sentido a su vida al convertirse en madre.
El Dock, por tanto, por un lado recuerda el pasado y por otro recrea el futuro. La
protagonista relata y conjetura para que la imagen de Poli deje de ser el foco central
(Domínguez 1996: 266). La historia personal de la narradora ahora se orienta hacia el futuro,
hacia lo que ella desea hacer. El relato entonces se presta para la construcción de la narradora
como madre (Domínguez 1996: 265). La novela es el sitio de enunciación para ella; este sitio
envuelve acciones, escenas y relatos que le proporcionan una voz a la escritura (Domínguez
1996: 265). A su vez la obra se plantea como una narración de la manifestación del otro y
también como el camino del desarrollo de la subjetivación materna (Domínguez 1997: 175).
El relato será el medio por el cual la narradora se creará como madre. En este sentido
entonces “la escritura [...] permite precisamente la vuelta atrás, la consolidación del recorrido
de una experiencia” (Camarero 459). El lector observa el recorrido de la experiencia vivida
por la narradora. Esta experiencia dará como resultado su nueva identidad. Al inicio de la
31
novela ella es una mujer que vive sin ningún objetivo y no busca ningún tipo de lazo
permanente. En cambio, al final de la novela, ella se convierte en una madre que es capaz de
dejar sus tenues nexos anteriores con tal de vivir sola con su nuevo hijo. Es interesante
mencionar que Leo en cierta forma es la persona que le permite experimentar esa sensación de
ser madre tal como le sucedió a Poli “el niño no era una maldición sino un chance para que
ella comenzara desde cero” (Sánchez 68). Lo mismo le sucedió a la protagonista, tuvo la
oportunidad de replantearse el sentido de su vida. Asimismo la autora de la novela, Matilde
Sánchez, descompone la genealogía de la literatura argentina mayoritariamente masculina,
ella plantea otra organización familiar dentro de la literatura argentina (Kaplan 297). Lo
anterior es evidente en la novela, la narradora impondrá entonces un nuevo modelo de familia
en el cual el padre no es necesario. El Dock sigue detalladamente el proceso de creación de
una madre que decide quedarse con un hijo (Domínguez 1997: 175). Por tanto, el relato ayuda
a la narradora a crearse como madre gracias a la adopción de Leo. Ella considera que “ningún
libro registraría la aventura del Dock en su justa dimensión, mucho menos podrá contar hasta
qué extremo había alterado bruscamente nuestra historia” (Sánchez 299). La historia nacional
se entremezcla entonces con la historia personal de la narradora. No obstante desde el punto
de vista de la historia nacional los acontecimientos personales de la narradora no son
significativos. Ella solo existirá en esas páginas que cuentan su historia. Por consiguiente, es
posible considerar el relato como un proceso constitutivo de la identidad en el cual la
narradora muta de identidad.
Ahora bien, la novela no solo es el sitio que le permite a la narradora construirse como
madre. El acto de narrar también se presta para poder darle sentido a acciones que los
personajes no saben de qué forma explicar. Esto a su vez contribuye a la transformación de
identidad de la narradora. Leo no entiende porqué su madre participó en un atentado
terrorista. Mucho menos entiende porqué ella no pensó en él cuando decidió estallarse con la
granada que llevaba en la mano. La narradora no tiene las respuestas a esas interrogantes
puesto que ella tampoco conoce mucho sobre los aspectos más recientes de la vida de su
desaparecida amiga. La protagonista al verse perdida en cuanto a qué decir, recurre a la trama
de una película que había visto hace algún tiempo “[d]espués de intentar una respuesta
tranquilizante por distintos medios –aunque por otra parte, ¿qué cosa podía tranquilizarlo y
desmentir la decisión de Poli?-, resolví contarle una especie de fábula, un cuento moral que
había visto en el cine” (Sánchez 193-4). La narradora le cuenta, como se mencionó
anteriormente, la trama de una película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice. La película
trata sobre un hombre que vive en una casa de campo junto a su hijo. Este hombre tiene una
32
especie de visión en la cual ve su casa destruida por un bombardeo. Él presiente que se trata
de la segura destrucción del mundo y por eso decide visitar una bruja en busca de algún
consejo. La bruja le recomienda que haga algo parecido a un sacrificio. Su sacrificio es
prenderle fuego a la casa. El hombre se regocija de esto ya que considera que así está
salvando a su hombrecito. Al final es llevado al manicomio. Sin embargo esta historia no
parece surtir ningún efecto en Leo:
Leo no creía en esa historia. Además, ¿qué podía tener que ver con Poli? Entre
su madre y ese hombre loco, como se desprendía del final, no había otra cosa en
común que, precisamente, la locura, que consistía en que a ninguno de los dos les
habían importando sus hombrecitos. [...]
No es imposible, seguí, que Poli haya creído estar salvando a su hijo de algo
muy terrible [...] de un acto humano horrendo, inconcebible.
¿Como qué cosa, por ejemplo?
No lo sé. No tenía la menor idea, en realidad. El hombrecito de la historia no
tenía ningún acceso a las visiones de su padre. El sólo las había confesado a la bruja.
Y ese era precisamente el secreto de Poli. (Sánchez 197-8).
Quizás el sacrificio de Poli fuese necesario (Rosman 460). De esta forma se detuvo un
posible nuevo golpe de estado que hubiera puesto en peligro la recientemente establecida
democracia (Rosman 460). Sin embargo, las razones de Poli nunca son conocidas. La trama
de la película será usada como una conjetura simplemente. Por lo que se puede argumentar
que el acto de narrar la trama de la película contribuye a que la protagonista pueda ofrecerle
alguna respuesta de Poli. La trama de la cinta se convierte en una forma de especulación que
hace reflexionar a la propia narradora sobre el sacrificio del hombre de la película cuando ella
medita la idea de quedarse con Leo “[u]na vez más, volvía ahora a la fábula del sacrificio. El
escritor ruso no pensaba en su familia sino en su hombrecito. Pensaba en él en términos
completamente individuales, en términos de un ejemplar” (Sánchez 270). Por lo tanto, el
relatar la película de Tarkovski también influye en el transformación de la identidad de la
narradora. Ella decide hacerse cargo de Leo y convertirse en madre.
Otro relato que se utiliza en El Dock con el fin de poder darle sentido a la decisión de
Poli es el libro de Los tres mosqueteros veinte años después. A diferencia de la película de
Tarkovski, solo la protagonista reflexionará sobre una posible conexión entre Poli y la obra.
La narradora encuentra ese libro en el cuarto de Poli cuando visita el antiguo departamento de
33
su amiga con Leo. Ella considera que quizás haya una pista en el libro sobre la decisión de
Poli. La narradora no se había atrevido a abrir el libro hasta que llegaron a Solís “[n]o lo había
abierto en todas esas semanas, seguramente por temor a encontrar anotaciones de Poli escritas
en los márgenes, reflexiones póstumas que anticiparan su muerte. Pero no había ningún
comentario” (Sánchez 203). La protagonista recuerda que el último tomo de la serie “contaba
la disolución de la sociedad” (Sánchez 203-4). Ella siempre había simpatizado con un
personaje de la historia, Portos. Él había quedado paralizado por una revelación cuando
intentaba salvar su vida. El mosquetero consideró que:
A fin de caminar [...] era necesario poner un pie delante del otro. ¡Un pie delante del
otro!, repitió Portos para sus adentros, asombrado por la epifanía, olvidando por
primera vez que, más que nunca en ese momento, el descubrimiento debía llevarse a la
práctica. Tan poco habituado estaba al pensamiento, que mientras reflexionaba el
techo se había desplomado sobre su cabeza sin darle tiempo a advertir siquiera las
causas de su propia muerte. En esto consistía la desaparición de Portos, lo que se dice
de una muerte tonta, envuelta en una metafísica tan trivial que sólo parecía adecuada
para los genios. Yo apenas podía soportar semejante melancolía (Sánchez 204).
La protagonista traza un paralelo entre la muerte de Poli y la de Portos. Ella misma se lo
manifiesta a Leo mientras él duerme “Poli advirtió que para correr era necesario poner un pie
delante de otro. [...] Entonces, paralizada, sólo capaz de esa acción porque no se detuvo a
pensar [...] Poli arrancó la espoleta y esperó el resultado, aún sorprendida por los alcances de
su descubrimiento” (Sánchez 205). El relato de la muerte de uno de los mosqueteros
proporciona una conjetura más al gran misterio de Poli. La falta de cálculo y premeditación
hacen de la resolución de Poli un acto de responsabilidad, particularmente por las
consecuencias que desenlaza en el futuro (Rosman 463). La acción que comete Poli no
depende de una decisión premeditada, no obstante, eso no significa que sea irracional
(Rosman 463). El mayor efecto de la decisión de Poli es el dejar a Leo huérfano. Por esa
razón la acción de Poli alcanzará a la propia narradora. Ella se hará cargo su hijo. A partir de
la interacción y el convivio de los dos la narradora se creará como madre.
34
2.1.4 El espacio en El Dock
Otro aspecto importante que refleja el proceso del cambio de identidad de la narradora
es el tratamiento del espacio en El Dock. Es interesante notar la forma en la que ciertos
espacios revelan la aceptación de la nueva maternidad impuesta a la protagonista.
Inicialmente es posible dividir dos grandes espacios territoriales en la novela. El primer gran
espacio se localiza en la Argentina. Más específicamente en barrio ficticio llamado el Dock.
El otro gran espacio es Uruguay. En este país la narradora tomará significativas decisiones en
las ciudades de Solís y Montevideo. En este apartado se estudiará cómo el espacio refleja el
cambio de identidad de la narradora. Primero se explorará la cuidad del Dock. Dentro de esta
ciudad se analizarán tanto el departamento de la narradora como el antiguo departamento de
Poli. Seguidamente se analizarán los espacios de Solís y Montevideo. Es notorio sobresaltar
que el cambio de la identidad de la narradora se apreciará mayormente en Uruguay.
La novela inicia detallando sobre una historia que comenzó en “uno de los barrios más
olvidados de la ciudad era el Dock” (Sánchez 9). Este barrio de la ciudad de Buenos Aires es
una representación ficticia de otro barrio porteño en donde sucedió algo similar a los sucesos
narrados en la novela (Kaplan 298). Como se ha mencionado en varias oportunidades, se trata
del atentado terrorista en el regimiento de la Tablada. Ahora bien, el espacio original de la
narradora y protagonista no es el destacamento del Dock, sino su departamento situado no
obstante en el barrio del Dock, “esta historia no comienza en el Dock sino entre cuatro
paredes, en la ciudad, en un departamento de la ciudad donde hemos sincronizado las
imágenes de televisión transmitidas desde el Dock” (Sánchez 11). La obra empieza por tanto
en dos espacios a la vez (Kaplan 298). El destacamento donde una mujer está agonizando y un
departamento en el cual vive una mujer que va a ser intervenida quirúrgicamente (Kaplan
298). La narradora se entera del ataque terrorista gracias a la transmisión en vivo que es
televisada. Por lo tanto la televisión será el medio que establece una conexión entre estos dos
espacios (Kaplan 299).
Ahora bien es conveniente vincular otro espacio importante en el barrio del Dock, es decir, el
departamento de Poli. Nos concentraremos en el departamento de la protagonista y el
departamento donde solía vivir Poli. Estos espacios inician el convivio entre la narradora y
Leo. El primer espacio de la narradora es su departamento. Ella presencia los acontecimientos
del Dock desde ese sitio. Ella concibe ese lugar como su espacio personal que se ve agitado
cuando Kim se queda a dormir “[d]espués de mucho insistir, Kim había dormido en casa, de
manera que yo misma no pude dormir. La presencia de Kim en general solía bastarme como
35
motivo de insomnio” (Sánchez 23). Por tanto, el departamento se puede considerar como un
emblema más de la personalidad de la narradora. Al inicio de la novela, la protagonista no
mantiene lazos permanentes ni tampoco tiene ninguna ambición. Ella buscaba simplemente
pasar la vida (Sánchez 34). Su departamento no obstante se convierte en el primer punto de
convivio entre ella y Leo. Ella le asigna su escritorio como cuarto a Leo, ya que su estadía
sería temporal (Sánchez 61). Se podría argumentar que durante la estancia de Leo en su
departamento, la narradora no evidencia ningún interés de querer hacerse cargo de Leo. Ella
planea que si nadie llegase a reclamar a Leo, lo mandaría a un colegio pupilo y él podría vivir
solo en un departamento (Sánchez 133). Sin embargo la protagonista nota pequeños cambios
en la relación. Por ejemplo, Leo ha dejado de tratarla de usted (Sánchez 128). Ella logra
además mandarlo a la cama cuando antes nunca lo había conseguido (Sánchez 124). Este
espacio inicialmente le pertenecía solo a la narradora y no a Leo. El espacio de Leo era su
antiguo departamento con Poli. Sin embrago el niño no podía vivir más en ese sitio. La
narradora visita ese departamento junto con Leo. Según lo comenta ella misma “[t]odo era
demasiado triste” ahí dentro y de acuerdo a Margot era “todo tan tétrico” (Sánchez 53-4).
Según explica Luz Pimentel en su obra El espacio en la ficción, ficciones espaciales: la
representación del espacio en los textos narrativos, los adjetivos triste y tétrico juegan un
papel importante, estos podrían actuar como “operadores tonales” (27). Estos operadores
permiten entonces calificar de forma subjetiva el espacio descrito en la narrativa (Pimentel
27). Por tanto, Leo se queda sin un lugar donde vivir. Su condición de niño desprotegido y
huérfano obliga a la narradora a cuidar de él. Ahora bien ambos departamentos se vuelven
sitios intolerables para la convivencia. La policía hostiga de manera frecuente estos lugares.
Primero es el departamento de Poli, al poco tiempo es el espacio de la narradora el que se verá
sometido al acoso. En la novela las instituciones gubernamentales se manifiestan
represivamente (Palazón 673). Por lo tanto ambos espacios se vuelven desfavorables para la
convivencia. La narradora se siente asechada por las visitas continuas de la policía a su
departamento, las frecuentes llamadas telefónicas, etc. (Palazón 673). Entonces el primer gran
espacio de la novela está situado en la Argentina. En este sitio la narradora es forzada a cuidar
de un niño huérfano temporalmente. Ocurre cierto acercamiento entre ellos pero no es algo
todavía definitivo. La narradora todavía no desea convertirse en madre de Leo. El tratamiento
del espacio evidencia un rechazo a la ciudad misma y la situación que viven los personajes.
El segundo espacio importante en la novela es Uruguay. La presión de la continua
vigilancia los impulsa a viajar justamente a Solís, este traslado de ciudad es considerado en sí
como una forma de escape político (Palazón 674). Esta aventura a Solís es imprescindible
36
para la creación del lazo materno-filial (Domínguez 2003: 177). En el Uruguay, las ciudades
de Solís y Montevideo juegan un papel muy importante en el cambio de identidad de la
narradora. En contraste con lo que sucede con el barrio argentino del Dock, estas dos ciudades
uruguayas no son ficticias. El llamar estas ciudades del Uruguay de igual manera que en la
vida real envía directamente al lector a estos espacios específicos y no hacia otros (Pimentel
29). Así
“el nombre de una ciudad [...] es un centro de imantación semántica al que
convergen toda clase de significaciones arbitrariamente atribuidas al objeto nombrado, de sus
partes [...] e imágenes visuales metonímicamente asociados” (Pimentel 29). Para la Argentina,
el Uruguay es considerado como el otro más próximo (Logie 2). A su vez el Uruguay se
observa como un asilo contiguo al que se puede huir de una determinada situación que no es
más sostenible en la Argentina o bien como un lugar donde figuraran ideas, sueños e
imágenes (Logie 3). Justamente esta es la idea que se expone en El Dock. Cuando los
personajes entran a la ciudad de Montevideo, notan “[l]a atmósfera tranquila, incluso el
tránsito silencioso en los bulevares, asordinado, modificaba nuestros sentidos con su
agradable pereza de ciudad detenida” (Sánchez 141). Los operadores tonales que se observan
en la cita anterior, le muestran al lector una ciudad apacible. La cita delinea una ciudad
opuesta al Dock. En el Dock se sentían asediados por la policía, en cambio en Montevideo
eran influidos positivamente por el “bullicio de los pueblos, gentil y hasta se diría
tranquilizador” (Sánchez 141). Por lo tanto, es plausible considerar que las ciudades de Solís
y Montevideo se presten al cambio que va a experimentar la narradora.
Primeramente iniciemos explorando cómo la ciudad de Solís refleja el cambio de
identidad de la narradora. Esta transformación se evidencia en el tratamiento del espacio. Tal
y como lo menciona la narradora, Solís es el sitio donde se pone en práctica su familia
paródica. Un espacio construido por lo general no es un espacio neutro desde un punto de
vista semiótico (Pimentel 31). El nombre que lo denota “no sólo tiene un referente sino un
sentido, ya que, precisamente por ser un espacio construido, está cargado de significaciones
que la colectividad/autor(a) le ha ido atribuyendo gradualmente” (Pimentel 31). Tal es el caso
con la ciudad de Solís. En El Dock la costa uruguaya es el lugar perfecto para aislarse del
mundo y así poder establecer lazos de afectividad (Logie 3). A su llegada a Solís rápidamente
se va propiciando una rutina de veraneo “[m]uy pronto observo que nuestra excursión al
Uruguay irremediablemente adquiere el ritmo de un veraneo de familia” (Sánchez 162). A su
vez, la estadía en la costa es una especie de “reclusión bucólica” (Sánchez 168). Por tanto, la
idea de pasar unos días de verano en familia, propicia poco a poco un acercamiento real entre
la narradora y Leo. A pesar de ser una familia paródica, ellos efectúan muchas actividades
37
juntos. Un momento muy significativo que se da en Solís es el instante en que por primera vez
los tres nadan juntos en el mar:
De todos modos los tres decidimos darnos un baño, cosa que nunca hemos hecho
juntos. [...]
Los tres flotamos boca arriba, tratando de mantener todo el cuerpo sumergido.
[…]
A mi izquierda, lo que en un primer momento me sobresaltó [...] no resultó ser
otra cosa que la mano de Leo, tendida en el agua y sorpresivamente cerca. Las ondas
lo atraían hacia mí [...] de manera que ahora nos tomábamos por la punta de los dedos,
resistiendo al impulso constante del agua que nos apartaba. [...]
Ahora Kim, [...] se aproximaba a mi flanco izquierdo con la mano extendida,
[...] flotando en un ángulo perpendicular a nosotros. Su cuerpo cortaba las ondas como
un espigón [...] alejándolo de nosotros a cada nueva embestida. Con las piernas y los
brazos bien extendidos, nuestros cuerpos formaban algo así como una estrella. [...]
Una familia en flotación. (Sánchez 229-31).
La imagen de la familia que se construye en los bordes de la nación es tenue, aparente y se
prolonga sólo por poco tiempo (Saona 612). La cita anterior a su vez intuye sobre un
acercamiento hacia Leo y una posible repulsión hacia Kim. Se observa una atracción natural
entre la protagonista y Leo. Al contrario se puntualiza sobre un alejamiento, también, natural
hacia Kim. La protagonista comienza a percibir Solís como su hogar (Sánchez 269). En ese
lugar aislado la narradora se hace madre de Leo. Al regresar de su corto viaje a Montevideo,
la protagonista observa la casa de Solís “hermosa y desconocida” (Sánchez 274). La casa será
para ella el lugar donde comenzará su experiencia como madre. El cierre de la novela muestra
una escena de aceptación mutua entre la narradora y Leo. Su relación pudo iniciar gracias al
refugio que les propició la ciudad uruguaya. Solís fue un lugar utópico que permitió el
proceso de cambio de identidad de la narradora.
Una segunda ciudad que refleja el cambio de identidad de la protagonista es
Montevideo. A pesar de que su estancia en esa ciudad es muy corta, las consecuencias que
trae esa visita son fundamentales. La protagonista decide viajar a Montevideo con el fin de
conseguir unos repuestos para su automóvil. Estando en Montevideo la narradora reflexiona
sobre qué va a pasar con Leo después de que se terminen los días de veraneo. Se da cuenta de
que su confusión es “[n]o tanto extrañar a alguien, sino extrañar una situación” (Sánchez
38
268). Ella deambula la ciudad y se da cuenta de que la compañía de Leo la ha privado de
muchas actividades tales como “ir al cine, ir de compras” (Sánchez 267, énfasis original).
Además la narradora se replantea su relación con Kim. Ella considera que uno de los dos, ya
sea Leo o Kim, debe de salir del panorama. Ambos no pueden coexistir juntos. Después de
considerarlo ella advierte que no puede vivir más sin Leo, que desde “la irrupción de Leo, el
mundo se había vuelto más complejo. Había adquirido algo que antes no existía: el reino de
los niños” (Sánchez 270). Por consiguiente, no existe espacio para Kim dentro de la nueva
vida que deseaba la narradora. A partir de este momento la protagonista sabe muy bien lo que
quiere hacer, ella quiere quedarse viviendo junto con Leo. Por tanto, el utópico final de la
novela es posible gracias a la expulsión de Kim quien es desterrado de la ya marginalizada
casa de Solís (Rosman 464). Así al inicio de la novela la narradora era acompañada por Kim
durante su enfermedad. Al final de la obra ella es cuidada por Leo. La narradora ahora se
siente cómoda y tranquila al lado de Leo dentro de la marginalizada casa de veraneo.
2.2 Los planetas de Sergio Chejfec
Los planetas de Sergio Chejfec cuenta la relación de S y M; dos amigos separados
debido a la violencia política. S recuerda a lo largo de la novela las experiencias compartidas
junto a su desaparecido amigo M. S recuerda como recibió un día una llamada telefónica que
le comunicaba que M fue secuestrado. Desde el momento de su secuestro nadie sabe qué le
sucedió a M. Ese momento será crucial en la vida de S ya que él comenzará a vivir en función
del recuerdo de M. No es claro para el lector la razón por la cual M fue secuestrado, la novela
se centra en contar cómo era la amistad entre ellos. Los planetas no sigue una temporalidad
lineal. El lector deambula entre un pasado con M y un presente sin él. El narrador principal se
concentra en especificar algunos datos de su vida que le permiten al lector entender mejor el
punto en el que él se encuentra. S es un escritor que no vive más en Buenos Aires. En una de
sus visitas a Buenos Aires se encontró por casualidad con otro de sus antiguos amigos, Sito.
Este encuentro será fundamental para el escritor ya que se convertirá en el motor que lo anime
a escribir la historia de M. Además S conocerá a Mirta del Soto. Su relación con ella también
lo impulsará a escribir su libro. S relata también algunas historias contadas alguna vez por M.
39
Estos relatos de alguna manera le permiten al lector conocer más a fondo la dinámica de su
amistad. Ambos amigos tenían la costumbre de caminar por la ciudad de Buenos Aires. Esto
les daba la oportunidad de reconocer algunos cambios suscitados en la ciudad o bien entrar en
contacto con situaciones extrañas que de alguna forma anunciaban el cambio político que iba
a experimentar la ciudad. La novela trata de restablecer ese nexo que existió entre estos dos
personajes pero que se rompió abruptamente con la desaparición repentina de M. A lo largo
de Los planetas, el personaje principal trata de aprender a vivir con el recuerdo de M y
superar en cierta forma la melancolía continua que lo acompaña desde el secuestro de M.
La novela Los planetas hace referencia a la violencia política producto de la dictadura
de los años 70. Sin embargo la obra no presenta ninguna posición ideológica por parte de los
personajes. La novela simplemente recuerda a un desaparecido durante este periodo violento
en la historia argentina. En Los planetas se vuelve la mirada a un tiempo pasado que marcó
hondamente a la sociedad argentina, “la última dictadura militar y los desaparecidos; se
mueve constantemente entre los espacios de memoria-olvido-creación” (Valles 3). Se trata en
la obra de recuperar al personaje M a través de los recuerdos de S y no aclarar los motivos de
su secuestro. La novela busca un diálogo con las memorias dolorosas de la Argentina y lleva
al lector a observar de manera cercana el pasado argentino (Novitzki 1). No obstante la vista
al pasado se efectúa de una manera personal, afectiva. S establece un vínculo íntimo con M y
el lector es atraído hacia este lazo. La obra no busca señalar a ningún culpable, sino más bien
volver a un pasado común entre dos amigos que no pueden encontrarse más. Los planetas
recuerda alegóricamente eventos dolorosos del pasado mientras trata a su vez de no
conmemorarlo, es decir, no manifiesta que los sucesos violentos hayan llegado a su fin
completamente (Novitzki 2). Ahora bien, a pesar de que la novela hace referencia a la
dictadura del 76, no hay una mención explícita de esta (Novitzki 3). No obstante, sí es posible
encontrar pasajes en la novela donde el personaje principal critica la actitud de los argentinos
durante ese periodo:
Las denuncias, indagaciones y protestas contribuyeron a la reacción colectiva, a través
de ellas los secuestrados renacieron y reclamaron su derecho a haber seguido vivos, y
también permitieron que la gente palpara la materia horrible donde estaba hundida. Al
mismo tiempo, los argentinos en general, entusiasmados con ambiguas gestas como el
Mundial de Fútbol de 1978 o la guerra de Malvinas de 1982, advirtieron tarde cómo la
avalancha de secuestros, torturas y muertes renovaba sin atenuantes su condena a la
frivolidad y la barbarie; y ante ello optaron por el olvido a perpetuidad. (Chejfec 47).
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La cita anterior orienta al lector a reflexionar sobre el papel que jugó también la sociedad con
respecto a los eventos sucedidos durante la dictadura. No obstante, a pesar de lo anterior, es
importante recalcar que la violencia política no es el eje central de la novela, sino la amistad
entre estos dos jóvenes.
Un aspecto interesante que cabe señalar es la pluralidad de narradores que aparece en
Los planetas. Comencemos refiriéndonos al narrador principal de la obra, S. La voz de S se
manifiesta en la obra en primera persona, de acuerdo con la teoría de la narratología de
Genette este narrador sería entonces intradiegético y homodiegético, es decir, el narrador
cuenta su propia historia (248). Así lo ilustra la primera intervención de este narrador
“presentí que un aspecto de aquellos cambios –no un antes o un después, sino un quién, un
cómo y un cuánto-” (Chejfec 13). La narración de S proviene de la memoria, él mira hacia el
pasado, por tanto él ordena y privilegia información. Asimismo, él es víctima de la memoria,
no es posible para S recordar ciertos datos del pasado “[e]ntre el secuestro y la noticia había
un lapso de varios días, un lapso que ahora no me atrevo a calcular, en parte porque no estoy
seguro de poder hacerlo” (Chejfec 15). Ahora bien, en la novela también ocurre la aparición
de un narrador en tercera persona. En este caso se trata de un narrador intradiegético y
heterodiegético que no forma parte de la historia (Genette 248). Es factible para el lector
reconocer cuando este narrador tiene la palabra ya que se utiliza en esa instancia el tipo de
letra bastardilla. La primera aparición de este narrador relata cuándo empezaron a relacionarse
S y M “[c]onoció a M cuando ambos dejaban la infancia” (Chejfec 22). Además de estos dos
narradores, es posible a su vez encontrar dos voces distintas en Los planetas. El narrador
principal le cede la voz a M y al padre de M. La primera intervención de M ocurre en la
historia de los dos niños, Sergio y Miguel, que se intercambian de casa (Chejfec 52). Por su
parte, el padre de M narra dos relatos distintos. Su primera historia es la un de violador que
espera que su víctima vuelva de nuevo al lugar de la violación (Chejfec 184). Es
argumentable que la presencia de esta pluralidad de narradores propicia un espacio para que
voces que de alguna manera fueron silenciadas sean escuchadas. Ese es el caso en particular
con M y su padre. La voz de M ha desaparecido por completo y la voz del padre de M no fue
escuchada cuando buscaba alguna pista sobre su hijo.
A lo largo de la narración el lector se percata de la forma en la que S trata de no perder
la huella de su antiguo amigo desaparecido M. A través de recuerdos y anécdotas S consigue
mostrarle al lector la relación cercana que ellos mantenían. La muerte de M trae consigo una
crisis para S. La identidad del personaje principal entra en un estado de inestabilidad ya que él
considera que “M era el mártir, pero no porque su sacrificio estuviera dirigido a nuestra
41
salvación sino porque su desaparición era nuestra marca” (Chejfec 20). Por consiguiente es
argumentable que S siente que debe vivir en función de M; él advierte la necesidad de hacer
recuperar su memora a través de él. Lo anterior lo lleva a cambiar su identidad, logrando así
parecerse a M. Al final de la novela es evidente para el lector que S ha llegado a una nueva
fase: determina quedarse con el recuerdo de M que vive dentro de él en vez de seguir
deseando convertirse en M.
El objetivo de esta sección es explorar la evolución de la identidad de S a partir de los
recuerdos de M. S pasará de ser un personaje que trata de transformarse y sustituir a M a ser
solamente S. No obstante, para la creación de esta nueva identidad, S debe valorar la
fragilidad del recuerdo de M que vive dentro de él. Asimismo S tiene el compromiso de
probarse a sí mismo como escritor. Para el análisis de la transformación de la identidad del
narrador principal se prestará atención a los siguientes aspectos: primero se evaluará la
estructura de Los planetas con respecto al cambio identidad de S. Como segundo punto se
estudiará la voz narrativa y su relación con el cambio de identidad del protagonista. Tercero
se examinará el impacto que tiene el acto de narrar en la transformación de la identidad. En
cuarto lugar se analizará cómo los espacios reflejan de cierta manera la mutación de identidad
de S. Todos estos aspectos influyen en la transformación de la identidad de S.
2.2.1 Estructura de Los planetas
La novela Los planetas está dividida en dos partes no equitativas. La primera parte se
titula “Comienzo” y consta de seis capítulos. La segunda parte se llama simplemente “Final”
y se constituye solamente de un capítulo corto. En total la obra contiene 7 capítulos. En esta
primera subsección del análisis de la novela, el objetivo es indagar la relación entre la
estructura y el cambio de identidad de S.
Al comienzo de la obra, S se presenta como un personaje que se encuentra atascado en
un mismo punto tal y como se observa en la siguiente cita: “así vamos por el tiempo, me dije,
sin avanzar apenas” (Chejfec 14). El lector puede intuir por tanto que el personaje principal
no vive su vida plenamente, al contrario, es argumentable que él se encuentra en un momento
de dolor personal. Desde el primer capítulo el lector es familiarizado con la situación general
de lo ocurrido con M. Su mejor amigo fue secuestrado y a partir de ese momento S no sabrá
nada más sobre su antiguo amigo. Se desconoce cómo era la identidad de S cuando él y M
eran amigos de la juventud. Sin embargo es admisible razonar que como ambos jóvenes
42
estaban creciendo juntos, el proceso de la “formación de la identidad [...] surge del repudio y
la asimilación mutua de las identificaciones de la infancia y su absorción en una nueva
configuración, la cual depende del proceso en el cual una sociedad identifica la individualidad
del joven” (Erikson 159, traducción mía). Es posible inferir a lo largo de la novela que S y M
habían establecido algunos parámetros que los definían individualmente. En la obra es posible
encontrar algunas características que solamente le pertenezcan a M, por ejemplo, su falta de
orientación (Chejfec 32), así como su habilidad para contar historias (Chejfec 122). Estas
particularidades son definidas por S. Por tanto es difícil conocer cómo es S ya que tal como él
mismo lo expresa “es cierto que ignoramos cuándo somos; esto lo advierten los otros, quienes
nos rodean, en cierto momento al ver aparecer nuestras señales” (Chejfec 123, énfasis
original). No obstante, S es definido por el narrador en tercera persona como “el otro”
(Chejfec 41). Por tanto es factible que la identidad de ambos amigos fuese distinta en algunos
aspectos. Al mismo tiempo el narrador en tercera persona le comenta al lector que existían
“señales de armonía o peligro, marcas de identidad compartida” (Chejfec 49). Entonces, S y
M compartían ciertos rasgos de identidad en común. Ahora bien, es posible en este punto del
análisis utilizar de nuevo la teoría de James A. Marcia. Es argumentable que S en la parte del
“Comienzo” se encuentra en el segundo modo, es decir, identity diffusion. En este modo el
sujeto puede o no haber experimentado una crisis personal producto de su “falta de
compromiso” y quizás el sujeto no haya elegido todavía una ocupación (Marcia 552). A lo
largo del “Comienzo” es notorio el énfasis que S atribuye al problema de definir quién es él.
En esa primera parte de la novela el lector es introducido al momento que desató la crisis de
identidad de S, o sea, el secuestro de M. A su vez S le narrará al lector lo importante que era
la amistad de M para él. Como se ha mencionado previamente, S y M podrían haber sido muy
parecidos, por tanto no es difícil que la identidad de S mutara a ser como la de M. Así en la
primera parte de la novela, S trata de ser M. S siente que esa es la deuda que debe pagar al ser
el sobreviviente de la historia (Chejfec 20). S desea ser M y así sustituirlo (Novitzki 1). Su
compromiso con M es fuerte, así como lo comenta S “era el tiempo de ese momento,
comenzaba algo cuyo sentido yo ignoraba, hecho de abandono y, aunque suene contradictorio,
doble vida” (Chejfec 36). A su vez, el compromiso de S para consigo mismo es vago.
Justamente por esa razón no puede realizar su commitment. En el caso de S sería escribir un
libro sobre su amistad con M. No es posible para S escribir un libro siendo M ya que “M
jamás se interesó por algo que tuviera relación con ello, y sin embargo desde un principio
tuvo una fama de escritor” (Chejfec 240). Por consiguiente S debe dejar de ser M para
definirse completamente como escritor ya que esa no es una ocupación perteneciente a M. Al
43
contrario, en la pequeña segunda parte de la novela, o sea, el “Final”, S podría haber
cambiado y ahora experimenta el modo de identity achievement. Según expone Marcia en este
modo el sujeto ha sufrido una crisis de identidad y este se encuentra comprometido a una
ocupación (551). S aborda la interrogante sobre la identidad compartida y advierte el
nacimiento de una nueva identidad “porque entonces podíamos imaginarnos iguales; y la
importancia de la igualdad no radicaba sólo en la concreción de una equivalencia sino
también en la revelación de una nueva identidad” (Chejfec 279). A su vez es deducible para el
lector al final de la obra que S logra su commitment. El personaje principal escribirá el libro
sobre su amistad con M, “la novela cierra con la promesa de su propia historia” (Miller 101,
traducción mía).
Para cerrar esta subsección sobre la estructura de Los planetas sería interesante hacer un
comentario sobre la división de la novela en siete capítulos. El número siete se puede asociar
con el título de la novela Los planetas gracias a la interpretación temprana de los babilonios
sobre el número ya que “por razones desconocidas ellos pensaron en siete planetas, siete pares
de estrellas, siete zonas celestiales” (Chrysanthis 82, traducción mía). Además es
sobresaliente destacar que los babilonios le heredaron las propiedades sagradas del número
siete a los judíos y persas (Chrysanthis 82). Ahora bien el sistema de duelo de los judíos está
estructurado en tres periodos de tiempo con cada una de sus respectivas prácticas (Gerson
261). Aninut es el primer periodo que se encuentra entre la muerte y el entierro (Gerson 261).
Los segundos dos periodos conforman el avelut o periodo de duelo cuya primera etapa es
shivah que dura siete días comenzando después del entierro (Gerson 261). Es posible
establecer un nexo entre el shivah y la obra. Es conocido para el lector que M es secuestrado y
después de eso es imposible conocer qué sucedió con él. S supone que M pudo haber muerto
durante una explosión sin embargo él advierte que “[d]ebo decir también que no tenía
entonces, como no tengo ahora, forma de comprobar la presencia de M en la explosión. Pero
tampoco estaba o estoy en condiciones de descartarla” (Chejfec 15-6). Por consiguiente M no
tuvo ningún tipo de entierro ni ninguna forma de despedida por parte de sus familiares y
amigos a pesar de que él presuntamente haya muerto. Por tanto, es argumentable que los
primeros seis capítulos de Los planetas se podrían considerar como el periodo en que S
manifiesta el sentido que tiene después de la desaparición de M. La obra ofrece así una
compleja examinación del discurso del duelo (Miller 91). El séptimo capítulo se puede
observar entonces de una manera más positiva, ya que este se asemeja a “una quimera de
duelo y melancolía” (Miller 102). Así la división en siete capítulos de la obra refleja a su vez
un cambio de estado del personaje personal.
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Por lo tanto, la estructura de la novela refleja la evolución de la identidad de S. Las dos
partes de la novela, tanto “Comienzo” como “Final” marcan cada una un modo distinto de
trastorno hacia la transformación de S. Asimismo, la división en siete capítulos podría señalar
el cambio de estado que atraviesa el protagonista.
2.2.2 La voz narrativa en Los planetas
En la presente subsección se examinará la transformación de identidad que experimenta
S. Tal como se mencionó anteriormente, la voz principal de la novela es la del protagonista S.
A partir de este narrador el lector conoce los detalles que él considera más sobresalientes de
compartir sobre su amistad con M. Sin embargo, los otros narradores que se encuentran en la
novela ayudan al lector a entender mejor la dimensión del nexo entre S y M. Por esa razón es
interesante tomar en cuenta la pluralidad de estas voces en el momento del análisis de esta
subsección. Es necesario también recordar que la novela no es lineal. S narra sus memorias
con M al mismo tiempo que narra situaciones que sucedieron al poco tiempo del secuestro y
relata también aspectos de su vida en el presente de la obra.
Ahora bien, la nueva identidad del personaje principal surge como consecuencia de la
desaparición de M. Después del secuestro de M, S entra en una confusión en la cual él trata de
vivir de la misma manera en que lo hacía M. En otras palabras se produce una disrupción en
la vida de S ya que este desea sustituir a M. No obstante al final de la novela, es argumentable
que su transformación es abandonar la idea de reemplazar a M y continuar siendo S.
Siguiendo de nuevo a Erikson, la formación de la identidad es un proceso situado en el centro
del individuo y este fenómeno supone un proceso tanto de reflexión como de observación
(22). Asimismo el sujeto experimenta un proceso de internalización que lo conlleva a pensar
atentamente sobre “quién es uno” (Soenens 4). Dado lo anterior es posible considerar que los
procesos de internalización que experimentó S para la transformación de la su nueva identidad
se pueden analizar a partir de las relaciones que él establece con M, Sito y Mirta del Soto. El
nexo con cada uno de estos personajes guiará al protagonista a desarrollar su nueva identidad.
2.2.2.1 Relación con M
Iniciemos explorando la relación de S con su amigo de juventud M. Esta es la relación
más significativa dentro de la obra. La amistad que ellos establecen significa un nexo muy
profundo para el protagonista. Tras la desaparición de su amigo, S experimenta un proceso de
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internalización. En la primera parte de la obra deambula entre recordar el pasado con M y al
mismo, trata de hacerse pasar por M cuando este es secuestrado. Al final de Los planetas S
sufre su proceso de internalización y como resultado obtiene una nueva identidad. Su nueva
identidad es en cierta forma dejar de ser M y ser más bien solamente S. Con el fin de poder
observar este proceso, se comentará primeramente en de qué manera el secuestro de M afecta
a S. Seguidamente se mencionará de qué forma se consolidó la amistad entre ambos jóvenes.
Como tercer punto se observará la clase de amistad que ellos mantuvieron. Como cuarto
punto se indagará sobre la posible ambigüedad entre S y M cuando S quiere apropiarse de su
nombre. Por último se analizará el factor que producirá el proceso de internalización de S, o
sea, la importancia de guardar el recuerdo de M y convertirse en escritor. Ambos factores
impulsarán al desarrollo de la nueva identidad de S. Es importante aclarar que en el análisis de
los primeros cuatro puntos se explorará la identidad de S como sustituto de M. Por tanto, los
aspectos anteriores se ligarán con factores que pudieran haber propiciado la apropiación de la
identidad de M por parte de S.
El secuestro de M provoca un desequilibrio en la identidad del protagonista y ese
factor impulsa la transformación de identidad de S. Al inicio de la obra S comenta sobre una
noticia del periódico que trata sobre una explosión ocurrida “[a]quella noticia hablaba de
restos humanos esparcidos por una extensa superficie. Hay una palabra que lo describe muy
bien: regados. Miembros regados, repartidos, ordenados en círculos imaginarios desde el
centro inequívoco, la explosión” (Chejfec 14). Esta noticia lo hace recordar la desaparición de
M “creí conocer aspectos que la noticia no mencionaba. En mi caso, la explosión tenía un
pasado doloroso, que comenzaba con el secuestro de M” (Chejfec 15). A partir de las dos
citas anteriores el lector puede intuir un cierto vínculo de violencia asociado con la
desaparición de M. La escena de la explosión se asemeja a la estructura del trauma como
usualmente es conceptualizada ya que la parte irrepresentable de la vivencia es lo que
conforma el núcleo de esa memoria; alguna tentativa de narrar el trauma de la desaparición de
M es confrontada a los límites de representación y lenguaje (Miller 91). Ahora bien, la
ocurrencia de individuos que desaparecían durante la llamada Guerra Sucia figura un trauma
debido a la repentina e inexplicable desaparición de personas (Miller 89). Justamente eso le
sucede a S cuando se entera por medio de una llamada telefónica que M fue secuestrado
“[a]ntes dije que frente al secuestro de M nos quedamos sin habla (debo agregar también que
el mundo se derrumbó para mí)” (Chejfec 34). Por tanto la súbita desaparición de M deja al
protagonista sumergido en un mundo de dudas y de interrogantes. No es claro para él que
sucedió con M. Por esa razón S sólo puede especular si M habrá muerto en una explosión o
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no. S cuestiona a su vez el papel que él debe desempeñar siendo el caso que él está todavía
con vida:
[...] aunque nada se dijera sobre ello, que el azar había estado del lado de los amigos, o
sea, de nuestro lado, y no del suyo. Esa casualidad patrocinada por el mal nos
transformaba como deudos y nos convertía en deudores. M era el mártir, pero no
porque su sacrificio estuviera dirigido a nuestra salvación sino porque su desaparición
era nuestra marca. (Chejfec 20).
De la cita anterior es deducible que S ha llegado a la conclusión que hasta cierta medida que
él debe vivir en función de M. Las acciones de S serán entonces una forma de compensación
al ser el sobreviviente (Miller 96). Así se podría argumentar que de esta manera comienza la
confusión de identidad del personaje principal. S considera que “de los pocos deberes y
sentidos que él había elegido para sí me impuse continuar y cumplir con el mayor número
posible” (Chejfec 36). Por consiguiente, es palpable para el lector el grado de desconcierto
presente en S producto del secuestro de M. El compromiso que siente S hacia M es tan grande
que este personaje intentará inicialmente ser una especie de sustituto de M para llevar a cabo
–tal y como el propio S lo menciona- “los deberes” de M. Entonces el secuestro de M es el
factor determinante que conduce a S a convertirse en M.
Es interesante mencionar en este momento cómo surgió la amistad entre S y M. Este
encuentro entre los dos personajes se puede observar desde dos voces distintas dentro de Los
planetas. El lector conoce primeramente cuándo se conocieron a través de la intervención del
narrador en tercera persona “[c]onoció a M cuando ambos dejaban la infancia” (Chejfec 22).
A su vez, este narrador comenta sobre el tipo de relación que ambos mantenían “[l]a relación
entre M y el otro se apoyaba en un tiempo mutuo, aunque no siempre compartido, dentro del
cual avanzaban los temas, mezclados con las acciones y los hechos, a través de
conversaciones y silencios” (Chejfec 49). Es preciso indicar que el narrador en tercera
persona comparte algunos detalles a los que S no se refiere. Debido a ese factor es posible
explorar su relación más a fondo. Ahora bien, tanto S como el narrador en tercera persona
indican que la amistad entre ellos se selló con el intercambio de unos retratos veinte años
antes del secuestro (Chejfec 22-3). S conserva ese retrato inclusive después de la desaparición
de M, la fotografía crea un nexo entre el pasado en el cual ella fue tomada y el presente en el
cual la foto es mirada (Horne 235). S recuerda que:
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La tarde cuando intercambiamos las fotos M aclaró: “No creo en las
fotografías” [...] Las fotos son pruebas de una realidad momentánea, siempre arcaica y
desplazada, dijo con otras palabras; pero que por lo mismo carecen de valor
documental, apenas reveladas ya son reliquias, son mudas; son el vínculo entre el
pasado –la circunstancia que describe la foto- y el presente –el momento cuando la
contemplamos. ¿Y qué hay entre el pasado y el presente?; preguntó levantando la voz.
Nada, vacío bajo los pies [...] “Guardamos estas fotos como talismanes, pero no como
pruebas.” (Chejfec 23-4).
La foto se puede considerar como una temporalidad detenida que pretende revivir a su amigo
muerto (Horne 235). Asimismo la foto no representaría solamente la prueba de un momento
pasado, M la considera también como un talismán y de esta manera se subraya la importancia
de un objeto, por así decirlo, con poderes mágicos (Miller 93). Es argumentable que S
también interpreta el intercambio de retratos como algo simbólico “ese rito privado, de algún
modo también inocente en la medida en que no pretendía dirigirse a cosa alguna más allá de
las personas implicadas en él, o sea nosotros dos, inició un final, tuvo una culminación
excesiva comparada con su comienzo trivial” (Chejfec 214). Es posible interpretar el “final”
al que se refiere la cita previa de dos modos diferentes. El primero sería que el intercambio
marcaría el final de la identidad de S ya que “la foto del amigo muerto es ahora la foto que le
pertenece al protagonista” (Horne 235, traducción mía). S medita así “ [p]ero “mi foto” no era
mi retrato, sino el de M” (Chejfec 24). Por consiguiente se dará lugar a la confusión de
identidad por parte S al querer apropiarse del retrato de M. La segunda posible interpretación
sería que el intercambio de fotos marcaría la distinción entre el amigo desparecido y el que
sobrevivió (Horne 235). El hecho de S conserve el retrato de M probaría en cierta forma la
existencia de S ya que no se sabe que sucedió con el retrato de S que conservaba M. Por tanto
este rito inocente entre los dos amigos marcará por un lado el inicio de su amistad y por el
otro señalará ciertos cambios que se producen en la identidad de S. Después de la
desaparición de M, S tratará de apropiarse de su identidad tal y como lo hizo anteriormente
con su retrato.
Es necesario a su vez indicar qué tipo de amistad S y M sostuvieron para poder observar
y comprender mejor el proceso de internalización que S efectúa casi al final de Los planetas.
S describe la amistad con su desaparecido amigo después de dar a conocer algunos detalles de
M. De esta manera el lector no conoce todavía qué cercano era su lazo o bien, las actividades
que compartían juntos. El personaje principal narra “[a]sí caminábamos, haciendo
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comentarios distraídos sobre el clima y la atmósfera. (Aunque aquellos diálogos, creo hoy,
fueron la más acabada confirmación de nuestra amistad; jamás los volvería a establecer con
nadie en su espíritu ni, de hecho, en su materialidad)” (Chejfec 126-7). Por el hecho de
caminar por la ciudad los dos amigos podían advertir o revivir paradojas sobre los diferentes
temas que observaban (Quintana 29). S mismo define el lazo entre ellos como una “amistad
territorial” (Chejfec 163). Las citas anteriores muestran así la naturaleza de la amistad de estos
dos jóvenes. S a su vez recuerda un comentario de M sobre el hecho de recorrer la ciudad:
[...] dijo M. A veces pienso que andamos por la ciudad como planetas, siguiendo una
trayectoria individual y con una misma posición relativa navegamos según dibujos
uniformes. Pero los planetas no se mueven así –lo corregí-, en todo caso serán las
“estrellas”, los “astros”. [...] Así, el movimiento aparente de aquello que está en el
cielo y que de manera genérica llamamos estrellas se convirtió, por obra de la
casualidad, en clave y emblema de nuestro vínculo: pese a los vacíos y distancias que
pudieran producirse, eventualmente y como quien dice, entre los dos, siempre habría
una influencia recíproca, pautada por simples principios de equilibrio y compensación.
(Chejfec 130).
De la cita anterior es interesante enfatizar la etimología de la palabra planeta. Según la RAE,
la palabra proviene del latín planēta y este viene del griego planḗtēs que es errante
(“planeta”). Entonces es factible establecer un nexo entre el título de la novela y la
amistad de S y M. Ambos recorren Buenos Aires de manera errante. Ellos simplemente
tomaban una ruta y caminaban sin rumbo fijo. Además la palabra planeta en la cita previa
es también significativa ya que “[l]a imagen de los planetas [...] como hábitats autónomos
[...] dependientes entre sí [...] lo agobia el carácter dependiente que existe entre ellos (los
planetas) sin que dicha influencia mutua pueda evitarse (cada planeta puede ser barrido o
conmovido ante la interferencia o choque con otro)” (Quintana 28). En el “Comienzo” de
la obra es notorio para el lector que S es tremendamente influenciado por M. S desea de
alguna forma ser tal como lo era M. Gracias a la naturaleza de su amistad ambos pudieron
establecerse como dos elementos autónomos y dependientes a la vez. Por consiguiente no
es difícil de esperar que haya una convergencia de identidades entre ellos, ya que ambos
se afectaban mutuamente debido al vínculo tan fuerte que mantenían. No obstante con la
desaparición de M hubo una ruptura entre estos dos amigos. Por tanto es argumentable
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que S adopta la identidad de M para compensar el hecho de ser el único amigo que quede
existiendo.
Ahora bien, para poder comprender entonces el proceso de internalización que sufre
S es conveniente explorar un último punto en el desarrollo de la relación entre S y M.
Previamente se detalló cómo se conocieron ambos jóvenes y qué tipo de amistad
compartían. Es necesario entonces señalar el nuevo nexo que se establece entre ellos
después del secuestro de M. Con la desaparición de M el personaje principal entra en un
estado de confusión. S decide por tanto adoptar el nombre de M. Al inicio de la obra, S
hace referencia a la razón por la cual el nombre de M no es indicado completamente “(M
de Miguel, o de Mauricio; también podría decir M de Daniel, ya que, como sabemos,
detrás de las letras puede haber cualquier nombre)” (Chejfec 15). El lector no tiene la
seguridad de que M sea concretamente la inicial del nombre de su amigo secuestrado.
Aparte de las posibilidades que S señala, M podría bien ser bien la inicial de “Muerte o
Memoria” (Novitzki 4). A su vez S no podría ser solamente la inicial de Sergio sino
también de sobreviviente (Rajca 6). Otra interpretación factible de la inicial de M es el
significado de esta letra según la RAE; en la numeración romana m representa mil (“M”).
Por lo cual M podría representar también los miles de desaparecidos anónimos durante la
última dictadura argentina. Y eso es justamente lo que le sucede a M; primero su cuerpo
desaparece y después también su nombre al no aparecer en ninguna lista (Chejfec 45-6).
Las listas públicas se transformaron en símbolos de poder institucional durante la
dictadura militar (Miller 95). S profundiza más sobre el hecho de no aparecer en una lista
“[s]e ignora el nombre de muchos secuestrados; sin embargo sólo su ausencia en las listas
públicas nos habla a nosotros, que lo conocimos, de un vacío que pone en duda la misma
existencia” (Chejfec 46). Entonces el aparecer en una lista evita que el sujeto quede en el
limbo de la existencia (Chejfec 46). Al desaparecer M el personaje principal decide tomar
simbólicamente el lugar de M en la sociedad (Quintana 32). S intenta sustituir a M
adoptando el nombre de él. S le explica al lector la razón por la cual pensaba cambiarse el
nombre “durante un tiempo intenté cambiar mi nombre, quise adoptar el de M. [...] me
pareció justo que yo, habiendo quedado vivo, compensara su ausencia volcando su
nombre sobre el mío” (Chejfec 256). De esta forma le daría vuelta a la situación y el
desaparecido sería S. Asimismo el nombre de M aparecería en alguna parte si S lo
adoptara. El protagonista de la novela no está “conforme con su propia voz, él está
dividido entre el deseo de conservar el recuerdo de M y el miedo de convertirlo y así de
simbolizarlo” (Novitzki 1, traducción mía). Por consiguiente es posible para el lector
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deducir la identidad difusa de S en Los planetas. La confusión que atraviesa el personaje
principal puede ser producto del desasosiego de encontrarse como el único sobreviviente.
No es factible trazar las huellas de lo sucedido con M y por esa razón S resuelve
reemplazar a M.
En base a lo anterior es posible señalar el proceso de internalización que sufre S y a
partir de ahí surge la nueva identidad del protagonista. El proceso de internalización de S
se encuentra vinculado con dos aspectos: el primero tiene que ver con el mantener el
recuerdo de M vivo y el segundo con definirse a sí mismo como escritor. S busca
cambiarse su nombre por el de M. Con el fin de lograr su objetivo, S visita el Registro
Civil. Estando ahí conoce a una empleada del lugar, Mirta del Soto. Al inicio ella es un
poco renuente de querer ayudarlo. Los dos finalmente llegan a establecer una especie de
relación íntima. Después de formado ese vínculo Mirta le indica que a través de ciertas
causales él puede satisfactoriamente cambiarse el nombre. A Mirta se le ocurre una buena
idea “[e]stuve pensando: ya que sos escritor, ¿por qué no escribís un libro y lo firmás con
el otro nombre?” (Chejfec 266). Sin embargo, al obtener una razón lo suficientemente
buena para lograr su cometido, S narra al lector que “[e]n ese momento advertí un estatuto
diferente en la ausencia de M. Puede sonar egoísta y un tanto a destiempo, pero su falta,
[...] no sólo es una pérdida sino también una amenaza” (Chejfec 269). Lo que le sucede a
S es justamente lo que él le narra al lector en las primeras páginas de la obra. El sintió en
peligro la vida de M dentro de él, “[e]ra una opción por la supervivencia” (Chejfec 36-7).
Por tanto s podría ser a su vez la inicial de supervivencia. La supervivencia del recuerdo
de M dentro de S. Al tratar S de cambiarse el nombre los límites entre los dos
desaparecerán por completo (Zivin 82). En la parte del “Final” de Los planetas S
reflexiona sobre el hecho de que M y él fuesen iguales:
Y a ambos nos complacía esta idea, en definitiva la apoteosis de muchas de
nuestras aspiraciones, sobreentendidos y creencias, porque entonces podíamos
imaginarnos iguales; y la importancia de la igualdad no radicaba sólo en la
concreción de una equivalencia sino también en la revelación de una nueva
identidad. Durante el breve lapso, comparado con la duración usual de una vida,
que demora el tren en recorrer unas pocas estaciones nos confundiríamos en una
indiferenciación mutua. (Chejfec 279).
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De la cita anterior es posible derivar que S se refiere al periodo de confusión que ya está
pasando, ese recorrido difuso en el que el personaje principal se perdió en la identidad de
M. Asimismo es deducible que el narrador contempla una nueva identidad la cual no sea
tal como era la de M. S debe trazar una diferencia entre ambas identidades ya que si
procediera con su cometido de cambiarse el nombre ya no existiría un S que recordara a M
ni tampoco habría un M que recordar (Zivin 78). Ahora bien en la parte de “Final” se
produce el propio reconocimiento de S como el escritor. S enfatiza varias veces en la obra
la duda que produce su profesión de escritor en otros personajes. M tenía la fama de
contar historias, por lo tanto S considera que “es para mí evidente que, de haber
continuado con vida, él habría sido el escritor, el novelista. (Esta suerte de sustituto que
por momentos creo ser no significa un demérito, no lo considero como tal. No puedo decir
“Fracasé”, no soy yo)” (Chejfec 122). No obstante es debatible que S sea el sustituto de M
el escritor. Como se mencionó en el apartado (2.2.1) M no manifestó querer ser escritor.
Quizás esa profesión sea la que realmente quiera S tal y como lo muestra la cita previa al
decir “No puedo decir [...] no soy yo” (Chejfec 122). Por consiguiente S debe de dejar de
tratar de ser M para convertirse en escritor. Además es necesario que “en vez de escribir
como M, él debe permanecer S para poder convertirse en escritor así que, a través de su
propia escritura, él pueda dar testimonio de la desaparición de M” (Zivin 83, traducción
mía). Por tanto el proceso de internalización que sufre S lo impulsa a establecer la
distinción entre él y M. Inicialmente el personaje principal se encontraba en un estado de
confusión en el cual su identidad se había trasformado pareciéndose a la de M. No
obstante, el temor de perder el recuerdo de M que vive en su memoria, lo obliga a trazar
los límites entre uno y el otro. Por tanto con el fin de mantener su recuerdo M debe ser
distinto a S (Quintana 35). Su cambio de identidad será entonces ser S. Al lograr fijar un
margen entre ambos es posible a su vez afianzar su identidad como escritor y escribir la
historia de su amistad con M. De esta manera el recuerdo de M no quedará simplemente
en el olvido.
2.2.2.2 Relación con Sito
La relación entre S y Sito influye significativamente en el cambio de identidad del
personaje principal. Sito impulsará al narrador principal a decidirse completamente a escribir
el libro que narre la amistad entre él y M. Con el fin de indicar el proceso de internalización
que efectúa S es necesario primeramente indicar quién es Sito en la novela. Después se
discutirá la influencia que tuvo el encuentro entre S y Sito.
52
Iniciemos indicando quién es Sito dentro de la obra. Sito era un amigo de cuadra de M.
(Chejfec 131). Sito vivía solamente con su madre ya que su padre había muerto
anteriormente. Sito no tenía hermanos, era hijo único. Esta situación lo convirtió en un
“huérfano a medias” (Chejfec 132). Durante su niñez Sito fue cruel con su madre, imponía su
poder sobre ella. Sin embargo, al llegar a la adolescencia los papeles se invertirían y Sito sería
ahora víctima de la crueldad de su madre. La madre de Sito poco a poco se convirtió en
alcohólica. Ella esperaba que su hijo siempre le tuviera una botella lista dentro de un aparador
de la casa. S recuerda que cuando visitó la casa de Sito en alguna ocasión él tenía que llevarle
la botella a la habitación donde ella se encontraba. A pesar de que su madre era violenta en
contra de él, Sito no devolvía los golpes a su madre. S especula que la superioridad de su
madre venía “de la voz, gritos y movimientos” (Chejfec 133). Sito era de la opinión también
de que M debía de ser el escritor. Así lo hace ver cuando le indica a S que su madre muchas
veces le decía a Sito “[a]ndá a ver a tu escritor” (Chejfec 240). Sito escuchaba con agrado las
historias que M tenía siempre que contar. Inclusive Sito creía ciertas experiencias difíciles de
catalogar como verosímiles, tal fue el caso con la historia del ojo. Nadie le creyó a M esa
historia excepto Sito (Chejfec 89). Sito y M siguieron manteniendo un contacto esporádico,
cuando se cruzaban varias veces por casualidad en el barrio (Chejfec 240).
Ahora bien, tiempo después de la desaparición de M, S se encontró de casualidad con
Sito. Ambos decidieron irse a tomar un café juntos. Este encuentro marcará un punto decisivo
para el personaje principal. El proceso de internalización que sufre después de su reunión lo
ayudará a definir su nueva identidad y también lo impulsará a escribir el libro sobre M.
Mientras se tomaban un café ambos amigos charlaron sobre determinados temas tanto del
presente como del pasado. S le narra al lector que el encuentro era un poco difícil para ambos
“tal como ahora se reflejaba en cierta mutua y confusa incomodidad, desde la desaparición de
M no habíamos vuelto a encontrarnos” (Chejfec 134). Sito le contó que trabajaba como
mesero en una confitería y aparentemente su madre había muerto. A su vez comentaron un
poco sobre el secuestro de M. Este será el único momento en que ellos hablarán sobre la
desaparición de M (Rajca 11). Es importante resaltar dos aspectos clave que surgen a la luz al
recordar a M durante su encuentro. Por un lado solo discuten sobre su supuesto pasado como
militante de izquierdas y por otro no comentan anécdotas que ambos podían compartir sobre
M el amigo.
Primeramente tratemos las dudas entorno al pasado como militante de izquierdas de
M. Sito deseaba aclarar primeramente que M no fue secuestrado en su casa como se tenía
creído (Chejfec 137). Asimismo Sito necesitaba saber sobre el pasado político de M y
53
esperaba un tipo de confirmación por parte del personaje principal que le asegurara de que M
efectivamente “no hacía nada, ¿no?” (Chejfec 141). Por lo cual “la necesidad de Sito de
determinar a M como “inocente” o “culpable” al pensar que su desaparición es producto de
las justificaciones ofrecidas por los militares (ellos estaban defendiendo la nación de los
subversivos) y el grupo militante de izquierda (que estaban resistiendo la opresión de la
dictadura [...])” (Rajca 12). Lo anterior hace pensar a S que para Sito es indispensable
etiquetar a M ya sea como inocente o culpable (Rajca 12). S entonces observa
[…] el tenor de las dudas de Sito. En su memoria la figura de M, siempre distraído
hasta el punto de parecer indiferente, conservaba un aura de inocencia, incluso de
ausencia e ignorancia, y en este sentido la desaparición constituía, además de una
interrogación acerca de su destino, también una incógnita sobre su pasado. El pasado
de M, según lo entendía Sito, podía haber sido susceptible de propiciar el secuestro –o
todo lo contrario, acaso fuera absolutamente ajeno a la política, y por lo tanto víctima
de una situación no prevista ni buscada-. [...] necesitaba saber si M era absolutamente
inocente, o sea, según su criterio, una víctima absoluta. Lo era, dije al responder “No”
a su pregunta. (Chejfec 141-2).
De la cita anterior es entonces deducible que M no participó en actividades de la subversión
(Rajca 12). A su vez es significativo indicar que esta es quizás la única pista que el lector
conoce sobre la posible razón del secuestro de M. Así, S y Sito solo mencionan a M en torno
al tema de un supuesto pasado que lo hiciera susceptible de ser secuestrado.
Ahora es interesante considerar las implicaciones que trae consigo el no mencionar de
alguna otra forma a M. No se recordó a M durante su encuentro (Chejfec 148). S considera
que él era el que debió dar el primer paso a la hora de hablar de M, pero él no lo hizo (Chejfec
161). S especula lo que puede estar pensando Sito cuando se despide de él “[p]ero qué tipo
cretino, toda la tarde hablando y en ningún momento sacó el recuerdo de su amigo” (Chejfec
161). En este momento es importante mencionar también que Sito no le cree a S que él sea
escritor (Chejfec 144). Así a partir de los factores previamente mencionados es posible inferir
el proceso de internalización que sufre S tras el encuentro con Sito. S se da cuenta hasta cierta
medida de la responsabilidad que él tiene de mantener vivo el recuerdo de M. Así se puede
deducir de la siguiente cita “[a]hora veo que, más allá de sus palabras, también Sito fue
importante al pagar los cafés” (Chejfec 147). El hecho de pagar los cafés indicaba una
invitación a abrir la puerta al pasado y hablar sobre M. S valora mucho su encuentro con Sito:
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“Sito tuvo una influencia importante en la decisión de escribir esta historia; es cierto que
existía desde antes, era una de esas promesas algo borrosas, a mitad de camino entre la
dedicación y la renuncia, pero nuestro encuentro, en relación con esto, fue decisivo. Sito fue
el instigador último” (Chejfec 136). El personaje de Sito influye positivamente en la decisión
de S de escribir el libro sobre su relación con M. La intervención de Sito es fundamental
entonces para que S cambie de identidad y deje de tratar de reemplazar a M. Como se
mencionó previamente, si S reemplazara totalmente a M no habría nadie que lo recordara
más. La memoria de M necesita de la memoria de S para que siga siendo recontada e
interpretada (Miller 97). Justamente esa es la misma situación que observó S cuando estuvo
con Sito. Además el decidirse a escribir el libro es fundamental para el cambio de identidad de
S ya que eso lo consolidará como escritor realmente. Por tanto, gracias al encuentro con Sito,
S efectúa un proceso de internalización que lo impulsará a dejar su antigua identidad y así
poder transformarse propiamente en S el escritor.
2.2.2.3 Relación con Mirta de Soto
La relación que establece S con la empleada pública Mirta de Soto es corta y en cierta
forma simple. No obstante el vínculo entre los dos afectará a S y lo conducirá a reflexionar
sobre su propia identidad. Así se producirá un proceso de internalización que culminará en el
desarrollo de la nueva identidad de S.
Como se mencionó previamente, S intentó cambiarse el nombre por el de M en un
momento determinado. No obstante el cambio que él buscaba era permanente y concluyente.
Por eso acude al Registro Civil. Una vez estando ahí conoció a la empleada Mirta de Soto. La
empleada le pregunta la razón por la cual quiere cambiarse el nombre. S le contesta que es por
motivos personales. Tal justificación no es suficiente; el cambio de nombre puede efectuarse
bajo otras “causales” (Chejfec 258). S queda intrigado y desea saber cuáles son las posibles
causales que pueden ser utilizadas para lograr su objetivo. Esa razón lo lleva a visitar la
oficina otras tres veces y en la cuarta arregla una cita con Mirta. La cita entre los dos es
necesaria para que Mirta accediera a ayudarlo. Juntos visitan un bar y al final del encuentro
Mirta le comenta que esperaba que él la llevara a otro sitio. S se da cuenta entonces que ella
“no podía ayudarme si no dejaba de ser un desconocido” (Chejfec 263). Por consiguiente los
obstáculos burocráticos que enfrenta S lo llevan a acostarse con la empleada del Registro
Civil con el fin de lograr su objetivo (Zivin 83). A partir del nuevo vínculo establecido entre
los dos, Mirta resuelve decirle a S qué es lo que puede hacer. La idea era simple, publicar un
libro con el nombre nuevo que él quería (Chejfec 266). La propuesta de Mirta es la que va a
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producir el proceso de internalización en S. En ese preciso instante se percató del error que
sería el cambiarse el nombre:
[...] pensé si Mirta no encarnaría una simplicidad excesiva, una sencillez tan plana que
afectaba con su intervención el valor y significado de mi empeño, y con ello el
recuerdo de M en su conjunto. Es verdad que esa misma sencillez era su equipo de
magia portátil, el conjunto de asombrosos atributos detrás de los cuales yo había
entrevisto la posibilidad de una libertad cierta; pero si estaba dispuesto a producir en
mí un cambio en esa dirección, aceptar que se produjera en la parte mía donde se
guardaba y guarda M, significa también traicionar su recuerdo (Chejfec 267-8).
A partir de la cita anterior el lector puede interpretar que S presintió un cambio, quizás,
radical hacia la memoria de M. Cuando S está con Mirta él que deja de ser él; es otro (Chejfec
263). Asimismo S junto a Mirta siente que no puede concentrarse totalmente en pensar en M;
observa su “recuerdo impreciso de algo relacionado con M” (Chejfec 264). Por consiguiente,
la relación de S y Mirta afecta en cierta forma el S que vive recordando a M y al S que quiere
sustituir a M. Es argumentable que lo anterior se produce porque Mirta es el único personaje
que no conoció a M. Así S no la puede asociar con un pasado común con M. La propuesta de
Mirta lo hace reflexionar sobre las consecuencias de su idea de tomar el nombre de M:
[C]ómo podía ser que una vez logrado el objetivo, conseguir la causal y tener una
mediana anuencia, desechara el esfuerzo y quisiera olvidarme del asunto. Todo podía
ser muy paradójico, pero ante la posibilidad real de cambiar de nombre advertía mi
propio temor, no por lo que pudiera pasar conmigo [...] sino por lo que pudiera
sucederle a mi recuerdo de M, a él dentro de mí. (Chejfec 271-2).
Para conservar el recuerdo de M, S debe determinar quién es él y definir su apego hacia M
(Miller 97). Tal y como lo narra S en ese momento “dejaba de ser y volvía a ser, rápido como
un corazón” (Chejfec 270). Por consiguiente el proceso de internalización que sufre S lo lleva
a establecer los límites entre él y M con el fin de preservar el recuerdo del último. S entonces
debe dejar de ser M.
56
2.2.3 El acto de narrar en Los planetas
En Los planetas el acto de narrar está presente a lo largo de toda la novela. Funciona
como una especie de cura para S. Por medio de este acto el personaje principal redefine su
identidad. La novela es el espacio en el cual S relata sobre la gran amistad que tuvo con M. A
su vez, por medio de las diferentes historias que se mencionan es posible observar su relación
desde otro punto de vista. El acto de narrar permite la creación de la nueva identidad de S.
Como se ha mencionado anteriormente la historia de Los planetas nace a partir del
deseo de S de recordar a su querido amigo M que desapareció durante la última dictadura de
la década de los setenta. En este caso, entonces, la literatura se toma la complicada tarea de
tratar de narrar lo incontable (Zivin 77). Así que esta es también una historia que no se ha
acabado todavía (Chejfec 17). Probablemente la historia se mantendrá inconclusa hasta que se
pueda saber realmente qué fue lo que le sucedió a M ya que no se ha logrado hasta el
momento obtener una razón del paradero final del amigo (Miller 98). El plano político se
inmiscuye de esta manera en el plano íntimo de las personas. Esta intervención violenta deja
huellas significativas tal como lo narra S “al revés de muchas otras circunstancias, los efectos
del crimen no se borran de inmediato, tampoco en el mediano o largo plazo y más bien
nunca” (Chejfec 16). Ahora bien, “[a]nte la carencia de un modelo de patria, ya que éste fue
usurpado por la dictadura, se recurre a la tradición literaria, a los estereotipos de la tradición
que otorgan autoridad al narrador” (Veres 4). Justamente eso sucede en la obra, S mantiene el
control narrativo. No obstante este poder no es absoluto ya que él permite la intervención de
otros narradores dentro de la obra. El narrador principal se desaparece por momentos de la
obra y le cede la palabra a M con el fin por un lado de devolverle la voz a su amigo y por el
otro de “superar la pretensión realista del testimonio” (Saban 6). La literatura es entonces un
medio para atesorar la memoria y así se transforma en una historia algunas veces más verídica
que la historia oficial (Veres 3). Por tanto, la historia de Los planetas nace a partir de un
suceso doloroso que se trata de contar con el fin de poder quizás entender las implicaciones y
alcances que se produjeron en la vida de S.
Es interesante subrayar que la obra es un texto auto referencial que examina
cuidadosamente los discursos del duelo y la memoria ubicando en el primer plano el elemento
narrativo (Miller 91). Como se ha mencionado anteriormente, después del secuestro de M el
mundo interno de S se derrumbará. El protagonista se verá sumergido en un estado de
confusión continuo tal y como se observa en la siguiente cita “[d]urante mucho tiempo
suponemos quiénes somos, hasta cuando llega el momento de darnos cuenta; entonces la
57
identidad deja de presumirse, ahora ya tiene la forma de una verdad que, como todas, sólo
necesita de un cambio de perspectiva para convertirse en condena” (Chejfec 129). La condena
a la que se puede referir el narrador principal es el transformase precisamente en M. S se
apodera simbólicamente del lugar de su amigo desaparecido; empieza a hacer memoria de él y
determina escribir su historia (Quintana 32). Supuesto lo anterior, la función metaliteraria de
la escritura muestra “un interés inusitado por la exploración del proceso interno de creación y
de funcionamiento de la obra” (Camarero 459). El acto de narrar funciona como soporte para
S (Miller 94). A lo largo de la novela el lector puede observar un proceso de transformación
por parte de S. La amistad compartida entre los dos ha marcado al protagonista inmensamente
“[s]i hay un estado (clima) dominante en mi recuerdo de esta amistad, es el del sosiego y la
armonía, un núcleo de sentimientos desde cuyo seno se difundía la certeza de formar algo
incondicional y perdurable, pérdida que no recuperé” (Chejfec 124). El vacío que deja la
ausencia de M propicia que la identidad del personaje principal se una con la de M (Miller
98). Así en la obra S explora su propia subjetividad en relación con el secuestro de M (Miller
89). Por consiguiente, la historia de Los planetas presupone hasta cierto punto un sitio en el
cual el personaje principal puede volver a identificarse consigo mismo y se replantea la idea
de reemplazar M.
A su vez la obra es un espacio en el cual S puede llegar a un acuerdo con respecto a su
propio recuerdo de M. Así la aproximación entre las identidades de ambos amigos lo obliga a
rechazar la asimilación y la posible destrucción del otro propulsa la escritura de Los planetas
(Zivin 83). Es pertinente recordar en este punto que el encontrarse con Sito terminó de definir
la idea de S de escribir su historia con M “como tengo señalado, el encuentro con Sito
significó una brusca actualización. Pero la misma irradiación del impacto iluminó los
imposibles; y la verdad es que llega el momento cuando la recuperación de los recuerdos se
convierte en una senda plagada de dificultades” (Chejfec 272). Una preocupación constante
de S es poder siempre mantenerse en contacto con los bonitos recuerdos que conserva de M
(Novitzki 2). S menciona que “[u]na fidelidad a su recuerdo me lleva a escribir” (Chejfec
123). Así el lector puede intuir entonces que la obra funcionaría como el sitio donde también
residen las remembranzas compartidas con M. No obstante al mismo tiempo el testigo entra
en el conflicto de narrar lo indecible (Zivin 84). Ahora bien, S reflexiona más a fondo sobre el
estatuto del recuerdo:
Y si éste es el futuro para todas las cosas, si éste es el futuro del pasado, ir
mezclándose con las formas del olvido, distorsionando cada vez la evocación hasta
58
borrar las mismas huellas que dejamos y nos dejan, que son las que en definitiva nos
mantienen en pie, me pregunto entonces por el verdadero papel nuestro. No me quejo
de la remisión ni de la disgregación de los cuerpos y la memoria, de nosotros mismos
y de lo que existe nuestro en los otros, operaciones a las que todos estamos
condenados y no tiene sentido enfrentarse; sino más bien pienso que si esto pertenece,
como parece, al orden natural de las cosas se necesitaría objetarlo con un nuevo
argumento, con otras pruebas y con diferente tipo de acción. (Chejfec 273).
Es factible deducir de la cita que el tipo de acción al que se refiere el narrador sea
concretamente el libro que S escriba. De esta manera el recuerdo de M por un lado se
mantendrá vivo y por otro se prolongará infinitamente (Saban 6). Ahora M se transformará en
“un astro como proponía la mitología griega del catasterismo, el sujeto amado podrá resucitar,
lejos de esta vida, como una certeza exterior e invisible, pero omnipresente” (Saban 6).
Además es interesante resaltar que la marcha de la creación del libro es perceptible para el
lector. Al “materializar el proceso mismo de construcción del texto en el texto, dejando a
propósito toda la maquinaria al descubierto” (Camarero 460). S mismo se lo ejemplifica al
lector al comentar que “no hace falta aclarar que el conjunto de todas estas páginas consiste
en una derivación tardía y casi imprevista de circunstancias y recuerdos” (Chejfec 176-7). Por
consiguiente el lector puede notar que la obra Los planetas es la construcción de lo que será la
novela que S quiere escribir. La parte “Final” se cierra con la promesa de la escritura de su
historia con S. Es posible para el lector deducir también que sí se cumple esa promesa ya que
se puede argumentar que las intervenciones de este narrador en tercera sea el libro que cuente
la historia entre estos dos jóvenes. Por consiguiente, Los planetas es el espacio donde S
cambia de identidad gracias a querer guardar el recuerdo de M y su transformación completa
en escritor.
Un aspecto interesante que todavía se debe mencionar sobre la novela es la cantidad de
historias desconectas –a primera luz- de la trama central de la obra. En total la novela cuenta
con seis relatos apartes. La división de la narración de estas historias está equitativamente
dividida: 2 historias son contadas por M, la primera historia es la del intercambio de Sergio y
Miguel. La segunda historia trata sobre una pareja de Formosa que decide deambular por el
país. Otras dos historias son contadas por el padre de M. La primera historia cuenta sobre un
violador que espera que una antigua víctima lo vuelva a visitar. La otra relata sobre un
personaje enigmático llamado Grino. Las dos historias restantes fueron inicialmente contadas
por M a S y este último es el que las relata. La primera trata sobre el ojo que M encontró un
59
día de caminata por las vías del tren. La segunda sobre un hombre que va a la Argentina a
conseguir esposa. Estas historias profundizan más sobre la problemática de la identidad dentro
de la novela. Para efectos de nuestro análisis nos concentraremos solo en dos historias. Se
iniciará analizando la primera historia contada por M, o sea, el relato sobre el intercambio de
identidad que hicieron Sergio y Miguel. Seguidamente discutiremos la segunda historia
contada por el padre de M. Estas historias están ligadas con la transformación de S.
La primera historia de M es anunciada en Los planetas por el narrador en tercera
persona. Ambos amigos venían conversando juntos y M “contó una historia [...] [e]ra una
aventura plagada de cosas imprecisas, como las fábulas; o más bien, era un juego de
precisas imprecisiones” (Chejfec 51). La historia trata sobre dos amigos llamados Sergio y
Miguel. Ambos niños querían hacerle una broma a sus padres y deciden intercambiarse de
casas. Así “Sergio le dijo Sergio a Miguel, y Miguel le dijo Miguel a Sergio” (Chejfec 52).
Los amigos se llevaron una gran sorpresa cuando observaron que sus padres no notaron
ningún cambio en ellos. Fueron aceptados en sus hogares como si realmente cada uno fuera
cada quien. Esto se convirtió en un castigo para ellos porque les “faltaban sus padres, los
extrañaban, querían volver a sentarse en el piso de sus casas y no levantarse más, respirar el
olor natural del hogar” (Chejfec 55). Sergio y Miguel deciden confesar su fechoría para así
poder regresar a sus respectivas casas. No obstante, eso tampoco les funcionó ya que sus
padres lo tomaron como “un comentario absolutamente imaginativo” (Chejfec 55). Así pasó
el tiempo y no les quedó de otra que “crearse a sí mismos” (Chejfec 59). Sin embargo ellos
albergaban la esperanza de volver a recuperar aquello que perdieron con la travesura inocente
de su infancia. Ambos amigos disfrutaban de caminar la ciudad. En una de esas caminatas se
encontraron con un viejo. Ellos le contaron al anciano la historia de ambos. Al finalizar el
viejo les aconsejó que “[v]ayan al río, si alguno de los dos pesca algo vuelvan
inmediatamente, pero si pasan tres horas sin sacar nada ya no tendrán de qué preocuparse”
(Chejfec 63). Los jóvenes siguieron el consejo del anciano. Mientras estaban pescando se vino
una tormenta y ambos chicos murieron, “[d]e este modo Sergio y Miguel tuvieron su final
anónimo, disueltos en una confusión semejante a la que se expusieron cuando niños” (Chejfec
66). El final trágico de estos dos amigos produce un eco misterioso con respecto a la muerte
anónima de los tantos de desaparecidos (Miller 100). A su vez la historia de estos dos niños
problematiza la relación de identidad que surgirá entre ellos cuando M haya desaparecido
(Quintana 31). Por culpa de la broma que ellos deseaban jugarles a sus respectivos padres
ambos quedaron atrapados en la imagen del otro (Quintana 31). Siendo lo anterior justamente
lo que le sucede a S. El queda encerrado dentro de la identidad de M después de su secuestro.
60
Así esta historia es en cierta forma una especie de alerta para S ya que los dos chicos se
ahogan por su incapacidad de indicar una diferencia entre los dos (Rajca 20). La distinción
entre ellos será también importante para que Sergio pueda escribir la historia de Miguel
(Saban 7). Entonces como se ha señalado anteriormente, la separación de identidades juega un
papel primordial en el surgimiento de la nueva identidad de S al final de la novela.
Ahora nos concentraremos en la segunda historia contada por el padre de M. Al padre
de M le robaron el auto cuando estaba trabajando. A partir de ese suceso, S, M y el padre del
último deciden recorrer diferentes partes de la ciudad de Buenos Aires con el fin de dar de
alguna forma con el auto desaparecido. Esta historia es compleja en el sentido de que se puede
encontrar en tres partes distintas dentro de la obra. Tal y como sucede con la primera historia
narrada por M, el segundo relato del padre de M es anunciado por el narrador en tercera
persona justo antes de que estos personajes presenciaran un accidente “[e]l choque todavía no
se había producido (este “todavía” significaba que ya casi nada podía evitarlo). Al rato el
padre de M contaría la breve, aunque parcial, historia de un alcohólico” (Chejfec 191). El
relato comienza contando sobre un hombre llamado Grino que no podía conseguir empleo
desde hace algún tiempo. El deseaba encontrar trabajo para salir así un poco de la rutina. Su
situación lo llevó a tomar medidas extremas. Así lo enfatiza el padre de M “[u]stedes todavía
no se dan cuenta, en todo caso son incapaces de imaginarlo, [...] estar cercado contra una
pared, sin salida” (Chejfec 192-3). Igual que estos tres personajes, Grino recorría la ciudad
con la esperanza de encontrar algo para a fin de cuentas llegar a su casa desanimado al no
suceder nada. Cierto día encontró un letrero que decía “Se solicita sereno” (Chejfec 193). Lo
aceptaron en ese trabajo. Su trabajo era cuidar la descarga que se hacía de productos. Estos
llegaban por medio de un camión y Grino debía revisar que la cantidad recibida fuera la
correcta. El tenía el hábito de fumar junto con el chofer de camión. En esos momentos
usualmente observaba una niña que intentaba subirse a un árbol. Cuando regresaba a su casa a
las seis de la tarde pasaba su tiempo recordando el pasado. No obstante este pasado podía ser
el pasado vivido por otro. Grino también tomaba licor mientras estaba en su casa. El padre de
M cuenta que Grino “[t]enía la impresión de que el alcohol era incompatible con la compañía
[...] Y su propia casa, las verdaderas paredes que él desde años atrás venía ocultando con
desapego y atiborrando de recortes de revistas viejas [...] representaban de la manera más
cierta el abandono” (Chejfec 196). Así pasó el tiempo, aferrado a la bebida. Al acostarse la
botella resbalaba de sus dedos. Apenas se despertaba por la mañana buscaría la botella ya que
“precisaba verificar el recuerdo, la guía del pasado” (Chejfec 199). Grino sueña una noche
con la niña que trataba de treparse al árbol. Esta chica pequeña cae y Grino no puede hacer
61
nada por salvarla. Siente entonces que él será culpado por no haber evitado el accidente y por
ende, será despedido de su trabajo. Ahora bien, la continuación de la trama de la historia de
Grino se encuentra justamente al inicio de la novela. Este personaje solo aparece al inicio y a
casi al final de la obra (Novitzki 6). En las primera líneas de la novela se narra que el sueño de
Grino se convirtió en realidad. Grino entonces se cuestiona sobre “el poder de sus sueños: si
anunciaban el acontecimiento o si también lo inducían” (Chejfec 11). Grino decide bautizar a
la niña como Sela. Su obsesión por la niña lo lleva a compararla con las fotos de nadadoras
que cubren la pared de su casa. Esta historia deja con muchas interrogantes al lector. A
primera vista no hay ninguna relación directa entre Grino y los demás personajes de la novela
(Novitzki 6). Tal como se mencionó previamente este misterioso personaje es mencionado en
la primera línea de la novela y esto puede provocar que Grino sea relacionado como el
personaje principal de la novela (Novitzki 6). Es posible asociar que Grino sea periodista o
“quizás el alma gemela de S, alguien frustrado por sus intentos de leer el pasado a través de
sus recuerdos” (Novitzki 6, traducción mía). Además la historia de Grino problematiza por un
lado el hecho que algunas imágenes sean intermitentes, esto frustra al sujeto que busca sentir
lo real de la experiencia (Novitzki 7). Para reconstruirlas es necesario “trazar de vuelta los
pasos de un evento emocional” (Novitzki 7, traducción mía). Estas imágenes intermitentes se
pueden entonces asociar con el recuerdo. Por el otro lado, las fotos son imágenes fáciles de
obtener y ofrecen un camino poco creativo al pasado (Novitzki 7). Precisamente S
experimenta ambos dilemas. Como se ha mencionado en varias oportunidades, él siente temor
por lo que le pueda pasar al recuerdo de M. S también siente esa misma problemática al mirar
la foto de M:
La suya se confunde en una caja con recortes, papeles y objetos cuyos colores
hipotéticamente conservan cierta esencia. Encuentro la foto siempre oculta, vuelta
hacia abajo y siempre, intrigado por ese trozo de cartón ya demasiado percudido la
reconozco, advierto que es M una milésima de segundo antes de leer, [...] su leyenda
“Azotado por el viento”; y después tuerzo la mano y la contemplo. [...] [C]omo M
tampoco yo creo en las fotos –e incluso debo decir que ésta, olvidada, es una de las
pocas que tengo. “Guardamos esas fotos como talismanes, pero no como pruebas”.
(Chejfec 226-7).
Así S también teme el ver la fotografía de M (Novitzki 7). Además es interesante resaltar en
este momento la cualidad de los sueños, según Grino, de advertir un hecho (Chejfec 11). En la
62
parte del “Final” S narra sobre un sueño que tiene con M. En el sueño ambos viajaban juntos
en el tren. Tanto lo que se observaba del lado izquierdo se ve del lado derecho. Por
consiguiente hay una simetría entre las dos partes. S relata algo muy significativo “cuando el
tren reduce la velocidad antes de Moreno, el final del recorrido, [...] ya todos saben que es la
parada final [...] [p]ero allí Moreno no es Moreno. Estamos llegando en realidad a la estación
El Palomar. Tal confusión no provoca desconcierto alguno, no debemos retroceder ante
ningún misterio” (Chejfec 279). Así el lector puede intuir que el sueño anticipa el cambio que
se produce dentro de S. La problemática de la confusión sobre sus identidades ya no se
produce una inquietud en el personaje principal. Dado por sentado lo anterior, la historia de
Grino pone en evidencia el peligro del estatuto del recuerdo de M. A su vez la segunda
historia del padre de M está ligada también con el cambio de identidad de S.
2.2.4 El espacio en Los planetas
Otro factor importante que cabe analizar de la novela Los planetas es la vinculación de
espacio con el cambio de identidad de S. La novela explora el nexo entre diferentes espacios.
Estos lugares son significativos para el narrador principal. A su vez, el espacio juega un papel
determinante dentro de las historias que se cuentan a lo largo de la obra. Ahora bien, es
interesante resaltar que dentro de la obra se puede observar un tipo de “gradación de espacios”
(Valles 6). Con eso se quiere decir que va “desde lo más abierto a lo más cerrado, desde lo
más universal a lo más particular. Así, aparecen: el Universo, la ciudad, el barrio (dentro de
él, las vías), la casa, la habitación, el cuerpo” (Valles 6). Lo anterior refleja en parte la
complejidad del uso de diferentes espacios dentro de la obra. Para efectos de este análisis sólo
se estudiará el espacio de la ciudad de Buenos Aires. Se indicará la diferencia en la relación
entre la ciudad y S. La distinción se puede plantear a partir de la ausencia de M en la ciudad.
Por tanto se analizará qué representaba Buenos Aires para S cuando M estaba todavía vivo.
Seguidamente se pasará a observar cómo S contempla Buenos Aires tras la desaparición de su
antiguo amigo. La ciudad por supuesto será un factor que altere la identidad del narrador
principal propiciando así su cambio de identidad.
Tal y como se mencionó previamente, S describía el nexo entre él y M como una
“amistad territorial” (Chejfec 163). De la definición anterior el lector puede intuir entonces
que la ciudad de Buenos Aires jugaba un papel determinante para ellos. Ambos amigos solían
recorrer la ciudad. No obstante, S le cuenta al narrador que hubo un momento determinante
63
para profundizar aún más su amistad. Cuando al padre de M le roban su auto, S y M
deambulan la ciudad junto con él con el fin de recuperar el objeto perdido. S comenta que
Parecíamos turistas. Y como les sucede a ellos, ahora cuando recuerdo estos paseos
una nostalgia irreal y un confuso sentimiento de plenitud colorea de vaguedad su
misma existencia en tanto caminatas. Pese a lo reiterativo, conviene recordar el valor
escénico fundamental que siempre tuvo el paisaje, la geografía, en la consolidación y
desarrollo de nuestra amistad (Chejfec 175).
Entonces, el narrador principal consideraba esas caminatas como un momento clave durante
su juventud; a través de ellas fortalece su relación no solo con M sino también con las calles
del cono urbano de Buenos Aires (Zivin 84). Por consiguiente, Buenos Aires significó el
lugar preciso que permitió la alianza entre ellos dos.
Ahora bien, es interesante entonces mirar la descripción de Buenos Aires a la que el
lector es introducido. Inclusive cuando S y M recorrían juntos la ciudad ya era posible
percibir ciertos cambios que avisaban la tempestad que se produciría en los años
subsecuentes. Para el análisis del papel que juega el espacio se seguirá nuevamente la obra de
Luz Pimentel. Según Pimentel “[d]escribir es construir un texto con ciertas características que
le son propias, pero, ante todo, es adoptar una actitud frente al mundo: describir es creer en lo
descontinuo y discreto de la realidad” (16). La descripción entonces aspira a producir una
“escena ante los ojos de su público para convencerlo; es decir, para ofrecerle una e-videncia”
(Pimentel 17). En la obra es posible encontrar un momento clave que anuncia de alguna forma
el cambio que se avecinaba tanto en la vida de S como en la cuidad. Ambos amigos se
encontraban haciendo su usual caminata la noche del 20 de junio de 1973. Ese día en
particular había regresado a la Argentina el ex presidente Perón. S narra que no había un
ambiente de bullicio tal como era esperable, sino que más bien, las personas se encontraban
protegidas dentro de sus casas. S continúa su narración sobre esa noche:
Lo que se respiraba era una catástrofe sin señales (algo bien argentino, por el empeño
general en ocultar las marcas, disimular los hechos y desviar la mirada). [...] [E]l clima
ominoso de esa noche no ha sido fácil de olvidar, y muchas veces lo he intentado. Pero
como se sabe, olvidar y querer no se conjugan juntos. [...] Aquella noche le quedaban
a M poco más de tres años de vida. (Chejfec 220).
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Así la cita anterior le presenta al lector el ambiente y el estado que se percibía en Buenos
Aires. A su vez el narrador principal es enfático al recalcar que aunque se pretendiera no notar
la catástrofe ya existían señales claras que la indicaban. Entonces la descripción de S intenta
demostrarle al lector como años antes de que inclusive comenzara la dictadura ya se sentía un
clima de horror en la cuidad. Dentro de la nueva configuración que está adoptando la ciudad,
S y M serán un par de víctimas directas. Así la ciudad de Buenos Aires era un espacio familiar
para ellos, no obstante situaciones singulares los obliga a tomar distancia y reconsiderar la
cuidad desde otra perspectiva (Quintana 27).
Después de la desaparición de M, la percepción de S sobre Buenos Aires es ambigua.
Por un lado la ciudad juega un papel fundamental a la hora de recordar a M. Así como lo
expresa la siguiente cita “[r]ehenes de la geografía, nuestro pasado transcurre bajo el influjo
de la ciudad. Esa ciudad antigua sigue siendo nuestro umbral” (Chejfec 20-1). Las vivencias
compartidas en Buenos Aires son esenciales para S, por esa razón la ciudad es primordial a la
hora de recordar a M en el presente (Rajca 16). Por otro lado tras la ausencia de M la ciudad
“pasó a tener una existencia devaluada, sombra y reflejo demorados sobre la otra, la dibujada
en el pasado” (Chejfec 21). La desaparición de M fue producto de una violenta muerte que
culmina el fin de la amistad entre ellos, entonces la pérdida de la amistad y de la ciudad tal
como era se transforma alegóricamente en la pérdida violenta de M (Novitzki 4). Para S la
ciudad resulta entonces un lugar que no es apacible para él:
Subía al techo de mi casa, apoyaba los brazos sobre la barba, y protegido en lo oscuro
distinguía diferentes escalas de negrura en la sombra de las frondas, reflejos plateados
sobre el asfalto y los techos de la lejanía. [...] Antes o después se escucharían
explosiones o tableteos de ametralladoras, y uno se quedaba sin palabras (como ahora,
cuando se oyen tiros por la noche y no hay nada para decir). Así, sin advertirlo, o
advirtiéndolo pero sin darnos cuenta, Buenos Aires se llenaba de muertos; ellos tenían
una vida propia, subsidiaria de la estela dejada por sus cuerpos. (Chejfec 220-1).
Así la imagen de Buenos Aires se transforma y se presenta no solamente como el espacio de
amistad entre S y M. La ciudad se convierte ahora en un espacio violento dentro del cual se
camina entre personas que deciden por el “cinismo” antes de mostrar un arrepentimiento
sincero (Chejfec 16). Buenos Aires se vuelve así un sitio difícil para el personaje principal. S
pierde la huella de su identidad dentro de esa ciudad al verse como una víctima directa de la
violencia política en la que se encontró inmersa Buenos Aires. S entonces trata de
65
“recomponer fragmentos de su propia vida, que en esta geografía ha sido marcada por el
abuso y la injusticia” (Valles 7). Por consiguiente, es posible intuir que el confrontar los
recuerdos de M y el aspecto violento de la ciudad benefician al cambio de identidad de S. El
personaje principal tratará de encontrar las señas que identificaban a cada uno de ellos dentro
de la ciudad a partir de recordar cómo era su amistad.
Como se ha observado el espacio juega un papel importante desde dos puntos
distintos. Inicialmente es el espacio donde los dos amigos desarrollan su amistad. Así la
ciudad de Buenos Aires es fundamental para mantener el recuerdo de M vivo. Por otro lado,
Buenos Aires es el lugar en el cual la identidad de S se pierde después de los hechos violentos
que sucedieron en la ciudad. No obstante en la cuidad misma S tratará una vez más de
identificarse consigo mismo y desarrollará su nueva identidad, es decir, el no adoptar la
identidad de M.
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3. Comparación de las novelas: El Dock y Los
planetas
En esta sección se compararán los análisis efectuados a ambas novelas. A lo largo del
estudio llevado a cabo en las páginas anteriores, se pudieron observar algunas similitudes en
las obras. La mayor semejanza entre El Dock y Los planetas quizás tenga que ver con el
aspecto inicial que marca la vida de sus protagonistas. A su vez, ambos personajes sufren un
trastorno de identidad que los llevará a ser otros. Los aspectos entonces a estudiar en esta
sección serán: primeramente nos concentraremos en el aspecto temático de ambas novelas.
Además se discutirá brevemente la referencia no explícita que hacen las obras hacia las
Madres de la Plaza de Mayo. Seguidamente se comparará la estructura de las novelas. Como
tercer aspecto se comentará la voz narrativa. En el cuarto punto se brindará atención al acto de
narrar en ambas obras y por último se comparará el tratamiento del espacio en las obras.
3.1 Aspectos temáticos en El Dock y Los planetas
Comencemos discutiendo qué produce inicialmente el cambio de identidad en los
protagonistas de ambas obras. Ya mucho se ha comentado de la creación de una nueva
identidad tanto de la narradora de El Dock como de S. Por tanto, solo se comentarán los
factores en común que presentan estas novelas con respecto a su aspecto temático y contexto
histórico.
El factor que inicia, por así decirlo, la historia de ambas novelas es la violencia política.
Cada una de las obras hace referencia de manera distinta a este hecho. Por ejemplo, El Dock
hace referencia a un atentado ocurrido en la Tablada en el año de 1989. No obstante en la obra
se crea el barrio ficticio llamando el Dock. Es entonces en este escenario donde comenzará la
aventura de la narradora. Su amiga de infancia es una terrorista que actúa en el atentado. En
Los planetas la trama nace producto del secuestro del mejor amigo de S, M. El espacio donde
sucederá esto es en la ciudad de Buenos Aires. Como se ha mencionado antes, la violencia
política a la que se hace referencia no explícita en la novela es a la última dictadura de los
años 70. Ambos relatos son narrados en primera persona. Los protagonistas de estas obras le
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cuentan al lector su historia. Es importante recalcar de nuevo que los relatos se centran más en
el plano personal que en el plano político o ideológico. Tanto El Dock como Los planetas
buscan contar la historia que surge debido a la violencia política. Así estas obras invierten
“los términos de la relación entre textos y la historia. La siniestra etapa de la dictadura y su
posterior progenie es un sentido que permanece vacante hasta que empieza a ser llenado por
las inscripciones simbólicas de los discursos. La historia existe [...] porque es dicha; porque es
narrada” (Bergero 141). El Dock y Los planetas apelan al lado íntimo de la historia. Ambos
personajes se concentran en contar las consecuencias de la violencia desde su propia
perspectiva. No obstante, a diferencia de El Dock, es posible encontrar ciertos pasajes en Los
planetas en los cuales parece que el narrador no disculpa la actitud de los argentinos durante
ese periodo. Así lo evidencia la siguiente cita:
Sin embargo la ciudad no estaba vacía, la habitaban sus gentes, quienes seguían
hablando como si nada hubiera pasado. De sus bocas podían salir cosas como “Los
100 barrios porteños”, “La reina del Plata” y varias fórmulas por el estilo. [...] a su
modo los muertos también contribuían con el escenario, aunque sólo fuera para darles
la espalda (Chejfec 21).
Así la cita pone en manifiesto la insatisfacción del narrador con respecto a la manera en que la
sociedad se comportó durante el periodo de la dictadura. Como se observó en los análisis de
las dos novelas la violencia política será entonces el factor que propicie el cambio de
identidad de los narradores de las obras. Estos dos personajes serán confrontados con el reto
de encontrarle sentido a su vida en relación con la situación que viven.
Ahora bien, es interesante sobresaltar la referencia no explícita que hacen ambas novelas
hacia las Madres de la Plaza de Mayo. Tal y como se mencionó en el contexto histórico de
este trabajo, se crean diferentes organizaciones de afectados directos durante la dictadura
siendo las Madres de la Plaza de Mayo una de esas. Es posible para el lector establecer
asociaciones que señalan a las Madres de la Plaza de Mayo en ambas obras. No obstante estas
marcas se presentan en las novelas de forma indirecta. En ningún momento se hace mención
de las Madres. Es argumentable entonces que ambos autores retoman los planteamientos de
las Madres pero prefieren la forma literaria a una transcripción demasiado literal de la
militancia y de los reclamos de las asociaciones de víctimas. De esta manera se mantiene así
la distancia de cualquier acercamiento político que se pueda presentar en las novelas. El eje
principal de estas obras es enfocar el plano personal de los personajes en vez de dar énfasis a
68
aspectos políticos o ideológicos. En la novela El Dock el primer vínculo que el lector puede
establecer con esta organización proviene directamente de su escritora, Matilde Sánchez.
Sánchez escribió el prólogo de la autobiografía de Hebe de Bonafini, líder de las Madres.
Tanto su obra El Dock como las Madres de la Plaza de Mayo reformulan la figura de la
madre; en “lugar del ser para colocarlas en el lugar de hacerse” (Domínguez 1996: 264).
Además las Madres comienzan a participar en el ámbito de la política y de la confrontación,
habiendo sido ambos terrenos exclusivos de los hombres (Bellucci 84). Según lo anterior es
posible trazar un paralelo con Poli. Ella participa en un atentado terrorista. Por tanto, su
muerte es consecuencia de su involucración en el plano político. Además, desde el momento
en que participa en el atentado terrorista su nombre de guerrillera será usado y aceptado por
todos los personajes, omitiendo su nombre verdadero (Sánchez 56). En Los planetas también
es posible encontrar ciertas señales que refieren a las Madres de la Plaza de Mayo. Una
primera alusión sería el fotografía de M. Así “las fotos son particularmente silenciosas en el
contexto del Proceso y sus secuelas en parte debido a la centralidad del uso de las fotografías
por las Madres de la Plaza de Mayo durante sus protestas y vigilas” (Miller 92, traducción
mía). Es sobresaliente mencionar la centralidad del valor del retrato. Las fotos de los
desaparecidos son conservadas por sus familiares y amigos. No obstante en la novela S
plantea la interrogante sobre el paradero de su propio retrato “[a] veces pienso en el probable
recorrido de mi foto, evidentemente una variante de la pregunta por el destino de M” (Chejfec
226). Precisamente esa también es una interrogante que las Madres tienen. Al no saber dónde
está el cuerpo del ser desaparecido no es posible procesar la muerte y organizar un funeral
(Bellucci 85). S tampoco sabe dónde se encuentra el cuerpo de M. Por esa razón “con el fin
darle un descanso a M, así como el asignarle un final físico, S establece un nexo entre la
explosión y la muerte de M en su imaginación, de esa manera le confiere a su historia
personal la dignidad de un final” (Miller 99, traducción mía). De este modo las dos novelas
hacen referencia indirecta a las Madres de la Plaza de Mayo. Como se puede observar las
obras no especifican su vínculo con las Madres ya que las obras priorizan el aspecto personal
e íntimo de los relatos y no buscan enfatizar sobre tanto políticos como ideológicos.
69
3.2 Comparación de la estructura y metamorfosis identitaria en
El Dock y Los planetas
Es interesante destacar la manera en la que la estructura tanto en El Dock como en Los
planetas juega un papel importante para observar el cambio de identidad de ambos
protagonistas. Ambas obras están divididas en dos partes. No obstante, en El Dock esta
partición es más equitativa, se podría decir que se trata de dos partes casi iguales. Al
contrario, en Los planetas la segunda parte consta solamente de un capítulo bien corto.
Para el estudio de esta subsección se utilizó la teoría de James A. Marcia sobre 4 modos
de reacción previsible durante una crisis de identidad. Es sobresaliente destacar en este punto
que el cambio de identidad que sufren ambos protagonistas no es el de parecerse a sus amigos
desaparecidos. En El Dock, por ejemplo, en la primera parte de la novela, la protagonista se
encuentra en el modo foreclosure. Ella no atravesaba ninguna crisis de identidad. Por otro
lado, en Los planetas, S se encuentra en el modo llamando identity diffusion. S entra en un
estado de desconcierto tras el secuestro de M. Así ambos protagonistas se encuentran en
diferentes modos, sin embargo los dos comparten que sus compromisos son vagos. En la
primera parte de la novela el grado de compromiso de la narradora es el mínimo que sea
necesario para mantener ciertos nexos con otras personas. Así como se observa en la siguiente
cita “[p]odía realmente prescindir del mundo con sólo desearlo, y tal deseo no era
infrecuente” (Sánchez 34). Lo mismo sucede con S, él trata de tomar el lugar de M, y por
tanto no puede realizarse como escritor.
Ahora bien, en la segunda parte de las novelas la situación cambia para ambos
protagonistas. La protagonista de El Dock comienza a adoptar otra actitud hacia Leo. Ahora
ella se encuentra en el modo identity diffusion. La narradora experimenta una crisis de
identidad que la conlleva a reflexionar sobre su compromiso con Leo. Por otra parte, en Los
planetas, S también sufre un cambio de modo en la segunda parte de la obra. El protagonista
atraviesa el modo de reacción identity achievement ya que la novela concluye con la promesa
de escribir su historia con M. Es interesante destacar cómo el lector puede palpar estos
cambios de modo a través de la lectura de ambas novelas. Además el cambio de identidad no
los hace parecerse a sus antiguos amigos. En el caso de la narradora de El Dock su nueva
identidad es convertirse en madre de un niño que se ha quedado huérfano. La narradora no
planea ni desea parecerse a Poli. No obstante, en algo son similares estas dos amigas, ambas
son impulsadas por fuerzas externas que podrían ser racionales o bien instintivas a la hora de
actuar por Leo (Sánchez 294). Con respecto a la nueva identidad de S, él tampoco adoptará la
70
identidad de M. El personaje principal demarcará los límites entre él y M. De esta manera S
puede lograr su compromiso de escribir su libro.
Por lo tanto, como se pudo observar previamente, la identidad de ambos protagonistas no
es fija. La estructura de las obras señala la fluctuación que sufren los personajes a lo largo de
la novela.
3.3 La voz narrativa en El Dock y Los planetas
En esta subsección se comparará el aspecto de la voz narrativa en ambas obras. Como se
mencionó anteriormente ambos relatos son narrados en primera persona del singular. En el
caso de Los planetas se observa una situación un poco más compleja que en El Dock. El
narrador principal le cede la palabra a tres otros narradores dentro de la obra. Esa situación
ayuda a comprender mejor el nexo tan profundo entre S y M. En el análisis efectuado de la
voz narrativa, se estudió la relación entre los protagonistas y otros personajes dentro del
relato. Sin embargo, para efectos de esta comparación solo nos centraremos en el vínculo
establecido entre los protagonistas y sus amigos desaparecidos. Esta relación es bastante
significativa ya que es la que la influye mayormente en el cambio de identidad tanto de la
narradora de El Dock como el del personaje principal de Los planetas.
Al comparar las dos obras es evidente que el factor que inicia la turbación de identidad
es la muerte o la desaparición del amigo de estos personajes. Ahora bien, la situación en cada
novela es distinta. Poli era una guerrillera que optó por su propio exterminio. M es
secuestrado durante el inicio de la dictadura militar. Aparentemente él se puede considerar
como víctima de la casualidad dado que “en el caso de M había actuado el puro azar: [...]
[e]sa conjunción de inocencia política y fatalidad represiva le daba a la desaparición de M el
valor de error, fallo del destino” (Chejfec 44-5). A partir de estas condiciones comienzan
ambos protagonistas a moldear de nuevo sus vidas. La relación entre ambos narradores y sus
amigos es también distinta. Por ejemplo, la narradora de El Dock ya no frecuentaba a su
amiga Poli como antes. Las dos se habían distanciado con el paso de los años. El caso
contrario sucede en Los planetas, S y M eran muy unidos. Es a su vez interesante señalar que
ambas novelas plantean una problemática con respecto al nombre de sus amigos
desaparecidos. En el caso de El Dock, Poli puede haber tomado su apodo de guerra de la
narradora. La protagonista comenta en la obra que Poli pudo haber escuchado que ella era
llamada por ese apodo (Sánchez 42). A su vez es posible trazar un paralelo con respecto a la
71
situación del apodo de Poli. Durante el periodo de la dictadura, los perpetradores de la
división clandestina de crímenes utilizaban nombres de guerra para ocultar su identidad
(Crenzel 1068). Así Poli también oculta su nombre y adopta un nombre de guerra. Se presume
que el objetivo del atentado terrorista era mantener la estabilidad política del momento y no
volver a un periodo de violencia parecido al de la dictadura. En el caso de Los planetas el
lector tampoco conoce el nombre real de M. Además es importante resaltar que tanto el apodo
Poli como la inicial de M hacen referencia a pluralidad, es decir, su nombre indica varios.
Esta pluralidad puede indicar la cantidad de personas desaparecidas por violencia política. No
obstante, los protagonistas de ambas novelas intentan revivir los nombres de sus amigos a su
propia manera. A la narradora de El Dock no parece importarle cuando Leo le dice “Hasta
mañana Poli” (Sánchez 259). El uso del apodo en la narradora le permite identificarse con su
antigua amiga. En Los planetas S desea apropiarse del nombre de M, para, según él, pagar la
deuda de ser el amigo que sobrevivió (Chejfec 256). Así ambas novelas ponen en evidencia la
problemática de los nombres. La confusión que se genera a partir de los nombres afecta en
cierta medida la identidad de los personajes principales. Este desconcierto provoca que los
protagonistas de ambas novelas experimenten procesos de internalización que los guiará a
cambiar de identidad.
Ahora bien, es interesante sobresaltar que ambos protagonistas a su manera indican
cómo eran sus amigos. De esta manera el lector puede conocer qué tipo de relación tenían los
protagonistas con sus antiguos amigos. Este hecho es también fundamental con respecto al
cambio de identidad de los protagonistas. Una vez más las obras comparten ciertas
características no obstante el acercamiento es distinto en ambas novelas. En El Dock la
narradora comienza a hacer memoria para poder tratar de entender el motivo que lleva a Poli a
actuar en un atentado terrorista. El lector nota, al principio, que la narradora tiene una opinión
un tanto negativa de Poli. Sin embargo, conforme avanza la novela, la narradora cambia su
manera de pensar sobre Poli. La problemática en Los planetas es distinta ya que M es muy
querido por S. Por lo tanto S narrará sobre la fuerte unión que ambos amigos mantenían. Esta
exploración de la relación que los dos narradores mantenían con sus antiguos amigos es
significativa ya que definirá en cierta manera los límites de sus identidades. Así el relato de
ellos “condesa una porción de la historia perdida y de la historia vivida; ellos operan como un
enlace entre el pasado y el presente, y entre la muerte y la vida” (Crenzel 1069, traducción
mía). En el caso de la narradora de El Dock la historia perdida entre ella y Poli la empujará
hacia el presente y el futuro. La muerte de Poli consecuentemente propiciará nuevas
72
relaciones que antes eran inimaginables. La narradora y Leo desean convivir mucho tiempo
juntos:
¿Qué era lo que realmente quería hacer antes de morirme?
¡Leo! Esa era su primera pregunta directa y personal. [...]
¿Y yo?, se preguntó Leo. Tener entre las manos algunas fotografías del Hubble. O
no, mejor ver juntos el eclipse total de sol al mediodía, en Solís, con una vieja
radiografía sobre los ojos. De todos modos deberíamos esperar unos setenta años para
ese acontecimiento.
Le prometí que aquí estaríamos. (Sánchez 300).
Así la promesa entre ambos personajes le indica al lector que el nexo que se ha comenzado a
crear no se romperá fácilmente. Ambos contemplan la idea de compartir mucho tiempo en
compañía uno del otro. Con respecto a Los planetas, el secuestro de M inicialmente provoca
un gran sentimiento de desconsuelo en el protagonista. Sin embargo en la parte del “Final” de
la obra, se crea también la promesa de escribir sobre su amistad con M así como se observa en
el sueño de S: “[e]ntonces justo cuando acabamos de frenar y el vagón inmóvil se ha
convertido en la promesa del próximo viaje, observo el perfil de su cara mirando por la
ventana y digo: “Esta ha sido nuestra mejor aventura”. Ante lo cual M se da vuelta y me
responde con una sonrisa: “Sí, nuestra mejor aventura”.” (Chejfec 279-80). Por consiguiente,
el recordar quiénes fueron sus amigos es fundamental para la creación de un nuevo futuro. La
exploración de la relación que ambos protagonistas establecieron con sus amigos
desaparecidos le permite advertir al lector el grado de influencia que ese nexo tendrá en la
adaptación de la nueva identidad de los personajes principales. Es entonces llamativo observar
que la relación contribuirá positivamente a pesar de que las circunstancias eran distintas para
ambos personajes. Tanto El Dock como Los planetas cierran con la promesa de un futuro.
3.4 El acto de narrar en El Dock y Los planetas
Ahora nos concentraremos en la comparación del acto de narrar en las dos novelas. Es
interesante señalar que en ambas obras se puede considerar como un proceso constitutivo de
la identidad. Los protagonistas de las novelas mutan de identidad hacia el final de la novela.
Las novelas son por tanto el sitio donde los protagonistas se redefinen. Como se ha aludido en
73
repetidas ocasiones ambas historias nacen a partir de la violencia política. Ambos narradores
se apoyan en la memoria a la hora de recordar a sus amigos desaparecidos. Los relatos se
vuelven entonces personales y emotivos. Los narradores intentan acercar al lector a su historia
personal. Ellos mantienen la mirada hacia atrás con el fin de poder en cierta forma darles
sentido a los acontecimientos que se presentan en el presente y crear un futuro.
Ambos protagonistas se crean a sí mismos en las obras a partir de contar sus historias
personales. Ellos se encontraban sumergidos en profundos estados de confusión. La narradora
de El Dock se construye a lo largo de su relato en alguien impensable para ella. Tal y como
ella lo atestigua en la obra, la narradora no quería ser madre (Sánchez 269). No obstante el
contar su historia la hace recapacitar sobre su situación. La ayuda a comprender un poco
mejor a su amiga Poli. Además la narradora trata a lo largo de la novela de encontrarle sentido
a la situación en la que se ve inmersa después del exterminio de su amiga. Así el relato será su
punto de enunciación. Dentro de ese espacio ella se creará como madre. A su vez, la narradora
especifica que su historia no será recordada con el pasar del tiempo tal y como se observa en
la siguiente cita:
Pensé que ningún libro registraría la aventura del Dock en su justa dimensión [...]
¿Qué quedaría del Dock, me refiero al barrio del Dock, a la refinería y al destacamento?
Cuando la Tierra se congelara, según Leo anticipó que inexorablemente iba a suceder,
cuando al cabo del tiempo nuestro planeta se convirtiese en una partícula polvorienta
girando en el universo inhospitalario [...]
Y de nuestra familia insignificante no quedaría ni el recuerdo de un recuerdo de un
recuerdo” (Sánchez 300).
Es posible observar algo similar en Los planetas. S atraviesa, durante gran parte de la obra,
una terrible crisis de identidad producto de la repentina desaparición de M. La obra será así el
espacio donde S trate de redefinir el nuevo estatuto de su relación con M. S desea guardar el
recuerdo de M y escribir sobre la gran amistad que tuvieron. El recordar a M lo lleva no sólo a
tratar de encontrarle alguna lógica a su situación actual sino que también lo impulsa a
cuestionar el estatuto de muchos otros que estuvieron en la misma posición de M:
Algunas veces, [...] me he preguntado si alguien, llegado el caso que esté leyendo esto,
no pensará que sugiero, o quiero descubrir, en la imagen de M como emblema, la razón o
enigma sobre los cuales la gente boga desde aquellos años; pero la verdad es que hay
74
poco para proponer y aún menos para descubrir. Entonces el sentido histórico no estaba
en la profundidad, era superficial, estaba a la vista de todos saturado de muertes y se
desplegaba según una lógica transparente y equívoca, porque era la respuesta práctica al
otro sentido histórico [...] Esta sustitución fue macabra, y adquirió ribetes triviales.
(Chejfec 221).
Es argumentable entonces que ambos narradores ponen de manifiesto la importancia de
atesorar sus historias a través de su relato. Sus historias no serán mencionadas en el marco de
la historia general. No obstante, esto no significa que los relatos personales de los
protagonistas sean por tanto menos valiosos que los registrados en la historia general. Sus
vivencias los hicieron cambiar y definir quiénes eran ellos en realidad. Además la historia de
los protagonistas no supone que sea menos verídica que la historia general. Es interesante
señalar a su vez la crítica que se observa en la cita narrada por S. En la cita se reprocha en
cierta medida el sentido histórico durante el periodo de la dictadura. Lo anterior no se observa
en El Dock.
Una similitud bastante llamativa que se advierte en ambas obras es la presencia de
múltiples relatos. Con respecto a El Dock el acto de narrar funciona también como una forma
de encontrarle algún sentido al accionar de Poli. Tras la muerte de su amiga, la protagonista
queda con la gran interrogante de los motivos que llevaron a Poli a participar en un atentado
terrorista. La trama de la película de A. Tarkovski le sirve a la protagonista para poderle dar
una respuesta a la insistente pregunta de Leo. El chico siente que su madre no pensó en él al
momento de estallarse. La película brinda una especie de solución ya que la narradora traza
un paralelo entre el protagonista de la cinta y Poli. La narradora presume que Poli hizo algo
parecido a un sacrificio. Asimismo es mencionado el libro Los tres mosqueteros veinte años
después. Este relato es usado también por la narradora para poder comprender los motivos de
Poli. Entonces tanto la película como el libro brindan algunas conjeturas sobre las posibles
razones de Poli. En Los planetas se cuentan alrededor de seis historias distintas. Como se
mencionó previamente estos relatos parecen desconectados con la trama central de la obra. No
obstante estas historias ahondan aún más en la problemática de la identidad. Los dos relatos
abordados en el análisis exploran dos aspectos importantes dentro de la obra. La historia de la
confusión entre Sergio y Miguel funciona como una especie de aviso para S. Es necesario que
el personaje principal trace los límites entre él y M para que así exista un S que recuerde a M
y pueda escribir la historia de su amistad. La segunda trata sobre Grino. Esta historia es más
compleja. El relato de Grino pone en duda la claridad de las fotos y su asociación con el
75
recuerdo. Ellas ofrecen un acceso al pasado poco creativo. Ahora bien, estas historias le
permiten al lector observar diversas situaciones desde otra perspectiva. En el caso de El Dock
el lector puede entender también mejor a Poli. Lo mismo sucede en Los planetas. Estas
historias evidencian aún más la inquietud de S, es decir, el temor de perder el recuerdo de M.
A su vez, estas historias ayudan a la transformación de identidad de los protagonistas de las
obras.
3.5 El tratamiento del espacio en El Dock y Los planetas
Como último punto se comparará el tratamiento del espacio en ambas obras. Los espacios
explorados en los análisis influirán en el cambio de identidad de los personajes principales de
las novelas. En El Dock se observan dos grande espacios. Uno se encuentra en la Argentina y
el otro en Uruguay. Son notorios para el lector los cambios que se presentan en la identidad de
la narradora en cada lugar. En el caso de Los planetas se estudia solo la ciudad de Buenos
Aires. Como se ha mencionado anteriormente esta ciudad es determinante para la fortificación
de la amistad entre él y M.
Es interesante indicar la forma en la que las dos novelas tratan sus respectivas ciudades
dentro de la Argentina. Las obras comparten una similitud muy atrayente. En El Dock el
espacio que se observa dentro de la Argentina no es la ciudad de Buenos Aires. Es más bien
un barrio ficticio llamando el Dock. Todos los sucesos que van a alterar la vida de la
narradora ocurren justamente ahí. No obstante ella no se encuentra justamente en ese sitio
sino en su departamento lejos del destacamento del Dock. Este departamento es el espacio
privado de la narradora. Este es el primer lugar de convivio de ella y Leo. Al poco tiempo de
vivir junto con Leo este espacio se vuelve intolerable ya que ambos personajes son hostigados
por la policía. Así la Argentina se convierte en un espacio de persecución. Algo similar
sucede en Los planetas. S cambia la percepción que él tenía de la ciudad de Buenos Aires.
Antes de la desaparición de M, estos dos jóvenes solían caminar la ciudad sin rumbo definido.
Esta actividad consolidó la relación entre ellos. No obstante en Buenos Aires el ambiente
comenzó a cambiar y eso se hizo notorio para el personaje principal. Después del secuestro de
M la impresión de la ciudad cambia todavía más. Así la violencia política dificulta la
residencia en estos dos espacios de la Argentina.
Los protagonistas de las novelas deciden dejar la Argentina y buscar refugio en algún otro
lugar. A pesar de que ambos narradores huyen en cierta forma de su país, este hecho se
76
presenta de manera más evidente en El Dock que en Los planetas. La narradora de El Dock
decide irse de veraneo a Solís, Uruguay. En esta ciudad uruguaya, la narradora puede poner
en práctica su familia paródica. Como se aludió anteriormente, el convivio entre la narradora
y Leo no podía llevarse a cabo en la Argentina debido al hostigamiento policial del que eran
víctimas. Algo similar se observa en Los planetas. El lector puede deducir por ciertas pistas
que S no vive principalmente en la Argentina. Su nuevo lugar de residencia podría ser en
Caracas2, Venezuela. Esta ciudad se menciona solo en dos oportunidades en la obra. La
primera mención se presenta cuando S va caminando por una avenida. El reflejo de una luz
que rebotó de un reloj lo dejó ciego por unos instantes. El narrador principal compara ese
reflejo con el de luz que viaja a través de los planetas. De repente S nos narra “[n]o sé por
qué, pero esto fue suficiente para que M apareciera en mi recuerdo. Un tanto más arriba de
donde provino el reflejo flotaba una nube, ciñendo en silencio la silueta de la montaña.
“Caracas se ve desde allí como una miniatura extendida”, recordé y seguí mi camino”
(Chejfec 208). Su segunda mención directa se encuentra justo al final de la novela “Caracas,
julio de 1994” (Chejfec 280). Así “el narrador escribe desde el presente del exilio” (Saban 5).
Por consiguiente ambos protagonistas dejan Argentina. Tanto la narradora de El Dock como
el protagonista de Los planetas terminarán definiendo sus identidades en otros países. La
narradora se convertirá en madre en Uruguay. S escribirá el libro de la amistad entre ambos
amigos en Caracas.
2
Es necesario indicar en este punto que en el análisis efectuado del tratamiento del espacio en Los planetas solo
se consideró Buenos Aires. No se hace ninguna mención de Caracas. No obstante, para efectos de la
comparación se incluyó esta ciudad venezolana con el fin de ilustrar que ambos protagonistas abandonaron en
algún momento Argentina.
77
4. Conclusiones
En este trabajo de investigación se han analizado distintos aspectos de las novelas El
Dock de Matilde Sánchez y Los planetas de Sergio Chejfec. Como se pudo observar estas
novelas acercan al lector a una etapa reciente vivida en la Argentina, es decir, la última
dictadura de los años setenta y a su vez, a un atentado terrorista sufrido en enero de 1989. A
pesar de que ambas novelas hacen referencia a estos eventos sus tramas no se centran en
cuestiones políticas o ideológicas. Estas novelas mantienen una línea íntima y personal. Lo
anterior contrasta las características formales de las novelas publicadas durante la dictadura y
el periodo subsecuente a esta. La censura y la autocensura jugaron un papel determinante. La
literatura buscaba de alguna manera llegar al enigma que significaba la dictadura y también
emitir otras voces distintas a la de la eliminación del otro. Así las novelas de los años setenta
y principios de los ochenta, eran fundamentalmente alegóricas. La obras eran espacios libres
de interpretación. Otras novelas utilizaban formas discursivas complejas, trataban su objeto
indirectamente, no se hablaba directamente sobre la violencia por motivos de censura. No
obstante, a partir de los años noventa se incrementa la atención sobre la militancia de los
setenta y los desaparecidos que dejó la violencia. Así aparecieron obras testimoniales escritas
por las víctimas del terrorismo del Estado. Sin embargo, tanto El Dock como Los planetas se
salen de todos los marcos anteriores. Las novelas intentan brindarle un espacio al ser
desaparecido en vez de tratar de reconstruir el pasado violento. En las obras se priorizan los
sentimientos de los protagonistas. Los narradores comparten sus vivencias con sus antiguos
amigos así el lector se siente más cercano a la historia de ellos.
El objetivo de este trabajo de investigación es explorar el cambio de identidad de los
personajes principales a partir de recordar a sus amigos desaparecidos. Para lograr este
objetivo se analizaron las dos obras literarias tomando en cuanto aspectos fundamentales que
influyeron en el desarrollo de una nueva identidad. Como tercer punto se compararon las dos
novelas.
La primera obra que se estudia en este trabajo es El Dock. Es importante recordar en
este momento que la violencia política acentuada en la novela refiera a un atentado terrorista
en la Tablada en el año de 1989. La obra trata de averiguar qué pudo haber llevado a Poli a
participar en un atentado terrorista. La narradora acerca de alguna forma al lector a la antigua
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relación que ambas amigas tuvieron. Como se ha mencionado previamente, el relato es
narrado en primera persona. Esto le da acceso al lector al mundo interno de la narradora. No
obstante, también es un limitante para el lector. Solo se conocen los hechos que la narradora
quiera compartir. El punto de vista de la protagonista es por tanto subjetivo.
El objetivo de la sección del análisis de la obra es explorar la transición de la identidad
de la narradora a partir del recuerdo de Poli. Su cambio de identidad es convertirse en madre
de este chico huérfano que ella toma bajo su custodia. A lo largo de la obra es notoria la
forma en la que la narradora desarrolla su instinto materno. Los puntos que se estudian en la
obra son la estructura de la obra, la voz narrativa, el acto de narrar en la novela y el
tratamiento del espacio.
Con respecto a la estructura, El Dock está divido en dos partes equitativas. Es posible
asociar la división de la obra con dos modos de reacción según la teoría de James A. Marcia.
La teoría cuenta con cuatro modos de los cuales los dos primeros modos son alternativas
polares de la teoría de Erik Erikson en su obra Identity: youth and crisis. El lector entonces
puede observar el cambio de identidad en la narradora debido a que ella muta de un modo de
reacción a otro. En la primera parte de la novela la narradora se encuentra en el modo
foreclosure. Como se sabe, la narradora en esta parte de la obra no vive su vida con euforia.
Al mismo tiempo, no busca establecer relaciones profundas con nadie. Sin embargo, en la
segunda parte de la novela comienza el reto de la narradora. Ella se traslada ahora al modo
identity diffusion. En ese momento atraviesa una crisis personal, no obstante su commitment
todavía es vago. La narradora manifiesta ciertas dudas sobre si hacerse cargo de Leo. Justo al
final de la novela ella decide seguir viendo con el chico. La obra cierra con una escena íntima
que le muestra al lector la aceptación mutua que se manifiesta entre ellos.
El siguiente punto que se explora es la voz narrativa dentro de la obra. Este aspecto es
fundamental a la hora de estudiar el cambio de identidad de la narradora. Las relaciones que
ella establecerá con los distintos personajes dentro de la obra influirán en el cambio de
identidad de la narradora. La primera relación que se observa es con su antigua amiga Poli.
Estas dos amigas tenían ya algunos años de no estar en contacto. Es interesante para el lector
conocer el tipo de nexo que existía entre ambas amigas. La relación no se puede considerar
como blanca o negra. Es más bien ambigua. La narradora hace memoria de Poli para poder
comprender los motivos que la condujeron a optar por su propio exterminio. Todas las
reflexiones que se hacen sobre Poli ayudan a la misma narradora a entender mejor la situación
que ella está pasando. La narradora experimentará diferentes procesos de internalización que
la conducirán a aceptar su rol de madre.
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Otra relación que es fundamental dentro de la obra es la que la narradora establece con
Leo. El nexo entre ellos se crea a lo largo de la novela. Leo es el que le brinda la oportunidad
a la narradora de transformar su identidad. Antes de vivir con el chico, la protagonista no
tenía ningún deseo de tener hijos. El lector puede observar cómo la relación de ellos se va
moldeando como la de una madre que va descubriendo a su hijo pequeño. El comienzo de su
relación se da a partir de leer el periódico juntos. Esto les dará la oportunidad a que fluya la
comunicación entre ellos. Otro factor que los une es tratar de encontrarle algún sentido al
accionar de Poli. La narradora trata de brindarle alguna respuesta a Leo. Los aspectos
anteriormente mencionados provocan en la narradora que sufra un proceso de internalización
que afectará su identidad.
La tercera y última relación analizada es entre la narradora y su novio asiático Kim. Este
personaje funciona como catalizador con respecto al desarrollo de la nueva identidad de la
protagonista. Al inicio de la novela ambos personajes mantenían una relación sentimental.
Ellos no buscaban comprometerse profundamente con su pareja. No obstante, la figura de
Kim es necesaria para la creación de la parodia familiar. En este punto la figura del padre es
todavía indispensable. Al final de la novela la narradora internaliza diferentes factores que la
llevan a tomar la decisión de quedarse con Leo. Sin embargo Kim no cabía en esa nueva vida
que la protagonista estaba optando para ella. La narradora se queda sola con Leo, un padre ya
no es necesario en este modelo familiar.
Ahora bien, después de estudiar la estructura de la novela y la voz narrativa se prestó
atención al acto de narrar en El Dock. Este aspecto es esencial a la hora de la transformación
de la identidad de la narradora. Ella se construye a sí misma en la obra. Además este
proporciona un efecto conciliador entre los personajes ya que por medio de él se trata de
entender las razones que llevaron a Poli a participar dentro de un atentado terrorista.
La historia personal de la narradora se entremezcla con la historia general del país. El
atentado en el destacamento del Dock será el detonante que cambiará por completo la vida de
la narradora. En la historia personal de la narradora se observa la forma en la que ella se va
construyendo a sí misma como madre. El contar su propia historia le permite entender las
circunstancias que está viviendo, es decir, el hacerse cargo de un niño huérfano. Ella recuerda
el pasado en su historia y a su vez crea el futuro.
Otro aspecto importante que se observó en el análisis del acto de narrar es la incursión
de otros relatos con el fin de darle sentido a ciertas acciones que los personajes no pueden
justificar. La obra hace uso de la trama de la película de A. Tarkovski titulada The Sacrifice y
del libro Los tres mosqueteros veinte años después. Leo se cuestiona por qué Poli no pensó en
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él. La narradora al no tener qué decirle recurre primero a la trama de la cinta. La protagonista
lee a su vez ciertos pasajes del libro y este le brinda también una hipótesis del porqué Poli se
pudo haber estallado junto con la granada que llevaba en su mano. Tanto la trama de la
película como el libro ofrecen algunas conjeturas sobre la posible respuesta al misterio de
Poli.
El último punto que se analiza en El Dock es el espacio. Es interesante notar como los
diferentes espacios presentes en la obra pueden mostrar el cambio de identidad de la
protagonista. Para el análisis del espacio se siguió la obra de Luz Pimentel. En la obra existen
dos grandes espacios territoriales. Uno de ellos se localiza en la Argentina y el otro en
Uruguay. En cada uno de estos países es posible observar otros espacios que se asocian con la
transformación de la identidad de la protagonista. En la Argentina se sitúa el barrio ficticio el
Dock. Así como el departamento de la narradora y Poli. Los espacios ubicados en la
Argentina se convertirán en sitios hostiles tanto para la narradora como para Leo. Esto los
lleva a irse de veraneo a una ciudad de Uruguay. En este caso se trata de la ciudad costera de
Solís. Esta ciudad será el paraíso utópico que permitirá el nacimiento de nexos afectivos entre
estos dos personajes. Otra ciudad importante dentro de Uruguay es Montevideo. Durante su
corta estancia la narradora toma la decisión de quedarse con Leo y finalizar su relación
amorosa con Kim.
La segunda novela que se analizó fue Los planetas. Como ya es conocido esta novela
relata la relación entre S y M de una manera muy singular. Después de que M desapareciera,
S intentará tomar el lugar de su antiguo amigo. La novela hace una referencia no explícita
hacia la dictadura de la década de los setenta. Como se ha dicho anteriormente, el foco central
de la obra es explorar el profundo lazo que existió entre ambos jóvenes. El relato es
mayormente narrado por S. Sin embargo él le cede la palabra a otros tres narradores presentes
en la obra. Se trata primordialmente de M, el padre de M y un narrador desconocido en tercera
persona del singular.
El objetivo del análisis de Los planetas es explorar la evolución de la identidad de S a
partir de los recuerdos de M. S intentará sustituir a M tras su secuestro, no obstante al final de
la obra S cambiará a ser simplemente él. Los puntos a estudiar son los mismos que se
estudiaron en El Dock, o sea, la estructura de la obra, la voz narrativa, el acto de narrar y el
tratamiento del espacio.
En el estudio de la estructura de Los planetas se observó que la novela está dividida en
dos partes no equitativas. La primera parte se titula “Comienzo” y la segunda “Final”. La
transformación de la identidad del protagonista se puede notar a su vez en la estructura de la
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obra. Para el análisis de la estructura se utilizó de nuevo la teoría de James A. Marcia sobre
los cuatro modos de reacción. Así en la parte de “Comienzo” S se encuentra en el modo
identity diffusion. En este momento S trata de vivir como M. El compromiso hacia su
desaparecido amigo es alto. No obstante, el compromiso para consigo mismo es vago. Lo
anterior afecta su realización como escritor ya que debe de dejar de tratar de ser M para poder
realizarse en su profesión. Al contrario, en la parte “Final” S atraviesa el modo identity
achievement. S no intenta sustituir más a M y la novela concluye con la promesa de escribir
un libro sobre su amistad.
Además en la estructura de la novela se comentó sobre la relación que existe entre la
división de la obra en siete capítulos y el título de esta. Los babilonios pensaron en siete
planetas. Asimismo las propiedades celestiales de este número fueron heredadas a los judíos y
persas. En la tradición judía, el avelut o periodo de duelo dura siete días. Así es posible
considerar que los seis primeros capítulos de la obra se podrían asociar con el sentido que
tiene S después del secuestro de M. El último capítulo se puede considerar un poco más
positivo que los anteriores ya que se nota el cambio de identidad de S.
El segundo punto que se exploró fue la voz narrativa. En este aspecto se estudiaron las
relaciones que el protagonista establece con otros personajes. La relación más importante en
la obra es por supuesto el antiguo nexo que S mantenía con M.
S narra los recuerdos compartidos con M. En este punto se comenzó especificando de
qué manera el secuestro de M afectó la identidad de S. Este fue el detonante para que el
protagonista entrara en un periodo de confusión. No obstante, al desaparecer M el lazo entre
ellos cambia. S decide adoptar el nombre de M y a partir de este hecho el protagonista inicia
su proceso de internalización. El narrador principal teme que si se convierte en M no habrá un
S que lo recuerde. Por lo tanto el valor del recuerdo de M juega un papel central a la hora del
cambio de identidad. Lo mismo sucede con la aceptación de S como escritor. El protagonista
debe de delimitar los márgenes entre las dos identidades con el fin de poder escribir su libro.
La segunda relación que se analiza es con Sito. Como se menciona en el análisis, Sito es
un antiguo amigo de cuadra de M. Un encuentro casual entre S y Sito impulsará al
protagonista a escribir la historia de amistad entre ellos. El proceso de internalización que
sufre S es dado por el hecho de que ninguno de los dos personajes recordó a M durante su
encuentro. A partir de este hecho el narrador principal recapacita sobre su decisión de tomar
el lugar de M. S percibe la responsabilidad que él tiene, es decir, mantener el recuerdo de M
vivo.
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La última relación que se estudia es con Mirta del Soto. El nexo con esta empleada del
registro público es corto no obstante complejo. S la conoce cuando intenta cambiarse su
nombre por el de M formalmente. Mirta misma le propone una forma que él puede utilizar
para lograr su objetivo. Sin embargo, al momento de conocer una causal que le permita
adoptar el nombre de M, S siente como el recuerdo de su amigo entonces entra en peligro. Por
tanto esta relación contribuye al cambio de identidad de S.
El tercer punto a analizar en Los planetas es el acto de narrar. Este funciona como una
especie de cura para S. Además S redefinirá su identidad dentro de la obra. El plano político
se cuela dentro de la vida de los personajes de la novela. La obra Los planetas nace a partir de
un hecho histórico doloroso. La obra entonces presupone un sitio en el cual el personaje
principal tratará de volver a identificarse consigo mismo. Además el personaje principal se
mostrará como escritor dentro de la misma obra ya que las intervenciones del narrador en
tercera persona del singular pueden ser parte del libro que escriba sobre la amistad entre ellos.
Es también importante señalar la intervención de relatos aparentemente desconectados
con la trama de la obra. En total es posible encontrar seis historias en la novela. Estas
profundizan aún más la problemática de la identidad dentro de Los planetas. Solamente se
estudiaron dos de los seis relatos. Uno de ellos fue contado por M y el otro fue narrado por el
padre de M. En este momento a la autora del presente trabajo de investigación le gustaría
hacer un comentario. Sería interesante para algún análisis futuro estudiar con profundidad los
otros relatos. Quedaron varias ideas sin poder desarrollar debido al limitante de espacio. El
estudio detallado de cada uno de estos relatos propiciaría un entendimiento más completo de
esta novela tan compleja. Cada una de estas historias se encuentran estrechamente ligadas a la
crisis de identidad que sufre S.
El último análisis de Los planetas tiene que ver con el espacio en de la obra. Tal y como
sucedió con el estudio del acto de narrar solo se pudo comentar sobre uno en particular. La
ciudad de Buenos Aires es el lugar donde los dos jóvenes forjan y profundizan su identidad.
Al final esta ciudad se convertirá en un lugar violento y se transforma así en un sitio difícil
para el personaje principal. Ahora bien, sería también interesante explorar más a fondo todos
los otros espacios que quedaron sin ser comentados. Estos espacios a su vez se pueden ligar a
los relatos que se encuentran en la obra. Una vez más el análisis hondo de todos los espacios
restantes brindará un entendimiento más profundo no solo sobre la novela sino también de S.
Al comparar las obras se pudo observar que ambas comparten muchas similitudes. Las
dos novelas se centran constitucionalmente en los aspectos íntimos y personales de los
protagonistas en vez de concentrarse en factores políticos e ideológicos. Lo anterior se hace
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notable con respecto a la vinculación de las Madres de la Plaza de Mayo en las obras. Los
autores no mencionan explícitamente a esta organización. No obstante el lector puede asociar
varios aspectos que se presentan en la novela con los distintos planteamientos de las Madres.
Así las novelas se mantienen exclusivamente como el sitio donde los protagonistas expresan
sus sentimientos lejos de connotaciones políticas. Los protagonistas cambian de identidad y se
crean a sí mismos en las obras de tal manera que sea posible para ellos seguir adelante. Es
reconfortante observar que tanto El Dock como Los planetas terminan con la promesa de un
futuro cuando adoptan su nueva identidad.
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