Francesc Casanovas X aniversario de su muerte revista de pensamiento cristiano - núms. 82 y 83 - II y III trimestre de 2012 Núms. 82 y 83 / II y III trimestre de 2012 Sumario 8€ 3 Pórtico 4 La voz de los pastores Mi testimonio de Francesc Casanovas y del Seminario del Pueblo de Dios Mons. Jaume Pujol Balcells 6 Francesc Casanovas, anhelo de formación Mons. Joan-Enric Vives 7 Educar en la fe Mons. Romà Casanova 9 La voz del consiliario Hacerse como niños Vicente M. Farré, pbro. Entrevista a Lourdes Campi 10 Francesc siempre nos ha conducido al obispo Joan Perera, pbro. Pensamiento breve 15 Banquete de bodas Francesc Casanovas Apuntes biográficos 16 Reseña de Francesc Casanovas Xabier Segura, pbro. 19 «El amor es fuerte como la muerte» Xabier Segura, pbro. Edita y distribuye: Edicions SP D Seminario del Pueblo de Dios C. Calàbria, Barcelona Tel. [email protected] www.spdd.org Dirección: Francesc Boqueras Asesor: Joan Perera Corrector: Xabier Segura Secretaría y maquetación: Carme Fainé Impresión: Imprenta Barnola (Guissona) ISSN: - Depósito Legal: B-- Claves del pensamiento 25 El proceso del SPD desde su muerte Joan Perera, pbro. 31 Las claves de su pensamiento Begoña Palau 35 Una escuela de vida Pere Fibla, pbro. La voz de los carismas 38 Un amigo... con un carisma peculiar Enrique Cambón, pbro. 46 El amor que ponemos en cada cosa Carmelitas Descalzas de Vic 47 Un corazón libre y liberador Hno. Antoni Palom La voz de la comunidad 49 El hombre de los pequeños detalles Ramon Sangles 52 Exigencia y misericordia Teresa Secall 55 Mis impresiones de Francesc Manel Serradell, pbro. 58 Francesc y la mujer Gloria Torres 64 La obra de teatro y el director Gabriel Palma de Lúquez Pórtico C on motivo del décimo aniversario del fallecimiento del fundador del Seminario del Pueblo de Dios, Francesc Casanovas, presentamos este número monográfico sobre su persona. Además de nuestros colaboradores habituales, esta vez han concurrido personas que han querido ofrecernos generosamente sus escritos sobre él o sobre su tarea. Algunos le conocieron personalmente, otros no. Las primeras palabras de este pórtico quieren ser un agradecimiento muy sincero y expresivo para todos ellos. Tres obispos nos han aportado sus escritos. Dos de ellos no conocieron a nuestro fundador, y el tercero lo trató poco. La voz del consiliario nos presenta la personalidad interior de Francesc, a quien conoció mucho, desde antes de la fundación, y con quien inició en la experiencia de vida en común que se convertiría en el inicio del camino de esta asociación. Los dos artículos de Xabier Segura son biográficos: uno desde el punto de vista cronológico, y el otro a través de una interpretación simbólica de sus últimos quince días, que resulta muy sugerente, ya que «en la muerte de la persona se nos da a conocer sintéticamente el contenido de toda una vida». En los escritos de algunos de los que fueron íntimos colaboradores de Francesc se pueden encontrar las claves de su pensamiento, las bases de su pedagogía, sus intuiciones en los campos de la antropología y de la eclesiología, y también los motivos profundos del nombre de la comunidad fundada por él: Seminario del Pueblo de Dios. Algunos de los amigos que compartieron con él la fe y el amor a la Iglesia han querido enviarnos relatos de sus experiencias: el presbítero Enrique Cambón, miembro del Movimiento de los Focolares, el hermano de La Salle Antoni Palom, y las Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa de Vic. También aparecen en esta revista las primeras experiencias vividas junto a Francesc por cuatro de sus primeros compañeros, que nos abren el corazón, revelándonos lo más significativo que recibieron del fundador. Un quinto miembro de la comunidad, que no le conoció personalmente, describe el relato de su descubrimiento del fundador. Finalmente, una entrevista a la actual presidenta de nuestra asociación, Lourdes Campi, nos revela, con amplitud de miras y osadía, sus sentimientos profundos en relación a Francesc, desde el conocimiento que ella tiene de nuestra historia comunitaria a lo largo de los últimos diez años. En definitiva, tenéis en vuestras manos un número doble de Cambio de Mentalidad que quiere homenajear a Francesc Casanovas y dar a conocer su vida y su pensamiento. Joaquim Cebrián, pbro. Vice-presidente del SPD II y III trimestre de 2012 3 cambio de mentalidad La voz de los pastores Mi testimonio de Francesc Casanovas y del Seminario del Pueblo de Dios Mons. Jaume Pujol Balcells Arzobispo Metropolitano de Tarragona y Primado N o he tenido el gusto de conocer personalmente a Francesc Casanovas, pero sí que he conocido y he tratado a Lourdes Campi, también fundadora del Seminario del Pueblo de Dios, y a algunos de sus miembros. Y me viene a la memoria el texto evangélico que dice: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt ,). Y pienso que puedo decir, con toda verdad y sencillez, que sus frutos son excelentes. Para mí fue una gran providencia del Señor, y un regalo del 4 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Año Jubilar dedicado a honrar los años del martirio del obispo Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio, conocer el Seminario del Pueblo de Dios. Después de una misa en la Catedral el de julio de con un grupo que venía de la parroquia de San Luis Gonzaga de Barcelona, hablé con el sacerdote que les acompañaba, Pere Fibla, y se me ocurrió preguntarle si algunos miembros del Seminario del Pueblo de Dios no querrían venir al Monasterio de la Virgen de la Sierra de Montblanc, ya que la comunidad de Hermanas Clarisas, ya muy mayores, habían decidido el traslado para unirse a la comunidad clarisa de Reus y dejaban el Monasterio y el santuario para uso de la archidiócesis. La respuesta llegó pronto y desde entonces están allí desarrollando una gran tarea y un proyecto de Seminario Laical. He sido testigo en estos ya cuatro años del amor y pasión que Francesc Casanovas tenía, y que ahora tiene Lourdes Campi, por la Iglesia y por los que rigen cada Iglesia particular, los obis- pos. Más de una vez me han hecho sentir pequeño por sus expresiones y comentarios al respecto. La idea de la formación completa de los laicos, fruto del Concilio Vaticano II, el Seminario Laical (así como surgió de Trento el seminario para la formación de los sacerdotes). La relación hombre-mujer, con el sentido de hospitalidad y la exquisitez diaria en el trato... son actitudes y hábitos que no surgen espontáneamente, que hacen entender que detrás hay un carisma, una manera de vivir encarnada en los fundadores y que han sabido transmitir a sus seguidores. Puedo decir que cuando he ido al Monasterio de la Sierra de Montblanc, y los dos días que pasé en su casa de Camprodón con otros obispos de Cataluña, he estado muy a gusto. Me he sentido querido y he podido moverme con libertad. He visto cómo se ora, se vive la liturgia, se canta y se crea un clima sereno, alegre, estimulante. El amor al Señor, a la Virgen y a la Iglesia, se vive de una manera, que podemos decir natural y sin artificios. Desde aquí agradezco su trabajo y estoy seguro que veremos muchos frutos. l Puedo decir que cuando pasé dos días en su casa de Camprodón, con otros obispos de Cataluña, estuve muy a gusto El Sr. cardenal de Barcelona, Mons. Luis M. Sistach, y cinco obispos más de otras diócesis donde el SPD está presente, durante una jornada de visita a la comunidad en la Casa de Convivencias de Camprodón, en septiembre de . II y III trimestre de 2012 5 cambio de mentalidad Francesc Casanovas, anhelo de formación Mons. Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell y co-príncipe de Andorra N o tuve mucho trato con Francesc Casanovas durante su vida y, por lo tanto, poco puedo decir ahora que se recuerdan los diez años de su fallecimiento y que los buenos amigos del Seminario del Pueblo de Dios me piden algunas líneas de recuerdo. Sé que quiso dedicarse a Dios desde muy joven, con una vida consagrada por los votos de la perfección, y que después de encontrarse con el carisma de los Focolares y la gran personalidad de Chiara Lubich y, aprendiendo mucho de ellos, descubrió una vía de fidelidad a la unidad, con un gran anhelo de formación para todos los miembros del Pueblo de Dios. Amó a Jesucristo y la Iglesia, con obediencia y fidelidad, y quiso que todos los cristianos se formaran en una escuela permanente de aprendizaje de la fe y del seguimiento de Cristo, a semejanza de la formación que reciben los candidatos al ministerio sacerdotal, en un «seminario» o lugar donde germinan las semillas de la vocación cristiana. De ahí 6 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad la fundación a su abrigo de una asociación privada de fieles, el «Seminario del Pueblo de Dios», que buscan la unidad, se unen al Obispo y a la Diócesis donde están implantados, y promueven la formación a fondo de todas las vocaciones del Pueblo de Dios, con un noble espíritu de fiel aplicación de las grandes intuiciones del Concilio Vaticano II. Me complace que los amigos y discípulos de Francesc Casanovas mantengan viva la llama que recibieron de su Fundador y continúen promoviéndola, diez años después de su muerte, con fidelidad y con libertad, dentro de nuestra Diócesis de Urgell, como en otros lugares. Erigidos y acompañados por el arzobispo de Barcelona, donde fueron fundados, han ido difundiendo sus intuiciones en otras diócesis como la nuestra. Doy gracias a Dios y pido que la fidelidad eclesial continúe siendo su mejor distintivo. l Educar en la fe C on motivo de los diez años de la muerte de Francesc Casanovas Martí, fundador y primer presidente del Seminario del Pueblo de Dios, me han pedido unas palabras sobre él, su persona y su obra. No tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Llegué a la diócesis de Vic para recibir la ordenación episcopal e iniciar el ministerio de pastor de esta Iglesia en septiembre del año , cuando hacía un año de su muerte. Pero antes de ir a Vic conocí a varias personas de la comunidad durante mi servicio en la parroquia de Flix. Y ahora, co- Mons. Romà Casanova, obispo de Vic mo obispo de Vic, tengo ocasión de conocer a muchas personas del Seminario del Pueblo de Dios, tanto en mis contactos con actividades diocesanas y propias de la comunidad, como en el ser- do expresar cómo veo a Francesc Casanovas. Francesc es para mí una persona misteriosa. Lo que me cuentan de él me crea a veces perplejidad. Veo en él cosas que no acabo de entender. Hay actitudes y comportamientos que me im«Quiero fijarme en dos presionan positivamente y otros de los aspectos que más en los que no sé ver por ahora la me llaman la atención: parte positiva. Pero se descubre educar en el servicio atento en él el mérito de una obra que y educar en el aprecio en estos momentos manifiesta a la Iglesia local» una vitalidad y unos frutos de vicio más cercano a mi persona ser vicio eclesial que hacen entrey en mi ministerio episcopal. ver una gran personalidad y una Desde esta experiencia de los gran capacidad de educar a aquemiembros de la comunidad pue- llos jóvenes que a su alrededor II y III trimestre de 2012 Ü 7 cambio de mentalidad Ü realizaron una experiencia cristiana y eclesial. Sólo quiero fijarme en dos de los aspectos que más me llaman la atención: educar en el servicio atento y educar en el aprecio a la Iglesia local. Por los hechos y las palabras de los jóvenes de la comunidad, veo que en la educación de Francesc está el hecho de que ellos dediquen una gran atención al otro y a lo que éste necesite. El servicio manifiesta la grandeza del hombre y es el primero de los actos de la caridad. La espiritualidad cristiana encuentra en el servicio mutuo una expresión que se hace diáfana en la presencia de Cristo en medio de la comunidad. Francesc quería ser servido hasta el punto de que el otro tenía que adivinar cuál era su necesidad. Él exigía al otro que sacara lo mejor de sí mismo, no sólo sirviendo a otros, sino en- trando dentro del otro, para llegar a descubrir lo que realmente necesita. El servicio cristiano no es posible desde la obligación del esclavo, sólo tiene sentido cuando tiene su raíz en el amor. Y el amor significa darse del todo al otro. Querer lo que quiere el amado. Por las expresiones de sus discípulos y por la misma vida de la comunidad del Seminario del Pueblo de Dios, también descubro en su fundador un gran amor a la Iglesia local y una intensa actitud de servicio a la misma, con la característica de «morir al obispo», en el sentido de asumir la voluntad del obispo y que no se puede hacer nada fuera de la unidad con él, como garantía de dejar actuar a Dios y aceptar la voluntad divina más allá de los proyectos humanos. En la homilía de la ordenación de un nuevo El obispo es principio y fundamento visible de unidad en cada iglesia particular 8 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad presbítero de Vic y miembro de esta comunidad, para expresar con pocas palabras cómo entiendo el Seminario del Pueblo de Dios, dije: «Esta comunidad quiere ser fiel al don recibido en el seno de la Iglesia, para estar al servicio de la Iglesia local en unión atenta y fiel al obispo diocesano». Aquí veo dónde está la realidad propia, peculiar y de futuro para el Seminario del Pueblo de Dios. Todo lo que no sea este «morir al obispo» no podrá dar fruto auténtico. Esta fue, en mi opinión, la intuición fundamental y verdadera de Francesc para el Seminario del Pueblo de Dios: la comunión en la fe de la Iglesia, en los sacramentos de la Iglesia, en el seguimiento de Cristo según la Iglesia, en la oración de la Iglesia. Y todo esto, no en una iglesia abstracta, ideal, desencarnada, sino en la Iglesia de Cristo, entendida desde la visión puesta de relieve en el Concilio Vaticano II: «Cada uno de los obispos es principio y fundamento visible de unidad en las respectivas Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia universal, en las cuales y a base de las cuales existe la Iglesia católica, una y única. Por ello, cada obispo representa a su Iglesia y, todos juntos con el Papa, toda la Iglesia, vinculada por la paz, el amor y la unidad» (Lumen Gentium ). l La voz del consiliario Hacerse como niños Vicente M. Farré, pbro. E l evangelio propone que nos hagamos como niños. Un niño en el tiempo de Jesús no tenía categoría social, menos que una mujer. El Maestro plantea a sus discípulos que se identifiquen con este ser humano con mínima influencia social; ésta debe ser la personalidad de sus seguidores. Francesc Casanovas tenía precisamente como lema de su vida de fe este dicho de Jesús a los discípulos: «Os aseguro que, si no cambiáis y no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt ,). Contemplo la vida de Francesc como un testimonio luminoso de estas palabras de Jesús. Si no cambiáis. El cambio es interior: reorientar toda la vida de cara a Dios, como lo único necesario. Esto quiere decir ser humilde para aceptar la propia miseria y abandonarse totalmente en manos del Padre celestial. Hacerse como niños no es comportarse de una manera infantil. Significa, más bien, moverse interiormente con la libertad de los hijos de Dios, con discernimiento, sin aferrarnos a nada. Es saber dejar algo que nos llena y ocupa, para coger algo mejor, que nos hace progresar como hijos de Dios; permanecer siempre en movimiento, sin estancarnos nunca. Sólo así podemos entrar en el reino de los cielos; pensando y sintiendo la vida de una manera nueva, acertando en el camino que conduce a él. «Hacerse como un niño» nos hace ser aventureros, lanzados a las cosas de Dios, confiados en él, en sus planes. Supone aprender la pillería del niño, que, con actitud humilde, sabe ganarse la confianza del Padre Dios. Él, entonces, sacia nuestros deseos con vistas a llevar adelante la obra que nos encomienda. Finalmente «nuestra» obra, puesta en las manos divinas, se convierte en «capricho» suyo. Por eso, con la actitud del niño evangélico conseguimos todo lo que nos proponemos. Francesc Casanovas puso al servicio de la Iglesia los dones con los que el Señor le había agraciado. Lo hizo, concretamente, en una pequeña comunidad, la cual, intentando imitar su espíritu de niño evangélico, va desarrollando el cometido eclesial allí donde los pastores la convocan. La alegría y la sencillez del niño no excluye la responsabilidad ni el trabajo bien hecho; ambas cosas son necesarias para disfrutar de la armonía de la vida: armonía en la relación personal y con las cosas que nos rodean. Todo ello, impregnado siempre de un metódico pensamiento bíblico y eclesial, y de buen humor. De este modo los seguidores de aquel niño evangélico se esfuerzan por ofrecer al mundo y a la Iglesia la mentalidad nueva del evangelio. l II y III trimestre de 2012 9 cambio de mentalidad Entrevista a... Lourdes Campi «Francesc siempre nos ha conducido al obispo» Lourdes Campi Sirvent está casada con Joan Roig, miembro del SPD, y es licenciada en pedagogía. Francesc Casanovas la consideraba fundadora, con él, del SPD y es la actual presidenta de la asociación. La entrevista es de Joan Perera Faura Querida Lourdes: ¿cómo está? Estoy muy bien, gracias a Dios. Hace poco leí en un periódico que, estadísticamente, los creyentes son personas más felices que los que no creen. Yo puedo decir que soy muy feliz formando parte de la Iglesia católica, que me lo ha dado todo. Creer en Jesucristo es el don más grande que he tenido. Han pasado diez años desde la «muerte» de Francesc. Diez años, ¿son muchos o pocos? 10 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad No sabría decir si son muchos o si son pocos. La Palabra de Dios dice que para el Señor tanto son mil años como un día. Esto significa que el tiempo en sí es relativo, porque lo importante es vivir intensamente el tiempo que Dios nos da. Lo que puedo decir es que estos diez años, en el Seminario del Pueblo de Dios, han sido intensos, tanto para la comunidad como para mí. Hemos iniciado misiones nuevas, encomendadas por nuestros pastores. Misiones que nuestro fundador ya llevaba en el corazón y que en estos años se han ido concretando. También hay que decir que diez años en la vida de una persona son muchos, pero en la vida de una institución no son tantos. A menudo se necesitan años para plasmar intuiciones. También es necesaria la paciencia histórica para que las personas maduren y se les pueda encomendar aquellas misiones que Dios tiene preparadas. me dijo que era su discípula perfecta. Ya se puede imaginar que esto me alegró mucho. Todos estos años he trabajado basándome en este conocimiento. No he intentado copiar lo que Usted participó directamente él hacía, sino más bien «ponerme en la fundación del Seminario en su interior» e identificarme del Pueblo de Dios como caris- con su persona. Desde mi ser ma. Estos años sin Francesc, ¿le mujer he querido hacerle presenhan aportado algún conocimien- te en todo lo que he hecho. to de su persona y de su mensa- Quizás en esta experiencia he descubierto aspectos de Francesc je? Todo el tiempo que estuve al con más profundidad. He entenlado de Francesc procuré «en- dido cosas que él hacía, que tal trar» en su persona, en todos los vez cuando estaba entre nosotros sentidos. Quise conocer su per- no captaba del todo. Él era el presonalidad de creyente y funda- sidente y pasaba delante. Después dor. Esto significa estar atenta a cuando la comunidad me ha entodas sus manifestaciones y ex- comendado este servicio de pasar presiones y querer captar hasta el delante, poniéndome en la piel fondo sus enseñanzas. Una vez de quien preside, he tenido una Lo más importante es que en todo este tiempo sepamos contemplar la acción que Dios ha hecho en nuestra comunidad, para el bien de la Iglesia. mayor comprensión de sus sufrimientos y sus gozos. Si ahora tuviera que resumir en pocas líneas la aportación de Francesc, ¿qué diría? En pocas líneas es difícil decir la aportación que ha hecho nuestro fundador, pero intentaré resumir su incidencia en las personas de nuestra comunidad como personas de Iglesia. Yo diría que nos ha dado la conciencia de la personalidad del obispo diocesano como esposo de la Iglesia esposa. Nos ha educado en esta conciencia esponsalicia. Conciencia de convertirse en familia alrededor del obispo, estando atentos a sus necesidades para servir, en unidad con él, a la Iglesia diocesana. Nos ha educado para estar pre- Ü Todo el tiempo que estuve al lado de Francesc quise conocer su personalidad de creyente y de fundador II y III trimestre de 2012 11 cambio de mentalidad Ü parados y ofrecernos al obispo en todo aquello que él pueda necesitar. Esto significa una formación humana, teológica, espiritual y profesional, que se produce en el curso del proceso de nuestra escuela de formación. Cuando muere un fundador, suele plantearse un dilema sobre su mensaje: o «congelarlo» o «adaptarlo» a los nuevos tiempos. ¿Usted de qué es partidaria? Yo no sabría decir si se plantea siempre este dilema en las instituciones religiosas. No conozco a fondo este tema. Más bien pienso que cuando muere un fundador, sus seguidores se plantean ser fieles al don recibido. No creo que nadie, conscientemente, quiera congelar un carisma sabiendo que es un regalo para la Iglesia. Más bien se quiere hacerlo fructificar. Y eso significa también luces y sombras en la institución, como es propio de toda realidad humana. Cabe decir que en nuestro caso no ha habido nunca este dilema. Siempre hemos querido ir a fondo en todo lo que Francesc nos ha transmitido. Quizá no siempre lo hemos logrado. Estamos en camino para hacer posible, con nuestra fidelidad, que el don que Dios ha dado a Francesc ayude al progreso de la historia de nuestra Iglesia, en camino hacia la «talla perfecta» de Cristo. Teniendo en cuenta esto que usted ha dicho, ¿cómo ha madu- 12 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad El matrimonio, Joan Roig y Lourdes Campi, conversando con Francesc rado el Seminario del Pueblo de Dios en estos diez años? La falta del fundador es siempre un «golpe» para sus seguidores. En nosotros fue un impacto fuerte por la rapidez de su partida: en quince días, ya no le teníamos entre nosotros. Esto generó diversas reacciones. En un primer momento, desconcierto. La comunidad ha hecho después un buen proceso de maduración. Lo que ha ayudado ha sido el hecho de encontrar un sentido simbólico a su traspaso. Creo que esto nos ha situado y nos ha dado luz para continuar la tarea encomendada. Francesc siempre nos ha conducido al obispo. Y ha sido, precisamente, la relación de unidad diocesana lo que ha dado estabilidad y madurez a nuestra comunidad. En ningún momento nos hemos sentido desamparados o sin norte. Al contrario, nos sentimos arraigados en nuestros pastores y sostenidos por ellos. ¿Suplir a Francesc es difícil? Es imposible. No creo que Dios quiera que suplamos a nadie. Cada uno de nosotros es un hijo de Dios único y original que tiene un don para toda la Iglesia. Dios, que tiene mucha imaginación y fantasía, nos ha hecho a todos diferentes, con un rostro y un modo de ser particular. Yo no he pretendido nunca hacer una tarea de suplencia. Me he situado frente a la comunidad en primera persona sabiendo que yo no soy Francesc, y no creo que Dios me pida que haga las cosas como él las hacía. No puedo suplirle pero, como he dicho antes, he de llevar su espíritu a todas partes. Entrevista a Lourdes Campi ¿Usted añora a Francesc? Mucho. Me gustaría mucho tenerle ahora a mi lado, ante mí. Oír su voz, pasear juntos –como hacíamos a menudo–, comer juntos, disfrutar de un viaje y de tantas otras cosas. A su lado he sido muy feliz. Francesc me ha dicho todo lo que una mujer desea escuchar de su amado. Añoro esta declaración de amor diaria, llena de gestos pequeños de vida cotidiana. Francesc era muy romántico y hacía de cada momento una fiesta de amor nupcial. Esto lo añoro mucho. Cuando el Señor se lo llevó me en fadé. No entendía porque Francesc, con sesenta y tres años, tenía que dejarme. Tampoco es que ahora lo entienda mucho, pero tengo que hacer como María: guardarlo en el corazón, y que la Providencia me lo vaya explicando poco a poco. Como presidenta, dígame por favor ¿cuáles son las alegrías y las tristezas de este cargo? La alegría más grande es cuando las personas que tengo encomendadas manifiestan su deseo de servir a la Iglesia allí donde Dios quiera. Esta disponibilidad para no anteponer nada a Cristo me llena de una profunda alegría. La tristeza es cuando veo que Dios no es amado. Cuando veo que el amor fraterno va disminuyendo. Cuando los intereses personales pasan por delante de los de Dios. Mi comunidad me da más alegrías que tristezas. Dios me contenta mucho dándome muchas satisfacciones; supongo que sabe que quiero ser «contemplada» por Él. Yo me dejo querer y agradezco más las buenas noticias que las malas. A usted, la encuentro moderna y con empuje. ¿Ve puesta al día a la Iglesia? Deberíamos definir qué quiere decir eso de «moderna». En cuanto al empuje, es lo que recibo del Señor. Ya sabemos que a veces nos lleva a lugares que no desearíamos, y nos pide hacer cosas que nunca hubiésemos pensado. Creo que la Iglesia siempre ha estado al día. No está sometida a Ü Francesc me ha dicho todo lo que una mujer desea escuchar de su amado II y III trimestre de 2012 13 cambio de mentalidad Cuando nace un carisma es nuevo, ciertamente original, pero a la vez también sabemos que ha existido siempre en la persona de Cristo. Él es Alfa y Omega Siempre es la Iglesia institución (si entendemos la institución como aquel ente que forman los obispos con el Papa) la que confirma el nuevo don que recibe un fundador. El Papa o el obispo son los que deben aprobar esa nueva realidad naciente. Sin esta aprobación jurídica no podemos decir que aquel nuevo carisma sea una realidad eclesial. Esto nos hace ver cómo carisma e institución van unidos en la identidad de la fe de la Iglesia. Ü 14 las modas ni depende de la opinión del momento. Es verdad que, en cada momento histórico la Iglesia debe tener el ingenio para llegar al corazón de los hombres y debe saber usar el lenguaje y los gestos adecuados para regalar el tesoro que posee. Y eso exige escuchar los signos de los tiempos. El mensaje, sin embargo, siempre es el mismo: hacer crecer a Cristo en cada hombre y en cada mujer y así instaurar el Reino de Dios en esta tierra, a fin de que todo el mundo tenga lo que necesita para ser feliz. No hablo de una felicidad superficial, sino del cumplimiento de los deseos más profundos del corazón del ser humano. Deseos de unidad, de paz, de justicia. II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Díganos, por favor, ¿qué le hace más ilusión en este momento? ¿Cómo se combina la originali- Creo que ya lo he dicho antes: dad de un carisma con lo que deseo ardientemente que la fe llealgunos llaman «Iglesia institu- gue al corazón de todos los homción»? bres y mujeres del mundo para Yo no trataría por separado estas que se haga realidad la paz en la dos realidades: «carisma» por un tierra. En el seno de nuestra comunilado e «institución» por otro. Iglesia hay sólo una, como deci- dad, deseo que se haga realidad mos en nuestra profesión de fe: el Centro Santa Clara, de Vic. «Creo en la Iglesia una, santa, Un centro de pensamiento que católica y apostólica.» Todos los queremos inaugurar, si Dios carismas salen de la Iglesia y quiere, en poco tiempo. vuelven a la Iglesia. Los carismas También me hace ilusión el proson dones que el Espíritu Santo yecto del Seminario Laical Dioregala a lo largo de la Historia de cesano, iniciado en las diócesis Salvación para profundizar cada de Tarragona y de Valledupar vez más el misterio de Jesucristo. (Colombia). Cuando nace, un carisma es nue- Pido también para que se hagan vo, ciertamente original, pero a realidad las intenciones del Santo la vez también sabemos que ha Padre. existido siempre en la persona de ¡Gracias, señora Lourdes! Cristo. Él es Alfa y Omega. Pensamiento breve Banquete de bodas El reino de los cielos es un banquete de bodas, las bodas del Cordero con la comunidad de los salvados. ¡Es una fiesta! Mentalicémonos de que estamos invitados a gozar de plena libertad. Revistámonos de alegría pascual y celebremos la alianza de amor eterno entre Dios y su pueblo, redimido por el Hijo unigénito, Jesús. Toda relación humana tiene que llenarse de aquella nupcialidad que corresponde a la nueva y eterna alianza. Contemplación • Tenemos que prepararnos bién para la fiesta del banquete que dura para siempre. La fiesta no es transitoria; es una vocación de la comunidad de los salvados. Lo propio de la fiesta es buscar el reino de Dios, sabiendo que lo demás nos viene por añadidura. • Para vivirla como vocación deben darse unos requisitos. Primero: desear ser invitado. Segundo: tener listo el vestido de bodas. Tercero: olvidarse de otros compromisos u obligaciones. Las aptitudes del invitado forman parte esencial de la responsabilidad de participar del banquete de bodas. Uno debe saber de qué se trata. Y, además, hay que tender a buscar el último lugar, dejando la iniciativa a los novios para que nos coloquen en el asiento que nos corresponde de la mesa del convite. • Los novios nos invitan a celebrar el amor eterno. Sería ridículo ir a la fiesta por lo sabroso que tiene: rica comida, buenos vinos, algarabía y baile. Todos estamos llamados a la nupcialidad de la nueva y eterna alianza de Jesucristo y la Iglesia. Francesc Casanovas II y III trimestre de 2012 15 cambio de mentalidad Apuntes biográficos Reseña de Francesc Casanovas El autor, doctor en Teología, miembro del SPD, nos presenta algunos aspectos esenciales de su vida F rancesc Casanovas Martí nace en Barcelona el once de septiembre de . Sus padres son Francesc Casanovas Viloca y Dolors Martí Castilla. En el , movido por el deseo de darse a Dios, quie- re entrar en el Seminario, pero su padre le pone la condición de tener unos estudios. Elige, entonces, la carrera más corta: perito avícola. Finalmente, en el , ingresa en los Dominicos con diecinueve años con permiso paterno, porque la mayoría de edad era a los veintiún años. Vive cinco años en Cardedeu: uno de noviciado, tres de filosofía y uno de teología. Pero es invitado a dejarlo porque los superiores creen que no es su vocación. Entre los años y hace el servicio militar en Pedralbes (Barcelona). Durante este Xabier Segura, pbro. tiempo visita al abad de Montserrat, Cassiá Just, que le aconseja no descartar el matrimonio como vocación. El dos de mayo de conoce a Conchita Torres en el tren de regreso de Montserrat. Estarán prometidos durante tres meses, hasta que Francesc comprende que su vocación no es el matrimonio. Ese mismo año inicia el noviciado en los Capuchinos de Arenys de Mar y después se traslada a la comunidad de los Capuchinos de Sarriá (Barcelona). Fue entonces cuando conoció el Movimiento de los Focolares. Conchita, Francesc y Vicenç Mª 16 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Los primeros compañeros de Franc rancesc En , con veintinueve años, el responsable de la Escuela Sacerdotal del Movimiento de los Focolares le invita a formarse en Grottaferrata (Roma), abandonando por su cuenta el convento de los Capuchinos. Durante este tiempo tiene la oportunidad de conocer a la fundadora del Focolare, Chiara Lubich. Pero en septiembre de también ha de dejar el Movimiento. A los treintaiún años vuelve a Cataluña, y Mn. Vicenç M. Farré le acoge en la parroquia de San Antonio, en el barrio de Llefiá (Badalona). Ambos empiezan a poner en práctica aquella forma de vida evangélica que él había aprendido en Italia. Poco a poco se juntan al grupo varios jóvenes, atraídos por su manera de relacionarse. Vicenç M. escribe al arzobispo de Barcelona, Marcelo González, y le explica la nueva experiencia que vive con Francesc y con los primeros compañeros. El obispo responde que quiere conocer personalmente a Francesc. Durante la visita bendice aquella incipiente experiencia de vida comunitaria y pide a Francesc que se dedique a la formación de los jóvenes, diciéndole: «Vuestra experiencia es como un seminario para el Pueblo de Dios». En mayo de se abre en Barcelona, en el Paseo de San Juan, núm. , el primer piso de vida en común para chicos. Al cabo de un año se inicia la vida comunitaria femenina en la calle Valencia. Las primeras chicas fueron Conchita Torres y Rosa Campi. En se abre el primer piso de vida en común fuera de Barcelona, en la ciudad de Vic. Ese mismo año, en una peregrinación al santuario de Lourdes, Francesc intuye que este «seminario» para el Pueblo de Dios tiene un segundo título: «Experiencia de María», porque siente la llamada a revivir la experiencia de María en relación a Jesús. Dos años más tarde, en , inaugura la vida en común en la casa de convivencias de Camprodón (Ripollés, provincia de Girona), que es la actual sede de la escuela de formación de la asociación. En mayo de el cardenal Narcís Jubany aprueba y erige canónicamente la comunidad como pía unión (según el Código de Derecho Canónico actual, Francesc y el cardenal Narcís Jubany «asociación privada de fieles») en la archidiócesis de Barcelona. En octubre de ese año Francesc publica el primer libro, titulado Mentalidad Nueva. Y al año siguiente surge una nueva publicación, la revista de pensamiento cristiano Cambio de Mentalidad. También en ese mismo año funda el primer piso de vida en común fuera de Cataluña, en Bilbao. En la década de los ochenta destacamos la primera ordenación presbiteral y consiguiente incardinación diocesana de un miembro formado en la escuela de formación de la asociación, Melchor Querol, por el obispo de Urgell, Mons. Joan Martí Alanis. Era en mayo de . En el contexto del gran regalo del Concilio Vaticano II, donde se pone de relieve el Pueblo de Dios, Francesc se sintió impulsado a profundizar, también por las circunstancias y personas que aparecían en su vida, en dos líneas: la relación hombre-mujer dentro de la Iglesia y la comunión con sus pastores. Más que querer conocer el papel de la mujer o del hombre, tenía la inquie- Ü La primera ordenación presbiteral II y III trimestre de 2012 17 cambio de mentalidad Ü 18 tud de descubrir el don que hay en el encuentro hombre-mujer en la Iglesia y en los diversos estados de vida. Rosa Campi, la segunda chica de la comunidad, es una figura clave, ya que tenía una gracia especial en este aspecto, que todos reconocíamos. En Francesc publica un libro fundamental, El paso, donde explica su fe pascual. Más adelante este libro será completado con otros dos, La alegría y La paz, los cuales forman la trilogía «La Pascua cristiana». Ese mismo año Francesc, a petición del obispo de Valledupar (Colombia), se anima a fundar comunidades en Latinoamérica. En inaugura en Camprodón el Aula de Teología Cantar de los Cantares, con la intención de reflexionar sobre el pensamiento teológico del carisma fundacional. La revista de pensamiento teológico Sofía, creada el año siguiente, será un espacio de diálogo y reflexión eclesial. En , en el pueblo de Campelles (Vall de Ribes, provincia de Girona), el presidente de la Generalitat y el obispo de Urgell inauguran un proyecto muy anhelado por Francesc: una casa de espiritualidad y cultura al servicio de la comarca y de la Iglesia. El Casal San Martí –así se llama el centro– quiere ser una ventana abierta del pensamiento cristiano en diálogo con la cultura actual. El verano de , la comunidad celebra una gracia especial que Francesc y Lourdes Campi, hermana de Rosa, reciben de una II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad manera inesperada y sorprendente. Francesc lo explica como el encuentro de «Él y Ella», ya que, más allá de los nombres de las personas, significa el don de la unidad del hombre y la mujer como seguidores de Jesucristo, virgen, casto y obediente. Francesc intuía una participación en la re- Rosa Campi novación eclesial impulsada por el Concilio. A partir de esta gracia, celebrada por la comunidad, Francesc ve plasmadas sus intuiciones. Justamente el año siguiente, el de diciembre de , la comunidad celebró la boda entre Carlos Sanchiz y Doxa Cabrera, como primer matrimonio formado en la escuela de formación de la asociación. En el año se funda la vida en común en la ciudad de Un grupo de jóvenes de Valledupar (Colombia) Bonn (Alemania). El de julio de muere Francesc, de manera inesperada, por una enfermedad de cáncer de pulmón; contaba sesenta y tres años de edad. El de agosto de ese mismo año moría Rosa Campi a los cincuenta años, también por enfermedad de cáncer. El de diciembre de ese año se celebraba la Asamblea Extraordinaria, motivada por la defun- El matrimonio Carles y Doxa ción del presidente, donde Lourdes Campi fue postulada nueva presidenta, y aceptada por el cardenal de Barcelona. l Los miembros internos del SPD en el verano de «El amor es fuerte como la muerte» Xabier Segura, pbro. Una sugerente reflexión sobre el simbolismo de los últimos días de Francesc Casanovas y su paso hacia la casa del Padre E l de septiembre de el mundo tomaba conciencia, sorprendido, de los nuevos peligros y amenazas que acechaban a una sociedad orgullosa de su poder y sus avances tecnológicos, pero a la vez, frágil e inmadura. Nuestra civilización occidental se estremecía al verse reflejada en aquellas torres gemelas de Nueva York que se hundían como dos piernas con pies de barro que describe el profeta (cf. Dn ,-). Ese mismo día Francesc Casa novas celebraba su último cumpleaños: sesenta y tres años. Después de comer comentó que se encontraba cansado. Este cansancio, que a menudo manifestaba, fue el único síntoma de una enfermedad que ya debía trabajar en su interior y que no había sido detectada en los análisis y controles de salud habituales. Esta enfermedad le llevaría, diez meses más tarde, el de julio de , a fallecer en la Clínica de la Alianza de Vic. El día anterior, de julio, intuyendo la gravedad del diagnóstico de cáncer de pulmón, exhortaba a Rosa Campi, enferma terminal también de cáncer, a vivir con alegría y ánimo confiado, sin tener miedo, porque «los cristianos no moriremos». Los casi quince días de su estancia en la Clínica de Vic se convirtieron en un resumen del sentido de toda su vida. A primeros de julio se manifestaron los primeros síntomas. El día dos se despertó por la mañana con problemas de visión en un ojo. Ese mismo día Rosa ingresaba en el hospital de enfermos termi- Francesc iba siempre al frente y todos nosotros encontrábamos en Rosa como un acceso a Francesc desde una dimensión femenina nales de la Santa Cruz, de Vic; ella se encontraba al final de un proceso canceroso diagnosticado cuatro años atrás. Rosa fue para Francesc un miembro eminente del SPD. Desde el principio le ayudaba muy directamente a llevar la comunidad. Francesc iba siempre al frente y todos nosotros encontrábamos en ella, como un acceso a Francesc desde una dimen- II y III trimestre de 2012 Ü 19 cambio de mentalidad Así como Rosa significaba para él la comunidad que amaba, Lourdes era la figura de la mujer que le apoyaba Ü 20 sión femenina. De este modo, Francesc iba descubriendo que, tal y como María es figura de la Iglesia, la mujer creyente también participa de este carisma, y a veces de una manera singular, como en el caso de Rosa. Francesc, que residía en Camprodón, quería ir a visitar a Rosa y acompañarla en su ingreso hospitalario, pero tenía dificultades de visión y le costaba caminar. Le convencimos de que le convenía, en primer lugar, una visita a Urgencias, en Vic. El médico que le visitó dijo que había que hospitalizarle inmediatamente. El mismo día, Rosa y Francesc fueron hospitalizados en Vic en dos hospitales diferentes, a diez minutos de distancia el uno del otro. Francesc, entonces, se enfadó mucho y de una manera extraña; esta inesperada situación le impedía ir a ver a Rosa para poder comunicarle algo muy importante: quería darle testimonio de la fe pascual, y las circunstancias se lo impedían. Los últimos años de Rosa habían sido, de pruebas y de oscuridad, y Francesc deseaba comunicarle el amor y el consuelo misericordioso del buen Dios. Durante todos aquellos días en la clínica, Francesc no desistió nunca de ver a Rosa. Él no podía ir, pero enviaba a sus mensajeros. Algunos de nosotros, que la asis- II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad tíamos, le llevábamos de su parte palabras de consuelo cristiano. Francesc se preguntaba a menudo por qué no podían encontrarse los dos, y decía: «Los enemigos –refiriéndose al Espíritu del Mal– no me dejan dar testimonio de la fe pascual a Rosa, que es lo que ella ahora necesita». Nosotros le ofrecimos una reflexión que le dejó pensativo: «El regalo que tú quieres hacer a Rosa es vivir en tu propia carne con esperanza pascual la misma enfermedad que ella sufre». Era como decirle: tú te identificas, en relación a ella, con el gesto redentor del Señor. Durante aquellos días en la clínica, Francesc aceptaba la enfermedad como un regalo de Dios y se mostraba cordial, lleno de alegría y de buen humor con todos, tanto con el personal del centro como con los visitantes. Días atrás había comentado a Lourdes que no pensaba luchar contra la enfermedad, que no pondría trabas a Dios. Lourdes es la hermana pequeña de Rosa. Entró en la comuni- dad más tarde que ella. Francesc también veía en ella un papel especial. Así como Rosa significaba para él la comunidad que él amaba, Lourdes era para él figura de la mujer que le apoyaba (cf. Gn ,), y así veía iluminada desde la pascua la relación hombre-mujer como servicio a la comunidad y a la Iglesia. El viernes de julio le visitó el arzobispo Joan Martí, obispo de Urgell, con el que se reunió con buen humor, y al que comentó el deseo de que, cuando vistieran sus restos, no le pusieran una americana sino una túnica, para no pasar calor y estar más cómodo. No perdió la ocasión de explicarle, una vez más, el carisma del Seminario del Pueblo de Dios y el regalo tan grande que había recibido. Le dijo que, para él, la presencia de Jesús resucitado era más real que la del mismo obispo que le escuchaba, y que no habría ningún problema si «marchaba» ahora, pues estaba Lourdes para continuar la tarea fundacional. También le dijo que, para él, morir «El amor es fuerte como la muerte» sería una ganancia, ya que quedaría definitivamente separado del engaño y la mentira. El día siguiente, sábado, por la mañana, sufrió una embolia cerebral. Según el comentario del médico, podía haber muerto. Él era muy consciente, porque quería saber siempre la verdad de lo que le pasaba. Así pues, se encomendó a Dios con paz y serenidad, pero al cabo de poco más de una hora, se encontró mejor. Por la tarde le visitó el obispo de Vic, Mons. Josep Mª Guix, a quien pudo explicar, por primera vez, el don de la relación hombre-mujer, recibido en la comunidad, y según lo iba intuyendo a la luz de la Palabra y el Magisterio. Después el obispo le impartió su bendición. Así, Francesc, en los últimos momentos de su vida hizo ofrenda del carisma y de la experiencia de la comunidad a la Iglesia, representada por sus pastores. En cuanto a su relación con Rosa, todos aquellos días él manifestaba el apasionamiento de Cristo-esposo por la Iglesia: su Francesc con el obispo Josep M. Guix; detrás Lluís Girbau único deseo era encontrarse con ella, saber si estaba bien, si se dejaba llevar de una manera definitiva por el misterio misericordioso de Dios. a pesar de su estado grave, se le permitiera salir del Hospital de la Santa Cruz para ir a visitar a Francesc. En aquel último y ansiado encuentro, Francesc hizo profesión de su fe en la resurrecEn los últimos moción, y le comunicó la confianza mentos de su vida hizo en el amor de Dios: «Estate tranquila, Jesús te vendrá a buscar». ofrenda del carisma y de la experiencia de la comunidad Francesc se hacía ofrenda de sí mismo, haciéndose don para ella. a la Iglesia, representada En cierto momento le dijo: «Yo por sus pastores iré antes que tú». Rosa hizo un El día antes de su muerte, el gesto de desaprobación, como si domingo por la mañana, la Pro- no entendiera estas «exageraciovidencia hizo posible que a Rosa, nes». De hecho, ambos padecían la misma enfermedad, pero ella se encontraba al final de un proFrancesc con el arzobispo Joan Martí ceso de tratamiento de más de cuatro años y, a él, apenas se lo acababan de diagnosticar. Aquella noche recibió la visita de una chica de la comunidad, a la que dijo: «Si hago el paso a la casa del Padre, será para ser mártir de la relación hombremujer. La última palabra la tiene Dios». El simbolismo de Rosa fue siempre muy intenso para Francesc. Él deseaba ardiente- II y III trimestre de 2012 Ü 21 cambio de mentalidad La relación hombre-mujer está al servicio de la gloria de Dios, por eso su contenido se resume en la donación de vida hasta la muerte, como en Jesucristo Ü 22 mente entregar la vida por ella, como un gesto redentor ante las dificultades y pruebas de la vida. Y después añadió una cita de san Pablo: «De hecho, apenas encontraríamos alguien que quisiera morir por un hombre justo; mejor dicho, quizá sí que alguien estaría dispuesto a morir por un hombre bueno. Pero Dios ha dado prueba del amor con que nos ama en que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rm ,-). Aquella noche Lourdes le velaba. Ella notó que, mientras descansaba, hacía unos movimientos inusuales. Se acercó para preguntarle si se encontraba bien. Él comentó que estaba un poco nervioso. Lourdes pensó que nunca le había oído decir que estaba nervioso. Aquella noche vomitó sangre varias veces. También varias veces dijo a Lourdes que se encontraba en la agonía, pero, con tal normalidad, que ella casi ni se daba cuenta de que Francesc II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad agonizaba. Después él quedó inconsciente y ella temió lo peor. Ni siquiera hubo tiempo de despedirse. Al final el hombre queda solo y desnudo ante Dios, y sólo sobresale el don de uno mismo. Este es el misterio del amor loco y apasionado de Dios por la humanidad al que estamos invitados de entrar: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tenga vida eterna» (Jn ,). Con su muerte, Francesc completaba el mensaje de la relación hombre-mujer, según el designio de Dios, que él había ido iluminando los últimos años. La relación hombre-mujer –decía a menudo– no tiene finalidad en sí misma, sino que está al servicio de la gloria de Dios, por eso su contenido se resume en la donación de vida hasta la muerte, como en Jesucristo. Entre las . y las . horas de la mañana Francesc hacía el paso a la Casa del Padre. Él, que había tenido siempre conciencia de dar su vida por la comunidad que tanto amaba, ahora podía participar en plenitud de los sufrimientos redentores de Jesús, según las conocidas palabras de san Pablo: «Ahora estoy contento de sufrir por vosotros, y de completar así en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en bien de su cuerpo, que es la Iglesia» (Col ,). Aquella madrugada Lourdes permaneció todavía unas horas sola junto al cuerpo de Francesc, hasta que llegamos algunos de la comunidad. En ella todo era desconcierto y absurdo, desolación y desánimo. Los que estábamos allí, sin embargo, la interpelamos a la luz del evangelio para contemplar a María al pie de la cruz, que asume la nueva misión que Jesús le confía antes de morir: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn , ). Desde entonces ella se lanza a la misión eclesial de acoger a los discípulos desolados y temerosos. Lourdes hizo suya inmediatamente esta experiencia y, uniéndose a la experiencia de María al pie de la cruz, asumió el nuevo rol de convocar maternalmente la comunidad de Francesc. Y así, ella nos convocó el mismo día de la muerte de Fran- «El amor es fuerte como la muerte» cesc para exhortarnos y consolarnos. El epitafio de la tumba de Francesc recogía una frase central del Cantar de los Cantares: «El amor es fuerte como la muer- siempre había dado importancia a la sabiduría y a la cultura. A menudo nos decía: «Seremos santos si somos sabios, no al revés». Dando a entender que la santidad bíblica está vinculada al don de Estela de luz Hoy en la casa del Padre, hay un gran gozo jubiloso. El niño, que burló su cautiverio, de un impulso en el atajo se ha escapado hacia la fiesta. Nos deja a todos mirando al aire, con los pies en la tierra, atentos al milagro encantador de cada rostro: presencia diáfana que pide el alimento cada día, sueño realizado que celebra la Pascua en carne humana, encuentro pleno de Él y Ella. Y ahora que por fin ya conseguiste tu obsesión –ser uno con la trinidad divina–, para los que te hemos conocido y aún estamos cautivos, eres y serás siempre un sello grabado en el corazón, una estela de luz que nos guía. Manel Serradell te» (Ct ,). Sólo el amor tiene la palabra definitiva, nunca la muerte. La muerte de nuestro fundador ocurría el día de julio, fiesta de san Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia. También esto resultaba simbólico. Francesc la sabiduría, no es un «cumplimiento de la ley». Ser sabio para conocer la «mentalidad» de Dios, para disfrutar del don del discernimiento del Espíritu, para leer los acontecimientos desde la mirada amorosa del Padre, buscando así en todo la verdad. El primer escrito que recibió Lourdes fue un poema de Manuel Serradell, uno de los primeros compañeros de Francesc, presbítero en Valledupar (Colombia) (ver en el recuadro). El día , fiesta de la Virgen del Carmen, se celebraba el funeral en la iglesia del Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Vic, con la comunidad religiosa presente. Una celebración presidida por el obispo de Vic, concelebrada por el arzobispo de Urgell y por un grupo de sacerdotes y con la participación de los miembros del SPD, familiares y amigos. Se hacían presentes los santos del Carmelo, san Juan de la Cruz y santa Teresa, que tanto habían influido y acompañado la vida de Francesc y el itinerario de la comunidad. Los tres últimos días había recibido la visita de dos pastores de la Iglesia local, a la que él había consagrado y presentado su carisma. El último día recibió la visita de Rosa, por quien él entregaba simbólicamente su vida. Aquella noche, en la clínica, le veló Lourdes, que luego, en diciembre de , sería elegida presidenta de la asociación. En el funeral se proclamó, de primera lectura, un fragmento de la Primera Carta de san Pablo a los Corintios (,-). Se trataba de dar cumplimiento a su testamento espiritual, que pedía que fuera leído este texto donde Pablo explica que no ha usado el prestigio sino la fuerza de la cruz de Cristo para anunciar el evange- II y III trimestre de 2012 Ü 23 cambio de mentalidad Ü lio. Vicenç Maria Farré, cofundador de la comunidad y consiliario, hizo la homilía. Rosa acogió con sorpresa la noticia de la muerte de Francesc y quedó muy impresionada. Durante aquellos días decíamos a Clara, para animarla: «Francesc se ha unido a la experiencia de Jesúsesposo que da la vida para rescatar a la esposa, la comunidad, la Iglesia. Él se ha avanzado y se ha ido antes que tú para acogerte, en nombre de Jesús, en el Paraíso». A ella le confortaban mucho estas palabras, y lo escuchaba en silencio. Curiosamente, Rosa moría el de agosto de ese mismo año, en la fiesta de santa Clara, casi un mes después de Francesc. Clara era el nombre que Francesc le había dado años atrás para iluminar su misión, en referencia a los dos jóvenes de Asís: Francesc «Cristo amó a la Iglesia y se entregó a la muerte por ella» 24 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad y Clara. El día de su muerte, su rostro reflejaba paz y armonía. Durante el verano fuimos reflexionando estos acontecimientos desde la luz de la pascua del Señor. La comunidad vivía sosegada y en la paz de sabernos amados privilegiadamente por Dios. Lourdes nos convocaba a menudo y nos hacía participar de su experiencia a raíz de la muerte de Francesc y de su hermana Rosa. Fueron unos días especiales, llenos de consuelo. Francesc nos deja un importante legado de reflexión y pensamiento. Él trató una gran variedad de temas eclesiales y teológicos. Ahora nos toca a nosotros profundizar su obra y su pensamiento. La vida de los fundadores en la Iglesia, como el caso de Francesc, es como una gran parábola con un mensaje que sólo se explica del todo en el momento final. De hecho, en la muerte de la persona se nos da a conocer sintéticamente el contenido de toda su vida. Toda la vida de Francesc fue muy simbólica. Tenía una personalidad llena de contrastes que rompía moldes. Pero él se desvivía por la comunidad que el Señor le había puesto en las manos, y aunque quizás no fuese del todo consciente, lo hacía siguiendo el modelo del Esposo: «Como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a la muerte por ella. Él ha querido santificarla purificándola con el baño del agua y la palabra. Quería llevar a su presencia una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante: una Iglesia que fuera santa e inmaculada » (Ef ,-). La obsesión de Francesc fue, durante toda la vida, preparar una comunidad para el Esposo. l Claves del pensamiento El proceso del SPD desde su muerte El autor, secretario técnico de Francesc durante doce años, reflexiona sobre los últimos años de la comunidad La muerte y la libertad La muerte es la puerta a una vida más plena. Obedece a una ley de la naturaleza. Jesús habla del grano de trigo: si quiere dar fruto, debe morir. Y si no muere, queda solo (cf. Jn ,). Si queremos fruto es necesaria una muerte. Y esto forma parte de la historia, donde todo nace y todo muere. Sin embargo, en la persona humana, imagen de Dios, la muerte está llamada a ser un acto de libertad. En efecto, sólo el ser humano puede ofrecer su vida por un acto de libertad (defendiendo un ideal, buscando un bien, etc.). No existen ideales, por el contrario, en el reino animal-irracional, donde, en último término, todo se mueve por obediencia al instinto de conservación, individual y de la especie. La muerte de Francesc tiene un gran componente de libertad, más que de fatalismo biológico. Él era por naturaleza aprensivo, de modo que, tan pronto como le subía un poco la fiebre o la presión, se inquietaba y lo explicaba, lo que no dejaba de hacer una cierta gracia. A lo largo de su vida tuvo algunos problemas de salud, y solía reaccionar con nervios y temor. Pero, curiosamente, en su última enfermedad no actuó de este modo, y el tumor maligno fue progresando en su organismo hasta que, ya fatalmente, fue detectado por casualidad pocos días antes de su fallecimiento. Según mi percepción, él aceptó esta enfermedad. No tanto como una decisión racional, sino como algo que el cuerpo asimiló sin poner resistencia. Él lo vivió Joan Perera, pbro. como una donación a la Iglesia, pero no en general, sino concretada en aquellos hermanos y hermanas que habían participado de aquella «historia de amor» del SPD. Francesc quiere contribuir así a un progreso, sabe que sólo «muriendo» se da fruto. La donación de la vida es el único gesto total y pleno, inapelable. Él, que siempre tenía mucha necesidad de expresar lo que llevaba dentro, sobre todo para conocer la intención de Dios sobre el ser humano, pudo expresarse totalmente con su muerte. Lourdes, que ha sucedido a Francesc en la presidencia de la comunidad, ha manifestado desde el primer momento que todos los miembros del SPD, entregándonos también por amor a la Iglesia, debemos continuar el es- II y III trimestre de 2012 Ü 25 cambio de mentalidad Él siempre quería entrar en la fiesta de la presencia de Cristo entre nosotros; de ninguna manera quería quedarse fuera, ni quería que se quedara fuera ninguno de sus seguidores Ü píritu investigador de Francesc, este querer saber la intención de Dios en cada cosa y darla a conocer. Sería superficial considerar la defunción de Francesc simplemente como un final de etapa. Más bien es un salto adelante, un crecer en conciencia e implicación. En este sentido, no cabe la melancolía o el pesimismo. Francesc ya no está aquí. Ha hecho su viaje. Y nosotros tenemos que hacer progresar todo lo que Francesc nos ha dejado, también su pensamiento. Y hacerlo progresar para ofrecer el patrimonio de la Iglesia y los creyentes en nuestro mundo. La Secretaría Técnica Francesc me pidió, hace concretamente veintidós años, que le ayudara desde esta Secretaría. Yo encontré este nombre un poco rimbombante, pero me puse manos a la obra. De hecho, él lo vinculaba al ministerio del diaconado (fui ordenado en e incardinado en la diócesis de Urgell, sirviendo en las parroquias del Valle de Ribes). La Secretaría Técnica, en el interior del SPD, es una diaconía 26 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad para la formación permanente, con vistas a ayudar al método, rigor, y también la belleza de nuestros escritos y obras, desde el punto de vista de la profesionalidad. De hecho, Francesc buscaba la calidad en todo, pero no como una perfección simplemente profesional, sino más sutil todavía: como una expresión de madurez humana que incorporase también la vida evangélica de cada día. Él era muy sensible a la calidad humana, al método, a la precisión. Las cosas hechas con dejadez –cosa distinta de inmadurez–, hechas «de cualquier manera» por pereza e insensibilidad, las abominaba. Incluso le afectaban somáticamente: le producían nervios, mal humor y tristeza. Quizá por eso le fascinaba la parábola de las vírgenes prudentes y necias, donde la llegada del esposo clarifica la postura de cada una (cf. Mt ,). Él siempre quería «entrar» en la «fiesta» de la presencia de Cristo entre nosotros; de ninguna manera quería quedarse fuera, ni quería que se quedara fuera ninguno de sus seguidores. Yo le ayudaba a organizar algunas cosas, como por ejemplo, algún viaje, y veía cómo trabajaba con mucho cuidado y precisión, adaptándose a los anfitriones. Era bonito ver cómo se concentraba mucho para que todo fuera exacto. Y estaba muy contento cuando llegaba puntual, según el horario previsto. Era una manera de decir: «Lo hemos preparado bien, ¿verdad? Nos hemos esforzado, hemos llegado a la hora que habíamos dicho, y todo ha salido redondo». En otros aspectos también se cultivó mucho; por ejemplo, para escribir correctamente en catalán (en la escuela sólo había aprendido a escribir en castellano). Y pedía ayuda, si era necesario, para que sus escritos no tuvieran ninguna falta. De hecho, tenía una especie de sueño, de poder ofrecer una alternativa para que los cristianos incorporásemos a nuestro amor cristiano un componente de profesionalidad y de cultura. Para él el amor no era nunca miseria, de- El proceso del SPD desde su muerte jadez, suciedad o improvisación irresponsable, sino belleza y resultados satisfactorios en cualquier tarea (sin dejar de ser amor ni misericordia). Deduzco de todo esto que era un contemplativo. Me explico: miraba las cosas intentando ver lo que Dios veía. Y esto, que es un gran don, también era, de hecho, una «tragedia». Tragedia porque la persona se ve desgarrada, ya que se encuentra, por una parte, conociendo la intención de Dios, y, por otra, constatando que esta intención de Dios no interesa en general, o provoca indiferencia. Veo ilustrada esta «tragedia» en el diálogo de Jesús con los fariseos sobre el matrimonio, cuando dice: «Moisés os permitió divorciaros de la mujer por vuestra dureza de corazón. Pero al principio no era así» (Mt ,). Jesús vive desgarrado conociendo, por un lado, la intención de Dios –«al principio»–, y constatando, por otro, que el pueblo lo había amañado para «normalizar» la práctica contraria, hasta el punto de que la misma Ley lo permitía. La causa de este contraste, como dice el evangelio, es «la dureza de vuestro corazón». Me parece que Francesc, en la profundidad de su corazón, se guiaba por este conocimiento de la intención de Dios que el Señor le había regalado como una gracia. Pero también era una persona llena de sensatez, que se adaptaba –no sin sufrir el desgarro que he comentado– a la realidad prosaica de cada día y contando con la libertad y la entrega de los hombres y mujeres que le seguían. En este sentido, es importante diferenciar la «intención», de la «voluntad», tanto si se aplica a Dios como a las personas. Por experiencia sabemos que muchas veces «deseamos» que aquellos a quienes amamos tengan unas reacciones determinadas. Por ejemplo, unos padres desean que sus hijitos, al saludar a sus abuelos, les abracen espontáneamente y les besen. Pero si, por cualquier motivo, los niños no lo hacen, entonces se lo indican, y los niños lo hacen por una obediencia. Estos niños han cumplido la «voluntad» de sus progenitores, pero no han realizado su «intención», que era el gesto espontáneo de abrazar y besar a los abuelos. La voluntad de los padres, en este caso, es como un «mínimo» que se impone para garantizar la educación y el respeto. Pero aunque los hijos hayan cumplido esa voluntad, a los padres puede quedarles el dolor de ver que no se ha realizado su intención, que es que sus hijos hagan de corazón el gesto propio del amor, que es abrazar y besar. Esto también lo podemos aplicar a Dios: Él, en primer lugar, tiene una intención, y si esta intención no se realiza, entonces expresa una voluntad que se debe obedecer. En este sentido, el profetismo bíblico expresa más en conjunto la «intención» de Dios, y la Ley expresa más la «voluntad». El profeta «sueña» realizar lo que Dios desea, mientras que las instituciones «mandan» que se cumplan las leyes de Dios. Francesc deseaba que nuestra comunidad tuviera la característica de una caridad atractiva, una caridad más profunda, que no Ü Para él el amor no era nunca miseria, dejadez, suciedad o improvisación irresponsable, sino belleza y resultados satisfactorios en cualquier tarea II y III trimestre de 2012 27 cambio de mentalidad Ü 28 fuera simplemente «buena voluntad». Que diéramos importancia a las pequeñas cosas, tal como él nos enseñaba siempre. Para él eso era como un sueño, sobre todo en el mundo de hoy, en la Iglesia de hoy. La palabra «sueño» se utiliza cuando, por ejemplo, un equipo deportivo juega muy bien y gana títulos, y todo el mundo queda embobado, porque consigue hacer algo que no hace nadie, con un juego que todo el mundo admira y aplaude. Y Francesc «soñaba» que, por ejemplo, la acogida de un huésped, la preparación de un encuentro o una comida, o la planificación de un viaje, se hicieran de manera que el huésped se sintiera feliz, que el encuentro se realizara con comodidad y alegría, que la comida fuese festiva y bien cocinada, o que aquel viaje resultase un viaje «de placer». Que las cosas se puedan realizar, sin que nada distraiga de la intención con la que se han preparado. Que no suceda, por ejemplo, que el huésped no tenga agua caliente por un descuido del hospedero, o que la sala de reunión esté fría, tanto de temperatura como de ambientación, o que el arroz se pase, o que el coche se averíe en medio del viaje porque en su momento no se ha dado importancia a un ruido o a una pequeña irregularidad. Pero realizar este sueño exige mucha disciplina y sacrificio, tanto por parte del formador como de los discípulos, ya que las cosas no se aprenden en un día, II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad sino insistiendo, repitiendo, aplicando una pedagogía doméstica donde las personas se sientan queridas y a la vez exigidas. Así se va formando la persona. Una mesa puesta correctamente, por ejemplo, es fruto de que alguien se ha dedicado a enseñar, con paciencia y constancia. «Nadie nace enseñado», dice el adagio. Francesc apostó por este estilo de vida, con valentía y constancia. Y con fe, porque cuando nos formaba creía en nuestra capacidad de acoger las exigencias que iban surgiendo. Creía que éramos capaces de ver en esta acción suya un servicio y una obediencia, en definitiva, a Dios. Es un rol de carácter profético, donde Dios empuja al profeta a actuar para provocar un crecimien- to en los demás, aunque no todos lo vean de la misma manera. Francesc era valiente porque no buscaba la aprobación de los hombres sino la de Dios. Interpelando e interviniendo con su propio estilo. Y luchando para que su comunidad fuera una comunidad de personas normales que saben por qué viven y por qué trabajan. Desde entonces hasta hoy A raíz de su muerte apareció un interrogante en amigos y conocidos del SPD: «¿Continuarán las cosas como antes, funcionará todo igual, o habrá un descalabro?». Al cabo de un tiempo manifestaban alegría al ver que todo seguía igual, y que incluso algu- El proceso del SPD desde su muerte nas cosas –decían–, como las publicaciones, eran más exitosas. Y elogiaban a Francesc porque consideraban que eso era indicio de haber impartido una buena formación. En efecto, es motivo de alabar a Dios que, cuando en un grupo una determinada persona puede parecer imprescindible (visto desde fuera), resulta que no lo es. Dice mucho a favor de la pedagogía, de un trabajo a fondo, de no haber «programado» las personas sino haberlas educado y haber generado en ellas una racionalidad y una reflexión. De otro modo las cosas no salen. Francesc formaba las personas pensando en la capacidad de solucionar todos los problemas. Por un lado, con una competencia objetiva, como la que tienen todos los profesionales en su campo, y por otro, sin ser expertos en todo, como es natural, poniendo la caridad, de manera que fomente la cultura del «vivir bien», para que todas las cosas den satisfacción, y un observador pueda decir: «Esto está bien, es auténtico, está pensado, hay gente que se ha dedicado a fondo». Las personas vemos en seguida si algo ha sido trabajado, reflexionado, o si se ha hecho superficialmente. Con conciencia del don que la Iglesia custodia, Francesc fomentaba un «savoir fair» de ir por el mundo Pero este patrimonio, esta formación, es muy frágil. Del mismo modo que una sola generación puede cambiar la lengua materna de un pueblo, también una sola generación puede dañar el patrimonio de una formación adquirida con un largo proceso. Aumentar la civilización es un proceso largo, porque significa crear hábitos. Pero disminuirla puede ser rapidísimo. Hay, por tanto, un trabajo permanente de objetividad, de profundización, de diálogo, de formación, de manera que no quede en relieve un solo aspecto (por ejemplo, que una persona vale mucho para los estudios o para una profesión o para un ministerio), sino que aparezca la totalidad o integridad de la formación. Una integridad que incorpora incluso la «imperfección». La profesionalidad del «vivir bien» asume también la imperfección de las cosas, los defectos de las personas y las cosas que no van bien, para transformarlo todo en una situación nueva donde todo quede en armonía. La verdadera cultura es admirada y alabada por creyentes y no creyentes. San Pablo, crítico con el paganismo, no deja de otorgar a los no creyentes el papel de un discernimiento objetivo: «Tenga como un honor vivir en paz, ocuparos cada uno de su trabajo y trabajar con las propias manos, tal como os mandé. Así su comportamiento será bien visto de los que no creen y no será necesario que dependa de nadie» (Tes ,-). Francesc quería educar personas agradables, capaces de conversar, con cultura, interesadas por la marcha del mundo y de la Iglesia. Cuando existe la cultura del amor, se perciben a primera vista una solidez y unos frutos. Una cultura que puede ser vivida por todos, no sólo por los creyentes, sino también por los ateos y los agnósticos, que, reconociendo que no han recibido el don de la fe, tal vez dirán: «Sois gente muy agradable. Me gustaría ser como vosotros». La Iglesia muestra al mundo la cultura del amor, ofreciendo los tesoros humanos y divinos que Cristo le ha confiado, como aquel «padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas» (Mt ,). A veces los mismos cristianos conocemos poco este patrimonio, o incluso pensamos que se limita a ser un patrimonio cultural de música sacra, templos o libros. Y es mucho más que eso, ya que tiene una actualidad moderna y eficiente, con la clave para que todos los nobles deseos humanos se realicen en su máximo exponente. Con conciencia del don que la Iglesia custodia, Francesc fomentaba un «savoir fair», de ir por el mundo. No basta con ser simplemente «buenos chicos». El evangelio nos lleva a ser personas abiertas, capaces de relacionarnos tanto con un pobre como con un rico, con un enfermo, un joven o un niño, y comunicar a cada uno el don evangélico. Jesús siempre ponía modelos de perso- II y III trimestre de 2012 Ü 29 cambio de mentalidad Hoy Nuestro progreso debe ser desarrollar y ofrecer la cultura del amor Ü 30 nas listas y ambiciosas, tanto en sus parábolas como en sus gestos, ofreciendo un mensaje que podía ser comprendido y razonado porque era coherente. Francesc parecía desconfiar de los grandes «montajes» y se concentraba en poner aquellos fundamentos que después nadie verá porque el edificio que hay encima los tapa. Nadie sabrá nunca cómo son, pero están ahí. Este «limitarse a los fundamentos» le situaba en una sana distancia de las modas y los criterios superficiales. De hecho era un investigador, que podía estar días y días dando vueltas a un tema con vistas a fundamentar una reflexión y una vida. II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Hoy el Seminario del Pueblo de Dios sigue tomando conciencia de una misión de servicio eclesial, especialmente en el corazón de la Iglesia: el misterio esponsal de su comunión con Cristo, que está plasmado en la comunidad cristiana y el obispo que la preside. Con una expresión poética, podríamos decir con Juan de la Cruz: «Ya sólo en amar es mi ejercicio» (Cántico Espiritual). Como los enamorados mueren de amor, también los cristianos hemos de morir de amor por Cristo. Es cierto que la Iglesia es una «familia de familias», donde hay muchos dones y carismas. Pero sin el amor, como dice san Pablo a los Corintios (cf. Co ), no sirven de nada ni los carismas, ni la fe, ni la donación. Todo, en la Iglesia, tiene por último criterio el amor enamorado entre Cristo y los creyentes. Esto significa que todo trabajo por la propia «familia» y por el propio carisma se orienta a esta comunión con Cristo como Iglesia suya. El apóstol Pablo lo había entendido en profundidad, y por eso fue a Jerusalén a buscar la comunión eclesial. Él lo justificaba diciendo: «Yo no quería correr o haber corrido en vano» (Ga ,). Fuera del desposorio de amor de Cristo y la Iglesia, nuestro trabajo apostólico es infructuoso o incluso contraproducente. Nuestro progreso debe ser desarrollar y ofrecer la cultura del amor, pero un amor «enamorado», que incorpora toda la expresividad humana del amor. No nos debe dar miedo, ya que tenemos a lo largo de la historia ejemplos constantes en los santos y santas de ayer y hoy, personas enamoradas de Cristo y de la Iglesia. Y este amor entre mujeres y hombres creyentes es lo que genera el ambiente natural-sobrenatural que caracteriza a los cristianos. Una cultura donde no hay un aspecto que destaque, sino que es un «todo»: alegría y seriedad, austeridad y fiesta, disciplina y libertad, reflexión y espontaneidad. Sería como una ópera, donde hay mucha variedad de intervenciones, pero el resultado es un fuerte aplauso, una profunda identificación con el mensaje. Pero, ya lo sabemos, un espectáculo tiene detrás de las tramoyas muchas personas atentas, que se han preparado, que ejecutan su labor con rigor y precisión. De otro modo se provoca el ridículo y la burla. Las cosas funcionan porque hay personas que están en vela y que van a fondo. Desde fuera se ve el resultado y el éxito, pero detrás tiene que haber una consagración a una tarea, un proyecto. Por eso la tarea formativa en el SPD debe continuar poniendo los fundamentos de una cultura del amor. Mediante la vida en común, las reuniones, y, en el aspecto intelectual, mediante el Aula de Teología Cantar de los Cantares, nuestra Escuela de Formación continúa investigando los tesoros de la Iglesia y quiere ofrecer sus frutos, poniéndolos, como hacían los primeros cristianos (cf. Hch ,-), a los pies de los apóstoles. l Las claves de su pensamiento Begoña Palau La autora, doctora en Sagrada Escritura, miembro del SPD, nos presenta los rasgos peculiares del pensamiento de Francesc Casanovas La caridad enamorada Con este breve artículo quisiera dar unas impresiones sobre Francesc Casanovas, concretamente desde la vertiente del pensamiento, ya que él ha sido un hombre de reflexión. Él quiso formular su reflexión con claridad y precisión, sobre todo a través de clases y conferencias. En primer lugar, creo que ha sido una persona contemplativa. Él contemplaba el misterio que todo lo abarca, y desde la contemplación, quería ofrecer el mensaje que da respuesta a la persona integral. Esto es básico, ya que ha sido el motor de su investigación teológica. Otro aspecto de su persona es que siempre ha buscado una síntesis. El pensamiento puede resumirse y quedar condensado, destilado en sentencias breves, claras, comprensibles, atractivas. El pensamiento de Francesc discurría en espiral, en un estilo «profético» que hacía circular los acontecimientos y las ref lexiones en profundidad, hasta conseguir ex- traer de ellos aquella intuición que se va mostrando como intención de la Palabra de Dios. Su reflexión ha sido siempre comunitaria. Ir hasta el fondo de una cuestión significa preguntarse y preguntarnos su sentido, su luz, el secreto escondido que hace progresar hacia una madurez humana. Al mismo tiempo, Francesc no tenía miedo de permanecer en la soledad que suele sufrir aquel que no se deja llevar por las influencias y presiones externas sociológicas o culturales, y expresaba de manera valiente sus intuiciones más audaces. Una personalidad llena de contrastes, con muchos matices a veces sorprendentes. Por todo ello es difícil sintetizar su pensamiento. Obser vando, sin embargo, tanto su vida cotidiana como su obra, hay una expresión suya que considero nuclear: «la caridad enamorada». Ü Su pensamiento discurría en espiral, en un estilo «profético», que hacía circular los acontecimientos y las reflexiones en profundidad II y III trimestre de 2012 31 cambio de mentalidad Ü 32 La usaba muy a menudo, hasta el punto de que algunos se preguntaban el motivo de esta insistencia: ¿Por qué añadir el adjetivo «enamorada» a la palabra caridad? Quizás es una redundancia, pero sin ese adjetivo no se puede entender la radicalidad de la vida personal, comunitaria y eclesial que Francesc deseaba comunicar. El «enamoramiento», añadido como cualidad indispensable de la caridad, no tiene nada que ver con unos sentimientos pasa- Una de las intuiciones más fuertes de Francesc es orientar ese mismo deseo de unidad a la Iglesia diocesana. A partir de aquí Francesc hace suyas las grandes intuiciones del Concilio, remarcando una Iglesia de comunión y de fraternidad, donde todo el mundo recibe la misma dignidad en el Bautismo y cada creyente tiene un servicio imprescindible a realizar de cara a edificar la realidad visible del Cuerpo de Cristo en medio de la historia. Francesc quiere hacer una síntesis de la tradición de la Iglesia, que intentará expresar en el ambiente de la pequeña comunidad por él iniciada. Comprende la necesidad de espacios de vida fraterna y comunitaria, donde los catecúmenos se formen en la radicalidad y la exigencia propias de la vida evangélica. La vida de familia, por lo tanto, es esencial, según el estilo de aquel ambiente familiar que vivió Jesús, con La vida de familia José y María y con sus familiares, El descubrimiento del tes- amigos y parientes, en el hogar tamento de Jesús –«Padre, de Nazaret. que todos sean uno» (Jn , Esta vida de familia tiene, sin )– como ideal de la vida embargo, un estilo muy peculiar cristiana es el centro de su iti- en el pensamiento de Francesc Una ética del apasionamiento nerario de fe: una experiencia de Casanovas, asumiendo la imporexige una vida de oración unidad y de fraternidad. tancia de haber sido creados intensa, para saber responder Francesc descubre la impor- hombre y mujer en el plan de salsiempre a la interpelación tancia de la vida de familia den- vación. El hecho de que Jesús del hermano tro de la Iglesia, una familia al- convocara a hombres y mujeres rededor de Cristo, unida no para ser discípulos suyos y forjeros y eufóricos que dependen sólo por un credo, sino también mar la comunidad de la Nueva de las circunstancias y los estí- por un estilo de vida que subra- Alianza da a la Iglesia la responmulos exteriores. Se trata más ya el deseo de comunión con sabilidad de iluminar la relación bien de un impulso que viene del todos los hombres y mujeres de hombre-mujer. La clave se enEspíritu Santo y que permite en- la tierra. cuentra en la característica «vir- II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad trar en la dinámica del «celo divino», del apasionamiento del Hijo que se entrega en la cruz sin esperar que le conduzcan a ella. El enamoramiento con que Francesc calificaba la caridad hace referencia al nervio que mueve todo acto de la vida cristiana, aquel fuego que nace desde dentro y que devora las entrañas para dedicarse al servicio de Dios y del hermano. Una actitud que rehúye las experiencias a medias, la tibieza engañosa disfrazada de buenas costumbres, la indiferencia ante la realidad de los demás... Este apasionamiento es el que ha caracterizado las dos dimensiones más claras de su pensamiento: la antropología y la eclesiología, ambas fundamentadas y orientadas a la comunión interpersonal, como sacramento del misterio divino, relación trinitaria. Las claves de su pensamiento ginal» de la personalidad de Jesús, unida a Dios Padre como absoluto, y al mismo tiempo orientada a vivir la filiación divina en las relaciones humanas. A este tema dedicó gran parte de su reflexión antropológica. El hombre como ser relacional en lo masculino-femenino Desde el inicio de la fundación, Francesc nos ha ofrecido una pedagogía que aspira a alcanzar lo que Pablo llama «la talla propia de la plenitud de Cristo» (Ef ,). Él entendía esta «talla» abarcando todos los aspectos de la personalidad, iluminados por la humanidad de Jesús. Por eso consideraba muy importante madurar y alcanzar la vida adulta, como hombres y mujeres responsables y, al mismo tiempo, profundizando en la relación hombre-mujer como purificación de egocentrismos y de concupiscencia. Esta clave encuentra una sintonía y una inspiración en las reflexiones antropológicas del pensamiento de Juan Pablo II, reflejadas en sus Catequesis sobre el amor humano, y en otros documentos como Mulieris dignitatem. El cuerpo humano, creado por Dios con un significado esponsalicio, según el Santo Padre, lleva siempre a la relación, porque no tiene sentido fuera de la comunicación interpersonal, realidad que nos deja vislumbrar mejor el misterio trinitario. A partir de aquí, Francesc ve la relación hombre-mujer como fuente de espiritualidad, no porque esta relación sea un objetivo en sí misma, sino porque es el espacio celebrativo del amor que nos viene de Dios. Ser, responsablemente, hombre ante la mujer –hermana, esposa, etc. según los estados de vida–, expresa el misterio de Cristo en su donación total al Padre y en su entrega a la humanidad, por la fuerza del Espíritu. Ser responsablemente mujer ante el hombre –también hermano, o esposo, etc.–, implica abrirse al misterio de la vida en la maternidad mariana de la Iglesia. La relación hombre-mujer en Cristo contiene una gran disciplina de gestos y palabras, y a la vez una cultura centrada en la donación, donde cada pequeña Francesc descubre la importancia de la vida de familia dentro de la Iglesia, una familia alrededor de Cristo acción es importante. Una ética del apasionamiento exige una vida de oración intensa, para saber responder siempre correctamente y con prontitud a la insinuación o la interpelación del hermano. La comunidad diocesana en torno al pastor F. Casanovas entiende muy bien que el ambiente familiar de Nazaret ha de ser vivido en la casa paterna diocesana, formando comunidad de fe y amor alrededor del obispo. Por ello manifestaba que no tenía ningún carisma de la relación hombremujer, ya que la relación hombremujer no tiene finalidad en sí II y III trimestre de 2012 Ü 33 cambio de mentalidad Ü misma. Él la comprendía como una pedagogía o una clave interpretativa de un misterio aún mayor, el de Cristo y la Iglesia. Este misterio era el centro de su interés constante, no tanto desde una perspectiva abstracta o general, sino desde la concreción de la vida eclesial en cada Iglesia local. Le interesaba más descubrir los vínculos de amor que unen a la comunidad diocesana con su pastor, expresados como una alianza nupcial entre el obispo-esposo y la comunidad-esposa. Por eso le gustaba esta definición de Iglesia: «La Iglesia es una comunidad reunida en torno al obispo que celebra la eucaristía». El rasgo que sustenta y fundamenta esta unidad no depen- de, por tanto, de las cualidades humanas del obispo ni de la asamblea, sino que se mueve en el campo del amor y del «apasionamiento» (lo que él llamaba, como hemos dicho, la caridad enamorada). Francesc contempla la figura del obispo como la del esposo que satisface los deseos más profundos de su esposa, la comunidad. Porque ofrece, con la gracia de su discernimiento, el lugar que Dios da a cada uno. Y comprende la figura de la diócesis como la «esposa enamorada» que regala a Cristo su belleza, adornada con el vestido delicado de sus buenas obras. El atractivo mutuo hace que la comunión eclesial entre el obispo y la comunidad diocesana se fundamente en el don, y no esté supeditado a los factores humanos que podrían hacerla tambalear. La diócesis puede contemplar en el obispo la misma humanidad de Cristo, sin espiritualismos y sin abstracciones, porque conoce a fondo el sacramento que le constituye. Y el obispo puede fascinarse de la humanidad de la Iglesia, sin juicios y sin incomprensiones. Es una realidad de fe, en la gracia de Dios, capaz de transformar los corazones, conduciéndolos a una relación esponsal más plena y rica. La vida de Francesc se caracteriza por este amor apasionado a la Iglesia, un amor que hemos recibido con gratitud como una preciosa herencia que deseamos que progrese y madure en comunión con nuestros pastores. l Casanovas entiende muy bien que el ambiente familiar de Nazaret ha de ser vivido en la casa paterna diocesana, formando comunidad de fe y amor alrededor del obispo 34 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Una escuela de vida Pere Fibla, pbro. El autor, capellán del Santuario de la Serra (Montblanc, Tarragona), sede del Seminario Laical Diocesano, miembro del SPD, nos presenta el desarrollo de la escuela de formación según las intuiciones fundacionales de Francesc L as intuiciones fundacionales de Francesc Casanovas tienen como punto de partida una atenta escucha de la Palabra recogida en la Sagrada Escritura y en la Tradición, y un deseo de profundizar en las enseñanzas del Concilio Vaticano II, sobre todo en lo que hace referencia a la denominada «eclesiología de comunión». Esta vida de comunión debe irse formando y modelando entre los bautizados, para que pueda progresar y madurar. Por esto Casanovas se propone organizar con el grupo inicial del SPD una escuela de vida donde aprender a poner en práctica el mensaje del evangelio desde la perspectiva de la comunión fraterna. El nombre de la asociación, sugerido por el arzobispo de Barcelona, D. Marcelo González, «Seminario del Pueblo de Dios», pone en relieve esta tarea de una escuela de formación al servicio del Pueblo de Dios. Aquel grupo, en efecto, iba teniendo una experiencia de lo que es ser familia, hogar, y al mismo tiempo se dejaba mode- La Escuela de Formación prepara una comunidad-esposa para el obispo-esposo lar con la imagen recuperada por el Vaticano II de una IglesiaPueblo de Dios. La Iglesia es Pueblo de Dios porque, desde el principio, el Señor convoca a hombres y mujeres a formar la familia eclesial, y en esta familia los hombres y mujeres realizan el proyecto de la creación, según la vocación a ser imagen de Dios. Y «seminario» significa «hacer crecer» la semilla que hemos recibido de Dios y de la Iglesia. Es así como Francesc y sus primeros compañeros fueron entendiendo aquello que Dios les pedía: ser una escuela de formación para hacer crecer en cada persona la semilla que Dios ha puesto en nuestro interior, con el bautismo. Interpelados por su testimonio, jóvenes diversos se incorporan a la incipiente comunidad. Algunos se encuentran apartados de la Iglesia. Se constata una gracia peculiar: cuando II y III trimestre de 2012 Ü 35 cambio de mentalidad Ü 36 Concilio Vaticano II», que culminó con la exhortación apostólica post-sinodal Christifideles Laici, firmada el de diciembre de , fiesta de la Sagrada Familia. En estos dos documentos mencionados Francesc se encontraba plenamente identificado: — en Mulieris Dignitatem veía anunciado aquello que llevaba en su interior sobre la relación hombre-mujer; — en Christifideles Laici enPere Fibla impartiendo una clase de formación contraba expuesta la misión de estos jóvenes entran en el amEn la década de los años formar a los laicos que tanto le biente del amor recíproco, se ochenta algunos acontecimien- motivaba. sienten atraídos espontáneamen- tos eclesiales influyen notablePrecisamente, en torno a estas te a amar a la Iglesia y al obispo. mente en las intuiciones de nues- fechas, (del -- hasta el -Es como si, por un don de Dios, tro fundador. Por un lado, la ) los miembros del Seminario aquel ambiente formativo pre- carta apostólica Mulieris Digni- del Pueblo de Dios celebraron parase una comunidad-esposa tatem, firmada por el papa Juan una asamblea, en la que Francesc para el obispo-esposo. Pablo II el de agosto de . planteó esta cuestión: la Escuela Francesc los introduce en la Y, por otro lado, en octubre de de Formación, ¿para qué y para vida eclesial a partir de la con- se celebra el Sínodo de Obis- quién prepara miembros? vivencia, la oración, el trabajo, pos sobre «la vocación y la misión La conclusión fue que había el compromiso misionero... con de los laicos en la Iglesia y en el tres modalidades de escuela: la vistas a dar testimonio de la re- mundo, a los veinticinco años del catequética, el seminario laical surrección del Señor. Surge así una escuela de vida y de reflexión que prepara la comunidad para dar testimonio de la unidad eclesial que preside el obispo. Precisamente en los estatutos de la comunidad, en el apartado que habla de las finalidades de la asociación, leemos lo siguiente: «Ofrecer a todos una Escuela Permanente de Formación para el fomento y cultivo de la vocación cristiana en el seno de la pastoral de conjunto de la Iglesia diocesana señalada por el Ordinario del Lugar». Una celebración en el Santuario, presidida por el arzobispo Jaume Pujol II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Una escuela de vida diocesano, y la escuela institucional: — La escuela catequética, que forma personas vinculadas a las parroquias, dirigida por el párroco. Los «alumnos», viviendo en sus casas, participan de la vida parroquial y arciprestal, y se ponen a disposición del párroco. — El seminario laical diocesano, que forma personas vinculadas a la diócesis, presididas por el obispo; sería una institución diocesana a la que el SPD aporta la pedagogía, con una estructura y una fisonomía propia, dada por el obispo de cada lugar. Los alumnos participan mayoritariamente de la vida en común en el centro designado por la diócesis. — La escuela institucional, que forma a los miembros de la asociación, los cuales se ponen a disposición de la Iglesia mediante las diversas misiones que el SPD tiene asignadas por los obispos diocesanos. Cada una de estas escuelas remarca un aspecto concreto de la comunión diocesana. La primera expresión de un Seminario Laical Diocesano se desarrolló durante el año en Valledupar (Colombia). Y veinte años después (el ), la archidiócesis de Tarragona acogió también esta iniciativa. También durante el año el SPD adquirió el Convento de Santa Clara de Vic, como futura sede del Aula de Teología Cantar de los Cantares, un centro de pensamiento para trabajar e investigar en la mentalidad nueva del evangelio. Vista de la entrada a la futura sede del Aula de Teología Cantar de los Cantares, antes del inicio de las obras De esta manera aquella semilla que Francesc plantó e hizo crecer en un grupo de jóvenes iba dando fruto, gracias a la acción del Espíritu en la Iglesia. El pe- queño «seminario del Pueblo de Dios» continúa ofreciéndose al obispo para que así pueda irse manifestando la fisonomía nupcial de la Iglesia. l Otra vista del ATCC II y III trimestre de 2012 37 cambio de mentalidad La voz de los carismas Un amigo... con un carisma peculiar Enrique Cambón, pbro. El autor, sacerdote diocesano argentino, doctor en filosofía, teología y ciencias de la educación, profesor emérito en instituciones universitarias de América Latina y Europa, autor de numerosas publicaciones en diversos idiomas. Actualmente forma parte del centro internacional de sacerdotes diocesanos focolarinos inspirados en la espiritualidad de la unidad, y es miembro del centro de estudios del Movimiento de los Focolares, colaborando especialmente en el ámbito de las ciencias sociales. Es director de la revista de vida eclesial Gen’s y docente en el Instituto Universitario Sophia (Incisa in Valdarno - Florencia, Italia). Un amigo entrañable límites... Pero como se trata de un amigo especial, que tanto Ante todo Francesc era un «dio que hablar», en quien se ha amigo, un entrañable amigo de inspirado tanta gente durante su toda una vida. Y a los amigos se vida y después de ella, y me han les quiere, más allá del lugar que pedido que narre algo de mi exocupan, de su trascendencia so- periencia con él, lo hago con mucial e histórica, de las obras más cho gusto y con toda sencillez, o menos grandes que realizan, de recordando algunos aspectos de sus cualidades y sus inevitables su figura y de su pensamiento 38 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad que me parecen importantes y que hemos compartido vivencialmente. Francesc era una persona con una gran dosis de originalidad, e incluso diría de genialidad: por su inteligencia, por su modo de vivir la radicalidad del cristianismo y de reflexionar sobre él, por su manera de transmitir su visión de la vida, de ir más allá de ciertas formalidades y usanzas tradicionales sin romper la comunión con la Iglesia, uniendo de manera a veces sorprendente, novedad profética y sentido de responsabilidad. Era un artista en la manera de percibir la belleza del evangelio en la historia humana. Preciso y determinado al impulsar su encarnación en realizaciones concretas. Creativo en el buscar el designio de Dios sobre las situaciones y las personas, y sabio para expresarlo. Éstas y otras características que mencionaré brevemente a continuación, no son un panegírico hagiográfico. Son características que encuentran su «demostración» en centenares y centenares de conversaciones grabadas y filmadas, fotos y escritos suyos, que se han conservado. Pero que se manifiestan, sobre todo, en la obra que fundó y que nos ha dejado: el Seminario del Pueblo de Dios (SPD). dad y capacidad, y por consiguiente la cosa decayera. «¡Esperemos que no!», fue su respuesta sencilla y esperanzada. La realidad le está dando razón. Quienes le han seguido no pueden «copiar» su personalidad y sus particularidades. No es posible hacerlo con ningún carismático ni fundador. Cada ser humano es, en cierto sentido, irrepetible, y uno mismo no puede darse ciertas cualidades sólo porque lo desea. Pero este nuevo organismo que nació en la Iglesia a través suyo, puede continuar poco a poco desmenuzando, comentando, explicitando. No sólo por la riqueza de lo que ha transmitido, sino también porque su pensamiento puede resultar un tanto hermético para quien no lo ha conocido personalmente y no ha compartido su experiencia. De hecho frecuentemente, al leer la revista Cambio de Mentalidad, lo primero que hago es ver las fotografías. No por la mera satisfacción de reconocer a quienes ya conozco o comenzar a ver los rostros de aquéllos que todavía no he conocido. Sino porque Francesc era una persona con una gran dosis de originalidad, e incluso diría de genialidad Francesc y su «familia espiritual» Un día de hace muchos años, en una de nuestras tantas caminatas en el contexto de los maravillosos paisajes suizos, viendo su peculiar modo de razonar y de moverse, le comenté –con una cierta dosis de imprudencia juvenil– que esperaba que una vez que él hubiera partido de esta vida, no desapareciera la obra que estaba comenzando. Mi temor era que quienes lo seguían no tuvieran su misma originali- sus inspiraciones, la luz que él transmitía, su estilo de vida, la profundidad y modernidad de su presentación del cristianismo... Una impresión que tengo, siempre que leo sus escritos, es que no son de facilísima comprensión. Quizás por eso quienes hoy componen el SPD los van esos rostros y la relación entre las personas que se advierte en las fotos, «explican» cuanto la revista contiene de escrito. Más aún, me atrevo a decir que quien no haya tenido un contacto personal con el SPD difícilmente entenderá sus escritos. Si no se conoce la experiencia II y III trimestre de 2012 Ü 39 cambio de mentalidad escritos también sirven porque son un modo de comunicación; sobre todo sirven «después», cuando ya se ha conocido y uno ha quedado, de algún modo, «tocado» por la vida. Los escritos son útiles para explicitar esa vida en sus diversas facetas y contenidos, para reflexionarla mostrando su validez cultural, sus fundamentos, sus motivaciones, sus perspectivas sociales. Reciprocidad con el Movimiento de los Focolares Francesc era un hombre que no tuvo miedo de cambiar, en la búsqueda de su lugar en la vida y su destino. Dominicos, capuchinos, focolarinos... Todo luego que está detrás, sólo leyéndolos, institución porque atraen gente fue capitalizado y en la obra eclepueden parecer tal vez, en el me- y con frecuencia aportan una bri- sial que dejó se descubren aspecjor de los casos, profundos o ac- sa de aire fresco y renovador, pe- tos positivos de cada una de estas tuales, llenos de frescura eclesial ro en el fondo inofensivas, que experiencias suyas. Respecto al Movimiento de y de una concepción del mundo no merecen un gran interés de los Focolares u Obra de María, atrayente, contagiadores con su parte de los intelectuales, etc. De hecho Francesc, más que Francesc siempre expresó claraespiritualidad, que responde a la sensibilidad actual, simpáticos, ideas (¡que las dejó, y muchas!), mente que allí se encontraba la encantadores... Pero difícilmente transmitió un estilo de vivir, de raíz, el origen esencial de cuanto se captará su lógica y su profun- acogerse recíprocamente entre él ofrecía. Pero, a sus seguidores, didad sapiencial y existencial. personas y grupos, de escuchar, no se limitó a legarles los concepLos escritos, por sí solos, difícil- de ver la realidad, de gozar, de tos de Chiara Lubich, sino sobre mente provocan una conversión. ser felices... Y todo esto, más que todo quiso transmitirles la realiLa reflexión y las experiencias de en los escritos, se capta en la vida, dad de la espiritualidad que ese vida que se recogen en sus publi- en el contacto directo, viendo las carisma vehicula, especialmente caciones pueden incluso parecer, miradas, las sonrisas, los abrazos, el modo de vivir la comunión. a quien las lee «desde fuera», ino- la alegría sincera, el clima de la He escuchado a focolarinos, centes o espiritualistas, expresión comunidad en sus más variadas después de haber tomado conde una de tantas comunidades manifestaciones, el tipo de silen- tacto con alguna comunidad o nuevas que van naciendo en el cio que se da en sus clases, char- ambiente del SPD –aún reconocristianismo con toques de vida las o conversaciones, en la unción ciendo que se trata de carismas evangélica y llenas de buena vo- sin pesadez ni tedio de su oración distintos–, comentar: «Después luntad, que le vienen bien a la y sus liturgias. Por supuesto, los de estar con ellos, me he sentido «Mira Francesc: de ti, en el futuro, podrán decir muchas cosas, estar de acuerdo contigo o no, pero lo que nunca podrán decir es que no has sido honesto, sincero, transparente» Ü 40 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Un amigo... con un carisma peculiar más focolarino». Se advierte en una y otra obra una misma «cualidad» de vida. Por eso no es extraño que en la relación entre ambas se dé no sólo sintonía, gozoso reconocimiento, sino incluso una sana emulación y un enriquecimiento recíproco. También ha habido períodos de incomprensión entre el Movimiento de los Focolares y la comunidad del SPD que, por supuesto –lo tengo muy presente porque he recibido con frecuencia sus confidencias–, en ciertos momentos provocaba sufrimiento y desconcierto en Francesc y sus amigos. El Movimiento de los Focolares, que tiene como un aspecto fundamental de su espiritualidad y de su experiencia a nivel mundial el diálogo «a grados» con toda clase de personas, ideologías, religiones, culturas... parecía que «alejaba» al SPD, o al menos que no fomentaba el contacto y un diálogo profundo y consumado. Cuando me fui enterando, le comenté a Francesc la impresión que me daban esas dificultades: «Creo que la Providencia se está sirviendo de esta situación paradójica para que crezcáis según el designio de Dios sobre vosotros. Sucede algo así como la experiencia de los padres con los hijos: hay que aceptar recíprocamente, a medida que los hijos crecen, una cierta distancia e incluso separación, para que puedan madurar, hacer su propia experiencia, encontrar su propia identidad. Verás que cuando hayáis crecido, no “a la sombra” y de algún modo “reproduciendo” al Movimiento de los Focolares, sino siendo más plenamente vosotros mismos, se producirá el encuentro y el diálogo. Y será una bendición recíproca, porque podréis ofrecer vuestra propia experiencia de un modo más completo y comprensible». En efecto, así ha comenzado a suceder en estos últimos tiempos. Estuve presente cuando hace unos años se encontraron algunos responsables del SPD con responsables del Movimiento de los Focolares. Fue un encuentro extraordinario. Francesc ya había partido para el Paraíso y Chiara Lubich vivía un período de enfermedad, por lo cual no pudo estar presente. Pero quien la sustituía en ese momento no dejaba de exclamar: «Éste era el momento justo para habernos encontrado. Es algo maravilloso el encuentro entre estos dos carismas. Aquí están presentes los dos fundadores, aunque no estén físicamente...» Una honestidad y transparencia que pueden provocar incomprensión Esto me da ocasión de comentar otra característica típica de Francesc. Una vez al año se citaba con los responsables del Movimiento de los Focolares en Cataluña para compartir la vida del SPD, para ponerles al tanto de las novedades, tratando incluso Ü Respecto al Movimiento de los Focolares u Obra de María, Francesc siempre expresó claramente que allí se encontraba la raíz, el origen esencial de cuanto él ofrecía II y III trimestre de 2012 41 cambio de mentalidad Ü de escucharles por si tenían alguna indicación, sugerencia o impresión que quisieran ofrecer a su vez. Recuerdo un cierto desconcierto que solían vivir Francesc y quienes lo acompañaban, después de algunos de estos encuentros. Porque aún recibiéndoles con amor fraterno, tratando de comprenderlos, de captar con interés cuanto les iban comunicando… los responsables del Movimiento no se pronunciaban. Por mi parte, no conseguía «consolar» a Francesc, comentándole que, de algún modo, les comprendía. En ese silencio, que a él le hacía sufrir, yo veía algo positivo: ¿Quiénes eran ellos para sentirse en condiciones de indicar una línea, eventualmente de corregir lo que no les parecía del todo adecuado? Se trataba de caminos distintos. ¿Quién les había dado autoridad o «gracia de estado» para pronunciarse respecto a la vida y el pensamiento del SPD? Y, más de una vez, agregué: «Mira, Francesc, de ti en el futuro podrán decir muchas cosas, estar de acuerdo contigo o no, pero lo que nunca podrán decir es que no has sido honesto, sincero, transparente». Porque con una actitud «políticamente correcta», hasta diría mayormente pedagógica, Francesc habría podido decir las cosas de modo más gradual, o más comprensible para sus interlocutores. Pero no se le podía pedir a un carismático y «artista» como él la capacidad de encontrar siempre las palabras ponderadas, equilibrio y propiedad en el expresarse, mesura en el donar sólo aquella parte que el otro era capaz de captar... No hubiera sido él mismo si hubiera tenido la habilidad de ofrecer todo eso al mismo tiempo. Su don era «provocar» en el sentido más positivo de la palabra, estuviera delante de quien estuviera: un obispo, un abad benedictino, un párroco, un grupo de familias, personas lejanas de la Iglesia institucional, cristianos fervorosos... o focolarinos. Ofrecía la experiencia y la reflexión que en él y su gente se iba manifestando, tal cual era, con su novedad y aporte, pero también con los descubrimientos e intuiciones en cierta medida inéditos, y por consiguiente con el riesgo de no ser comprendido del todo e inmediatamente. Por otro lado es la suerte que les cabe, como bien muestra la historia, a quienes de algún modo tienen un carisma profético. La relación hombre-mujer Una «caridad enamorada», me parece una óptima «fórmula breve» que encierra el conjunto de sus intuiciones, experiencias y reflexiones 42 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Desde los primeros momentos en que un sacerdote y algunas chicas y muchachos comenzaron a seguirlo y a entregarse junto con él a la vida del evangelio, formando una comunidad con novedades y acentuaciones propias, comprendieron que su vocación era ponerse al servicio de las Iglesias locales y de sus respectivos obispos. Y así lo hicieron. Pero un día me contaron que un obispo les había dicho: «Vuestra verdadera novedad es la relación Un amigo... con un carisma peculiar De izquierda a derecha: Gloria Torres, Enrique Cambón y Lourdes Campi hombre-mujer». Quería decir: el modo de concebir y vivir la relación hombre-mujer. Creo que la relación entre las dos «mitades» de la humanidad, hombres y mujeres, es todavía una de las llagas más grandes que vive la humanidad. Al nivel de los mayores problemas que atraviesan nuestro tiempo. La relación hombre-mujer no sólo es todavía, bajo ciertos aspectos, absurda y anacrónica (como la discriminación de la mujer, su sometimiento y marginación, la violencia machista, etc.). Más terrible todavía –y tal vez sea la raíz de todo– me parece la falta de comprensión recíproca, el escaso conocimiento que existe, hablando globalmente, entre hombres y mujeres con sus peculiaridades típicas, con su genio propio. Con todos los pasos que la humanidad ha dado al respecto, el crecimiento de paridad entre ambos sexos, la superación de costumbres in- civiles y bárbaras, incluso la libertad sexual que se abre camino en gran parte del mundo, parecería lógico que se diera un conocimiento más claro y abierto entre hombre y mujer. Y sin embargo, están lejos de comprenderse de manera más integral y recíprocamente satisfactoria. No es aquí el lugar para hacer una descripción sociológica o un análisis más amplio de este fenómeno, pero está a la vista de todos. Frente a esta situación, que tiene que ver con la vida de la humanidad pero también del cristianismo, Francesc era lúcidamente consciente de la fuerza y la potencia de atracción que constituye la sexualidad, a la cual toda la vida y reflexión del SPD ha ido dando un tipo de respuesta que siempre me pareció innovadora, respondiendo a los signos de Dios que se manifiestan en los signos de los tiempos. Un modo de concebir la sexualidad que supera tantos modos deshumanizadores e insuficientes en que es vivida, también dentro de buena parte del cristianismo, entre los extremos de una escondida morbosidad y un espiritualismo deformante. A través de la historia se han dado y siguen dándose distorsiones, sexofobia, horrores y errores terribles en este campo. Pues bien, pienso que toda la vida y el pensamiento de este fundador y de su comunidad han sido y siguen siendo una permanente indagación en este campo, con una posición en cierta medida de pioneros, de frontera, abriendo caminos liberadores, sanadores, y moviéndose con sabiduría y equilibrio dentro de lo que hoy constituye la ortodoxia oficial de la moral católica. No soy yo, por supuesto, quien debe describir más ampliamente este aspecto. Es el SPD que debe continuar explicitándolo y formulándolo. Y lo hacen no sólo con la vida y la luz del carisma que han recibido, sino también con estudios serios, confrontándose, expresándose culturalmente a través de tesis universitarias, de encuentros, de cursos, de su «centro de pensamiento», de la revista de investigación y cultura Sofia... Es un fenómeno que merece atención. Veo positivo que hayan ido trabajando «silenciosamente», un tanto «escondidos» en su pequeñez numérica. Pero si tienen algo que ofrecer –y estoy convencido de que lo tienen–, saldrá a la luz y constituirá una aportación II y III trimestre de 2012 Ü 43 cambio de mentalidad Ü para la experiencia y el pensamiento del cristianismo y de la humanidad. Una «caridad enamorada» De los libros de Francesc publicados en castellano encuentro determinante El Paso. Un concepto fundamental que desarrolla en esta obra es el de «caridad enamorada», que estoy persuadido que dará lugar a numerosos estudios en el futuro. Me parece una óptima «fórmula breve» que encierra el conjunto de sus intuiciones, experiencias y reflexiones sobre las relaciones interpersonales y específicamente sobre la relación hombre-mujer. No he citado hasta ahora ningún texto explícito, pero deseo recoger ahora uno de otro escrito suyo que, en este campo, constituye una síntesis con una pluralidad de significados: «José y María son la primera célula de la Iglesia de Jesús. Son la referencia para vivir la virginidad esponsalmente y el matrimonio virginalmente. Son modelo de Iglesia porque gozan de la presencia de Jesús, plenitud de Dios. Él y Ella no se necesitan, pues con Dios tienen bastante. ¡Se encuentran! Este encuentro comporta la fruición de la presencia trinitaria de Dios-amor en Cristo» (Pensamientos , febrero de , con el respectivo comentario). Otras de nuestras charlas, siempre agradables y enriquecedoras, las hemos tenido caminando por otro lugar especialmente bello y querido por Francesc: los 44 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Castelli Romani, en los alrededores de Roma. En una de esas «conversaciones peripatéticas» me explicaba aspectos particularmente humanizadores de su experiencia y de su pensamiento, y trataba de traducirme una expresión que usaba en catalán. Le parecía que no conseguía encontrar, como sucede frecuentemente con las traducciones, un equivalente apropiado en castellano. Me contó que acababa de decirle a un obispo de Cataluña que, en el fondo, toda la vida del SPD se podía expresar diciendo que deseaban simplemente «vivir bien y hacer vivir bien a los demás». Viendo que no le satisfacía del todo esta formulación, le pregunté si quería decir que su experiencia, con el lenguaje evangélicamente «desestabilizador» que solía usar, podía traducirse como «pasárselo bien». No le gustó, porque era una expresión que podía parecer superficial e incluso confundir, como si se tratase de ser unos «vividores», un tanto hedonistas... Recientemente recibí una de esas páginas que publica regularmente el SPD con un breve texto de Francesc glosado por algunos de sus miembros más competentes y maduros, y creo que han encontrado la locución justa. Lo han llamado «pasarlo bien», pero no en sentido superficial, sino como expresión del «anhelo humano de vivir a pleno pulmón» en sintonía con el proyecto de Dios sobre la humanidad (cf. Pensamientos , octubre de ). Ésta era una característica de la vida y la luz que irradiaba Francesc. Una demostración práctica de que el cristianismo es capaz de hacer que la condición humana merezca la pena ser vivida. Y no por ello se convierte en una existencia menos seria y responsable, porque él sabía muy bien que «el paso» necesario para vivir como resucitados es la cruz transformada en posibilidad de nuevo amor. Recuerdo una vez que me decía que lamentaba cuando encontraba cristianos que no eran felices, que se les notaba en el rostro y en su persona que vivían una «alegría de Jesús abandonado». Con esta expresión quería significar que encontraba en estas personas una «alegría» forzada, voluntarista, con poca frescura y gozo... Al respecto, muchas veces tuve ocasión de hablar con él sobre la importancia del abandono que vivió Cristo en la cruz, como la más alta lección y medida del amor que nos enseñó Jesús con sus palabras y su vida. Se trata de una de las realidades que Francesc recibió como herencia de Chiara Lubich. Una vez le hice un comentario al respecto, pero él me corrigió. Recuerdo claramente cómo mi orgullo quiso rebelarse, con una reacción del tipo: «¿Pero, qué se cree? ¿Me quiere enseñar a mí, que fui de algún modo un guía en sus primeros pasos cuando encontró el carisma de la unidad? ¿Quiere saber más que yo? Al menos tendremos el mismo nivel de comprensión, que no se ponga a enseñarme...» Afortunadamente no seguí este tipo de insensata resis- Un amigo... con un carisma peculiar tencia interior, y «vaciándome» conseguí escucharle, poniendo sincero interés por comprender lo que me decía. Aquí lo importante no es repetir textualmente cuál era su enseñanza, sino el hecho de que fue uno de esos momentos iluminadores, que me hizo descubrir un aspecto de la realidad «pascual» de la existencia humana que, hasta entonces, no había comprendido y que me marcó para el resto de mi vida. Fue para mí una experiencia aleccionadora de cuánto es importante una auténtica humildad para que pueda darse una verdadera (y clarificadora) comunión entre las personas. Debo concluir. Francesc era un hombre lleno de humanidad y sembrador de una humanidad renovada por el evangelio del ágape y de la comunión. Esto se advierte, frecuentemente con fascinación, al encontrarse con la comunidad que ha dejado. Si la Imitación de Cristo hacía propio el dicho pesimista de Séneca: «Todos los días fui entre los hombres y volví menos hombre», dando como único remedio para que ello no suceda la oración (Primer libro, XX, ), muchos de los que hemos tenido contactos profundos con el SPD podemos decir lo contrario: cada vez que estuve entre ellos he salido sintiéndome mejor, viendo con otros ojos la historia, por haber tocado un fragmento de humani- dad que, con sus límites y normales confl ictos y dificultades, se mueve en la dirección del designio de Dios. Realmente el Espíritu dona sus carismas según las necesidades de los tiempos. Si desde lo que san Pablo llama el «hombre viejo», cualquier pesimismo resulta comprensible respecto a los seres humanos, desde el «hombre nuevo» que se deja guiar por la sabiduría agápica del evangelio, es posible apostar a la probabilidad (no u-tópica sino etero-tópica) de que es posible rea lizar, no sólo en las relaciones interpersonales sino también a nivel social y cultural, las mejores y más bellas potencialidades del ser humano. l Francesc era un hombre lleno de humanidad, sembrador de una humanidad renovada por el evangelio del ágape y de la comunión II y III trimestre de 2012 45 cambio de mentalidad El amor que ponemos en cada cosa Carmelitas Descalzas de Vic Las Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa de Vic nos ofrecen su reflexión en base a su larga amistad con Francesc Casanovas H ace diez años del paso hacia la Casa del Padre de Francesc Casanovas Martí, fundador del Seminario del Pueblo de Dios y buen amigo de nuestra comunidad. Recordamos muy bien aquella fecha del de julio de . Hacía días que seguíamos su enfermedad y rezábamos por él. El Señor permitió que su funeral se celebrara en nuestra iglesia, el día , festividad de la Virgen del Carmen, y que nosotras pudiéramos participar. En los inicios de la fundación del SPD vino a nuestro Monasterio a encomendarnos aquel nuevo proyecto. Y ahora, al final de su vida, quería que también estuviéramos presentes. En medio del dolor de los miembros del SPD se respiraba una profunda paz y mucha serenidad. Francesc amaba y valoraba la vida contemplativa. Era, en me- dio del mundo, un contemplativo. Por eso era tan fácil hablar con él de oración, de la Iglesia, de la Trinidad... Y, como ocurre con todas las personas que viven en intimidad con el Señor, era muy responsable en la misión que le había encomendado. Volaba muy alto y, a la vez, era muy concreto en las pequeñas cosas de cada día. Por ejemplo, cuando se iba, siempre dejaba ordenadas las sillas de la sala. ¡Con qué elegancia hacía las cosas más sencillas! Llegaba siempre muy puntual a la hora que habíamos quedado. Era también muy respetuoso con nuestra manera de vivir. Esta misma estima y discreción las vemos también en los miembros del SPD y, en especial, en su fundadora junto a Francesc, Lourdes. Siempre que lo hemos necesitado, nos han ayudado y han colaborado con nosotras. Una chica, que era miembro del SPD, ingresó en nuestro Monasterio, y en todo momento ellos se han mostrado respetuosos con nuestra manera de actuar, nunca se han interferido en nada. Al contrario, siempre le han animado a ser fiel a la vocación carmelitana, desapareciendo ellos para que se realizara sólo la obra de Dios. Ahora, tras diez años de su fallecimiento, vemos también con gozo cómo muchos de sus miembros están al servicio de las diferentes diócesis. Están contentos allí donde los obispos les piden. Hacen tareas que pueden parecer sencillas, y hacen también otras, importantes. Sin embargo, ellos saben que en la Iglesia, tal como se lo enseñó Francesc, lo importante es el amor que ponemos en cada cosa, el deseo de servir y de vivir en la unidad de los hijos de Dios. l Volaba muy alto y, a la vez, era muy concreto en las pequeñas cosas de cada día 46 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Antoni Palom, hermano de La Salle Un corazón libre y liberador El autor, buen amigo de Francesc, nos ofrece su testimonio personal F rancesc y yo fuimos compañeros de clase en nuestra infancia en La Salle Condal de Barcelona. Pero no sabría decir gran cosa de aquel tiempo, ahora ya muy lejano. El Francesc que conozco lo descubrí en agosto del año como un verdadero amigo, hermano, maestro y diría, incluso, «profeta». La jugada, por su parte… ¡fue genial! Una muerte en unas circunstancias muy desagradables de un hermano de La Salle, muy amigo mío y del SPD, me sumió en una gran tristeza. En medio de aquella oscuridad necesitaba buscar la luz. Luís Girbau, sacerdote y miembro de la asociación del SPD, me dijo que en Camprodón, donde la comunidad tenía una casa de convivencias, podría en- contrar un rayo de esa luz que buscaba. Dicho y hecho. Justo al llegar a la plaza de Santa María de este pueblo del Ripollés, la primera imagen fue la de una acogida espléndida. Me acompañaron a la por bellísimos parajes y cercanías de Camprodón. La conversación fue muy interesante. Nos abrimos de corazón el uno al otro. Hablamos de la Iglesia, de la vida religiosa, etc. Nos decíamos: «Existe la voluntad y la valentía para afianzar entre todos a la Esposa de Cristo que tanto amaNuestra amistad me ha ido mos». A partir de ese día, entre comunicando como por él y yo se estableció una amistad «ósmosis» un amor mayor y más auténtico a mi vocación que iba a perdurar a lo largo del tiempo. de hermano de La Salle El once de septiembre, día nacional de Catalunya, que coincihospedería que tenían, en la calle día con el cumpleaños de FranFreixenet, que se encontraba en cesc, me invitó a participar de un plena fiebre constructora. Allí sa- encuentro comunitario. En el ludé a Francesc y, a continua- momento de la comida, con gran ción, sin muchos preámbulos, sorpresa por mi parte, me nomcomo si nos conociéramos de to- bró miembro «honoris causa» del da la vida, me invitó a dar un Seminario del Pueblo de Dios. paseo en un Suzuki descapotado Fue una manera simpática de II y III trimestre de 2012 Ü 47 cambio de mentalidad Ü mostrar, simbólicamente, que él me abría de par en par las puertas de su familia eclesial. Yo, sin dejar mi pertenencia a la familia lasaliana, había entrado en la intimidad de su comunidad. Desde entonces, esta amistad nuestra me ha ido comunicando, como por «ósmosis», un amor mayor y más auténtico a mi vocación de hermano de La Salle. Me ha ayudado a descubrir un sentido más profundo de la vida de comunidad, me ha hecho ver la responsabilidad de la misión que se nos encomienda; en fin, me ayuda a saber ir por la vida sembrando esperanza y un poco de «sano» escándalo, al estilo del Señor Jesús. Tuve el privilegio de ser invitado a participar de un cursillo ... él me abría de par en par las puertas de su familia eclesial de los miembros de la comunidad en su casa de Camprodón. Para mí fue una fiesta, un refrigerio. Él me daba sus publicaciones, algunos escritos internos, me dedicaba sus libros. Siempre se mostraba muy generoso en todo. Quería que conociera a todos los miembros de la comunidad, que hablara con ellos: Gloria, Manel, Rosa... Él quería compartir conmigo todo lo que tenía. Todo es tuyo –me decía–, porque todo lo recibo como un don de Dios. A menudo me invitaba a reuniones comunitarias, siempre que me fuera posible y no interfiriera el ritmo de mi comunidad. También pasé una Semana Santa en Camprodón. Recuerdo, especialmente, la estancia de mi antigua comunidad de la Barceloneta en la hospedería Freixenet de Camprodón. Todo fueron atenciones y mil detalles. Francesc poseía un corazón libre que contagiaba libertad. Tenía una honda conciencia de saberse hijo amado y mimado por Dios y me parece que era esta conciencia lo que le hacía experimentar una gran libertad: si somos hijos de Dios en Jesús, no debemos tener miedo de nada ni de nadie. Tenía un espíritu de «niño evangélico» que estaba deseando descubrir la novedad de Dios en cada circunstancia de la vida. ¡Gracias, Francesc, por tu franca amistad! A mí también me has transmitido un nuevo estilo de vida: vivir el momento presente con la valentía de un niño confiado y lleno de esperanza ante el mañana. l Tenía una honda conciencia de saberse hijo amado y mimado de Dios y me parece que era esta conciencia lo que le hacía experimentar una gran libertad 48 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad La voz de la comunidad El hombre de los pequeños detalles Ramon Sangles Moles, director de la revista «Llengua Nacional», miembro del SPD T uve la suerte de conocer a Francesc cuando aún no había ningún piso abierto de la comunidad. Cuando eran, sencillamente unos cinco o seis miembros que se reunían para compartir sus vivencias. Fue en la segunda reunión que se hizo fuera de Barcelona, concretamente en Castellterçol. Cuando entré en vida comunitaria ya había pasado un año y medio de este encuentro y ya estaba abierto el primer piso. Hablamos del año , y yo tenía veinticuatro años. De los nue- ve años que viví en vida comunitaria, cinco los pasé junto a Francesc; los otros cuatro restantes con Vicente Mª, en la parroquia de Santa Clara del barrio de La Morera (Badalona). Yo, por definición o por naturaleza, soy pájaro de bosque. No en vano viví hasta los doce años en el campo, sin conocer ninguna ciudad, sin ir al colegio, guardando vacas, comiéndome pájaros y productos arrancados directamente de la tierra, trabajando en el barro, esparciendo estiércol, lavándome sólo una vez cada medio año en un charco de un pequeño torrente... A los trece años me puse a trabajar en un taller de motos, y a los dieciocho años entraba en el Seminario Conciliar de Vic, cansado de tanto trabajar y porque oí decir que los únicos que no trabajaban en esta vida eran los curas y los guardia civiles. En el Seminario recibí una buena formación, y fue justo antes de comenzar los estudios de Teología en Barcelona que, a través de uno de los que ya eran seguidores de Francesc (un amigo del Seminario de Vic, Luis Girbau), entré en la comunidad. Siempre he pensado que el paso por el Seminario del Pueblo de Dios dio una orientación totalmente nueva en mi vida. Mi estancia de nueve años empezó a hacerme concebir el mundo de otra manera, a pesar de que me costara asimilar la disciplina de la vida en común y necesitara recibir a menudo avisos y consejos. A veces hacía bien las cosas más por simple disciplina que por conven- II y III trimestre de 2012 Ü 49 cambio de mentalidad Ü 50 cimiento. Reconozco que los responsables de la formación tuvieron mucha paciencia conmigo, y les estoy inmensamente agradecido, aunque, por mi forma de ser, me sentía a menudo vigilado y me veía imposibilitado para seguir las exigencias de aquella vida. Digo todo esto para que se vea que no soy ningún buen ejemplo de vocación a la vida contemplativa, si bien puedo estar horas y horas en perfecto silencio y siguiendo al pie de la letra las más rígidas disciplinas. Entonces, ¿por qué, no obstante estas miserias, digo que me siento un hombre afortunado de haber podido estar mucho tiempo junto a Francesc? Desde el primer momento vi en él un hombre que sabía lo que quería y que lo daba todo para que pudiera realizarse. Mirando a Francesc a la ligera, o queriendo escapar, como en mi caso, de su insobornable trayectoria hacia aquel «que todos sean uno» de Jesús (Jn ,), él podía parecer una especie de dictador o vividor o un hombre insensible a las particularidades de cada uno. Pero luego, yendo más a fondo, o mejor dicho, dejando los prejuicios y con el deseo de tomar el recto camino, se llegaba a un conocimiento de este hombre que te daba ganas de besarle la mano por el trato personalizado y exquisito que tenía contigo. A mí ciertamente me hizo pasar por el aro, pero también debo confesar que nunca he recibido de nadie unas miradas tan llenas de amor y de compasión como las que él me prodigó. Era exigente y metódico. ¡Claro que sí! En caso contrario, todos aquellos primeros seguidores hubiéramos sucumbido a otras ofertas más fáciles de seguir. Con Francesc siempre se podía hablar, y él quería entrar en el corazón de las personas, con ingenio y sirviéndose de los mil detalles de la caridad, que él llamaba «caridad enamorada». Pero era enemigo de las habladurías y del chisme, de los personalismos, de las conductas poco claras, de la pereza, del orgullo y de la tibieza; él quería personas apasionadas y enamoradas a su alrededor. II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad El paso por el Seminario del Pueblo de Dios dio una orientación totalmente nueva a mi vida A Francesc le gustaba la fiesta, el ocio, pasear, estar al día en el arte y en la cultura, pero sobre todo estar al corriente de cómo la Iglesia iba progresando, las novedades que ofrecía y los problemas que sufría. Pronto me di cuenta de que él todo lo enfocaba a servir a la Iglesia y sólo a ella, en cualquier lugar y como fuera. Por eso su objetivo y el de sus seguidores era entrar en contacto con los ambientes parroquiales que teníamos al alcance. Y a menudo venían sacerdotes a comer o cenar en alguna de nuestras comunidades. Francesc era el hombre de los pequeños detalles. Todo lo «conocía» a través de la experiencia y de las huellas que los actos y los hechos dejaban en torno suyo: olfateaba, preguntaba, indagaba... No se conformaba con cualquier cosa y todo lo quería tener controlado y bien atado. La verdad es que a veces nos enfrentábamos porque yo le decía que se complicaba demasiado la vida. No hace falta decir que estas palabras le sacaban de quicio y, mirándome por encima de las gafas, me respondía: «Si quiero amar, ¿cómo quieres que no me interese por ello?». A Francesc le gustaba ser amigo de todos y le gustaba hablar con todos (con el portero, con la vendedora y con el cartero). Sin embargo, descu- El hombre de los pequeños detalles brías que su mente siempre tenía un hilo conectado con el Trascendente. Era hombre de oración, de meditación y de reflexión. A menudo, yo quedaba sorprendido de que, siendo él tan exigente, no me reprendiera más, viendo que yo en determinadas cosas no daba la talla. Y es más sorprenFrancesc todo lo «conocía» a través de la experiencia y de las huellas que los actos y los hechos dejaban en torno suyo: olfateaba, preguntaba, indagaba... dente aún que, ante ciertas sugerencias mías, obedeciera como el niño más bien educado del mundo. ¡Qué contraste! ¡Un buen mandón y un perfecto obediente! En resumidas cuentas, es admirable haber empezado una obra como la que, sin vacilar y con mucha sabiduría, sacó adelante. No hace falta decir que siempre tuvo al lado unas personas de mucha talla, que le ayudaron y sirvieron en mil cosas y que, haciendo piña, le fueron extrayendo un caudal de doctrina para una nueva mentalidad dentro de la clerecía y para todo el pueblo creyente. De entre estas personas que tuvo a su lado, destaca Lourdes Campi, compenetrada totalmente con su alma, tras un proceso de más de diez años. Quedó claro que uno sabía ganarse al otro a pulso. Y muy pronto, en vida de Francesc, con Lourdes a su lado, se vieron unos frutos nunca imaginados pero muy esperados. Con palabras mías, yo diría que Lourdes supo suavizar a Francesc, le enamoró, e hizo que Francesc se endulzara y fuera extrayendo de su corazón bellas palabras de sabiduría. A su vez, Francesc depositó toda su vida, alma y proyectos en ella, de modo que, al faltar él, se ha visto claramente que es ella quien con más nitidez le representa en todo lo referente al carisma del SPD. Desde que Lourdes Campi, también nacida en montaña y conociendo bien el oficio de pastora, es presidenta del SPD (pronto serán diez años), en esta comunidad ha habido una explosión de vida que en tiempo de Francesc estaba sólo latente. Diríamos que en vida de Francesc se sembró la semilla, se abonó y se hizo germinar, y ahora, ya con unos vástagos bien crecidos, muchos segadores pueden llevar ya las gavillas a la era y elaborar un buen pan. l Siempre se podía hablar, y él quería entrar en el corazón de las personas, con ingenio y sirviéndose de los mil detalles de la caridad, que él llamaba «caridad enamorada» II y III trimestre de 2012 51 cambio de mentalidad Exigencia y misericordia Teresa Secall, médico, miembro del SPD Le conocí en en uno de los centros que el Seminario del Pueblo de Dios lleva en Barcelona. Cuando nos saludamos y se enteró de mi profesión de médico me dijo que él tenía un carácter neurótico y obsesivo: «Venga, ya tienes mi diagnóstico; así te ahorras trabajo». Lo dijo con un tono jovial y con picardía infantil, como un guiño a la ciencia que yo representaba. De entrada Francesc parecía, como se suele decir, una persona «políticamente incorrecta», y la primera impresión podía provocar rechazo o sorpresa. Después he ido comprendiendo que él tenía una verdadera alergia a presentarse ante la gente con la aureola de fundador ejemplar. Quizá por eso rehuía el dar una «buena imagen» de sí mismo, quizás llevado, también, por una interpretación literal de lo que dice el evangelio: «No digáis a nadie maestro o padre o guía...» (cf. Mt , ss). Aparte de esto, él también tenía su idiosincrasia y su temperamento. Ahora me doy cuenta que, atrayéndome hacia su persona, me iba conquistando para Jesús A ntes de conocer a Francesc ya había leído algún escrito suyo y escuchado alguna conferencia. Me di cuenta enseguida que se trataba de un personaje singular, no tanto porque había fundado una comunidad, sino por su original personalidad y por ser un poco extravagante. Su paso por mi vida lo considero muy importante, ya que me ayudó a descubrir los horizontes de la verdad cristiana. 52 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Yo venía del mundo agnóstico y me había alejado de la Iglesia hacía ya mucho tiempo. Pero este hecho no le condicionó nunca. Al contrario, siempre me acogió y me abrió de par en par las puertas de su comunidad. No veía en él ninguna actitud de querer «catequizarme», aunque, tal vez sin darme cuenta, me iba introduciendo en la fe de la Iglesia, adaptándola a mi lenguaje y a mi bagaje cultural. En una ocasión me dijo: «Perdona los signos pobres de la comunidad». Esto me impresionó, porque en aquel momento me parecía muy bella su comunidad. Era como decirme: «Si encuentras hermosa la comunidad no la idealices, porque, de hecho, ha sido construida sobre los fundamentos de la Sabía sacar afuera los valores de cada uno, poniendo al mismo tiempo al descubierto aquellas tendencias al engaño que atenazan nuestra libertad debilidad de sus miembros. Sólo Dios, que es amor, puede hacerla bella». Francesc pisaba en suelo firme, no vivía de fantasías. Yo veía en él un conocimiento profundo de las personas. A menudo hacía a primera vista una radiografía del otro, de su mundo interior; sabía sacar afuera los valores de cada uno, poniendo al mismo tiempo al descubierto aquellas tendencias al engaño que atenazan nuestra libertad. El trato con él era siempre exquisito y muy humano, con la intención de hacer aflorar lo mejor de cada uno. Él tenía conmigo una relación muy acogedora, incluso, de cierto romanticismo. Era un hombre educado y galante, que te hacía sentir mujer. Desde mi posición de no creyente yo tenía muchos prejuicios sobre la gente de Iglesia. Por ejemplo, las personas célibes me parecían un poco distantes o neutras; entonces seguramente debía confundir el celibato con un individualismo pertinaz. Él, sin embargo, me parecía una persona cordial y acogedora. Era célibe y, sin embargo, sus gestos tenían un «aire amoroso». Se me presentaba con el estilo de un novio que va a buscar la novia. Ahora me doy cuenta de que, atrayéndome hacia su persona, me iba conquistando para Jesús. En el fondo yo ya lo sabía, y me dejaba conquistar. Sabía que él me abría las puertas al amor que no pasa nunca, un amor que no puede provenir de los hombres sino única- mente de aquel Dios que, poco a poco, me iba seduciendo. Después me fui integrando en la Escuela de Formación de la comunidad, y mi vida dio un giro muy grande. Iba descubriendo la presencia del Señor dentro de mí, y la Iglesia era, cada vez más, mi verdadera familia. Recuerdo una anécdota de aquel tiempo. Éramos un grupo que íbamos a celebrar la misa. Al llegar a la iglesia vi que Francesc se sentaba solo, en actitud de oración. Mi primer impulso fue ir a sentarme a su lado, pero pensé que quizás le molestaría. Sin embargo, me acerqué con timidez. De repente, volviéndose, levantó sus manos y me cogió las mías, como invitándome a sentarme a su lado. Se trata, si queréis, de un gesto sencillo y pequeño. Pero yo, desde mi ser mujer, lo interpreté como un signo de acogida y confianza. Estos gestos me hacían comprender que, cuando Jesús dice «amaos los unos a los otros como yo os he amado», se trata de un amor total y eterno, que va más allá de los gustos personales y de la propia psicología y que abarca toda la persona. Yo notaba que, en el amor de Jesús, nuestro encuentro se parecía un poco a aquella relación tan especial de Jesús con las mujeres de su tiempo. También recuerdo otro hecho. De vez en cuando Francesc llevaba pajarita. Yo le veía muy guapo con esta pieza y se lo había dicho algunas veces. II y III trimestre de 2012 Ü 53 cambio de mentalidad Ü Con ocasión de una conferencia que tenía que hacer se puso traje y corbata. El día anterior, habíamos quedado que le acompañaría a la sala donde tenía que hablar. De repente, cuando me vio, hizo un gesto como quien se acuerda de algo importante, y me dijo: «¡Ay, pero si a ti te gusta que lleve pajarita!». Y sin esperar ni un segundo se volvió para cambiarse. Este gesto me pareció propio de un hombre galante y, al mismo tiempo, humilde, que se desvive por hacer feliz al otro, contentándole con aquello que le agrada. Ciertamente, vivir así hace de la fraternidad una delicia. Sin embargo, Francesc siempre me dijo la verdad. Junto a un trato exquisito, no dejaba de decirme aquellas carencias que veía en mi vida, y algunas veces manifestándose con claridad y cierta dureza. En una ocasión me dijo: «A ti te pasa que a menudo te comportas como una niña mimada, que busca sólo que la quieran, pero cuando se trata de amar tú, te cansas pronto». Sus palabras me dejaban pensativa. Pero después me hacían ver que tenía que madurar como persona y como cristiana. Notaba por su parte una exigencia muy fuerte con vistas a poner mis fundamentos en la cruz de Cristo, no tanto en mis sentimientos o sensaciones del momento. Estas experiencias, llevadas a la práctica, me hacían descubrir que el evangelio es un excelente tratado de psicología humana. Llevando a la práctica la manera de vivir que nos propone Jesús, maduramos como personas y queda sana la mente y el alma. De Francesc he aprendido a hablar claro y a decir las cosas por su nombre. Lo que puede ayudar al hermano a crecer en la fe es darle la verdad como un regalo, tal cual es, aunque a veces pueda hacerle daño, en un primer momento. Esta es la pedagogía que yo recibí de Francesc, de la cual estoy muy agradecida: la exigencia de un padre y la misericordia de un esposo. Él era, a la postre, un hombre de contrastes muy fuertes: por un lado era muy exigente, en cuanto a la vida del evangelio que él anhelaba engendrar en nosotros y, por otro, era muy acogedor y humano, mostrando siempre una gran misericordia y perdón. l La pedagogía que yo recibí de Francesc, de la cual estoy muy agradecida, fue la exigencia de un padre y la misericordia de un esposo 54 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Mis impresiones de Francesc Manel Serradell Adell, pbro., miembro del SPD La primera imagen que recuerdo de Francesc Era el martes día de julio del año . La primera imagen que tengo de Francesc es la que me quedó grabada cuando le saludé por primera vez en el recibidor del piso de la comunidad, en el Paseo de San Juan, en Barcelona: fue un sencillo saludo de despedida, que apenas duró medio minuto. Vi a un hombre gordito que respiraba paz y felicidad, un hombre respetuoso y libre, que iba con un delantal de cocina y que ofrecía amistad, sin distancia. Intuí que allí había un regalo para mí. Es una imagen que desde entonces permane- ce dentro de mí, aunque hayan transcurrido más de cuarenta años. Yo venía de una larga búsqueda, que en aquellos momentos llamaba «desesperanzada». Desde los quince años hasta los veintiuno, que tenía entonces, había buscado en vano una respuesta al sentido de la vida. Ni en el Seminario ni en la Universidad había encontrado lo que buscaba. Un amigo me habló de una comunidad nueva, que hacía poco que había empezado, con gente un poco extraña, entre la que estaba también Luis, un amigo común de tiempo atrás. El caso es que me picó la curiosidad y quise ver de qué se trataba. Por eso había ido a conocerles. Al día siguiente, de julio, volví a llamar a la puerta de la nueva comunidad. Estábamos sentados en la sala-comedor Francesc, Luis y un servidor. En dos días era ya la tercera vez que visitaba la comunidad; quería saber si allí había una respuesta o no a mis inquietudes. Recuerdo que les decía: «Yo puedo creer, y deseo creer, en el amor mutuo, entendido como donación sin reservas, al cien por cien, tal como vosotros decís. No es fácil, pero vale la pena, porque, si es posible vivir así, es la única respuesta válida a muchos porqués de la humanidad. Pero hay una cosa que no entiendo: dos personas que no creen en Dios, ¿pueden vivir este mismo amor? ¿Qué tiene que ver Dios y la Iglesia con todo esto?». Ante mi pregunta Francesc no se quedó corto. Primero pidió el Nuevo Testamento y fue derecho II y III trimestre de 2012 Ü 55 cambio de mentalidad Ü a buscar el texto de la primera carta de san Juan, donde dice: «Dios es amor». Después de leer estas palabras añadió: «Este es el Dios en el que nosotros creemos». Por unos instantes me quedé pensativo, y finalmente respondí que, si era así, no había ningún problema, ya que cada vez que ellos dijeran «Dios» yo haría la traducción y diría «amor». Lo que me sorprendió fue que Francesc a continuación me planteó de improviso: «¿Qué dificultad tienes para venir a vivir aquí con nosotros?». Después de pensarlo un poco vi que no había ninguna, y que era ya lo único que me faltaba por averiguar: si todo eran sólo palabras o si la realidad concordaba con lo que me decían. Dicho y hecho. Quedamos que, al cabo de dos días Francesc pasaría a buscarme en coche y cargaríamos los paquetes para trasladarme a vivir con ellos Un hombre que tenía prisa por llevar adelante la obra de Dios Ahora, con este hecho y con la perspectiva que ofrece la distancia en el tiempo, veo cómo desde el primer momento Francesc tenía prisa por llevar adelante la obra de Dios. Era muy listo y perspicaz ante las oportunidades que se le presentaban. Una de las cosas que recuerdo de aquellos inicios es la constante creatividad con que se movía. Cada día era nuevo; mejor dicho, cada momento. Francesc siempre perseguía algo. Los estudios, el trabajo, la casa, la cocina, el apostolado, la oración, la comunicación, la relación con la familia, con algunos sacerdotes y con otras personas de Iglesia, etc. El ritmo de vida era intenso. La comunidad iba iniciando su camino y todo estaba por hacer. No faltaban tampoco los momentos de esparcimiento. En cada comida surgía alguna pregunta que llevaba a profundizar en algún punto; preguntar el porqué de cada cosa era una manera de aprender de los pequeños acontecimientos de cada día y ayudarnos a progresar. La comunidad iba creciendo en número, ya que, en los inicios, cada año abríamos un nuevo piso de vida comunitaria. Pero el número de personas no era lo que más preocupaba a Francesc. Él que- 56 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Él quería que fuéramos personas maduras, humanamente y en la vida evangélica ría que fuéramos personas maduras, humanamente y en la vida evangélica, y era muy intransigente con algunas de nuestras actitudes infantiles, con las que tenía que batallar a menudo. Una comunidad original, con chicos y chicas La comunidad iba madurando paso a paso. Un factor importante en la vida de la comunidad, ya desde los inicios, fue la presencia de chicos y chicas. Francesc siempre dio a ello mucha importancia, como signo de normalidad en la relación. Francesc decía que, así como tradicionalmente se afirmaba que «entre santa y santo, pared de cal y canto», en nosotros debía ser diferente: «Entre santa y santo, el Espíritu Santo». En lugar de reprimir la relación entre las personas de ambos sexos, él Mis impresiones de Francesc buscaba armonizarla con la presencia de Dios, a fin de madurar y vivir con un verdadero amor, liberados de cualquier apoyo o dependencia. Y eso también significaba purificación, ya que los sentimentalismos pegajosos, de los que él era un acérrimo enemigo, llevan hacia un «amor posesivo» que esclaviza, y se convierten en un egoísmo peor que ningún otro, pero camuflado con el nombre falso del amor. a ser consciente de ello hasta el año , diez años después (cuando Francesc ya nos había dejado hacía tres años), quizá porque vivía lejos -estuve casi veinte años en Valledupar (Colombia) ayudando a fundar nuestra presencia allí- o por otros motivos, que ni yo mismo sé. La reflexión que hago es que ya no podemos hablar más de «un» fundador, sino de un «hogar» fundacional (Francesc y Lourdes), donde la comunidad ha reconocido una gracia que nos encamina a vivir y profundizar los Desposorios de Cristo y El regalo que Dios tenía preparado de la Iglesia en todos los estados de vida. Un hoEste proceso de crecimiento hacia la madurez, gar, signo y portador del amor trinitario en el que que va configurando la vida de la comunidad, es Dios nos ha pensado desde siempre, al crearnos, la preparación necesaria que abona el terreno para hombres y mujeres, a su imagen y semejanza. que llegue el día en que la comunidad pueda acoger el regalo que Dios tenía preparado, tanto para Una presencia pascual Francesc como para toda la comunidad. Este re- y un don para la Iglesia galo vino en el momento menos esperado, pero también el más oportuno, en la persona de Lourdes Es probable que el legado de Francesc tarde aún Campi. La Asamblea General de la comunidad del en ser conocido en la Iglesia, y más aún en ser asimes de agosto del año es el punto de referen- milado. De momento nos toca custodiarlo y hacia. La novedad que aporta este momento es muy cerlo vida para que no se pierda. grande. De hecho, yo puedo decir que no empiezo De hecho, Francesc, aunque se nos fue el año , actualmente está más presente que nunca en la comunidad. Así lo experimento en mí mismo y en la relación con los hermanos y hermanas que hemos convivido con él, e incluso con algunos que ni siquiera le han conocido personalmente. Es una presencia muy real, que se expresa en el estilo de la comunidad. Es una huella, para entendernos, como la del amor, que se expresa de mil formas diversas con plena libertad, pero de la que se capta en seguida la autenticidad. Es, en definitiva, como un moMi primera imagen es la de un hombre respetuoso y tor que no se puede detener hasta que no haya llelibre que ofrecía amistad, sin distancia vado a su término el objetivo anunciado. l II y III trimestre de 2012 57 cambio de mentalidad Francesc y la mujer Gloria Torres Riera, miembro del SPD La autora, entrevistada por Francesc Boqueras, es la primera mujer que formó parte del grupo inicial que más tarde se denominaría Seminario del Pueblo de Dios. Ella conocía a Francesc desde el año 1964. Su testimonio, por tanto, nos ayuda a comprender mejor el proceso de la comunidad desde sus inicios ¿Cuál ha sido, a tu entender, el papel de la mujer en los inicios de la comunidad? Desde el primer momento la presencia de la mujer ha influido mucho en el desarrollo de la comunidad. Durante el primer año el grupo estaba formado por hombres y por una sola mujer. Pero ya desde entonces intuimos la importancia del papel femenino. El Concilio Vaticano II, con su puesta al día –aggiornamento–, incorporó la visión bíblica de la Iglesia como Pueblo de Dios. Así propiciaba nuevas formas de vivir la fe, y fueron surgiendo comunidades de base y movimientos de signo laical formados por creyentes de todo tipo: hombres y mujeres, casados y célibes, etc. Nosotros nos encontrábamos en medio de aquel nuevo resurgir. ¿Aportó alguna novedad el hecho que yo fuera la única mujer en medio de aquel grupo de jóvenes? Supongo que sí. Y diré algún motivo concreto. Por ejemplo, yo iba descubriendo que Dios me había regalado cada uno de aquellos nuevos hermanos para que los quisiera con amor fraterno, 58 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad pero que a la vez yo no pertenecía a ninguno de ellos, porque sabía que era propiedad del único esposo: Jesús. Este matiz de universalidad me gustaba mucho, porque me hacía disfrutar de un trato concreto con cada uno, con una relación sana, respetuosa y desasida. Me atraía muchísimo la relación transparente y acogedora que me ofrecían aquellos jóvenes que se habían reunido en torno a Francesc. Sólo conocía a Francesc, desde hacía cinco años. Aún así, con todos parecía que fuéramos hermanos, y me explicaban cómo vivían la fe, que empezaban a poner en práctica de una manera nueva entre ellos, a través de pequeños detalles. Yo, que provenía de un ambiente marcadamente religioso, abrí mi corazón a una vivencia de la fe que para mí era desconocida. Me encontraba muy bien, y cada vez pasaba más ratos con ellos. Casi sin darme cuenta me caían de las manos otras cosas que había considerado intocables, tiempo atrás, por ejemplo el teatro. Recuerdo que Francesc se «desvivía» por nosotros; él procuraba crear un ambiente de familia donde destacaba, no tanto el hecho de ser hombres o mujeres, casados o solteros, sino el ser hijos de Dios reunidos en su amor. Entender esto es importante para no distorsionar aquellos orígenes. Quiero decir que, aunque éramos conscientes de la importancia de la relación hombre-mujer, nuestras conversaciones buscaban sobre todo profundizar la experiencia personal y comunitaria de Dios-amor, como centro de nuestra vida, y nos explicábamos «experiencias»: episodios cotidianos de querer vivir el Mandamiento Nuevo de Jesús, el amor mutuo. Algunos domingos por la tarde, cuando todavía no habíamos iniciado la vida comunitaria, nos reuníamos en casa de mis padres. Allí conversábamos, mientras yo iba cosiendo calcetines o botones de las camisas de los chicos. Antes, esto no lo hubiese hecho nunca. No me hubiese encontrado nadie en casa un domingo por la tarde, y menos todavía... ¡cosiendo! Al atardecer, después de despedirnos, experimentaba dentro de mí, como un fuego de plenitud que me recordaba la escena de los discípulos de Emaús. Debía ser la presencia del Señor, que también quemaba nuestros corazones, como los de aquellos discípulos. Te ibas integrando en aquel grupo de jóvenes cristianos que no tenían ni nombre ni una organización precisa. Pero, en aquel tiempo, ¿no te ibas a casar? Sí. En efecto, después de conocer a Francesc el año –fue como un noviazgo de tres meses y después él decidió entrar en los capuchinos–, estuve comprometida durante dos años con un chico, compañero de trabajo de mi padre. Pero cuando faltaban unos meses para la boda dejamos esa relación, de mutuo acuerdo, ya que no iba muy bien. A partir de entonces yo me encontraba decaída y tenía el ajuar a punto para poder montar un hogar de una manera sencilla. Haber conocido y querido a Francesc y, más tarde, conocer aquel grupo de jóvenes que habían comenzado a vivir una atractiva experiencia con Vicenç M. Farré en la parroquia de San Antonio de Llefià, en Badalona, me abrió de nuevo los ojos a la vida y a la esperanza. Así, a medida que me iba comprometiendo con ellos, decidí ayudarles a montar el primer piso de vida en común, en Barcelona, con mi ajuar: de una sábana de matrimonio hice dos individuales; del vestido de novia, unas cortinas preciosas, y con la hucha para el viaje de bodas pagamos la factura de algunos muebles. Hacia mayo de , se iniciaba la vida en común masculina. Pero las mujeres, tardasteis todavía más para vivir juntas en un piso... Sí, el hecho es que aquel primer año iba aumentando el número de chicos que entraban a vivir en comunidad, pero yo continuaba sola. Iba a trabajar y dormía cada día en casa de mis padres. Por la tarde pasaba muchos ratos con los chicos, y también los fines de semana. Me iba consolidando en la experiencia iniciada. Ü Me atraía muchísimo la relación transparente y acogedora que me ofrecían aquellos jóvenes que se habían reunido en torno a Francesc II y III trimestre de 2012 59 cambio de mentalidad Ü 60 Dentro del segundo año llegó Rosa Campi y pudimos abrir así el primer piso de chicas, que estaba a unos cinco minutos del piso de los chicos. Los fines de semana recibíamos visitas de otras chicas, y así aquel grupo inicial empezó a presentar una fisonomía más completa que permitía un trabajo más esmerado de formación humana y cristiana, orientado por Francesc. La única chica del principio dio lugar a la comunidad Él nos ayudó mucho a tener el corazón virgen únicamente para Jesús de mujeres. De alguna manera, aquello que yo había recibido desde el comien- como si fuéramos una sola mujer. Teníamos que zo, lo tenía que transmitir a las chicas nuevas que ser honradas con el compromiso de generosidad y iban llegando. En la nueva situación íbamos des- novedad que nos había congregado. Francesc nos cubriendo la universalidad del trato entre todos. ayudaba mucho a poner unas buenas bases. No era cuestión de ir detrás de aquel chico que te caía más simpático. Lo importante era centrar la ¿Cuál era, entonces, su pedagogía con vosopropia vida en Jesús y, a partir de aquí, presentar- tras, las mujeres? Él estaba convencido del papel esencial de la nos a cada chico siendo una «virgen pura», como nos dice san Pablo (cf. Ef ,ss). Así cada chica mujer en la comunidad eclesial. En algunas cuesprocuraba relacionarse con cada uno de los chicos, tiones actuales, como el acceso de la mujer al misiendo presencia de aquel «cuerpo» formado por nisterio ordenado, no se entretenía; sobre todo por todas las chicas; no buscando un particularismo, su fidelidad al Magisterio. Y también porque lo sino en nombre de la comunidad de chicas y sien- importante para él, más que saber lo que «tiene que hacer» o lo que «puede hacer» la mujer, era do expresión de la unidad de todas ellas. De hecho, también tengo que decir que, en saber quién es ella en la Iglesia: qué significa la feaquellos inicios, la relación entre nosotras, las chi- minidad, en orden a la relación hombre-mujer, secas, no era todo «de color de rosa». Se tenía que gún el designio divino. pulir mucho y fundamentar bien, porque a menuQuizás por ello, porque consideraba determido salían a la luz rivalidades, celos, incomprensio- nante nuestro papel para el progreso de la comunes, etc. Era esencial el compromiso de amar a nidad, era muy exigente con nosotras. Él nos ayuDios por encima de todo, aunque esto comporta- dó mucho a tener el «corazón virgen» únicamente ra lágrimas y purificación. Sabíamos que no po- para Jesús. Pienso que aquella exigencia fue esendíamos ir a buscar nada en los chicos –y menos cial y muy oportuna. De lo contrario el grupo naaún consuelo–, si entre nosotras no había una ex- ciente no se hubiera fundamentado bien en la cruz periencia de unidad, fruto del amor. No les podía- de Cristo, y nuestra relación hubiese sido causa de mos ofrecer una verdad a medias: los habríamos fracasos y distracciones. distraído del Señor, podíamos haberles hecho un Francesc nos hablaba de la «mujer fuerte» –es mal. Ellos tenían que recibir de nosotras la cohe- una expresión muy bíblica–, mirándonos y obsersión de nuestro grupo, nuestra comunión de vida, vándonos. La mujer engendra el bien y comunica II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Francesc y la mujer bienestar a la familia, pero también puede engendrar el mal a su alrededor. Evidentemente, estas cosas también las hace el ser humano masculino. Pero una mujer que se entrega del todo a Dios y a los hermanos manifiesta una potencia y una influencia muy grandes, y una gran capacidad de hacer progresar al hombre que se le encomienda, y el hogar que juntos comparten. Recuerdo que Francesc buscaba siempre expresiones populares para resumir su reflexión. Y nos aplicaba esta máxima: «Una familia es lo que son sus mujeres». Francesc intuía que el varón necesita en la Iglesia la interpelación de la mujer para poder sacar afuera los tesoros o dones que Dios le confía. Y le gustaba esta frase bíblica: «No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda que le apoye» (Gn ,). ¿Podrías poner un ejemplo de su pedagogía con las chicas? Recuerdo que cuando ya éramos cinco chicas viviendo juntas, pasamos por un momento de crisis. No discutíamos pero nos ignorábamos y cada una iba por su cuenta, sin tener en cuenta a las otras. A mí esta situación me hacía sufrir –la comunidad me había confiado la responsabilidad del grupo–, pero no sabía cómo romper aquel hielo, aquella frialdad entre nosotras. Un día Francesc nos avisó por teléfono que venía a visitarnos. Se presentó con Manel y, después de preguntarnos cómo estábamos y de escucharnos, nos dijo que él, como responsable de la comunidad ante la Iglesia, consideraba que nosotras vivíamos al margen de los objetivos de vida evangélica que nos habíamos propuesto. Y nos invitó a reflexionar sobre la llamada que Jesús nos había hecho, proponiéndonos una verdadera conversión. Nos dijo que si no éramos capaces de hacer esta reflexión era mejor cerrar el piso y que cada una volviera a su casa. Nosotras quedamos sorprendidas. Pero durante los días siguientes cada una fue reflexionando y reaccionando muy positivamente, por lo que, en nuestro interior, tomamos nuevamente la decisión de seguir a Jesucristo con firmeza, con el deseo de darnos generosamente y gratuitamente a los hermanos que Dios había convocado en su presencia. Su gesto con nosotras tuvo un tono de cierta dureza. Yo veía en Francesc al hombre que buscaba la Verdad y que no se dejaba llevar por sentimientos fáciles o por pactismos. Tengo que decir que un hombre así atrae mucho a la mujer. Francesc, que nos iba siguiendo muy de cerca, a los quince días nos invitó a celebrar festivamente con los chicos aquella novedad de vida que ha- Lo importante para él, más que saber lo que tiene que hacer o lo que puede hacer la mujer, era saber quién es ella en la Iglesia bía nacido entre nosotras, deseándonos mucha felicidad dentro del plan que Dios tenía reservado para cada una. Aquella experiencia nos marcó profundamente y significó un paso decisivo en la consolidación de la comunidad femenina. Chicos y chicas, ¿os enamorabais? Sí, claro, son cosas normales en un grupo hu- II y III trimestre de 2012 Ü 61 cambio de mentalidad Francesc intuía que el varón necesita en la Iglesia la interpelación de la mujer para poder sacar afuera los tesoros o dones que Dios le confía Ü 62 mano formado por hombres y mujeres. Pero había entre nosotros una actitud muy importante, que ayudaba a poner las cosas en su lugar. Se trataba de «poner en común» la propia vida entre los miembros de la misma comunidad, ya sea de hombres o de mujeres. No sólo era un poner en común los bienes materiales, sino también la experiencia y la reflexión de cada uno. Nadie te obligaba, pero terminaba siendo una necesidad vital, porque experimentábamos una liberación interior muy grande. Tú podías enamorarte de alguien, pero el hecho de compartirlo con el propio hogar y su responsable, exponiendo las cosas con sencillez, te liberaba de muchos fantasmas y te ayudaba a madurar como persona. Otra cosa ha sido el noviazgo, encaminado al matrimonio, tal como ha ocurrido alguna vez, y que siempre hemos respetado y acompañado como signo precioso del amor del Señor a su Iglesia. El problema era reservarse egoístamente para uno mismo las cosas, que puede acabar en soberbia o incomunicación. Cada uno tiene su personalidad y talante, pero eso no tiene nada que ver con encerrarse y quedar aislado de los hermanos y hermanas de la comunidad. Creo que estamos hechos para comunicarnos. Era también una manera de vivir la pobreza que nos pide Jesús: «Bienaventurados los pobres en el espíritu...» (cf. Mt ,ss). Pienso que Francesc, con respecto a estos temas, tenía un buen discernimiento, que nos ayudaba a separar el trigo de la paja. Nos decía que no perdiéramos el tiempo con superficialidades: es comprensible que te guste un hermano o una hermana de comunidad pero, ¿por qué este hecho te ha de impedir hacer la voluntad de Dios? ¿Por qué un «enamoramiento» te debe distraer de hacer la tarea encomendada con profesionalidad y responsabilidad? Si un hermano te distrae –nos de- II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad cía–, cuando veas que pasa por la acera derecha, tú vete y pasa por la izquierda. Esto se lo inspiraba un dicho de Jesús: «Si el ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo tíralo...» (cf. Mt ,-); más te vale ser coherente con la decisión que has tomado, y alejarte de la distracción, aunque a uno le parezca buena, que no alejarte de Jesús y descuidar la misión que la Iglesia te encomienda. Francesc en estas cosas era muy claro: si una relación te distrae, es mejor renunciar ipso facto. Para acabar, Gloria, ¿cómo resumirías el papel de la mujer en la vida de Francesc? Aclaro, en primer lugar, que la meta de la vida de Francesc no fue la de buscar una mujer. Durante su juventud tuvo algunas oportunidades de casarse, pero siempre se orientó hacia la vida religiosa. A mí me gusta decir que le vi siempre con una actitud muy «honrada con Dios». Y en este contexto aparece la investigación del papel de la mujer y de la relación hombre-mujer en la Iglesia. En una primera etapa, con mi presencia inicial, la convivencia entre chicos y chicas era una novedad, y aprendíamos a conocernos y a querernos, desde la mentalidad del evangelio. Era el momento de profundizar en la vida de familia que siempre nos ha caracterizado, de montar nuevos pisos, de iniciar estudios en la universidad y toda clase de trabajos en el mundo laboral, etc. Esta etapa se caracterizó por la alegría que vivíamos, a pesar de las muchas dificultades de los inicios. Había mucha alegría y un constante com- Francesc y la mujer partir las experiencias. Teníamos una conciencia muy grande de ser convocados por Jesús para estar con Él, según aquella frase evangélica: «Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt ,). Y era esta presencia festiva del Señor entre nosotros la que anhelábamos comunicar a las muchas visitas que recibíamos en casa, sobre todo los fines de semana. En una segunda etapa se remarcó más la purificación y la profundización de la relación entre nosotros. La comunidad había crecido en número y vivíamos en ciudades y pueblos diversos, trabajando, estudiando, haciendo apostolado, formando a aquellos que llegaban a nuestra escuela de formación, etc. La mujer de la comunidad tiene una misión pedagógica en orden a educar a sus miembros, como identidad humana y cristiana. Del mismo modo que en una familia la madre atiende al crecimiento humano de los hijos, de una manera análoga la mujer ejerce en el seno de la comunidad cristiana un magisterio en relación a los seguidores de Jesús. La comunidad de chicas que se iba formando incidía en la convivencia fraterna e iban saliendo a la luz algunas preguntas que quizás no habíamos formulado nunca, pero que estaban en nuestro interior: ¿Cuál es el sentido profundo de la diferen- cia entre hombres y mujeres? ¿Cuál es el papel de la mujer en la Iglesia? ¿Por qué el atractivo entre un hombre y una mujer a menudo acaba siendo causa de conflictos o dificultades? ¿Cuál es el núcleo de la intención de Dios al crear al hombre y la mujer? La respuesta a estas preguntas nos llevaba siempre al mismo punto: hay que volver a la inocencia bautismal. Solamente si nos hacemos «niños» según el evangelio podemos entrar en la relación hombre-mujer del Reino. Así comprendíamos qué quiere decir amarse con un corazón limpio, sin buscar apoyos ni dependencias. Creo que, en esta etapa, nos identificábamos mucho con aquello que escribe el apóstol Pedro: «Vosotros os habéis purificado obedeciendo la verdad y ahora podéis practicar un amor sincero. Amaos los unos a los otros intensamente y con un corazón limpio, puesto que habéis sido engendrados de nuevo, no de una semilla corruptible, sino de una que es incorruptible: la palabra de Dios viva y eterna» (Pe ,-). La tercera y última etapa es más de recoger frutos, puesto que después del balbuceo y sufrimiento de los inicios, cuando todos éramos jóvenes e inexpertos, fuimos creciendo y poniendo más experiencia y raíces en nuestras vidas. Y los frutos nos conducen, sobre todo, a la misión eclesial, allí donde la comunión con nuestros pastores nos lleva. Después de la muerte de Francesc, sabemos –porque él había insistido en esto– que la relación hombre-mujer no tiene finalidad en sí misma, sino que sirve para alabar a Dios y celebrar su amor. l Sabemos –porque él había insistido en esto– que la relación hombremujer no tiene finalidad en sí misma, sino que sirve para alabar a Dios y celebrar su amor II y III trimestre de 2012 63 cambio de mentalidad La obra de teatro y el director Gabriel Palma de Lúquez, miembro del SPD «G abriel –me dije a mí mismo–, parece que estés viendo una obra de teatro. Estas personas se mueven expresando algo especial». Tenía sólo catorce años cuando fui invitado a un encuentro que convocaba el Seminario del Pueblo de Dios en mi ciudad natal, Valledupar (Colombia), en una de las parroquias que el obispo les había encomendado. Las personas que participaban en el encuentro se saludaban con mucha alegría, tenían cara de contentas y se escuchaban con atención. No me pareció ver nada fingido, más bien se expresaban con naturalidad, sinceridad y armonía. Era como si me encontrara en medio de una obra de teatro y como si todos aquellos jóvenes fueran los actores. «Si hay actores –pensé–, también debe haber un director, ¿verdad?». Aquella experiencia marcó profundamente mi vivencia de fe, a pesar de mi juventud. El ambiente que vi entre aquellos jóvenes hizo nacer en mí el deseo de conocer más a fondo la causa de aquella alegría tan peculiar: «Es la alegría que siempre he deseado. Pero, ¿cómo se consigue? Gabriel –me decía–, tienes tan sólo catorce años, ¿qué quieres de la vida, tan joven? Todo llega un día u otro». 64 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad La formación cristiana que he recibido me ha enseñado a interpretar mi «papel» en el teatro de la vida Movido por este atractivo pedí poder participar en la comunidad. Un día, en uno de los encuentros nos dijeron que nos proyectarían un vídeo donde el fundador del Seminario del Pueblo de Dios, el Sr. Francesc Casanovas, nos iba a dirigir unas palabras. «¿El fundador? ¿Para nosotros? ¿Un tal Francesc?» Muchas preguntas, y yo sin saber muy bien qué era un «fundador ». Al terminar de ver el vídeo, pensé: «Ya sé quién es el “director” de la obra de teatro». Con el paso del tiempo he ido tomando conciencia de que aquella definición que me había hecho de la personalidad de Francesc, como director del «teatro», no era del todo exacta, ya que este papel lo hace Jesús en su Iglesia. Sin embargo esta idea me ayudó, en aquel primer momento, a entender los matices de una persona que había escogido a Dios como el todo de su vida, y que tenía conciencia de haber recibido un don de parte de Dios que quería ofrendar a la Iglesia. Aquel día el detalle más significativo para mí fue constatar que las palabras que nos decía el «fundador» las veía expresadas en los gestos de la comunidad que nos acogía, en Valledupar. Después de ver el vídeo notaba que sus palabras no me dejaban indiferente: su humanidad, la claridad y el convencimiento con que hablaba de las vivencias del ser humano, su pensamiento que abarcaba realidades humanas, espirituales, eclesiales. ¿«Por qué esta persona tiene una palabra que resuena tan fuerte dentro de mí? Esto es propio de un artista: alguien que ha captado el mensaje de Dios y es capaz de ofrecerlo a todo el mundo, como lo hace un pintor, que pinta un cuadro expresando un tema con imágenes y figuras, y todo el mundo se deleita en ellas». Más adelante, ya un poco más mayorcito, me invitaron a vivir un tiempo de vida en común, para irme formando en la vida cristiana. Poco a poco iba naciendo dentro de mí el deseo de conocer más a fondo el «fundador». De momento, sin embargo, la distancia tenía dimensiones oceánicas. Se trataba de aprovechar las conversaciones del hogar para ir sabiendo más cosas sobre él, su experiencia y carisma, y yo preguntaba cosas de vez en cuando. También disfrutaba mucho cuando nos enviaban alguna charla suya, con imagen o sonido grabados. Sus palabras me animaban, no sólo a conocer más a fondo la vida de la comunidad, sino tam- bién a enamorarme cada vez más de la Iglesia de Jesucristo. Un buen día –yo tenía diecisiete años– el responsable de nuestra comunidad nos reunió y nos comunicó la noticia de la muerte de Francesc, su paso a la casa del Padre. «¿Y ahora qué? –me dije– Ya no tendremos las palabras de este hombre y se acabará todo. ¡Con la ilusión que tenía en conocerle personalmente!» Me impactó mucho cómo los miembros de la comunidad acogían aquella noticia luctuosa, y cómo nos invitaban, a los más jóvenes, a vivirla con fe pascual: Francesc ya disfruta de la presencia de Dios en el Paraíso. Se recordaba que, a menudo, había dicho: «Los cristianos no moriremos, porque, por el misterio de la Pascua de Jesús, ¡ya hemos resucitado y estamos salvados!». Enseguida comprendí que Francesc, a pesar de su partida, estaba presente en su comunidad y que su pedagogía continuaba expresándose a través de sus miembros. Hace cerca de nueve años que vivo en Cataluña, invitado por la comunidad a continuar la formación iniciada en Valledupar. Apenas llegar, fui a saludar a Lourdes Campi, fundadora junto a Francesc y recién elegida presidenta de la comunidad en ese momento. En aquel saludo recibí de parte de ella una mirada serena y profunda que decía más que mil palabras. Reconocía en su personalidad el contenido de aquel mensaje que había recibido desde el comienzo. Ahora, sin embargo, era como si yo entrara a formar parte de «la obra teatral». Creo que Francesc me hubiera mirado igual que ella, y me hubiese aceptado para formar parte del grupo de sus «actores». Ü Sus palabras me animaban a enamorarme cada vez más de la Iglesia de Jesucristo II y III trimestre de 2012 65 cambio de mentalidad Ü 66 En la formación cristiana que he recibido a lo cada hermano una relación artística, como la que largo de todos estos años, he visto siempre la pe- yo, desde el principio, había identificado en la perdagogía que Francesc nos ha transmitido. Es una sona de Francesc. Esto se traduce en el hecho de pedagogía que ha hecho surgir en mí, «mi perso- saber dirigir la palabra adecuada a cada persona, nalidad en el Señor», enseñándome a interpretar tener los sentidos bien abiertos para ver qué necemi «papel» en el teatro de la vida. Un ejemplo de sita y ofrecerle lo mejor, etc. Hace tres años que soy miembro del SPD y vivo ello es mi trabajo actual de cocinero en la comunidad. Antes la cocina era para mí un hobby, has- en la casa de convivencias de Camprodón (Ripollés, ta que los hermanos me propusieron estudiar co- provincia de Girona). Aquí tenemos una oportucina, con vistas a hacer un servicio concreto a la nidad de oro para ofrecer gestos de acogida a los comunidad. Ahora, no sólo cocino sino que ense- demás, preparando la casa con todo detalle para ño también a cocinar en nuestra escuela de forma- los huéspedes, ofreciendo los diversos espacios para ción, donde damos formación cristiana y también que todos se encuentren bien y tengan lo que nehumana. Hay algo de Francesc que a mí personalmente me entusiasma: él quería que sus «actores» fueran muy exigentes consigo mismos. Esta exigencia se refiere a las cosas más humanas y concretas: ir a fondo con las cosas que haces, ser profesional con el trabajo encomendado, tener amplitud de miras, concentración y responsabilidad, etc. Es decir, el cristiano debe ser un hombre o una mujer como es debido, ambicioso porque va a fondo en todo, trabajador y apasionado en lo que emprende; todo lo contrario de la tibieza o la mediocridad. Si no hay profesionalidad podemos deformar el evangelio y hacer que sea un espiritualismo desencarnado. Veo que la pedagogía de nuestro fundador nos lleNo traté personalmente a Francesc, pero lo he reconocido va a ser conscientes de que cada uno lleen la pedagogía y en la vida de la comunidad que él dejó va un tesoro en su interior, que debemos sacar fuera para poder regalarlo a los hermanos, para que lo disfruten. Pero eso sólo es po- cesitan. Igualmente, cuando estoy en la cocina me sible si, desde nuestra libertad, lo damos todo y hago a menudo esta pregunta: «¿Cómo se movería nos damos del todo. aquí un artista?». Y, dentro de las diversas posibiNo me ha sido fácil vivir esta experiencia, por- lidades que ofrece este espacio, procuro ofrecer que yo, de pequeño, era más bien perezoso y dor- aquellos gestos que muestren el contenido de lo milón. Poco a poco esta pedagogía fue arrancando que queremos vivir. de mí gestos nuevos. En un primer momento teEn fin, no traté personalmente a Francesc, pero nía que hacerme violencia, por culpa de cómo me tengo la certeza de que aquel hombre que tanto había acostumbrado a hacer las cosas. Pero una ansiaba conocer lo he reconocido en la pedagogía vez te has lanzado, nace en ti el deseo de ofrecer a y en la vida de la comunidad que él dejó. l II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad Máster en Diálogo interreligioso, ecuménico y cultural Cursos 2012-2013, 2013-2014 Modalidad presencial y virtual La Universidad Ramon Llull (URL) y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB) ofrecen un título común de Máster en diálogo Interreligioso, ecuménico y cultural De forma presencial (tardes, de 18.30 a 21.00 horas) o virtual (por internet) El Programa del curso, coordinado por el Dr. Antoni Matabosch (ISCREB) y por el Dr. Xavier Marin (URL), se propone conocer la especificidad de las aportaciones de las diversas tradiciones espirituales para captar los puntos de confluencia así como la originalidad de cada tradición religiosa estudiada y también reflexionar sobre las claves del diálogo interreligioso y intercultural I n f o r m a c i ó n: Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB) [email protected] / www.iscreb.org Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna [email protected] / www.blanquerna.url.edu M a t r i c u l a c i ó n: Del 4 al 25 de septiembre de 2012 Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB) Diputació, 231. Barcelona. 93 454 19 63. Horario: 17.00 a 21.00h. H o r a r i o l e c t i vo p r e s e n c i a l: Días laborables De 18.30 a 21.00 horas Las clases se impartirán en la sede del ISCREB II y III trimestre de 2012 67 cambio de mentalidad Casal Sant Martí Campelles Casa de espiritualidad y de cultura al servicio de la pastoral diocesana y comunidades parroquiales ACTIVIDADES VERANO 2012 Agosto ✒ XI Simposio de espiritualidad: La formación en la vida cristiana ✒ VIII Jornadas científicas: Ciencia y naturaleza ✒ III Jornadas de estudio sobre el hombre: Masculinidad y feminidad, a la búsqueda de su sentido ✒ Espacio abierto para familias ✒ Jornadas culturales: Lengua y cultura de Cataluña Septiembre ✒ I Convivencias para gente adulta: Madurez y plenitud ✒ II Convivencias para gente adulta: Ser adulto, ser un don Exposiciones ✒ Montserrat Rovira (1-20 julio) ✒ Ingrid Garcia Moya / Elena Ledesma / Victoria Valle / Antonio Alcón (5-22 agosto) ✒ Josep Trilla (25 agosto-18 septiembre) 68 II y III trimestre de 2012 cambio de mentalidad 972 72 72 88 - 692 603 180 / [email protected] / www.spdd.org