Número de registro: 1075 Octava Época Instancia: Tribunales

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AMPARO EN REVISION 183/93.
Número de registro: 1075
Octava Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Tomo XII, Octubre de 1993
Página: 257
AMPARO EN REVISION 183/93. GABINO PEREZ AGUILAR.
CONSIDERANDO:
III.- Sobre la base de que dado el texto del artículo 19 constitucional, la naturaleza de las
sentencias dictadas en materia de amparo y el fin a que las mismas tienden, las autoridades
encargadas de la función de control de la constitucionalidad no pueden violar las garantías de
seguridad jurídica que tutela ese numeral al dictar aquéllas, en apoyo de lo que cabe invocar
la tesis de jurisprudencia número VII. 2o. 5 emitida por este órgano colegiado bajo el
epígrafe "SENTENCIAS DICTADAS EN AMPARO. NO PUEDEN SER VIOLATORIAS
DE LOS ARTICULOS 14 Y 16 CONSTITUCIONALES.", visible en la página ochenta y
cinco de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Número 46, editada en octubre de
mil novecientos noventa y uno, aplicada al caso por analogía, debe decirse que son
sustancialmente fundados los agravios transcritos, por lo que este tribunal estima que debe
revocarse la sentencia impugnada y en su lugar otorgarse el amparo pedido. En efecto, de la
lectura de las constancias enviadas para la sustanciación de este asunto permite caer en
cuenta de que el a quo, para tener por acreditada la presunta responsabilidad del disconforme
en la comisión del delito de abigeato previsto y sancionado por el artículo 181 del Código
Penal para la entidad en agravio de Zenaida Espinoza Mejía, por el que se le dictó el auto de
formal prisión combatido, se basó en la denuncia de dicha agraviada, las declaraciones de
Daniel Montero Domínguez, José Pérez Domínguez y del menor José Pérez Ruiz; sin
embargo, tal y como acertadamente lo aduce el inconforme, tales elementos de convicción no
bastan para acreditar el extremo de que se habla, porque según se advierte de esas constancias
que obran en el sumario, si bien es cierto que de lo declarado por el citado menor José Pérez
Ruiz aparece que en la parte que interesa dijo que "a mí me tocó recibir los dieciséis becerros
en el potrero de El Carmen, del cual ignoro si es de mi papá o de mi abuelito Gabino ya que
los dos están unidos en el trabajo, que hago mención que mi papá le puso también a los
dieciséis becerros el fierro quemador de mi abuelito Gabino Pérez Aguilar ...", también lo es
que en su contra milita la negativa que en todo momento hizo el aquí recurrente de su
participación en los hechos que se le imputan, cuando expresó "Que desde hace
aproximadamente como seis años, yo le di mi potrero que se encuentra en El Carmen
perteneciente al Municipio de Actopan, Veracruz, en donde desde hace seis años que mi hijo
de nombre JOSE PEREZ DOMINGUEZ, es el que ha venido administrando mi potrero, que
yo tengo también ahí ganado de mi propiedad, en donde yo nunca me enteré de que mi hijo
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metiera ganado ahí, ya que también él tiene ganado de su propiedad, en donde desde hace
seis años que yo no veo mi ganado sino que se encarga mi hijo José Pérez, que yo jamás me
di cuenta que mi hijo tuviera alguna relación respecto al robo de ganado, sino que apenas el
día de ayer, me di cuenta que en mi potrero había ganado que había sido robado, que mi hijo
tenía de mozo a Daniel Montero Domínguez que ha trabajado con mi hijo, ya que fue cuando
fui detenido por la policía me llevaron a ver el ganado que se encontraba en mi potrero y yo
no lo reconocí como mío, ya que eran diez becerros y entre éstos una becerra, como de unos
siete a ocho meses, que hago mención que esos becerros tienen mi fierro quemador que es GP
en el anca del lado derecho, que yo ignoraba de dichos animales, así como hago mención que
éstos o sea JOSE Y DANIEL ellos agarraron mi fierro sin mi autorización y se lo pusieron a
los becerros, que en este momento se le pone a la vista su fierro quemador y lo reconoce
como suyo", corroborada con las declaraciones de los coacusados Pérez Domínguez y
Montero Domínguez, quienes sin eludir su propia responsabilidad, coincidieron en señalar
que dicho revisionista no estaba enterado de las compraventas del ganado robado, ya que el
primero de ellos dijo que les compró animales robados a Víctor Sánchez y Román Montero
"me llegaron a llevar en total dieciséis becerros, por una parte, ya como a los quince días me
volvieron a decir que tenían otros diez becerros, ya fue cuando yo les dije que ya no los podía
pagar, ya fue cuando me enteré de que ROMAN Y DANIEL habían agarrado el fierro
quemador de mi papá GABINO PEREZ AGUILAR ... sin el consentimiento de mi papá. Que
esos diez becerros ya tenían el fierro de mi papá, que yo les dije que esto estaba mal, porque
mi papá ya tenía tiempo que él no se metía al potrero denominado El Carmen ... y me dijeron
que ellos habían metido el ganado o sea los diez becerros en el potrero de mi papá Gabino,
que yo les dije que eso a mí no me convenía porque yo era de confianza de mi papá y que yo
podía tener problemas con él ... de los diez becerros que estaban en el potrero de mí papá le
pusieron el fierro Daniel y Román, que mi papá no sabía que yo utilizaba su fierro, ya que mi
papá ya no se hace cargo del ganado sino que por lo regular yo soy el encargado ...", y el
segundo, que "... yo ayudé a Román y a Víctor a marcar los becerros siendo dieciséis
becerros ... que los otros diez becerros se marcaron con el fierro de GABINO PEREZ, en el
mismo potrero del señor Gabino que es GP que en este momento se pone a la vista el fierro
quemador, que hago mención que el señor Gabino no se dio cuenta cuando habíamos
agarrado se fierro quemador y se lo pusimos a los otros diez becerros ...", sin que obste la
circunstancia de que parte de los animales robados tuvieran el fierro quemador del
inconforme, pues no debe perderse de vista que según lo declararon los citados José Pérez
Domínguez y Daniel Montero, ellos utilizaron dicho fierro para marcar esos semovientes sin
el consentimiento de aquél.
En esas condiciones, debe convenirse en que el dicho del nombrado Pérez Ruiz no es apto
para tener por acreditada la presunta responsabilidad del recurrente en la comisión del delito
de abigeato que se le atribuye, puesto que al margen de que en él, en rigor, no se hace
imputación directa y precisa a dicho recurrente, es de subrayarse que en todo caso se
encuentra aislado y en esas condiciones no puede satisfacer la exigencia a la que se refiere el
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artículo 19 constitucional en el sentido de que para el dictado de un auto de formal prisión se
requiere, entre otros elementos, que los datos que arroje la averiguación previa sean
suficientes para hacer probable la responsabilidad del inculpado, pues no es un dicho aislado
referido por una persona lo que la ley requiere para motivar un auto de bien preso, sino un
conjunto de ellos que integren los datos suficientes para justificar la presunta responsabilidad
del encausado, por lo que dar a un solo testimonio la fuerza y plenitud de "datos bastantes" es
tanto como torcer el espíritu de la ley, que aunque no requiere para motivar un auto de esa
naturaleza que haya pruebas evidentes de la responsabilidad de un inculpado, sí exige que los
antecedentes que arroje la averiguación sean suficientes, no para hacerla posible,
entendiéndose por tal no la calidad de poder ser, de ser factible, sino de hacerla verosímil o
que se puede probar, que es en puridad lexicológica lo que significa el adjetivo probable
empleado por la Carta Magna en el artículo 19, el cual si se analiza en su hondura filosófica
no tiene el alcance estrecho que se le ha dado frecuentemente sino uno mayor, pues no es
posible admitir que sea rigorista en su parte objetiva al expresar que el cuerpo del delito debe
quedar comprobado necesariamente, y tolerante en su parte subjetiva al grado de equiparar lo
probable con lo posible, admitiendo con ello que con una simple, única, singular declaración
pueda restringirse la libertad de una persona con todas las gravísimas consecuencias que tal
acto trae aparejadas en el orden moral, social, económico, familiar y jurídico, según lo ha
sostenido este propio tribunal en las ejecutorias dictadas en los amparos en revisión números
75/93, 270/87, 12/93 y 151/93 promovidos por Fidel Arellano Hernández y coagraviados,
Eduardo García Pérez y Gilberto Zaleta Sobrevilla, Pedro Ramírez Méndez y Jorge García
Cerón, respectivamente.
En esas condiciones, la resolución del a quo resulta contraria a derecho, motivo por el cual
procede revocarla y conceder el amparo pedido.
Por lo expuesto y fundado, y con apoyo además en el artículo 90 de la Ley de Amparo, se
resuelve:
PRIMERO.- Se revoca la sentencia definitiva dictada el treinta y uno de marzo del año en
curso por el Juez Tercero de Distrito en la entidad en el juicio de garantías número 443/93,
promovido por Gabino Pérez Aguilar contra los actos y las autoridades que se puntualizan en
el resultando primero de esta ejecutoria, mediante la que negó el amparo pedido.
SEGUNDO.- La Justicia de la Unión AMPARA Y PROTEGE al nombrado quejoso contra
los actos y las autoridades a que se alude en el resolutivo anterior.
TERCERO.- Notifíquese; con testimonio de esta resolución vuelvan los autos al lugar de
origen y, en su oportunidad, archívese el asunto.
ASI, por unanimidad de votos de los Magistrados Gilberto González Bozziere, Luis Alfonso
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Pérez y Pérez y Rosa María Temblador Vidrio, lo resolvió el Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Séptimo Circuito.- Fue ponente el primero de los nombrados. Doy fe.
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