Poder Judicial de la Nación

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C.N? 1103/99 “Luna, Maximiliano L. s/inf. ley 25.086"
Juz. Fed. 1, S. Martín
Secretaría n? 3 (c. 1779)
SALA I - SEC. PENAL 1
Reg:
Poder Judicial de
la Nación
///Martín,
de noviembre de 1999.-
VISTOS; Y CONSIDERANDO:
I.- La apelación deducida por el Sr. Fiscal Federal
contra el auto dictado a fs. 12/13 y vta. ,donde el Sr. Juez a
quo sobreseyó a Maximiliano Leandro Luna en orden al delito de
portación
de
autorización
incorporado
arma
(art.
por
el
de
fuego
189
bis,
art.
2º,
de
uso
civil
párrafo
de
la
sin
tercero
ley
la
del
25.086),
debida
C.P.,
haciendo
aplicación de lo normado en el art. 336, inc. 3º, del ritual,
por
entender
que
la
conducta
atribuida
al
causante
no
encuadraba en ninguna figura legal vigente.
El magistrado de la anterior instancia fundó su
decisión en el alcance que atribuyó al art. 4º de la ley
citada, que postergó por ciento ochenta días la aplicación de
las sanciones previstas en ella para todo el que tuviere armas
de fuego de uso civil sin estar legalmente autorizado -término
que establece para regularizar tal situación- lo que, a su
juicio, comprende también la ilegítima portación de armas de
esas características, concluyendo que no rige aún la figura que
reprime como delito a esta última conducta.
II.- El recurrente se agravia sosteniendo que la
disposición invocada por el a quo es sólo aplicable a la
tenencia de armas de uso civil, cuyo régimen fue modificado por
el art. 1º de la
ley 25.086, que introduce en la ley de armas
y explosivos (20.429) el art. 42 bis, donde se establece una
contravención para aquella persona a la que se le comprobara la
simple
tenencia
de
dicho
tipo
de
armas
sin
la
autorización o fuera de las excepciones reglamentarias.
-1-
debida
En tal sentido, sostiene que la portación resulta una
conducta diversa de la tenencia, respecto de la cual no es
correcto aplicar la excepción temporaria aludida, pues aquélla
implica necesariamente un plus en la conducta del agente, como
es llevarla en la vía pública en condiciones de inmediato uso;
además que, a diferencia de la simple tenencia, la cual sólo
requiere para su autorización la acreditación de la identidad
del tenedor y su mayoría de edad, la portación se encuentra
expresamente prohibida por el art. 112 del decreto 395/75,
reglamentario de la ley 20.429, que conserva su vigencia.
III.- Llegadas las actuaciones a esta sede, en la
inteligencia de que esta justicia de excepción no resultaba
competente
para
entender
en
orden
al
delito
de
portación
ilegítima de arma de fuego de uso civil, se dispuso que por
intermedio del Sr. Juez a quo se remitieran los presentes autos
al órgano jurisdiccional provincial con competencia criminal en
el lugar del hecho (v. fs. 25).
Radicados los autos en el Juzgado de Garantías nº 1
del Dto. Judicial de San Martín, su titular, previa vista al
Sr.
Agente
atribuida,
Fiscal,
resuelve
devolviéndolos
no
aceptar
nuevamente
a
esta
la
competencia
jurisdicción
federal (v. fs. 35/36).
Que mediante el decisorio que obra a fs. 39, por no
compartir el criterio del Magistrado de la justicia local, este
Tribunal dio por trabada la contienda negativa de competencia
y ordenó la remisión de testimonios a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación para dirimir la cuestión suscitada (cfme.
art. 24, inc. 7 del Decreto ley 1285/58).
Hasta tanto el Alto Tribunal se pronuncie sobre el
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conflicto planteado, por imperio de lo normado en el art. 49
del C.P.P.N. corresponde la prosecución de la instrucción ante
esta justicia de excepción por ser la que previno en el
conocimiento
de
la
causa,
extremo
que
impone
abocarse
al
tratamiento del recurso de apelación oportunamente deducido por
el Sr. Fiscal Federal.
IV.- En primer lugar, cabe señalar que la ley 25.086,
publicada en el Boletín Oficial el 14 de mayo de 1999, vino a
modificar, con las limitaciones señaladas por el decreto 496/99
-que la vetó parcialmente- tanto la Ley Nacional de Armas
20.429 como el propio Código Penal, además de establecer en su
art. 4º una disposición de carácter transitorio.
Así, introduce mediante su art. 1º a la ley 20.429
-como art. 42 bis- una disposición que conmina con pena de
multa de mil a diez mil pesos, o arresto hasta noventa días, a
la
simple
tenencia
de
arma
de
fuego
de
uso
civil
sin
autorización, o fuera de las excepciones reglamentarias.
Por otra parte modifica -también con las limitaciones
del veto del Poder Ejecutivo- el art. 189 bis del Código Penal,
creando, mediante su integración al párrafo tercero, el delito
de portación de arma de fuego de uso civil, sin la debida
autorización y modificando, a su vez, la redacción del ahora
párrafo quinto donde se elevan los mínimos legales de pena
aplicables a las figuras de acopio de armas y acopio de armas
de guerra, de tres a cuatro años de prisión o reclusión en
ambos supuestos.
También
la
citada
ley,
mediante
su
art.
3º
que
incorpora al código sustantivo el art. 189 ter, crea la figura
-3-
de suministro de arma de fuego a quien no acreditare su
condición de legítimo usuario, reprimiéndolo con pena de tres
meses a un año de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial de seis meses a tres años para el caso de que el autor
hiciere de la venta de armas su actividad habitual.
Finalmente,
en
su
art.
4º,
establece
que
quien
tuviera armas de fuego de uso civil sin estar legalmente
autorizado, deberá presentarse dentro de los 180 días de la
vigencia de la norma ante el Registro Nacional de Armas a fin
de obtener la autorización
pertinente, si correspondiera, y
que vencido dicho plazo, aquellos que no hayan cumplido con la
registración serán pasibles de las sanciones previstas en esta
ley.
V.- Enunciadas las normas precedentes y a fin de
desentrañar el alcance de la citada en último término, cabe
tener presente la reiterada jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación relativa a que la primera fuente de
interpretación de la ley es su letra, y cuando ésta emplea
varios
términos
sucesivos
es
la
regla
más
segura
de
interpretación que aquéllos no son superfluos, sino utilizados
con
algún
propósito,
por
cuanto
el
fin
primordial
del
intérprete es dar pleno efecto a la voluntad del legislador
(Fallos 299:167 y 304:1820, entre otros).
En cuanto a esto último, debe señalarse que para
investigar el sentido adecuado de una disposición no hay que
buscar extra legem, sino intra legem, es decir entender cuál es
la voluntad que vive autónoma en la ley. No se investiga,
propiamente hablando, la voluntad del legislador, sino la de la
ley. Fontán Balesta sostiene en este aspecto que “...se trata
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de llegar, mediante el conocimiento, al exacto sentido de la
ley, a su verdadera voluntad. De la ley y no del legislador,
como frecuentemente se ha dicho. Sancionada la ley, ella tiene
su propia voluntad, y no obsta que el legislador haya querido
decir otra cosa: es la voluntad de la ley, que se manifiesta a
través de su texto, al que interesa captar... La diferencia
resulta particularmente clara si se piensa que el autor del
texto legal sancionado como ley, no es, por lo común el
legislador, ya que la función de legislar es exclusiva del
Congreso
Nacional,
en
tanto
que
los
proyectos
han
sido
redactados en todos los casos por uno o más juristas, que las
más de las veces no pertenecían al cuerpo. La tarea de revisión
realizada por comisiones ad hoc o la labor individual de un
representante, no reemplaza la función legislativa que radica
únicamente en el Congreso Nacional...” (Fontán Balesta, Carlos,
“Tratado de Derecho Penal, Tomo I, Parte General, Segunda
Edición, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, págs. 237 y 238).
Asimismo, cabe también tener presente a los fines
interpretativos, lo expresado por el Alto Tribunal con relación
a que la inconsecuencia o falta de previsión en el legislador
no se suponen y por ello se reconoce como principio que las
leyes deben interpretarse siempre evitando darles un sentido
que ponga en pugna sus disposiciones, destruyendo las unas a
las otras y adoptando como verdadero el que las concilie y las
deje a todas con valor y efecto (Fallos 297:142; 300:1080 y
301:460).
En tal inteligencia, debe precisarse que la propia
Ley de Armas (20.429) y su decreto reglamentario (395/75)
discriminan con prolijidad los conceptos de tenencia, portación
-5-
y transporte de armas, por lo que no deben confundirse tales
conceptos.
En
ese
sentido
cabe
compartir
los
argumentos
expuestos por el recurrente relativos a que la portación supone
más que una mera tenencia, pues implica llevar un arma en un
lugar público en condiciones de inmediato uso.
La mentada distinción se advierte , por ejemplo, en
el art. 30 de la Ley Nacional de Armas, que claramente
establece “el certificado de tenencia no autorizará en ningún
caso la portación del arma a la que se refiera, la cual
únicamente se otorgará previo permiso, en los casos en que con
carácter excluyente esta ley o su reglamentación determinen...”
A su vez, el art. 112 de su decreto reglamentario prohíbe
expresamente la portación de armas de uso civil y sólo la
autoriza en los casos excepcionales allí detallados conforme el
art. 113, previa certificación de antecedentes del solicitante.
Por el contrario, el régimen de tenencia previsto por
el art. 19 de la ley y por el art. 96 del decreto es muy
distinto, pues sólo requiere como presupuesto la identificación
y la mayoría de edad del pretenso tenedor.
Conforme
claridad
y
a
lo
través
expuesto,
de
la
se
advierte
evolución
con
legislativa
meridiana
en
esta
materia, que los conceptos de portación y tenencia no pueden
ser utilizados en forma indistinta como lo sostiene el Sr. Juez
de grado, -según interpreta la intención del legislador- y
cuando la voluntad de la ley fue que una acción comprendiera a
otra, dicha situación se previó expresamente como en el caso
del art. 102 del decreto reglamentario donde se precisa que la
autorización de tenencia de un arma de uso civil permitirá a su
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titular -entre otros derechos- el transportarla de acuerdo con
lo establecido en el art. 86 de la presente reglamentación.
Sentado cuanto precede, una correcta hermenéutica del
art. 4º de la ley 25.086 lleva a concluir, por tanto, que la
referida dispensa temporaria sólo rige para el supuesto de la
simple
tenencia
ilegítima
de
arma
de
fuego
de
uso
civil
prevista por el art. 42 bis, que se incorporara a la ley
20.429.
A mayor abundamiento, cabe citar el antecedente de la
mentada
disposición,
previsto
en
el
art.
146
del
decreto
reglamentario 395/75, en donde se establecía un término de
noventa días -desde la vigencia del mismo- para que todas las
personas físicas denunciaran ante la autoridad policial las
armas de fuego que poseyeran por cualquier título, beneficio
del que claramente se excluía, conforme al art. 153 de tal
reglamentación,
a
aquellos
que
fueran
incriminados
por
portación de armas.
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
REVOCAR la decisión de fs. 12/13 vta. en todo cuanto
fuera materia de recurso.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Reg. Nº4766
Firmantes: Dres. BARRAL-FOSSATI-(LUGONES de licencia)
Sec. actuante: Dr. Compaired (Sec. 1)
Fecha: 9/11/99
-7-
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