SANTOS LATINOAMERICANOS ROSTRO ELOCUENTE DE LA EVANGELIZACION P. Fidel González Fernández, m.c.c.i. I. SANTA MARIA, PRIMERA MISIONERA, MADRE E IMAGEN DE LA SANTIDAD DE LA IGLESIA El Papa S. Juan Pablo II en su viaje-peregrinación a Santo Domingo en 1984 para recordar los comienzos de la evangelización en el Nuevo Mundo comenzaba diciendo: "América Latina se ha convertido en la tierra de la nueva visitación. Porque sus habitantes han acogido a Cristo, traído en cierto sentido en el seno de María, cuyo nombre llevaba ya una de las tres carabelas de Colón. Y se ha unido de modo particular a Cristo mediante María. Por ello este continente es hasta hoy testigo de una particular presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia (Lumen Gentium, VIII, 52-65). Aun externamente, las tierras de la nueva evangelización denotan esa presencia singular de María, con su cerca de 2.000 nombres de ciudades, villas y lugares referidos a los misterios y advocaciones de la Virgen María"1. "Ante la expedición guiada por Cristóbal Colón se abrieron tierras desconocidas y apareció un Nuevo Mundo. Y a la vez, el mismo Dios que a los descubridores, rodeados por el abismo del inmenso océano, permitió un día dar el grito de ¡tierra!, El mismo "ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo" (2 Cor 4,6). Este fue el principio salvífico del conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo: el comienzo de la evangelización de América, el comienzo de la fe y de la Iglesia en el Nuevo Mundo"2. Fue también el comienzo de la historia de la santidad cristiana en aquel continente que irá siempre acompañada por la presencia de la Madre de Dios y de su Santa Iglesia. Aquella luz llegó a través de las manos de Santa María, y Santa María estará presente en todo el proceso de la evangelización y de la formación histórica de América Latina con una presencia tangible. En el proceso de evangelización y de encuentro entre culturas y pueblos, tan diversos y frecuentemente contrapuestos, encontramos inmediatamente la figura de María como primera misionera y artífice de tal proceso. Por lo tanto Santa María es la primera imagen de la Santidad de la Iglesia latinoamericana. Es también la primera santa misionera de la Iglesia en América Latina, la Madre fecunda de aquella Iglesia. Todos estos aspectos se encuentran maravillosamente simbolizados en el acontecimiento de Guadalupe, en los albores de la evangelización (1531)3, como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla: "El Evangelio encarnado en nuestros pueblos los congrega en una originalidad histórica cultural que llamamos América Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelización"4. Precisamente unidos a este hecho mariano sucedido en México encontramos algunas de las figuras más significativas en la historia de la santidad canonizada o de aquella que aunque no canonizada aún es reconocida por todos. Nos referimos sea a San Juan Diego, el vidente de Guadalupe, como a los Santos Niños de Tlaxcala Protomártires del Nuevo Mundo, a los misioneros franciscanos fray Pedro de Gante, los "doce apóstoles" franciscanos de México entre los que destaca fray Toribio de Benavente Motolinía, el primer obispo de México, el franciscano fray Juan 1 . JUAN PABLO II, Homilía durante la Misa para la Evangelización de los Pueblos, Santo Domingo 11.X.1984, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Libreria Ed. Vaticana 1984, VII/2, 879-880. 2 . JUAN PABLO II, Homilía en Santo Domingo (11.X.1984), en Insegnamenti di Giovanni Paolo II...., VII/2, 877. 3 . GONZALEZ F., La "Traditio" Guadalupana como clave de lectura de la historia de la evangelización en Latinoamérica, in HENKEL W., O.M.I., Ecclesiae Memoria. Miscellanea in onore del R.P. Josef Metzler O.M.I., Prefetto dell'Archivio Segreto Vaticano. Herder. Roma-Freibur-Wien 1991,407-429; IDEM, Guadalupe Pulso y corazón de un pueblo. El Acontecimiento Guadalupano cimiento de la fe y de la cultura americana. Encuentro, Madrid 2004. 4 . Documentos de Puebla, n. 446. de Zumárraga, el dominico fray Bartolomé de las Casas, el obispo Don Vasco de Quiroga, fundador de la Iglesia de Michoacán, y un rosario abundante de muchos otros. II. EL SENTIDO ECLESIAL DE LAS CANONIZACIONES Y BEATIFICACIONES 1. El sentido eclesial de las canonizaciones Nos debemos preguntar en primer lugar por el sentido eclesial de las beatificaciones y canonizaciones para poder comprender mejor el significado y la importancia de los santos como constructores de historia. Tal toma de conciencia nos obliga a señalar también la necesidad de tomar en consideración otras figuras, que aunque no están en el calendario de los santos, pertenecen sin duda a la historia fecunda y vivida de la santidad por lo que sería oportuno que la Iglesia latinoamericana pensase en la promoción de los relativos procesos para su beatificación y canonización. Las preguntas que nos ponemos nos llevan necesariamente a presentar una serie de puntos de carácter histórico sobre las modalidades seguidas en la historia de las canonizaciones y beatificaciones. 1.1. Los santos como riqueza del misterio escondido en Cristo La Iglesia es el pleroma de Cristo en el tiempo y en el espacio. En ella Jesucristo continua expresando la riqueza del Misterio que se encuentra escondido en El en el movimiento de todas las fuerzas eclesiales a través del espacio y del tiempo5. En esta perspectiva entran los santos. Ellos, como bien dice la mística carmelita Isabel de la Trinidad, son una prolongación de la humanidad en la que Jesucristo continua haciendo resplandecer su rostro6. Se podría decir paradójicamente que Dios tiene necesidad de cada uno de nosotros para mostrar las extraordinarias riquezas de la gracia que el Padre derrama en nuestro favor por medio de su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. ¿Cómo ha sentido la Iglesia la presencia de los santos en la historia? ¿cuáles son las notas que en su tradición han constituido el punto focal de la llamada "santidad canonizada", lo que ha empujado a la Iglesia a celebrar su memoria como presencia de gracia de Jesucristo en ella?. 1.2. El martirio como primera forma reconocida de santidad canonizada - La primera y original forma de santidad canonizada ha sido el martirio7. En la antigua tradición eclesiástica ha sido siempre señalado como la cumbre más sublime de la santidad posible a la criatura, el vértice y la corona de toda la perfección y la expresión más grande del amor hacia Dios. Por esto en la jerarquía de la santidad, después de los apóstoles, Orígenes, por ejemplo, coloca a los mártires porque ellos "poseen en medida más grande el amor del conocimiento de Cristo" 8. En la Exhortación al martirio, Orígenes ve en el mártir como a un apóstol9. 1.3. Otros aspectos reconocidos de la santidad canonizada - A lo largo del primer milenio de la historia de la Iglesia se han subrayado progresivamente otros aspectos: la santidad monástica, como segundo martirio, en los primeros tiempos del monacato cristiano; la trascendencia durante la época merovingia, los santos como "lectura del Evangelio de 5 . Lumen Gentium, 3, 5, 7, 8. . Lumen Gentium, 40. 7 . Lumen Gentium, 42. 8 . ORIGENES, Num h. 10, 2 (VII, 71, 15ss): II, 3 (82, 7ss); CJo 6, 55, 284). 9 . ORIGENES, EM 34 (30, 10-13). 6 Jesucristo" y modelos para imitar en la edad Media, la fecundidad eclesial de los santos fundadores10. 2. El camino histórico de las Canonizaciones y Beatificaciones 2.1. Las dos etapas fundamentales en la historia de las canonizaciones Podemos señalar claramente dos procesos históricos y dos etapas fundamentales en esta historia que corresponden grosso modo a cada uno de los dos milenios de la historia de la Iglesia. - Las canonizaciones de los santos durante el primer milenio de vida de la Iglesia han seguido un lento proceso de determinación canónica antes de encontrar una legislación precisa. Una "canonización" se fundaba esencialmente sobre dos elementos: la memoria que la comunidad cristiana conservaba de la presencia en su seno del santo y los milagros como signo de aquella presencia aún después de su muerte (dies natalis) y que constituyen la trama de las numerosas vitae sanctorum que tenemos ya desde la antigüedad cristiana. El santo, como los carismas, era para los demás, para la construcción de la Iglesia. Tocaba a la jerarquía local de la Iglesia (obispo y sínodos) reconocer estos dos elementos a través sobre todo del reconocimiento de su culto con la ceremonia de su elevación o de la traslación de sus reliquias. - A partir del siglo X se va perfilando lentamente una concreta legislación canónica sobre el asunto. Nos encontramos con las canonizaciones locales sin que en ellas intervenga directamente la Sede Apostólica, sobre todo a través del método de la traslación de las reliquias (siglos XI-XII) por parte de un obispo local, generalmente con el consentimiento de su metropolita y del sínodo provincial. Tal gesto de canonizar generalmente es la consecuencia de un movimiento devocional por parte del pueblo de Dios y de la vida escrita que testimonia tal santidad. A estas canonizaciones formales hay que añadir otras muchas de hecho (culto local a numerosos siervos de Dios). Este movimiento espontáneo de piedad cristiana tendrá consecuencias jurídicas hasta el siglo XVII cuando la Sede Apostólica reglamente con mayor precisión esta especie de "anarquía" de "canonizaciones" con las decisiones de Urbano VIII de 1625 y de 1634 11. Se encontró entonces un procedimiento ‘a través del camino efectivo ya de culto existente’ que dio lugar a las llamadas beatificaciones “equivalentes” (equipolentes). Con tal sistema se podían confirmar eventualmente cultos locales precedentes a las decisiones de Urbano VIII. Poco a poco se establecerán los instrumentos canónicos por parte de la Sede Apostólica para que los procesos de canonización pudiesen ser llevados con eficacia sobre todo estableciendo una serie de comisiones investigativas sobre la vida, los dichos y escritos, y los milagros del cristiano candidato a tal culto12. 2.2. Los dos polos del proceso canonización: Vida y milagros - Vida y milagros: tales son los dos polos de la investigación testimonial constitutiva del proceso canónico. Poco a poco el modo de proceder canónico se amplia y desde el siglo XIII la 10 . Esta dimensión de la fecundidad en la historia de la santidad canonizada aparece en la bula de canonización de Santo Domingo de 1234 del papa Gregorio IX. Lo mismo en relación a Francisco de Asís. Hablando de la fecundidad eclesial de Santo Domingo, BERNANOS en su Vida de Santo Domingo escribe que el Orden de los Predicadores es "la caridad misma de Santo Domingo en el espacio y en el tiempo". 11 . "Jusqu'aux decisions d'Urban VIII de 1625 et de 1634, le culte prenait couramment naissance sans intervention de la hiérarchie; il fallut che le pape décidât qu'une telle manière de fait accompli enelevait à une cause toute chance d'aboutir pour que cette coutume séculaire s'estompât"(P. DELOOZ, Sociologie et Canonisations. Le seclection des Saints. Faculté de Droit. Liege - Martinus Nijhoff, La Haye 1969, 26). El autor citado muestra, ibidem, nota 2, como todavía en 1603 el arzobispo de Malinas autorizó tras una investigación el culto público de Boniface de Lausanne, muerto y sepultado a La Cambre en 1265. Sin embargo pide que no sea tratado como si hubiese sido canonizado. Los casos de santidad venerada a nivel local o por algunos grupos eclesiales eran numerosos; así entre 1209 y 1500 se cuentan 965 franciscanos venerados como santos a nivel local; el culto de un gran número de ellos nunca fue confirmado hasta hoy (cfr. DELOOZ, ibidem, 27). 12 . DELOOZ,ibidem, 27-40. decisión del Pontífice depende del dictamen dado por un colegio de tres cardenales. Tal praxis durará hasta 1588 cuando los procesos de canonización serán confiados a la Congregación de Ritos13. Aumenta el material recogido y se complican los procedimientos. Por ello a partir del siglo XIV aparecen ya los sumarios de dicho material para poder usarlo convenientemente con todos los inconvenientes de los sumarios a veces en detrimento de las fuentes originales 14. El iter es complicado y largo. En él intervienen numerosas manos curiales especializadas, con multitud de trabajos, estudios y revisiones antes de llegar a la comisión cardinalicia que oportunamente las presentará al Papa, "une opération presque tout à fait bureaucratisée"15. - La preparación de tales procesos será por lo tanto confiada a un grupo de profesionales, que con la institución de la Congregación de Ritos por Sixto V el 22 de enero de 1587 reciben una forma jurídica reconocida. La canonización se convierte así en una operación jurídica excepcionalmente compleja, coronada con el solemnísimo acto litúrgico presidido por el Papa. Ciertamente nunca se perdió de vista que una canonización “pertenece más al juicio divino que no al humano” ("potius es divini judicii quam humani")16. 2.3. A partir de 1634: comienza una nueva etapa en la historia de la santidad canonizada Las etapas del proceso por el que se pasa de la jurisdicción episcopal a la exclusivamente papal encuentra en el siglo XVII su término. Urbano VIII con el breve Caelestis Hierusalem Cives de 1634 codifica tal resultado. El objetivo de la canonización no ha cambiado: sancionar canónicamente un culto público. Han variado las modalidades canónicas en el proceso de tal reconocimiento. Este procedimiento jurídico se aparece externamente a un proceso civil con sus abogados, expertos, fiscales y jueces. La complejidad de los procedimientos y de las situaciones encontrará ahora también una doble forma de sanción canónica del culto, una de menor grado, la beatificación, y otra de proclamación solemne que será la canonización17, aunque las restricciones de algunos casos de culto las encontramos antes del siglo XVII18. El procedimiento jurídico ordinario seguirá el examen de los casos de martirio o el del ejercicio heroico de las virtudes. 13 . BARONIUS, Annales Ecclesiastici, n. 58, nos habla de este uso ya bajo Nicolás IV (1288-1292). El Ordinarium, atribuido al cardenal J. Gaetani y publicado por MABILLON, Museum Italicum. Paris 1689, Tomo II, pp. 418-424. DELOOZ, Ibidem, 34, n. 3. 14 . El procedimiento canónico de los procesos en el siglo XVI lo conocemos a través de la obra de Ange Rocca De Sanctorum Canonizatione Commentarius, de 1601. 15 . DELOOZ, Ibidem, 36. 16 . La frase es de Celestino III en la bula de canonización de san Ubando, en DELOOZ, Ibidem, p. 37, n. 1. "Attendentes tamen huius rei divinum judicium potius quam humanum existere": Julio II al arzobispo de Cantorbery a propósito de una posible canonización de Enrique VI de Inglaterra, en BARONIUS, Annales (para 1504, n. 33). 17 . Cfr. VERAJA Fabijan, La beatificazione. Storia. Problemi. Prospettive. S. Congregazione per le Cause dei Santi. Roma 1983. 18 . DELOOZ, Ibidem, 38-39, recuerda algunos casos en tiempos de Clemente VI (1351), Sixto IV (1481), Julio II (1512), Clemente VII (1527). La beatificación como etapa claramente preparatoria para la canonización fue establecida a partir de la beatificación solemne de Francisco de Sales por Alejandro VII en 1662. En 1668 Clemente IX establecerá que una vez realizado el proceso de beatificación no es ya necesario incoar otro nuevo proceso, salvo sobre los nuevos milagros. En 1734 es publicada la obra del promotor de la fe, Prospero Lambertini (futuro Benedicto XIV), Opus de Servorum Dei Beatificatione et Beatorum Canonizatione, la obra clásica que resume todo este largo proceso y que da las líneas maestras en el camino de la santidad canonizada. Las normativas canónicas sobre los procesos de beatificación y de canonización serán precisadas por el Código de 1917. En 1930 se constituye una sección histórica en el seno de la Congregación de Ritos (AAS, 1930, pp. 87-88). El 22.X.1948 se constituye un colegio de expertos médicos para el control de los milagros, que cambiará de nombre por el de "consulta médica" bajo Juan XXIII (10.VII.1959. Con la constitución apostólica Sacra Rituum Congregatio (8.V.1969) Pablo VI suprime la Congregación de Ritos y atribuye sus competencias a dos congregaciones nuevas, una para el culto divino y la otra para las causas de los santos. El 19.III.1969 el procedimiento en materia de beatificaciones y canonizaciones fue simplificado por un motu proprio del mismo Pablo VI: solamente es necesario un proceso de instrucción que reemplaza el proceso ordinario (llevado a cabo bajo la autoridad de la autoridad local) y el proceso apostólico (llevado a cabo bajo la autoridad central). Juan Pablo II con la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister (25.I.1983) determina el procedimiento canónico Este largo excursus histórico es necesario para poder comprender los motivos por los que a partir del siglo XVII no son introducidas muchas Causas, sobre todo provenientes del mundo hispano-lusitano. Dadas las circunstancias y las situaciones de difícil comunicación ultramarina se explica aún con mayor razón la escasez de Causas latinoamericanas19. El papel de la Corona en la vida de la Iglesia hispano-lusitana, sobre todo en todo los asuntos concernientes los territorios ultramarinos, explica también el desinterés práctico por introducir Causas de canonización. Más que en la obtención de canonizaciones la Iglesia hispano-lusitana fijaba sus ojos sobre otros asuntos a los que generalmente daba más importancia. Es oportuno recordar que en la Iglesia católica la iniciativa en el culto de los santos no parte normalmente de la autoridad jerárquica. Como en el caso de las fundaciones monásticas, de vida consagrada y de otros asuntos que conciernen la vida carismática de la Iglesia, la Jerarquía interviene normalmente en su descernimiento y aprobación cuando un grupo de fieles cristianos (“actores”), apoyados por la Autoridad de la Iglesia piden que se estudie un caso, dada la fama de martirio o de santidad, y las gracias o milagros obtenidos por su intercesión. III. LOS SANTOS Y BEATOS DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA20 En el calendario de la Iglesia latinoamericana encontramos ya unos 200 beatos y santos canonizados de diversa ascendencia racial (hay indios, mestizos, mulatos, criollos y latinoamericanos que conjuntan totalmente estos orígenes antropológicos diversos) y eclesial (obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares), una diversidad de vocaciones y de estados de vida cristiana. A estos santos y beatos del área latinoamericana y del Caribe habría que añadir al menos unos treinta santos y beatos del área francófona y anglófona. Estos santos han sido los artífices principales de la historia eclesial latinoamericana y al mismo tiempo su fruto más notable, como escriben los obispos latinoamericanos en Puebla: "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad, fue establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros Santos como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes non enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que les rodeaban y a veces los perseguían, el Evangelio, se su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza espiritual y de verdad divina"21. S. Juan Pablo II en su Carta a los Religiosos Latino Americanos completa el cuadro de los que él llama "pléyade de santos y bienaventurados", entre los que recuerda "como ejemplo de vida consagrada, a Pedro Claver, Francisco Solano, Luis Beltrán, Juan Macías, Rosa de Lima, Martín de Porres, Felipe de Jesús, Mariana de Jesús Paredes, Miguel Febres, Roque González y compañeros mártires, Pedro de San José Betancourt, Ezequiel Moreno, Ana de los Ángeles Monteagudo, Teresa de los Andes, Miguel Pro. Estos y otros santos son la más preciada riqueza del cristianismo en el Nuevo Mundo, modelo y estímulo para las futuras generaciones de religiosos y religiosas que no pueden olvidar que están llamados a dar un testimonio personal y comunitario de santidad en la Iglesia"22. A los santos y beatos canonizados hay que añadir el hecho importante de que las Iglesias particulares de América Latina tienen actualmente introducidas en la Congregación de las Causas actual en las instrucción de los procesos (Cfr. in AAS, LXXXV, 4 (1983),349ss). El último documento pontificio que determina las modalidades de los Procesos lleva por título Sanctorum Mater, emanado en 2007 bajo Benedicto XVI. 19 . desde 1634 hasta el Código de 1917 el procedimiento jurídico normal de las beatificaciones y canonizaciones puede reducirse al llamado per viam non cultus 20 . CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index ac status Causarum. (Editio paeculiaris cura Petri Galavotti IVº exeunte saeculo ipsius Congregationis). Citta' del Vaticano 1988. El Index nos presenta las Causas que han llegado a la Congregación desde 1588 a 1988. 21 . Documentos de Puebla, n. 7. 22 . JUAN PABLO II, Carta Apostólica a los Religiosos y Religiosas de américa latina con motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo, (29 de junio de 1990), n. 10. de los Santos en Roma numerosas Causas, casi dos centenares de Siervos y Siervas de Dios, de los que casi un centenar son de “mártires”. Las Iglesias anglófonas y francófonas de América cuentan a su vez con un número también importante de Causas introducidas23. Ante el cuadro que ofrecen estas Causas introducidas por las iglesias particulares latinoamericanas y llegadas ya a Roma hay que subrayar algunos hechos característicos. a) Ante todo la casi totalidad de estas Causas pertenecen a la época contemporánea (siglos XIX-XX). b) Se puede aplicar también a América Latina lo que un historiador francés dice de Francia analizando el fenómeno de las fundaciones religiosas tras la Revolución Francesa: "la revolución femenina de la caridad". Abundan las Causas son de mujeres fundadoras, lo que constituye un dato significativo en relación al período precedente. Estas mujeres son en su mayoría religiosas o seglares que comienzan un fundación religiosa que responde a necesidades concretas y a las heridas abiertas por la sociedad liberal. c) Estos siervos y siervas de Dios están caracterizados por una piedad anti jansenista, eucarística y centrada sobre el Misterio del Corazón de Jesús. d) Existe en todas ellos y ellas una profunda preocupación catequética y misionera en los ambientes sin sacerdotes de América Latina tras las persecuciones públicas o solapadas contra la Iglesia y la política de descristianización del liberalismo en sus diversas formas. e) Surge también aquí claramente una nueva forma de mujer consagrada, una "virgen de la caridad" que quiere actuar la caridad de Cristo allí donde existe una llaga social. Son también numerosas las fundaciones nuevas de congregaciones religiosas, sobre todo femeninas, de origen estrictamente latinoamericano. f) Llama la atención el número de Causas de obispos introducidas, casi todos pertenecientes a nuestra época y a países donde la lucha anticlerical fue más feroz. Hay que tener en cuenta el problema del nombramiento de obispos tras las independencias y el vacío que hubo en los episcopados de muchos países debido a las tensiones Iglesia-Estado. g) En las Causas a partir del siglo XIX aparecen ya una serie de Causas de seglares, tanto hombres como mujeres, un dato generalmente desconocido en el periodo precedente. h) Todos estos datos nos obligan a sugerir una revisión a fondo sobre una lectura de la historia de la Iglesia en América Latina también en el siglo XIX y XX que se olvida de estos datos. Por otra no hay que olvidar que casi dos siglos de una política liberal y con frecuencia anticristiana ha dejado huellas y traumas dolorosos en estos países. No se puede dar un salto de dos siglos olvidando este periodo para achacar los males presentes tanto en el campo social como en el eclesial al periodo precedente. IV. ALGUNAS VENTANAS ABIERTAS: LOS "SANTOS" NO CANONIZADOS En un estudio sobre la santidad, tanto canonizada como aún no canonizada en las Américas, hay que distinguir netamente dos épocas: la anterior a las independencias latinoamericanas y la que sigue a las emancipaciones del siglo XIX hasta nuestros días. Los siglos XX y XX merecen un capítulo aparte por tener también características diferentes y por tratarse de situaciones muy diversas a las que vivió la Iglesia en la época precedente. Sin embargo hay factores que los acomunan. 23 . CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index ac status Causarum. (Editio paeculiaris cura Petri Galavotti IVº exeunte saeculo ipsius Congregationis). Citta' del Vaticano 1988. El Index nos presenta las Causas que han llegado a la Congregación desde 1588 a 1988; Index ac Status Causarum, ibídem 1999. Desde el punto de vista documental para cada uno de los Procesos cfr.: SACRA CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Index Processuum Beatificationis et Caninizationis qui in Archivio Secreto Vaticano et in archivio Sacrae Congregationis pro Causis Sanctorum asservantur (1588-1982). Curavit p. Ivo Beaudoin, o.m.i. tabularius S. Cong. pro C.S. Romae 1982; Index ac Status Causarum. I Supplementum 2000-2007, Città del Vaticano 2007. Los datos posteriores a 2007 todavía no han sido publicados. Junto con los santos que la Iglesia ha beatificado o canonizado se encuentra una multitud de cristianos pertenecientes a los distintos estamentos de la vida eclesial, sobre todo religiosos y religiosas que como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla han echado las bases de la cultura latinoamericana24. San Juan Pablo II tanto en sus discursos en América Latina, sobre todo en los de su peregrinación siguiendo "las rutas marcadas por los primeros evangelizadores", como él confesaba en Santo Domingo25, ha constantemente señalado la fidelidad evangélica de los primeros misioneros. Refiriéndose sobre todo a los que eran religiosos - pero las observaciones del Santo Padre valen para todos los demás - señala su conciencia y su misión como "defensores de los derechos de los nativos", "su caridad sin límites", y “su amor a los indígenas”26. Cita los documentos de los obispos reunidos en Puebla y recuerda algunos de estos protagonistas de la primera hora a los que define con Puebla "intrépidos luchadores por la justicia, evangelizadores de la paz como Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Juan del Valle, Julián Garcés, José de Anchieta, Manuel Nóbrega y tantos otros que defendieron a los indios ante los conquistadores y encomenderos, incluso hasta la muerte como el obispo Antonio Valdivielso, demuestran, con la evidencia de los hechos, cómo la Iglesia promueve la dignidad y libertad del hombre latinoamericano. esta realidad ha sido reconocida por el Papa Juan Pablo II, al pisar por primera vez las tierras del Nuevo Mundo cuando se refirió a "Aquellos religiosos que vinieron a anunciar a Cristo Salvador, a defender la dignidad de los indígenas, a proclamar sus derechos inviolables, a favorecer su promoción integral, a enseñar la hermandad como hombres y como hijos del mismo Señor y Padre Dios"27. Estos misioneros fueron "testimonio vivo y anunciador de Cristo Jesús"..."Fueron también "servidores del hombre que han encontrado en las nuevas tierras...". Han llevado adelante su misión con libertad y valentía, "predicando en toda su integridad la palabra de Dios". No han escondido "las consecuencias prácticas que se derivaban de la dignidad de todo hombre...". Se les debe a ellos "la doctrina sobrenatural" y "todo lo que es necesario para vida humana". Estos juicios de Juan Pablo II y de los obispos latinoamericanos aparecidos en las diversas intervenciones ya citadas son ya de por sí elocuentes para hacernos comprender que la lista de los canonizados debería ser mucho más crecida. Entre los religiosos hermanos (legos) existen numerosos casos de potencial canonización. El trabajo de los hermanos legos frecuentemente ha superado incluso al de los sacerdotes. Esto se ve sobre todo en el caso de los franciscanos. No fueron el p. Boyl y los primeros misioneros franciscanos sacerdotes los que mejor se adaptaron al ambiente y entendieron a los indios. en este trabajo se distinguieron algunos santos hermanos legos. Basta recordar a los primeros franciscanos de las Antillas: Juan Deledeule y Juan Tisin, el hermano jerónimo Juan Román Pané, que escribió la primera relación sobre las costumbres de los amerindios, y el seglar Cristóbal Rodríguez, marinero de Palos de Moguer "los cuales después de sólo cinco años de vivir como indios, dominaron sus lenguas, predicaron con su vida austera y su austera palabra fue creída sinceramente obteniendo 24 . Documentos de Puebla, n. 7. . JUAN PABLO II, Discurso en el Aeropuerto de Santo Domingo el 11 de octubre de 1984, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, VII/2, 874. 26 . JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de América Latina..., nn.5, 6, 7. 27 . JUAN PABLO II, Discurso a su llegada a Santo Domingo, AAS LXXI, p. 154, 25 Enero, 1979; Documentos de Puebla, n. 8; Juan Pablo II en su Discurso a los Religiosos y Religiosas de América Latina..., n. 5, añade el nombre de Toribio de Benavente "Motolinia". Puebla pone una nota significativa: "El problema de los esclavos africanos no mereció lamentablemente la suficiente atención evangelizadora y liberadora de la Iglesia"; GIOVANNI PAOLO II, Discurso a su llegada a Santo Domingo (25 Enero, 1979), AAS. LXXI, p. 154. Sobre el problema de la defensa de los esclavos africanos y de su evangelización: cfr. GIOVANNI PAOLO II, Quince años de evangelización. Discurso Campo de Chambacú, Cartagena, Colombia, 6.7.1986 , donde S. Juan Pablo II recuerda las figuras y las obras de dos grandes misioneros jesuitas: Alonso de Sandoval y su obra "De instauranda Aethiopum Salute", y San Pedro Claver, "esclavo de los negros para siempre", según consta en la fórmula de su profesión religiosa". Documentos de Puebla, n. 8 JUAN PABLO II, Discurso a su llegada a Santo Domingo, AAS. LXXI, p. 154, 25 Enero, 1979). Desgraciadamente los evangelizadores de los primeros momentos no atendieron con suficiente fuerza y compromiso el problema de los esclavos africanos. 25 la conversión de Juan Meo Guativaca con sua familia, el cual morirá proclamando ante sus asesinos: "yo soy siervo de Dios"28. Otras figuras notables de hermanos misioneros los encontramos en los comienzos de la evangelización de México como el santo hermano Pedro de Gante, gran catequista de los indios. Otro capítulo que habría que estudiar todavía a fondo es el del papel de la mujer en el campo de la evangelización como en las experiencias de la vida contemplativa en las Américas. Según la praxis del tiempo encontramos enseguida conventos de monjas contemplativas de las segundas órdenes mendicantes según el ejemplo de la península ibérica, diseminados en las ciudades que surgen a lo largo de la geografía latinoamericana. Una novedad en la vida religiosa activa y educadora la constituye la Compañía de María, fundación de origen francés que representa un nuevo estilo de vida religiosa consagrada en el mundo femenino. Hay que recordar que se deberá sobre todo a las mujeres (abuelas y madres) y a los abuelos. En los tiempos azarosos del siglo de las Independencias la fe se transmite y conserva sobre todo gracias a las mujeres y a los abuelos, ya que los jóvenes y los hombres se encontraban con frecuencia lejos de sus hogares o en las armas o en los campos de trabajo. La santidad de cada día no se encuentra reservada a religiosos y sacerdotes. Encontramos ejemplos heroicos de virtud en testimonios de seglares, auténticos evangelizadores. Ya los Reyes Católicos (Isabel y Fernando) vincularon desde el primer momento la presencia hispana a las tareas evangelizadoras, dando mucha importancia al papel de los seglares. "No concibieron un cristianismo indígena aislado, como producto de la predicación solitaria del sacerdote. La evangelización había de ser consecuencia de la conversación con quienes profesaban vivencialmente la fe en Jesucristo" (L. Tormo). A los clérigos se les asigna la responsabilidad de la cristianización sobre todo en la dimensión de su conservación y continuación por medio de los sacramentos, el culto y la predicación. La evangelización directa es un deber de todos, aunque corresponda a los religiosos misioneros un papel preponderante. Así en las Instrucciones de los Reyes Católicos a Colón del 29-V-1493 es Colón quien tiene el encargo de propagar la fe por medio de los frailes misioneros (fray Bernal Boil y sus franciscanos); no al contrario. A los seglares indios, recién bautizados, se les encarga el importantísimo papel de apóstoles de sus hermanos. En este capítulo habría que hacer una referencia explícita a los numerosos indios por raza, católicos por fe y santos por vocación divina como los Beatos Niños Mártires de Tlaxcala (+1527 y 1529) o San Juan Diego Cuahtlatoatzin (1474-1549), el vidente de Guadalupe y prototipo del auténtico indio convertido en apóstol de sus hermanos y a los numerosos catequistas de Don Vasco de Quiroga en sus Pueblos Hospitales, a los catequistas de los jesuitas en la Reducciones, por citar sólo algunos ejemplos más conocidos. V. LOS SANTOS, CONSTRUCTORES DE HISTORIA EN AMÉRICA LATINA 1. Los santos, constructores de historia en América Latina, indican a la Iglesia una conciencia de pertenencia eclesial y un método pera la nueva evangelización - Los obispos latinoamericanos han escrito en los Documentos de Puebla que "la Iglesia debería convertirse en el lugar donde (los cristianos) aprenden a vivir la fe experimentándola y descubriéndola encarnada en otros.. De modo más urgente debería ser donde se eduquen hombres capaces de hacer historia, para impulsar eficazmente con Cristo la historia de nuestros pueblos hacia el Reino"29. - Han sido los santos los primeros protagonistas y los fundamentales constructores de la historia viva en América latina. Como nos recuerdan los obispos latinoamericanos en Puebla: "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la 28 . TORMOS L., in DHE, 2079. Cfr. nota 1; MENDIETA, Historia, XXXV; GUARDA Gabriel, Los laicos en la cristianización de América, siglos XV-XIX. Santiago 1973. 29 . Documentos de Puebla, n. 274. labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina"30. Estos santos son las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano al que ayudan dándole un sentido profundo de pertenencia eclesial católica31. - Estos santos y beatos han hecho el cristianismo en América Latina32. Han sido también constructores fundamentales de la identidad latinoamericana y el fruto más eminente latinoamericana y el fruto más eminente y preciso de la evangelización. Junto a ellos se encuentra una multitud numerosa de misioneros y misioneras pertenecientes a todos los estamentos de la vida eclesial que han jugado un papel fundamental en este mismo proceso33. - Por ello el comentario más realista a los más de 500 años de presencia católica en América Latina nos lo da la memoria de sus misioneros y de sus santos. Ellos nos recuerdan el sentido y el método de la Misión. Por ello son la clave de lectura de la historia de la Iglesia en el Continente. 2. La memoria litúrgica sugerida por hechos, nombres y personas Existe también otro hecho elocuente. Si los nombres son consecuencia de las cosas acontecidas ("consecuentia rerum") los mismos nombres de la mayor parte de las ciudades de América Latina expresan el hecho vivo de la memoria cristiana. Aquellos nombres de ciudades en honor de los santos son memoria litúrgica de la fe de aquellas personas y no fruto de una nostalgia de la tierra dejada a las espaldas en España o Portugal y que ahora intentan recrear. En la fundación de las ciudades latinoamericanas encontramos frecuentemente el hecho de una compañía eclesial que se convierte en misión. Son frecuentemente los frailes misioneros los que trazan las fundaciones, e incluso a veces son fruto de un convento, de un monasterio o de una misión. La misma construcción de las nuevas ciudades tiene algo de litúrgico, o de dedicación litúrgica, por ello casi siempre están dedicadas a recordar los misterios de Jesucristo, de la Virgen o de los santos. Esta dedicación-consagración se ve en el rito de fundación, en su trazado arquitectónico bajo la sombra de la cruz y con la iglesia al centro de la vida ciudadana. Entre los arquitectos y fundadores de muchas ciudades se encuentran con frecuencia misioneros y religiosos. Estos santos, canonizados o no, han sido testimonio vivo de Jesucristo y servidores del hombre en aquellas tierras, las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano desde siempre34. En una palabra, la fe cristiana constitutiva de la identidad latinoamericana se manifiesta claramente a través de la experiencia de los santos. 30 . Documentos de Puebla, n. 7. . "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es un catolicismo popular"(Documentos de Puebla, n. 444. "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyéndose en la matriz cultural del continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Documentos de Puebla, n. 445; cfr. nn., 7; 454; 457). 32 . "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es un catolicismo popular"(Puebla, n. 444). "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyéndose en la matriz cultural del continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Puebla, n. 445; cfr. anche: nn., 7; 454; 457). 33 . "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina". 34 . Cfr. JUAN PABLO II, "Fidelidad...", En Insegmanenti..., VII/2, 885-897. 31 V. EL ROSTRO DE LOS SANTOS LATINOAMERICANOS Los santos no pasan en la historia de la Iglesia como meteoros, sin dejar huella alguna. No sólo testimonian ante la Iglesia, sino que la trasforman, la ponen en movimiento: muestran la eficacia reformadora de la santidad vivida y son constructores de Historia de la Iglesia 35. Además la santidad canonizada es siempre reconocida por la Iglesia como providencial en la vida de la Iglesia y de la sociedad secular. Los santos son los grandes dones de Dios a su Iglesia y a través de ésta a la Humanidad36. Las bulas de canonización subrayan que las personas de las que consagran la santidad han llegado "al tiempo oportuno" para responder a las necesidades más profundas de la Iglesia y del mundo en el variar de las épocas37. Este es el caso claro de los santos pertenecientes tanto a la etapa de la primera evangelización como de los que pertenecen a la etapa de las pos independencias. 1. "Bálsamo reconciliador" "Si miramos los siglos que mediaron desde la caída del Imperio de Occidente hasta la reforma cluniacense (siglos V al XI)...con todos los muertos y todas las injusticias que tuvo ese largo periodo de historia en el que la cultura romana se "encontró" con las culturas bárbaras, produciendo la maravilla de la Europa medieval, no podemos menos de hacer dos reflexiones: por una parte, el que no se nos puede juzgar como lo ha pretendido la "leyenda negra", y por otra, que en todo el proceso de mezcla y de inculturación tanto en Europa como en América estuvo presente el bálsamo reconciliador de la Iglesia"38. En los orígenes de la Europa cristiana encontramos las figuras de los monjes benedictinos, de los iro-escoceses, y de los discípulos de los santos hermanos de Tesalónica entre los eslavos como misioneros y testigos del acontecimiento cristiano. En América Latina vemos a los franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas, mercedarios, carmelitas descalzos, capuchinos y a tantos otros. En la Edad Media la Iglesia promovió aquellos lugares humanos de libertad que fueron los monasterios. Creó un arte, y unos lugares de saber (las escuelas y las universidades). En América Latina hizo lo mismo con las misiones y las reducciones, las universidades, la imprenta, los hospitales y otras numerosas obras de caridad. Creó el arte barroco colonial y mestizo, fomentó y enriqueció una cultura y una lengua. Como ha escrito el historiador mexicano José de Vasconcelos debemos intensificar la valoración del variado mestizaje, no como un simple fenómeno biológico, sino como un mestizaje cultural, inmensamente rico en posibilidades y en expresiones. Pues bien en el fondo de este sustrato cultural encontramos que hay algo que le da profunda unidad. Es el "sustrato católico", del que hablan los Obispos Latinoamericanos en los Documentos de Puebla. La Virgen de Guadalupe es un temprano signo de la finura y de la fuerza del mestizaje cultural creado por el catolicismo, como reafirman en numerosos documentos los obispos latinoamericanos, por ejemplo en Puebla, y los Papas de nuestros tiempos. Como nos recuerdan los obispos en Puebla: "nuestro radical sustrato católico con sus formas vigentes de religiosidad ha sido establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos"39. 35 . Cfr. Documentos de Puebla, nn. 7, 8, 9. . H. U. von BALTHASAR, Sorelle nelle Spirito. Teresa de Lisieux e Elisabetta di Dgione. Trad. ital. Jaca Book 1974, 1-32. 37 . Los santos son dones de gracia, milagros-signos de la potencia salvífica de Cristo. Cada Bula de canonización muestra con precisión estos aspectos concretos especificando en cada caso las características, los motivos de tal fecundidad y los rasgos del rostro de Cristo en cada caso y la llegada oportuna y providencial del santo como constructor de historia salvífica. 38 . Card. Oscar RODRGIGUEZ MADARIAGA, en R. BALLÁN, Misioneros de la primera hora. Grandes evangelizadores del Nuevo Mundo, Ed. Mundo Negro, Madrid 1990. 39 . "Nuestro radical substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad fue establecido y dinamizado por una vasta legión misionera de obispos, religiosos y laicos. Está ante todo, la labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrán y otros...quienes nos enseñan que, superando las debilidades y cobardías de los hombres que los rodeaban y a veces los perseguían, el evangelio, en su plenitud de gracia y amor, se vivió y se puede vivir en América latina como signo de grandeza y de verdad divina" (Puebla n. 7). 36 Los santos de la Iglesia latinoamericana han sido "un bálsamo reconciliador" durante la etapa de la primera evangelización y del encuentro entre las distintas culturas, y han vuelto a ser "un bálsamo reconciliador y curativo" ante las numerosas llagas sociales abiertas por las terribles situaciones de desajuste social causadas por el liberalismo y por el abandono de la cultura católica por parte del Nuevo Poder. Más de un centenar de las Causas de canonización de Siervos de Dios del siglo XIX hasta el presente son una respuesta de la caridad cristiana a los desajustes y a las llagas sociales de su tiempo. Otra prueba fundamental de cuanto afirmamos está en el hecho de que los santos son las figuras más cercanas al pueblo latinoamericano tanto en sus necesidades como en la misión de darle un sentido profundo de pertenencia eclesial40. 2. Expresión del Movimiento misionero de la Iglesia en proceso de renovación Los santos son siempre expresión y punto de partida al mismo tiempo de una espiritualidad, pero si toda espiritualidad es la expresión de una experiencia de vida cristiana mostrada a través de los santos y al mismo tiempo constituye una ayuda fecunda para la vida cristiana, estos santos de la Iglesia latinoamericana como indica San Juan Pablo II en su carta a los religiosos latinoamericanos del 29 de junio de 1990 con motivo del V centenario son una clara fuente de espiritualidad en la vida de la Iglesia y constituyen los puntos salientes de la historia de la misma en este continente. Tanto los santos de la etapa virreinal como los de la etapa contemporánea son fruto de un movimiento eclesial - y si se quiere de un sujeto católico vivo existente. Es significativo el hecho de que la santidad canonizada en la primera etapa así como las Causas introducidas pertenecientes a la segunda etapa de la historia latinoamericana se concentra alrededor de algunos centros geográficoeclesiales como México, Perú, Colombia, Argentina, Chile, Brasil, con estadísticas menores, pero presentes en todos los demás países. 3. Radicalidad evangélica Una buena parte de los santos y beatos de la Iglesia latinoamericana son religiosos. Ya en el envío de misioneros al Nuevo Mundo las autoridades competentes tuvieron a bien subrayar el hecho de que debían de ser religiosos pertenecientes a Ordenes reformadas con un fuerte sentido de la vuelta al carisma fundante primitivo41: lo que en nuestro tiempo el Vaticano II ha llamado “la vuelta al carisma original” ("primitiva instituti inspiratio)42. Por ello solamente se permitirá el paso a las Américas a religiosos de "vida ordenada y santa", generalmente escogidos entre las órdenes mendicantes y los jesuitas. Pero también los santos y beatos y en las Causas introducidas de la segunda etapa son en casi su totalidad religiosos o religiosas. Abundan las fundadoras y los fundadores. 40 . "La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. es un catolicismo popular"(Puebla, n. 444). "Con deficiencias y a pesar del pecado siempre presente, la fe de la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando su identidad histórica esencial y constituyendose en la matriz cultural del continente, de la cual nacieron los nuevos pueblos" (Puebla, n. 445; cfr. anche: nn., 7; 454; 457). 41 . La bulla "Omnimoda" prescribía el envio de misioneros que perteneciesen a las Ordenes mendicantes reformadas ("praesertim Ordinis Minorum observantiae" como los franciscanos reformados), que en España crecían gracias también a la reforma del cardenal de Toledo y confesor de la Reina Isabel, Francisco Ximénez de Císneros. Bulla de Adriano VI Omnimoda, en METZLER J., I, 166-169; Alias felicis de León X, in MEZTLER J., I, 160-163. Cfr. RICARD R., o.c., 84-85, n. 37; Mejico in DHE, III, 1456. 42 . El amplio movimiento de renovación de la vida religiosa, que había decaído en muchas órdenes, tuvo una repercusión notable en la España de los XV y XVI. El método de tal renovación, apoyado por los Papas y por los reyes Católicos tuvo como orientación un principio que desde siempre se ha propuesto en la renovación de la vida religiosa. La vuelta al carisma original, como indica el Vaticano II en el Decreto Perfectae Caritatis, 2. 4. Disponibilidad al martirio Otro punto común a la historia de la santidad que podríamos llamar misionera de la primera etapa es la total disponibilidad a consumar la propia vida en favor de la misión y de la gente más necesitada incluso hasta el martirio43. En relación a este punto queremos hacer las siguientes observaciones: 1ª) Su misma vida constituía ya una predicación silenciosa, como nos testimonia el franciscano Jerónimo Mendieta (1596) escribiendo en relación al trabajo de los misioneros en México44. Es la vida de muchos de estos santos canonizados o no la que testimonia la existencia en ellos de aquella disposición al martirio. El misionero que de España o Portugal iba a las Indias sabía que iba para no volver a su patria, y el misionero nacido en las Américas sabía que también él exponía a diario su vida en su ministerio apostólico. Una tal elección libre podía estar sólo animada por un espíritu de mística misionera. 2ª) En relación a los casos concretos de martirio hoy como hoy los historiadores eclesiásticos no han estudiado suficientemente el número y la cualidad de la mayor parte de las muertes violentas que han sufrido muchos misioneros y fieles desde la California hasta la Tierra del Fuego a manos de no cristianos y "propter odium fidei". Solamente un exiguo número han obtenido la declaración auténtica de martirio por parte de la Iglesia como los jesuitas rioplatenses, Roque González de Santa Cruz, sacerdote diocesano criollo natural de Asunción (Paraguay), que entró en la Compañía de Jesús y fundó con el p. Lorenzana la primera reducción del Paraná en 1610; Juan del Castillo, natural de Belmonte (Cuenca-España) y Alonso Rodríguez (natural de ZamoraEspaña). El primero y el tercero sufrieron el martirio en la misión de Todos los Santos del Caaró el 15 de noviembre de 1628 y el segundo en la reducción de la Asunción de Yjuhi, dos días después; los tres fueron asesinados por instigación del cacique Ñezú, al que reprochaban su poligamia. 3ª) La mayor parte de las reducciones indias se asentaron definitivamente después que los misioneros hubieron dado su vida como testimonio de la fe cristiana. El hecho es constatable tanto en las misiones de la Nueva España y California como en las de la América meridional. 4ª) Las causas aparentes del martirio fueron muy diversas; tampoco estuvieron ausentes las incomprensiones, pero la causa formal del martirio, come señala Juan Pablo II II en su carta a los religiosos y Religiosas latinoamericanos fue "su amor heroico a Cristo que les llevó a donarse sin límites al servicio de sus hermanos indígenas"45. Mueren víctimas de su caridad curando apestados o en el intento de abrir el camino del Evangelio desafiando la hostilidad de las tribus indias, las adversidades y el rigor de la naturaleza salvaje. Recordando solamente el caso de los jesuitas fundadores de las reducciones del Paraguay, además de los tres mártires ya citados la lista de las víctimas de aquella empresa misionera es bien larga: Cristóbal de Mendoza es asesinado en El Tape el 26 abril de 1635; Gaspar Osorio y Antonio Ripario son asesinados por los chiriguanos el 1 de abril de 1639; Diego de Alfaro muere a ma nos de los mamelucos, mientras defiende a los guaraníes, el 19 de enero de 1639; Alfonso Arias y Cristóbal Arenas mueren a manos de los mamelucos; Pedro Romero y Mateo Fernández a manos de los chiriguanos el 22 de marzo de 1645; el p. Espinosa es asesinado por los guapalaches; Lucas Caballero por los pinzocasas el 18 de octubre de 1711; Bartolomé Blende y José de Arce por los payaguás en 1715; Juan Antonio Salinas y Pedro Ortíz de Zárate por los mocobíes y los tobas; Nicolás Mascardi por los payas; Alberto Romero por zamucos en 1718; Julián Lizardo por los chiriguanos; Agustín Castañares por los mataguayos en 1744; Santiago Herrero por los abipones; Francisco Ugalde por los mataguayos; Antonio Guasp por los mbayá en 1764; Martín Javier 43 . Cfr. JUAN PABLO II, "Fidelidad....", in Insegnamenti..., VII/2, 886ss; A los religiosos..., nn. 6, 10; Documentos de Puebla, nn. 6,7. 44 . MENDIETA, Historia eclesiástica indiana. Un capítulo provincial de los dominicos celebrado en Coban (Guatemana) en 1572 llegó a considerar incluso como pecado grave el que un misionero tras aprender las lenguas indígenas volviese a España, ya que ello era como un traicionar su propia vocación. 45 . JUAN PABLO II, A los Religiosos..., n. 6. Urtasum y Baltasar Seña mueren de hambre entre los guaraníes; Juan Neumann muere extenuado tras una travesía extenuante; Enrique Adamo muere víctima de un contagio adquirido asistiendo a los enfermos durante un viaje hacia Chiquitos; Lucas Rodríguez muerto víctima de las inclemencias del tiempo mientras buscaba a los itatines y lo mismo le sucede a Félix de Villagarcía; Romano Harto muere debido a las heridas que le habían infligido los mataguayos; mientras que José Klein por las heridas que le causó un abipón al que había reprochado sus continuos robos. El martirologio tanto del "martirio rojo" (de sangre) como del "martirio blanco" (de sufrimientos físicos y morales) sería interminable. 5ª) Los religiosos misioneros, no obstante los continuos peligros, continuaban su labor misionera. En el antiguo convento franciscano de Cuernavaca (México), hoy catedral de aquella ciudad, a lo largo de sus paredes inmensas se pueden contemplar unos murales gigantes que cuentan la historia de los franciscanos, muchos de ellos salidos de aquel convento hacia las misiones de Japón donde fueron martirizados. Entre aquellos franciscanos se encuentra el primer mexicano mártir canonizado, fray Felipe de Jesús Las Casas. Tales murales son contemporáneos de los hechos que narran. Eran para los frailes misioneros que se formaban en aquel convento memoria constante de esta dimensión integrante de la vocación misionera y religiosa: el martirio. 6ª) No hay que olvidar que la evangelización del Extremo Oriente partió desde la Nueva España. Durante la terrible persecución de Japón (primera mitad del siglo XVII) donde los misioneros caían uno tras otro, los misioneros tanto mendicantes como jesuitas continuaban enviando cartas a sus hermanos de religión pidiendo misioneros que tomasen el lugar de los mártires; y sus comunidades continuaban pidiendo voluntarios para tal empresa ocupando el lugar de los mártires. Un ejemplo lo tenemos durante el Gran Martirio de Nagasaki (septiembre de 1622) donde fueron quemados vivos 23 cristianos, entre ellos algunos religiosos, y decapitados otros 29. Aquellos hechos inflamaron el corazón de muchos misioneros en las Filipinas, en España y en México de, animados por el deseo de derramar la propia sangre por Jesucristo. Estos hechos empujaron por ejemplo a los agustinos recoletos. Estos hechos de martirio empujaron a aquellos frailes recoletos a pedir la gracia de poder abrir una misión en aquellas tierras de persecución. El p. Rodrigo de San Miguel, vicario provincial de los recoletos e antiguo comisario para la animación misionera en la Corte de Madrid, apenas supo que habían llegado a México 24 frailes en 1621, decidió enviar algunos a Japón. Escribía así: "En este tiempo (16211622) la persecución del Japón andaba cruelísima y determiné enviar a Japón algunos religiosos, cuando me llegó la noticia que en la imperial ciudad de México habían llegado muchos que enviaba la majestad católica de nuestro zetante rey y que llegaban a cargo del comisario Fray Andrés del Espíritu Santo"46. Incluso ante los peligros y dificultades de todo orden y la severa prohibición de las autoridades españolas desembarcarse para Japón, los religiosos de las diversas Ordenes continuaron enviando refuerzos. En 1627 los franciscanos y los agustinos recoletos construyeron con gran sacrificio una nave a su cargo y riesgo para poder enviar a Japón los misioneros. Esta nave fue equipada con buenos marineros bajo el mando de un hermano lego franciscano que morirá también el mártir más tarde47. Otro ejemplo entre muchos de este espíritu lo encontramos en el siguiente caso de otro misionero agustino recoleto. En 1628 tras una de las persecuciones más sangrientas en Japón, los agustinos recoletos recibieron con tal emoción la noticia que veinte religiosos se ofrecieron inmediatamente en las Filipinas para ir como voluntarios a ocupar los lugares dejados vacantes por los mártires. Los superiores escogieron a seis de ellos, algunos hoy venerados ya como santos 46 . Conversión de Filipinas y Japón de los agustinos descalzos por el padre Fr. Rodrigo Moriz de la misma orden..., in BPSN, VII (1916), 349, 409, 448, 507, 549, 551. Il brano citato si trova alla p. 451 (cfr. in CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, Malinensis et Macaonensis Beatificationis Martini a S. Nicolao et Melchioris a S. Augustino...Positio super martyrio. I. Romae 1986, 74). 47 .IANUARIUS FERNANDEZ,O.A.R., Bullarium Ordinis Recollectorum S. Augustini, voll. I-IV, Roma-Salamanca 1954-1973, in II, 691; cfr.Positio..Martini...Melchioris, 77-78. mártires. Pero uno de ellos no pudo ir porque cayó enfermo. Escribió desconsolado a otro religioso: "Yo por mis pecados no he podido marchar y he quedado aquí..."48. Este espíritu dominaba a muchos religiosos misioneros del Nuevo Mundo (las Filipinas a efectos jurídicos eran consideradas como parte de aquellas regiones). Se trataba de un ardor misionero que no se paraba ni ante la muerte. Tal ardor lo encontramos de manera clara en todos los santos latinoamericanos aunque no hayan alcanzado la palma del martirio. En relación a las Causas que han sido introducidas a partir del siglo XIX hasta hoy las Causas de mártires supere el centenar es ya significativo. 5. Amor por los más pobres y abandonados de la tierra Una característica tanto de la santidad canonizada como de las grandes figuras misioneras en la historia de la evangelización de América Latina es su amor apasionado por los más marginados de la tierra, los indios, los negros y los pobres. Desde Santo Toribio de Mogrovejo pasando por Francisco Solano, Luis Beltrán, el enfermero de los pobres, San Martín de Porres hasta San Pedro Claver que se firmaba "esclavo de los esclavos negros" todos los santos de la Iglesia latinoamericana muestran como en ellos la caridad se convierte en obra. Imagen viva de Jesucristo tenían la conciencia de pertenecer a los indios, a los negros y a los más abandonados de la tierra. Humanamente todo en la vida de estos santos como en el caso de los contemplativos como Martín de Porres, Juan Macías o Rosa de Lima, como en los misioneros como Toribio de Mogrovejo, Francisco Solano, Pedro Claver o los jesuitas mártires en las Reducciones se demuestra arduo. En el caso de los misioneros, (a esta categoría pertenece la mayor parte de los santos y beatos de América Latina), las dificultades de los viajes, la adaptación al clima y al medio geográfico, el impacto socio-cultural con el mundo indígena, la falta de medios de subsistencia y de instrumentos para conocer la realidad del mundo nativo que para la mayor parte era nuevo exigían de ellos una auténtica pasión por su vocación misionera. Por ello solamente el amor radical a Jesucristo y por aquellas personas concretas podía sostenerles en su vocación. Lo recuerda Juan Pablo II escribiendo a los religiosos y religiosas latinoamericanos: "El mayor testimonio de los primeros misioneros fue su amor a Cristo, que los llevó a entregarse sin límites al servicio de sus hermanos indígenas. ¿Qué otra cosa podían ir buscando al dejar sus familias y su patria y al emprender un viaje que de ordinario era sin retorno? La fe los impulsaba a lanzarse a la gran aventura; una fe semejante a la de Abraham, que respondió a la llamada del Señor, saliendo de su tierra y de sus gentes (cfr. Gen 12, 1-4). En la entrega de estos religiosos a la predicación e implantación del reino de Cristo se refleja, como en un libro viviente, el eco de la confesión del Apóstol: "Siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los que pueda...Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio, para ser partícipe del mismo" (1 Cor 9, 19.22-23)"49. En el caso de los santos misioneros de la primera hora existía un foso cultural aparentemente insuperable. "Muchos tuvieron que actuar en circunstancias difíciles y, en la práctica, inventar nuevos métodos de evangelización, proyectados hacia pueblos y gentes de culturas diversas". Con frecuencia les faltaba el primero y más elemental instrumento de comunicación: el de las lenguas. De aquí se entiende la insistencia de un Santo Toribio de Mogrovejo en que los sacerdotes y misionero aprendan las lenguas y toda su acción pastoral en la preparación de catecismos y "manuales para la confesión" en lengua indígena. esta misma preocupación la vemos desde México hasta las Reducciones del Paraguay. Solamente la real experiencia cristiana que tenían les ayudaba a superar aquel foso de incomunicación. Esta experiencia cristiana generaba en ellos un modo diverso de mirar a la humanidad de aquellas personas. Aquella mirada se convertía en una mirada de afecto fraterno 48 . Positio... Martini...Melchioris, I. Romae 1986, cap. III, 77-78, n. 73. 49 . JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de A.L., 6. hacia aquellas personas creadas a imagen de Dios, redimidas por la sangre de Jesucristo y por lo tanto sujetos de derechos inalienables. Algunos han defendido a los más débiles con su palabra y con sus intervenciones ante las autoridades, como Santo Toribio de Mogrovejo, defensor de los indios; otros lo han hecho con una vida que es todo un gesto, como Pedro Claver o Martín de Porres. Pero la raíz de sus actuaciones era la misma. Lo confesaba uno de los "santos" no canonizados, Fray Toribio de Benavente "Motolinía", uno de los "doce apóstoles de México". Nada ni nadie podía parar a estos apóstoles que recorrían valles y cañadas, atravesaban desiertos o selvas "para administrar los sacramentos y predicarles (a los indios) la palabra y Evangelio de Jesucristo, porque viendo la fe y necesidad con que lo demandaban, ¿a qué trabajo no se pondrán por dios y por las ánimas que El creó a su imagen y semejanza, (y) redimió con su preciosa sangre, por los cuales El mismo dice haber pasado días de dolor y de mucho trabajo?"50. Estos misioneros del Evangelio ante la realidad de los indios tan distintos, a sus prácticas idolátricas, a la realidad de los sacrificios humanos, al escándalo del comportamiento cruel de muchos colonos, han entendido que el primer anuncio creíble era el de la vida misma y el de la solidaridad. Este método misionero elemental y fundamental al mismo tiempo lo recuerda Juan Pablo II escribiendo a los religiosos y religiosas latinoamericanos: "Algunos pioneros de la evangelización quisieron vivir desde el primer momento entre los indígenas, para aprender sus lengua y adaptarse a sus costumbres. Otros promovieron la formación de catequistas y colaboradores que les hacían de intérpretes, mientras por su parte trataban de entender su lenguaje, conocer su historia y su cultura, como atestiguan los primeros historiadores de la evangelización, entre ellos Bernardino de Sahagún. En esta convivencia con los indígenas muchos misioneros se hicieron labradores, carpinteros, constructores de casas y templos, maestros de escuela y aprendices de la cultura autóctona, así como promotores de una artesanía original que pronto se pondría al servicio de la fe y del culto cristiano. La Iglesia da gracias al Señor por haber suscitado tantas vocaciones misioneras en las Ordenes e Institutos religiosos, que fueron portadores de la fe cristiana y de un amor grande a los nativos..."51. ¿No ha sido esta la historia de los misioneros franciscanos y dominicos en México y Perú, la de Santo Toribio de Mogrovejo, Vasco de Quiroga o la de los jesuitas con sus Reducciones? "Esto favoreció, como recuerda S. Juan Pablo II, que un gran número de indígenas se convirtiera al cristianismo, movidos por la gracia de Dios y la fuerza persuasiva de la Buena Nueva"52. 6. Radical pobreza evangélica La radical pobreza evangélica practicada por estos santos es otro de los aspectos que llama la atención. En un mundo donde el contraste escandaloso entre el ansía de riquezas de unos y la pobreza extrema de los otros la pobreza evangélica de estos santos es uno de los signos más claros del Evangelio. Tal testimonio radical de pobreza favoreció también el encuentro con los indígenas y cooperó en mover su corazón hacia el cristianismo que podía aparecer como la religión de los vencedores y por lo tanto de los poderosos. En este contexto se comprende el hecho providencial del testimonio de pobreza evangélica dado por estos santos. El desapego de toda apariencia de poder y de lujo, como en el caso del santo arzobispo Toribio y de tantos otros, en un mundo donde el deseo de riquezas y de poder era uno de los pecados capitales más frecuentes fue el primer catecismo de estos santos misioneros53. 50 . TORIBIO DE BENAVENTE MOTOLINIA, Historia de los Indios de la Nueva España, trat. III, cap. 10. . JUAN PABLO II, Carta a los Religiosos y Religiosas de A.L, 7. 52 . Ibidem, 8. 53 . Tal pobreza evangélica era vivida por los misioneros en los detalles de la vida diaria de manera que nos causa estupor: en la manera de comer, en sus conventos, en las cosas que usaban. Su vida tan sumamente austera era tal que un Virrey de México en el siglo XVI pidió al Papa que ordenase a estos religiosos misioneros que pudiesen comer carne y montar a caballo durante los largos viajes, ya que se negaban a ello. Un ejemplo elocuente lo tenemos en "los doce apóstoles de México", según cuanto nos narra BERNAL DIAZ DEL CASTILLO, Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva España, cap. CLXXI. Ed. Madrid 1947; JERONIMO DE MENDIETA, Historia..., L. II y 51 La conciencia de esta dimensión evangélica de la pobreza durante lo dos primeros siglos de la evangelización se encuentra también percibida como una constante por las autoridades tanto religiosas como civiles y en los concilios locales54. Esta pobreza evangélica causa estupor en los indios ya desde el primer momento. Los indígenas ciertamente no podían no comparar el desapego de las riquezas practicado por estos hombres de Dios frente a la avidez de muchos colonos. Muchas relaciones misioneras de la época non confirman en el hecho de que la conversión de muchos indios a la fe cristiana era provocada por este testimonio55. VII. AMÉRICA LATINA ES UN CONTINENTE TAMBIEN DE MARTIRES 1. Persecuciones y mártires en nuestros tiempos modernos El papa S. Juan Pablo II en la convocación del Jubileo 2000 escribía que “en nuestro siglo (XX) han vuelto los mártires, muchas veces ignorados, como 'soldados desconocidos' de la gran causa de Dios" (Tertio millennio adveniente, 37). Hablaba de la multitud de los mártires en el siglo XX: "Este siglo ha visto numerosos mártires, especialmente del nazismo, del comunismo y de conflictos raciales y tribales” (Incarnationis Mysterium, 13). “Los mártires, escribía, son hombres y mujeres que han seguido a Cristo en las varias formas de la vocación religiosa". En más de 70 países han sufrido persecución por motivo de la profesión de su fe todas las Iglesias cristianas. Las ideologías que han dominado la cultura mundial a lo largo de los dos últimos siglos, a partir de la etapa inaugurada por la Revolución Francesa, continuada y fomentada en el llamado “largo siglo liberal” (siglo XIX y parte del XX) por mentalidades y variados intereses, con sus altibajos anticristianos por personas y grupos que se confesaban “libre-pensadores”, agnósticos, masones en una variedad múltiple de tonos. Las revoluciones burguesas y luego otras de carácter totalitario (marxista o nazi-fascista) triunfarán en muchos países.. En manera variada estas ideologías han conducido en el siglo XX a una cadena de purgas y genocidios, guerras y desastres de todo tipo. También en el Continente Latinoamericano abundan estas persecuciones, que a veces se revisten de formas defensoras de intereses particulares de oligarquías opresoras o bajo el manto de formas políticas de defensa de una llamada “seguridad nacional” o, al contrario, de movimientos guerrilleros de talante marxista como “Sendero Luminoso”56 L. III, c. 12.; BERNARDINO DE SAHAGUN, IV, Ed. México 1938, 298-299, que nos narra la versión de una fuente mestiza (y azteca), la de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. 54 . A este respecto pueden verse las disposiciones de Felipe II en: Monumenta antiquae Floridae, vol 3, 13*. Romae 1946; Ley 18, T. 14. L 1.( petición de Felipe II al papa Pio IV para que prohibiese a los religiosos que volvían a España de traer consigo oro o plata. El p. Everard Mercurian s.j., en una carta al p. Juan de la Plaza s.j., del Perú, le autoriza a expulsar de la Compañía a los religiosos que volviesen a España con dinero. Las penas infligidas a los religiosos que se prestaban a trasportar dinero o a ser intermediarios del mismo eran severísimas; se prohibía así mismo el imponer cargos pecuniarios por los servicios de ministerio (derechos de estola), ley que se mantendrá en vigor durante los 3 siglos de dominación española. La misma preocupación la encontramos en Cortés: J. MENDIETA, Historia..., L. III, c. 1; III, c. 3; III, c. 6; Ed. México 1971; HERNAN CORTES, Cartas de Relación. Ed. Madrid 1932, 121-122; RICARD R., La conquista espiritual de México. México 1986, 31, nn. 4 y 5. 55 . Cfr. el testimonio dado por Fray Antonio de Remesal en Historia de Chiapa y de Guatemala donde nos narra la llegada de los dominicos en 1545 llegando de un pueblo llamado Cicalango (Guatemala), que sorprendidos por el modo cómo los indios los habían recibido. El cacique había incluso ordenado que se les lavase los pies y que se les sirviese maíz, pescado y agua fresca. Ante la sorpresa de los misioneros el cacique les explicó que sabían que los misioneros a diferencia de los españoles no venían en busca de sus bienes ni con la intención de causarles algún mal, sino que sólo querían su bien espiritual. Cfr. en BORGES P., El envío de misioneros, 92. Lo mismo hallamos en un testimonio de Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatán. Ed. de Héctor Pérez Martínez. México 1938. 56 Sendero luminoso es un Movimiento revolucionario de inspiración maoísta que se proponía la instauración de aquel tipo de socialismo en Perú. Fundado en 1969 por A. Guzmán Reynoso, comenzó una lucha armada sin tregua en 1980, comenzando por las regiones andinas y extendiendo su lucha guerrillera al resto del país a partir de 1989. Sus líderes serían sucesivamente detenidos por las fuerzas del gobierno, tras años de enconadas luchas. en Perú, los “tupamaros” de Uruguay57, o los “sandinistas”58 de Nicaragua y otros movimientos revolucionarios filo-marxistas, que han abundado en los últimos decenios en varios países latinoamericanos. Todos estos proyectos sociales han intentado eliminar violentamente la fe cristiana, o de un modo o de otro. Aquí se sitúa la historia de las persecuciones que los cristianos han sufrido en el siglo XX y la de sus mártires en América Latina. Numéricamente nunca ha habido tantos cristianos como en el siglo XX con casi dos mil millones de fieles. Pero también el siglo XX se caracteriza por haber tenido más mártires que todo el resto de la historia del Cristianismo: de hecho, dos tercios de los mártires de esta historia fueron asesinados precisamente en el siglo XX. Han sido alrededor de 27 millones, de un total de casi 40, según los cálculos proporcionados por el Obispo ucranio Michel Hrynchyshyn, presidente de la Comisión de los Nuevos Mártires del Jubileo del 2000. Estos datos los proporciona también el estudioso inglés David B. Barret en "Christian World Encyclopedia". Barret habla de 26,685,000 en solo el siglo XX. Juan Pablo II a lo largo de su pontificado canonizó 464 santos y santas, de los que 344 mártires; beatificó 1291, de los que 971 mártires. Por su parte, Benedicto XVI sólo en sus dos primeros años de pontificado canonizó 9 santos y beatificó 40 beatos, de éstos últimos 21 son mártires. 2. ¿Cuál puede ser la raíz de estas persecuciones? ¿Cuál puede ser la raíz de estas persecuciones contra el cristianismo? Se perfila cada vez una visión del hombre contrapuesta a la experiencia cristiana. Incluso se llega a pensar que haya que extirpar el cristianismo del corazón de la sociedad, como escribía un conocido periodista italiano del area laica: “Siempre y con mayor frecuencia el debate público de las sociedades occidentales muestra una actitud de desprecio, con frecuencia hostil, hacia el cristianismo… El blanco verdadero y mayor es en sustancia la idea cristiana en su conjunto… y específicamente el catolicismo y su Iglesia”59. Por ello no debe tener cabida en la educación pública que debe ser totalmente a-religiosa. La permanencia del hecho religioso se tolera al máximo en la vida privada. Poco a poco se impone entre las concepciones del Estado aquella que le da poderes ilimitados. "La razón de Estado es la norma de la acción política, la ley motriz del Estado. Ella dice al hombre de gobierno lo que debe hacer para conservar el Estado vigoroso y fuerte" (Friedrich Meinecke). Para el hombre de Estado la norma de "actuar según una responsabilidad moral" cede frente a la norma de "actuar según el instinto de potencia". Y el instinto de potencia lleva al imperialismo estatal o a la defensa de intereses creados contra quienes estorban tales proyectos con intervenciones en favor de la justicia, especialmente de los oprimidos, como ha sucedido con frecuencia en los casos de América Latina, entre ellos el paradigma de muchos de ellos, como ha sido el caso del arzobispo Oscar Romero de El Salvador. Es fácil captar la derivación maquiavélica de la "razón de Estado" y los motivos de los grupos oligárquicos detentores del poder social y económico en estos países; también es fácil prever a qué consecuencias lleva este terrible juego de los imperialismos estatales o sociales, desde el momento en que la política descuida los reclamos de la ley 57 También llamados MLN (Movimiento de Liberación Nacional), organización de guerrilla urbana de inspiración marxista-leninista, activa en Uruguay entre los años sesenta y setenta del s. XX, cuyo líder más importante fue Raúl Sendic Antonaccio, militante del Partito Socialista de Uruguay y que ejerció un cierto influjo ideológico en los países vecinos. 58 El sandinismo fue un movimiento revolucionario de carácter marxista y patriótico, basado sobre el pensamiento de Augusto César Sandino, que se desarrolla en Nicaragua a comienzos de los años sesenta del s. XX, dando lugar al Frente Sandinista de Liberación Nacional en oposición al régimen dictatorial de Anastasio Somoza Debayle. El Frente triunfa en 1979, y da lugar a un partido de inspiración marxista-leninista. Sin embargo no logró alcanzar los programas “democráticos” que se proponía y al fuerte contraataque de los “Contras” sostenidos por los EE.UU. y los embargos de su gobierno. La lucha armada acaba en 1990, cesando la hostilidad norteamericana, que veía en el sandinismo una expresión política armada del castrismo de Cuba. En Nicaragua de entonces se dio un fuerte contraste entre algunos clérigos, alimentados por una teología de la liberación, que sostenían aquel régimen político y los obispos nicaragüenses, que no la compartían. El viaje apostólico de S. Juan Pablo II a finales de 1982 fue uno de los momentos más duros de las visitas del Santo Papa al Continente americano, donde el Papa, pronunció palabras fuertes sobre la confusión entre fe y política y las ambigüedades que algunos católicos estaban mostrando con su lectura teológica. 59 Ernesto GALLI DELLA LOGGIA, en Il Corriere della Sera, 21 marzo 2010. moral natural. También en este campo la Iglesia se ha demostrado una vez más la única realidad que ha defendido la persona y la libertad de la sociedad frente a los totalitarismos y las mafias de la injusticia organizada. 3. S. Juan Pablo II sobre los Mártires La Iglesia del primer Milenio nació de la sangre de los mártires recordaba S. Juan Pablo II citando a Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”60. Al término del segundo milenio y comienzos del tercero, la Iglesia se ha convertido nuevamente en Iglesia de Mártires. La Iglesia de los primeros siglos, pese a encontrar notables dificultades organizativas, se preocupó por fijar en martirologios especiales el testimonio de los mártires. Tales martirologios han sido puestos al día constantemente a través de los siglos, y en el catálogo de los Santos de la Iglesia han entrado no sólo los que han derramado su sangre por Cristo, sino también maestros de la fe, misioneros, confesores, obispos, presbíteros, vírgenes, cónyuges, viudas, seglares empeñados en el trabajo y en la vida pública, padres y madres de familia, jóvenes y adolescentes e incluso niños: todos los niveles de la pertenencia eclesial. Aquí tenemos la explicación clara del porqué de este multiplicarse de beatificaciones y canonizaciones, entre las que se encuentran ya un creciente número de latinoamericanos y otros que ya se acercan a tal reconocimiento. El bautismo es el punto de partida y transformación total de la vida del cristiano y dentro de la historia cristiana el martirio, el testimonio, que a veces podrá ser sigilado con el derramamiento de la propia sangre, es una gracia que ha acompañado siempre a la vida de la Iglesia desde su nacimiento. Los mártires, repetía continuamente el santo papa Juan Pablo II, eran indispensables para anunciar el Evangelio. Así recordaba los misioneros y misioneras que: «no pocas veces proclaman la buena nueva y manifiestan su fe en ambientes hostiles o indiferentes…para la misión a menudo la prueba suprema es el don de la vida hasta la muerte… Como siempre en la historia cristiana, los "mártires", es decir, los testigos, son numerosos e indispensables para el camino del Evangelio. También en nuestra época hay muchos: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así como laicos; a veces héroes desconocidos que dan la vida como testimonio de la fe. Ellos son los anunciadores y los testigos por excelencia" (Redemptoris missio, 45)» 61. «Jesús, manantial de vida para todos» era la única fuente, motivo y sostén de tal testimonio. En el jubileo del año dos mil se celebraron profusamente las memorias de todos los Mártires cristianos del siglo que concluía, el más sangriento de toda la historia cristiana, un siglo en el que se mezcló, del norte al sur... y del sur al norte, la sangre de obispos, sacerdotes, religiosos, catequistas y fieles bárbaramente asesinados y a los pastores a los que se les impide ejercer su ministerio, o incluso que son amenazados de muerte». 4. Los casos de América Latina También el Continente Latinoamericano ha vivido páginas heroicas de martirio cristiano en el siglo XX con persecuciones anticatólicas tenaces. El martirio de muchos católicos mexicanos conmovió al mundo católico de la primera mitad del siglo XX. Cuarenta de aquellos mártires, entre los varios centenares de católicos víctimas de la persecución, han sido ya canonizados (25) o beatificados por Juan Pablo II y por Benedicto XVI (15, de los que 13 en Guadalajara el 20 de noviembre de 2005). Pero no ha sido el caso único, ni mucho menos, cada día salen a la luz nuevos mártires muy cercanos cronológicamente a nuestros días en el resto de los países. La muerte de estos mártires, como se está demostrado en los respectivos procesos, no fue debida a motivos políticos. Se puede afirmar sin lugar a dudas que su martirio fue en odio a la fe. Es cierto que algunos de ellos se encontraban involucrados en la lucha por la libertad religiosa y por 60 JUAN PABLO II, Tertio millenio adveniente, n. 37, cita: TERTULIANO, Apologeticum. 50, 13; CCL I, 171. JUAN PABLO II, a los directores de las Obras misionales Pontificias de 130 países del mundo reunidos en Roma para su asamblea anual, discurso, el 11 de mayo del 2000. 61 los derechos de las personas en la sociedad católica. Es un derecho fundamental de la persona luchar por la propia dignidad. Estos mártires no se mezclaron en hechos de armas directos. Defendieron lo que una conciencia cristiana exige: la defensa de la dignidad de la persona y de la justicia social. Fueron asesinados fríamente porque eran católicos que confesaban su fe y no por hechos de protesta armada. Les pasó lo que les sucedió a los primeros cristianos cuando fueron llamados “cristianos“: un nombre inventado por el desprecio, se convirtió en el más alto nombre de su gloria. Ya en el siglo III, escribía uno de los padres de la Iglesia, Clemente Alejandrino: “Una alianza nueva ha establecido el Señor con nosotros. Lo que se refiere a los Griegos y a los Hebreos pertenece al pasado; en vez, para nosotros, como una tercera estirpe (tertium genus), de manera nueva, lo adoramos como cristianos”62. Al cristiano le acecha siempre la tentación de adaptarse a la vieja mentalidad “del mundo”, como recuerda Jesús en el evangelio de san Juan (capítulos 15-17). El cristiano-católico se hace mundano cuando sigue sin más la cultura pagana corriente, sacrificando su identidad cristiana-católica, aunque esté bautizado en la práctica es un apostata de su fe. Por el contrario, la confesión de Jesucristo abre el horizonte mezquino del orden mundano y crea relaciones nuevas que rompen las modas de la mentalidad pagana común. Empieza así la persecución. En este sentido el cristiano-católico “no tiene patria” y por ello ese mundo lo odia, como subraya Jesús en el Evangelio63. Fue esta la raíz profunda de las persecuciones: desde las primeras en la época del Imperio Romano hasta las de nuestros días. Éste es el otro aspecto de la violenta historia de persecuciones que han sufrido muchos católicos latinoamericanos en estos últimos años en los que han pedido sólo que se respetasen sus derechos fundamentales a la libertad religiosa, es decir, a vivir conforme a su fe cristiana, y los derechos fundamentales de la persona. Los gobernantes o los grupos de poder en los casos de estos martirios se negaron a tolerar unas voces incomodas o quisieron eliminarlas con la violencia. Así pasó en México en la década de 1920, e incluso algunos se levantaron en una protesta armada (la llamada “cristiada”). Pero a finales de junio de 1929, por obediencia a la jerarquía de la Iglesia, depusieron las armas tras unos “acuerdos” firmados entre una delegación de obispos con el Gobierno, negociaciones sostenidas por el Gobierno de los Estados Unidos y también propiciadas por la Santa Sede. Aquellos “arreglos”, como se les llamó, fueron enseguida pisoteados por el Gobierno con una sangrienta “matanza”. Tras esta villana traición habrá una “segunda cristiada”, aunque más cauta y desconocida. 5. Nuevas formas de persecución y de martirio: los casos recientes de América Latina 5.1. El caso extraordinario del Arzobispo Oscar Romero Galdámez El catolicismo en América Latina ha vivido hasta hace pocas décadas una dramática historia martirial. Pero estos martirios han adquirido nuevas o inéditas modalidades en nuestros días. Uno de los casos más elocuentes de ello es el del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero Galdámez, asesinado “en odio a la fe” el 24 de marzo de 1980 y el de muchos casos de sacerdotes asesinados a lo largo de los últimos años. El caso de Mons. Romero fue examinado y aprobado por la Congregación de las Causas de los Santos en enero de 2015. Y, Mons. Romero fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía en la capilla de un hospital. Sus asesinos quisieron eliminar un enemigo político, que nunca había dudado en denunciar los continuos crímenes perpetrados por el Estado. La Causa de canonización se abrió en 1994 y llegó a Roma en 1997. Durante el Jubileo del 2000, S. Juan Pablo II citó a Mons. Romero en el texto de la “celebración de los Nuevos Mártires”, tomando de nuevo cuanto había escrito el día de su muerte a la Conferencia Episcopal del Salvador: “El servicio sacerdotal de la Iglesia de Oscar Romero lleva el sello inmolando su vida, mientras ofrecía la Víctima eucarística”. El Papa Francisco ha citado a Mons. Romero durante una audiencia general reciente (2015). Ha recordado que el arzobispo de San Salvador “decía que las madres viven un ‘martirio materno’. 62 63 CLEMENTE ALEJANDRINO, Stromata, III, 5, 41, 4-6. Cfr. Mateo 10,22-24; Mc 13,13; Lc 21,27; Jn 15,18. En la homilía para un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, dijo él, haciéndose eco del Concilio Vaticano II: ‘Todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, aunque si el Señor no nos concede este honor… Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en aquel silencio de la vida diaria; dar la vida poco a poco? Sí, como la da una madre, que sin temor, con la sencillez del martirio materno, concibe en su seno un hijo, lo da a la luz, lo amamanta, lo ayuda a crecer y lo asiste con amor. Es dar la vida. Es martirio”. La próxima beatificación de Mons. Oscar Romero y de otros sacerdotes asesinados en América Latina durante los últimos años es una victoria de la Iglesia de los duros tiempos de la actual postmodernidad, una Iglesia que proféticamente se ha entregado a la defensa de la justicia hollada y de los oprimidos, como continuamente remarca el Papa Francisco. Es sintomático que la beatificación de un obispo del talante de Mons. Oscar Romero tenga lugar bajo el pontificado del primer papa latinoamericano. La santidad martirial del arzobispo Romero ya había sido reconocida por sus dos los dos inmediatos predecesores del papa Francisco. S. Juan Pablo II durante su visita pastoral a El Salvador en 1983 visita la tumba del Obispo martirizado tres años antes, y tras haber puesto sus manos sobre su tumba, declaraba: “¡Romero es nuestro, Romero es de la Iglesia!”. Luego, durante el Jubileo del 2000, el papa Wojtyla quiso recordar al obispo de El Salvador, colocando su nombre, ausente en el primer texto, en el oremus final, durante la celebración de los nuevos mártires. También durante la Conferencia de Aparecida del 2007, Benedicto XVI, afirmó con fuerza que para él Romero era como si ya fuese “beato”. Más tarde, el 20 de diciembre de 2012, un par de meses antes de su renuncia, el Papa Ratzinger dispuso que se desbloquease la Causa de beatificación del Obispo Mártir y siguiese el curso normal de estos caos. También el beato Pablo VI tuvo un papel determinante en la vida de Romero, en cuanto el mártir salvadoreño veía en él un “defensor” y un “inspirador”, como recordaba el 4 de febrero del 2015 el postulador de la Causa Mons. Paglia en una conferencia de prensa en el Vaticano. Además, como recordaba el mismo Postulador se daban dos coincidencias significativas con la promulgación del decreto de martirio. Era el día de la memoria litúrgica de San Oscar y la casi contemporáneo introducción también de la causa de beatificación del misionero jesuita Rutilio Grande, martirizado en 1977, también él en El Salvador. Como San Tomás Beckett y Estanislao de Cracovia, Oscar Arnulfo Romero, martirizado sobre el altar, observaba Mons. Paglia, citando las palabras de San Juan Pablo II: “fue asesinado precisamente en el momento más sagrado, durante el acto más alto y más divino”, mientras “ejercitaba la propia misión santificador ofreciendo la Eucaristía”. Con Romero se quiso “herir a la Iglesia que brotaba del Concilio Vaticano II”, de manera que se puede hablar propiamente de un “mártir de la Iglesia del Vaticano II”. Escogiendo estar con los pobres, Mons. Romero demostró su propia preocupación por el ‘bien común’ y por ‘el amor hacia su país’, también por los ricos que lo veían como adversario. Según alguno de los biógrafos recientes del Obispo mártir (entre ellos Roberto Morozzo della Rocca), su impopularidad entre la elite de su país se debió sobre todo al hecho de que la iglesia salvadoreña se había más bien tomado parte por la clase dirigente, que veía en la elección del obispo Romero en favor de los oprimidos una especie de traición. Sin embargo, Romero nunca se alineó con los extremistas; todo lo contrario, tuvo muchas críticas por parte de los guerrilleros de su país, “acabando siendo machacado por la polarización entre esta componente y el poder”, según subrayaba el historiador antes citado. Romero pedía “justicia en términos espirituales y no políticos”, dice el historiador citado, y vivió sus últimos años oprimido por “cartas llenas de insultos, llamadas telefónicas amenazadoras, y avisos incluso en la televisión”, que presagiaban la eminencia de su martirio. En realidad, a Romero le aterrorizaba la muerte: “En sus últimas semanas le asustaba cualquier rumor. Un fruto de aguacate que caía sobre el techo de su modesta casa lo sumía en el pánico. Cualquier rumor nocturno lo inducía a esconderse”, continua recordando el biógrafo citado. Sin embargo, el arzobispo de El Salvador “no pensaba en una muerte heroica, que fuese objeto de la historia; no quería desafiar a los enemigos del pueblo a matarlo para luego mostrarse resucitado en la revolución; no concebía su martirio en “sentido” ideológico como un símbolo de una lucha a llevarse a cabo”, sino que pensaba a su muerte “según la tradición de la Iglesia para la que el mártir no es una bandera en contra de algo o alguien, no es un acto de acusación contra el perseguidor, sino que es un testigo de la fe” (Morozzo della Rocca). En la conferencia de prensa citada, el postulador de la Causa de beatificación de Mons. Romero en El Salvador, Mons. Jesús Delgado, que el arzobispo romero había elegido como su secretario en 1977, indicaba también algo que nos causa todavía una mayor admiración: que Mons. Romero no era entonces tampoco amado por el clero de su país, y contaba cómo su último día de obispo, aquel 24 de marzo de 1980, una jornada densa de citas para el obispo salvadoreño, el mismo secretario le había propuesto sustituirlo para la celebración de la Misa de las 8 de la tarde. Y que tras haberlo aceptado, el mismo obispo Romero había cambiado idea: “Mejor que no; celebraré yo la Misa; no quiero comprometer a nadie en esto”, dijo el obispo. “Podía haber sido yo asesinado en su lugar. El asesino tenía que disparar porque había sido anunciada la presencia de Romero como celebrante”, declaraba el sacerdote, antiguo secretario suyo. El arzobispo Mártir había nacido el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios (El Salvador) y fue asesinado, por odio a la de, el 24 de marzo de 1980, en San Salvador (El Salvador). Comentaba a los periodistas Mons. Rafael Urrutia, actual Vicario para la Promoción Humana de la Archidiócesis de San Salvador, que ha trabajó como canciller al lado de Mons. Romero en el último año de su vida, y que se ha encargado de recoger la documentación necesaria para iniciar la causa, que “su beatificación, es una victoria de la fe, una victoria de la palabra predicada” del Arzobispo mártir. “Pongo bajo la providencia amorosa del Corazón de Jesús toda mi vida y acepto con fe en Él mi muerte, por difícil que sea. Ni quiero darle una intención como lo quisiera por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia... porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera. Me basta, para estar feliz y confiado, saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte. Y a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria". Esta palabras las pronunció monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo de San Salvador, un mes antes de morir asesinado en 1980 mientras celebraba la eucaristía y se puede bien decir que resumen el sentido de su martirio. 5.2. En América Latina hay un martirologio abundante de nuestros días Los martirios de sacerdotes en América Latina en los últimos tiempos han sido llevados a cabo por ideologías e intereses a veces opuestos. Así en el mismo día en que se reconocía el martirio de Mons. Romero, eran declarados también mártires tres misioneros “porque eran cercanos a los más pobres”. Son los religiosos franciscanos conventuales y sacerdotes polacos Michal Tomaszek, Zbigniew Strazalkowski y el sacerdote italiano Alessandro Dordi. Murieron en Perú a manos de terroristas de Sendero Luminoso, “por odio a la fe”, el 9 y el 25 de agosto de 1991 en Pariacoto y en Rinconada. Su beatificación se celebrará en el mes de agosto del 2015 en la diócesis peruana de Chimbote, diócesis a la que pertenecen las parroquias donde fueron asesinados. Lo fueron tras la celebración de la Eucaristía. Sobre los cuerpos de los dos franciscanos los asesinos de Sendero Luminoso dejaron un cartel con este escrito: “Así mueren los lacayos del imperialismo”. Al sacerdote Alejandro Dordi lo mataron con dos tiros de pistola cuando se preparaba para celebrar la S. Misa entre un grupo de campesinos. Se encontraba en Perú como misionero desde hacía 11 años; antes había dedicado su vida sacerdotal a los emigrados italianos en Europa, sin mezclarse nunca en cuestiones políticas. Sendero Luminoso lo mató porque lo consideraban una barrera a sus planes de ocupación marxista-leninista. Los tres mártires promovían a las poblaciones del lugar con su actividad pastoral, educativa y caritativa. Sendero Luminoso lo consideraba una acción “contrarrevolucionaria”, como una injerencia de la Iglesia que impedía llevar a cabo su revolución maoista. Se calcula que en Perú Sendero Luminoso haya causado unos 70 mil muertos entre la población civil, entre los varios grupos en lucha y entre cuantos se vieron presos en medio de los dos frentes en lucha; entre ellos se cuentan varios sacerdotes y religiosos. Los casos específicos de martirio introducidos en toda la geografía latinoamericana suman varias decenas; los que podrían se introducidas, al menos un par de centenares. En la sola Guatemala en los últimos quince años del siglo XX fueron asesinados trece sacerdotes entre guatemaltecos y misioneros extranjeros. Todo fue perpetrado por una política bien planeada de los intereses de algunos grupos políticos oligárquicos y formaciones de extrema derecha, apoyados por la entonces clara política que los Estados Unidos perseguían ante el llamado peligro revolucionarios marxista. En un Informe encargado por el Departamento de Estado norteamericano, en el año 1969, se manifestaba una evidente preocupación a causa de los cambios que se estaban produciendo en la Iglesia: “si cumple los acuerdos de Medellín, atenta contra nuestros intereses”. En aquellos años se afianzaba en el continente la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Mientras tanto, entre la Conferencia de Medellín (1968) y Puebla (1979), se desarrolla en América Latina la “teología de la liberación”. Ya un grupo de jesuitas lo denunciaba en 1979: “Un régimen de fuerza injusta trata de evitar que el pueblo trabajador reclame sus justos derechos. En nuestro país se secuestra, tortura y asesina al amparo de vehículos sin placa, de emboscadas nocturnas, de terror selectivo y, a la vez, masivo e indiscriminado...Todos estos crímenes quedan en absoluta impunidad. Por otro lado, es ya proverbial que en Guatemala no hay presos políticos, sólo muertos y desaparecidos”. La campaña de amenazas, acompañadas del asesinato de catequistas y colaboradores, culmina el 4 de junio de 1980 con la emboscada tendida por el ejército al misionero del S. Corazón José María Gran y a su acompañante, Domingo B. Batz en el departamento guatemalteco de Quiché. Para los portavoces militares, los muertos son dos subversivos “caídos en enfrentamiento guerrillero”; a la vileza del atentado se añadía el cinismo de la difamación. Pocas semanas después, el 10 de julio, otro sacerdote misionero del mismo instituto, Faustino Villanueva, es asesinado por dos desconocidos, que habían solicitado ser recibidos en el despacho parroquial. La muerte de los dos sacerdotes provoca en otros compañeros suyos, como el P. Juan Alonso una honda conmoción, irá a sustituirlos y será asesinado tres después de su llegada (13 de febrero de 1981). Al atardecer de ese día, un grupo de militares le obliga a trasladarse al acuartelamiento próximo para ser interrogado. No dudan en recurrir a amenazas, insultos y burlas soeces, forzándole también a ingerir aguardiente. Después de varias horas de retención, es dejado en libertad. El día 15, después de comer, sale en moto hacia Cunén, población situada a veinte kilómetros. Por la información fidedigna de algunos testigos, es derribado de la moto y golpeado, después le quiebran una pierna para vencer su resistencia y doblegarlo. Finalmente, tres disparos en la cabeza ponen fin a su vida. Los misioneros se habían replanteado su presencia en El Quiché, en espera de una situación más propicia, ya que constatan que el genocidio de los indígenas se intensifica, de acuerdo con una lógica despiadada de exterminio. También persiguen al obispo Juan Gerardi; lo exilian y la diócesis debe ser prácticamente cerrada. El obispo se verá obligado a retirarse más tarde a la ciudad de Guatemala; sería asesinado el 26 de abril de 1998. Casos de este estilo se repiten en numerosos países de América Latina y constituyen un abultado martirologio. 6. Los asesinos y sus mandantes ¿Quiénes han estado desde antiguo detrás de estos asesinatos? Ya los hemos indicado en parte; pero en casos como los antes señalados todo lleva a señalar que a partir del s. XIX vemos en América Latina, como en otros países de Europa Occidental, el poder dominador de una masonería radicalmente anticatólica, que influye sobre las clases políticas dirigentes civiles y militares y sobre el mundo liberal y positivista en general. Contemporáneamente, y apoyado por estas clases vemos la llegada masiva de las sectas protestantes de los Estados Unidos. Su presencia es sostenida por estos gobiernos en clave anticatólica con el fin de debilitar la presencia de la Iglesia y escribir de hecho una contra historia en clave de “modernización” mal entendida de la población sobre todo rural e indígena. Un ejemplo claro lo tenemos en Guatemala. Según datos de finales de 1980 actuaban en Guatemala 4 mil pastores, en 7.500 iglesias, con 5 emisoras de radio, 300 programas de radio, 102 colegios, 47 escuelas bíblicas, 5 seminarios teológicos, 60 librerías y 50 organismos diversos de propaganda religiosa64. La finalidad de los regímenes diversos, de los golpes de estado por parte de grupos oligárquicos era la defensa de sus propios intereses dominando la vita política del país y eliminando a cuantos sospechaban poder ser un obstáculo a sus fines, en primer lugar a la Iglesia Católica. En este contexto de claras injusticias toman pie los diversos movimientos revolucionarios de inspiración marxista, que en un crescendo, especialmente a partir de los años 60 del siglo XX crecen por toda la geografía latinoamericana. La Iglesia Católica, a pesar de un exiguo número de sacerdotes lleva adelante una nueva etapa de presencia evangelizadora entre las masas populares, que en muchos casos habían estado sin sacerdotes a lo largo de más de un siglo. Por citar de nuevo el caso de Guatemala, hasta 1951, el país contaba con sólo 3 diócesis: Guatemala (metropolitana), Quetzaltenango y Verapaz. Desde 1951 a 1967 se crearon 5 nuevas diócesis y un vicariato apostólico (El Petén). En 1967 y 1969 se crearon respectivamente Quiché y Huehuetenango y la prelatura apostólica di Izabal y la territorial de Escuintla. En 1984 en toda la República había 433 sacerdotes para 326 parroquias, uno de los números más bajos de toda América Latina. En 1985 todavía el 65% de los sacerdotes se encontraban agrupados en la capital del país. Es a partir de las década de los años 60 del siglo XX cuando muchos gobiernos comienzan a permitir la entrada de sacerdotes extranjeros. Muchos de ellos tendrán un papel notable en la apertura de la vida eclesial a las problemáticas que se presentaban en los campos sociales, educativos y de la justicia, que sin lugar a dudas favorecieron el nacimiento y desarrollo de la llamada teología de la liberación. En este contexto algunos gobiernos impulsan de nuevo olas de persecución contra la Iglesia, golpeándola sobre todo en sus sacerdotes y líderes católicos y en los nuevos movimientos de vida cristiana que surgen con fuerza mayor en muchas partes. Estas persecuciones se dan sobre todo bajo los regímenes políticos de la llamada seguridad nacional. La obcecación ideológica de los perseguidores y la lección de los mártires El caso de México es paradigmático en la historia de la persecución anticatólica en América Latina. Los gobiernos masónicos tropezaron con el pueblo real, especialmente el de campesinos, indígenas y gente llana. Este pueblo supo resistir pasivamente en la mayor parte de las veces, pero en algunas ocasiones combatieron también activamente aquellos proyectos violentos, como sucedió en el caso de México. En este contexto se sitúan las figuras de muchos mártires seglares, que tomaron las riendas de la comunidad ante la persecución y la eliminación de los sacerdotes. Ellos dirigían la oración de los fieles, catequizaban, bautizaban, asistían a los moribundos. Eran trabajos misionales nuevos que se injertaban en el viejo árbol de la tradición católica de la evangelización. Un juicio sobre estas páginas de martirio las emitió Juan Pablo II durante su viaje apostólico en México visitando Yucatán y Tabasco; se encontraba en Villahermosa el viernes 11 de mayo de 1990 con miles de fieles, muchos de ellos indígenas; allí durante la celebración de la misa recordaba a uno de sus grandes obispos y al indio Gabriel García, mártir de la dura persecución mexicana de los años veinte, con estas palabras: “La historia de vuestra comunidad se ve enriquecida por la unidad eclesial. En ella ha estado presente el amor hacia todos, y especialmente hacia los pobres, que animó la vida del venerable Leonardo Castellanos, el obispo pobre. En ella se fraguó la entrega del indio Gabriel García que dio su vida por la fe. Desde ella se ha impulsado el crecimiento de la Iglesia en esta región. Una realidad que no es sólo un pasado, sino que ahora se dispone a renovarse, con la ayuda del Espíritu Santo […] para afrontar el camino que tiene por delante […]” . 64 Cf. RENÉ POITEVIN, La Iglesia y la Democracia en Guatemala, en Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 16 (1), 1990, 87-109. IX. SENTIDO DE LA MEMORIA DE ESTOS SANTOS 1. El sentido de la memoria de los santos Este cuadro sumario de la santidad canonizada y de aquella que aunque no canonizada se encuentra en los cimientos tantas veces escondidos de la Iglesia Latinoamericana65 puede ayudarnos a comprender mejor sea la metodología misionera usada en la construcción de esta Iglesia particular, sea para entender también mejor el "temperamento" espiritual del Catolicismo latinoamericano y de su espiritualidad característica que enriquece la Iglesia de Jesucristo, adornada de muchas variadas expresiones ("circundata varietate"66). Esta es la demostración de que la Iglesia, como afirma San Agustín, habla todas las lenguas, ya que Ella es Arca en el que tienen que encontrar lugar todas las diversidades humanas. Es aquella sala del Banquete en la que los distintos manjares provienen de toda la creación. Como esposa de Cristo, su catolicidad visible es la expresión normal de su riqueza interior y, por ello, su belleza resplandece en los santos67. La vida de los fundadores de Iglesias locales y de los santos es participación manifiesta al Misterio de Jesucristo. Por ello su memoria-traditio no es un simple recuerdo arqueológico, sino como en la Sagrada Escritura se convierte en fuente de energía y de renovación. Esto es lo que la iglesia profesa en el Credo al manifestar su fe en el misterio de la comunión de los santos. Los apóstoles-fundadores de estas iglesias particulares como los santos y los mártires comunican a los cristianos los elementos más significativos de su experiencia cristiana. son padres y madres en la fe que comunican a sus hijos e hijas los dones recibidos del Señor casi como un "código genético" de las Iglesias y comunidades fundadas por ellos. Por ello es importante que sus hijos e hijas en la historia sucesiva se refieran constantemente a ellos, a su estilo de santidad, y que descubran las gracias que han inspirado su vida y constituido su fisonomía histórica. Sólo así se desarrollarán convenientemente la potencia misteriosa de aquellos dones. 2. La historia de la Iglesia en América Latina es como el "revelarse" de una Presencia salvífica Una clave fundamental para entender la historia de la Iglesia en América Latina y de su evangelización es una mirada a la historia de su santidad. Esta nos la muestra como el "revelarse de una Presencia que construye la historia de la salvación a través de los santos que han hecho posible el encuentro que hemos señalado y del que ha nacido la identidad católica latinoamericana 68. La historia de esta santidad representa con claridad el devenir de del idéntico Acontecimiento de Gracia que aconteció hace dos mil años. Tal Acontecimiento fue desde el primer momento una respuesta concreta y gratuita para quienes gratuitamente lo encontraron y lo siguieron. Este Acontecimiento se ha hecho presente a través de los cristianos, y entre ellos de manera poderosa en los santos de carne y hueso69. Por esta razón la Iglesia ha podido cooperar en la generación de la cultura católica latinoamericana. 65 . Cfr. Efe 2, 19-21; 4, 4-13. . BENEDICTO XV, Alocución al consistorio del 10 de marzo de 1919, en AAS, 1919, 98. 67 . Cfr. BENEDICTO XV, Motu proprio del 1.V.1917 por el que se creó la Sagrada Congregación para la Iglesia Oriental, en AAS, 1917, 530. Cfr. también la encíclica sobre San Efrén del 5.X.1920, en AAS, 1920, 466 68 . JUAN PABLO II, "Fedeltà...", en Insegnamenti, VII/2, 888;. "España llevó al Continente americano la luz de la fe en Cristo", (Zaragoza 10.10.1984), en Insegnamenti.., VII/2 (1984), 857-860; "Gracias en nombre de la Iglesia. durante casi 5 siglos habéis donado mensajeros del Evangelio a América Latina", (Zaragoza 10.10.1984), Ibidem, 863864. 69 . No solamente en los santos, sino en los cristianos, incluso pecadores se ha mostrado tal fuerza de anuncio. Cfr cuanto escribe P. E. TAVIANI a proposito de estos cristianos pecadores "né piccoli né grandi santi...sono stati, in tutta la loro vita, dei convinti profondi e tanaci "defensores fidei", en I Diritti dell'uomo e la pace nel pensiero di Francisco de Vitoria e Bartolomé de Las Casas. Congresso Internazionale tenuto alla Pontificia Università S. Tommaso (Angelicum), Roma 4-6 Marzo 1985. Ed. Massimo. Milano 1988, p. 30. 66 3. Los santos fueron siempre una peculiar conciencia crítica y viva del Poder injusto Los santos comunican siempre a la Iglesia una enorme capacidad de vigilancia y autocrítica. Frente a las graves desviaciones que se ven en la historia de América Latina desde sus comienzos algunos con sus intervenciones, otros con el gesto de su vida han sido voz de la Iglesia que se levanta desde el primer momento70. Podemos decir que incluso la mejor legislación sobre los derechos de los indios es fruto de la fe y de la conciencia cristiana de los más fieles hijos de la Iglesia71. Estos hijos de la Iglesia han intentado poner "la gracia de la conversión, la esperanza de la salvación, la solidaridad con los indefensos, el esfuerzo de liberación total"72 en aquella difícil situación. Ha sido gracias precisamente a los santos, canonizados o aún no canonizados que como reconoce Puebla "la evangelización, que constituye a América Latina en el "continente de la esperanza", ha sido mucho más poderosa que las sombras que dentro del contexto histórico vivido lamentablemente le acompañaron"73. Es a través sobre todo de los santos donde se ve el desarrollo de la gran misión de la iglesia y su compromiso por el hombre latino americano, pro sus salvación eterna, por su progreso espiritual y por su plena realización humana74. Por ello mirando a los santos podemos decir que "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia"75. 4. "Por el fruto se conoce el árbol" Si "por el fruto se conoce el árbol"76, los frutos de santidad que hemos intentado recordar son elocuentes: a) El primer fruto es el de haber hecho posible el encuentro entre pueblos diversos y con frecuencia antagonistas generando una nueva cultura77. Los santos han sido siempre constructores de comunión. En los primeros siglos de la historia de la Iglesia los cristianos han anunciado el Acontecimiento de Jesucristo a mundos antagonistas o que coexistían sin entrar en comunión entre sí. La Iglesia no escogió uno de esos mundos contra los otros, sino que se convirtió en un hecho significativo para cada uno de ellos. Esto fue sobre todo obra de los santos que hicieron del cristianismo un hecho significativo para todo el mundo. El motivo está en la capacidad de la fe cristiana de dialogar con el hombre en su historia concreta. Solamente a partir de aquí se comprende el hecho de que el cristianismo inaugura siempre una realidad social y propone una concepción del hombre fundada en el misterio de comunión donde la vida eclesial no ve como motivo de división las diferencias étnicas, sociales o culturales. El hombre es persona, llamado a la salvación, por esto tiene un valor absoluto y nace libre, como ya recordaba Toribio de Benavente Motolinía en su Historia de los Indios de la Nueva España al hablar de los motivos que empujaban a los misioneros a someterse a todo tipo de inclemencias para poder evangelizar. Esta es la fuerza interior que el cristianismo lleva dentro de sí y que los santos muestran con una fuerza singular. b) Las misiones, los conventos, las doctrinas, las reducciones y otras experiencias semejantes que vemos en la historia de la Iglesia latinoamericana han nacido siempre de experiencias de santidad vivida. Por ello son capaces de crear un movimiento de unidad por encima de las diferencias, y por ello crean lugares humanos no tocados por la violencia que parecía ser socialmente inevitable. 70 . JUAN PABLO II, Ibidem, 889. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1125. . JUAN PABLO II, Ibidem, 890. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1126. 72 . JUAN PABLO II, "Fedeltà ...", in Insegnmenti, VII/2, 890. Trad. ital. in La Traccia, ibidem, 1126. 73 . Documentos de Puebla, 10. 74 . Documenti di Puebla, n, 13. Trad. ital. A.V.E., 2560. 75 . Cfr. Rom. 5, 20. 76 . Mt 13, 33. 77 . Cfr. Documentos de Puebla, n. 4,5,6. 71 c) Aquí radica la creatividad de la santidad incluso desde el punto de vista material. La presencia de los santos genera por doquier una caridad que se convierte en obra como en una ciudad que se estaba reconstruyendo tras un cataclismo. d) Los santos comunican también a la comunidad cristiana una autoconciencia de sí que genera una actitud misionera: el deseo de anunciar al Acontecimiento de Jesucristo al hombre en cualquier situación en la que este se halle. Aquí echa sus raíces la nueva cultura que nace de esta conciencia y la llamada religiosidad popular78. No es un hecho marginal ni fruto de violencia el que "¡casi la mitad de todos los católicos se encuentren en América latina!"79 e) Por ello mirando a sus santos la Iglesia encuentra siempre creatividad y juventud para enfrentarse con los desafíos del presente y del futuro y relanzar "una nueva evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión"80. 5. La potencia misionera del anuncio evangélico se ve en los mártires y en los santos La potencia del anuncio misionero no está tanto en las palabras cuanto en la experiencia comunicada. No siempre han sido los hombres de Iglesia más conocidos por la historiografía o los que han escrito o hablado más los que han sabido ayudar concretamente al desarrollo y a la libertad de las gentes del Nuevo Mundo. Fueron sobre todo los que han sabido transmitir concretamente una experiencia de libertad a través de las obras como los franciscanos o Vasco de Quiroga en México, los jesuitas en sus varias experiencias de las Reducciones, Toribio de Mogrovejo, y tantos otros santos agustinos o dominicos aún no canonizados, religiosos humildes como Martín de Porres o Juan Macías, el "esclavo de los esclavos negros" Pedro Claver y mujeres que han sido un fermento de renovación como Rosa de Lima o Marianita de Jesús. Como en la Europa medieval los monjes han tenido un papel fundamental en la construcción de la nueva sociedad, lo mismo se puede decir de esta legión de santos y confesores de la fe en América Latina como nos recuerda Puebla81. El hecho de que aquella experiencia constitutiva de su ser y de su identidad continúe aún hoy dándole una unidad espiritual a pesar de las divisiones posteriores en varias naciones y de las laceraciones que la han afligido a nivel económico, político y social demuestra la verdad de aquella experiencia82. A pesar de la complejidad de los problemas y de un encuentro desigual de Pueblos, recuerdan los obispos en Puebla el Evangelio - y el Evangelio vivido sobre todo en los santos - ha sido capaz de general una nueva cultura83. "Los hombres y los pueblos del nuevo mestizaje americano han sido generados por la novedad de la fe cristiana. Y en el rostro de Nuestra Señora de Guadalupe están simbolizadas la potencia y la solidez de aquella primera evangelización"84, que fue obra sobre todo de los santos. Una expresión de tal identidad católica es la religiosidad popular que constituye un ejemplo claro de la profunda inculturación del anuncio evangélico en tierra latinoamericana85. Y en esta religiosidad popular ¿no ocupan un lugar privilegiado como realización cumplida del misterio de la comunión eclesial que profesamos en el Credo la memoria de los santos? 78 . III CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, (Puebla, México, 28.I-13.II.1979), La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Ed. Lima 1979, nn. 409, 410, 411, 412. 79 . JUAN PABLO II, "Fedeltà...", Insegnamenti, VII/2, 886. Trad. ital. La Traccia, IX (1984), 1124. 80 . JUAN PABLO II, "Fedeltà..." , en Insegnamenti.., VII/2, 887; Allocution in Portu Principis ad Episcopos Consilii Episcopalis Latino-Americani sodales, habita, (9.III.1983), en Insegnamenti..., VI/1, 698. Trad. ital. La Traccia, III (1983), 268-269; IX (1984), 1124. 81 . Cfr. Puebla, nn. 409-419. 82 . Documenti di Puebla, n. 412; anche n. 409. Trad. ital. A.V.E., 2961. 83 . Documenti di Puebla, nn. 6, 51. 84 . JUAN PABLO II, "Fedeltà...", in Insegnamenti..., VII/2, 889; cfr. Documentos de Puebla, n. 445. 85 . Documenti di Puebla, n. 448 (JUAN PABLO II, Discorso inaug., III, 6, AAS, LXXI, 203; cfr. Documentos de Puebla, nn. 7; 444; 445; 454; 457. 6. Las últimas declaraciones de Martirio de latinoamericanos Para la sociedad católica latinoamericana, sobre todo en los primeros siglos de su vida católica, la consistencia de la vida estaba en el hecho de que se hallaba unida con un valor determinante y global fácilmente perceptible, y no en sólo momentos religiosos aislados: la presencia vivida de Dios en la globalidad de las personas. Esta experiencia de una Realidad viviente se encontraba dentro de la conciencia del sujeto y le daba el criterio con el que mirar las cosas y con el que esas mismas cosas podían ser manejadas. Los santos son la expresión más cumplida de este hecho. Se puede decir que la Iglesia a través de sus santos ha favorecido en América Latina la formación de una mentalidad señalada por una religiosidad auténtica, y una religiosidad auténtica está determinada por una imagen de Dios como horizonte totalizador de toda acción humana, y por lo tanto por una concepción de Dios como perteneciente a todos los aspectos de la vida, que comprende toda experiencia humana, que no excluye a ninguna, y por lo tanto como ideal unificador. De aquí se entiende por qué los santos en América combinaban las actividades profanas y las religiosas en el mismo complejo social. Para aquellas santas y santos la religiosidad, la vida contemplativa o el trabajo misionero coincidían con el interés que el hombre tenía por el significado de toda su vida, de darse cuenta que la realidad de Dios como origen de la propia personalidad humana y como determinante de su desarrollo. Los santos han vivido dentro de una historia concreta llena de contradicciones como en el caso de la esclavitud de los negros dolorosamente vivida por un San Pedro Claver y otras situaciones semejantes. También aquí en estas situaciones vividas por estos santos estos fenómenos aparentemente contradictorios como las antinomias dramáticas de la caridad sin límites, la actitud de los santos y misioneros, las leyes de la Corona en favor de los derechos Indios por una parte, y la religión aplicada a las guerras de conquista con sus cadenas de violencia y otras sombras y alianzas entre la cruz y la espada se explican a partir de esta observación. No se da razón de estas antinomias exaltando el aspecto negativo, sino tratando de discernir de donde deriva cada una de las antinomias. La raíz de la energía y de la fuerza de este caminar incansable de los santos así como el éxito de su propuesta no estuvo ni en los métodos o en las técnicas pastorales o en su ascesis ni muchos menos en el matrimonio entre la cruz y la espada. En la historia de la evangelización encontramos metodologías misioneras muy diversificadas y a veces incluso polémicamente opuestas. Los diversos métodos, algunos muy discutibles, reflejan las distintas posiciones teológicas y las procedencias de los misioneros. Sin embargo existe en todos los santos y misioneros un dominador común por encima de las diferencias y de los métodos misioneros: la fe viva en que sólo el anuncio de Acontecimiento cristiano podía dar un nuevo rostro de dignidad a aquel mundo tan sumamente caracterizado por contradicciones y violencias. Tal fue el empeño y la fe de todos, en los comienzos de la evangelización y en nuestros días, con una historia de martirio que llama poderosamente la atención debido a su constancia y a su permanencia viva, ayer y hoy. La clave de esta historia está en la experiencia de pertenencia a aquel Acontecimiento que se ve con claridad en la historia concreta de estos mártires y santos, los de ayer y los de hoy.