Nima Sanandaji: "Suecia es rica gracias a sus políticas liberales"

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Nima Sanandaji: "Suecia es rica gracias a sus políticas
liberales"
Estocolmo | Flickr/Mariano Mantel
El intelectual sueco de origen kurdo Nima Sanandaji se ha convertido en una de las figuras más destacadas
del movimiento liberal escandinavo. Libre Mercado ha hablado con él sobre el “modelo sueco” y los
ingredientes de la prosperidad alcanzada en este pequeño país nórdico al que los políticos españoles aluden
de manera recurrente.
-A menudo se habla del éxito del “modelo sueco” como argumento a favor de políticas
socialdemócratas. Usted defiende que el éxito del “modelo sueco” se explica por algo muy distinto:
las reformas liberales que ha desarrollado el país escandinavo a lo largo de los años.
En la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, Suecia mantenía un modelo liberal, con un
gobierno poco intervencionista y con un capital social muy rico, basado en normas sociales que promovían
una cultura del trabajo y del esfuerzo. Y durante todo ese periodo, Suecia era el país que más crecía en todo
el mundo desarrollado y, de hecho, superó crisis como la Gran Depresión con una notable capacidad de
recuperación. La riqueza de nuestro país se debe a las políticas liberales que se han aplicado a lo largo de los
años. Y las fases de mayor intervencionismo han sido las de nuestra decadencia, no las de nuestro progreso.
-Por tanto, Suecia se hizo rica antes de desarrollar el “Estado del Bienestar” al que se suele aludir
cuando se habla del “modelo sueco”.
He ahí la gran ventaja con la que contaban los socialdemócratas. Recibieron un país muy próspero, muy
dinámico, muy homogéneo… En la era liberal, la desigualdad salarial era muy reducida, la pobreza era muy
baja, la esperanza de vida no paraba de reducirse, etcétera. Y entonces empezaron a cambiar las cosas, con
resultados cada vez peores.
-¿Fueron moderadas o radicales las medidas que se fueron introduciendo bajo ese nuevo marco
socialdemócrata?
En primera instancia reinó el pragmatismo, pero en la década de 1970 la cosa ya era muy distinta, se
pretendía destrozar al sector privado, endosando impuestos efectivos de más del 100% a los empresarios…
En dos décadas, la socialdemocracia había dejado a Suecia en una situación lamentable. Ya no se creaba
empleo privado, ya no nacían nuevas empresas y, de hecho, el gobierno llegó a plantear la adopción de un
sistema mediante el cual los empresarios se iban a ver obligados a transferir hasta el 70% de las acciones de
sus empresas a sindicatos y fondos controlados por el Estado.
La Suecia de aquellos tiempos era tremendamente intervencionista. El Estado estaba metido en todo:
controlaba los medios, el transporte, los supermercados, el desarrollo de viviendas, la educación, la sanidad…
Su propaganda estaba en todas partes.
-¿Eso fue lo que generó la reacción?
En 1982 empezaron las protestas y el 4 de octubre de 1983 tuvo lugar una manifestación sin precedentes en
Estocolmo. Aquello fue un antes y un después y desde entonces se han replegado muchos excesos
intervencionistas. Esto ha vuelto a llevar a Suecia hacia un consenso político más pragmático, que se mueve
entre liberalismo e intervencionismo pero siempre lejos del radicalismo que llegaron a defender los
socialdemócratas.
-¿Qué reformas han marcado el giro liberal sueco?
-En la década de 1990, los gobiernos de centro-derecha que dirigía Carl Bildt lograron introducir rebajas
fiscales, “bonos” para la gestión privada de servicios públicos… Cuatro partidos liberal-conservadores
articularon estas medidas en el marco de una coalición electoral que fue bautizada como la Alianza por
Suecia y que consiguió romper el monopolio político que había alcanzado la socialdemocracia.
-Más recientemente, el centro-derecha gobernó durante ocho años con Fredrik Reinfeldt al frente.
¿También hubo reformas liberales en este periodo más reciente?
En esta segunda etapa de gobierno se introdujeron rebajas generalizadas de ingresos, concentrados sobre
todo en las rentas medias y bajas. También se aprobaron medidas de control y racionalización del “gasto
social”, orientadas a reducir gasto y evitar fraude. Los socialdemócratas también han aceptado estos cambios
y han sido más o menos pragmáticos… aunque en los últimos años sí que han vuelto a recuperar postulados
más intervencionistas que resultan preocupantes.
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