N.° 40 • Septiembre de 2012 • 7 mil ejemplares, 12 páginas • www.corantioquia.gov.co • DISTRIBUCIÓN Le pusieron dueño a las semillas Las semillas son un patrimonio de la biodiversidad, como dice el lema: Somos Semillas, Somos Vida. Pág. 4 Árboles guerreros En nuestro bosque seco están creciendo especies nativas para aportar a la biodiversidad. Pág. 8 GRATUITA 2 s o m e Tenn buen plan u CORANTIOQUIA Director General Alejandro González Valencia Dirección Territorial Aburrá Norte Jesús Antonio Hurtado Pérez Dirección Territorial Aburrá Sur James Enrique Gallego Alzate Dirección Territorial Cartama Luz Elly Vanegas Alzate Dirección Territorial Citará Ignacio Castaños Vélez Dirección Territorial Hevéxicos Omar Ramírez Ramírez Dirección Territorial Panzenú César Augusto Mora Arias Dirección Territorial Tahamíes Liliana Andrea López Noreña Dirección Territorial Zenufaná Luis Carlos Ochoa Tobón Coordinación General Oficina Asesora de Comunicaciones Redacción Diana Ramírez Juan Camilo Gallego Johan García García Andrés Angel Elizabeth Cañas Juan Camilo Jaramillo Editor Marta Salazar Jaramillo C ordial saludo a cada uno de los lectores de Ecodiversos: Estoy llegando a la dirección general de Corantioquia, lo que implica asumir un reto profesional y personal con los habitantes de la jurisdicción y con el patrimonio natural que por Ley debemos administrar de una manera equilibrada con las necesidades y realidades del territorio. En esta nueva apuesta implicará formular un plan de acción desde el 2013 al 2015, nos hemos propuesto para este trabajo hacer una construcción participativa con los ciudadanos, las comunidades étnicas, los gremios, la academia, las ONG, entre otros actores que son vitales para contribuir al desarrollo sostenible de la región. Corporación-, de allí tomamos unas variables que se verán reflejadas a través de cinco asuntos que hemos definido como estructurales como: la democratización de la información, la planificación ambiental, la cultura ambiental, la gestión integral de las áreas estratégicas y la articulación para la gestión ambiental. Tenemos un buen plan para la gente, un buen plan para nosotros es opinar. Esta es la oportunidad para que cada uno de ustedes se articulen y participen activamente en la construcción de este proyecto colectivo por la protección del patrimonio natural, las mesas ambientales municipales, los encuentros sectoriales y a través de las redes sociales que estarán al servicio y atentas para las propuestas que ustedes conocedores del territorio nos pueden hacer. Seguiremos en contacto La ruta en gran parte está trazada en el Plan de Gestión Ambiental Regional, -documento que invitamos a los lectores a estudiar en la página web de la Alejandro González Valencia Director General Diseño, ilustración y diagramación Luisa Santa Comic Luis Alberto Medina Fotografía Archivo CORANTIOQUIA Impresión La Patria Directorio: Dirección Territorial Aburrá Sur Tel. 493 8888 Ext. 1801 Dirección Territorial Aburrá Norte Tel. 493 8888 Ext. 1815 Dirección Territorial Cartama Tel. 852 4716 Dirección Territorial Citará Tel. 843 2226 Dirección Territorial Hevéxicos Tel. 853 1245 Dirección Territorial Panzenú Tel. 839 3258 Dirección Territorial Tahamíes Tel. 860 7489 Dirección Territorial Zenufaná Tel. 832 6610 Sede Medellín Carrera 65 N° 44A 32 Teléfono: 493 8888 www.corantioquia.gov.co Si tiene cualquier inquietud sobre los temas tratados en esta edición de Ecodiversos, escríbanos al correo [email protected] Un buen plan es participar Síguenos y comparte tus opiniones en @Corantioquia /Corantioquia Nº 40 · septiembre de 2012 3 La poesía anida mas en las bru Johan García Comunicador Red Pégate A dolfo, el joven mototaxista, con una mano maneja la moto taxi y con la otra señala las cordilleras central y occidental, que se observan a lo lejos adornadas con una extensa corona de nubes, “el río Cauca es el límite geográfico entre estas dos cordilleras”, dice. Ser transportado por él es una ventaja, sobre todo si es la primera vez que se recorre este territorio. Custodiados por el río Cauca nos metemos hacia el occidente, entre Aguiluchos al acecho de serpientes cazadoras que cruzan el asfalto caliente. “La semana pasada vi un tigrillo cruzar hacía el río Cauca” mencionó Adolfo. A las 7:15 en el parque de Liborina nos esperaban cuarenta profesores en dos chiveros destartalados; no había tiempo para conocer, estábamos retrasados 15 minutos. Me despedí de Adolfo. Me subí a uno de los chiveros y continué el viaje. A las 8:15 am estábamos en el corregimiento El Carmen de la Venta, un pequeño y colorido pesebre metido entre las montañas. En una casa nos esperaba una taza de chocolate caliente con empanadas, cortesía de los profesores anfitriones. En el parque, cada profesor ensillaba su caballo como si el viaje fuera a un lugar lejano. Le pregunté al profesor Joel, miembro de la mesa ambiental de Liborina, cuánto tiempo nos faltaba por recorrer, él en un tono tranquilo dijo “en 45 minutos estaremos en la vereda”. Decidí caminar, por mi asma me quedé atrás. Un campesino con dos caballos, me dijo: “De arriba me dijeron que bajara por usted porque anda muy retrasado”, mientras me entregaba las riendas del caballo más pequeño, sin pensarlo dos veces me subí de manera inexperta a “Muchacho”, el más manso y noble de la finca de don Misael. Las brumas se encontraban debajo nosotros. La vista de un paisaje imponente y la sensación de sentirse en la cima del mundo, me hicieron olvidar que antes había sufrido un ataque de asfixia. ¡Llegamos por fin! Eran las 9:30 a.m. y la escuela campesina de la vereda El Socorro gozaba de un ambiente de fiesta. Un pequeño descanso con guandolo y pandequeso y a la huerta de la escuela a conocer esta experiencia. En una pequeña franja de tierra cultivada nos acomodamos casi cincuenta personas. El expositor, un profesor que lleva más de nueve años en la vereda, contó como la huerta se puede convertir en un laboratorio “más allá de enseñar a cultivar y de hacer biopreparados, la huerta nos enseña a convivir”. En medio de la exposición José Ángel Lopera, un campesino de la vereda, pidió la palabra: “en ustedes profesores está la responsabilidad de sembrar esa semilla del amor por la tierra en nuestros niños”. Nos dividieron en tres equipos. Elibaniel Escudero, un agricultor y poeta de 48 años, fue el encargado de guiar una parte del grupo. Antes de empezar el recorrido, uno de sus compañeros le pidió que declamara una de sus poesías, él tomó aire y asumió una postura de orador: “La historia y saber ancestral se perpetua en cada semilla, el olor a frutos nuevos invade la montaña, guirnaldas de perlas crecen en todos los tallos con caparazón fortificada contra la luz y el clima inclemente. Combustión de vida muchas veces convertida en combustión de máquinas. Semilla de abuelos, semilla que prodigia buena cosecha, augurio transgénico decreta su finca”. Los aplausos sobraron, no nos esperábamos semejante interpretación. Iniciamos el recorrido en la finca de Rubiela Escudero Bedoya. Cuando entramos, se hicieron visibles paisajes tropicales pintados en los muros, un lugar donde las flores se entremezclan con las pinturas. Un dulce olor nos llevó al comedor, allí estaba ella, rubia, de ojos azules, artista, escritora, actriz, y ante todo campesina: “Acá tenemos un grupo muy activo, nos reunimos constantemente para ingeniarnos recetas de postres y mecatos que se venden en la tienda comunitaria (…) Nos reunimos además para montar obras de teatro y hacemos bingo comunitario todos los domingos”. Continuamos el recorrido en el trapiche, la nueva propiedad de la vereda: “Nos cansamos de comprar panela envenenada con clarol. Ahora trabajamos con un modelo de economía rotativa y la comunidad está abastecida de panela al 100%”, mencionó Gustavo, encargado del Trapiche. Empezó a llover, nos escampamos en la finca de don Ricardo Lopera. Una casa con más de 100 años, que conserva sus paredes de tapia y un jardín con dos zarros con cuernos que estaban allí mucho antes de que Ricardo naciera. El anfitrión nos explicó cómo funciona el fogón en el que hornean la parva que abastece la tienda comunitaria; nos mostró el galpón con las gallinas de la comunidad; el sistema de captación de agua lluvia para el riego de los cultivos en la vereda; la generación de abonos y energía a partir de los desechos de los cerdos y los ladrillos ecológicos que estaba llenando poco a poco para construir sillas para la comunidad. La lluvia, cada vez más intensa, no fue inconveniente. Llegamos a la capilla veredal y muchos profesores entraron a persignarse. Un delicioso olor a pandequeso recién horneado nos decía que la tienda comunitaria estaba cerca. Elibaniel nos hizo señas para entrar a una pequeña casa con el letrero: “la tienda”. No supe cómo nos acomodamos tantas personas en ese pequeño espacio. Nos recibieron Argemira Escudero y Argemiro Bustamante, administradores de la tienda, “Bienvenidos a este sueño colectivo”, Dijo Argemira. La tienda campesina es el resultado de años de trabajo y de invertir 20 millones de pesos que se ganaron con el reconocimiento de una institución del estado. Su funcionamiento es muy simple: es autosostenible mediante la economía rotativa, se hace trueque para la subsistencia familiar mediante la circulación de víveres y no se vende mecato de afuera, no venden gaseosas pero sí yogur de frutas elaborado por ellos mismos; así como lenguas, rollos, peras, pan, galletas negras y pandequesos horneados allí mismo. Salimos de allí y llegamos a la escuela veredal. Eran las 2:00 p.m. y ya los otros dos equipos estaban almorzando, las madres comunitarias nos tenían un delicioso sancocho trifásico con ensalada y guandolo, platos con ingredientes de sus huertas. Terminamos la jornada conversando. A las 3:40 de la tarde nadie quería irse. No hay mejor conclusión que la de la profesora Chila, de la mesa ambiental de Liborina: “Si ya sabemos que esto se hace y funciona ¿qué esperamos, porqué no lo hacemos nosotros en cada comunidad?”. Nos despedimos de nuestros anfitriones, 26 familias que están haciendo el sueño de muchos, realidad. 4 o ñ e u d n o r ie s u p s e L a las semillas Desde hace once mil años, los campesinos han cultivado la tierra y transmitido por generaciones las mejoras y la domesticación de las semillas. Gracias a ello, el 66% de los alimentos que consumimos en Colombia proviene de la economía campesina y un 70% de la comida del mundo se mueve por la agricultura a pequeña escala. A unque todos los días comemos, nuestra preocupación como consumidores sólo se centra en tener una dieta balanceada, natural y de bajo costo. Más allá de los vegetales, los cereales y de la comida que en general se sirve en la mesa, no relacionamos que gracias a las semillas, a su cuidado y, en especial, al conocimiento que sobre las mismas tienen los campesinos, podemos satisfacer nuestro apetito y necesidades alimentarias. El cuidado y preservación de las semillas, el conocimiento sobre los cultivos, la aclimatación de las plantas en distintas alturas y la sapiencia campesina son asuntos que se han dado de forma natural. Ahora, como consecuencia de una política internacional y normas nacionales que acogen sus orientaciones, el manejo de las semillas, su calidad y el aprovechamiento del conocimiento que hay al respecto, están en juego. En nuestro país no sólo se han fijado normativas que generan derechos para los obtentores -que son especialistas de los laboratorios y de los centros de investigación que cogen una semilla y la mejoran-, sino que se controla su tenencia. Es decir, un agricultor ya no puede sembrar y cultivar libremente las semillas porque ahora éstas tienen dueños. La resolución 970 de 2010 otorgó al Instituto Colombiano Agropecuario -ICA-, facultades y actividades policivas para recoger semillas que no estén certificadas o que ya están registradas como derecho de propiedad intelectual de quienes en laboratorio trabajan como obtentores vegetales. La Ley 1032 de 2006 considera que un campesino puede ir a la cárcel si posee una semilla “similarmente confundible” con otra registrada ante esa entidad. Hace tres meses, la Ley 1518 ratificó la adhesión de Colombia, como parte de la Comunidad Andina de Naciones, al Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales UPOV. La normativa establece fomentar un sistema eficaz para la protección de las variedades vegetales con miras al desarrollo de obtenciones vegetales en beneficio de la sociedad. En esa legislación el país acepta la protección de los derechos de los obtentores vegetales; lo que implica, por ejemplo, que si un centro de investigación hace un experimento con la semilla y fruto de la papa, se certifica con derecho a su manejo exclusivo. Lo cual olvida a los campesinos como los legítimos inventores de semillas, con la diferencia de que ellos, en 11 mil años de actividad agrícola, no han reclamado los derechos de propiedad. La idea es generar bancos in situ, es decir, que cada comunidad se apropie de sus semillas, trabaje para que no se pierda el conocimiento sobre las mismas y su cultivo; al tiempo que se puedan generar intercambios para aumentar la diversidad y la oferta. Nº 40 · septiembre de 2012 En el contexto mundial más 7 billones de dólares se mueven en el comercio de alimentos al por menor. El 70 por ciento de la comida del mundo se mueve por la agricultura a pequeña escala. Se restringe el cultivo natural Pero lo que preocupa de la nueva reglamentación no es solo que expropie el derecho natural de los campesinos a manejar las semillas. De acuerdo con Diana María Peña, integrante del equipo de trabajo de la Subdirección de Cultura Ambiental de Corantioquia, lo que se está haciendo con esta restricción es estrechar la agrodiversidad y, en consecuencia, limitar las enormes posibilidades de consumir alimentos distintos y variar las dietas de las personas por privilegiar las variedades más rentables. El desarrollo de alimentos genéticamente modificados desaparece otras variedades. Un ejemplo es que ya carecemos de muchas variedades de maíz como consecuencia de la producción a gran escala de una transgénica conocida como maíz Bt. La restricción de cultivos naturales que solo lucran a las multinacionales procesadoras de alimentos va en aumento”, asegura Diana Peña, economista que trabaja en Corantioquia. Esa limitación al cultivo natural de las semillas sugiere ir en contra de la naturaleza, pues las culturas, por lo menos hasta esta parte de la historia, nunca han sido independientes del desarrollo, la diversificación y la adaptación de las semillas. “Por ello dice la técnica de la Corporación- los pueblos de México se deben al maíz, los Incas a la papa y los Zenúes a la caña flecha”. La existencia de parcelas agrarias campesinas va quedando atrás en todo el mundo porque la agricultura copió el modelo industrial de cadena estableciendo monocultivos. Con la nueva ley que privatiza el uso de las semillas, el campo pareciera ser un lugar donde los campesinos se están quedando sin espacio. Los bancos de semillas El descontento con la normativa no se limita a la crítica y la preocupación. Con la intención de acompañar los procesos de reconversión agroecológica y la construcción de bancos comunitarios de semillas, Corantioquia trabaja en comunidades con redes de custodios de semillas de bancos de vida. En el 2011 se hicieron redes de construcción de redes de semilla en Armenia Mantequilla, Barbosa, Copacabana, Girardota, Bello (corregimiento San Félix), Medellín (corregimiento San Cristóbal) en las comunidades La Puerta y San Nicolás, de Sopetrán, y en algunos municipios del Suroeste. Es una experiencia incipiente que nos ha permitido unir esfuerzos y movilización frente al manejo de las semillas con grupos preocupados por el manejo patrimonial que representan”, destaca Peña. Junto con Corantioquia, Semilla de En Colombia Identidad es otra de las organizaciones trabaja en campañas que promuela agricultura que ven una labor civil en contra de las norrestrictivas al manejo y uso de campesina mativas semillas. Lo que se está defendiendo es la ocupa 1.5 soberanía alimentaria y planteando promillones de puestas como la declaración de territorios libres de transgénicos, de los que hectáreas y ya se tiene uno Córdoba en tierra de los Zenúes–puntualiza la experta en cultura produce el ambiental-. Otras, son redes de custodios semillas de Guardianes de semillas, a 70 por de través de las cuales se realiza un trabajo ciento de los comunitario para la recuperación del patrimonio fitogenético”. La idea es generar bancos in situ, es alimentos que decir, que cada comunidad se apropie comemos. de sus semillas, trabaje para que no se 5 La bóveda global de semillas de Svalbard La Bóveda Global de Semillas de Svalbard es un bunker que tiene la capacidad de guardar más de 2.500 millones de semillas y fue creado para preservar y garantizar la existencia de varias especies vegetales, ante la posible desaparición de los bancos de semillas por circunstancias naturales o externas, como una guerra. Para nutrir ese banco muchos países se unieron a la fundación público-privada Global Crop Diversity Trust (GCDT). Esta entidad coordina el envío de semillas, como el que hizo Colombia durante el anterior gobierno de 700 muestras criollas. Sin embargo, el propósito de la Bóveda y de la GCDT ha sido muy cuestionado porque se considera insano que justo tres de las compañías que comercializan el 50 por ciento de las semillas en el mundo: Monsanto, Syngenta y Dupont estén liderando ese proyecto. Además porque las semillas guardadas, aunque están “dormidas”, pueden no ser viables para las condiciones técnicas y climáticas que sucederán. Para los defensores de las prácticas agrícolas tradicionales este tipo de iniciativas no ayudan a evitar la pérdida de las semillas y del conocimiento asociado a la sapiencia de los campesinos. El manejo de las semillas, su calidad y el aprovechamiento del conocimiento que hay al respecto, están en juego. pierda el conocimiento sobre las mismas Se estima que y su cultivo; al tiempo que se puedan generar intercambios para aumentar la di- nuestro país versidad y la oferta. importa más de Las actividades que realizan colectivos y organizaciones ambientales inclu- 10 millones yen acciones legales como la recolección de firmas para que el Consejo de Estado de toneladas de revise la nueva normativa. Así mismo, educar a los consumidores para que comida al año. asuman que la elección de alimentos es un asunto importante para asegurar calidad en la dieta, diversidad alimentaria y apoyar la actividad agrícola de los campesinos colombianos. CONOCE ORGANIZACIONES DEDICADAS A LA DEFENSA DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA. [email protected]. El comité Metropolitano por la Defensa de la soberanía Alimentaria y la autonomía, que agrupa a una decena de organizaciones del Área Metropolitana. [email protected] Red de Consumidores Ecológicos de Medellín: 413 44 44 6 Nº 40 · Septiembre de 2011 Culturras,idad biodive Jericó El DMI comprende el 13.3%, unas 3.741 hectáreas dentro de este importante municipio del suroeste. y paisaje as de reservas más importantes La cuchilla Jardín Támesis es una de las áre redor biológico que comprende de toda la geografía antioqueña. Es un cor la cordillera Occidental en de l nta orie co flan el re sob eas tár hec 1 28.06 y Risaralda. límites con los departamentos de Caldas Textos: Andrés Ángel Gómez Fotografías: Juan Castaño y Andrés Ángel Gómez Tiene unas características muy importante tiene más asentamiento de comunidades y es una zona que se presta mucho para el aprovechamiento ecoturístico. Es una zona aprovechable para la generación hidroeléctrica. Andes Se encuentran ubicadas el 3.6% de los predios pertenecientes al DMI, unas 1.014 hectáreas. Támesis Es el segundo municipio con mayor participación territorial en el DMI, 9.928 hectáreas, algo así como el 35% del área total. Es una perforación en la roca que el agua de la quebrada la Linda labró por muchos años. Es una cascada que tiene unos 60 metros de caída libre y cae a un pozo de agua en medio del bosque de niebla. Fue construido en 1943 y declarado monumento histórico en 1985. Jardín El 46% del DMI Cuchilla Jardín – Támesis, 12.992 hectáreas, se encuentran localizadas en este municipio. Caramanta Es el municipio que menos territorio comparte con el DMI, 386 hectáreas, algo así como el 1.3%. Un camino que ya prácticamente se encuentra desaparecido, sólo se hayan algunos fragmentos Es donde están los loros Orejiamarillos en los palmares de cera que se ubican sobre la vía que conduce hacia Ríosucio, Caldas. Es el lugar donde nace el río San Juan que demarca el límite entre Andes y Jardín y a su vez de con los departamentos de Antioquia y Risaralda. Ubicación Al suroccidente del DMI en el que se encuentran unos caminos que conducen hacia Riosucio que son aquellos por los que transitó la colonización antioqueña. Historia Para llegar a esta declaratoria se cumplieron tres fases: En el 2002 se desarrolló un proyecto desde Parques Nacionales Naturales de Colombia en el que se realizaron los primeros estudios. Entre el 2005 a 2006 la Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia se realizaron estudios en los que se perfiló la figura de Distrito de Manejo Integrado (DMI). La constitución del DMI Cuchilla Jardín – Támesis tiene dos acuerdos, uno es el 316 de 2009 en el que se delimitó y alinderó; y el acuerdo 384 de 2011 que es el que acoge el plan de manejo. Especies de interés: Palma de Cera Loro Orejiamarillo Magnolio Jardinensis Gallito de roca Oso Andino Colibrí del sol Palma de Macana Passiflora jardinensis 8 s o r e r r e u g s e l o b r Á Recuperar un área degradada y conocer el comportamiento de dieciocho especies de árboles nativos del bosque seco tropical es un proyecto que adelanta CORANTIOQUIA en el corregimiento de Sucre, del municipio de Olaya. Un laboratorio vivo que arrojará una importante información para futuras siembras. E l sol. El sol. Diez y media de la mañana. La boca seca. La tierra seca también. Un ardor en la nuca y en los brazos. El aire, aunque liviano, se hace difícil de respirar. Miro el reloj: solo llevamos una hora y cuarto de camino y ya el sudor empapa la camiseta. El sol. El sol. Vamos monte arriba por un potrero. Toco la tierra: es densa y llena de piedras plateadas. Y sin embargo, aquí mismo, bajo este clima intolerante, se adelanta un proyecto de recuperación de áreas degradadas y estudio de dieciocho especies propias del bosque seco tropical. Porque sí, no lo parece pero sí: esto fue un bosque, un bosque espeso de kilómetros y kilómetros por gran parte del Occidente del departamento. Pero qué va: eso fue hace ya tanto que no hay quien lo recuerde. Estamos en Sucre, corregimiento de Olaya, en una finca llamada Trivio Mamey. Nolberto Marín, ingeniero de la subdirección de Ecosistemas de CORANTIOQUIA, y que coordina este proyecto, me dice: “si se fija bien, si no se hace nada, esta tierra va camino a convertirse en un desierto”. Tiene razón. No solo esta tierra, no solo esta zona del departamento, sino muchas otras de Colombia. Del bosque seco tropical, que llegó a tener una extensión de 80 mil kilómetros cuadrados en el país, escasamente quedan 1.200 kilómetros. O sea: el 1.5 por ciento. Queda esto, luego de años y años de tala y ganadería: monte pelado que en verano pierde el verdor para ganar un tono marrón, una tierra dura que, en muchos casos, ya ni para pastoreo sirve. “si se fija bien, si no se hace nada, esta tierra va camino a convertirse en un desierto”. . King her Si sup iera q u e e l m un do se acaba mañana, yo, n ár u a í r lanta p , a í v da hoy to Lut n i ar t M . l bo Nº 40 · septiembre de 2012 9 Desde 1995, año en que se creó CORANTIOQUIA, la corporación ha adelantado algunos proyectos de reforestación en zonas como bajo Cauca y Angelópolis. Así que si conserva el nombre de bosque seco tropical es porque hace referencia a las condiciones bioclimáticas. Es decir a zonas cálidas donde solo hay dos periodos cortos de lluvia al año y donde la evaporación supera la precipitación, lo que significa un déficit de agua. Pero bosque, como tal, ya no hay. Y sin embargo es aquí, insisto, donde se adelanta este proyecto: sembrar dieciocho especies nativas para ver cómo se comportan. De cada especie se han sembrado unos mil árboles, en lotes de 250 plantas cada uno y en una extensión total de cuarenta hectáreas. El proyecto comenzó hace poco más de un año y ya estos arbolitos, que tenían entre veinte y treinta centímetros cuando fueron sembrados, soportaron una temporada larga de verano: una prueba de fuego, casi literalmente. Porque verano quiere decir semanas sin lluvia, calores de hasta cuarenta grados y una tierra degradada. En condiciones así, aún siendo nativas, algunas especies no soportan; otras se mantienen firmes. De eso se trata: saber qué especies funcionan mejor en qué condiciones. Unas más aptas para crecer bajo la sombra, otras sin problemas a plena exposición del sol; unas más resistentes a la plaga, otras que pierden sus hojas para ahorrar energía. Un trabajo en el que la Universidad Nacional se vincula en la parte de los estudios y seguimiento a las especies. O sea, desde la ciencia. No solo se adelantan prácticas académicas gracias a este laboratorio vivo de CORANTIOQUIA en Olaya, sino trabajos de grado y otros estudios. Y es que de bosque seco tropical, como casi no hay, casi no se sabe. Por ahora, viéndolos así, pequeños, estos árboles se parecen. Pero en cuestión de tres o cuatro años serán evidentes sus diferencias. La ceiba ganando grosor, el tronador mostrando en el estallar de sus semillas por qué lleva este nombre, el algarrobo con su fruto oloroso, el balso de hoja ancha y productor de biomasa, el flamboyán florecido: rojo, rojísimo… Son árboles guerreros. Árboles que soportan un sol que, en solo hora y media, ya nos tiene mareados. También en cuestión de tres años se sabrá cuáles son las especies más resistentes, las que se pueden recomendar a ciegas para nuevas siembras. Si al final se sabe de cinco de ellas con estas características, el proyecto será un éxito, dice Nolberto. Y se habrá ganado más: para entonces este cultivo será un pequeño bosque seco tropical, casi como los que no se ven. Y con él llegarán las especies de fauna propias de estos sistemas. Ya comienza a verse. Entonces lo que sigue es que otros más se antojen. Este proyecto habrá ganado en la medida de que más personas se interesen por sembrar, así como lo hicieron los dueños de esta finca. Lograr corredores biológicos, pequeños enclaves con nueva vegetación. Recuperar en parte eso que se ha perdido. Otras de las especies sembradas dentro de este proyecto son: ébano, cedro rojo, cedro amarillo, balso, piñón de oreja, chumbimbo, indio desnudo, caracolí, velero, diomate, ceiba, guayacán trébol, Guácimo y varasanta. Bosque, seco, tropical y casi desaparecido En Colombia el bosque seco tropical se distribuía originalmente en las regiones de la llanura Caribe y valles interandinos de los ríos Magdalena y Cauca, entre los 0 y 1.000 metros de altitud, y en jurisdicción de los departamentos del Valle del Cauca, Tolima, Huila, Cundinamarca, Antioquia, Sucre, Bolívar, Cesar, Magdalena, Atlántico y Sur de la Guajira. Las zonas que aún sobreviven se encuentran en áreas muy reducidas en parques protegidos o en espacios de difícil acceso. En Antioquia solo hay tres pequeños enclaves: uno en Dabeiba, otro en la costa de Arboletes y el otro en el cañon del río Cauca desde La Pintada hasta antes de llegar a Puerto Valdivia. 10 La maestra “estrella” Eustelly Ramírez Peña es una destacada profesora de escuela que se pasa la vida fomentando el amor y el respeto por la naturaleza. Está a cargo de un grupo de 40 alumnos que desde el año 2009 promueve acciones en favor de la naturaleza. Su labor ya tiene un reconocimiento regional. Diana Milena Ramírez D esde una loma empinada y estrecha se puede ver, empotrado en una esquina del pueblo, un techo de tejas anaranjadas con pintas negras -huellas del tiempo, la lluvia y el sol-. Y ahí, debajo de ese manto de sombra está ella. Camina y se abre campo entre la gritería que se repite cada mediodía. Su cara, atravesada por una sonrisa tímida, un cabello negro sin pretensiones que descansa en sus hombros y un cuerpo de un metro con 57 centímetros, arropado por una camiseta verde con una leyenda, define a esta mujer de 42 años y un montón de sueños: “Soy guardián de la naturaleza”. Así, asediada por varios pequeños que tras sus pasos buscan el abrazo y el beso, Eustelly Ramírez Peña parece una heroína sacada de un cuento donde gnomos, árboles que hablan y flores que conspiran luchan por mantener el nombre y el oficio. Pero Eustelly es una maestra de escuela. Tan sencilla como la vida que ha vivido al lado de sus dos hijos, su compañero de piel y de amores, y el oficio de enseñar. Una labor que aprendió en Yarumal hace 22 años y que la trajo a Santa Rosa de Osos; a la institución educativa Marco Tobón Mejía, para más señas. Paradójicamente hablar con esta mujer, licenciada en educación física con énfasis en informática, es hablar de naturaleza, tema al que llegó prácticamente de carambola. “Al llegar a Santa Rosa recibí del rector la invitación a que me fuera a Medellín a una capacitación en un proyecto ambiental. Y me fui para esa capacitación que era desarrollada en ese momento por la Universidad de Antioquia y CORANTIOQUIA. Participé voluntariamente-obligada, me tocó aprender del tema, pero me metí y me gustó”. Hoy en día el discurso ambiental es tan sagrado para Eustelly como su nombre mismo (Eustelly es en realidad Eustelle, nombre de una conversa jovencita hija de gobernador en el siglo III. Muerta a causa de sus convicciones religiosas y que la historia católica recuerda como Santa Estrella). Sus palabras pesan tanto como sus actitudes en beneficio de la naturaleza y las buenas prácticas ambientales. Bajo el programa Proyecto Ambiental Escolar, PRAE, ha alcanzado un reconocimiento inusual para un modesto profesor de escuela municipal (su nombre en el motor de Google la vincula de inmediato a su incesante gestión ambiental) y, más allá de la “fama online”, se ha colgado en el pecho las medallas de afecto y de liderazgo que le imponen sus cuarenta y tantos alumnos inmersos hoy en el encarrete de proteger y hacer más amigable la vida con la naturaleza. Desde 2009 la maestra “Estrella” (Eustelly) se mantiene inventando formas divertidas para encarretar a sus alumnos en un propósito que atraviesa su existencia: ayudar a conservar la vida y el planeta. Guardianes de la naturaleza Desde el año 2009 Eustelly y sus alumnos son, como ella, “Guardianes de la Naturaleza”, una consecuencia del desarrollo del programa “Bitácora Verde” ideado por CORANTIOQUIA como herramienta para generar conciencia conservación de la vida y el planeta a través de centros educativos de Antioquia. Un “Guardián de la Naturaleza” es alguien graduado en “Bitácora Verde” y la verdad es que Eustelly cumple con creces aquellas acciones que propenden por un mejor espacio para vivir. Ella y sus muchachos se preocupan porque padres de familia, vecinos y hasta instituciones administrativas del municipio reconozcan la necesidad de cuidar el agua, los árboles, controlar el gasto de energía, reciclar y mejorar los hábitos que buscan enderezar el crítico decurso de los recursos naturales. Eustelly Ramírez Peña es el alma de un grupo de 40 niños y adolescentes de la institución educativa Marco Tobón Mejía que conforman el grupo de Guardianes de la Naturaleza en Santa Rosa de Osos. Para ello echan mano de lo que su creatividad les proporciona (eventos, seminarios, charlas, conversatorios, etc.). Tan tenaz ha sido el trabajo que ya tienen a su haber el premio “Distinción Vida” que es el galardón más alto que entrega CORANTIOQUIA a quienes le dedican “alma, vida y sombrero” a cuidar el pedazo del planeta que habitan. Nada se escapa a su ojo fiscalizador. Las basuras son recicladas como lo demanda el protocolo ambiental. El agua se ahorra por conciencia social y salud financiera. Y hasta el consumismo salvaje tiene en ella a una enemiga declarada: no permite el mecato de paqueticos en las salidas ecológicas que realiza con sus alumnos y vecinos del pueblo; si van a llevar alimentos y bebidas se les exige “la coquita y el envase” que se puedan retornar a la casa, con el objetivo de evitar desechos dañinos sobre los montes y los ríos que visitan. “Hacer algo que sirva cada día” Esas ganas de salvar lo que a diario se pone en peligro un poquito más han llevado a Eustelly a incursionar en áreas que su vida de maestra de escuela y ama de casa no había contemplado. Se metió, por ejemplo, en los recovecos del teatro ambiental. Sí, teatro, con libretos, actuación y montajes dedicados a la cultura de preservar la naturaleza. Cada día de su vida actual lo convierte en algo que le sirva a alguien, no importa la espera que haya de por medio para lograr ese propósito. Así entonces se dio a la tarea, por ejemplo, de ir fabricando ladrillos ecológicos que en algún momento sostengan una casa y unas vidas. -¿Cómo lo hace? -Lo hacemos muy sencillo. Simplemente envases plásticos de gaseosa y los llenamos de papeles de comestibles que no estén mojados para que no se descompongan. Los vamos llenando, dobladitos o bien arrugaditos, y los vamos llenando a presión hasta que queden bien duros. De esa manera los hacemos. Ya siempre hemos llenado bastantes ladrillos. Eustelly sueña, junto a sus alumnos, con ver un día de estos delante de ella una casa levantada con ese juego diario. Y es así, con acciones sencillas, como ella y su grupo fundamentan el trabajo social que realizan. Ya es medio día y Eustelly debe ir a su casa. Atraviesa la instancia de la escuela hasta la puerta principal y, tras sus pasos, firmes y apurados, deja la sensación de que no todo está hecho todavía. Con sus ojos que miran al frente y su espalda cuidando lo que ha sido, la frase inscrita en ella: “Soy guardián de la naturaleza” pareciera retumbar bajo el aire y prometer otra batalla interminable contra el desdén humano. Increíblemente humano. r i u g e s n e r e i Qu pesinos Nº 40 · septiembre de 2012 11 siendo cam La sociedad civil del Suroeste Antioqueño se ha unido para alertar a Corantioquia sobre irregularidades de las exploraciones mineras de algunas multinacionales. Por Juan Camilo Gallego Castro C uando el sol madruga en Caramanta, la niebla de la noche se dispersa entre las montañas escarpadas. En las primeras horas de la mañana, a lo lejos se ve Manizales y, sobre ella, el Volcán Nevado del Ruiz, con sus nieves perpetuas y su furia escondida. “El Suroeste antioqueño ha sido agrícola toda la vida”, dice Alfonso Patiño, un campesino de 58 años. Se han enorgullecido de los chorros de agua que manan de esas montañas frías, de la nutria y el loro orejiamarillo que habitan los bosques frondosos que se hallan en su territorio, de esa niebla que cubre las cimas, como si fueran ruanas que las arroparan, y del café suave que producen. “Nunca hemos necesitado la minería para vivir”, agrega Alfonso, pues desde hace cinco años en Caramanta, algunas multinacionales adelantan exploraciones para encontrar oro. De acuerdo con Marta Lia Osorio Cardona, ingeniera geóloga de la Dirección Territorial Cartama, de Corantioquia, “en el Suroeste se han explotado recursos del subsuelo, aprovechando materiales de playa en los ríos Cauca, Poblanco y Sinifaná; arcillas en Valparaíso; manganeso en Santa Bárbara; talco y feldespato en Montebello; y carbón en municipios como Fredonia y Venecia”. Pero la explotación de oro, tradicionalmente, ha sido una actividad muy reducida, ya sea en pequeños socavones o de barequeo en el río Cauca. “Las características del proyecto minero- agrega Osorio Cardona- son aún de estudios y reconocimiento, lo que se conoce como actividades de exploración. Obviamente hasta que no se identifique claramente este potencial minero, se dimensione, caracterice mineralógicamente y estructuralmente, no puede adelantarse a definirlo como un proyecto de gran o pequeña minería y las condiciones de explotación que seguirían”. Se une la comunidad “Somos campesinos, nos hemos dedicado al trabajo agrícola y pecuario. Hemos sido productores y nos quieren convertir en mineros”, expresa Noelba López, representante legal de la Asociación Agropecuaria de Caramanta –Asap-, desde donde líderes campesinos han defendido su territorio y pedido a las empresas que les hablen de sus propósitos. Tolima Gold, Conde Mine, Corporación Minera de Colombia y Solvista Gold Corporation, son cuatro multinacionales que se encuentran en el territorio haciendo exploraciones. Desde 2011, la comunidad de Caramanta se ha unido para defender su territorio y, de esa forma, han conformado el Cinturón Occidental Ambiental (COA) junto a municipios como Támesis, Valparaíso, Pueblorrico, Jericó y Jardín, pronunciándose de forma pacífica en contra de los proyectos mineros que se adelantan a espaldas de la comunidad. “Somos campesinos, nos hemos dedicado al trabajo agrícola y pecuario. Hemos sido productores y nos quieren convertir en mineros” “Los hemos invitado un sinnúmero de veces a reunirnos y nos han quedado mal. Al concejo no han asistido en tres ocasiones y a la comunidad le han incumplido muchas más. Algunos quieren que vayamos a sus sedes, pero las discusiones las hacemos en el concejo frente a toda la comunidad”, describe el presidente del concejo Ever de Jesús Abello. Por eso, la comunidad decidió agruparse para hacer cuatro caminatas en las veredas donde se encuentran las exploraciones y, de paso, han comprobado algunos de los daños ocasionados. “A Conde Mine se le suspendió porque estaba haciendo uso de caudal sin concesión de agua. Para hacer uso de cualquier recurso natural, como el agua o aprovechamiento forestal, ellos tienen que gestionar ante la Corporación (Corantioquia) el permiso o la licencia. Nos dimos cuenta que esta empresa estaba trabajando sin ningún permiso”, describe Daniel Hernández, Coordinador ambiental del municipio de Caramanta. En la vereda Chiraporotó, Corantioquia decidió suspender una concesión de aguas a Tolima Gold porque esta empresa dejó sin el líquido a dos viviendas. En la fuente de abastecimiento en la quebrada La Toma, Tolima Gold tomó el 100 por ciento del caudal, lo que no es permitido, puesto que Corantioquia, cuando da una licencia, permite utilizar hasta el 70 por ciento de la fuente. La sociedad civil del Suroeste antioqueño se ha unido, porque saben que con pruebas es la única forma de comprobar los efectos que tendría la minería en su territorio. “Sí hay muchas cosas que se pueden hacer frente a la minería, y la comunidad es la que debe actuar. No solo Corantioquia, sino la comunidad para que se pronuncie. Si se le notifica a la Corporación, a ésta le queda más fácil concretar las denuncias de la comunidad”, agrega Daniel Hernández. A diferencia del Suroeste, el Bajo Cauca antioqueño ha sido de vocación minera. “Estamos hablando de la presencia de yacimientos históricamente ricos, tanto de veta como aluviales, que han sido explotados desde hace más de un siglo por propios y extranjeros. No se puede prever las condiciones en que se realizaría una explotación en estas zonas que son objeto de estudio, por eso simplemente diferencio la existencia de una legislación ambiental y la presencia de una autoridad ambiental en el territorio hoy, que no la hubo en la historia minera de Antioquia hasta mediados de los años 90, autoridad que requiere fortalecer su recurso humano y técnico para responder a las demandas que la actividad minera le genera, con eficiencia y eficacia”, afirma Marta Lia Osorio Cardona. La comunidad, por su parte, ante la falta de información de las empresas multinacionales sobre los hallazgos en su territorio, continúan movilizándose para defender la flora y fauna y la riqueza paisajística con la cual han convivido cientos de años. 12