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NEGOCIOS
internacionales
EDITORIAL
Tentaciones peligrosas
Una de las más fuertes conclusiones de la Cumbre del APEC fue el rechazo a las medidas
proteccionistas. Y no es casual que haya sido así: ante la evidencia de una crisis internacional de
enorme dimensión, y ante las presiones de una parte del sector empresarial a sus respectivos
Gobiernos, existe siempre la tentación de la respuesta fácil de cerrar las puertas al comercio,
evitando la competencia de importaciones, en un falaz intento de asegurar los mercados
internos.
En teoría, son los países más grandes los que mejor pueden aprovechar medidas como esta:
la mayor capacidad adquisitiva de su población permite la existencia de un mercado lo bastante
grande como para resultar suficiente para muchas empresas. Sin embargo, si bien el tamaño del
mercado de los países pequeños debería ser un desincentivo para este tipo de medidas, lo cierto
es que muchas veces las empresas de dichos países son pequeñas también. Ello hace que puedan
sentirse más que satisfechas con un mercado reducido, pero seguro y hasta rentable (al menos en
el muy corto plazo) gracias a la protección que puedan obtener para comprar insumos baratos y
vender a precios altos (ante la falta de competencia). Esta era la receta utilizada hasta bien avanzada
la década del 80, felizmente superada por la mayoría de países. Pero las lecciones aprendidas a
veces se olvidan.
Y tal vez el caso más cercano y más dramático lo vemos ahora con Ecuador, que no ha dudado
en violar sus compromisos con la OMC y con la Comunidad Andina para recurrir a medidas que,
disfrazadas como protección de Balanza de Pagos, no son otra cosa que una burda respuesta al
cabildeo empresarial: la imposición de salvaguardias a 630 partidas, cuya mayor parte es exportada
precisamente por la CAN.
La medida tendrá tres efectos inmediatos: (i) la caída de las exportaciones peruanas a Ecuador,
con lo que se agravará la situación de algunas exportadoras de manufacturas; (ii) el traslado de
algunas inversiones peruanas a Ecuador, con lo que Correa verá con satisfacción que logró su
objetivo de obligar a producir en su país; (iii) la sensación, entre las empresas peruanas, de que
los aspectos comerciales son siempre menos importantes que los políticos (aunque el Estado viva
gracias a los buenos resultados comerciales).
Al viernes 20 de marzo, fecha de cierre de la presente edición, estábamos a la espera del
pronunciamiento de la CAN para ver si valida la violación ecuatoriana. Si Ecuador se sale con la
suya, en el mediano plazo verá que sus atractivos resultados de corto plazo se traducirán en mayor
corrupción, contrabando e ineficiencia de empresas, incapaces de competir sin muletas. Y, en el
plano internacional, la CAN, que servía para integrarnos internamente, pero que lamentablemente
nos aislaba del mundo, estaría ingresando a una nueva etapa: no serviría ni siquiera para eso.
¿Llegaremos a ese punto manteniendo para ello toda una costosa organización burocrática? No
parece que valga la pena.
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