santos latinoamericanos rostro elocuente de la evangelizacion

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SANTOS LATINOAMERICANOS ROSTRO ELOCUENTE DE LA EVANGELIZACION
P. Fidel González Fernández, m.c.c.i.
I. SANTA MARIA, PRIMERA MISIONERA, MADRE E IMAGEN DE LA SANTIDAD DE
LA IGLESIA
El Papa S. Juan Pablo II en su viaje-peregrinación a Santo Domingo en 1984 para recordar
los comienzos de la evangelización en el Nuevo Mundo comenzaba diciendo: "América Latina se
ha convertido en la tierra de la nueva visitación. Porque sus habitantes han acogido a Cristo,
traído en cierto sentido en el seno de María, cuyo nombre llevaba ya una de las tres carabelas de
Colón. Y se ha unido de modo particular a Cristo mediante María. Por ello este continente es hasta
hoy testigo de una particular presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia
(Lumen Gentium, VIII, 52-65). Aun externamente, las tierras de la nueva evangelización denotan
esa presencia singular de María, con su cerca de 2.000 nombres de ciudades, villas y lugares
referidos a los misterios y advocaciones de la Virgen María"1.
"Ante la expedición guiada por Cristóbal Colón se abrieron tierras desconocidas y apareció un
Nuevo Mundo. Y a la vez, el mismo Dios que a los descubridores, rodeados por el abismo del
inmenso océano, permitió un día dar el grito de ¡tierra!, El mismo "ha hecho brillar la luz en
nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo"
(2 Cor 4,6). Este fue el principio salvífico del conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz
de Cristo: el comienzo de la evangelización de América, el comienzo de la fe y de la Iglesia en el
Nuevo Mundo"2. Fue también el comienzo de la historia de la santidad cristiana en aquel continente
que irá siempre acompañada por la presencia de la Madre de Dios y de su Santa Iglesia.
Aquella luz llegó a través de las manos de Santa María, y Santa María estará presente en
todo el proceso de la evangelización y de la formación histórica de América Latina con una
presencia tangible. En el proceso de evangelización y de encuentro entre culturas y pueblos, tan
diversos y frecuentemente contrapuestos, encontramos inmediatamente la figura de María como
primera misionera y artífice de tal proceso. Por lo tanto Santa María es la primera imagen de la
Santidad de la Iglesia latinoamericana. Es también la primera santa misionera de la Iglesia en
América Latina, la Madre fecunda de aquella Iglesia. Todos estos aspectos se encuentran
maravillosamente simbolizados en el acontecimiento de Guadalupe, en los albores de la
evangelización (1531)3, como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla: "El Evangelio
encarnado en nuestros pueblos los congrega en una originalidad histórica cultural que llamamos
América Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de
Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelización"4.
Precisamente unidos a este hecho mariano sucedido en México encontramos algunas de las
figuras más significativas en la historia de la santidad canonizada o de aquella que aunque no
canonizada aún es reconocida por todos. Nos referimos sea a San Juan Diego, el vidente de
Guadalupe, como a los Santos Niños de Tlaxcala Protomártires del Nuevo Mundo, a los misioneros
franciscanos fray Pedro de Gante, los "doce apóstoles" franciscanos de México entre los que
destaca fray Toribio de Benavente Motolinía, el primer obispo de México, el franciscano fray Juan
1
. JUAN PABLO II, Homilía durante la Misa para la Evangelización de los Pueblos, Santo Domingo 11.X.1984, en
Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Libreria Ed. Vaticana 1984, VII/2, 879-880.
2
. JUAN PABLO II, Homilía en Santo Domingo (11.X.1984), en Insegnamenti di Giovanni Paolo II...., VII/2, 877.
3
. GONZALEZ F., La "Traditio" Guadalupana como clave de lectura de la historia de la evangelización en
Latinoamérica, in HENKEL W., O.M.I., Ecclesiae Memoria. Miscellanea in onore del R.P. Josef Metzler O.M.I.,
Prefetto dell'Archivio Segreto Vaticano. Herder. Roma-Freibur-Wien 1991,407-429; IDEM, Guadalupe Pulso y
corazón de un pueblo. El Acontecimiento Guadalupano cimiento de la fe y de la cultura americana. Encuentro, Madrid
2004.
4
. Documentos de Puebla, n. 446.
de Zumárraga, el dominico fray Bartolomé de las Casas, el obispo Don Vasco de Quiroga, fundador
de la Iglesia de Michoacán, y un rosario abundante de muchos otros.
II. EL SENTIDO ECLESIAL DE LAS CANONIZACIONES Y BEATIFICACIONES
1. El sentido eclesial de las canonizaciones
Nos debemos preguntar en primer lugar por el sentido eclesial de las beatificaciones y
canonizaciones para poder comprender mejor el significado y la importancia de los santos como
constructores de historia. Tal toma de conciencia nos obliga a señalar también la necesidad de tomar
en consideración otras figuras, que aunque no están en el calendario de los santos, pertenecen sin
duda a la historia fecunda y vivida de la santidad por lo que sería oportuno que la Iglesia
latinoamericana pensase en la promoción de los relativos procesos para su beatificación y
canonización. Las preguntas que nos ponemos nos llevan necesariamente a presentar una serie de
puntos de carácter histórico sobre las modalidades seguidas en la historia de las canonizaciones y
beatificaciones.
1.1. Los santos como riqueza del misterio escondido en Cristo
La Iglesia es el pleroma de Cristo en el tiempo y en el espacio. En ella Jesucristo continua
expresando la riqueza del Misterio que se encuentra escondido en El en el movimiento de todas las
fuerzas eclesiales a través del espacio y del tiempo5. En esta perspectiva entran los santos. Ellos,
como bien dice la mística carmelita Isabel de la Trinidad, son una prolongación de la humanidad en
la que Jesucristo continua haciendo resplandecer su rostro6. Se podría decir paradójicamente que
Dios tiene necesidad de cada uno de nosotros para mostrar las extraordinarias riquezas de la gracia
que el Padre derrama en nuestro favor por medio de su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. ¿Cómo
ha sentido la Iglesia la presencia de los santos en la historia? ¿cuáles son las notas que en su
tradición han constituido el punto focal de la llamada "santidad canonizada", lo que ha empujado a
la Iglesia a celebrar su memoria como presencia de gracia de Jesucristo en ella?.
1.2. El martirio como primera forma reconocida de santidad canonizada
- La primera y original forma de santidad canonizada ha sido el martirio7. En la antigua tradición
eclesiástica ha sido siempre señalado como la cumbre más sublime de la santidad posible a la
criatura, el vértice y la corona de toda la perfección y la expresión más grande del amor hacia Dios.
Por esto en la jerarquía de la santidad, después de los apóstoles, Orígenes, por ejemplo, coloca a los
mártires porque ellos "poseen en medida más grande el amor del conocimiento de Cristo" 8. En la
Exhortación al martirio, Orígenes ve en el mártir como a un apóstol9.
1.3. Otros aspectos reconocidos de la santidad canonizada
- A lo largo del primer milenio de la historia de la Iglesia se han subrayado progresivamente otros
aspectos: la santidad monástica, como segundo martirio, en los primeros tiempos del monacato
cristiano; la trascendencia durante la época merovingia, los santos como "lectura del Evangelio de
5
. Lumen Gentium, 3, 5, 7, 8.
. Lumen Gentium, 40.
7
. Lumen Gentium, 42.
8
. ORIGENES, Num h. 10, 2 (VII, 71, 15ss): II, 3 (82, 7ss); CJo 6, 55, 284).
9
. ORIGENES, EM 34 (30, 10-13).
6
Jesucristo" y modelos para imitar en la edad Media, la fecundidad eclesial de los santos
fundadores10.
2. El camino histórico de las Canonizaciones y Beatificaciones
2.1. Las dos etapas fundamentales en la historia de las canonizaciones
Podemos señalar claramente dos procesos históricos y dos etapas fundamentales en esta
historia que corresponden grosso modo a cada uno de los dos milenios de la historia de la Iglesia.
- Las canonizaciones de los santos durante el primer milenio de vida de la Iglesia han
seguido un lento proceso de determinación canónica antes de encontrar una legislación precisa. Una
"canonización" se fundaba esencialmente sobre dos elementos: la memoria que la comunidad
cristiana conservaba de la presencia en su seno del santo y los milagros como signo de aquella
presencia aún después de su muerte (dies natalis) y que constituyen la trama de las numerosas vitae
sanctorum que tenemos ya desde la antigüedad cristiana. El santo, como los carismas, era para los
demás, para la construcción de la Iglesia. Tocaba a la jerarquía local de la Iglesia (obispo y sínodos)
reconocer estos dos elementos a través sobre todo del reconocimiento de su culto con la ceremonia
de su elevación o de la traslación de sus reliquias.
- A partir del siglo X se va perfilando lentamente una concreta legislación canónica sobre el
asunto. Nos encontramos con las canonizaciones locales sin que en ellas intervenga directamente la
Sede Apostólica, sobre todo a través del método de la traslación de las reliquias (siglos XI-XII) por
parte de un obispo local, generalmente con el consentimiento de su metropolita y del sínodo
provincial. Tal gesto de canonizar generalmente es la consecuencia de un movimiento devocional
por parte del pueblo de Dios y de la vida escrita que testimonia tal santidad. A estas canonizaciones
formales hay que añadir otras muchas de hecho (culto local a numerosos siervos de Dios). Este
movimiento espontáneo de piedad cristiana tendrá consecuencias jurídicas hasta el siglo XVII
cuando la Sede Apostólica reglamente con mayor precisión esta especie de "anarquía" de
"canonizaciones" con las decisiones de Urbano VIII de 1625 y de 1634 11. Se encontró entonces un
procedimiento ‘a través del camino efectivo ya de culto existente’ que dio lugar a las llamadas
beatificaciones “equivalentes” (equipolentes). Con tal sistema se podían confirmar eventualmente
cultos locales precedentes a las decisiones de Urbano VIII. Poco a poco se establecerán los
instrumentos canónicos por parte de la Sede Apostólica para que los procesos de canonización
pudiesen ser llevados con eficacia sobre todo estableciendo una serie de comisiones investigativas
sobre la vida, los dichos y escritos, y los milagros del cristiano candidato a tal culto12.
2.2. Los dos polos del proceso canonización: Vida y milagros
- Vida y milagros: tales son los dos polos de la investigación testimonial constitutiva del
proceso canónico. Poco a poco el modo de proceder canónico se amplia y desde el siglo XIII la
10
. Esta dimensión de la fecundidad en la historia de la santidad canonizada aparece en la bula de canonización de Santo
Domingo de 1234 del papa Gregorio IX. Lo mismo en relación a Francisco de Asís. Hablando de la fecundidad eclesial
de Santo Domingo, BERNANOS en su Vida de Santo Domingo escribe que el Orden de los Predicadores es "la caridad
misma de Santo Domingo en el espacio y en el tiempo".
11
. "Jusqu'aux decisions d'Urban VIII de 1625 et de 1634, le culte prenait couramment naissance sans intervention de la
hiérarchie; il fallut che le pape décidât qu'une telle manière de fait accompli enelevait à une cause toute chance
d'aboutir pour que cette coutume séculaire s'estompât"(P. DELOOZ, Sociologie et Canonisations. Le seclection des
Saints. Faculté de Droit. Liege - Martinus Nijhoff, La Haye 1969, 26). El autor citado muestra, ibidem, nota 2, como
todavía en 1603 el arzobispo de Malinas autorizó tras una investigación el culto público de Boniface de Lausanne,
muerto y sepultado a La Cambre en 1265. Sin embargo pide que no sea tratado como si hubiese sido canonizado. Los
casos de santidad venerada a nivel local o por algunos grupos eclesiales eran numerosos; así entre 1209 y 1500 se
cuentan 965 franciscanos venerados como santos a nivel local; el culto de un gran número de ellos nunca fue
confirmado hasta hoy (cfr. DELOOZ, ibidem, 27).
12
. DELOOZ,ibidem, 27-40.
decisión del Pontífice depende del dictamen dado por un colegio de tres cardenales. Tal praxis
durará hasta 1588 cuando los procesos de canonización serán confiados a la Congregación de
Ritos13.
Aumenta el material recogido y se complican los procedimientos. Por ello a partir del siglo XIV
aparecen ya los sumarios de dicho material para poder usarlo convenientemente con todos los
inconvenientes de los sumarios a veces en detrimento de las fuentes originales 14. El iter es
complicado y largo. En él intervienen numerosas manos curiales especializadas, con multitud de
trabajos, estudios y revisiones antes de llegar a la comisión cardinalicia que oportunamente las
presentará al Papa, "une opération presque tout à fait bureaucratisée"15.
- La preparación de tales procesos será por lo tanto confiada a un grupo de profesionales,
que con la institución de la Congregación de Ritos por Sixto V el 22 de enero de 1587 reciben una
forma jurídica reconocida. La canonización se convierte así en una operación jurídica
excepcionalmente compleja, coronada con el solemnísimo acto litúrgico presidido por el Papa.
Ciertamente nunca se perdió de vista que una canonización “pertenece más al juicio divino que no
al humano” ("potius es divini judicii quam humani")16.
2.3. A partir de 1634: comienza una nueva etapa en la historia de la santidad canonizada
Las etapas del proceso por el que se pasa de la jurisdicción episcopal a la exclusivamente
papal encuentra en el siglo XVII su término. Urbano VIII con el breve Caelestis Hierusalem Cives
de 1634 codifica tal resultado. El objetivo de la canonización no ha cambiado: sancionar
canónicamente un culto público. Han variado las modalidades canónicas en el proceso de tal
reconocimiento. Este procedimiento jurídico se aparece externamente a un proceso civil con sus
abogados, expertos, fiscales y jueces. La complejidad de los procedimientos y de las situaciones
encontrará ahora también una doble forma de sanción canónica del culto, una de menor grado, la
beatificación, y otra de proclamación solemne que será la canonización17, aunque las restricciones
de algunos casos de culto las encontramos antes del siglo XVII18. El procedimiento jurídico
ordinario seguirá el examen de los casos de martirio o el del ejercicio heroico de las virtudes.
13
. BARONIUS, Annales Ecclesiastici, n. 58, nos habla de este uso ya bajo Nicolás IV (1288-1292). El Ordinarium,
atribuido al cardenal J. Gaetani y publicado por MABILLON, Museum Italicum. Paris 1689, Tomo II, pp. 418-424.
DELOOZ, Ibidem, 34, n. 3.
14
. El procedimiento canónico de los procesos en el siglo XVI lo conocemos a través de la obra de Ange Rocca De
Sanctorum Canonizatione Commentarius, de 1601.
15
. DELOOZ, Ibidem, 36.
16
. La frase es de Celestino III en la bula de canonización de san Ubando, en DELOOZ, Ibidem, p. 37, n. 1. "Attendentes
tamen huius rei divinum judicium potius quam humanum existere": Julio II al arzobispo de Cantorbery a propósito de
una posible canonización de Enrique VI de Inglaterra, en BARONIUS, Annales (para 1504, n. 33).
17
. Cfr. VERAJA Fabijan, La beatificazione. Storia. Problemi. Prospettive. S. Congregazione per le Cause dei Santi.
Roma 1983.
18
. DELOOZ, Ibidem, 38-39, recuerda algunos casos en tiempos de Clemente VI (1351), Sixto IV (1481), Julio II
(1512), Clemente VII (1527). La beatificación como etapa claramente preparatoria para la canonización fue establecida
a partir de la beatificación solemne de Francisco de Sales por Alejandro VII en 1662. En 1668 Clemente IX establecerá
que una vez realizado el proceso de beatificación no es ya necesario incoar otro nuevo proceso, salvo sobre los nuevos
milagros. En 1734 es publicada la obra del promotor de la fe, Prospero Lambertini (futuro Benedicto XIV), Opus de
Servorum Dei Beatificatione et Beatorum Canonizatione, la obra clásica que resume todo este largo proceso y que da
las líneas maestras en el camino de la santidad canonizada. Las normativas canónicas sobre los procesos de
beatificación y de canonización serán precisadas por el Código de 1917. En 1930 se constituye una sección histórica en
el seno de la Congregación de Ritos (AAS, 1930, pp. 87-88). El 22.X.1948 se constituye un colegio de expertos médicos
para el control de los milagros, que cambiará de nombre por el de "consulta médica" bajo Juan XXIII (10.VII.1959.
Con la constitución apostólica Sacra Rituum Congregatio (8.V.1969) Pablo VI suprime la Congregación de Ritos y
atribuye sus competencias a dos congregaciones nuevas, una para el culto divino y la otra para las causas de los santos.
El 19.III.1969 el procedimiento en materia de beatificaciones y canonizaciones fue simplificado por un motu proprio
del mismo Pablo VI: solamente es necesario un proceso de instrucción que reemplaza el proceso ordinario (llevado a
cabo bajo la autoridad de la autoridad local) y el proceso apostólico (llevado a cabo bajo la autoridad central). Juan
Pablo II con la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister (25.I.1983) determina el procedimiento canónico
Este largo excursus histórico es necesario para poder comprender los motivos por los que a
partir del siglo XVII no son introducidas muchas Causas, sobre todo provenientes del mundo
hispano-lusitano. Dadas las circunstancias y las situaciones de difícil comunicación ultramarina se
explica aún con mayor razón la escasez de Causas latinoamericanas19. El papel de la Corona en la
vida de la Iglesia hispano-lusitana, sobre todo en todo los asuntos concernientes los territorios
ultramarinos, explica también el desinterés práctico por introducir Causas de canonización. Más que
en la obtención de canonizaciones la Iglesia hispano-lusitana fijaba sus ojos sobre otros asuntos a
los que generalmente daba más importancia. Es oportuno recordar que en la Iglesia católica la
iniciativa en el culto de los santos no parte normalmente de la autoridad jerárquica. Como en el caso
de las fundaciones monásticas, de vida consagrada y de otros asuntos que conciernen la vida
carismática de la Iglesia, la Jerarquía interviene normalmente en su descernimiento y aprobación
cuando un grupo de fieles cristianos (“actores”), apoyados por la Autoridad de la Iglesia piden que
se estudie un caso, dada la fama de martirio o de santidad, y las gracias o milagros obtenidos por su
intercesión.
III. LOS SANTOS Y BEATOS DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA20
En el calendario de la Iglesia latinoamericana encontramos ya unos 200 beatos y santos
canonizados de diversa ascendencia racial (hay indios, mestizos, mulatos, criollos y
latinoamericanos que conjuntan totalmente estos orígenes antropológicos diversos) y eclesial
(obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares), una diversidad de vocaciones y de estados de
vida cristiana. A estos santos y beatos del área latinoamericana y del Caribe habría que añadir al
menos unos treinta santos y beatos del área francófona y anglófona. Estos santos han sido los
artífices principales de la historia eclesial latinoamericana y al mismo tiempo su fruto más notable,
como escriben los obispos latinoamericanos en Puebla: "Nuestro radical substrato católico con sus
vitales formas vigentes de religiosidad, fue establecido y dinamizado por una vasta legión
misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros Santos como Toribio
de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes non
enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que les rodeaban y a veces los
perseguían, el Evangelio, se su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América
latina como signo de grandeza espiritual y de verdad divina"21.
S. Juan Pablo II en su Carta a los Religiosos Latino Americanos completa el cuadro de los
que él llama "pléyade de santos y bienaventurados", entre los que recuerda "como ejemplo de vida
consagrada, a Pedro Claver, Francisco Solano, Luis Beltrán, Juan Macías, Rosa de Lima, Martín
de Porres, Felipe de Jesús, Mariana de Jesús Paredes, Miguel Febres, Roque González y
compañeros mártires, Pedro de San José Betancourt, Ezequiel Moreno, Ana de los Ángeles
Monteagudo, Teresa de los Andes, Miguel Pro. Estos y otros santos son la más preciada riqueza
del cristianismo en el Nuevo Mundo, modelo y estímulo para las futuras generaciones de religiosos
y religiosas que no pueden olvidar que están llamados a dar un testimonio personal y comunitario
de santidad en la Iglesia"22.
A los santos y beatos canonizados hay que añadir el hecho importante de que las Iglesias
particulares de América Latina tienen actualmente introducidas en la Congregación de las Causas
actual en las instrucción de los procesos (Cfr. in AAS, LXXXV, 4 (1983),349ss). El último documento pontificio que
determina las modalidades de los Procesos lleva por título Sanctorum Mater, emanado en 2007 bajo Benedicto XVI.
19
. desde 1634 hasta el Código de 1917 el procedimiento jurídico normal de las beatificaciones y canonizaciones puede
reducirse al llamado per viam non cultus
20
. CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index ac status Causarum. (Editio paeculiaris cura Petri
Galavotti IVº exeunte saeculo ipsius Congregationis). Citta' del Vaticano 1988. El Index nos presenta las Causas que
han llegado a la Congregación desde 1588 a 1988.
21
. Documentos de Puebla, n. 7.
22
. JUAN PABLO II, Carta Apostólica a los Religiosos y Religiosas de américa latina con motivo del V Centenario de
la Evangelización del Nuevo Mundo, (29 de junio de 1990), n. 10.
de los Santos en Roma numerosas Causas, casi dos centenares de Siervos y Siervas de Dios, de los
que casi un centenar son de “mártires”. Las Iglesias anglófonas y francófonas de América cuentan a
su vez con un número también importante de Causas introducidas23.
Ante el cuadro que ofrecen estas Causas introducidas por las iglesias particulares
latinoamericanas y llegadas ya a Roma hay que subrayar algunos hechos característicos.
a) Ante todo la casi totalidad de estas Causas pertenecen a la época contemporánea (siglos
XIX-XX).
b) Se puede aplicar también a América Latina lo que un historiador francés dice de Francia
analizando el fenómeno de las fundaciones religiosas tras la Revolución Francesa: "la revolución
femenina de la caridad". Abundan las Causas son de mujeres fundadoras, lo que constituye un dato
significativo en relación al período precedente. Estas mujeres son en su mayoría religiosas o
seglares que comienzan un fundación religiosa que responde a necesidades concretas y a las heridas
abiertas por la sociedad liberal.
c) Estos siervos y siervas de Dios están caracterizados por una piedad anti jansenista,
eucarística y centrada sobre el Misterio del Corazón de Jesús.
d) Existe en todas ellos y ellas una profunda preocupación catequética y misionera en los
ambientes sin sacerdotes de América Latina tras las persecuciones públicas o solapadas contra la
Iglesia y la política de descristianización del liberalismo en sus diversas formas.
e) Surge también aquí claramente una nueva forma de mujer consagrada, una "virgen de la
caridad" que quiere actuar la caridad de Cristo allí donde existe una llaga social. Son también
numerosas las fundaciones nuevas de congregaciones religiosas, sobre todo femeninas, de origen
estrictamente latinoamericano.
f) Llama la atención el número de Causas de obispos introducidas, casi todos pertenecientes
a nuestra época y a países donde la lucha anticlerical fue más feroz. Hay que tener en cuenta el
problema del nombramiento de obispos tras las independencias y el vacío que hubo en los
episcopados de muchos países debido a las tensiones Iglesia-Estado.
g) En las Causas a partir del siglo XIX aparecen ya una serie de Causas de seglares, tanto
hombres como mujeres, un dato generalmente desconocido en el periodo precedente.
h) Todos estos datos nos obligan a sugerir una revisión a fondo sobre una lectura de la
historia de la Iglesia en América Latina también en el siglo XIX y XX que se olvida de estos datos.
Por otra no hay que olvidar que casi dos siglos de una política liberal y con frecuencia anticristiana
ha dejado huellas y traumas dolorosos en estos países. No se puede dar un salto de dos siglos
olvidando este periodo para achacar los males presentes tanto en el campo social como en el eclesial
al periodo precedente.
IV. ALGUNAS VENTANAS ABIERTAS: LOS "SANTOS" NO CANONIZADOS
En un estudio sobre la santidad, tanto canonizada como aún no canonizada en las Américas,
hay que distinguir netamente dos épocas: la anterior a las independencias latinoamericanas y la que
sigue a las emancipaciones del siglo XIX hasta nuestros días. Los siglos XX y XX merecen un
capítulo aparte por tener también características diferentes y por tratarse de situaciones muy
diversas a las que vivió la Iglesia en la época precedente. Sin embargo hay factores que los
acomunan.
23
. CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index ac status Causarum. (Editio paeculiaris cura Petri
Galavotti IVº exeunte saeculo ipsius Congregationis). Citta' del Vaticano 1988. El Index nos presenta las Causas que
han llegado a la Congregación desde 1588 a 1988; Index ac Status Causarum, ibídem 1999. Desde el punto de vista
documental para cada uno de los Procesos cfr.: SACRA CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index
Processuum Beatificationis et Caninizationis qui in Archivio Secreto Vaticano et in archivio Sacrae Congregationis pro
Causis Sanctorum asservantur (1588-1982). Curavit p. Ivo Beaudoin, o.m.i. tabularius S. Cong. pro C.S. Romae 1982;
Index ac Status Causarum. I Supplementum 2000-2007, Città del Vaticano 2007. Los datos posteriores a 2007 todavía
no han sido publicados.
Junto con los santos que la Iglesia ha beatificado o canonizado se encuentra una multitud de
cristianos pertenecientes a los distintos estamentos de la vida eclesial, sobre todo religiosos y
religiosas que como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla han echado las bases de
la cultura latinoamericana24. San Juan Pablo II tanto en sus discursos en América Latina, sobre todo
en los de su peregrinación siguiendo "las rutas marcadas por los primeros evangelizadores", como
él confesaba en Santo Domingo25, ha constantemente señalado la fidelidad evangélica de los
primeros misioneros. Refiriéndose sobre todo a los que eran religiosos - pero las observaciones del
Santo Padre valen para todos los demás - señala su conciencia y su misión como "defensores de los
derechos de los nativos", "su caridad sin límites", y “su amor a los indígenas”26. Cita los
documentos de los obispos reunidos en Puebla y recuerda algunos de estos protagonistas de la
primera hora a los que define con Puebla "intrépidos luchadores por la justicia, evangelizadores de
la paz como Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Juan de Zumárraga, Vasco de
Quiroga, Juan del Valle, Julián Garcés, José de Anchieta, Manuel Nóbrega y tantos otros que
defendieron a los indios ante los conquistadores y encomenderos, incluso hasta la muerte como el
obispo Antonio Valdivielso, demuestran, con la evidencia de los hechos, cómo la Iglesia promueve
la dignidad y libertad del hombre latinoamericano. esta realidad ha sido reconocida por el Papa
Juan Pablo II, al pisar por primera vez las tierras del Nuevo Mundo cuando se refirió a "Aquellos
religiosos que vinieron a anunciar a Cristo Salvador, a defender la dignidad de los indígenas, a
proclamar sus derechos inviolables, a favorecer su promoción integral, a enseñar la hermandad
como hombres y como hijos del mismo Señor y Padre Dios"27.
Estos misioneros fueron "testimonio vivo y anunciador de Cristo Jesús"..."Fueron también
"servidores del hombre que han encontrado en las nuevas tierras...". Han llevado adelante su
misión con libertad y valentía, "predicando en toda su integridad la palabra de Dios". No han
escondido "las consecuencias prácticas que se derivaban de la dignidad de todo hombre...". Se les
debe a ellos "la doctrina sobrenatural" y "todo lo que es necesario para vida humana". Estos
juicios de Juan Pablo II y de los obispos latinoamericanos aparecidos en las diversas intervenciones
ya citadas son ya de por sí elocuentes para hacernos comprender que la lista de los canonizados
debería ser mucho más crecida.
Entre los religiosos hermanos (legos) existen numerosos casos de potencial canonización. El
trabajo de los hermanos legos frecuentemente ha superado incluso al de los sacerdotes. Esto se ve
sobre todo en el caso de los franciscanos. No fueron el p. Boyl y los primeros misioneros
franciscanos sacerdotes los que mejor se adaptaron al ambiente y entendieron a los indios. en este
trabajo se distinguieron algunos santos hermanos legos. Basta recordar a los primeros franciscanos
de las Antillas: Juan Deledeule y Juan Tisin, el hermano jerónimo Juan Román Pané, que escribió la
primera relación sobre las costumbres de los amerindios, y el seglar Cristóbal Rodríguez, marinero
de Palos de Moguer "los cuales después de sólo cinco años de vivir como indios, dominaron sus
lenguas, predicaron con su vida austera y su austera palabra fue creída sinceramente obteniendo
24
. Documentos de Puebla, n. 7.
. JUAN PABLO II, Discurso en el Aeropuerto de Santo Domingo el 11 de octubre de 1984, en Insegnamenti di
Giovanni Paolo II, VII/2, 874.
26
. JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de América Latina..., nn.5, 6, 7.
27
. JUAN PABLO II, Discurso a su llegada a Santo Domingo, AAS LXXI, p. 154, 25 Enero, 1979; Documentos de
Puebla, n. 8; Juan Pablo II en su Discurso a los Religiosos y Religiosas de América Latina..., n. 5, añade el nombre de
Toribio de Benavente "Motolinia". Puebla pone una nota significativa: "El problema de los esclavos africanos no
mereció lamentablemente la suficiente atención evangelizadora y liberadora de la Iglesia"; GIOVANNI PAOLO II,
Discurso a su llegada a Santo Domingo (25 Enero, 1979), AAS. LXXI, p. 154. Sobre el problema de la defensa de los
esclavos africanos y de su evangelización: cfr. GIOVANNI PAOLO II, Quince años de evangelización. Discurso
Campo de Chambacú, Cartagena, Colombia, 6.7.1986 , donde S. Juan Pablo II recuerda las figuras y las obras de dos
grandes misioneros jesuitas: Alonso de Sandoval y su obra "De instauranda Aethiopum Salute", y San Pedro Claver,
"esclavo de los negros para siempre", según consta en la fórmula de su profesión religiosa". Documentos de Puebla, n.
8 JUAN PABLO II, Discurso a su llegada a Santo Domingo, AAS. LXXI, p. 154, 25 Enero, 1979). Desgraciadamente
los evangelizadores de los primeros momentos no atendieron con suficiente fuerza y compromiso el problema de los
esclavos africanos.
25
la conversión de Juan Meo Guativaca con sua familia, el cual morirá proclamando ante sus
asesinos: "yo soy siervo de Dios"28. Otras figuras notables de hermanos misioneros los encontramos
en los comienzos de la evangelización de México como el santo hermano Pedro de Gante, gran
catequista de los indios.
Otro capítulo que habría que estudiar todavía a fondo es el del papel de la mujer en el campo
de la evangelización como en las experiencias de la vida contemplativa en las Américas. Según la
praxis del tiempo encontramos enseguida conventos de monjas contemplativas de las segundas
órdenes mendicantes según el ejemplo de la península ibérica, diseminados en las ciudades que
surgen a lo largo de la geografía latinoamericana. Una novedad en la vida religiosa activa y
educadora la constituye la Compañía de María, fundación de origen francés que representa un
nuevo estilo de vida religiosa consagrada en el mundo femenino. Hay que recordar que se deberá
sobre todo a las mujeres (abuelas y madres) y a los abuelos. En los tiempos azarosos del siglo de
las Independencias la fe se transmite y conserva sobre todo gracias a las mujeres y a los abuelos, ya
que los jóvenes y los hombres se encontraban con frecuencia lejos de sus hogares o en las armas o
en los campos de trabajo.
La santidad de cada día no se encuentra reservada a religiosos y sacerdotes. Encontramos
ejemplos heroicos de virtud en testimonios de seglares, auténticos evangelizadores. Ya los Reyes
Católicos (Isabel y Fernando) vincularon desde el primer momento la presencia hispana a las tareas
evangelizadoras, dando mucha importancia al papel de los seglares. "No concibieron un
cristianismo indígena aislado, como producto de la predicación solitaria del sacerdote. La
evangelización había de ser consecuencia de la conversación con quienes profesaban
vivencialmente la fe en Jesucristo" (L. Tormo). A los clérigos se les asigna la responsabilidad de la
cristianización sobre todo en la dimensión de su conservación y continuación por medio de los
sacramentos, el culto y la predicación. La evangelización directa es un deber de todos, aunque
corresponda a los religiosos misioneros un papel preponderante. Así en las Instrucciones de los
Reyes Católicos a Colón del 29-V-1493 es Colón quien tiene el encargo de propagar la fe por medio
de los frailes misioneros (fray Bernal Boil y sus franciscanos); no al contrario. A los seglares indios,
recién bautizados, se les encarga el importantísimo papel de apóstoles de sus hermanos. En este
capítulo habría que hacer una referencia explícita a los numerosos indios por raza, católicos por fe y
santos por vocación divina como los Beatos Niños Mártires de Tlaxcala (+1527 y 1529) o San Juan
Diego Cuahtlatoatzin (1474-1549), el vidente de Guadalupe y prototipo del auténtico indio
convertido en apóstol de sus hermanos y a los numerosos catequistas de Don Vasco de Quiroga en
sus Pueblos Hospitales, a los catequistas de los jesuitas en la Reducciones, por citar sólo algunos
ejemplos más conocidos.
V. LOS SANTOS, CONSTRUCTORES DE HISTORIA EN AMÉRICA LATINA
1. Los santos, constructores de historia en América Latina, indican a la Iglesia una conciencia
de pertenencia eclesial y un método pera la nueva evangelización
- Los obispos latinoamericanos han escrito en los Documentos de Puebla que "la Iglesia
debería convertirse en el lugar donde (los cristianos) aprenden a vivir la fe experimentándola y
descubriéndola encarnada en otros.. De modo más urgente debería ser donde se eduquen hombres
capaces de hacer historia, para impulsar eficazmente con Cristo la historia de nuestros pueblos
hacia el Reino"29.
- Han sido los santos los primeros protagonistas y los fundamentales constructores de la
historia viva en América latina. Como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla:
"Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido
y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la
28
. TORMOS L., in DHE, 2079. Cfr. nota 1; MENDIETA, Historia, XXXV; GUARDA Gabriel, Los laicos en la
cristianización de América, siglos XV-XIX. Santiago 1973.
29
. Documentos de Puebla, n. 274.
labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro
Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando las debilidades y cobardías de
los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de gracia y
amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina"30.
Estos santos son las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano al que ayudan dándole un
sentido profundo de pertenencia eclesial católica31.
- Estos santos y beatos han hecho el cristianismo en América Latina32. Han sido también
constructores fundamentales de la identidad latinoamericana y el fruto más eminente
latinoamericana y el fruto más eminente y preciso de la evangelización. Junto a ellos se encuentra
una multitud numerosa de misioneros y misioneras pertenecientes a todos los estamentos de la vida
eclesial que han jugado un papel fundamental en este mismo proceso33.
- Por ello el comentario más realista a los más de 500 años de presencia católica en América
Latina nos lo da la memoria de sus misioneros y de sus santos. Ellos nos recuerdan el sentido y el
método de la Misión. Por ello son la clave de lectura de la historia de la Iglesia en el Continente.
2. La memoria litúrgica sugerida por hechos, nombres y personas
Existe también otro hecho elocuente. Si los nombres son consecuencia de las cosas
acontecidas ("consecuentia rerum") los mismos nombres de la mayor parte de las ciudades de
América Latina expresan el hecho vivo de la memoria cristiana. Aquellos nombres de ciudades en
honor de los santos son memoria litúrgica de la fe de aquellas personas y no fruto de una nostalgia
de la tierra dejada a las espaldas en España o Portugal y que ahora intentan recrear. En la fundación
de las ciudades latinoamericanas encontramos frecuentemente el hecho de una compañía eclesial
que se convierte en misión. Son frecuentemente los frailes misioneros los que trazan las
fundaciones, e incluso a veces son fruto de un convento, de un monasterio o de una misión. La
misma construcción de las nuevas ciudades tiene algo de litúrgico, o de dedicación litúrgica, por
ello casi siempre están dedicadas a recordar los misterios de Jesucristo, de la Virgen o de los santos.
Esta dedicación-consagración se ve en el rito de fundación, en su trazado arquitectónico bajo la
sombra de la cruz y con la iglesia al centro de la vida ciudadana. Entre los arquitectos y fundadores
de muchas ciudades se encuentran con frecuencia misioneros y religiosos. Estos santos,
canonizados o no, han sido testimonio vivo de Jesucristo y servidores del hombre en aquellas
tierras, las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano desde siempre34. En una palabra, la fe
cristiana constitutiva de la identidad latinoamericana se manifiesta claramente a través de la
experiencia de los santos.
30
. Documentos de Puebla, n. 7.
. "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es
un catolicismo popular"(Documentos de Puebla, n. 444. "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe
de la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyéndose en la
matriz cultural del continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Documentos de Puebla, n. 445; cfr. nn., 7; 454;
457).
32
. "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es
un catolicismo popular"(Puebla, n. 444). "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha
sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyéndose en la matriz cultural del
continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Puebla, n. 445; cfr. anche: nn., 7; 454; 457).
33
. "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido y dinamizado por
una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros santos, como Toribio de
Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando
las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de
gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina".
34
. Cfr. JUAN PABLO II, "Fidelidad...", En Insegmanenti..., VII/2, 885-897.
31
V. EL ROSTRO DE LOS SANTOS LATINOAMERICANOS
Los santos no pasan en la historia de la Iglesia como meteoros, sin dejar huella alguna. No
sólo testimonian ante la Iglesia, sino que la trasforman, la ponen en movimiento: muestran la
eficacia reformadora de la santidad vivida y son constructores de Historia de la Iglesia 35. Además la
santidad canonizada es siempre reconocida por la Iglesia como providencial en la vida de la Iglesia
y de la sociedad secular. Los santos son los grandes dones de Dios a su Iglesia y a través de ésta a la
Humanidad36. Las bulas de canonización subrayan que las personas de las que consagran la santidad
han llegado "al tiempo oportuno" para responder a las necesidades más profundas de la Iglesia y del
mundo en el variar de las épocas37. Este es el caso claro de los santos pertenecientes tanto a la etapa
de la primera evangelización como de los que pertenecen a la etapa de las pos independencias.
1. "Bálsamo reconciliador"
"Si miramos los siglos que mediaron desde la caída del Imperio de Occidente hasta la
reforma cluniacense (siglos V al XI)...con todos los muertos y todas las injusticias que tuvo ese
largo periodo de historia en el que la cultura romana se "encontró" con las culturas bárbaras,
produciendo la maravilla de la Europa medieval, no podemos menos de hacer dos reflexiones: por
una parte, el que no se nos puede juzgar como lo ha pretendido la "leyenda negra", y por otra, que
en todo el proceso de mezcla y de inculturación tanto en Europa como en América estuvo presente
el bálsamo reconciliador de la Iglesia"38. En los orígenes de la Europa cristiana encontramos las
figuras de los monjes benedictinos, de los iro-escoceses, y de los discípulos de los santos hermanos
de Tesalónica entre los eslavos como misioneros y testigos del acontecimiento cristiano. En
América Latina vemos a los franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas, mercedarios, carmelitas
descalzos, capuchinos y a tantos otros. En la Edad Media la Iglesia promovió aquellos lugares
humanos de libertad que fueron los monasterios. Creó un arte, y unos lugares de saber (las escuelas
y las universidades). En América Latina hizo lo mismo con las misiones y las reducciones, las
universidades, la imprenta, los hospitales y otras numerosas obras de caridad. Creó el arte barroco
colonial y mestizo, fomentó y enriqueció una cultura y una lengua. Como ha escrito el historiador
mexicano José de Vasconcelos debemos intensificar la valoración del variado mestizaje, no como
un simple fenómeno biológico, sino como un mestizaje cultural, inmensamente rico en
posibilidades y en expresiones. Pues bien en el fondo de este sustrato cultural encontramos que hay
algo que le da profunda unidad. Es el "sustrato católico", del que hablan los Obispos
Latinoamericanos en los Documentos de Puebla. La Virgen de Guadalupe es un temprano signo de
la finura y de la fuerza del mestizaje cultural creado por el catolicismo, como reafirman en
numerosos documentos los obispos latinoamericanos, por ejemplo en Puebla, y los Papas de
nuestros tiempos. Como nos recuerdan los obispos en Puebla: "nuestro radical sustrato católico con
sus formas vigentes de religiosidad ha sido establecido y dinamizado por una vasta legión
misionera de obispos, religiosos y laicos"39.
35
. Cfr. Documentos de Puebla, nn. 7, 8, 9.
. H. U. von BALTHASAR, Sorelle nelle Spirito. Teresa de Lisieux e Elisabetta di Dgione. Trad. ital. Jaca Book 1974,
1-32.
37
. Los santos son dones de gracia, milagros-signos de la potencia salvífica de Cristo. Cada Bula de canonización
muestra con precisión estos aspectos concretos especificando en cada caso las características, los motivos de tal
fecundidad y los rasgos del rostro de Cristo en cada caso y la llegada oportuna y providencial del santo como
constructor de historia salvífica.
38
. Card. Oscar RODRGIGUEZ MADARIAGA, en R. BALLÁN, Misioneros de la primera hora. Grandes
evangelizadores del Nuevo Mundo, Ed. Mundo Negro, Madrid 1990.
39
. "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido y dinamizado por
una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros santos, como Toribio de
Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando
las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de
gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina" (Puebla n. 7).
36
Los santos de la Iglesia latinoamericana han sido "un bálsamo reconciliador" durante la
etapa de la primera evangelización y del encuentro entre las distintas culturas, y han vuelto a ser "un
bálsamo reconciliador y curativo" ante las numerosas llagas sociales abiertas por las terribles
situaciones de desajuste social causadas por el liberalismo y por el abandono de la cultura católica
por parte del Nuevo Poder. Más de un centenar de las Causas de canonización de Siervos de Dios
del siglo XIX hasta el presente son una respuesta de la caridad cristiana a los desajustes y a las
llagas sociales de su tiempo. Otra prueba fundamental de cuanto afirmamos está en el hecho de que
los santos son las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano tanto en sus necesidades como en
la misión de darle un sentido profundo de pertenencia eclesial40.
2. Expresión del Movimiento misionero de la Iglesia en proceso de renovación
Los santos son siempre expresión y punto de partida al mismo tiempo de una espiritualidad,
pero si toda espiritualidad es la expresión de una experiencia de vida cristiana mostrada a través de
los santos y al mismo tiempo constituye una ayuda fecunda para la vida cristiana, estos santos de la
Iglesia latinoamericana como indica San Juan Pablo II en su carta a los religiosos latinoamericanos
del 29 de junio de 1990 con motivo del V centenario son una clara fuente de espiritualidad en la
vida de la Iglesia y constituyen los puntos salientes de la historia de la misma en este continente.
Tanto los santos de la etapa virreinal como los de la etapa contemporánea son fruto de un
movimiento eclesial - y si se quiere de un sujeto católico vivo existente. Es significativo el hecho de
que la santidad canonizada en la primera etapa así como las Causas introducidas pertenecientes a la
segunda etapa de la historia latinoamericana se concentra alrededor de algunos centros geográficoeclesiales como México, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Brasil, con estadísticas menores, pero
presentes en todos los demás países.
3. Radicalidad evangélica
Una buena parte de los santos y beatos de la Iglesia latinoamericana son religiosos. Ya en el envío
de misioneros al Nuevo Mundo las autoridades competentes tuvieron a bien subrayar el hecho de
que debían de ser religiosos pertenecientes a Ordenes reformadas con un fuerte sentido de la vuelta
al carisma fundante primitivo41: lo que en nuestro tiempo el Vaticano II ha llamado “la vuelta al
carisma original” ("primitiva instituti inspiratio)42. Por ello solamente se permitirá el paso a las
Américas a religiosos de "vida ordenada y santa", generalmente escogidos entre las órdenes
mendicantes y los jesuitas.
Pero también los santos y beatos y en las Causas introducidas de la segunda etapa son en casi su
totalidad religiosos o religiosas. Abundan las fundadoras y los fundadores.
40
. "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es
un catolicismo popular"(Puebla, n. 444). "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha
sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyendose en la matriz cultural del
continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Puebla, n. 445; cfr. anche: nn., 7; 454; 457).
41
. La bulla "Omnimoda" prescribía el envio de misioneros que perteneciesen a las Ordenes mendicantes reformadas
("praesertim Ordinis Minorum observantiae" como los franciscanos reformados), que en España crecían gracias
también a la reforma del cardenal de Toledo y confesor de la Reina Isabel, Francisco Ximénez de Císneros. Bulla de
Adriano VI Omnimoda, en METZLER J., I, 166-169; Alias felicis de León X, in MEZTLER J., I, 160-163. Cfr.
RICARD R., o.c., 84-85, n. 37; Mejico in DHE, III, 1456.
42
. El amplio movimiento de renovación de la vida religiosa, que había decaído en muchas órdenes, tuvo una
repercusión notable en la España de los XV y XVI. El método de tal renovación, apoyado por los Papas y por los reyes
Católicos tuvo como orientación un principio que desde siempre se ha propuesto en la renovación de la vida religiosa.
La vuelta al carisma original, como indica el Vaticano II en el Decreto Perfectae Caritatis, 2.
4. Disponibilidad al martirio
Otro punto común a la historia de la santidad que podríamos llamar misionera de la primera
etapa es la total disponibilidad a consumar la propia vida en favor de la misión y de la gente más
necesitada incluso hasta el martirio43. En relación a este punto queremos hacer las siguientes
observaciones:
1ª) Su misma vida constituía ya una predicación silenciosa, como nos testimonia el
franciscano Jerónimo Mendieta (1596) escribiendo en relación al trabajo de los misioneros en
México44. Es la vida de muchos de estos santos canonizados o no la que testimonia la existencia en
ellos de aquella disposición al martirio. El misionero que de España o Portugal iba a las Indias sabía
que iba para no volver a su patria, y el misionero nacido en las Américas sabía que también él
exponía a diario su vida en su ministerio apostólico. Una tal elección libre podía estar sólo animada
por un espíritu de mística misionera.
2ª) En relación a los casos concretos de martirio hoy como hoy los historiadores
eclesiásticos no han estudiado suficientemente el número y la cualidad de la mayor parte de las
muertes violentas que han sufrido muchos misioneros y fieles desde la California hasta la Tierra del
Fuego a manos de no cristianos y "propter odium fidei". Solamente un exiguo número han obtenido
la declaración auténtica de martirio por parte de la Iglesia como los jesuitas rioplatenses, Roque
González de Santa Cruz, sacerdote diocesano criollo natural de Asunción (Paraguay), que entró en
la Compañía de Jesús y fundó con el p. Lorenzana la primera reducción del Paraná en 1610; Juan
del Castillo, natural de Belmonte (Cuenca-España) y Alonso Rodríguez (natural de ZamoraEspaña). El primero y el tercero sufrieron el martirio en la misión de Todos los Santos del Caaró el
15 de noviembre de 1628 y el segundo en la reducción de la Asunción de Yjuhi, dos días después;
los tres fueron asesinados por instigación del cacique Ñezú, al que reprochaban su poligamia.
3ª) La mayor parte de las reducciones indias se asentaron definitivamente después que los
misioneros hubieron dado su vida como testimonio de la fe cristiana. El hecho es constatable tanto
en las misiones de la Nueva España y California como en las de la América meridional.
4ª) Las causas aparentes del martirio fueron muy diversas; tampoco estuvieron ausentes las
incomprensiones, pero la causa formal del martirio, come señala Juan Pablo II II en su carta a los
religiosos y Religiosas latinoamericanos fue "su amor heroico a Cristo que les llevó a donarse sin
límites al servicio de sus hermanos indígenas"45. Mueren víctimas de su caridad curando apestados
o en el intento de abrir el camino del Evangelio desafiando la hostilidad de las tribus indias, las
adversidades y el rigor de la naturaleza salvaje.
Recordando solamente el caso de los jesuitas fundadores de las reducciones del Paraguay,
además de los tres mártires ya citados la lista de las víctimas de aquella empresa misionera es bien
larga: Cristóbal de Mendoza es asesinado en El Tape el 26 abril de 1635; Gaspar Osorio y Antonio
Ripario son asesinados por los chiriguanos el 1 de abril de 1639; Diego de Alfaro muere a ma
nos de los mamelucos, mientras defiende a los guaraníes, el 19 de enero de 1639; Alfonso
Arias y Cristóbal Arenas mueren a manos de los mamelucos; Pedro Romero y Mateo Fernández a
manos de los chiriguanos el 22 de marzo de 1645; el p. Espinosa es asesinado por los guapalaches;
Lucas Caballero por los pinzocasas el 18 de octubre de 1711; Bartolomé Blende y José de Arce por
los payaguás en 1715; Juan Antonio Salinas y Pedro Ortíz de Zárate por los mocobíes y los tobas;
Nicolás Mascardi por los payas; Alberto Romero por zamucos en 1718; Julián Lizardo por los
chiriguanos; Agustín Castañares por los mataguayos en 1744; Santiago Herrero por los abipones;
Francisco Ugalde por los mataguayos; Antonio Guasp por los mbayá en 1764; Martín Javier
43
. Cfr. JUAN PABLO II, "Fidelidad....", in Insegnamenti..., VII/2, 886ss; A los religiosos..., nn. 6, 10; Documentos de
Puebla, nn. 6,7.
44
. MENDIETA, Historia eclesiástica indiana. Un capítulo provincial de los dominicos celebrado en Coban
(Guatemana) en 1572 llegó a considerar incluso como pecado grave el que un misionero tras aprender las lenguas
indígenas volviese a España, ya que ello era como un traicionar su propia vocación.
45
. JUAN PABLO II, A los Religiosos..., n. 6.
Urtasum y Baltasar Seña mueren de hambre entre los guaraníes; Juan Neumann muere extenuado
tras una travesía extenuante; Enrique Adamo muere víctima de un contagio adquirido asistiendo a
los enfermos durante un viaje hacia Chiquitos; Lucas Rodríguez muerto víctima de las inclemencias
del tiempo mientras buscaba a los itatines y lo mismo le sucede a Félix de Villagarcía; Romano
Harto muere debido a las heridas que le habían infligido los mataguayos; mientras que José Klein
por las heridas que le causó un abipón al que había reprochado sus continuos robos. El martirologio
tanto del "martirio rojo" (de sangre) como del "martirio blanco" (de sufrimientos físicos y morales)
sería interminable.
5ª) Los religiosos misioneros, no obstante los continuos peligros, continuaban su labor
misionera. En el antiguo convento franciscano de Cuernavaca (México), hoy catedral de aquella
ciudad, a lo largo de sus paredes inmensas se pueden contemplar unos murales gigantes que cuentan
la historia de los franciscanos, muchos de ellos salidos de aquel convento hacia las misiones de
Japón donde fueron martirizados. Entre aquellos franciscanos se encuentra el primer mexicano
mártir canonizado, fray Felipe de Jesús Las Casas. Tales murales son contemporáneos de los hechos
que narran. Eran para los frailes misioneros que se formaban en aquel convento memoria constante
de esta dimensión integrante de la vocación misionera y religiosa: el martirio.
6ª) No hay que olvidar que la evangelización del Extremo Oriente partió desde la Nueva
España. Durante la terrible persecución de Japón (primera mitad del siglo XVII) donde los
misioneros caían uno tras otro, los misioneros tanto mendicantes como jesuitas continuaban
enviando cartas a sus hermanos de religión pidiendo misioneros que tomasen el lugar de los
mártires; y sus comunidades continuaban pidiendo voluntarios para tal empresa ocupando el lugar
de los mártires. Un ejemplo lo tenemos durante el Gran Martirio de Nagasaki (septiembre de 1622)
donde fueron quemados vivos 23 cristianos, entre ellos algunos religiosos, y decapitados otros 29.
Aquellos hechos inflamaron el corazón de muchos misioneros en las Filipinas, en España y en
México de, animados por el deseo de derramar la propia sangre por Jesucristo.
Estos hechos empujaron por ejemplo a los agustinos recoletos. Estos hechos de martirio
empujaron a aquellos frailes recoletos a pedir la gracia de poder abrir una misión en aquellas tierras
de persecución. El p. Rodrigo de San Miguel, vicario provincial de los recoletos e antiguo
comisario para la animación misionera en la Corte de Madrid, apenas supo que habían llegado a
México 24 frailes en 1621, decidió enviar algunos a Japón. Escribía así: "En este tiempo (16211622) la persecución del Japón andaba cruelísima y determiné enviar a Japón algunos religiosos,
cuando me llegó la noticia que en la imperial ciudad de México habían llegado muchos que
enviaba la majestad católica de nuestro zetante rey y que llegaban a cargo del comisario Fray
Andrés del Espíritu Santo"46.
Incluso ante los peligros y dificultades de todo orden y la severa prohibición de las
autoridades españolas desembarcarse para Japón, los religiosos de las diversas Ordenes continuaron
enviando refuerzos. En 1627 los franciscanos y los agustinos recoletos construyeron con gran
sacrificio una nave a su cargo y riesgo para poder enviar a Japón los misioneros. Esta nave fue
equipada con buenos marineros bajo el mando de un hermano lego franciscano que morirá también
el mártir más tarde47.
Otro ejemplo entre muchos de este espíritu lo encontramos en el siguiente caso de otro
misionero agustino recoleto. En 1628 tras una de las persecuciones más sangrientas en Japón, los
agustinos recoletos recibieron con tal emoción la noticia que veinte religiosos se ofrecieron
inmediatamente en las Filipinas para ir como voluntarios a ocupar los lugares dejados vacantes por
los mártires. Los superiores escogieron a seis de ellos, algunos hoy venerados ya como santos
46
. Conversión de Filipinas y Japón de los agustinos descalzos por el padre Fr. Rodrigo Moriz de la misma orden..., in
BPSN, VII (1916), 349, 409, 448, 507, 549, 551. Il brano citato si trova alla p. 451 (cfr. in CONGREGATIO PRO
CAUSIS SANCTORUM, Malinensis et Macaonensis Beatificationis Martini a S. Nicolao et Melchioris a S.
Augustino...Positio super martyrio. I. Romae 1986, 74).
47
.IANUARIUS FERNANDEZ,O.A.R., Bullarium Ordinis Recollectorum S. Augustini, voll. I-IV, Roma-Salamanca
1954-1973, in II, 691; cfr.Positio..Martini...Melchioris, 77-78.
mártires. Pero uno de ellos no pudo ir porque cayó enfermo. Escribió desconsolado a otro religioso:
"Yo por mis pecados no he podido marchar y he quedado aquí..."48. Este espíritu dominaba a
muchos religiosos misioneros del Nuevo Mundo (las Filipinas a efectos jurídicos eran consideradas
como parte de aquellas regiones). Se trataba de un ardor misionero que no se paraba ni ante la
muerte. Tal ardor lo encontramos de manera clara en todos los santos latinoamericanos aunque no
hayan alcanzado la palma del martirio. En relación a las Causas que han sido introducidas a partir
del siglo XIX hasta hoy las Causas de mártires supere el centenar es ya significativo.
5. Amor por los más pobres y abandonados de la tierra
Una característica tanto de la santidad canonizada como de las grandes figuras misioneras en
la historia de la evangelización de América Latina es su amor apasionado por los más marginados
de la tierra, los indios, los negros y los pobres. Desde Santo Toribio de Mogrovejo pasando por
Francisco Solano, Luis Beltrán, el enfermero de los pobres, San Martín de Porres hasta San Pedro
Claver que se firmaba "esclavo de los esclavos negros" todos los santos de la Iglesia
latinoamericana muestran como en ellos la caridad se convierte en obra. Imagen viva de Jesucristo
tenían la conciencia de pertenecer a los indios, a los negros y a los más abandonados de la tierra.
Humanamente todo en la vida de estos santos como en el caso de los contemplativos como Martín
de Porres, Juan Macías o Rosa de Lima, como en los misioneros como Toribio de Mogrovejo,
Francisco Solano, Pedro Claver o los jesuitas mártires en las Reducciones se demuestra arduo. En el
caso de los misioneros, (a esta categoría pertenece la mayor parte de los santos y beatos de América
Latina), las dificultades de los viajes, la adaptación al clima y al medio geográfico, el impacto
socio-cultural con el mundo indígena, la falta de medios de subsistencia y de instrumentos para
conocer la realidad del mundo nativo que para la mayor parte era nuevo exigían de ellos una
auténtica pasión por su vocación misionera. Por ello solamente el amor radical a Jesucristo y por
aquellas personas concretas podía sostenerles en su vocación.
Lo recuerda Juan Pablo II escribiendo a los religiosos y religiosas latinoamericanos: "El
mayor testimonio de los primeros misioneros fue su amor a Cristo, que los llevó a entregarse sin
límites al servicio de sus hermanos indígenas. ¿Qué otra cosa podían ir buscando al dejar sus
familias y su patria y al emprender un viaje que de ordinario era sin retorno? La fe los impulsaba a
lanzarse a la gran aventura; una fe semejante a la de Abraham, que respondió a la llamada del
Señor, saliendo de su tierra y de sus gentes (cfr. Gen 12, 1-4). En la entrega de estos religiosos a la
predicación e implantación del reino de Cristo se refleja, como en un libro viviente, el eco de la
confesión del Apóstol: "Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los que
pueda...Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para
salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio, para ser partícipe del mismo"
(1 Cor 9, 19.22-23)"49.
En el caso de los santos misioneros de la primera hora existía un foso cultural aparentemente
insuperable. "Muchos tuvieron que actuar en circunstancias difíciles y, en la práctica, inventar
nuevos métodos de evangelización, proyectados hacia pueblos y gentes de culturas diversas". Con
frecuencia les faltaba el primero y más elemental instrumento de comunicación: el de las lenguas.
De aquí se entiende la insistencia de un Santo Toribio de Mogrovejo en que los sacerdotes y
misionero aprendan las lenguas y toda su acción pastoral en la preparación de catecismos y
"manuales para la confesión" en lengua indígena. esta misma preocupación la vemos desde México
hasta las Reducciones del Paraguay.
Solamente la real experiencia cristiana que tenían les ayudaba a superar aquel foso de
incomunicación. Esta experiencia cristiana generaba en ellos un modo diverso de mirar a la
humanidad de aquellas personas. Aquella mirada se convertía en una mirada de afecto fraterno
48
. Positio... Martini...Melchioris, I. Romae 1986, cap. III, 77-78, n. 73.
49
. JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de A.L., 6.
hacia aquellas personas creadas a imagen de Dios, redimidas por la sangre de Jesucristo y por lo
tanto sujetos de derechos inalienables. Algunos han defendido a los más débiles con su palabra y
con sus intervenciones ante las autoridades, como Santo Toribio de Mogrovejo, defensor de los
indios; otros lo han hecho con una vida que es todo un gesto, como Pedro Claver o Martín de
Porres. Pero la raíz de sus actuaciones era la misma. Lo confesaba uno de los "santos" no
canonizados, Fray Toribio de Benavente "Motolinía", uno de los "doce apóstoles de México". Nada
ni nadie podía parar a estos apóstoles que recorrían valles y cañadas, atravesaban desiertos o selvas
"para administrar los sacramentos y predicarles (a los indios) la palabra y Evangelio de
Jesucristo, porque viendo la fe y necesidad con que lo demandaban, ¿a qué trabajo no se pondrán
por dios y por las ánimas que El creó a su imagen y semejanza, (y) redimió con su preciosa sangre,
por los cuales El mismo dice haber pasado días de dolor y de mucho trabajo?"50.
Estos misioneros del Evangelio ante la realidad de los indios tan distintos, a sus prácticas
idolátricas, a la realidad de los sacrificios humanos, al escándalo del comportamiento cruel de
muchos colonos, han entendido que el primer anuncio creíble era el de la vida misma y el de la
solidaridad. Este método misionero elemental y fundamental al mismo tiempo lo recuerda Juan
Pablo II escribiendo a los religiosos y religiosas latinoamericanos: "Algunos pioneros de la
evangelización quisieron vivir desde el primer momento entre los indígenas, para aprender sus
lengua y adaptarse a sus costumbres. Otros promovieron la formación de catequistas y
colaboradores que les hacían de intérpretes, mientras por su parte trataban de entender su
lenguaje, conocer su historia y su cultura, como atestiguan los primeros historiadores de la
evangelización, entre ellos Bernardino de Sahagún. En esta convivencia con los indígenas muchos
misioneros se hicieron labradores, carpinteros, constructores de casas y templos, maestros de
escuela y aprendices de la cultura autóctona, así como promotores de una artesanía original que
pronto se pondría al servicio de la fe y del culto cristiano. La Iglesia da gracias al Señor por haber
suscitado tantas vocaciones misioneras en las Ordenes e Institutos religiosos, que fueron
portadores de la fe cristiana y de un amor grande a los nativos..."51. ¿No ha sido esta la historia de
los misioneros franciscanos y dominicos en México y Perú, la de Santo Toribio de Mogrovejo,
Vasco de Quiroga o la de los jesuitas con sus Reducciones? "Esto favoreció, como recuerda S. Juan
Pablo II, que un gran número de indígenas se convirtiera al cristianismo, movidos por la gracia de
Dios y la fuerza persuasiva de la Buena Nueva"52.
6. Radical pobreza evangélica
La radical pobreza evangélica practicada por estos santos es otro de los aspectos que llama
la atención. En un mundo donde el contraste escandaloso entre el ansía de riquezas de unos y la
pobreza extrema de los otros la pobreza evangélica de estos santos es uno de los signos más claros
del Evangelio. Tal testimonio radical de pobreza favoreció también el encuentro con los indígenas y
cooperó en mover su corazón hacia el cristianismo que podía aparecer como la religión de los
vencedores y por lo tanto de los poderosos.
En este contexto se comprende el hecho providencial del testimonio de pobreza evangélica
dado por estos santos. El desapego de toda apariencia de poder y de lujo, como en el caso del santo
arzobispo Toribio y de tantos otros, en un mundo donde el deseo de riquezas y de poder era uno de
los pecados capitales más frecuentes fue el primer catecismo de estos santos misioneros53.
50
. TORIBIO DE BENAVENTE MOTOLINIA, Historia de los Indios de la Nueva España, trat. III, cap. 10.
. JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de A.L, 7.
52
. Ibidem, 8.
53
. Tal pobreza evangélica era vivida por los misioneros en los detalles de la vida diaria de manera que nos causa
estupor: en la manera de comer, en sus conventos, en las cosas que usaban. Su vida tan sumamente austera era tal que
un Virrey de México en el siglo XVI pidió al Papa que ordenase a estos religiosos misioneros que pudiesen comer carne
y montar a caballo durante los largos viajes, ya que se negaban a ello. Un ejemplo elocuente lo tenemos en "los doce
apóstoles de México", según cuanto nos narra BERNAL DIAZ DEL CASTILLO, Verdadera Historia de los Sucesos
de la Conquista de la Nueva España, cap. CLXXI. Ed. Madrid 1947; JERONIMO DE MENDIETA, Historia..., L. II y
51
La conciencia de esta dimensión evangélica de la pobreza durante lo dos primeros siglos de la
evangelización se encuentra también percibida como una constante por las autoridades tanto
religiosas como civiles y en los concilios locales54.
Esta pobreza evangélica causa estupor en los indios ya desde el primer momento. Los indígenas
ciertamente no podían no comparar el desapego de las riquezas practicado por estos hombres de
Dios frente a la avidez de muchos colonos. Muchas relaciones misioneras de la época non
confirman en el hecho de que la conversión de muchos indios a la fe cristiana era provocada por
este testimonio55.
VII. AMÉRICA LATINA ES UN CONTINENTE TAMBIEN DE MARTIRES
1. Persecuciones y mártires en nuestros tiempos modernos
El papa S. Juan Pablo II en la convocación del Jubileo 2000 escribía que “en nuestro siglo (XX)
han vuelto los mártires, muchas veces ignorados, como 'soldados desconocidos' de la gran causa de
Dios" (Tertio millennio adveniente, 37). Hablaba de la multitud de los mártires en el siglo XX: "Este
siglo ha visto numerosos mártires, especialmente del nazismo, del comunismo y de conflictos raciales
y tribales” (Incarnationis Mysterium, 13). “Los mártires, escribía, son hombres y mujeres que han
seguido a Cristo en las varias formas de la vocación religiosa". En más de 70 países han sufrido
persecución por motivo de la profesión de su fe todas las Iglesias cristianas. Las ideologías que han
dominado la cultura mundial a lo largo de los dos últimos siglos, a partir de la etapa inaugurada por la
Revolución Francesa, continuada y fomentada en el llamado “largo siglo liberal” (siglo XIX y parte del
XX) por mentalidades y variados intereses, con sus altibajos anticristianos por personas y grupos que
se confesaban “libre-pensadores”, agnósticos, masones en una variedad múltiple de tonos. Las
revoluciones burguesas y luego otras de carácter totalitario (marxista o nazi-fascista) triunfarán en
muchos países.. En manera variada estas ideologías han conducido en el siglo XX a una cadena de
purgas y genocidios, guerras y desastres de todo tipo. También en el Continente Latinoamericano
abundan estas persecuciones, que a veces se revisten de formas defensoras de intereses particulares de
oligarquías opresoras o bajo el manto de formas políticas de defensa de una llamada “seguridad
nacional” o, al contrario, de movimientos guerrilleros de talante marxista como “Sendero Luminoso”56
L. III, c. 12.; BERNARDINO DE SAHAGUN, IV, Ed. México 1938, 298-299, que nos narra la versión de una fuente
mestiza (y azteca), la de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.
54
. A este respecto pueden verse las disposiciones de Felipe II en: Monumenta antiquae Floridae, vol 3, 13*. Romae
1946; Ley 18, T. 14. L 1.( petición de Felipe II al papa Pio IV para que prohibiese a los religiosos que volvían a España
de traer consigo oro o plata. El p. Everard Mercurian s.j., en una carta al p. Juan de la Plaza s.j., del Perú, le autoriza a
expulsar de la Compañía a los religiosos que volviesen a España con dinero. Las penas infligidas a los religiosos que se
prestaban a trasportar dinero o a ser intermediarios del mismo eran severísimas; se prohibía así mismo el imponer
cargos pecuniarios por los servicios de ministerio (derechos de estola), ley que se mantendrá en vigor durante los 3
siglos de dominación española. La misma preocupación la encontramos en Cortés: J. MENDIETA, Historia..., L. III,
c. 1; III, c. 3; III, c. 6; Ed. México 1971; HERNAN CORTES, Cartas de Relación. Ed. Madrid 1932, 121-122;
RICARD R., La conquista espiritual de México. México 1986, 31, nn. 4 y 5.
55
. Cfr. el testimonio dado por Fray Antonio de Remesal en Historia de Chiapa y de Guatemala donde nos narra la
llegada de los dominicos en 1545 llegando de un pueblo llamado Cicalango (Guatemala), que sorprendidos por el modo
cómo los indios los habían recibido. El cacique había incluso ordenado que se les lavase los pies y que se les sirviese
maíz, pescado y agua fresca. Ante la sorpresa de los misioneros el cacique les explicó que sabían que los misioneros a
diferencia de los españoles no venían en busca de sus bienes ni con la intención de causarles algún mal, sino que sólo
querían su bien espiritual. Cfr. en BORGES P., El envío de misioneros, 92. Lo mismo hallamos en un testimonio de
Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatán. Ed. de Héctor Pérez Martínez. México 1938.
56
Sendero luminoso es un Movimiento revolucionario de inspiración maoísta que se proponía la instauración de aquel
tipo de socialismo en Perú. Fundado en 1969 por A. Guzmán Reynoso, comenzó una lucha armada sin tregua en 1980,
comenzando por las regiones andinas y extendiendo su lucha guerrillera al resto del país a partir de 1989. Sus líderes
serían sucesivamente detenidos por las fuerzas del gobierno, tras años de enconadas luchas.
en Perú, los “tupamaros” de Uruguay57, o los “sandinistas”58 de Nicaragua y otros movimientos
revolucionarios filo-marxistas, que han abundado en los últimos decenios en varios países
latinoamericanos. Todos estos proyectos sociales han intentado eliminar violentamente la fe cristiana, o
de un modo o de otro. Aquí se sitúa la historia de las persecuciones que los cristianos han sufrido en el
siglo XX y la de sus mártires en América Latina.
Numéricamente nunca ha habido tantos cristianos como en el siglo XX con casi dos mil
millones de fieles. Pero también el siglo XX se caracteriza por haber tenido más mártires que todo el
resto de la historia del Cristianismo: de hecho, dos tercios de los mártires de esta historia fueron
asesinados precisamente en el siglo XX. Han sido alrededor de 27 millones, de un total de casi 40,
según los cálculos proporcionados por el Obispo ucranio Michel Hrynchyshyn, presidente de la
Comisión de los Nuevos Mártires del Jubileo del 2000. Estos datos los proporciona también el
estudioso inglés David B. Barret en "Christian World Encyclopedia". Barret habla de 26,685,000 en
solo el siglo XX. Juan Pablo II a lo largo de su pontificado canonizó 464 santos y santas, de los que
344 mártires; beatificó 1291, de los que 971 mártires. Por su parte, Benedicto XVI sólo en sus dos
primeros años de pontificado canonizó 9 santos y beatificó 40 beatos, de éstos últimos 21 son mártires.
2. ¿Cuál puede ser la raíz de estas persecuciones?
¿Cuál puede ser la raíz de estas persecuciones contra el cristianismo? Se perfila cada vez una
visión del hombre contrapuesta a la experiencia cristiana. Incluso se llega a pensar que haya que
extirpar el cristianismo del corazón de la sociedad, como escribía un conocido periodista italiano del
area laica: “Siempre y con mayor frecuencia el debate público de las sociedades occidentales muestra
una actitud de desprecio, con frecuencia hostil, hacia el cristianismo… El blanco verdadero y mayor es
en sustancia la idea cristiana en su conjunto… y específicamente el catolicismo y su Iglesia”59. Por ello
no debe tener cabida en la educación pública que debe ser totalmente a-religiosa. La permanencia del
hecho religioso se tolera al máximo en la vida privada. Poco a poco se impone entre las concepciones
del Estado aquella que le da poderes ilimitados. "La razón de Estado es la norma de la acción política,
la ley motriz del Estado. Ella dice al hombre de gobierno lo que debe hacer para conservar el Estado
vigoroso y fuerte" (Friedrich Meinecke). Para el hombre de Estado la norma de "actuar según una
responsabilidad moral" cede frente a la norma de "actuar según el instinto de potencia". Y el instinto de
potencia lleva al imperialismo estatal o a la defensa de intereses creados contra quienes estorban tales
proyectos con intervenciones en favor de la justicia, especialmente de los oprimidos, como ha sucedido
con frecuencia en los casos de América Latina, entre ellos el paradigma de muchos de ellos, como ha
sido el caso del arzobispo Oscar Romero de El Salvador. Es fácil captar la derivación maquiavélica de
la "razón de Estado" y los motivos de los grupos oligárquicos detentores del poder social y económico
en estos países; también es fácil prever a qué consecuencias lleva este terrible juego de los
imperialismos estatales o sociales, desde el momento en que la política descuida los reclamos de la ley
57
También llamados MLN (Movimiento de Liberación Nacional), organización de guerrilla urbana de
inspiración marxista-leninista, activa en Uruguay entre los años sesenta y setenta del s. XX, cuyo líder más importante
fue Raúl Sendic Antonaccio, militante del Partito Socialista de Uruguay y que ejerció un cierto influjo ideológico en
los países vecinos.
58
El sandinismo fue un movimiento revolucionario de carácter marxista y patriótico, basado sobre el pensamiento de
Augusto César Sandino, que se desarrolla en Nicaragua a comienzos de los años sesenta del s. XX, dando lugar al
Frente Sandinista de Liberación Nacional en oposición al régimen dictatorial de Anastasio Somoza Debayle. El Frente
triunfa en 1979, y da lugar a un partido de inspiración marxista-leninista. Sin embargo no logró alcanzar los programas
“democráticos” que se proponía y al fuerte contraataque de los “Contras” sostenidos por los EE.UU. y los embargos de
su gobierno. La lucha armada acaba en 1990, cesando la hostilidad norteamericana, que veía en el sandinismo una
expresión política armada del castrismo de Cuba. En Nicaragua de entonces se dio un fuerte contraste entre algunos
clérigos, alimentados por una teología de la liberación, que sostenían aquel régimen político y los obispos
nicaragüenses, que no la compartían. El viaje apostólico de S. Juan Pablo II a finales de 1982 fue uno de los momentos
más duros de las visitas del Santo Papa al Continente americano, donde el Papa, pronunció palabras fuertes sobre la
confusión entre fe y política y las ambigüedades que algunos católicos estaban mostrando con su lectura teológica.
59
Ernesto GALLI DELLA LOGGIA, en Il Corriere della Sera, 21 marzo 2010.
moral natural. También en este campo la Iglesia se ha demostrado una vez más la única realidad que ha
defendido la persona y la libertad de la sociedad frente a los totalitarismos y las mafias de la injusticia
organizada.
3. S. Juan Pablo II sobre los Mártires
La Iglesia del primer Milenio nació de la sangre de los mártires recordaba S. Juan Pablo II
citando a Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”60. Al término del segundo
milenio y comienzos del tercero, la Iglesia se ha convertido nuevamente en Iglesia de Mártires. La
Iglesia de los primeros siglos, pese a encontrar notables dificultades organizativas, se preocupó por
fijar en martirologios especiales el testimonio de los mártires. Tales martirologios han sido puestos al
día constantemente a través de los siglos, y en el catálogo de los Santos de la Iglesia han entrado no
sólo los que han derramado su sangre por Cristo, sino también maestros de la fe, misioneros,
confesores, obispos, presbíteros, vírgenes, cónyuges, viudas, seglares empeñados en el trabajo y en la
vida pública, padres y madres de familia, jóvenes y adolescentes e incluso niños: todos los niveles de la
pertenencia eclesial. Aquí tenemos la explicación clara del porqué de este multiplicarse de
beatificaciones y canonizaciones, entre las que se encuentran ya un creciente número de
latinoamericanos y otros que ya se acercan a tal reconocimiento.
El bautismo es el punto de partida y transformación total de la vida del cristiano y dentro de
la historia cristiana el martirio, el testimonio, que a veces podrá ser sigilado con el derramamiento
de la propia sangre, es una gracia que ha acompañado siempre a la vida de la Iglesia desde su
nacimiento. Los mártires, repetía continuamente el santo papa Juan Pablo II, eran indispensables
para anunciar el Evangelio. Así recordaba los misioneros y misioneras que: «no pocas veces
proclaman la buena nueva y manifiestan su fe en ambientes hostiles o indiferentes…para la misión
a menudo la prueba suprema es el don de la vida hasta la muerte… Como siempre en la historia
cristiana, los "mártires", es decir, los testigos, son numerosos e indispensables para el camino del
Evangelio. También en nuestra época hay muchos: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así
como laicos; a veces héroes desconocidos que dan la vida como testimonio de la fe. Ellos son los
anunciadores y los testigos por excelencia" (Redemptoris missio, 45)» 61. «Jesús, manantial de vida
para todos» era la única fuente, motivo y sostén de tal testimonio. En el jubileo del año dos mil se
celebraron profusamente las memorias de todos los Mártires cristianos del siglo que concluía, el
más sangriento de toda la historia cristiana, un siglo en el que se mezcló, del norte al sur... y del
sur al norte, la sangre de obispos, sacerdotes, religiosos, catequistas y fieles bárbaramente
asesinados y a los pastores a los que se les impide ejercer su ministerio, o incluso que son
amenazados de muerte».
4. Los casos de América Latina
También el Continente Latinoamericano ha vivido páginas heroicas de martirio cristiano en el
siglo XX con persecuciones anticatólicas tenaces. El martirio de muchos católicos mexicanos
conmovió al mundo católico de la primera mitad del siglo XX. Cuarenta de aquellos mártires, entre
los varios centenares de católicos víctimas de la persecución, han sido ya canonizados (25) o
beatificados por Juan Pablo II y por Benedicto XVI (15, de los que 13 en Guadalajara el 20 de
noviembre de 2005). Pero no ha sido el caso único, ni mucho menos, cada día salen a la luz nuevos
mártires muy cercanos cronológicamente a nuestros días en el resto de los países.
La muerte de estos mártires, como se está demostrado en los respectivos procesos, no fue
debida a motivos políticos. Se puede afirmar sin lugar a dudas que su martirio fue en odio a la fe. Es
cierto que algunos de ellos se encontraban involucrados en la lucha por la libertad religiosa y por
60
JUAN PABLO II, Tertio millenio adveniente, n. 37, cita: TERTULIANO, Apologeticum. 50, 13; CCL I, 171.
JUAN PABLO II, a los directores de las Obras misionales Pontificias de 130 países del mundo reunidos en Roma
para su asamblea anual, discurso, el 11 de mayo del 2000.
61
los derechos de las personas en la sociedad católica. Es un derecho fundamental de la persona
luchar por la propia dignidad. Estos mártires no se mezclaron en hechos de armas directos.
Defendieron lo que una conciencia cristiana exige: la defensa de la dignidad de la persona y de la
justicia social. Fueron asesinados fríamente porque eran católicos que confesaban su fe y no por
hechos de protesta armada. Les pasó lo que les sucedió a los primeros cristianos cuando fueron
llamados “cristianos“: un nombre inventado por el desprecio, se convirtió en el más alto nombre de
su gloria. Ya en el siglo III, escribía uno de los padres de la Iglesia, Clemente Alejandrino: “Una
alianza nueva ha establecido el Señor con nosotros. Lo que se refiere a los Griegos y a los Hebreos
pertenece al pasado; en vez, para nosotros, como una tercera estirpe (tertium genus), de manera
nueva, lo adoramos como cristianos”62. Al cristiano le acecha siempre la tentación de adaptarse a la
vieja mentalidad “del mundo”, como recuerda Jesús en el evangelio de san Juan (capítulos 15-17).
El cristiano-católico se hace mundano cuando sigue sin más la cultura pagana corriente,
sacrificando su identidad cristiana-católica, aunque esté bautizado en la práctica es un apostata de
su fe. Por el contrario, la confesión de Jesucristo abre el horizonte mezquino del orden mundano y
crea relaciones nuevas que rompen las modas de la mentalidad pagana común. Empieza así la
persecución. En este sentido el cristiano-católico “no tiene patria” y por ello ese mundo lo odia,
como subraya Jesús en el Evangelio63. Fue esta la raíz profunda de las persecuciones: desde las
primeras en la época del Imperio Romano hasta las de nuestros días.
Éste es el otro aspecto de la violenta historia de persecuciones que han sufrido muchos
católicos latinoamericanos en estos últimos años en los que han pedido sólo que se respetasen sus
derechos fundamentales a la libertad religiosa, es decir, a vivir conforme a su fe cristiana, y los
derechos fundamentales de la persona. Los gobernantes o los grupos de poder en los casos de estos
martirios se negaron a tolerar unas voces incomodas o quisieron eliminarlas con la violencia. Así
pasó en México en la década de 1920, e incluso algunos se levantaron en una protesta armada (la
llamada “cristiada”). Pero a finales de junio de 1929, por obediencia a la jerarquía de la Iglesia,
depusieron las armas tras unos “acuerdos” firmados entre una delegación de obispos con el
Gobierno, negociaciones sostenidas por el Gobierno de los Estados Unidos y también propiciadas
por la Santa Sede. Aquellos “arreglos”, como se les llamó, fueron enseguida pisoteados por el
Gobierno con una sangrienta “matanza”. Tras esta villana traición habrá una “segunda cristiada”,
aunque más cauta y desconocida.
5. Nuevas formas de persecución y de martirio: los casos recientes de América Latina
5.1. El caso extraordinario del Arzobispo Oscar Romero Galdámez
El catolicismo en América Latina ha vivido hasta hace pocas décadas una dramática historia
martirial. Pero estos martirios han adquirido nuevas o inéditas modalidades en nuestros días. Uno de
los casos más elocuentes de ello es el del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero Galdámez,
asesinado “en odio a la fe” el 24 de marzo de 1980 y el de muchos casos de sacerdotes asesinados a
lo largo de los últimos años. El caso de Mons. Romero fue examinado y aprobado por la
Congregación de las Causas de los Santos en enero de 2015. Y, Mons. Romero fue asesinado
mientras celebraba la Eucaristía en la capilla de un hospital. Sus asesinos quisieron eliminar un
enemigo político, que nunca había dudado en denunciar los continuos crímenes perpetrados por el
Estado. La Causa de canonización se abrió en 1994 y llegó a Roma en 1997. Durante el Jubileo del
2000, S. Juan Pablo II citó a Mons. Romero en el texto de la “celebración de los Nuevos Mártires”,
tomando de nuevo cuanto había escrito el día de su muerte a la Conferencia Episcopal del Salvador:
“El servicio sacerdotal de la Iglesia de Oscar Romero lleva el sello inmolando su vida, mientras
ofrecía la Víctima eucarística”.
El Papa Francisco ha citado a Mons. Romero durante una audiencia general reciente (2015).
Ha recordado que el arzobispo de San Salvador “decía que las madres viven un ‘martirio materno’.
62
63
CLEMENTE ALEJANDRINO, Stromata, III, 5, 41, 4-6.
Cfr. Mateo 10,22-24; Mc 13,13; Lc 21,27; Jn 15,18.
En la homilía para un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, dijo él, haciéndose eco
del Concilio Vaticano II: ‘Todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, aunque si el
Señor no nos concede este honor… Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener
espíritu de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del
deber; en aquel silencio de la vida diaria; dar la vida poco a poco? Sí, como la da una madre, que
sin temor, con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno un hijo, lo da a la luz, lo
amamanta, lo ayuda a crecer y lo asiste con amor. Es dar la vida. Es martirio”.
La próxima beatificación de Mons. Oscar Romero y de otros sacerdotes asesinados en
América Latina durante los últimos años es una victoria de la Iglesia de los duros tiempos de la
actual postmodernidad, una Iglesia que proféticamente se ha entregado a la defensa de la justicia
hollada y de los oprimidos, como continuamente remarca el Papa Francisco. Es sintomático que la
beatificación de un obispo del talante de Mons. Oscar Romero tenga lugar bajo el pontificado del
primer papa latinoamericano. La santidad martirial del arzobispo Romero ya había sido reconocida
por sus dos los dos inmediatos predecesores del papa Francisco. S. Juan Pablo II durante su visita
pastoral a El Salvador en 1983 visita la tumba del Obispo martirizado tres años antes, y tras haber
puesto sus manos sobre su tumba, declaraba: “¡Romero es nuestro, Romero es de la Iglesia!”.
Luego, durante el Jubileo del 2000, el papa Wojtyla quiso recordar al obispo de El Salvador,
colocando su nombre, ausente en el primer texto, en el oremus final, durante la celebración de los
nuevos mártires. También durante la Conferencia de Aparecida del 2007, Benedicto XVI, afirmó
con fuerza que para él Romero era como si ya fuese “beato”. Más tarde, el 20 de diciembre de 2012,
un par de meses antes de su renuncia, el Papa Ratzinger dispuso que se desbloquease la Causa de
beatificación del Obispo Mártir y siguiese el curso normal de estos caos. También el beato Pablo VI
tuvo un papel determinante en la vida de Romero, en cuanto el mártir salvadoreño veía en él un
“defensor” y un “inspirador”, como recordaba el 4 de febrero del 2015 el postulador de la Causa
Mons. Paglia en una conferencia de prensa en el Vaticano. Además, como recordaba el mismo
Postulador se daban dos coincidencias significativas con la promulgación del decreto de martirio.
Era el día de la memoria litúrgica de San Oscar y la casi contemporáneo introducción también de la
causa de beatificación del misionero jesuita Rutilio Grande, martirizado en 1977, también él en El
Salvador. Como San Tomás Beckett y Estanislao de Cracovia, Oscar Arnulfo Romero, martirizado
sobre el altar, observaba Mons. Paglia, citando las palabras de San Juan Pablo II: “fue asesinado
precisamente en el momento más sagrado, durante el acto más alto y más divino”, mientras
“ejercitaba la propia misión santificador ofreciendo la Eucaristía”. Con Romero se quiso “herir a la
Iglesia que brotaba del Concilio Vaticano II”, de manera que se puede hablar propiamente de un
“mártir de la Iglesia del Vaticano II”. Escogiendo estar con los pobres, Mons. Romero demostró su
propia preocupación por el ‘bien común’ y por ‘el amor hacia su país’, también por los ricos que lo
veían como adversario. Según alguno de los biógrafos recientes del Obispo mártir (entre ellos
Roberto Morozzo della Rocca), su impopularidad entre la elite de su país se debió sobre todo al
hecho de que la iglesia salvadoreña se había más bien tomado parte por la clase dirigente, que veía
en la elección del obispo Romero en favor de los oprimidos una especie de traición. Sin embargo,
Romero nunca se alineó con los extremistas; todo lo contrario, tuvo muchas críticas por parte de los
guerrilleros de su país, “acabando siendo machacado por la polarización entre esta componente y el
poder”, según subrayaba el historiador antes citado. Romero pedía “justicia en términos espirituales
y no políticos”, dice el historiador citado, y vivió sus últimos años oprimido por “cartas llenas de
insultos, llamadas telefónicas amenazadoras, y avisos incluso en la televisión”, que presagiaban la
eminencia de su martirio. En realidad, a Romero le aterrorizaba la muerte: “En sus últimas semanas
le asustaba cualquier rumor. Un fruto de aguacate que caía sobre el techo de su modesta casa lo
sumía en el pánico. Cualquier rumor nocturno lo inducía a esconderse”, continua recordando el
biógrafo citado.
Sin embargo, el arzobispo de El Salvador “no pensaba en una muerte heroica, que fuese
objeto de la historia; no quería desafiar a los enemigos del pueblo a matarlo para luego mostrarse
resucitado en la revolución; no concebía su martirio en “sentido” ideológico como un símbolo de
una lucha a llevarse a cabo”, sino que pensaba a su muerte “según la tradición de la Iglesia para la
que el mártir no es una bandera en contra de algo o alguien, no es un acto de acusación contra el
perseguidor, sino que es un testigo de la fe” (Morozzo della Rocca).
En la conferencia de prensa citada, el postulador de la Causa de beatificación de Mons.
Romero en El Salvador, Mons. Jesús Delgado, que el arzobispo romero había elegido como su
secretario en 1977, indicaba también algo que nos causa todavía una mayor admiración: que Mons.
Romero no era entonces tampoco amado por el clero de su país, y contaba cómo su último día de
obispo, aquel 24 de marzo de 1980, una jornada densa de citas para el obispo salvadoreño, el mismo
secretario le había propuesto sustituirlo para la celebración de la Misa de las 8 de la tarde. Y que
tras haberlo aceptado, el mismo obispo Romero había cambiado idea: “Mejor que no; celebraré yo
la Misa; no quiero comprometer a nadie en esto”, dijo el obispo. “Podía haber sido yo asesinado en
su lugar. El asesino tenía que disparar porque había sido anunciada la presencia de Romero como
celebrante”, declaraba el sacerdote, antiguo secretario suyo.
El arzobispo Mártir había nacido el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios (El Salvador) y
fue asesinado, por odio a la de, el 24 de marzo de 1980, en San Salvador (El Salvador). Comentaba
a los periodistas Mons. Rafael Urrutia, actual Vicario para la Promoción Humana de la
Archidiócesis de San Salvador, que ha trabajó como canciller al lado de Mons. Romero en el último
año de su vida, y que se ha encargado de recoger la documentación necesaria para iniciar la causa,
que “su beatificación, es una victoria de la fe, una victoria de la palabra predicada” del Arzobispo
mártir. “Pongo bajo la providencia amorosa del Corazón de Jesús toda mi vida y acepto con fe en Él
mi muerte, por difícil que sea. Ni quiero darle una intención como lo quisiera por la paz de mi país
y por el florecimiento de nuestra Iglesia... porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que
quiera. Me basta, para estar feliz y confiado, saber con seguridad que en Él está mi vida y mi
muerte. Y a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros
proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria". Esta palabras las
pronunció monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo de San Salvador, un mes antes
de morir asesinado en 1980 mientras celebraba la eucaristía y se puede bien decir que resumen el
sentido de su martirio.
5.2. En América Latina hay un martirologio abundante de nuestros días
Los martirios de sacerdotes en América Latina en los últimos tiempos han sido llevados a
cabo por ideologías e intereses a veces opuestos. Así en el mismo día en que se reconocía el
martirio de Mons. Romero, eran declarados también mártires tres misioneros “porque eran cercanos
a los más pobres”. Son los religiosos franciscanos conventuales y sacerdotes polacos Michal
Tomaszek, Zbigniew Strazalkowski y el sacerdote italiano Alessandro Dordi. Murieron en Perú a
manos de terroristas de Sendero Luminoso, “por odio a la fe”, el 9 y el 25 de agosto de 1991 en
Pariacoto y en Rinconada. Su beatificación se celebrará en el mes de agosto del 2015 en la diócesis
peruana de Chimbote, diócesis a la que pertenecen las parroquias donde fueron asesinados. Lo
fueron tras la celebración de la Eucaristía. Sobre los cuerpos de los dos franciscanos los asesinos de
Sendero Luminoso dejaron un cartel con este escrito: “Así mueren los lacayos del imperialismo”.
Al sacerdote Alejandro Dordi lo mataron con dos tiros de pistola cuando se preparaba para celebrar
la S. Misa entre un grupo de campesinos. Se encontraba en Perú como misionero desde hacía 11
años; antes había dedicado su vida sacerdotal a los emigrados italianos en Europa, sin mezclarse
nunca en cuestiones políticas. Sendero Luminoso lo mató porque lo consideraban una barrera a sus
planes de ocupación marxista-leninista. Los tres mártires promovían a las poblaciones del lugar con
su actividad pastoral, educativa y caritativa. Sendero Luminoso lo consideraba una acción
“contrarrevolucionaria”, como una injerencia de la Iglesia que impedía llevar a cabo su revolución
maoista. Se calcula que en Perú Sendero Luminoso haya causado unos 70 mil muertos entre la
población civil, entre los varios grupos en lucha y entre cuantos se vieron presos en medio de los
dos frentes en lucha; entre ellos se cuentan varios sacerdotes y religiosos.
Los casos específicos de martirio introducidos en toda la geografía latinoamericana suman
varias decenas; los que podrían se introducidas, al menos un par de centenares. En la sola
Guatemala en los últimos quince años del siglo XX fueron asesinados trece sacerdotes entre
guatemaltecos y misioneros extranjeros. Todo fue perpetrado por una política bien planeada de los
intereses de algunos grupos políticos oligárquicos y formaciones de extrema derecha, apoyados por
la entonces clara política que los Estados Unidos perseguían ante el llamado peligro revolucionarios
marxista. En un Informe encargado por el Departamento de Estado norteamericano, en el año 1969,
se manifestaba una evidente preocupación a causa de los cambios que se estaban produciendo en la
Iglesia: “si cumple los acuerdos de Medellín, atenta contra nuestros intereses”. En aquellos años se
afianzaba en el continente la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Mientras tanto, entre la
Conferencia de Medellín (1968) y Puebla (1979), se desarrolla en América Latina la “teología de la
liberación”.
Ya un grupo de jesuitas lo denunciaba en 1979: “Un régimen de fuerza injusta trata de evitar
que el pueblo trabajador reclame sus justos derechos. En nuestro país se secuestra, tortura y asesina
al amparo de vehículos sin placa, de emboscadas nocturnas, de terror selectivo y, a la vez, masivo e
indiscriminado...Todos estos crímenes quedan en absoluta impunidad. Por otro lado, es ya
proverbial que en Guatemala no hay presos políticos, sólo muertos y desaparecidos”. La campaña
de amenazas, acompañadas del asesinato de catequistas y colaboradores, culmina el 4 de junio de
1980 con la emboscada tendida por el ejército al misionero del S. Corazón José María Gran y a su
acompañante, Domingo B. Batz en el departamento guatemalteco de Quiché. Para los portavoces
militares, los muertos son dos subversivos “caídos en enfrentamiento guerrillero”; a la vileza del
atentado se añadía el cinismo de la difamación. Pocas semanas después, el 10 de julio, otro
sacerdote misionero del mismo instituto, Faustino Villanueva, es asesinado por dos desconocidos,
que habían solicitado ser recibidos en el despacho parroquial. La muerte de los dos sacerdotes
provoca en otros compañeros suyos, como el P. Juan Alonso una honda conmoción, irá a
sustituirlos y será asesinado tres después de su llegada (13 de febrero de 1981). Al atardecer de ese
día, un grupo de militares le obliga a trasladarse al acuartelamiento próximo para ser interrogado.
No dudan en recurrir a amenazas, insultos y burlas soeces, forzándole también a ingerir aguardiente.
Después de varias horas de retención, es dejado en libertad. El día 15, después de comer, sale en
moto hacia Cunén, población situada a veinte kilómetros. Por la información fidedigna de algunos
testigos, es derribado de la moto y golpeado, después le quiebran una pierna para vencer su
resistencia y doblegarlo. Finalmente, tres disparos en la cabeza ponen fin a su vida. Los misioneros
se habían replanteado su presencia en El Quiché, en espera de una situación más propicia, ya que
constatan que el genocidio de los indígenas se intensifica, de acuerdo con una lógica despiadada de
exterminio. También persiguen al obispo Juan Gerardi; lo exilian y la diócesis debe ser
prácticamente cerrada. El obispo se verá obligado a retirarse más tarde a la ciudad de Guatemala;
sería asesinado el 26 de abril de 1998. Casos de este estilo se repiten en numerosos países de
América Latina y constituyen un abultado martirologio.
6. Los asesinos y sus mandantes
¿Quiénes han estado desde antiguo detrás de estos asesinatos? Ya los hemos indicado en
parte; pero en casos como los antes señalados todo lleva a señalar que a partir del s. XIX vemos en
América Latina, como en otros países de Europa Occidental, el poder dominador de una masonería
radicalmente anticatólica, que influye sobre las clases políticas dirigentes civiles y militares y sobre
el mundo liberal y positivista en general.
Contemporáneamente, y apoyado por estas clases vemos la llegada masiva de las sectas
protestantes de los Estados Unidos. Su presencia es sostenida por estos gobiernos en clave
anticatólica con el fin de debilitar la presencia de la Iglesia y escribir de hecho una contra historia
en clave de “modernización” mal entendida de la población sobre todo rural e indígena. Un ejemplo
claro lo tenemos en Guatemala. Según datos de finales de 1980 actuaban en Guatemala 4 mil
pastores, en 7.500 iglesias, con 5 emisoras de radio, 300 programas de radio, 102 colegios, 47
escuelas bíblicas, 5 seminarios teológicos, 60 librerías y 50 organismos diversos de propaganda
religiosa64.
La finalidad de los regímenes diversos, de los golpes de estado por parte de grupos
oligárquicos era la defensa de sus propios intereses dominando la vita política del país y eliminando
a cuantos sospechaban poder ser un obstáculo a sus fines, en primer lugar a la Iglesia Católica.
En este contexto de claras injusticias toman pie los diversos movimientos revolucionarios de
inspiración marxista, que en un crescendo, especialmente a partir de los años 60 del siglo XX
crecen por toda la geografía latinoamericana. La Iglesia Católica, a pesar de un exiguo número de
sacerdotes lleva adelante una nueva etapa de presencia evangelizadora entre las masas populares,
que en muchos casos habían estado sin sacerdotes a lo largo de más de un siglo. Por citar de nuevo
el caso de Guatemala, hasta 1951, el país contaba con sólo 3 diócesis: Guatemala (metropolitana),
Quetzaltenango y Verapaz. Desde 1951 a 1967 se crearon 5 nuevas diócesis y un vicariato
apostólico (El Petén). En 1967 y 1969 se crearon respectivamente Quiché y Huehuetenango y la
prelatura apostólica di Izabal y la territorial de Escuintla. En 1984 en toda la República había 433
sacerdotes para 326 parroquias, uno de los números más bajos de toda América Latina. En 1985
todavía el 65% de los sacerdotes se encontraban agrupados en la capital del país. Es a partir de las
década de los años 60 del siglo XX cuando muchos gobiernos comienzan a permitir la entrada de
sacerdotes extranjeros. Muchos de ellos tendrán un papel notable en la apertura de la vida eclesial a
las problemáticas que se presentaban en los campos sociales, educativos y de la justicia, que sin
lugar a dudas favorecieron el nacimiento y desarrollo de la llamada teología de la liberación. En
este contexto algunos gobiernos impulsan de nuevo olas de persecución contra la Iglesia,
golpeándola sobre todo en sus sacerdotes y líderes católicos y en los nuevos movimientos de vida
cristiana que surgen con fuerza mayor en muchas partes. Estas persecuciones se dan sobre todo bajo
los regímenes políticos de la llamada seguridad nacional.
La obcecación ideológica de los perseguidores y la lección de los mártires
El caso de México es paradigmático en la historia de la persecución anticatólica en América
Latina. Los gobiernos masónicos tropezaron con el pueblo real, especialmente el de campesinos,
indígenas y gente llana. Este pueblo supo resistir pasivamente en la mayor parte de las veces, pero
en algunas ocasiones combatieron también activamente aquellos proyectos violentos, como sucedió
en el caso de México. En este contexto se sitúan las figuras de muchos mártires seglares, que
tomaron las riendas de la comunidad ante la persecución y la eliminación de los sacerdotes. Ellos
dirigían la oración de los fieles, catequizaban, bautizaban, asistían a los moribundos. Eran trabajos
misionales nuevos que se injertaban en el viejo árbol de la tradición católica de la evangelización.
Un juicio sobre estas páginas de martirio las emitió Juan Pablo II durante su viaje apostólico en
México visitando Yucatán y Tabasco; se encontraba en Villahermosa el viernes 11 de mayo de
1990 con miles de fieles, muchos de ellos indígenas; allí durante la celebración de la misa recordaba
a uno de sus grandes obispos y al indio Gabriel García, mártir de la dura persecución mexicana de
los años veinte, con estas palabras: “La historia de vuestra comunidad se ve enriquecida por la
unidad eclesial. En ella ha estado presente el amor hacia todos, y especialmente hacia los pobres,
que animó la vida del venerable Leonardo Castellanos, el obispo pobre. En ella se fraguó la entrega
del indio Gabriel García que dio su vida por la fe. Desde ella se ha impulsado el crecimiento de la
Iglesia en esta región. Una realidad que no es sólo un pasado, sino que ahora se dispone a
renovarse, con la ayuda del Espíritu Santo […] para afrontar el camino que tiene por delante […]” .
64
Cf. RENÉ POITEVIN, La Iglesia y la Democracia en Guatemala, en Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de
Costa Rica, 16 (1), 1990, 87-109.
IX. SENTIDO DE LA MEMORIA DE ESTOS SANTOS
1. El sentido de la memoria de los santos
Este cuadro sumario de la santidad canonizada y de aquella que aunque no canonizada se
encuentra en los cimientos tantas veces escondidos de la Iglesia Latinoamericana65 puede ayudarnos
a comprender mejor sea la metodología misionera usada en la construcción de esta Iglesia
particular, sea para entender también mejor el "temperamento" espiritual del Catolicismo
latinoamericano y de su espiritualidad característica que enriquece la Iglesia de Jesucristo, adornada
de muchas variadas expresiones ("circundata varietate"66). Esta es la demostración de que la
Iglesia, como afirma San Agustín, habla todas las lenguas, ya que Ella es Arca en el que tienen que
encontrar lugar todas las diversidades humanas. Es aquella sala del Banquete en la que los distintos
manjares provienen de toda la creación. Como esposa de Cristo, su catolicidad visible es la
expresión normal de su riqueza interior y, por ello, su belleza resplandece en los santos67.
La vida de los fundadores de Iglesias locales y de los santos es participación manifiesta al
Misterio de Jesucristo. Por ello su memoria-traditio no es un simple recuerdo arqueológico, sino
como en la Sagrada Escritura se convierte en fuente de energía y de renovación. Esto es lo que la
iglesia profesa en el Credo al manifestar su fe en el misterio de la comunión de los santos. Los
apóstoles-fundadores de estas iglesias particulares como los santos y los mártires comunican a los
cristianos los elementos más significativos de su experiencia cristiana. son padres y madres en la fe
que comunican a sus hijos e hijas los dones recibidos del Señor casi como un "código genético" de
las Iglesias y comunidades fundadas por ellos. Por ello es importante que sus hijos e hijas en la
historia sucesiva se refieran constantemente a ellos, a su estilo de santidad, y que descubran las
gracias que han inspirado su vida y constituido su fisonomía histórica. Sólo así se desarrollarán
convenientemente la potencia misteriosa de aquellos dones.
2. La historia de la Iglesia en América Latina es como el "revelarse" de una Presencia
salvífica
Una clave fundamental para entender la historia de la Iglesia en América Latina y de su
evangelización es una mirada a la historia de su santidad. Esta nos la muestra como el "revelarse de
una Presencia que construye la historia de la salvación a través de los santos que han hecho posible
el encuentro que hemos señalado y del que ha nacido la identidad católica latinoamericana 68. La
historia de esta santidad representa con claridad el devenir de del idéntico Acontecimiento de
Gracia que aconteció hace dos mil años. Tal Acontecimiento fue desde el primer momento una
respuesta concreta y gratuita para quienes gratuitamente lo encontraron y lo siguieron. Este
Acontecimiento se ha hecho presente a través de los cristianos, y entre ellos de manera poderosa en
los santos de carne y hueso69. Por esta razón la Iglesia ha podido cooperar en la generación de la
cultura católica latinoamericana.
65
. Cfr. Efe 2, 19-21; 4, 4-13.
. BENEDICTO XV, Alocución al consistorio del 10 de marzo de 1919, en AAS, 1919, 98.
67
. Cfr. BENEDICTO XV, Motu proprio del 1.V.1917 por el que se creó la Sagrada Congregación para la Iglesia
Oriental, en AAS, 1917, 530. Cfr. también la encíclica sobre San Efrén del 5.X.1920, en AAS, 1920, 466
68
. JUAN PABLO II, "Fedeltà...", en Insegnamenti, VII/2, 888;. "España llevó al Continente americano la luz de la fe
en Cristo", (Zaragoza 10.10.1984), en Insegnamenti.., VII/2 (1984), 857-860; "Gracias en nombre de la Iglesia.
durante casi 5 siglos habéis donado mensajeros del Evangelio a América Latina", (Zaragoza 10.10.1984), Ibidem, 863864.
69
. No solamente en los santos, sino en los cristianos, incluso pecadores se ha mostrado tal fuerza de anuncio. Cfr cuanto
escribe P. E. TAVIANI a proposito de estos cristianos pecadores "né piccoli né grandi santi...sono stati, in tutta la loro
vita, dei convinti profondi e tanaci "defensores fidei", en I Diritti dell'uomo e la pace nel pensiero di Francisco de
Vitoria e Bartolomé de Las Casas. Congresso Internazionale tenuto alla Pontificia Università S. Tommaso (Angelicum),
Roma 4-6 Marzo 1985. Ed. Massimo. Milano 1988, p. 30.
66
3. Los santos fueron siempre una peculiar conciencia crítica y viva del Poder injusto
Los santos comunican siempre a la Iglesia una enorme capacidad de vigilancia y autocrítica.
Frente a las graves desviaciones que se ven en la historia de América Latina desde sus comienzos
algunos con sus intervenciones, otros con el gesto de su vida han sido voz de la Iglesia que se
levanta desde el primer momento70. Podemos decir que incluso la mejor legislación sobre los
derechos de los indios es fruto de la fe y de la conciencia cristiana de los más fieles hijos de la
Iglesia71. Estos hijos de la Iglesia han intentado poner "la gracia de la conversión, la esperanza de
la salvación, la solidaridad con los indefensos, el esfuerzo de liberación total"72 en aquella difícil
situación. Ha sido gracias precisamente a los santos, canonizados o aún no canonizados que como
reconoce Puebla "la evangelización, que constituye a América Latina en el "continente de la
esperanza", ha sido mucho más poderosa que las sombras que dentro del contexto histórico vivido
lamentablemente le acompañaron"73. Es a través sobre todo de los santos donde se ve el desarrollo
de la gran misión de la iglesia y su compromiso por el hombre latino americano, pro sus salvación
eterna, por su progreso espiritual y por su plena realización humana74. Por ello mirando a los santos
podemos decir que "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia"75.
4. "Por el fruto se conoce el árbol"
Si "por el fruto se conoce el árbol"76, los frutos de santidad que hemos intentado recordar
son elocuentes:
a) El primer fruto es el de haber hecho posible el encuentro entre pueblos diversos y con
frecuencia antagonistas generando una nueva cultura77.
Los santos han sido siempre constructores de comunión. En los primeros siglos de la historia de la
Iglesia los cristianos han anunciado el Acontecimiento de Jesucristo a mundos antagonistas o que
coexistían sin entrar en comunión entre sí. La Iglesia no escogió uno de esos mundos contra los
otros, sino que se convirtió en un hecho significativo para cada uno de ellos. Esto fue sobre todo
obra de los santos que hicieron del cristianismo un hecho significativo para todo el mundo. El
motivo está en la capacidad de la fe cristiana de dialogar con el hombre en su historia concreta.
Solamente a partir de aquí se comprende el hecho de que el cristianismo inaugura siempre una
realidad social y propone una concepción del hombre fundada en el misterio de comunión donde la
vida eclesial no ve como motivo de división las diferencias étnicas, sociales o culturales. El hombre
es persona, llamado a la salvación, por esto tiene un valor absoluto y nace libre, como ya recordaba
Toribio de Benavente Motolinía en su Historia de los Indios de la Nueva España al hablar de los
motivos que empujaban a los misioneros a someterse a todo tipo de inclemencias para poder
evangelizar. Esta es la fuerza interior que el cristianismo lleva dentro de sí y que los santos
muestran con una fuerza singular.
b) Las misiones, los conventos, las doctrinas, las reducciones y otras experiencias
semejantes que vemos en la historia de la Iglesia latinoamericana han nacido siempre de
experiencias de santidad vivida. Por ello son capaces de crear un movimiento de unidad por encima
de las diferencias, y por ello crean lugares humanos no tocados por la violencia que parecía ser
socialmente inevitable.
70
. JUAN PABLO II, Ibidem, 889. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1125.
. JUAN PABLO II, Ibidem, 890. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1126.
72
. JUAN PABLO II, "Fedeltà ...", in Insegnmenti, VII/2, 890. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1126.
73
. Documentos de Puebla, 10.
74
. Documenti di Puebla, n, 13. Trad. ital. A.V.E., 2560.
75
. Cfr. Rom. 5, 20.
76
. Mt 13, 33.
77
. Cfr. Documentos de Puebla, n. 4,5,6.
71
c) Aquí radica la creatividad de la santidad incluso desde el punto de vista material. La
presencia de los santos genera por doquier una caridad que se convierte en obra como en una ciudad
que se estaba reconstruyendo tras un cataclismo.
d) Los santos comunican también a la comunidad cristiana una autoconciencia de sí que
genera una actitud misionera: el deseo de anunciar al Acontecimiento de Jesucristo al hombre en
cualquier situación en la que este se halle. Aquí echa sus raíces la nueva cultura que nace de esta
conciencia y la llamada religiosidad popular78. No es un hecho marginal ni fruto de violencia el que
"¡casi la mitad de todos los católicos se encuentren en América latina!"79
e) Por ello mirando a sus santos la Iglesia encuentra siempre creatividad y juventud para
enfrentarse con los desafíos del presente y del futuro y relanzar "una nueva evangelización: nueva
en su ardor, en sus métodos y en su expresión"80.
5. La potencia misionera del anuncio evangélico se ve en los mártires y en los santos
La potencia del anuncio misionero no está tanto en las palabras cuanto en la experiencia
comunicada. No siempre han sido los hombres de Iglesia más conocidos por la historiografía o los
que han escrito o hablado más los que han sabido ayudar concretamente al desarrollo y a la libertad
de las gentes del Nuevo Mundo. Fueron sobre todo los que han sabido transmitir concretamente una
experiencia de libertad a través de las obras como los franciscanos o Vasco de Quiroga en México,
los jesuitas en sus varias experiencias de las Reducciones, Toribio de Mogrovejo, y tantos otros
santos agustinos o dominicos aún no canonizados, religiosos humildes como Martín de Porres o
Juan Macías, el "esclavo de los esclavos negros" Pedro Claver y mujeres que han sido un fermento
de renovación como Rosa de Lima o Marianita de Jesús.
Como en la Europa medieval los monjes han tenido un papel fundamental en la construcción
de la nueva sociedad, lo mismo se puede decir de esta legión de santos y confesores de la fe en
América Latina como nos recuerda Puebla81. El hecho de que aquella experiencia constitutiva de su
ser y de su identidad continúe aún hoy dándole una unidad espiritual a pesar de las divisiones
posteriores en varias naciones y de las laceraciones que la han afligido a nivel económico, político y
social demuestra la verdad de aquella experiencia82. A pesar de la complejidad de los problemas y
de un encuentro desigual de Pueblos, recuerdan los obispos en Puebla el Evangelio - y el Evangelio
vivido sobre todo en los santos - ha sido capaz de general una nueva cultura83. "Los hombres y los
pueblos del nuevo mestizaje americano han sido generados por la novedad de la fe cristiana. Y en
el rostro de Nuestra Señora de Guadalupe están simbolizadas la potencia y la solidez de aquella
primera evangelización"84, que fue obra sobre todo de los santos.
Una expresión de tal identidad católica es la religiosidad popular que constituye un ejemplo
claro de la profunda inculturación del anuncio evangélico en tierra latinoamericana85. Y en esta
religiosidad popular ¿no ocupan un lugar privilegiado como realización cumplida del misterio de la
comunión eclesial que profesamos en el Credo la memoria de los santos?
78
. III CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, (Puebla, México, 28.I-13.II.1979), La
evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Ed. Lima 1979, nn. 409, 410, 411, 412.
79
. JUAN PABLO II, "Fedeltà...", Insegnamenti, VII/2, 886. Trad. ital. La Traccia, IX (1984), 1124.
80
. JUAN PABLO II, "Fedeltà..." , en Insegnamenti.., VII/2, 887; Allocution in Portu Principis ad Episcopos Consilii
Episcopalis Latino-Americani sodales, habita, (9.III.1983), en Insegnamenti..., VI/1, 698. Trad. ital. La Traccia, III
(1983), 268-269; IX (1984), 1124.
81
. Cfr. Puebla, nn. 409-419.
82
. Documenti di Puebla, n. 412; anche n. 409. Trad. ital. A.V.E., 2961.
83
. Documenti di Puebla, nn. 6, 51.
84
. JUAN PABLO II, "Fedeltà...", in Insegnamenti..., VII/2, 889; cfr. Documentos de Puebla, n. 445.
85
. Documenti di Puebla, n. 448 (JUAN PABLO II, Discorso inaug., III, 6, AAS, LXXI, 203; cfr. Documentos de
Puebla, nn. 7; 444; 445; 454; 457.
6. Las últimas declaraciones de Martirio de latinoamericanos
Para la sociedad católica latinoamericana, sobre todo en los primeros siglos de su vida
católica, la consistencia de la vida estaba en el hecho de que se hallaba unida con un valor
determinante y global fácilmente perceptible, y no en sólo momentos religiosos aislados: la
presencia vivida de Dios en la globalidad de las personas. Esta experiencia de una Realidad viviente
se encontraba dentro de la conciencia del sujeto y le daba el criterio con el que mirar las cosas y con
el que esas mismas cosas podían ser manejadas. Los santos son la expresión más cumplida de este
hecho. Se puede decir que la Iglesia a través de sus santos ha favorecido en América Latina la
formación de una mentalidad señalada por una religiosidad auténtica, y una religiosidad auténtica
está determinada por una imagen de Dios como horizonte totalizador de toda acción humana, y por
lo tanto por una concepción de Dios como perteneciente a todos los aspectos de la vida, que
comprende toda experiencia humana, que no excluye a ninguna, y por lo tanto como ideal
unificador.
De aquí se entiende por qué los santos en América combinaban las actividades profanas y
las religiosas en el mismo complejo social. Para aquellas santas y santos la religiosidad, la vida
contemplativa o el trabajo misionero coincidían con el interés que el hombre tenía por el significado
de toda su vida, de darse cuenta que la realidad de Dios como origen de la propia personalidad
humana y como determinante de su desarrollo.
Los santos han vivido dentro de una historia concreta llena de contradicciones como en el
caso de la esclavitud de los negros dolorosamente vivida por un San Pedro Claver y otras
situaciones semejantes. También aquí en estas situaciones vividas por estos santos estos fenómenos
aparentemente contradictorios como las antinomias dramáticas de la caridad sin límites, la actitud
de los santos y misioneros, las leyes de la Corona en favor de los derechos Indios por una parte, y la
religión aplicada a las guerras de conquista con sus cadenas de violencia y otras sombras y alianzas
entre la cruz y la espada se explican a partir de esta observación. No se da razón de estas antinomias
exaltando el aspecto negativo, sino tratando de discernir de donde deriva cada una de las
antinomias. La raíz de la energía y de la fuerza de este caminar incansable de los santos así como el
éxito de su propuesta no estuvo ni en los métodos o en las técnicas pastorales o en su ascesis ni
muchos menos en el matrimonio entre la cruz y la espada. En la historia de la evangelización
encontramos metodologías misioneras muy diversificadas y a veces incluso polémicamente
opuestas. Los diversos métodos, algunos muy discutibles, reflejan las distintas posiciones teológicas
y las procedencias de los misioneros. Sin embargo existe en todos los santos y misioneros un
dominador común por encima de las diferencias y de los métodos misioneros: la fe viva en que sólo
el anuncio de Acontecimiento cristiano podía dar un nuevo rostro de dignidad a aquel mundo tan
sumamente caracterizado por contradicciones y violencias. Tal fue el empeño y la fe de todos, en
los comienzos de la evangelización y en nuestros días, con una historia de martirio que llama
poderosamente la atención debido a su constancia y a su permanencia viva, ayer y hoy.
La clave de esta historia está en la experiencia de pertenencia a aquel Acontecimiento que se
ve con claridad en la historia concreta de estos mártires y santos, los de ayer y los de hoy.
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