Esta época cercana al cambio de año siempre me gusta. Hay una sensación de renovación. De un nuevo comienzo. De renovar esfuerzos. Hoy te quiero hablar a vos, que son todos ustedes, pero quiero que sea a vos, con intimidad. Porque sólo vos sabés cómo te esforzaste este año que termina. Sólo vos sabés cuáles fueron tus éxitos y tus fracasos. Cuál fue tu aprendizaje y cuáles tus temores. Qué es lo que lograste y qué es lo que faltó. Esta es una época de deseos. Los irlandeses son los maestros de las bendiciones (ya hemos hablado de ellos), pero son muchos los que han escrito sobre ésto, sobre qué desear para uno y para los demás. El poeta brasilero Sergio Jockymann publicó en 1980 en el Jornal Folha da Tarde de Porto Alegre un poema (que es atribuido erróneamente al escritor francés Víctor Hugo) titulado "Los votos", donde expresa sus deseos para una buena vida. Inspirado en Jockymann y también en los irlandeses (cuya sangre contribuye a mi volemia) y en muchos otros quiero hacerte llegar mis deseos. Te deseo primero que ames y, que amando, también seas amado. Y que de no ser así, olvides rápido y que después de olvidar, no guardes rencores. Te deseo también que tengas amigos y que, aunque sean malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar. Y porque la vida es así, también te deseo que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos. En la medida exacta, para que algunas veces te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro. Te deseo además que seas útil, pero no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Te deseo que seas tolerante. No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho. Y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. Te deseo, asimismo, que atravieses la frustración de algún fracaso, porque cada fracaso nos enseña algo que necesitábamos aprender. Y recuerda que un hombre puede fracasar muchas veces, pero no se convierte en un fracasado hasta que empieza a echarle la culpa de sus propios errores a los demás. Te deseo que siendo joven no madures demasiado rápido, y que ya maduro no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no caigas en la desesperanza. Porque cada edad tiene su placer y su dolor, y es necesario dejar que ellos fluyan entre nosotros. Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día (hay que tener cuidado con la tristeza, es un vicio). Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es tonta y que la risa constante es malsana. Pero también te deseo que encuentres un momento para jugar. Los hombres no dejan de jugar cuando se hacen viejos. Se hacen viejos cuando dejan de jugar. Y para que no te excedas en el juego, te deseo que descubras con urgencia que existen y que te rodean seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Te deseo que acaricies un perro, que alimentes a un pájaro y que oigas el canto de un zorzal todas las mañanas, porque de esta manera te sentirás bien sin tener que pagar por eso. Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a vos y digas "esto es mío”, sólo para que quede claro quién es el dueño de quién. Te deseo que aprendas que las oportunidades no se pierden nunca, porque las que dejas pasar las aprovecha otro. Que el mundo no está preocupado por tu autoestima: el mundo espera que hagas algo útil por él antes de sentirte bien contigo mismo. Por eso te deseo la paciencia necesaria para que estés dispuesto a hacer cosas cuyos resultados no vayas a ver. Te deseo la perseverancia de las olas del mar, que hacen que cada retroceso sea un punto de partida para un nuevo avance. La ambición es el camino al éxito, pero es la perseverancia el vehículo en el que vas a llegar. Te deseo que aprendas que los corazones se conquistan y no se retienen. Que basta una mentira para perder toda la confianza. Que lo que duele ya dejó de ser amor. Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si alguno muere, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable. Te deseo que siendo hombre tengas una buena mujer y que siendo mujer tengas un buen hombre, y que cuando estén exhaustos, hablen sobre amor para recomenzar. Quizá Dios quiera que conozcas mucha gente equivocada antes de conocer a la persona adecuada, para que cuando al fin la conozcas, sepas estar agradecido. Finalmente, para el 2015 te deseo que al menos una vez recibas un abrazo que te diga “todo va a estar bien”, una mirada de te diga “no te preocupes”, y un beso que te diga “nunca me voy a ir”. Si todas estas cosas llegaran a pasarte, no tengo más nada que desearte. Por el camino recorrido, por los sueños compartidos, por todo lo que conseguimos y por todo lo que nos queda conseguir, con el agradecimiento por tu generosidad en este año que termina y el augurio de un porvenir dichoso, quiero hacerte llegar mi afecto personal en estas fiestas. Alfredo Buzzi [email protected]