Generado por Newtenberg 1 Educación: la calidad se logra en el aula Resumen Mariana Aylwin Oyarzún Es una buena señal que la preocupación central de los chilenos esté puesta hoy día en mejorar la calidad de la educación y que el debate se centre en cómo abordamos ese desafío. Buena señal, porque en el mundo latinoamericano al que pertenecemos, aun el foco está centrado en el acceso y la permanencia de niños y jóvenes en el sistema. Y pese a que nuestro país no ha concluido todavía la tarea de la cobertura -que nos ocupó prioritariamente durante el siglo XX- tenemos las condiciones que nos permiten abordar la calidad y ponernos metas más ambiciosas. Mal podemos entonces hablar de crisis. Hay muchas variables que influyen en los resultados de aprendizaje de los escolares. De ello se desprende que no hay recetas fáciles, ni únicas. Hay variables externas como el nivel socioeconómico de la familia, el nivel de desarrollo educativo y cultural de la población y los recursos que se invierten en educación. Todos ellos tienen impacto, especialmente el capital cultural de la familia, aunque felizmente ninguno de ellos es determinante. Lo mismo puede decirse de la inversión. Hay mínimos indispensables, pero más recursos no garantizan en forma automática mejores resultados, como lo demuestra el caso de los Estados Unidos con una gran inversión en educación en los últimos 20 años y, sin impacto significativo en sus resultados. Esto no significa concluir que no se requiere invertir. Si Chile no hubiera triplicado su inversión en educación en la última década, no podríamos siquiera tener una discusión acerca de cómo abordamos la calidad. Estaríamos en 11 mil pesos de subvención y no en 30 mil promedio por alumno (que nadie podría considerar suficiente); los alumnos no tendrían textos, ni almuerzos, ni computadores con la cobertura que se ha alcanzado, ni una infraestructura decente, ni profesores con mejores condiciones para trabajar. También influye sobre los resultados la forma cómo se organiza el sistema educacional. Hay evidencias respecto de la importancia de la autonomía escolar, aunque ésta abarca distintas dimensiones y no todas tienen la misma incidencia sobre el rendimiento de los estudiantes. En cambio, no hay conclusiones que permitan decir que un tipo de administración del sistema educacional sea mejor que otro. Hay países con avances notables donde las decisiones respecto a currículum, contratación y salarios de los profesores se toman en forma centralizada y corren por cuenta de organismos nacionales, regionales o locales, como Corea, Suecia o Cuba. Hay otros casos con logros excelentes, donde la educación privada está muy desarrollada, como en Holanda. Distintos aspectos de la autonomía pueden darse en uno o en otro sistema. En Chile convive la educación pública y la privada. Si el gran escollo para mejorar la calidad de la educación fuera - como señalara hace un tiempo José Piñera - que las escuelas municipales "no tienen dueño", tendría que haber una diferencia significativa entre aquellas y las que sí tienen dueño, lo cual no ocurre. Los resultados de las pruebas SIMCE son concluyentes: nos muestran que las diferencias están mucho más relacionadas con el nivel socioeconómico y la escolaridad de la familia que con el "dueño" del establecimiento. Si en promedio los establecimientos municipales tienen levemente más bajos resultados, es porque concentran la mayor parte de los estudiantes con más carencias y además no seleccionan a sus alumnos. Por eso, atribuirle tanta importancia a los efectos del Estatuto Docente que sólo influye sobre el sistema Generado por Newtenberg 2 municipal, es un argumento mucho más ideológico que real. Tampoco los "bonos educacionales entregados a la familia" o vouchers, han demostrado ser la panacea. El Profesor Paul Peterson de Harvard - gran impulsor del sistema- sólo logró demostrar un leve impacto en un grupo de estudiantes afroamericanos que recibió bonos para inscribirse en escuelas privadas, mientras el economista de la Universidad de Princeton, Alan Krueger ha contradicho ese resultado. Por otra parte, el espíritu de la reforma chilena de los ochenta que buscaba promover la competencia a través de la elección de los padres, curiosamente ha terminado en que son más bien las escuelas las que eligen a las familias, a través de la selección y o expulsión de alumnos. Más de un 30% de nuestras escuelas son pequeñas y están en lugares apartados, y nadie va a ir a competir por esos estudiantes. Así mismo, del experimento de entregar colegios a los profesores nunca más se habló, simplemente porque no tiene hasta ahora mucho que mostrar. Personalmente tengo el convencimiento de que teniendo un piso mínimo de condiciones favorables como en nuestro país, un cambio de administración del sistema sólo abriría un debate sin destino, ni eficacia. Lo que tenemos puede perfeccionarse y eso se está haciendo con la evaluación de los profesores, el fortalecimiento del liderazgo de los directores, la subvención diferenciada, ligando mejoramientos salariales a mérito, responsabilidad o desempeño. Debe también seguir aumentando la inversión en educación. Es necesario garantizar el acceso de todos los niños y niñas a la educación preescolar, otro de los factores que influyen para mejorar el rendimiento escolar. Habría que permitir una fórmula para que el Estado pueda tomar medidas drásticas respecto a las escuelas públicas o privadas que no logran remontar resultados, buscando mejores alternativas para los estudiantes perjudicados. Sin embargo, lo más importante en esta etapa, es poner el foco de las políticas en los procesos al interior de las unidades educativas. Es lo que hemos llamado llevar la reforma al aula. Junto a las variables externas, hay otras como la formación y desempeño de los profesores, el tiempo dedicado a la enseñanza y al estudio, la organización del currículum, el refuerzo a los alumnos con rezago que son fundamentales a la hora de tener logros de aprendizaje. Lo que explica las diferencias de resultado a partir de las condiciones de partida de los estudiantes, es la acción desarrollada por los profesores y otros miembros de la comunidad educativa. Si bien hay una discusión acerca de cuánto es lo que efectivamente aporta la escuela como valor agregado, son los procesos pedagógicos los que hacen la diferencia. Hoy día se sabe que las variables referidas a los procesos de la escuela que tienen mayor impacto son el liderazgo pedagógico, la coordinación pedagógica y curricular de profesores, el compromiso de la familia, los materiales educativos, el clima escolar, la formación y estabilidad de los profesores, entre otros. Asimismo, hay evidencias contundentes respecto a la importancia de las prácticas educativas en el aula, tales como el tiempo bien aprovechado, el currículum efectivamente impartido, la organización adecuada y estimulante de la enseñanza, las altas expectativas de rendimiento, la evaluación continua y el refuerzo positivo al aprendizaje, entre otros. Esos son los factores que marcan la diferencia. Por eso, es necesario persistir e involucrar a más actores en el esfuerzo para apoyar a las unidades educativas de manera que cada aula de Chile esté orientada a mejorar los aprendizaje de los estudiantes. Todo ello nos muestra que la tarea de mejorar el rendimiento de nuestros niños y jóvenes es mucho más práctica que ideológica.