10 LATERCERA Sábado 7 de mayo de 2016 FRENTE A FRENTE ¿Fue adecuado el criterio de las Comisiones de Libertad Condicional en el otorgamiento de este beneficio? El otorgamiento de libertad condicional a más de 1.600 personas condenadas, ha generado preocupación ciudadana y ha abierto un fuerte debate entre distintos sectores del país. Jorge Sáez Alberto Espina Secretario de la Corte Suprema Senador Renovación Nacional Hablemos de derechos, no de beneficios Libertad condicional mal aplicada C H OMO YA es habitual, dos veces al año (periodicidad en que se reúnen las Comisiones de Libertad Condicional), se ha generado un debate nacional sobre el otorgamiento por estas comisiones, integradas por jueces, de la libertad condicional a un grupo de los presos de las cárceles del país. Valga, por tanto, algunas aclaraciones sobre este asunto. La libertad condicional constituye un derecho de las personas privadas de libertad y no un beneficio. De esta manera, las comisiones lo que hacen es reconocer un derecho a quienes cumplen con los requisitos y no conceden un favor. Los requisitos están establecidos en el artículo 2° del Decreto Ley 321 que exige al condenado a una pena privativa de libertad de más de un año de duración, haber cumplido la mitad de la condena que se le impuso por sentencia definitiva (salvo que se trate de condenados por algunos delitos graves, en que se exigen dos tercios); haber observado conducta intachable en el establecimiento penal; haber aprendido bien un oficio, si hay talleres donde cumple su condena; y, haber asistido con regularidad y provecho a la escuela del establecimiento; todos los cuales son verificados a través de las fichas de los internos que son administradas por Gendarmería de Chile y que son puestas a disposición de las comisiones. La circunstancia de tener informe negativo de Gendarmería no es óbice para el otorgamiento de la libertad. Como se puede observar, se trata de requisitos más o menos objetivos. No se contiene en la ley vigente ninguna exigencia que diga relación con la probabilidad de que el liberto condicional pueda volver a delinquir, de modo que los jueces que integran las comisiones no pueden valorar antecedentes que digan relación con ello. Digamos claramente que pronosticar la reincidencia es, por lo demás, extremadamente difícil. El debate sobre este asunto, siempre saludable en materias de interés público como ésta, no ha aportado antecedentes concretos de que los jueces que integran las comisiones hayan incumplido la ley, concediendo la libertad a presos que no reúnan los requisi- tos legales. La libertad condicional constituye un estímulo para que los presos aprovechen el tiempo de privación de libertad en labores útiles para su reinserción, y su libertad condicionada es un período de prueba que permite vigilar la adaptación a las nuevas condiciones. Los datos existentes que dan cuenta que sólo un 28% de los libertos condicionales reinciden, frente a más del 50% de reincidencia que registran los que cumplen su condena completa en la cárcel, nos permite arribar a conclusiones en el sentido de que la libertad condicional es apreciada como una oportunidad por la gran mayoría de quienes acceden a ella; que establecer un período intermedio entre la privación de libertad y la libertad total, resulta saludable para la reintegración y más beneficioso socialmente en tanto existen menos probabilidades de reincidencia. Por cierto que siempre es posible mejorar el diseño de la libertad condicional, así como de los beneficios intrapenitenciarios, con un acompañamiento y asistencia más intensos, pero ello requiere una política pública que La libertad condicional es un derecho de las personas privadas de libertad y no un beneficio. Las comisiones reconocen un derecho a quienes cumplen con los requisitos y no conceden un favor. Tener un informe negativo de Gendarmería no es óbice para el otorgamiento de la libertad. asuma que el delincuente condenado es una persona que, habiendo cometido errores, ha pagado por ello y que le hace bien a la comunidad abrirle la puertas a oportunidades reales de resinserción. La circunstancia de que un sujeto, entre más de 3.000 por año, haya cometido un delito a las pocas horas o días de obtener su libertad no permite cuestionar seriamente un sistema que produce más beneficios que perjuicios y que, sin perjuicio de sus mejoras futuras, sigue siendo mejor que su alternativa. OY ESTAMOS viviendo en nuestro país los más altos índices de temor frente a la delincuencia. Además, la victimización desde el año 2000 ha crecido a un 38,9%, la cifra negra de delitos que no son denunciados ha aumentado a un 46,6% y la impunidad en los robos llega al 93%. Por eso es que la delincuencia es el principal problema de los chilenos según todos los estudios de opinión. Lamentablemente, esa percepción aumenta cuando inexplicablemente nos enteramos de que miles de delincuentes altamente peligrosos salen de la cárcel para cumplir ahora su pena pero bajo la modalidad de libertad condicional. La libertad condicional, para que lo entendamos, es una forma de pena regulada en el Decreto Ley 321 de 1925 y que se encuentra establecida como un medio de prueba de que el delincuente condenado a una pena privativa de libertad y a quien se le concede, se encuentra corregido y rehabilitado para la vida social. Para ello, debe en general, cumplir con ciertos requisitos como: haber cumplido la mitad de la condena que se le impuso por sentencia definitiva; haber observado conducta intachable en el establecimiento penal en que cumple su condena; haber aprendido bien un oficio, si hay talleres donde cumple su condena; y haber asistido con regularidad y provecho a la escuela del establecimiento y a las conferencias educativas que se dicten, siempre que sepa leer y escribir. Por ello, en sí misma, la medida no es negativa porque busca permitir y asegurar la rehabilitación social del delincuente, siempre y cuando, claro, sea otorgada previo análisis meticuloso de los requisitos, no sólo formales sino también materiales, y de sus reales posibilidades de reinserción y control. Sin embargo, poco de esto ha ocurrido. Incomprensiblemente, las cifras de delincuentes favorecidos con la libertad condicional se dispararon en al menos tres regiones del país este año. Así por ejemplo, si se observa el primer semestre de 2015 con el primer semestre de 2016 en la Región de Tarapacá, el aumento es de un 583%; en la Región Metropolitana, es de 260% y en la Región de Valparaíso, es de un 905%. La dificultad para entender todo se agrava cuando nos enteramos que de los 875 reos presentados para acceder al beneficio en la V Región, 525 tenían informe desfavorable de parte de Gendarmería de Chile. Y esto no es mera teoría, es realidad. Ya existe un número no menor de delincuentes que a los días de habérseles concedido el beneficio de la libertad condicional, han sido detenidos delinquiendo, revelando la gran falla del sistema y afectando gravemente a la ciudadanía. Además, entre los delincuentes liberados se encuentran violadores, narcotraficantes, homicidas y ladrones, donde el error del análisis podría ser brutalmente más grave. Basta ver que dentro de los liberados se encuentra el autor del doble homicidio en Villa Alemana que el año 2005 asesinó a su pareja y a su hijo de 9 años metiéndolos en un tambor y enterrándolos en el patio de una casa. Por si fuera poco, el ideal de reinserción social, es literalmente sólo una utopía. Para muestra un botón. De la población penitenciaria potencial para acceder a programas de reinserción laboral -29.694 reos- tan sólo existe po- Lo ocurrido revela un grave error de los jueces que integran las Comisiones de Libertad Condicional respectivas, ya que beneficiaron a peligrosos delincuentes contra la opinión de Gendarmería de Chile y sin dar fundamentos de su decisión. sibilidad de cobertura para el 2,5%, esto es, 756 cupos. Así las cosas, lo ocurrido revela un grave error de los jueces que integran las Comisiones de Libertad Condicional respectivas, ya que beneficiaron a peligrosos delincuentes contra la opinión de Gendarmería de Chile y sin dar fundamentos de su decisión, todo lo cual, al final de cuentas, afecta gravemente a la mayoría de los chilenos que sufren las consecuencias de la inexcusable negligencia del Estado para asegurar la paz social.