LAS TRES VIEJAS

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L as tres vie jas
(melodrama grotesco)
Ale jandro Jodorowsk y
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Personajes:
Meliza
Grazia
Garga
Un gran cuarto que fue lujoso pero que hoy tiene los muros llenos de grietas con la pintura descascarada.
Un armario, una ventana, una puerta, una mesa, un lecho, un cuadro representando el retrato del severo
Conde de Felicia. Observadas por Gar­ga, anciana sirvienta, centenaria, dos viejas mellizas, 88 años, Gra­zia y
Meliza, aristócratas venidas a menos, tiran los dados.
MELIZA. (Lanzando sus dos dados.) ¡Nueve! ¡Es un número alto, perderás!
GRAZIA. (Lanzando sus dos dados.) ¡Once! ¡Yo gané!
MELIZA. ¡Perra, siempre ganas!
GRAZIA. ¡Bendita la santa Virgen!
MELIZA. ¡Maldita esa puta incestuosa!
GRAZIA. ¡Puta tú, carroña!
GARGA. ¡Grazia, Meliza, marquesas, basta de blasfemias, respe­ten la memoria de su augusto padre, el
Conde de Felicia!
MELIZA. (A Garga, gimoteando.) ¡Siempre le toca a ella ir a las fiestas! ¡El azar no es justo!
GARGA. (A Meliza.) Tampoco la vida es justa, señorita. Acepte el juicio de los dados...
MELIZA. (A Garga.) ¡Calla la boca! ¡No creas que porque lim­pias nuestras bacinicas eres sabia!
GRAZIA. (A Garga.) ¡Meliza tiene razón! ¡Mueve ese culo podrido y tráeme la dentadura!
(Garga se inclina e intenta ir al fondo de la escena. De un brusco tirón, Meliza la retiene.)
MELIZA. (A Garga.) ¡Alto, espantajo! ¡Iré yo! (Va al fondo de la escena y saca de un armario un traje de
no­che, un collar de perlas, una peluca de sedosos cabellos rubios, un abani­co y una dentadura postiza que se
apresura a colocar- en sus desdentadas encías. Gozando con los dientes.) ¡Mmm!
GRAZIA. ¡Tramposa! ¿Por qué te los has colocado? ¡Esta noche son míos!
MELIZA. ¡Egoísta! ¿Qué te importa que los use unos segundos? ¡Toma!
(Se quita los dientes y se los pasa a Grazia. Grazia, con asco exagera­do, se los pasa a Garga. Garga los frota
con su delantal y se los vuelve a pasar a Grazia, que se los coloca.)
GRAZIA. ¡Mmm, venga a mí la sonrisa de las marquesas de Felicia!
MELIZA. Sí, hermana, sonríe... Nuestra sonrisa atraía a los pretendientes como un foco a las mariposas
de noche...
GRAZIA. (A Garga.) ¡Momia sarnosa, ponme el vestido de gala!
(Garga la ayuda a colorarse el vestido. Grazia se pavonea ridícula­mente, sintiéndose hermosa.)
GARGA. (A Grazia.) Si se mantiene en la penumbra, señorita, nadie notará los remiendos...
MELIZA. No hagas movimientos bruscos, Grazia, porque la tela, de tan gastada, puede rajarse...
GRAZIA. (A Meliza.) ¡Mentirosa, envidiosa, asquerosa! ¡Me quie­res paralizar! ¡Este vestido fue usado
por nuestra abuela y nuestra madre, nada puede gastarlo! ¡Nada me impedirá bailar hasta el alba!
MELIZA. Eres tan testaruda como Delfín...
GRAZIA. ¡No hables de nuestro perro!
GARGA. Pobre cuadrúpedo, tuve que transformarlo en cazuela...
(Grazia y Meliza persiguen a Garga, golpeándola.)
MELIZA. ¡Calla, desgraciada! ¡Nunca lo repitas!
GRAZIA. ¡Que nadie sepa que las hijas del Conde tuvieron que devorar a ese fiel animal!
GARGA. ¡Ay, la verdad es la verdad, no sólo nos hemos comido a Delfín, sino también a los gatos y a
los caballos!
MELIZA. ¡Silencio, basura! ¡Olvida esa vergüenza o te arrancamos la lengua!
(Las marquesas se arrojan sobre la centenaria, la inmovilizan y le tapan a cuatro manos la boca. Garga se
debate ferozmente. Casi al borde del desmayo, sin aliento, las dos marquesas se detienen para respirar.)
...
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