EN EL TIEMPO DE LAS MARIPOSAS, DE JULIA ÁLVAREZ LA RE

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EN EL TIEMPO DE LAS MARIPOSAS, DE JULIA ÁLVAREZ
LA RE-CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA A TRAVÉS DE LA VOZ
FEMENINA
Ana Celi
Universidad Nacional de Río Cuarto
En las postrimerías del siglo XX, las múltiples transformaciones políticas, sociales,
económicas, culturales, entre otras, en el mundo, han posibilitado el surgimiento de nuevos
actores sociales, con historias y memorias hasta entonces silenciadas por la Historia Oficial.
Esto ha generado una tensión entre memoria e historia que ha originado la irrupción de las
nuevas voces en la hegemonía de la historia, expresando experiencias diferentes de la realidad a
través del discurso literario o de la misma historia.
Julia Álvarez recurre al discurso literario en el que se entrelazan historia y ficción a fin de
reedificar la historia del trujillato a través de la postergada voz femenina. De este modo, su
narración desafía el discurso escrito por el hombre, al otorgar a las excluidas su propia voz,
como agentes femeninos capaces de reconstruir la historia y cambiar el país a través de su lucha
y resistencia. Es decir, citando a Bhabha, su centro es “los pasados no representados, los
pasados sin voz, la experiencia de los grupos marginados, subalternos” (Bhabha, en Tyson 375).
Entre otras novelas y poesías escritas sobre el trujillato dominicano, En el tiempo de las
mariposas (1994) es la primera novela escrita por una mujer con tal extensión y libertad y la
primera visión de mujeres protagonistas de tal época. Se basa en la conocida historia de las
hermanas Mirabal. Con el nombre de “las mariposas”, estas tres mujeres se unieron al
movimiento clandestino en contra del dictador Rafael Trujillo en los años 50 y fueron
reconocidas por su coraje e inspiración a otros. En 1960, los hombres de Trujillo mataron a
Patria, Minerva y María Teresa en una emboscada a su auto en la montaña, cuando venían de
visitar a sus maridos, que estaban en prisión. Aunque oficialmente se comunicó que había sido
un accidente de auto, el asesinato fue denunciado y las hermanas, consecuentemente, se
convirtieron en mártires, obteniendo un profundo respeto entre la población dominicana hasta el
presente.
En esta novela, la autora rescata la historia de la lucha frente al gobierno dictatorial de
Rafael Trujillo en la República Dominicana, a través de la mirada de cuatro mujeres. La obra
constituye la conquista de una zona discursiva habitualmente monopolizada por el hombre y
brinda una reescritura de la historia dominicana desde una mirada postmoderna, revelando la
historia amordazada de las mujeres que intervinieron en la resistencia contra la tiranía de
Trujillo, el benefactor. Julia Álvarez, para humanizar a las hermanas Mirabal, monta un
entramado imaginario de sus vidas, articulando una recreación de sus vivencias cotidianas y su
ideología con una dramatización fidedigna de los acontecimientos documentados de la época.
Así, el discurso privado y el político se alían para combatir contra el patriarcado y recobrar la
memoria colectiva. En consecuencia, la novela propone una reconstrucción de los hechos, al
corregir el pasado a través de la memoria.
La novelista forja, a través de la fusión de lo privado y lo público de las vidas de las
protagonistas, un discurso que polemiza con las argumentaciones totalitarias y condescendientes
del gobierno y de los escritores masculinos que han registrado los mismos hechos. La cesión de
la voz personal a las hermanas, como protagonistas femeninas que tomaron parte en el cambio
de la situación del país, desarticula el modelo de la voz masculina presente en las novelas sobre
el trujillato. Álvarez señala expresamente que su obra es ficcional, aunque histórica. Tal
amalgama entre ficción y realidad impulsa a reflexionar sobre la conexión entre discurso
ficcional y discurso histórico planteada por Hayden White (1978), para quien la historia incluye
un elemento ficticio y propone a la narrativa histórica como un artefacto verbal.
En el tiempo de las mariposas rescata un conjunto de sucesos, brindando acciones y
pensamientos ficticios de las hermanas Mirabal y repara los vacíos y la omisión de algunos
hechos de la historia por medio de la ficcionalización de los mismos. Álvarez pretende
desacralizar a las hermanas y descubrir a “las Mirabal de mi creación, inventadas pero, espero,
fieles al espíritu de las verdaderas hermanas” (316).
Las diferentes voces narrativas del texto se constituyen en otros tantos caminos que se
apartan de la ruta instaurada oficialmente. Si bien los sucesos históricos son el eje vertebrador,
los enfoques de las protagonistas amplían el discurso, introduciendo la experiencia femenina,
como hijas, madres, esposas y revolucionarias. Este alumbramiento de la enunciación de la
mujer dominicana enmienda las grietas que ha provocado la historia oficial al eliminar la
evidencia de la crueldad y los vejámenes del SIM hacia la población civil. La visión femenina,
antaño ahogada, emerge a través de un relato fragmentado que mixtura los pensamientos
conjeturados de los personajes y los gestos cotidianos con los sucesos reales. La ficción se
convierte en la herramienta que logra reconciliar la ruptura entre la narrativa histórica
hegemónica y las “micro-narrativas” de los protagonistas ignorados, desplazados y ocultados,
frecuentemente, minimizadas o excluidas. En su posdata, Julia Álvarez destaca el poder de la
ficción: “Pues yo quería sumergir a mis lectores en una época de la República Dominicana que
creo que, en última instancia, sólo finalmente puede ser aprehendida por la ficción, sólo
finalmente redimida por la imaginación. Una novela, después de todo, no es un discurso
histórico sino una manera de viajar por el corazón humano” (426). Con esta obra, Álvarez
denuncia el sufrimiento infligido por el trujillato y destaca la intervención de la mujer en la
política de la República Dominicana. Así, la novela se constituye en un instrumento apropiado
para desenterrar una historia ignorada el Caribe y en el resto del mundo (Coonrod Martínez,
1998). Expone herstory para recobrar el papel de la mujer en una sociedad que la margina y
para inspirar al lector a emular a las protagonistas. En el tiempo de las mariposas recobra el rol
de la mujer y los hechos suprimidos por el discurso histórico, desarrollando una elaboración
ficcional de la vida interior de los personajes, en clara réplica a la escritura masculina sobre las
hermanas Mirabal.
La recreación de los pormenores cotidianos de las hermanas y de sus pensamientos las
presenta como personas comunes que, en un clima de temor, hicieron algo extraordinario.
Álvarez declara: “E irónicamente, al transformarlas en un mito, perdíamos a las Mirabal una vez
más, desechando el desafío de su valor como algo imposible para nosotros, hombres y mujeres
comunes y corrientes” (426).
Julia Álvarez establece juegos temporales entre una entrevista realizada a Dedé, la
hermana sobreviviente, en 1994, y el contexto privado y público en que se verifica el asesinato
de las tres hermanas, el 25 de noviembre de 1960. Dedé ofrece pormenores de su familia, en
contraste con la crónica oficial documentada históricamente. Cada una de las tres secciones se
inician con la entrevista y, a través de saltos temporales, los capítulos siguientes se dedican
cronológicamente al desarrollo de cada una de las hermanas, quienes relatan en primera persona
sus vivencias desde la niñez hasta el asesinato. Así, Álvarez le da voz a la hermana que
sobrevivió, nexo con el pasado, depositaria de la memoria, a través de la entrevista, y a las
hermanas masacradas, por medio de la ficción.
Dedé reconstruye el pasado en la entrevista con la “gringa dominicana” –doble de Julia
Álvarez, quien, parafraseando a Bhabha (1988), no es ni americana ni dominicana, aunque sí
parte americana y parte dominicana–, que viene en búsqueda de datos sobre las figuras míticas
de las “mariposas”. La autora se apropia de la voz de Dedé, en su interés de demostrar que,
como sostiene Moi, “La mujer [...] está presente total y físicamente en su voz y su obra escrita
no es más que una extensión del acto de hablar, reflejo de su propia identidad” (123). Dedé
recibe la herencia de ser “la gran dama del hermoso, terrible pasado” (90). En su rememoración
del pasado, determina la singularidad de cada una, revelando la pluralidad de estilos femeninos
encarnados en Minerva, María Teresa y Patria.
Minerva simboliza a la mujer transgresora, que valora la educación y la imperiosa
necesidad “de que la mujer participe en el gobierno de su país” y de luchar contra el
avasallamiento de su pueblo, lucha que no cesa hasta la muerte, porque “¡Las mariposas no
estaban dispuestas a rendirse! Habíamos sufrido un revés, pero no nos habían vencido” (354)
María Teresa representa a la joven candorosa que va adquiriendo, con el paso del tiempo,
una conciencia política: “Mi verdadera identidad ahora es Mariposa 2 y espero cada día, cada
hora, una comunicación del norte... todas las entregas... caen aquí. Ahora puedo usar mis
talentos para la revolución” (90).
Patria, asimismo, alcanza una conciencia política cuando su espiritualidad reclama que
abandone sus ideas conservadores y se implique en el movimiento organizado por la Iglesia,
cuyo nombre era Acción Clero Cultural. “Por favor” –dice Patria– “observen, acción era la
primera palabra! ¿Y cuál era nuestra misión en la ACC? Nada más que organizar un poder o
movimiento clandestino nacional”.
Los testimonios orales y escritos de sus vivencias reconquistan, de este modo, el
protagonismo femenino en la época violenta y sombría del trujillato, recogiendo el horror vivido
por Minerva, María Teresa y otras mujeres comprometidas “en formar una nación libre y
gloriosa” (315).
A través de la restitución de la mujer como sujeto textual, la novela la rehabilita dentro de
la conciencia histórica dominicana. La introducción de elementos ficticios de la vida cotidiana
de las hermanas instaura un espacio discursivo para la mujer, en el cual la perspectiva es su
experiencia. Álvarez se apropia del discurso político, derribando la oposición público-privado,
por medio de las experiencias específicamente femeninas de esta voz.
El vínculo entre lo político y lo privado se plantea cuando Minerva visita a la doctora y se
valen del tema de la menstruación como código para hablar del movimiento revolucionario.
—Vinimos por nuestra menstruación –empecé a decir, mirando la pared para
detectar el micrófono. De todos modos, el SIM se enteró de todos nuestros
problemas femeninos. Delia se tranquilizó, pensando que ésa era la verdadera
razón de nuestra visita. Hasta que pregunté, en forma nada metafórica:
—¿Habrá quedado alguna actividad en nuestras viejas células?
Delia me fijó con la mirada.
—Las células de tu organismo se han atrofiado, y están todas muertas –respondió.
Debo de haber parecido muy apenada, porque Delia se ablandó.
—Quedan unas pocas vivas, claro. Pero lo más importante es que están surgiendo
otras nuevas. Deben dar un descanso a su cuerpo. Verán que la actividad menstrual
vuelve a comenzar el año próximo. (265)
Evidentemente, las “células” y el “organismo” a los que alude la ginecóloga son los miembros
del movimiento subversivo Catorce de Junio, fundado por Minerva, en el cual participaban
también Patria y Teresa, y sus esposos, hombres y un puñado de mujeres.
El espacio doméstico también actúa como amalgamador de lo individual y lo político. La
conversión de la casa –ancestralmente dominio femenino– en base de operaciones del
movimiento revolucionario, ilustra la conquista de lo político –considerado propiamente
masculino– por parte de lo privado y femenino. Dice Patria: “Así fue como nuestra casa se
convirtió en el cuartel del movimiento [...] llamado Movimiento Catorce de Junio, nuestra
misión era efectuar una revolución interna” (222). Esta apropiación del ámbito doméstico para
favorecer el logro de intenciones políticas apuntala el rol dinámico de la mujer contra la
dictadura, recuperando del ocultamiento la aportación de las mujeres en la reedificación de la
nación. La concurrencia de componentes maternales y revolucionarios acrecienta la
caracterización de la mujer, para incorporar su facultad de actuar políticamente.
Consecuentemente, el concepto de maternidad se proyecta simbólicamente en la idea de ser
madre de la nación.
La autora estructura la novela en base a la yuxtaposición de lo revolucionario y lo
cotidiano, a fin de brindar un panorama de la intrahistoria, de lo doméstico que no se incluye en
los libros de historia ni en el relato oficial. Al narrar esta historia, que no es “la de las hermanas
Mirabal de la realidad ni la de las hermanas Mirabal de la leyenda”, el propósito de Álvarez es
justamente recobrar dicha humanización.
Después de años de terror, es necesario recobrar la historia apelando al ejercicio de la
memoria colectiva para reconstruir la nación dominicana. Dicha memoria colectiva se forja en
base al rescate de las experiencias de todo el pueblo y, para comprenderlos a todos, se debe
otorgarles una voz. Esto implica la coexistencia de muchas voces, lo cual demanda reconsiderar
la historia e identificar los posibles desacuerdos entre las diferentes versiones que cada una de
ellas ofrece. Los conceptos de Bakhtin acerca de género, polifonía y dialogismo en la novela
proveen elementos que evidencian las características formales y discursivas en el texto de
Álvarez. Pero más importante, sin embargo, es que estas características también promulgan el
tema central de la novela: el poder liberador de hallar respuesta a una dictadura que intentaba
silenciar toda resistencia.
Así surge la posibilidad de la construcción cooperativa por parte de varias voces,
inclusive la del otro, de la verdad y la historia. Múltiples voces relatan la vida de cada hermana,
constituyendo una narración polifónica y dialógica, en oposición explicita al sistema
monológico que reivindica la verdad oficial. Los grupos marginados que representan las
protagonistas colaboran en la reedificación de las ideas de identidad y unidad, mediante la
heteroglosia. Dicho de otra manera, Álvarez debilita el discurso oficial por medio del
restablecimiento del silenciado protagonismo femenino, lo cual se constituye en una forma de
resistencia.
La voz narrativa femenina, en lucha contra la figura del dictador y la ideología
dominante, desnuda el clima de terror, control y abuso del trujillato. Tal reconocimiento subraya
la evolución de la identidad dominicana y, dentro del mismo, el protagonismo de la mujer, a
través de la memoria de Dedé. Reconocer y revisar el pasado, revisándolo, a través de las voces
de sus actores es no sólo una forma de rescatar la experiencia femenina del silencio colectivo
sino también un instrumento para crear una nueva concepción de la identidad colectiva
dominicana.
En síntesis, el texto de Álvarez se erige como un modo de resistencia, descubriendo lo
silenciado por los autores del discurso oficial y comunicando las experiencias de las hermanas
Mirabal, vistas desde una perspectiva humana.
(...) estas hermanas que lucharon contra el tirano, sirven de modelo para las
mujeres que luchan contra toda clase de injusticia (427).
Contra la opresión, por la libertad y por la reconstrucción de una nación libre. Por ello,
Viva las Mariposas.
Bibliografía
ÁLVAREZ, Julia. En el tiempo de las mariposas. Buenos Aires: Atlántida. 1995.
BAKHTIN, Mikhail. Problems of Dostoevsky’s Poetics. Ardis: Ann Arbor. 1973.
BHABHA, Homi. “The Commitment to Theory”. New Formations 4 (1988): 5-23.
COONROD MARTÍNEZ, Elizabeth. “Recovering a Space for a History between Imperialism and
Patriarchy: Julia Alvarez’s In the Time of the Butterflies”. Thamyris: Mythmaking from Past
to Present 5.2 (1998): 263-79.
MOI, Toril. Teoría literaria feminist. Madrid: Cátedra. 1995.
TYSON, Lois. Critical Theory Today: A User-friendly guide. New York and London: Garland
Publishing Inc. 1999.
WHITE, Hayden. “The Historical Text as Literary Artifact”. En The Writing of History: Literary
Form and Historical Understanding. Canary, R.H. y H. Kozicki (ed.) Madison: University
of Wisconsin Press. 1978; 41-62.
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