Quinina

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1. Introducción
La quinina es un medicamento usado desde tiempo antíguo por los incas. Se trata de un producto que se
obtiene de la corteza de un árbol que florece en Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia a temperatura fresca y
uniforme a una altura entre 800m y 3000m sobre el nivel del mar. Las especies más importantes de las que se
obtiene son la cinchona calisaya, cinchona succirubra y cinchona officialis.
2. Historia
Fue alrededor de 1539, de la mano de Pizarro, cuando los españoles tuvieron noción de este remedio. En 1638
la condesa de Chinchón popularizó su uso, tras haber caido enferma en Lima, de fiebres intermitentes y haber
sido tratada y curada con quinina.
Por ello este fármaco fue conocido también como polvos de la condesa. En España se usó por primera vez en
Alcalá de Henares en 1639.
3. Propiedades
Su denominación sistemática (IUPAC) es
(6−metoxi− quinolin−4−il)− 5 (vinil− 1−aza− biciclo [2.2.2] oct−2−il) − metanol.
Su masa molecular es de 324.5 uma y su punto de fusión de 175ºC.
Se trata de un alcaloide, sustancia que se denomina así, ya que la molécula presenta una conducta química
parecida a los álcalis; foman sales al combinarse con ácidos.
Es extraida del árbol de la quina cuando éste tiene unos 15 años. La técnica usualmente empleada consiste en
golpear el árbol hasta que se afloje la corteza, arrancarla y secarla. Tradicionalmente se preparan infusiones de
la corteza seca.
4. Usos y efectos
En la actualidad es la única sustancia disponible para tratar la malaria.
Esto representó durante mucho tiempo un monopolio para los comerciantes de quinina y una deforestación de
las especies en Suramérica. Desde hace más de medio siglo estas especies vegetales fueron transplantadas a
las Indias holandesas e inglesas donde se cultivan profusamente. La gran demanda de quinina fue siempre un
incentivo para conseguir este compuesto de manera sintética, aunque esto no ocurriría hasta 1944, como
veremos más adelante.
Básicamente se utiliza para tratar y prevenir la malaria y las fiebres tropicales. Además en la actualidad
también es utilizada (en dosis pequeñas y con un tratamiento regular, ya que el beneficio parece ser
acumulativo) para tratar los calambres musculares en las piernas que ocurren por la noche. Las personas
mayores son las más afectadas por esta dolencia. Tiene también una actividad antiarrítmica, descubierta de
forma accidental por Wenc− Kerbach (1914). Aunque sus efectos terapéuticos para esto último, se vieron
superados por los de la quinidina (1918).
Hay que seguir fielmente las indicaciones del médico o farmacéutico, ya que la quinina presenta importantes
efectos secundarios como son mareos, vértigo, vómitos, etc. Los efectos derivados de una dosis excesiva se
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denomina chinchonismo.
Es especialmente eficaz cuando se utiliza en forma de sulfato de quinina,
generalmente se presenta en pastillas (para calambres nocturnos sulfato de quinina:
200 − 300 mg/ día). La quinina, al ser fotosensible debe mantenerse en recipientes de cristal oscuro.
5. Síntesis industrial
A finales del S. XIX, el auge de los conocimientos químicos cambió mucho los medicamentos y con ello
también la posición y la profesión del farmaceutico.
Fue una gran ventaja, pues con estas nociones se pudo poseer los principios activos contenidos en las plantas.
Esto hizo que se pudiera disponer de ellos en forma concentrada y no dispersos en la materia vegetal. Además
se mejoró la pureza, actividad, estandarización y dosificación.
Este boom de las ciencias, también alcanzó las formas de dispensación. Incluyéndose en las introducidas en el
S. XX , las tabletas, comprimidos recubiertos, grageas, cápsulas e inyectables.
En 1820 J. Pelletier y J.B Caventon aislan el principio activo de la quinina de la cortaza del árbol de la quina.
Sin embargo, el camino desde el descubrimiento de la quinina hasta su obtención en el laboratorio fue largo y
no todos los experimentos alcanzaron el éxito. Así en 1857 W. H. Perkin intentó en vano obtener quinina
sintética y el resultado de sus investigaciones fue (para su posterior beneficio económico) el primer colorante
sintética: la mauverina.
No fue hasta 1944, que R.B. Woodward (premio Nobel en 1965) y W. Von E. Doering logran sintetizar la
quinina.
La onza de clorhidrato de quinina se cotiza hoy a aproximadamente 3 $ US.
6. Industria del medicamento como motor de cambio
en la farmacia del s. XIX − XX
Se podría tomar como ejemplo la producción industrial de quinina (aunque en este caso en concreto, el
producto natural no ha sido desbancado por lu análogo del laboratorio), pero ocurre con una gran cantidad de
medicamentos a finales del siglo XIX. Vamos a analizar cómo influye ésto en la profesión del farmacéutico.
A partir del momento de la industrialización farmacéutica, se comienza a sustituir la fórmula magistral por el
específico. La farmacia entra en un período de crisis al ver amenazada su identidad por las droguerías y los
laboratorios químicos distribuidores, al mismo tiempo que feroces competidores.
En las mismas farmacias se puede observar como el número de cajas y estanterías, asi como su tamaño,
disminuye constantemente, ya que la farmacia cada vez es más un sitio de dispensación que de elaboración.
Por ello, ya no hacen falta tantos envases y cajas para guardar las materias primas. Se observa a la vez, una
disminución en la producción de envases de conservación.
Este auge de la industria no tenía por que significar un declive en la profesión farmaceutica. Muchos
reaccionaron de forma conservadora, queriendo impedir que el número de farmacias aumentará, pidiendo un
control severo sobre la regulación de las mismas y exigiendo una dura penalización legal a los intrusistas.
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Sin embargo, los conservadores no supieron ver que el futuro de la farmacia estaba en abrirsese a otros
campos. Aunque no sólo los sectores más reacios a la modernidad eran culpables de ello; se mantenía vigente
un legislación que impedía al boticario el acceso a los campos científicos profesionales. A. Maugin, ya en
1864, proclamaba un cambio tachando a los farmaceuticos de poco útiles, comentando que únicamente
preparaban mezclas y combinaciones sencillas (...) y que la farmacia era una industria de convenciones,
reposándo enteramente en invenciones y necesidades imaginarias.
La introducción paulatina de las doctrinas liberales desde Europa hizo que España se pudiera abrir a una
nueva manera de entender la profesión farmacéutica. Ángel Bellogín propuso el trasvase de los farmacéuticos
desde las boticas a los laboratorios de especialidades o a la industria química. En esta última trabajaban
principalmente ingenieros químicos, de los que apenas había titulados en aquellas fechas en nuestro país. El
campo de actuación del profesional farmacéutico debía expandirse hasta abarcar sectores tan variados como
podían ser la microbiología, el diagnóstico médico, la hidrología, los análisis agrícolas e industriales y los
laboratorios galénicos.
En la actualidad, también se está introduciendo un concepto nuevo, el de la Farmacia Clínica, que pretende
transformar el concepto de cliente por el de paciente. Especialmente dado el uso excesivo y sin control que se
efectúa en nuestros días, sobre todo de analgésicos, anestésicos, diuréticos, relajantes musculares y
antiinflamatorios.
BIBLIOGRAFÍA
• FOLCH, G., Historia general de la farmacia, Vol. 2, págs. 543 y 569,
Editorial Sol S.A, 1986, Madrid
• Prof. HERNÁN VERGARA MARDONES, Origen y evolución de la farmacia, Artículo editado por
la Universidad de Chile, 2002, Santiago, Chile
ARTHUR MANGIN, De la liberté de la pharmacie, págs. 33 −37,
Paris 1864
• www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/druginfo/medmaster/a682322−es.html
• www.principiodeunidad.com/nor−interesa3.htm
• http://166.114.106.9/_amurrio/QUI−283/org5.htm
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