EL MUNDO, LOS ÚTILES Y EL OBJETO DESDE LA VIVENCIA DEL JARRO DE AGUA. CONSIDERACIONES DESDE UN RELATO DE LEONARDO BOFF1 The World, the Useful Things and the Object from Leonado Boff´s perspective in “The Sacrament of the Glass” Rudyard Mauricio Loyola Cortés Departamento de Teología Universidad Católica del Norte, Chile [email protected] RESUMEN El presente artículo pretende explicitar las nociones heideggerianas de mundo, útil y objeto desde un relato de Leonardo Boff llamado “El sacramento del vaso”. Es el mundo familiar de los Boff el que se anuncia al beber de un viejo jarro que ha acompañado a Leonardo y a los suyos desde la infancia. Usando como punto de partida este relato se busca evidenciar el fenómeno de la remisión, para desde éste explicar los fenómenos del mundo y el útil. Finalmente desde la noción de útil se busca acceder al modo de ser del conocimiento y al objeto que comparece en este modo de ser. Palabras claves: remisión, útil, modo de ser, mundo, objeto, sacramento, estar-ahí, Dasein, estar-a-la-mano, condición respectiva, circunspección. 1 Este artículo es parte de una investigación llamada Acerca de la pregunta por la posibilidad de postular un noúmeno en la concepción heideggeriana de los entes intramundanos. Una lectura a Los problemas fundamentales de la fenomenología de Martin Heidegger. Esta investigación fue financiada por una beca tipo C de la fundación alemana ICALA. Agradecemos a esta organización el apoyo brindado. UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 pág. 23 ABSTRACT The current article claims to state clearly the Heidegger’s notions of world, useful things and object based on a story of Leonardo Boff called “The sacrament of the glass”. It is the familiar world of the Boff that appears when they drink from an old jug that had been with Leonardo and his family from his childhood. Used as starting point this story seeks to show the phenomenon of the reference, from this notion to explain the phenomena of the world and the useful things. Finally from the phenomenon of useful things to gain access to the knowledge’s kind of being and to the object appearing in this kind of being. Heidegger’s words used in this abstract respond to those from translation to English of Sein und Zeit of Joan Stambaugh and those used in this article respond to the translation to Spanish of Sein und Zeit of Jorge Eduardo Rivera. Key words: reference, useful thing, totality of useful things, “being in the world”, being- with, kind of being, world, object, sacrament, objective presence, Dasein, handiness, involvement, circumspection. El libro Los Sacramentos de la vida de Leonardo Boff es un texto que parte de vivencias de tipo cotidiano llenas de sentido. Un vaso de aluminio, una colilla de cigarro, el pan cotidiano, la vela de navidad, entre otros, por sí solos no son vivencias, son el punto de partida de una reflexión que se pregunta por la sacramentalidad. Nos hemos propuesto, a partir de una de las historias contenidas en el libro, acceder a un fenómeno ontológico de fundamental importancia en la filosofía heideggeriana. Nos referimos al fenómeno del mundo, entendido éste como un existencial del Dasein, del ser-en-el-mundo. Entendemos que es el mundo el que se anuncia en estos profundos relatos. pág. 24 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 El vaso de aluminio,2 aquél vaso que acompañó la infancia, aquél cuyo mango roto remite al pasado, aquél que hace converger a los 11 hermanos Boff. Es el vaso que rememora múltiples lugares y vivencias. En este utensilio no sólo se bebe agua, afirma Boff, “sino la frescura, la dulzura, la familiaridad, la historia familiar, la reminiscencia del niño ansioso que se sacia tras la sed” (Boff, 1983, 20). Si bien este utensilio también remite al agua que llega del río inmundo de la ciudad y a su posterior tratamiento con cloro, el agua se transforma en él en fresca y saludable. Aquel vaso brinda un agua distinta, mejor que otras que se consideran de mayor calidad. Esta superioridad está marcada porque la sed que sacia el agua de aquel vaso es de otro tipo, ya hay bastantes aguas que pueden saciar la sed corporal. Esta agua transformada sacia “la sed del arquetipo familiar, la sed de los penates paternos, la sed fraterna, arqueológica, de las raíces de donde llega la savia de la vida humana” (Boff, 1983, 20). A través de este relato hemos podido acceder a un ente de gran densidad existencial, ¿qué es lo que le hace tal? ¿Por qué no es un simple jarro de agua para los Boff? Podemos recurrir a Heidegger para tratar de responder esta 2 “Existe un vaso, un «tanque» de aluminio. De aquel antiguo, bueno y brillante. El mango está roto pero le confiere un aire de antigüedad. En él bebieron los 11 hijos, de pequeños a grandes. Acompañó a la familia en sus muchas mudanzas. Del campo a la villa; de la villa a la ciudad; de la ciudad a la metrópolis. Hubo nacimientos. Hubo muertes. Él participó en todo; vino siempre al lado. Es la continuidad del misterio de la vida en la diferencia de situaciones vitales y mortales. Él y ella permanecen. Está siempre brillante y antiguo. Creo que cuando entró en casa ya debía ser viejo, con esa vejez que es juventud, porque genera y da vida. Es la pieza central de la cocina. Cada vez que se bebe por él no se bebe agua sino la frescura, la dulzura, la familiaridad, la historia familiar, la reminiscencia del niño ansioso que se sacia tras la sed. Puede tratarse de cualquier agua. En este tanque siempre será fresca y buena. En casa todos los que quieren matar la sed beben por él y como en un rito exclaman: ¡Qué bien se bebe por este tanque! ¡Qué buena es el agua de aquí! Y en realidad se trata del agua que, según los periódicos, es tan mal tratada. Llega del río inmundo de la ciudad, llena de cloro. Pero, gracias al tanque, el agua se convierte en buena, saludable, fresca y dulce. Un hijo regresa. Recorrió el mundo. Estudió. Llega, besa a la madre, abraza a los hermanos. Se matan añoranzas sufridas. Las palabras son pocas. Las miradas, largas y minuciosas: hay que beber al otro antes de amarlo; los ojos que beben, hablan el lenguaje del corazón. Sólo tras haber mirado, la boca habla de las superficialidades: ¡Qué gordo estás! ¡Sigues igual de guapo! ¡Qué mayor te has hecho! La mirada no dice nada de eso; habla lo inefable del amor. Sólo la luz entiende. «Madre, tengo sed, quiero beber del tanque viejo». Y el hijo ha bebido de tantas aguas... «El acqua de San Pellegrino». Las aguas de Alemania, de Inglaterra, de Francia, la buena agua de Grecia. Aguas de las fuentes cristalinas de los Alpes, del Tirol, de las fuentes romanas, el agua de S. Francisco. Agua de Ouro-Fino, de Teresópolis, de Petrópolis. Tantas aguas...Pero ninguna es como ésta. Se bebe un vaso. Y no para matar la sed corporal. Esa, la matan todas las demás aguas. Para matar la sed del arquetipo familiar, la sed de los penates paternos, la sed fraterna, arqueológica, de las raíces de donde llega la savia de la vida humana. Esa sed sólo la puede matar el tanque. Se bebe un primer vaso. Apresuradamente. Termina con un largo suspiro como de quien se hundió y sale a superficie. Después bebe otro. Lentamente. Es para degustar el misterio que contiene y significa ese vaso. ¿Por qué el agua del tanque es buena y dulce, saludable y fresca? Porque el tanque es un sacramento. El tanque-sacramento confiere al agua, bondad, dulzura, frescor y salud.” (Boff, 1983,19-21). UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 pág. 25 interrogante. Es el mundo familiar el que le otorga esa densidad. Lo que hace que el ente esté tan cargado de sentido son las remisiones que tiene con otros entes, tales como la familia, la infancia, la sed, los juegos infantiles, los hermanos. Este ente remite. Este ente está cargado de relaciones que le hacen especial. Tal vez si un desconocido se lo encontrara tirado en el camino, lo entendería como un trasto viejo e inservible. Aquel mango roto no sería una conexión con la historia familiar de los Boff, sino un defecto. ¿Qué le pasó a este ente que comparece de manera distinta para este transeúnte? Comparece desde otro mundo, desde el mundo que circunda al caminante y al camino, aquel donde con relativa frecuencia pueden encontrarse cosas inservibles. Pero, ¿qué es el mundo entendido tal como lo hemos venido usando? ¿Son las cosas? ¿El mundo está constituido por la familia Boff, por los juegos de la infancia, por la sed del niño ansioso, por el agua del río de la ciudad, etc.? La respuesta de Heidegger a esta pregunta sería negativa, el mundo no es el conjunto de entes que nos rodean. Entonces, ¿el mundo es algo subjetivo, creado por las vivencias psicológicas, en este caso, de Leonardo Boff? La respuesta a esta pregunta también sería negativa, por lo pronto podemos darnos cuenta de que no es sólo Leonardo el que está inmerso en este mundo, también lo está el resto de la familia. Quisiéramos llamar la atención sobre ciertas relaciones que tiene el jarro recién descrito; el jarro remite al agua, a la sed ansiosa de niño, a la familia, a la infancia. Este tipo de relaciones las llamaremos remisiones. El modo en que se nos hacen presentes estas relaciones es fundamentalmente en el uso, es en el beber de ese jarro nuevamente, por ejemplo, después de deambular por el mundo, cuando los hermanos Boff se conectan con sus vivencias a través de estas remisiones. La forma más originaria de entrar en relación con las cosas es la ocupación, el manejo, el uso. El modo primero y originario de relacionarnos con las cosas no es el conocimiento que un sujeto desinteresado y desapegado tiene de un objeto, sino el uso. Al relacionar este utensilio con otros entes nos damos cuenta de que su ser depende de otros entes, de otros útiles. Su pragmaticidad, su utilidad, la estructura de su ser, está fundada en su pertenencia a un todo de útiles. Heidegger afirma que el ser de un útil como un lápiz está relacionado con otros entes tales como: la tinta, el papel, el cuaderno, el escritorio, la luz que ilumina, el cuarto en que se encuentra, etc. (Heidegger, 1998, 96). Por lo general nosotros concebimos las cosas como separadas del resto y su ser como dependiendo de sí mismo. Esta manera de entender las cosas es herencia de la ontología antigua. Cualquier útil, ya sea lápiz, martillo o en nuestro caso el jarro de la casa de los Boff, es parte de un todo pág. 26 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 de útiles y su comparecencia depende precisamente de esta pertenencia. Un útil se relaciona con otros útiles y de esa relación depende su ser. Pues bien, esa singular relación Heidegger la denomina la remisión (Verweisung).3 Cada cosa remite a otra. Las cosas, en tanto útiles, se constituyen en tanto entes por la remisiones, el útil está constituido por un para-algo, el útil es algo para, en “la estructura del ‘para-algo’ hay una remisión de algo hacia algo” (Heidegger, 1998, 96). Así como existen remisiones, existe un todo remisional que determina el ser de lo a la mano en cuanto a útil (Rivera, 2001, 67). Los útiles se encuentran vueltos unos a otros, esto constituye su ser mismo. El ser del útil posee la estructura de la remisión, el estar-remitido [Verwiesenheit] es lo que Heidegger llama Bewandtnis. Una traducción, la de Jorge Eduardo Rivera, es condición respectiva. El útil, en tanto ente intramundano, no es un objeto solitario que un sujeto aislado introduce a la “caja” de su conciencia, sino que es un ser remitido, el útil tiene su cumplimiento en algo otro, esto es lo que denominamos condición respectiva. Al respecto podemos pensar en la remisión que se establece entre el jarro de la casa de los Boff y el agua, esta remisión no es accidental, sino que constituye el ser mismo de este ente. La condición respectiva de cada útil está determinada desde una totalidad respeccional [Bewandtnisganzheit] (Cf. Heidegger, 1998, 110). Esta totalidad no es infinita, sino limitada y respectiva a cada útil. En el caso del jarro de agua podríamos limitarla al mundo familiar de los Boff. En virtud de sus límites la totalidad respeccional tiene un último respecto, un último para-qué, que no es un simple para-qué, sino un por-mor-de. Este por-mor-de es una posibilidad de ser del Dasein.4 Podríamos decir que este último para-qué, el por-mor-de, es en el caso del jarro de agua el beber agua de los Boff, como un modo de ser del Dasein. Sin embargo debemos no ser tan superficiales en este caso, pues el jarro de agua es para Leonardo y su familia mucho más que eso. Pues bien, hagamos nuevamente la pregunta, ¿qué es el mundo? 3 “toda remisión es una relación, pero no toda relación es una remisión” (Heidegger, 1998, 104). Afirma Heidegger en el §18 de Ser y tiempo: “El término hacia el cual apunta esa respectividad es el para qué de la utilidad, el en qué de la empleabilidad. El para-qué de la utilidad puede tener a su vez una nueva condición respectiva; por ejemplo, este ente a la mano, que por eso llamamos martillo, está en respectividad con el martillar, el martillar lo está con el clavar y consolidar, éste lo está con la protección contra el mal tiempo; y esta última ‘es’ por mor del Dasein que necesita protección, es decir, por mor de una posibilidad de su ser” (Heidegger, 1998, 104). 4 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 pág. 27 El por-mor-de es el último para-qué de una totalidad respeccional. Es la trabazón del por-mor-de, y de la totalidad respeccional a lo que Heidegger llama mundo (Rivera, 2001, 73), éste es el a priori ontológico que posibilita la mostración del ser de las cosas.5 Recordemos que el mundo es un momento del ser del Dasein, el mundo tiene el modo de ser de éste, es decir existe. Existir significa precisamente, entre otras cosas, proyectar un mundo (Heidegger, 2000, 211). Desde este mundo comparecen los entes. Por tanto, el Dasein no necesita trascender a un “mundo” para encontrarse con el ente, él es mundo, él es trascendencia originaria. Si revisamos el ejemplo del lápiz, planteado por Heidegger en Ser y tiempo y anteriormente aludido, veremos que solamente remite a útiles. En el relato de Boff, en cambio, el jarro remite a otros Dasein como son los hermanos Boff y en general a la familia Boff. También remite al pasado, a la infancia de Leonardo. Del mismo modo en Ser y tiempo existen ejemplos que remiten a entes humanos, en el mundo del artesano, v. gr., comparecen entes como los destinatarios de la obra, los proveedores, etc.6 Enfoquemos nuestra mirada en las remisiones que apuntan a entes que tienen el modo de ser del Dasein. Hay una estructura ontológica igualmente originaria que pertenece al Dasein y se nos revela en el relato del jarro de 5 Afirma Heidegger en el § 18 de Ser y tiempo: “[El conjunto de todo] aquello en lo que el Dasein se comprende previamente en la modalidad del remitirse, es justo aquello con vista a lo cual el ente es previamente dejado comparecer. El en-qué del comprender que se autorremite, entendido como aquellocon-vistas-a-lo-cual se deja comparecer a los entes que tienen el modo de ser de la condición respectiva, es el fenómeno del mundo.” (Heidegger, 1998, 113). 6 «La “descripción” del mundo circundante inmediato, por ejemplo, del mundo en que trabaja el artesano, nos hizo ver que con el útil que se está elaborando comparecen “también” los otros, aquellos para quienes la “obra” está destinada. En el modo de ser de este ente a la mano, es decir, en su condición respectiva, hay una esencial remisión a posibles portadores, en relación a los cuales el ente a la mano debe estar “hecho a la medida”. Parejamente, en el material empleado comparece, como alguien que “atiende” bien o mal, el productor o “proveedor”. Por ejemplo, el campo a lo largo del cual salimos a caminar se muestra como pertenencia de tal o cual, y como bien tenido por su dueño; el libro que usamos ha sido comprado donde…, regalado por…, etc. La barca anclada a la orilla remite, en su ser-en-sí, a un conocido que hace sus viajes en ella, pero también, como “embarcación ajena”, señala hacia otros. Estos otros que así “comparecen” en el contexto de útiles a la mano en el mundo circundante, no son añadidos por el pensamiento a una cosa que inmediatamente sólo estuviera-ahí, sino que esas “cosas” comparecen desde el mundo en que ellas están a la mano para los otros, mundo que de antemano ya es siempre también el mío. En el análisis que hemos hecho hasta ahora, el ámbito de lo que comparece dentro del mundo fue reducido primeramente al útil a la mano o bien a la naturaleza puramente presente, esto es, a entes que no tienen el carácter del Dasein. Esta limitación era necesaria no sólo para simplificar el desarrollo, sino, sobre todo, porque el modo de ser del Dasein de los otros que comparecen dentro del mundo se distingue del estar a la mano y del estar-ahí. El mundo del Dasein deja, pues, en libertad un tipo de ente que no sólo es enteramente diferente del útil y de las cosas, sino que, por su modo de ser de Dasein, y en la forma del estar-en-el-mundo está, él mismo, “en” el mundo en el que al mismo tiempo comparece intramundanamente. Este ente ni está-ahí ni es un ente a la mano, sino que es tal como el mismo Dasein que lo deja en libertad también existe y existe con él. Si se quisiese, pues, identificar el mundo en general con el ente intramundano, habría que decir: el “mundo” es también Dasein» (Heidegger, 1998, 143). pág. 28 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 agua y en general en todo trato con el ente: el co-estar. El Dasein está-con otros Dasein, incluso cuando estos no estén fácticamente presentes. Un claro ejemplo es el jarro de agua; éste remite a la familia Boff. Esto es precisamente lo que le otorga aquello que hemos llamado “densidad existencial” al útil del jarro de agua. El jarro de agua remite a la familia Boff aun cuando ésta no esté físicamente presente. Los relatos de Boff apuntan hacia una reflexión sobre un tipo especial de ente, el sacramento. Podemos especular que es precisamente la remisión a un ente, especialmente importante para la vida de un creyente, el que le da una constitución ontológica y óntica especial; nos referimos a Dios. No obstante, aquí se nos presenta un problema ¿Dios es un estar-en-el-mundo, para que podamos relacionar sin más el co-estar con esta particular remisión que tiene el sacramento? Es un tema de gran complejidad que por lo mismo no podemos cerrar aquí.7 Desde el fenómeno del mundo hemos querido acceder a otro tema: decíamos que el jarro de agua revela su fundamental modo de ser a partir del uso. Por lo mismo, debemos afirmar que no es el modo de ser del conocimiento el que capta originariamente este modo de ser. Según Heidegger,8 el conocimiento no es el modo primario de ser del Dasein, sino sólo un modo de ser derivado: el Dasein en primer lugar es praxis, cotidianidad y a partir de esto le es posible estar-en-elmundo-cognoscente (Heidegger, 1998, 86-89). ¿Qué pasa con lo que comparece en el modo de ser del conocimiento, es decir, con el objeto? Para Heidegger el objeto tampoco es el modo de ser en que los entes comparecen inmediata y regularmente. Es decir, los entes no nos salen al encuentro como objetos en el modo de ser en que nos encontramos la mayor parte de las veces: en la cotidianidad. Los que nos salen al encuentro en este modo de ser son preferentemente los útiles. El útil nos comparece con el modo de ser del estar-a-la-mano (Zuhandenes, Zuhandenheit), es decir, con el modo de ser del ente que se nos da en el trato de la ocupación. Un martillo es primordialmente un útil, no un objeto, de la misma manera el jarro de agua del relato de Boff. Nos encontramos con las cosas inmediata y regularmente en su modo de ser de estara-la-mano. El objeto difiere ontológicamente del útil, pues el útil está vinculado 7 Algunas pistas al respecto las podemos encontrar en un reciente libro del profesor Dr. César Lambert. Nos referimos a la obra titulada Mundo y existencia. Consideraciones fenomenológicas desde la perspectiva de Heidegger y Welte. El autor expone en el § 9, titulado “Lo sagrado en el mundo: apertura del mundo a Dios”, la noción de sagrado que tiene un discípulo de Heidegger, el teólogo y filósofo Bernhard Welte (Lambert, 2006, 85-95). 8 Nos referimos al primer Heidegger, aquel de Ser y tiempo y al de escritos muy cercanos a esta obra. UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 pág. 29 a otros útiles y en último término al Dasein. El útil está en condición respectiva con respecto a otros útiles, el útil remite, tiene un “para-algo”, está esencialmente vinculado a la praxis y su ser se despliega desde ahí. ¿Qué pasa entonces con el objeto? El objeto es un ente despojado de su condición respectiva y de sus remisiones, además de estar desvinculado de la praxis. Afirma Heidegger que el conocimiento proviene de un alto en la praxis. ¿Qué significa esto? Para que el Dasein acceda al modo de ser del conocimiento se debe producir una deficiencia. El conocimiento proviene de una deficiencia, pero ¿deficiencia de qué? De la praxis del Dasein, del quehacer en que se ocupa el Dasein (Heidegger, 1998, 87). En el § 16 de Ser y tiempo Heidegger da tres ejemplos de deficiencias. La primera de ella ocurre cuando el útil usado no sirve para tal uso, a pesar de que el útil sigue estando en cierto sentido a-la-mano, se revela en su inempleabilidad. Si el ente sigue estando en cierto sentido a-la-mano, también en otro sentido se devela como no a-la-mano. A este tipo de deficiencia Heidegger la denomina la llamatividad (Heidegger, 1998, 101). Otra deficiencia es la que se opera cuando en la ocupación algo falta. Algo no está-a-la-mano porque no está y lo que sí está se revela como sólo estando-ahí. Lo a la mano acusa que algo falta. Tal deficiencia Heidegger la llama la apremiosidad [Aufdringlichkeit] (Heidegger, 1998, 101). La última deficiencia que el § 16 nos señala es la rebeldía [Aufsässigkeit]. Esta deficiencia ocurre cuando la praxis se ve obstaculizada por algo, hay algo que estorba. Lo que clama por ser despachado se revela como no a-la-mano, vale decir como simplemente estando-ahí. En el modo de ser del conocimiento el ente compareciente pierde el modo de ser propio de la praxis, es decir pierde el modo de ser de estar-a-la-mano (Zuhandensein, Zuhandenheit) y comparece con el modo de ser de estar-ahí (Vorhandensein, Vorhandenheit). Pero, ¿son suficientes las deficiencias antes mencionadas para acceder al modo de ser del conocimiento? Por lo pronto la deficiencia que tiene que ocurrir para que se dé el conocimiento es el abstenerse de todo producir, manejar y de ocupaciones semejantes, es decir una deficiencia mucho más radical que la enunciada por Heidegger en los ejemplos antes mencionados.9 9 Sin embargo, ¿es esto suficiente? El Heidegger posterior a Ser y tiempo hace una aclaración al respecto, en el Hüttemexemplar (“Ejemplar de la cabaña”, ejemplar de Ser y tiempo que Heidegger guardaba en su cabaña en la Selva Negra que contiene las anotaciones del propio Heidegger a lo largo del tiempo) se hace la siguiente afirmación al margen: “No por apartar-la-vista-de surge ya el mirar-hacia— éste tiene un origen propio, y su consecuencia necesaria es aquel apartar-la-vista; la contemplación tiene su propia originariedad. La mirada hacia el ,É*@H exige otra cosa” (Heidegger, 1998, 87). Una interpretación a esta anotación sería la siguiente: “No por apartar-la-vista-de” es decir no por dejar de producir, manejar o actividades semejantes. No por hacer un alto en la praxis se llega sin más al comportamiento teórico (“mirar-hacia”). Esta actividad que trae como consecuencia el “apartar la vista”, es decir el cesar de la ocupación, requiere de su propia destreza. El aislar atributos, como por ejemplo el peso, el color, etc.; que es tan propio del comportamiento teórico, requiere destrezas que hagan posible este tipo de actividad. Por lo tanto no es suficiente el mero alto en la praxis. pág. 30 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 Si miramos la comparecencia del ente desde el fenómeno del mundo circundante tendremos que el objeto del conocimiento es un ente desmundanizado.10 Si al jarro de agua de la casa de los Boff lo despojamos de todas las remisiones que lo hacen especial e incluso lo despojamos de todas aquellas remisiones que le constituyen como útil para tomar agua, nos queda un objeto en el modo de ser del estar ahí, es decir nos queda un objeto en su puro aspecto (,É*@H). De esta manera hemos despojado a este útil de su mundo. Recordemos que el mundo podemos entenderlo como la trabazón del por-mor-de, y de la totalidad respeccional, es decir el a priori ontológico que posibilita la mostración del ser de las cosas. Si al útil lo despojamos de sus remisiones, nos quedará un ente desmundanizado, pues la comparecencia del útil se da gracias al contexto remisional que le proporciona el mundo. Sin embargo, la comparecencia del objeto supone el mundo, pues es desde éste desde dónde puede perder su condición respectiva. Necesitamos al mundo para que comparezca el útil, inclusive lo necesitamos para que comparezca el objeto, en tanto ente desmundanizado. Es desde el mundo que podemos desmundanizar. El modo de ser del conocimiento, ocurre desde un alto en la praxis y ésta se mueve en el mundo. Al afirmar que el conocimiento es posible una vez que la praxis cesa, podríamos caer en un malentendido: el comprender la praxis como irracional. La praxis tiene un particular tipo de conocimiento que es la circunspección [Umsicht], pero ésta no es conocimiento teórico. Al respecto Heidegger señala: “… Sin embargo, ese trato que usa y manipula no es ciego sino que tiene su propia manera de ver, que dirige el manejo y le confiere su específica seguridad. El trato con los útiles se subordina al complejo remisional del ‘para-algo’. La visión que se da en semejante ‘plegarse a’ es la circunspección [Umsicht]” (Heidegger, 1998, 97). En la nota que el traductor de Ser y tiempo, Jorge Eduardo Rivera, hace a este apartado distingue dos connotaciones del concepto circunspección: en primer lugar circunspección hace referencia a una mirada alrededor de tipo abarcante y en segundo lugar el concepto de circunspección implica cuidado, precaución (Rivera, 1998, 467). Las remisiones se encuentran abiertas para la circunspección. Una interpretación subjetivista de este tipo de conocimiento diría que es la circunspección la que crea las remisiones, sin embargo ésta no es la mirada heideggeriana, la circunspección se somete a las remisiones, 10 “El Dasein sólo puede descubrir al ente como naturaleza, en este sentido, en un modo determinado de su estar-en-el-mundo. Este conocimiento tiene el carácter de una determinada desmundanización del mundo” (Heidegger, 199, 93). UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 pág. 31 esto es, se deja guiar por ellas. Es Leonardo, en el uso del jarro de agua quien se conecta, a través de la circunspección, con los juegos de la infancia, con su familia, etc., y quien descubre a este ente como siendo lo que es desde el mundo de la familia Boff. Finalmente, queremos llamar la atención sobre la comparecencia del ente. El ente intramundano nos comparece originariamente como útil. El “pragmatismo” ontológico heideggeriano, en cuanto afirma una originariedad de la praxis por sobre el modo de ser del conocimiento en nuestra comprensión del ente y por ende del ser del ente, nos parece de gran importancia. Tal pragmatismo genera una ontología relacional distinta de una ontología substancialista. Un ente como el sacramento, ya sea en el sentido amplio que le da Boff en los relatos de su libro Los sacramentos de la vida o en el sentido acotado que le da la doctrina cristiana, necesitan de una ontología relacional como ésta para una comprensión menos reductiva. Nos parece que los conceptos de materia y forma, que tradicionalmente se le han aplicado a los sacramentos, pese a su precisión definitoria, necesitan ser complementados con otros conceptos que iluminen otras dimensiones de ellos. pág. 32 UCMaule - Revista Académica N°36 - Julio 2009 Bibliografía Heidegger, M. (2000). Los problemas fundamentales de la fenomenología, traducción de JuanJosé García Norro, ed. 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