Cultura democrática y cultura de justicia electoral Manual del participante Centro de Capacitación Judicial Electoral México, Distrito Federal, febrero de 2011 www.te.gob.mx www.te.gob.mx/ccje/ http://www.te.gob.mx/ccje/unidad_capacitacion/materiales_capacitacion.html [email protected] Índice Introducción...................................................................................................... 4 1. Cultura política democrática ....................................................................... 9 1.1 El concepto de cultura política .................................................................. 9 1.2 Cultura política y democracia .................................................................. 10 1.3 Los componentes de la cultura política democrática .............................. 15 1.4 Generación de una demanda social de democracia ............................... 19 1.5 Reapropiación ciudadana de la política .................................................. 20 2. Cultura política en México ......................................................................... 21 2.1 Información sobre política ....................................................................... 22 2.2 Interés en la política ................................................................................ 24 2.3 Percepción sobre la política .................................................................... 25 2.4 Disposición hacia la democracia ............................................................. 30 2.5 Organización y participación ciudadanas................................................ 32 2.6 Percepción sobre la ley, la legalidad y la justicia .................................... 34 3. Cultura de justicia electoral en México .................................................... 39 3.1 La relevancia de la justicia electoral en la democracia mexicana ........... 39 3.2 La cultura de la justicia electoral como componente de la cultura política democrática .................................................................................................. 41 3.3 El enfoque garantista y la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos (JDC)............................................................................... 42 4. La contribución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en el desarrollo de una cultura de justicia electoral. 49 4.1 El Centro de Capacitación Judicial Electoral (CCJE) y la capacitación y difusión de la justicia electoral ...................................................................... 50 Recapitulación ................................................................................................ 57 Referencias bibliográficas ............................................................................. 59 2 Índice de gráficas Gráfica 1: Conocimiento de los ciudadanos sobre política federal y estatal 23 Gráfica 2: Principales medios de comunicación por los cuales la ciudadanía se entera de lo que pasa en política 24 Gráfica 3: Lo que los ciudadanos generalmente hacen cuando la gente empieza a hablar de política 25 Gráfica 4: Percepción de los ciudadanos sobre la política 26 Gráfica 5: Percepción ciudadana sobre lo que piensan sus gobernantes ¿Qué tanto cree que a los gobernantes les interesa lo que piense la gente como usted? Gráfica 6: Percepción de los ciudadanos sobre lo que los diputados y senadores toman en cuenta al elaborar leyes 27 27 Gráfica 7: Percepción de los ciudadanos sobre la necesidad de los partidos políticos para la mejoría del país 28 Gráfica 8: Confianza ciudadana en las instituciones del Estado mexicano 29 Gráfica 9: Confianza ciudadana en las instituciones públicas que no pertenecen al Estado mexicano 30 Gráfica 10: Perspectiva ciudadana sobre el estado de la democracia en México Gráfica 11: Preferencia de la ciudadanía por la democracia como forma de gobierno 30 31 Gráfica 12: Insatisfacción ciudadana con la democracia en México 32 Gráfica 13: Participación ciudadana. ¿Alguna vez ha llevado a cabo las siguientes acciones? 33 Gráfica 14: Participación ciudadana. Dígame por favor si usted forma parte o ha formado parte de alguna de las siguientes organizaciones 34 Gráfica 15: Percepción de la legalidad: ¿Qué tanto cree que en el país las personas respetan la ley? 34 Gráfica 16: Percepción de la legalidad. En su opinión, ¿las leyes se aplican para lograr el beneficio de todos o sólo de algunos cuantos? 35 Gráfica 17: Percepción ciudadana de los responsables de la corrupción en México 36 Gráfica 18: Percepción de la legalidad en México. ¿Estamos más cerca de un gobierno que viola los derechos de los ciudadanos? 37 3 Cultura democrática y cultura de justicia electoral Al final del curso, los participantes reconocerán la importancia de una cultura de justicia electoral en el desarrollo del régimen democrático mexicano, y del quehacer del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como garante de los derechos político-electorales de los ciudadanos. Introducción Este manual pretende explicar la importancia de la cultura política democrática como un elemento que puede ayudar a fortalecer el régimen democrático, y modelar las conductas y estrategias de autoridades, partidos políticos y ciudadanos. Subyace a este planteamiento la idea de que “el vigor y la estabilidad de una democracia moderna no dependen solamente de la justicia de su estructura básica, sino también de las cualidades y actitudes de sus ciudadanos” (Kymlicka y Norman 1996, 6). En ese sentido no importan solo las instituciones como el tipo de gobierno o el sistema de partidos, sino además una cultura política democrática, la cual deviene en una condición favorable para la estabilidad, desarrollo y calidad de la democracia. Como lo afirma Robert Dahl, una democracia tendrá muchas más probabilidades de sortear las crisis si una mayoría de ciudadanos prefiere esta forma de gobierno y se conduce conforme a sus valores y principios (Dahl 1999, 178). De hecho, sin cooperación y autocontrol de la ciudadanía en prácticamente todas las áreas de la vida social, como lo han argumentado Kymlicka y Norman (1996, 14), la capacidad de las sociedades democráticas de funcionar con éxito disminuye progresivamente y, en el extremo, corren el riesgo de colapsar. 4 En este manual se analizan los resultados de diversos estudios y encuestas sobre la cultura política nacional. Los datos son inquietantes: dejan ver que sectores de la ciudadanía están insatisfechos con la democracia, o peor aún, que no la consideran como la mejor forma de gobierno. Por esto, se concluye que en el caso mexicano es necesario desplegar un esfuerzo adicional y construir no sólo una cultura democrática, sino además una cultura de la justicia electoral. La cultura de la justicia electoral procura identificar el papel central que en una democracia como la mexicana tiene todo el dispositivo normativo e institucional diseñado para resolver las controversias electorales mediante los mecanismos jurisdiccionales. Más específicamente, la justicia electoral cumple funciones cruciales para el buen desarrollo de la democracia, dado que permite: Mantener la paz social al encauzar los conflictos político-electorales por vías institucionales. Proteger los derechos político-electorales de los ciudadanos. Asegurar la realización de elecciones limpias y equitativas. Garantizar la legalidad y constitucionalidad de los actos y las resoluciones de autoridades electorales y partidos políticos. En ese sentido, este manual también destaca la importancia de una cultura de justicia electoral, la cual pasa por reconocer la importancia de los tribunales electorales en la resolución de los conflictos políticos y electorales a través de mecanismos institucionales. Se resaltan también los efectos positivos que implica para la consolidación democrática, ya que permite mantener y restaurar la legalidad de los procesos y preservar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Si bien las instituciones tienen tareas clave al fomentar y mantener una cultura democrática y de justicia electoral, ambas requieren de una exigencia de los ciudadanos para el cumplimiento de las leyes, que las autoridades se apeguen a los principios democráticos, que tutelen efectivamente los derechos políticoelectorales de los ciudadanos, que cumplan con determinados estándares, que 5 sus criterios sean consistentes, que sus resoluciones estén debidamente fundadas y que éstas sean comprensibles para un público no especializado. Sin embargo, mientras la ciudadanía carezca de los conocimientos, herramientas y habilidades técnicas para hacerlo, no podrá realizar esa fiscalización. Por lo tanto es necesario establecer canales institucionales que permitan una interacción positiva con base en mecanismos de transparencia, capacitación y divulgación, simplificación de trámites, y acercamientos mutuos de manera sistemática y frecuente. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) asume esa responsabilidad como propia al ser la máxima autoridad jurisdiccional en la materia electoral, como le reconoce la Constitución. El presente manual concluye revisando las funciones del TEPJF que contribuyen a generar un compromiso público con la defensa de la democracia, y aquellas otras que están orientadas a fortalecer las competencias ciudadanas para ejercer una vigilancia atenta y crítica sobre el desempeño institucional. La cultura de la justicia electoral es una avenida que, al ser transitada en ambos sentidos: de las instituciones hacia la ciudadanía y de ésta hacia las primeras, puede contribuir a fortalecer la efectividad de los tribunales electorales y, en consecuencia, a reforzar la confianza ciudadana en ellos, creando un círculo virtuoso que afiance la democracia mexicana. Contenido del Manual Este manual explica las características conceptuales de la cultura democrática y la cultura de la justicia electoral desde la literatura especializada. La exposición del tema está integrada por cuatro unidades que ofrecen un panorama general que va de la revisión teórica al caso mexicano, con la siguiente estructura: 1. Cultura política democrática. 2. Cultura política en México. 6 3. Cultura de justicia electoral en México. 4. La contribución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en el desarrollo de la cultura de la justicia electoral. En el primer apartado se desarrollan los elementos conceptuales de cultura política, los tipos que proponen algunos especialistas, su relación con la cultura democrática y los componentes de esta última. Finalmente se muestra cómo desarrollar y fortalecer la democracia a partir de los valores de la cultura política democrática. En el segundo apartado se analiza la cultura política en México a partir de información cuantitativa extraída de las diversas Encuestas sobre Cultura Política (ENCUP) que se aplicaron en México en 2001, 2003, 2005 y 2008. Esta información se complementa con datos del Latinobarómetro 2009 y 2010. Se evalúa la percepción que tienen los ciudadanos sobre política, la disposición que muestran hacia la democracia, su nivel de participación y sus opiniones respecto a la ley, la legalidad y la justicia. En el tercer apartado se aborda la importancia de la justicia electoral en la democracia mexicana y cómo forma parte de su cultura democrática. Se hace énfasis en cómo el enfoque teórico del “garantismo” ha servido para fortalecer la justicia electoral a partir de la adopción de una visión amplia sobre la protección de los derechos políticos electorales de los ciudadanos. En el último apartado se explica el rol que juega el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para la promoción de la cultura política democrática, no sólo al resolver conflictos electorales y proteger los derechos políticos electorales de los ciudadanos, sino además desde la dimensión de divulgación, capacitación e investigación de la cultura democrática y de la cultura de justicia electoral. 7 Ubicación del tema dentro de la oferta académica del CCJE Este manual fue elaborado como material de apoyo del curso Cultura Democrática y Cultura de Justicia Electoral que es impartido por el Centro de Capacitación Judicial Electoral (CCJE) del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), como parte de su oferta de capacitación externa. El curso es de nivel general, y está dirigido a ciudadanos interesados en la materia cultura política y democrática, funcionarios electorales y militantes de partidos políticos. Para tomar este curso, se recomienda que los participantes hayan cursado o conozcan los fundamentos de algunos temas de nivel general como Régimen democrático, Derecho Electoral Mexicano, y Autoridades electorales. La oferta y los materiales de capacitación de los cursos que imparte el CCJE pueden consultarse en la dirección electrónica: http://www.te.gob.mx/ccje/unidad_capacitacion/materiales_capacitacion.html Los materiales de capacitación elaborados por el CCJE tienen el fin de fortalecer la transmisión de conocimientos dirigida a organismos electorales, partidos políticos, agrupaciones políticas y ciudadanos interesados en la materia electoral. 8 1. Cultura política democrática Al final de esta sección, los participantes identificarán el concepto y tipos de la cultura política, su relación con la cultura política democrática la forma de arraigar y fortalecer la cultura democrática. 1.1 El concepto de cultura política Cultura política es un término de uso muy extendido. Se le utiliza de manera genérica y coloquial para referir un conjunto de actitudes, ideas, reacciones o comportamientos sociales frente a fenómenos políticos. Pero la amplia difusión del término no ha implicado una mejor comprensión de su significado. La cultura es el conjunto de símbolos, normas, creencias, ideales, costumbres, mitos y rituales que toda sociedad construye para representarse al mundo y explicarse los distintos fenómenos que en él ocurren. Se trata de sentidos socialmente compartidos que otorgan identidad a los miembros de una comunidad, generan un sentido de pertenencia y orientan la acción de sus miembros. La política, por su parte, es el ámbito de la sociedad relativo a la organización y ejercicio del poder: “Es el espacio donde se adoptan las decisiones que tienen proyección social, es decir, donde se define cómo se distribuyen los bienes de una sociedad, o sea, qué le toca a cada quién, cómo y cuándo” (Peschard 2008, 9). Si se reúnen ambos elementos se tiene una primera aproximación al concepto. Cultura política es el conjunto de concepciones, juicios, valores y actitudes que una sociedad tiene en relación con el poder político (la autoridad, las instituciones públicas, y en términos más generales el Estado) y también respecto a las distintas formas en que los mecanismos de obediencia a las leyes y autoridades se aplican. 9 Cuando se habla de cultura política no se está haciendo referencia a las conductas objetivas de los ciudadanos y los actores políticos, a pesar de que tales conductas expresan una determinada cultura política. No obstante, se busca “penetrar en los supuestos fundamentales que gobiernan las conductas políticas” (Peschard 2008, 17). En términos generales, se busca responder a dos preguntas: 1) ¿Cuáles son las percepciones de la sociedad respecto a la política? 2) ¿De qué manera estas percepciones influyen en el desempeño de instituciones políticas específicas y en la conducta de los políticos y los ciudadanos?1 1.2 Cultura política y democracia Estas preguntas alentaron las primeras investigaciones empíricas en la materia, entre ellas La cultura cívica. Estudio sobre la participación política democrática en cinco naciones (1963), en la que Gabriel Almond y Sidney Verba se propusieron identificar la cultura política en la cual la democracia liberal puede desarrollarse mejor. Fue en ese estudio pionero donde Almond y Verba distinguieron las tres dimensiones que integran la cultura política, esto es, las orientaciones prevalecientes hacia los objetos políticos: 1 Ciertos autores ven con reserva el hecho de que en ocasiones se presente a la cultura política como el factor casi único que explica el funcionamiento de las instituciones políticas, anulando el peso que pueden tener otras variables. Incluso algunos de ellos plantean que si hay una relación de causalidad, ésta es justamente la inversa: serían las instituciones políticas las que moldearían la cultura política y no al revés. Quienes así piensan, sostienen que las instituciones son las que estructuran y condicionan los comportamientos de los ciudadanos, al margen de si éstos se hallan personalmente convencidos de actuar en un determinado sentido. En consecuencia, el acento tendría que estar puesto en un buen diseño de las instituciones, de suerte que éstas fuercen a las personas a actuar bajo su lógica, independientemente de si creen o no en las bondades de la democracia. La relación, en todo caso, es de interdependencia y de recíproca influencia. Aunque analíticamente quizás sí es posible otorgar primacía a uno de los factores de la ecuación. Roberto Gutiérrez ha escrito a este respecto: “Es a partir de la cultura política que los miembros de una comunidad perciben, significan, comprenden y hacen funcionar de determinada manera al sistema político. Éste no existe al margen de la cultura política”. (Gutiérrez 1996, 74). Óptica bajo la cual tiene sentido afirmar que la democracia funciona mejor donde existe una cultura política que apoya y refuerza la institucionalidad y el marco normativo propio de la democracia. 10 1) La cognoscitiva, que remite a los conocimientos que la población tiene en torno al sistema político en general y en torno a sus actores en particular. 2) La afectiva, que remite a los sentimientos que el sistema político genera en la población, y que pueden ser de apego o rechazo. 3) La evaluativa, que remite a los juicios que la población elabora acerca del sistema político. La forma en que las tres dimensiones se combinan, el peso específico que tiene cada una de ellas y la forma como inciden en el sistema político, constituye la base sobre la que descansa la clasificación de las culturas políticas. Sidney y Verba distinguen tres tipos puros de cultura política: 1. La cultura política parroquial, en la que los individuos: Tienen una visión puramente local de la política. Carecen de conciencia sobre la existencia de un gobierno central. No se perciben a sí mismos como personas autorizadas o capacitadas para influir en el curso de la política. 2. La cultura política subordinada, en la que los individuos: Son conscientes de la existencia de un sistema político nacional. Se relacionan con los productos de dicho sistema (como usuarios de servicios públicos o beneficiarios de las acciones de gobierno). No se involucran, más que de forma subordinada, en el proceso de toma de decisiones del gobierno. 3. La cultura política participativa, en la que los individuos: Tienen conciencia del sistema político nacional. Están interesados en la forma cómo opera. Tienen capacidad para influir en las decisiones y políticas públicas y vigilan su aplicación. 11 Para Almond y Verba, una democracia estable requiere una cultura política que ellos denominan cultura cívica, esencialmente participativa, pero con rasgos de moderación y corresponsabilidad ciudadanas que dan a las autoridades un margen importante de flexibilidad en su gestión. La cultura cívica es, entonces, una cultura mixta, cuyos rasgos esenciales son los siguientes: Una conciencia muy viva de los derechos ciudadanos y capacidad para influir en las políticas públicas. Un sentido de respeto y deferencia hacia la autoridad. Un sentido de corresponsabilidad respecto de la comunidad. Un buen número de miembros activos en diversos tipos de asociaciones voluntarias. Un alto orgullo por su sistema político. (Peschard 2008, 21-23). Entre los diversos trabajos publicados posteriores a Almond y Verba destaca el de Robert Putnam, Making Democracy Work (1993). Putnam analizó la eficiencia de las instituciones democráticas en Italia. Ofreció evidencia empírica en el sentido de que el buen o mal funcionamiento de dichas instituciones dependía básicamente de la existencia o inexistencia de una cultura cívica republicana. (Salazar 1996, 83)2 Otros de los factores que contribuyeron a nuevas investigaciones sobre cultura política fueron los procesos de democratización que se dieron en Europa del sur, América Latina y Europa del este, desde mediados de los años 70 y a lo largo de los años 80 y parte de los 90; los cuales plantearon dos interrogantes clave: i) ¿qué papel jugaron las élites políticas y distintos movimientos y organizaciones sociales en el inicio de las transiciones?; y ii) ¿qué rol 2 Luis Salazar explica lo siguiente: “Partiendo de la reforma política que en 1970 descentralizó al Estado italiano, creando gobiernos regionales y locales, (Putnam) se pregunta por las razones por las que, mientras en las regiones del norte las instituciones creadas lograron un alto nivel de eficiencia, en las regiones del centro y del sur, en cambio, el funcionamiento de las mismas muestra déficits considerables […] Después de descartar otras posibles explicaciones de esta eficiencia –mayor o menor polarización política, gobiernos de tal o cual partido, niveles de educación o urbanización-, Putnam llega a la conclusión de que la variable decisiva para entender el éxito o fracaso relativos de las instituciones democráticas de gobierno sólo puede ser la mayor o menor presencia de tradiciones y virtudes cívicas”. (Salazar 1996, 83). 12 corresponde desempeñar a los diferentes actores sociales y políticos en la estabilización y consolidación de las democracias emergentes? Respecto al primer punto, Ángel Flisfish (citado en Gutiérrez 2007, 118-9) distinguió entre cultura política de las élites y cultura política de las masas. Con base en ello, mostró que lo crucial en las transiciones es que exista un consenso creciente a favor de la democracia en segmentos clave de las élites políticas. Su planteamiento es que, en condiciones en que aún prevalece el dominio autoritario, son estas élites las que tienen en sus manos la posibilidad efectiva de generar y llevar adelante procesos de cambio político. En torno a la segunda pregunta, diversos autores señalan que si bien la cultura política puede no ser una variable decisiva en los procesos de transición, todo indica que sí lo es en las etapas de consolidación democrática. Esto es, cuando pasada la transición e instauradas las principales instituciones de la democracia, ésta debe acreditar, en el día a día, su superioridad ética con respecto a los regímenes autoritarios, así como su mayor capacidad de gestión de la problemática social, de conducción política y de provisión de garantías de orden en un contexto de libertad, pluralismo y respeto a los derechos humanos. La superioridad de la democracia no es algo evidente por sí mismo a los ojos de la población. La sobrecarga de expectativas, las crisis económicas, los rezagos estructurales, las desigualdades, la inseguridad pública, pero también las diferencias religiosas, étnicas o culturales, someten a duros desafíos a todas las democracias, en especial a las democracias emergentes o recientes. La persistencia de estas u otras problemáticas puede hacer dudar a determinados segmentos sociales acerca de la viabilidad y conveniencia de la democracia. Donde ésta carece de respaldo social, las crisis pueden escalar y desembocar en el colapso del régimen democrático. Robert Dahl argumenta que la preferencia de los ciudadanos por la democracia es una variable que influye en la persistencia o no de una democracia: A menos que una mayoría sustancial de los ciudadanos prefiera la democracia y sus instituciones políticas a cualquier alternativa no democrática y apoye a los 13 líderes políticos que sostienen las prácticas democráticas, la democracia difícilmente sobrevivirá a sus inevitables crisis. De hecho, incluso probablemente bastaría con una amplia minoría de antidemócratas violentos y militantes para destruir la capacidad de un país para mantener sus instituciones democráticas. (Dahl 1999, 178-9). Más allá de estas situaciones límite, es un hecho que el funcionamiento cotidiano y la calidad de la democracia dependen no sólo de un correcto diseño de controles y equilibrios institucionales. Dependen también de las actitudes de sus ciudadanos. Kymlicka y Norman (1997, 6) señalan que las democracias se vuelven difíciles de gobernar e incluso inestables ahí donde no existen ciudadanos con capacidad de tolerar y trabajar conjuntamente con individuos diferentes, con deseos de participar en el proceso político a fin de promover el bien público y sostener autoridades controlables, y con disposición a autolimitarse y a ejercer la responsabilidad personal en sus reclamos económicos. Estos mismos autores exponen diversos ejemplos que muestran que el buen funcionamiento de la democracia necesita cierto nivel de virtud ciudadana y de preocupación por lo público: Consideremos las múltiples maneras en que las políticas públicas dependen de las decisiones responsables a nivel de los estilos de vida personales: el Estado será incapaz de proveer cuidados sanitarios adecuados si los ciudadanos no actúan responsablemente hacia su propia salud (siguiendo una dieta balanceada, haciendo ejercicio y controlando el consumo de alcohol y tabaco); […] El Estado no podrá proteger el medio ambiente si los ciudadanos no aceptan reducir el consumo o practicar el reciclaje en sus propios hogares; la capacidad del gobierno para regular la economía puede debilitarse si los ciudadanos se endeudan demasiado o exigen aumentos salariales excesivos; los intentos de crear una sociedad más justa van a sufrir serios tropiezos si los ciudadanos exhiben una intolerancia crónica hacia la diferencia o si carecen de lo que Rawls llama “sentido de la justicia”. Sin cooperación y autocontrol en estas áreas, la capacidad de las sociedades liberales de funcionar con éxito disminuye progresivamente. (Kymlicka y Norman 1997, 14) Resulta clave para la calidad y perdurabilidad de la democracia la existencia de un extendido convencimiento social acerca de la deseabilidad del régimen democrático, así como de la utilidad práctica de sus valores e instituciones. 14 1.3 Los componentes de la cultura política democrática La democracia representativa es ante todo un método, un conjunto de procedimientos para formar gobiernos, “pero este método presupone un conjunto de valores éticos y políticos que lo hacen deseable y justificable frente a sus alternativas históricas: el autoritarismo o la dictadura” (Salazar 2008, 25). ¿Cuáles son esos valores clave que deben ser entendidos y asumidos por los ciudadanos, y que favorecen la existencia de la democracia? Libertad Es el valor que postula el derecho de cada individuo a realizar determinadas actividades sin interferencias del Estado o de otros particulares. La libertad individual no es irrestricta: se ve limitada por la necesidad de no afectar la libertad de los demás y por la existencia de mayor o menor cantidad de opciones para elegir. La ausencia de opciones limita en la práctica el ejercicio de la libertad. En las democracias, la libertad se institucionaliza en una serie de derechos específicos (de pensamiento, expresión, tránsito, religión, etcétera). Vistos en conjunto, son derechos que le permiten a la persona elegir y definir sin interferencias su propio proyecto de vida. Se puede distinguir, además, una específica libertad democrática, que significa capacidad para elegir a quien nos gobierne. Supone el derecho de cada individuo a participar en las decisiones colectivas. Esta libertad democrática también se concreta en una serie de derechos como: expresión, reunión, asociación, manifestación, sufragio. Igualdad En la democracia, el valor de la igualdad remite a la convicción de que todo individuo es sujeto de los mismos derechos fundamentales. La igualdad democrática, de naturaleza política, postula que todas las personas están capacitadas para participar en política, formar gobiernos y autorizar políticas. 15 Esto supone un repudio a todo discurso que implique restringir el ejercicio de la política a unos cuantos, y un rechazo a toda ideología que sostenga la superioridad natural de raza, género o clase social, así como a toda práctica de discriminación. Ahora bien, tener los mismos derechos es distinto a homogeneizar a la sociedad. La igualdad democrática es una igualdad “no uniformadora” (Salazar 2008, 31). Es decir, no pretende abolir el pluralismo y la diversidad, ni tampoco anular las distinciones por méritos o capacidades. Aunque la igualdad democrática no signifique igualdad material (social o económica), no le es indiferente el tema. Y es obvio por qué: las desigualdades extremas pueden limitar la posibilidad real de ejercer los distintos derechos, incluidos los políticos. De ahí que la igualdad democrática sostenga un compromiso ético con la promoción de la equidad económica y la inclusión social y cultural. Fraternidad Es el valor que consiste en la conciencia de que, más allá de cualquier identidad circunstancial o histórica, lo que une a todas las personas sin excepción es su igual condición de seres humanos. Por ende, implica una actitud de ayuda y colaboración con el otro, y sobre todo con aquel que requiere asistencia o tiene algún tipo de desventaja (económica, física, psicológica, etcétera). Un equivalente actual en el ámbito público al valor de la fraternidad es la solidaridad. De esa convicción primaria se desprende la idea de que, a pesar de sus diferencias y conflictos, los miembros de una sociedad no deben verse como enemigos irreconciliables. Lo anterior supone renunciar a actitudes impositivas y beligerantes, basadas en la idea de que las diferencias sólo pueden superarse mediante la aniquilación o la exclusión de los rivales. La alternativa a esta visión bélica de la política y las relaciones sociales está en el diálogo, el debate razonado, la ayuda y la tolerancia. 16 [Esto] no significa que la fraternidad democrática anule o supere la inexorable conflictividad de las sociedades modernas. En la medida en que se trata de sociedades plurales […] sólo pueden ser esencialmente conflictivas […] Pero existen dos modos totalmente opuestos de entender el conflicto y la competencia: como guerra […] o como lucha civilizada y pacífica entre adversarios capaces de convertir sus propias contradicciones en motor de un debate abierto y racional […] (Salazar y Woldenberg 2008, 34-35) Tolerancia La tolerancia democrática no se reduce a aceptar a los otros a regañadientes. Si bien históricamente la tolerancia nació de una situación de equilibrio de fuerzas en el que ninguno de los oponentes pudo imponerse a los demás, teniendo que reconocerse mutuamente legitimidad y derechos (Salazar y Woldenberg 2008, 34), actualmente la tolerancia supone: o El respeto al otro y a su derecho a ser diferente. o El derecho al disenso. o El reconocimiento del otro como legítimo interlocutor. o La admisión de que en política nadie tiene siempre toda la razón. o La apertura a la crítica. Pluralismo Es el valor que reconoce a la diversidad como algo inherente y positivo a la sociedad, que debe ser preservado como un bien en sí mismo. Es el polo opuesto de todas las concepciones integristas, dogmáticas o fundamentalistas que comparten una misma premisa: la de que un grupo social, un partido o una ideología encarna todos los valores positivos. El pluralismo entraña una concepción según la cual creencias diferentes e incluso contradictorias pueden convivir en un mismo espacio político, sin que ello represente riesgo alguno de disgregación social. El pluralismo está estrechamente vinculado con el valor de la tolerancia en tanto implica el reconocimiento genuino del otro. El pluralismo en democracia implica que todos los individuos participen en el ámbito público, y que más específicamente tengan una representación que defienda sus intereses y creencias. 17 Participación La democracia es inconcebible sin la participación ciudadana. Es ésta la que concreta el principio de que en una democracia es el pueblo el que gobierna. Por tanto, la disposición a involucrarse libre y activamente en los asuntos públicos es un valor democrático fundamental. La participación ciudadana se basa en la convicción de que se busca cierto control sobre las élites políticas y sobre las decisiones que éstas adoptan. La participación implica no sólo involucrarse en el debate público. También significa supervisar la gestión de los gobernantes, asegurarse que se apeguen a la ley e imponerles costos políticos por su ineficiencia o excesos. Diálogo Como valor, postula la visión de una sociedad abierta en la que los problemas sociales y las posturas en conflicto se someten a una deliberación pública libre, privilegiando la argumentación antes que el principio de autoridad. Implica reconocer en los otros a interlocutores legítimos. Legalidad Encarna la disposición a respetar las normas que regulan la vida en sociedad y a vigilar que los gobernantes no incurran en actos arbitrarios ni violatorios de los derechos fundamentales de las personas. Concibe a la ley como un instrumento para resolver pacífica y civilizadamente los conflictos inherentes a la vida en sociedad. Paz social Es el aprecio por mecanismos institucionales que permiten elegir gobernantes, modificar políticas o revocar mandatos de manera civilizada. La paz forzada puede prevalecer en los regímenes autoritarios y dictatoriales pero con controles estrictos y amenazas constantes. La paz de una democracia deriva de la existencia de cauces institucionales para resolver los conflictos y de la disposición de los individuos para acogerse a ellos. 18 1.4 Generación de una demanda social de democracia Una democracia puede estancarse cuando tiene una ciudadanía indiferente, debido a su desapego de la política y a su incomprensión sobre las ventajas comparativas que presenta este régimen frente a otros órdenes políticos. De ahí la importancia de generar una demanda social de democracia, es decir, que los propios ciudadanos exijan vivir en democracia. No obstante, es difícil que la gente pida algo cuyo funcionamiento y utilidad desconoce, o que defienda lo que no forma parte de sus intereses. De suerte que no demandará vivir en democracia a menos que entienda y asuma que ésta es superior a cualquier otro régimen, no sólo en términos éticos, sino políticos y de gestión de la problemática social y la convivencia humana. Para ello, la educación para la democracia debe mostrar a la gente que la democracia conviene a todos porque: Es un régimen de libertades. Pone en el centro de sus preocupaciones a la persona y sus derechos. Promueve el respeto a la dignidad humana. Permite que las personas elijan libremente y supervisen a sus gobernantes. Favorece que los individuos definan y realicen su propio proyecto de vida. Lo anterior puede realizarse vinculando la vida cotidiana con la democracia, de suerte que la gente perciba las ventajas prácticas de la vida en democracia. Esto se debe reflejar incluso en aquellos aspectos más cotidianos y privados de sus vidas como la de realizar actividades individuales y sociales sin supervisión estatal, o de elegir los estilos de vida y de recreación que estime convenientes sin despertar la desconfianza de las autoridades, tal como no ocurre en regímenes autoritarios. 19 1.5 Reapropiación ciudadana de la política Resulta importante dignificar la política y rescatarla del descrédito. Dignificar la política presenta tres retos: Resignificar la política: presentarla como una actividad crucial que da orden a la vida social y sirve para regular y resolver los conflictos de la colectividad. Singularizar la política democrática: establecer que hay diversas maneras de hacer política, y que de entre ellas la política democrática es la que ofrece mayores ventajas como medio de deliberación y elección racionales y como garantía de convivencia civilizada entre distintos grupos. Identificar y poner al alcance de la ciudadanía los dispositivos de control sobre gobernantes y políticos en general: puntualizar que la democracia, si bien no vacuna a la sociedad contra los políticos que abusan del poder, sí ofrece herramientas diversas para que la ciudadanía vigile la acción de sus gobernantes, les exija cuentas y, en su caso, pueda denunciarlos y castigarlos. 20 2. Cultura política en México Al final de esta sección, los participantes distinguirán los principales rasgos de la cultura política en México, así como las percepciones ciudadanas predominantes sobre la política, la democracia, la ley, la legalidad y la justicia. Luego de las primeras encuestas de intención de voto de finales de los 80 e inicios de los 90 se realizaron estudios sobre cultura política que recogieron la percepción de los ciudadanos sobre las instituciones políticas (Krotz 2002). A partir de 2001 se han incrementado los estudios acerca de la cultura política. Destaca la Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP), aplicada en 2001, 2003, 2005 y 2008. También sobresalen la Encuesta Nacional sobre la Constitución (Instituto de Investigaciones Jurídicas), La naturaleza del compromiso cívico: capital social y cultura política en México (IFE) y la Encuesta Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (Transparencia Mexicana). Esta proliferación de estudios responde a diversas motivaciones: […] El conocimiento de la cultura política de los ciudadanos permite, así se espera, explicar su conducta política actual y poder hacer predicciones para el futuro cercano. Asimismo, este conocimiento permitiría evaluar normatividad, funcionamiento y estructura de determinadas instituciones políticas […] (Krotz 2002, 43-44, cursivas de los autores). Los estudios de cultura política han buscado entender las acciones y las decisiones de los ciudadanos, además de sus opiniones respecto a las instituciones políticas. Recientemente la disciplina jurídica ha incidido en los estudios sobre cultura de la constitución y cultura de la legalidad. En estos últimos se indaga la percepción de los ciudadanos acerca de la ley, los tribunales y las actividades que éstos y los jueces desempeñan en la solución de controversias. En los apartados siguientes se revisan encuestas nacionales e internacionales que abordan diversos aspectos de la cultura política en México: 21 Cómo se informan los ciudadanos Su interés en la política Su percepción sobre la misma Su disposición hacia la democracia Su nivel de organización y participación Su percepción sobre la ley, la legalidad, los derechos humanos y la justicia 2.1 Información sobre política La información y el conocimiento son insumos necesarios para tomar decisiones y formular demandas específicas. Obtener información de los asuntos públicos y analizarla críticamente son requerimientos para el ejercicio de la ciudadanía3. Para la ciudadanía es crucial contar con información acerca de los asuntos públicos. De la información que disponga dependen no sólo las acciones puntuales que decida adoptar sino la imagen que se haga del gobierno y la actitud que tome hacia la política. Por ello es necesario conocer los niveles y los tipos de datos e informes políticos que logra obtener, además de las fuentes de donde los obtiene. El conocimiento de los mexicanos sobre los asuntos públicos es bajo en temas de índole federal. Sólo 35.6% identifica correctamente cuáles son los poderes de la Unión, y 32.7% conoce el tiempo de duración en el cargo de los diputados ni reconocen al partido mayoritario en la cámara baja. No obstante, este conocimiento en materia política es mayor a nivel estatal, ya que 76% logra decir correctamente el partido al que pertenece el gobernador y su respectivo nombre (Ver gráfica 1). 3 Para esta sección se utilizarán los resultados de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) en sus cuatro versiones (2001, 2003, 2005 y 2008), también de la Encuesta Mundial de Valores y del Latinobarómetro 2009 y 2010. Se usarán datos comparados cuando sea posible por la similitud de la respuesta en algunas de estas bases de datos. Se utilizarán datos singulares cuando no se encuentren valores comparativos por las diferentes estructuras de los cuestionarios aplicados. 22 Gráfica 1: Conocimiento de los ciudadanos sobre política federal y estatal 90 80 76.6 76.1 70 60 50 35.6 40 32.7 32.6 30 Respuesta correcta 20 10 0 Partido al que Nombre del pertenece el Gobernador Gobernador del Estado del Estado Cuáles son Duración de Partido con los Poderes los diputados mayor de la Unión en el cargo número de diputados Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005, 2008 En la gráfica 2 se observa que la televisión es el medio por el que se informa la mayoría de las personas (88.6%); le siguen la radio y los periódicos (ENCUP 2008). Los resultados son consistentes con lo que indica un informe regional para América Latina, el cual reporta que la televisión es el medio por el que la mayoría de las personas se informa de política (81%) (Latinobarómetro, 2009). No se puede esperar una información profunda o de buena calidad respecto de la televisión, dado que los noticieros televisivos se caracterizan por proveer información fragmentada y descontextualizada. La información política presentada a través de la televisión se caracteriza por su banalidad y por concentrarse en unos pocos actores, principalmente los gobernantes y entre todos ellos, especialmente el presidente (Gutiérrez 2007, 13). 23 Gráfica 2: Principales medios de comunicación por los cuales la ciudadanía se entera de lo que pasa en política 100 90 88.6 80 70 60 52.5 50 43 40 30 20 10 0 Televisión Radio Periódicos Fuente: ENCUP 2008 En conclusión, los ciudadanos tienen poca información y de baja calidad en cuanto a política federal. Se asume la hipótesis que si su fuente de información más recurrente es la televisión, entonces ésta puede ser una de las causas principales de esta carencia. 2.2 Interés en la política El interés en la política muestra la disposición de las personas hacia los asuntos públicos. En ese sentido, el interés de los ciudadanos también indica su nivel de involucramiento y su disposición a participar en asuntos públicos. Un nivel bajo de interés se relaciona por lo general con ciudadanos poco participativos y alejados de la política. El gráfico 3 muestra una tendencia alta en el poco o nada interés de los ciudadanos por los asuntos públicos. Esta cifra ha disminuido en el último periodo de 2008. Se puede suponer una asociación entre este bajo interés en la política y la poca calidad y cantidad de información que tienen las personas. 24 Gráfica 3: Lo que los ciudadanos generalmente hacen cuando la gente empieza a hablar de política 70 64.3 60 50 62 52 48.3 40 Dejan de poner atención y no participan 30 20 10 0 2001 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005 y 2008. 2.3 Percepción sobre la política ¿Qué piensan los ciudadanos sobre la política? Una primera aproximación a este tema es a través de la percepción de los mexicanos acerca del grado de complejidad de la política. La mayoría de los entrevistados (51.8%) en 2008 opinan que la política es muy complicada, aunque esta idea ha disminuido ligeramente desde el inicio de las ENCUP a partir de 2001, como se muestra en la gráfica 4. 25 Gráfica 4: Percepción de los ciudadanos sobre la política 70 65.2 65 60 56 51.8 50 40 Si, es demasiado complicada 30 20 10 0 2001 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005 y 2008. Otra percepción relevante de los entrevistados es que piensan que los políticos, gobernantes y partidos, no se interesan en lo que piensan los ciudadanos y tampoco cumplen el rol de representar sus intereses. Se puede observar en la gráfica 5 que 62.3% de los ciudadanos en 2008 opinan que los gobernantes no atienden las preocupaciones de sus representados. La mayoría de los entrevistados 2008 (50.3%) considera que los diputados y senadores sólo piensan en sí mismos al momento de elaborar las leyes, luego en sus propios partidos (23%), y al final en los intereses de la población (11.4%). Lo relevante en la gráfica 6 es que la tendencia de atribuir desinterés de los legisladores por sus representados se ha incrementado notablemente desde 2001. 26 Gráfica 5: Percepción ciudadana sobre lo que piensan sus gobernantes ¿Qué tanto cree que a los gobernantes les interesa lo que piense la gente como usted? 90 84.9 80 80 70 62.3 60 50 Mucho 40 37.7 Poco y nada 30 20 20 11.7 10 0 2001 2003 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2008. Gráfica 6: Percepción de los ciudadanos sobre lo que los diputados y senadores toman en cuenta al elaborar leyes 60 50 52.5 50.3 43 40 Los intereses de la población 30 Los intereses de los partidos 25 20 10 14.3 23 16 13.1 11.4 0 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2003, 2005 y 2008. 27 Los intereses de los propios diputados y senadores Además, los ciudadanos entrevistados no consideran relevante el rol de los partidos políticos para mejorar al país. La gráfica 7 muestra que 63.8% considera de poca utilidad a estas instituciones. Si bien la mala opinión sobre los partidos políticos es una tendencia general a nivel internacional, en México el “desencanto” se ha producido en relativamente poco tiempo. Se observa que la percepción negativa sobre los partidos políticos se ha incrementado notablemente a lo largo del tiempo en que se realizaron las encuestas (más de 23 puntos en siete años). Gráfica 7: Percepción de los ciudadanos sobre la necesidad de los partidos políticos para la mejoría del país 70 63.8 60 55 50 47.6 40 40 45.1 38 38 Muy necesarios 30 28.9 Poco necesarios 20 10 0 2001 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005, 2008. La gráfica 8 muestra que la institución de mayor aprobación entre la población (41.6%) es el ejército; le sigue el Instituto Federal Electoral que supera el tercio de los encuestados (36.9%). Las instituciones que tienen la confianza de un poco menos de la cuarta parte de los ciudadanos entrevistados son la Comisión Nacional de Derechos Humanos (23.5%), el Presidente de la República (23.4%), y en menor medida los gobernadores. Las instituciones de menor prestigio son los diputados, los senadores, la policía y en último lugar los partidos políticos. Esta baja popularidad de los políticos y los partidos es consistente con los datos presentados en las gráficas 6 y 7. 28 Gráfica 8: Confianza ciudadana en las instituciones del Estado mexicano 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 44.6 36.9 23.5 23.4 22.1 18.3 15.7 10.8 9.8 9 4.6 Fuente: ENCUP, 2008. La gráfica 9 ilustra que la iglesia es la institución de mayor prestigio entre los ciudadanos (44.6%), de las instituciones que no pertenecen al Estado. Esta cifra es ligeramente superior al prestigio del ejército. Mucho más abajo se ubican los maestros y los medios de comunicación. Es relevante mencionar que los sindicatos y empresarios tienen el menor prestigio, casi a la par de los partidos y legisladores. La confianza depende mucho de la capacidad de respuesta que estas instituciones tienen frente a la población, ya sea en cuanto a demandas específicas, su desempeño o eficiencia, y respecto de la imagen pública que proyectan. Por ejemplo, escándalos negativamente estos resultados. 29 de corrupción pueden afectar Gráfica 9: Confianza ciudadana en las instituciones públicas que no pertenecen al Estado mexicano 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 44.6 28.9 17.5 Iglesias Maestros Medios de comunicación 7.1 6.9 Sindicatos Empresarios Fuente: ENCUP 2008. 2.4 Disposición hacia la democracia Como muestra la gráfica 10, 50.4% de los ciudadanos mexicanos están de acuerdo en que México es una democracia, y 32.5% manifestó su desacuerdo. Cuando se preguntó cuán democrático es cada país, en una escala de uno a diez, México obtuvo una calificación de 5.9 y la región de 5.8 (Latinobarómetro 2009, 105). Gráfica 10: Perspectiva ciudadana sobre el estado de la democracia en México 60 50 40 52 38 50.4 41 39.1 32.5 30 28 México no vive en una democracia 21.9 20 10 0 2001 2003 México vive en una democracia 2005 2008 Fuente: ENCUP: 2001, 2003, 2005 y 2008. 30 En cuanto a las preferencias ciudadanas respecto de la democracia como régimen político, las encuestas suelen preguntar que es mejor para el país: una dictadura que asegure el avance económico aunque no respete los derechos de las personas, o una democracia que respete los derechos de las personas, aunque no garantice el avance económico. La gráfica 11 señala un ligero descenso de la legitimidad de la democracia entre 2001 y 2008. Comienza con 56% en la ENCUP de 2001 y al final se registra 53.9% en la ENCUP de 2008. No obstante ese decremento, la democracia sigue siendo la opción mayoritaria en México. En 2008 a nivel de Latinoamérica, 57% prefería la democracia a la dictadura. Vale decir que México estaba ligeramente por debajo del promedio de la región (Latinobarómetro 2010). Esta misma fuente indica que el apoyo a una forma de gobierno democrática en México sigue disminuyendo a 49% para 2010, considerando un promedio de 59% para toda la región latinoamericana. Gráfica 11: Preferencia de la ciudadanía por la democracia como forma de gobierno 80 70 60 50 68.4 56 53 48 56 53 57 53.9 Es mejor la dictadura 40 Latinobarómetro: Es mejor la democracia 30 20 10 Es mejor la democracia 19 13 17 16 14 15 13 Latinobarómetro: Es mejor la dictadura 7.2 0 2001 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005, 2008 y Latinobarómetro 2010. No obstante la preferencia mayoritaria por la democracia, los mexicanos manifiestan un descontento hacia la misma en términos concretos, es decir en referencia a cómo funciona la democracia en México. Esto se aprecia en la gráfica 12, donde para la última ENCUP de 2008, 51.7% se siente poco o nada 31 satisfecho con la democracia en México. Sin embargo, esta insatisfacción con la democracia predomina en América Latina, ya que 59% de los entrevistados en la región se pronuncia como insatisfechos. Gráfica 12: Insatisfacción ciudadana con la democracia en México 70 60 66 65 61 61 59 55 51.7 50 47 Poco o nada satisfecho 40 30 Latinobarómetro: Insatisfecho 20 10 0 2001 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003, 2005, 2008 y Latinobarómetro 2010. La evaluación de la democracia en América Latina y en México es ambigua porque si bien hay consenso acerca del respaldo al régimen democrático, a la vez existe insatisfacción con los resultados que arroja la gestión de los gobiernos actuales, ya sea por factores políticos, económicos o sociales. 2.5 Organización y participación ciudadanas Una de las características de las sociedades democráticas es el nivel de asociación y participación de sus ciudadanos. Asumimos que entre más alta sea su capacidad de asociación y mejor su nivel organizativo, los ciudadanos tendrán mayor posibilidad de asumir un rol protagónico en la arena política frente a su gobierno y respecto a otros ciudadanos. Sin embargo, en el contexto mexicano, en el que la política es considerada una actividad complicada y patrimonio de políticos que no se interesan por los 32 problemas de la gente, los individuos no parecen tener incentivos suficientes para participar políticamente. En la gráfica 13 se observa que la actividad en la que más han participado los encuestados de la ENCUP 2008 es en “auxiliar un desconocido” (54.3%), las actividades de voluntariado siguen en segundo lugar (28.6%); mientras que actividades relacionadas con alguna causa obtuvieron los más bajos niveles de participación. Gráfica 13: Participación ciudadana. ¿Alguna vez ha llevado a cabo las siguientes acciones? 60 54.3 50 40 30 28.6 17.4 20 15.5 17.7 11.3 10 6.6 0 Ser voluntario Auxiliar a un Enviar dinero Enviar o Participar en Recaudar Hacer en alguna desconocido a un firmar cartas actos de fondos para donativos o actividad de programa de para apoyar apoyo a una causa prestar ayuda beneficio a la televisón o una causa alguna causa a alguna comunidad radio organización civil Fuente: ENCUP 2008. En la gráfica 14 se observa que el nivel de involucramiento más frecuente en los encuestados de la ENCUP 2008 son, en primer lugar, agrupaciones religiosas (15.2%), en segundo lugar estar afiliado a un sindicato (13.1%) y a una asociación de vecinos en tercer puesto (10.7%). Cualquier otro tipo de asociación se encuentra por debajo del 10%. 33 Gráfica 14: Participación ciudadana. Dígame por favor si usted forma parte o ha formado parte de alguna de las siguientes organizaciones: 16 14 12 10 8 6 4 2 0 15.2 13.1 10.7 8.3 6.9 5.5 2.5 3.8 3.1 2.1 Fuente: ENCUP 2008. 2.6 Percepción sobre la ley, la legalidad y la justicia Respecto al acatamiento de la ley, 62.2% de los entrevistados en 2008 cree que se respeta poco o nada la ley y sólo 5.5% manifestó que las personas sí respetan mucho la ley, tal como se observa en la gráfica 15 (ENCUP 2008). Gráfica 15: Percepción de la legalidad: ¿Qué tanto cree que en el país las personas respetan la ley? 70 62.2 60 50 40 30 28.2 20 10 5.5 0 Mucho Algo Fuente: ENCUP 2008. 34 Poco o nada Una razón del bajo cumplimiento de las normas la ofrece esa misma encuesta: 62.1% de los entrevistados estuvo de acuerdo con que los mexicanos violan las leyes principalmente porque nadie los castiga (ENCUP, 2008). La respuesta es reveladora y tiene consistencia cuantitativa con la gráfica 15. También está en sintonía con lo que afirma Marcelo Bergman (2009, 91): “donde existe una alta probabilidad de que la violación de una norma sea sancionada, los niveles de desacato tenderán a cero”. Además del sentido de impunidad como incentivo para el incumplimiento de la ley, ésta conducta también puede estar asociada a una percepción ciudadana de que las leyes están hechas solo para beneficiar a unos cuantos, especialmente a las propias autoridades o a gente económica o políticamente privilegiada. En ese sentido, 65.4% de los encuestados opinaba en el sentido que percibe a la ley como excluyente y marginadora, tal como se aprecia en la gráfica 16. Gráfica 16: Percepción de la legalidad, En su opinión, ¿las leyes se aplican para lograr el beneficio de todos o sólo de algunos cuantos? 70 63.3 60 65.4 59 50 40 Para el beneficio de todos 35 30 31.9 32.6 Para el beneficio de unos cuantos 20 10 0 2003 2005 2008 Fuente: ENCUP 2003, 2005 Y 2008. 35 Cuando se pregunta acerca de la corrupción y si ésta es por culpa de las autoridades o de los ciudadanos, se observa que hay una tendencia creciente que atribuye esta responsabilidad exclusivamente a las autoridades: comenzó siendo 22% en 2001 y para 2008 se incrementó a 36.3%. La misma tendencia pero con menor intensidad sucede en quienes opinan que esta culpabilidad se debe a los ciudadanos (22.3% para 2008) como muestra la gráfica 17. Gráfica 17: Percepción ciudadana de los responsables de la corrupción en México 80 70 68 60 50 37.6 36.3 40 30 20 22.3 22 Culpa de las autoridades Culpa de los ciudadanos De ambos 10 0 3 2001 2008 Fuente: ENCUP: 2001 y 2008. La percepción ciudadana sobre el compromiso de las autoridades con la corrupción es consistente con la idea de que el gobierno es responsable de la violación de los derechos humanos. Hacia 2003, esta idea era alta (62.1%), pero bajó hacia 2008 (40.2%). Una cantidad similar de mexicanos no piensa en 2008 que se pueda atribuir al gobierno esta responsabilidad (39%) como se observa en la gráfica 18. 36 Gráfica 18: Percepción de la legalidad en México. ¿Estamos más cerca de un gobierno que viola los derechos de los ciudadanos? 70 62.1 60 50 42 40 40.2 38 39 De acuerdo 30 En desacuerdo 30.1 20 10 0 2001 2003 2008 Fuente: ENCUP 2001, 2003 y 2008. Con la información de las gráficas presentadas se puede constatar que existe una asociación entre el incumplimiento de la ley y la impunidad, de tal modo que la falta de sanción efectiva es un fuerte incentivo para que distintos actores políticos y ciudadanos incurran en actos corruptos e ilegales. […] la construcción de una cultura de la legalidad dependerá de que el marco legal se aplique regularmente y de que existan pruebas claras de que eludirlo es evidentemente más costoso económica y socialmente para los ciudadanos. (Peschard 2001, 41) En el Latinobarómetro (2009, 43), la percepción sobre el cumplimiento de las leyes en México es de 5.2 en una escala de 10, lo que lo ubica en el mismo rango que el promedio latinoamericano y en una posición intermedia entre el más alto (Uruguay con 6.4) y el más bajo (Paraguay con 4.4). Estas cifras simplemente indican que el desapego de ciudadanos y gobernantes respecto de la legalidad es un problema compartido por toda la región. No es que en esos países falten leyes, ocurre que no se cumplen: Entre nosotros, muchos elementos incitan a no ejecutar los mandatos de la ley: desde la crasa corrupción de quien no aplica el derecho a cambio de ventajas personales hasta el populismo de quien no lo aplica porque no quiere pagar el precio de ejecutar lo ordenado por la ley cuando ello implica incurrir en costos políticos, en razón de que lo ordenado por la misma no es algo universalmente 37 deseado por todos aquellos a quienes el derecho se aplica. (Bergman y Rosenkrantz 2009, 112). Sobre las percepciones existentes acerca de las instituciones que imparten justicia, la mayoría de los encuestados manifestaron dudas en torno al desempeño de jueces y juzgados: 58% declaró tener poca o nada de confianza (ENCUP 2008). La justicia, al igual que la democracia, tiene una evaluación ciudadana ambigua: se considera como un asunto importante, pero no se confía plenamente en las instituciones encargadas de impartirla. En síntesis, lo que el conjunto de encuestas y estudios de cultura muestra consistentemente es que las personas en México tienen: Escaso interés en la política. Precarios niveles de información política, especialmente la del nivel federal. Acentuada percepción de que la política es una actividad complicada. Negativa opinión acerca de los políticos y algunas instituciones clave de la democracia, especialmente el poder legislativo y los partidos políticos. Baja propensión a involucrarse activamente en la política. Predisposición a aceptar distintos principios de legitimidad del poder político, como es el caso de una dictadura, y no sólo el democrático. Mala opinión sobre los resultados concretos del régimen democrático. Percepción negativa sobre el cumplimiento de la ley y la responsabilidad que le cabe a las autoridades. Estos datos no pueden interpretarse como el resultado de una supuesta idiosincrasia nacional. Son, más bien, el producto de un desarrollo histórico particular en virtud del cual la ciudadanía ha carecido de los espacios, las oportunidades y los incentivos suficientes para participar en la esfera pública, y en consecuencia poder valorar positivamente este ámbito protagonistas. 38 y a sus 3. Cultura de justicia electoral en México Al final de esta sección, los participantes reconocerán la importancia de la justicia electoral en México y su fortalecimiento, a partir de la adopción de una visión amplia en la protección de los derechos políticos electorales de los ciudadanos. La cultura de justicia electoral pretende identificar el papel central que en una democracia como la mexicana tienen las normas e instituciones diseñadas para impartir justicia electoral. Los mecanismos de justicia electoral cumplen funciones cruciales para el correcto funcionamiento del régimen electoral en su conjunto y en especial de los procesos electorales. Entre esas tareas se destacan las siguientes: Encauzar los conflictos político-electorales por vías institucionales. Proteger los derechos político-electorales de los ciudadanos. Asegurar la realización de elecciones limpias y equitativas. Garantizar la legalidad y constitucionalidad de los actos y las decisiones de autoridades electorales y partidos políticos. Sin embargo, para una mejor comprensión de los propósitos de una cultura de justicia electoral es necesario desarrollar el significado de la justicia electoral. 3.1 La relevancia de la justicia electoral en la democracia mexicana En sentido amplio, la justicia electoral se encuentra en todo el régimen electoral y está presente a lo largo de los procedimientos electorales, por lo tanto no es atribución exclusiva de la autoridad jurisdiccional. Desde este punto de vista, una sanción por parte de la autoridad administrativa (en el caso mexicano, el Instituto Federal Electoral y los institutos electorales locales) también podría considerarse una acción de justicia electoral, lo mismo que el registro de una asociación civil como partido político cuando cumple con todos los requisitos de ley, o la tramitación de la credencial de elector por cualquier ciudadano. 39 En un sentido más restringido, se habla de justicia electoral para referir el papel que juegan los tribunales electorales para resolver las controversias, vacíos legales o presuntas violaciones de las normas electorales, o bien decisiones no conformes a derecho de la autoridad administrativa. Por justicia electoral, en sentido técnico o estricto (también conocida como “contencioso electoral”), cabe entender los diversos medios jurídico-técnicos de impugnación o control (juicios, recursos o reclamaciones) de los actos y procedimientos electorales, ya sea que se sustancien ante un órgano de naturaleza administrativa, jurisdiccional y/o política, para garantizar la regularidad de las elecciones y que las mismas se ajusten a derecho, esto es, a los principios de constitucionalidad y/o legalidad, corrigiendo eventuales errores o infracciones a la normativa electoral […] (Orozco 1999, 45) Se puede afirmar que la justicia electoral es una condición indispensable para la celebración de elecciones equitativas, justas y transparentes, para la inviolabilidad de los derechos políticos y, en general, para el sostenimiento del régimen democrático. El sistema mexicano de justicia electoral tiene por objeto garantizar la vigencia del Estado democrático de derecho que postula la celebración de elecciones libres, auténticas y periódicas, estrictamente apegadas a la Constitución y a las leyes. La competencia en materia contenciosa electoral asignada en la mayoría de los países latinoamericanos a tribunales electorales especializados y, en su caso, autónomos ha sido la respuesta de la región a la necesidad de salvaguardar la naturaleza jurisdiccional de la función de juzgar las elecciones (extrayéndola de la competencia de asambleas políticas), sin exponer al respectivo poder judicial o, al menos, a su respectiva Corte Suprema de Justicia a los recurrentes cuestionamientos y acechanzas político-partidistas (Orozco 1999, 52). Lo anterior implica que los sistemas contenciosos electorales deben prever medios de impugnación de carácter jurisdiccional para la solución de las controversias electorales. Así, “la resolución de los conflictos e impugnaciones sobre los procedimientos electorales debe basarse en el principio de juridicidad (constitucionalidad y/o legalidad) y no según los criterios ampliamente discrecionales de la oportunidad política” (Orozco 1999, 55). Ello ha obligado a un cambio tanto de actitud como de estrategia de parte de los diferentes actores involucrados en la materia: partidos políticos, 40 funcionarios electorales y terceros interesados en determinada impugnación electoral, “ya que los hechos, argumentaciones y medios de prueba planteados eventualmente ante el órgano jurisdiccional competente, han requerido ajustarse a exigencias técnico-jurídicas para su procedencia y fundamentación” (Orozco 1999, 55). No se trata sólo de un cambio de escenario (los tribunales en vez de las plazas). Ni tampoco de una mera transformación de los medios (los recursos jurídicos en vez de la movilización), actualmente los litigios electorales se someten a un proceso regido por la objetividad, la imparcialidad y el derecho. Este proceso demanda de los actores disposición a someterse y a acatar las resoluciones de los tribunales electorales. 3.2 La cultura de la justicia electoral como componente de la cultura política democrática Los elementos constitutivos de una cultura de la justicia electoral son: 1. Conocimiento del modelo de justicia electoral, incluidas sus instituciones, reglas y procedimientos básicos. 2. Conocimiento de los derechos político-electorales de los ciudadanos, de las instancias que los tutelan y de los medios de defensa. 3. Interiorización de los valores políticos asociados: resolución pacífica de conflictos, equidad, justicia, libertad, igualdad. 4. Apego a la legalidad electoral y, en particular, acatamiento a las resoluciones de los tribunales electorales especializados; lo cual implica el respeto y vigencia del Estado de Derecho. 5. Desarrollo de las competencias jurídicas básicas para acudir a los tribunales electorales, para analizar la calidad y el sentido de las resoluciones de los tribunales especializados, y ejercicio de una fiscalización efectiva en torno al desempeño de dichos tribunales. La cultura de la justicia electoral implica a su vez una dimensión específicamente de legalidad electoral, la cual remite al conjunto de conocimientos, creencias y símbolos que moldean la conducta de los actores 41 en cuanto a la defensa de la legalidad de los procesos electorales, al respeto y fiscalización de sus instituciones y al acatamiento de las resoluciones sobre las controversias planteadas entre fuerzas políticas, autoridades y ciudadanos. En consecuencia, por cultura de la legalidad electoral se puede entender el conocimiento y apego al conjunto de normas que rigen el proceso clave del orden democrático: las elecciones; garantizando que las mismas se desarrollen en un clima de libertad, pluralidad, legalidad, equidad y transparencia. El aprecio por la legalidad electoral no sólo es de carácter moral. En tanto la legalidad –como reglas sobre la competencia democrática- involucre al conjunto de los actores políticos que participan de un régimen electoral, en esa medida será vista como producto de un consenso general, en donde cualquier ciudadano o grupo podrá aspirar a ocupar cargos de elección popular, participar en procesos electorales libres, equitativos y justos, y verán sus triunfos respetados por la legalidad vigente y por sus competidores. Sobre el respeto a las instituciones democráticas, hay una expresión de Larry Diamond que resulta aplicable al caso: “Incluso si la ciudadanía tuviese razón en criticar o condenar a quienes ocupan cargos públicos, nunca debe flaquear su respeto al cargo mismo y a la autoridad política que le confiere la Constitución” (Diamond 1996). 3.3 El enfoque garantista y la protección de los derechos políticoelectorales de los ciudadanos (JDC)4. La estadística histórica del TEPJF muestra una gran cantidad de impugnaciones promovidas por militantes de los partidos políticos, quienes cuestionan las decisiones internas de sus organizaciones y acuden a la justicia electoral. 4 La reforma de 1996 estableció en la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral el denominado Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano (JDC), que fue el primero en su género desde la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917. 42 Desde enero de 1997 hasta junio de 2009 el TEPJF recibió más de 13 mil juicios para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano (ver Tabla 1). Tabla 1. JDC presentados ante el TEPJF de 1997 a 2009 Año 1997 2000 2003 2006 2009 Tipo de elección Intermedia Presidencial y legislativa Intermedia Presidencial y legislativa Intermedia Juicios presentados 7,493 1,337 579 1,903 2,018 Fuente: Elaboración propia a partir del artículo “Análisis cuantitativo del papel del TEPJF en la etapa de preparación de las elecciones federales (1997-2009)”. (Ramos Mega y Enríquez Chiñas 2009). La mayoría de los JDC del periodo se presentaron entre enero y junio, pues los ciudadanos impugnaban la violación al derecho de votar, al no ser integrados al padrón electoral o a la lista nominal de electores, y al derecho a ser votado, cuando los partidos políticos no los designan como candidatos a los cargos de elección popular. (Ramos Mega y Enríquez Chiñas 2009) En su origen, el JDC fue un recurso para impugnar las resoluciones del IFE por los problemas relacionados con el padrón y las credenciales de elector. Posteriormente se convirtió en un medio para cuestionar las decisiones de los partidos políticos y en un mecanismo de expansión de los derechos político electorales de los ciudadanos. Para que esto sucediera fue necesaria la proyección de una interpretación garantista en las resoluciones del TEPJF. El garantismo es entendido como la protección de los derechos fundamentales de las personas (Ferrajoli 2001). En el ámbito político, aquellos tienen su concreción en los derechos de los ciudadanos para votar y ser votado, afiliarse individualmente a un partido político y manifestar libremente sus opiniones políticas. Los derechos fundamentales se entienden como un “coto reservado” que no puede ser atacado ni disminuido por la política ni por el mercado. En 43 buena medida son las garantías mínimas de convivencia social que ninguna mayoría, por más numerosa que sea, puede cuestionar o delimitar. Para garantizar la protección de los derechos fundamentales es necesaria la jurisdicción, siendo ésta la responsable de la tutela efectiva a las personas. En el caso de los comicios los encargados de tal responsabilidad son los tribunales electorales; por esto, los órganos jurisdiccionales en materia electoral tienen a su cargo evitar que los actores políticos se excedan y transgredan los derechos de los ciudadanos y de otros actores políticos. En México, el TEPJF ha sido la autoridad responsable de garantizar los derechos político-electorales de los ciudadanos, procurando que la impartición de justicia electoral sea accesible a cualquier ciudadano que la demande, además de velar por la protección amplia de los afiliados a los partidos políticos y el control efectivo de los procedimientos electorales. Un ámbito donde se puede observar el enfoque garantista que ha animado las actividades jurisdiccionales del TEPJF son los criterios de jurisprudencia emitidos en materia de protección de los derechos político-electorales. En el caso de los derechos electorales, la jurisprudencia establece que su interpretación y aplicación no puede ser restrictiva, los órganos electorales tienen que ampliarlos con el propósito de salvaguardar a los ciudadanos: Interpretar en forma restrictiva los derechos subjetivos públicos fundamentales de asociación en materia política y de afiliación política electoral consagrados constitucionalmente, implicaría desconocer los valores tutelados por las normas constitucionales que los consagran, así cabe hacer una interpretación con un criterio extensivo, toda vez que no se trata de una excepción o de un privilegio, sino de derechos fundamentales consagrados constitucionalmente, los cuales deben ser ampliados, no restringidos ni mucho menos suprimidos. (Jurisprudencia 29/2002 del TEPJF) Respecto a la impartición de justicia electoral, la jurisprudencia señala que es suficiente expresar la petición de agravios para tenerlos por presentados (Jurisprudencia 3/2000 del TEPJF); también ha sostenido que los agravios se pueden encontrar en cualquier parte del escrito de impugnación, lo cual justifica el estudio exhaustivo de las peticiones formuladas por los promoventes. 44 Debe estimarse que los agravios aducidos por los inconformes, en los medios de impugnación, pueden ser desprendidos de cualquier capítulo del escrito inicial, y no necesariamente deberán contenerse en el capítulo particular de los agravios, en virtud de que pueden incluirse tanto en el capítulo expositivo, como en el de los hechos, o en el de los puntos petitorios, así como el de los fundamentos de derecho que se estimen violados. Esto siempre y cuando expresen con toda claridad, las violaciones constitucionales o legales que se considera fueron cometidas por la autoridad responsable, exponiendo los razonamientos lógico-jurídicos a través de los cuales se concluya que la responsable o bien no aplicó determinada disposición constitucional o legal, siendo ésta aplicable; o por el contrario, aplicó otra sin resultar pertinente al caso concreto; o en todo caso realizó una incorrecta interpretación jurídica de la disposición aplicada. (Jurisprudencia 2/98 del TEPJF) En lo referente a la protección amplia de los derechos de los militantes, la jurisprudencia sostiene que los estatutos de los partidos deben contener elementos básicos para que se les pueda considerar como democráticos y que la autoridad administrativa está facultada para revisar el nombramiento o la designación de los dirigentes de los partidos políticos. […] se tiene que los elementos mínimos de democracia que deben estar presentes en los partidos políticos son, conforme al artículo 27, apartado 1, incisos b), c) y g) del código electoral federal, los siguientes: 1. La asamblea u órgano equivalente, como principal centro decisor del partido, que deberá conformarse con todos los afiliados, o cuando no sea posible, de un gran número de delegados o representantes, debiéndose establecer las formalidades para convocarla, tanto ordinariamente por los órganos de dirección, como extraordinariamente por un número razonable de miembros, la periodicidad con la que se reunirá ordinariamente, así como el quórum necesario para que sesione válidamente; 2. La protección de los derechos fundamentales de los afiliados, que garanticen el mayor grado de participación posible, como son el voto activo y pasivo en condiciones de igualdad, el derecho a la información, libertad de expresión, libre acceso y salida de los afiliados del partido; 3. El establecimiento de procedimientos disciplinarios, con las garantías procesales mínimas, como un procedimiento previamente establecido, derecho de audiencia y defensa, la tipificación de las irregularidades así como la proporcionalidad en las sanciones, motivación en la determinación o resolución respectiva y competencia a órganos sancionadores, a quienes se asegure independencia e imparcialidad; 4. La existencia de procedimientos de elección donde se garanticen la igualdad en el derecho a elegir dirigentes y candidatos, así como la posibilidad de ser elegidos como tales, que pueden realizarse mediante el voto directo de los afiliados, o indirecto, pudiendo ser secreto o abierto, siempre que el procedimiento garantice el valor de la libertad en la emisión del sufragio; 5. Adopción de la regla de mayoría como criterio básico para la toma de decisiones dentro del partido, a fin de que, con la participación de un número importante o considerable de miembros, puedan tomarse decisiones con efectos vinculantes, sin que se exija la aprobación por mayorías muy elevadas, excepto las de especial trascendencia, y 6. Mecanismos de control de poder, como por ejemplo: la posibilidad de revocar a los dirigentes del partido, el endurecimiento de causas de incompatibilidad entre los distintos cargos dentro del partido o 45 públicos y establecimiento de períodos cortos de mandato. (Jurisprudencia 3/2005 del TEPJF) Como puede observarse en la muestra anterior, el TEPJF ha emitido jurisprudencia con una orientación garantista, lo que ha permitido tutelar los derechos político-electorales de los ciudadanos mexicanos. […] Precisamente porque los derechos fundamentales sobre los que se asienta la democracia sustancial están garantizados a todos y a cada uno de manera incondicionada, incluso contra la mayoría, sirven para fundar, mejor que el viejo dogma positivista de la sujeción a la ley, la independencia del poder judicial, que está específicamente concebido para garantía de los mismos […]” (Ferrajoli 2001, 26-7) Leonel Castillo muestra la evolución del JDC a partir de la “vaguedad de la normatividad electoral” de señalar a los partidos políticos como sujetos responsables por actos u omisiones que afectaran los derechos de sus militantes (2004, 116). El proceso de evolución fue el siguiente (Castillo 2004, 107-165): 1. Debido a la improcedencia del amparo en materia electoral y a la falta de tribunales especializados, no existía medio de defensa alguno para proteger los derechos político-electorales. 2. A partir de la incorporación del Tribunal Electoral al Poder Judicial de la Federación en 1996 y de la creación del sistema de medios de impugnación en materia electoral, entre los que destacaba el JDC. La procedencia del juicio se limitaba a proteger los derechos de votar, ser votado, de asociación y de libre afiliación. Además, en la legislación se omitió señalar a los partidos políticos como autoridad responsable, por los actos u omisiones que pudieran emitir y afectaran los derechos de sus militantes. 3. La ampliación del JDC implicó la revisión a los estatutos de los partidos políticos, para establecer que éstos debían contener procedimientos democráticos para la resolución de conflictos internos. Luego, sería necesario que los militantes agotarán dichos procedimientos antes de acudir al TEPJF. 46 4. Se estableció la figura del “per saltum”, que permitía a los militantes de los partidos políticos acudir directamente al TEPJF cuando en su partido no existieran las condiciones óptimas para resolver el conflicto. Por ejemplo: a. los órganos de resolución interna no estuvieran integrados e instalados con anticipación; b. no se pudiera garantizar la independencia e imparcialidad de quienes integraran los órganos de resolución internos; c. en el procedimiento interno no se respetaran las formalidades esenciales de cualquier proceso legal; y, d. que en caso de iniciar el procedimiento al interior del partido, sea imposible restituir a los ciudadanos en el goce de sus derechos. Con la reforma electoral 2007-2008, se ampliaron las atribuciones del TEPJF para garantizar una efectiva protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos. A través de jurisprudencia, el TEPJF ha establecido que el JDC también puede ser utilizado por los ciudadanos para proteger derechos fundamentales estrechamente vinculados con los derechos de carácter político electoral. Así, no sólo es un medio de defensa para proteger los derechos de votar, ser votado, asociación y afiliación, sino también derechos como libertad de expresión, de imprenta, de petición, información, reunión, entre otros. (Jurisprudencia 36/2002) Además, ahora las salas del TEPJF pueden declarar la no aplicación de leyes electorales o de disposiciones contenidas en ellas, por ser contrarias a la Constitución Federal. Además, ahora el JDC es procedente para proteger el derecho de los ciudadanos a integrar autoridades electorales locales. Para el fortalecimiento de una cultura de justicia electoral, no es suficiente con las atribuciones del TEPJF para garantizar los derechos político-electorales de los ciudadanos, también es importante fortalecer en la ciudadanía la imagen positiva de las instituciones judiciales electorales. El propósito es que predomine la convicción de que la vía adecuada para la resolución de las 47 controversias que se susciten con motivo del desempeño democrático, es el de acudir a las instancias jurisdiccionales correspondientes. Con esto se fincarán los cimientos para la creación y divulgación de una cultura de justicia electoral que promueva el desarrollo de la democracia y que garantice el respeto irrestricto a los derechos político electorales de los ciudadanos. 48 4. La contribución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en el desarrollo de una cultura de justicia electoral. Al final de esta sección, los participantes ubicarán el rol que tiene el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para la promoción de la cultura de justicia electoral, desde la dimensión de divulgación, capacitación e investigación de la cultura democrática. El ex ministro Aharon Barak (2008, 2-16) afirma que el fin primordial de todo tribunal constitucional consiste en proteger a la democracia. En México la afirmación recae en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), puesto que la propia Constitución lo reconoce como la máxima autoridad jurisdiccional en la materia electoral. Para el cumplimiento del objetivo de defender la democracia en México y apoyar su desarrollo, el TEPJF desarrolla funciones jurisdiccionales y académicas. El TEPJF resuelve conflictos entre actores políticos y ciudadanos, a través de la resolución de los medios de impugnación que se le presentan. Las sentencias que emite a través de su Sala Superior y Salas Regionales son la expresión última de su función jurisdiccional. Los procedimientos para la resolución de los medios de impugnación en materia electoral, implican un alto grado de especialización; sin embargo, el TEPJF se ha hecho el propósito de informar a la ciudadanía sobre los asuntos que recibe y el sentido de sus sentencias. Parte de este acercamiento implica poner la información a disposición de la ciudadanía a través de su página de Internet (http://www.te.gob.mx) en un plazo de 24 horas después de aprobadas las sentencias. 49 A su vez, es necesario facilitar a la ciudadanía el acceso a la capacitación y actualización en temas electorales, de modo que puedan ejercer una crítica sustentada y eficaz. Si no se emprende esta doble tarea, la ciudadanía y los medios de comunicación no podrán sobrepasar el nivel de la crítica superficial y los tribunales electorales quedarán aislados de la ciudadanía, sus sentencias, aun si son impecables desde un punto de vista jurídico, correrán permanentemente el riesgo de ser incomprendidas y atacadas sin fundamento. Su credibilidad y legitimidad se erosionarán irremediablemente. 4.1 El Centro de Capacitación Judicial Electoral (CCJE) y la capacitación y difusión de la justicia electoral Para el diseño y ejecución de sus funciones académicas, el TEPJF cuenta con dos órganos decisorios y un área ejecutora. Los comités de Capacitación Interna y Carrera Judicial, y Académico y Editorial toman las decisiones institucionales más importantes sobre sus respectivos ámbitos de competencia, y marcan el camino que deberá seguir el Centro de Capacitación Judicial Electoral (CCJE) en la ejecución de sus proyectos. El CCJE concentra las funciones de capacitación, investigación y divulgación en el ámbito académico electoral, vinculadas con los fines del TEPJF. Por su parte, las salas regionales del TEPJF, a partir de la reforma electoral constitucional de 2007 y a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación (LOPJF) en 2008 son órganos permanentes. Entre sus múltiples actividades, también realizan tareas académicas, principalmente enfocadas a la capacitación y la divulgación, independientemente de las realizadas por la Sala Superior, a través del CCJE. En otras palabras, el TEPJF realiza actividades académicas y de promoción de la cultura democrática y de justicia electoral en todo el país, a través de su Sala Superior y sus cinco Salas Regionales con sede en Guadalajara, Monterrey, Xalapa, Distrito Federal y Toluca. 50 Respecto al CCJE, la LOPJF dispone que el TEPJF es competente para desarrollar directamente o por conducto del CCJE, tareas de formación, investigación, capacitación y difusión en materia electoral. (Artículo 186, fracción VIII). De acuerdo a su Manual de Organización, el CCJE tiene por objetivo: Establecer las directrices y los objetivos generales para el desarrollo de las tareas de investigación, formación, difusión, capacitación y actualización, a fin de formar, actualizar y capacitar al personal jurídico especializado que requiere el Tribunal Electoral, otras instituciones electorales, partidos y agrupaciones políticas nacionales; contribuir a la generación y difusión del conocimiento en materia electoral y su área contenciosa; así como instrumentar en el ámbito académico las decisiones institucionales relativas a la Carrera Judicial Electoral. (Manual de organización del CCJE 2008, 19) Para cumplir con este objetivo el CCJE integra su estrategia académica a través de programas anuales de trabajo. En los programas académicos 2010 y 20115 el CCJE definió tres objetivos estratégicos, a partir del objetivo general, de los cuales derivan las estrategias y proyectos a desarrollar en cada año. Los objetivos estratégicos del CCJE son los siguientes: 1. Generar conocimiento en materia electoral, a través de investigaciones sobre temas de coyuntura relevantes, realizadas con una metodología pertinente. El CCJE busca realizar investigaciones que aporten conocimiento sobre la materia electoral y que, a la vez, sean útiles para los fines del TEPJF. Las tareas de investigación están dirigidas al interior y al exterior de la institución. En el primer caso, se busca aportar insumos que apoyen los procesos y toma de decisiones de las ponencias de los magistrados electorales. Hacia el exterior, las investigaciones pretenden contribuir a la discusión académica sobre la materia electoral y, a largo plazo, posicionar al CCJE como un referente obligado en la materia. Las investigaciones se desarrollarán con base en las líneas propuestas por los magistrados. Dichos documentos académicos serán elaborados por investigadores del CCJE, o bien por investigadores externos de reconocido prestigio. En todo caso, las investigaciones buscarán aportar inferencias descriptivas o explicativas, basadas en una metodología científica. 2. Transmitir conocimiento sobre la materia electoral, a través de eventos académicos dirigidos al personal interno del TEPJF, y al personal de otros organismos interesados en la materia. 5 Disponible en http://www.te.gob.mx/ccje/programa_anual_trabajo/introduccion.html 51 La transmisión de conocimiento implica el cumplimiento de objetivos de aprendizaje específicos y debe dirigirse a una población definida. Esta actividad consiste en un proceso de enseñanza-aprendizaje, a través del cual el CCJE capacita, actualiza y forma, de conformidad con los fines y funciones del TEPJF. La población objetivo del CCJE se divide en dos tipos: interna y externa. La interna está integrada por el personal jurídico y administrativo del TEPJF. La población externa se compone de funcionarios de otros organismos relacionados con la materia electoral, militantes de partidos políticos y ciudadanos interesados. La finalidad de ambas es el aprendizaje de temas relacionados con la materia electoral, o bien el desarrollo de habilidades y competencias para optimizar su desempeño laboral. La transmisión de conocimiento se realiza en tres modalidades: presencial, virtual y mixta. El CCJE cumple con esta tarea a través de diversas actividades académicas. Dependiendo de los objetivos planteados, éstas pueden ser cursos, talleres, seminarios, ponencias, conferencias y clases en programas de maestría, licenciatura o diplomados. 3. Difundir conocimiento en materia electoral, a través de eventos y materiales dirigidos a funcionarios electorales y a los ciudadanos interesados en la materia. A diferencia de la transmisión, la difusión de conocimiento es menos sistemática: no contiene objetivos de aprendizaje y en términos generales su población objetivo es mucho más difusa, de manera que sus actividades pueden estar dirigidas a todos los ciudadanos interesados en el tema de que se trate. En el CCJE la difusión se realiza a través de distintos medios, como publicaciones impresas, Internet, programas televisivos y eventos académicos abiertos. Las actividades de difusión, además de divulgar las características y tareas principales del TEPJF, son el principal medio a través del cual el CCJE busca cumplir con el objetivo institucional de promover una cultura democrática y fortalecer el desarrollo de la democracia. (Programa Académico 2010, 5-6) De febrero de 2009 a octubre de 2010, el CCJE ha realizado diversas acciones encaminadas no sólo a cumplir con su objetivo general y con los estratégicos, sino con la intención de acercar a la ciudadanía información relacionada con la materia electoral, además de difundir y promover la cultura democrática. 6 Entre las acciones más destacadas están: 6 Para mayor información sobre las acciones realizadas por el CCJE pueden consultarse el Resumen ejecutivo del informe anual 2008-2009, disponible en http://www.te.gob.mx/documentacion/publicaciones/publicaciones.asp, y el Informe Anual 20092010, disponible en http://portal.te.gob.mx/content/informe-anual-2009-2010-0. 52 Investigación Las tareas de investigación están orientadas a producir estudios especializados sobre el fenómeno político, la función jurisdiccional y la normatividad electoral. El propósito es generar conocimiento nuevo en la materia, apoyar la toma de decisiones al interior del TEPJF y contribuir al fortalecimiento de las instituciones, los procedimientos y la cultura democrática. Las investigaciones realizadas pueden consultarse en http://www.tepjf.gob.mx/ccje/unidad_de_investigacion/inv_realizadas.h tml Además se elaboran notas analíticas sobre temas coyunturales, útiles en el desempeño de la función jurisdiccional de las ponencias de las Salas Superior y Regionales, y de otras áreas del TEPJF. Algunos de estos productos se ofrecen al público en general, como una forma de difundir los fenómenos políticos en el mundo. Están disponibles en: http://www.tepjf.gob.mx/ccje/unidad_de_investigacion/investigaciones _mundo.html Capacitación Ha beneficiado a más de 67 mil personas con los cursos de capacitación externa que impartió en todo el país, dirigidos principalmente a instituciones académicas, institutos electorales, partidos políticos y tribunales electorales locales. (Informes anuales de 2008-2009 y 2009-2010. Disponibles en http://www.te.gob.mx/documentacion/publicaciones/publicaciones.asp) Para apoyar la capacitación al exterior del Tribunal, el CCJE definió una oferta académica de 26 temas relacionados con la materia electoral y está desarrollando materiales de apoyo para la capacitación sobre cada uno de los 26 temas, un ejemplo de dichos 53 materiales es este manual. Los materiales pueden ser consultados en: http://www.tepjf.gob.mx/ccje/unidad_capacitacion/materiales_presenta cion.html Al interior del TEPJF, el CCJE ha realizado dos programas de posgrado: la Especialización en Derecho Electoral y Maestría en Derecho, en colaboración con la UNAM; así como la Especialidad en Derecho Electoral. Ha organizado diversos cursos de actualización y seminarios para la formación del personal jurisdiccional de Sala Superior y Salas Regionales, capacitando a más de 2,500 funcionarios. Aun cuando la capacitación se imparte al interior del Tribunal, los videos de los cursos y los materiales utilizados se ponen a disposición del público general en: http://www.tepjf.gob.mx/ccje/material_audiovisual/dean_sager.html A través del uso de tecnologías educativas el CCJE ha podido acercar el conocimiento de la materia jurídico-electoral a todo el país, optimizando recursos y abarcando un mayor universo de personas. Así imparte el Taller Virtual del Sistema de Nulidades en Materia Electoral, el Diplomado Virtual en Derecho Electoral y la Especialidad en Justicia Electoral Modalidad no Escolarizada. Esta última cuenta con registro y validez ante la Secretaría de Educación Pública. Las convocatorias para ingresar a estos cursos se publican en el micrositio del CCJE: http://www.tepjf.gob.mx/ccje/ Divulgación La función de difundir el conocimiento jurisdiccional y político especializado que se genera en el TEPJF o por iniciativa de éste, se realiza a través de tres series editoriales y una revista, que pueden consultarse a través http://www.tepjf.gob.mx/ccje/direccion_divulgacion/Intro.html 54 de La serie Comentarios a las sentencias del TEPJF tiene por objetivo alentar la crítica constructiva y el examen serio sobre el trabajo de las Salas Superior y Regionales del Tribunal. En 2009 y 2010 se integraron más de 30 títulos. En la serie Temas Selectos de Derecho Electoral se desarrollan temas diversos sobre democracia y derecho electoral desde una óptica multidisciplinaria. Durante 2009 y 2010 se integraron y publicaron 16 números. La serie Cuadernos de divulgación de la justicia electoral busca generar un mayor conocimiento de la labor del TEPJF y destacar la importancia de la justicia electoral en toda democracia. El fin último es promover la cultura política democrática. Está dirigida a un público no especializado en el tema pero interesado en los asuntos públicos. La revista Justicia Electoral tiene una trayectoria de 18 años. Ha dado cabida a la pluralidad de voces y posiciones que, desde la academia, los partidos políticos, las instituciones públicas y las organizaciones civiles, están interesadas en aportar al conocimiento en materia política y jurisdiccional electoral. En 2010 se publicaron los números 4, 5 y 6 de la tercera época. Además de las publicaciones en noviembre de 2009 y octubre de 2010 se realizaron el II y III Seminarios Internacionales del Observatorio Judicial Electoral. Los seminarios han tenido por objetivo exponer al análisis crítico de académicos y especialistas, sentencias relevantes del TEPJF. El Tribunal Electoral es la primera institución judicial en México en realizar un ejercicio de análisis deliberativo y público, que versa sobre sus propias sentencias, entre la comunidad académica especializada y jurisdiccional, tanto nacional como internacional. 55 Por último, el sitio en Internet del CCJE (http://www.tepjf.gob.mx/ccje/index.asp) se ha transformado en una vía de acercamiento con la ciudadanía y con el público de cualquier parte del mundo, al mismo tiempo que constituye una herramienta informática de consulta sobre temas electorales. 56 Recapitulación 1. Cultura política democrática La cultura política de una sociedad se define a partir de las relaciones entre gobernados y gobernantes. Cuando dichas relaciones permiten procesos de transición y de consolidación democrática se puede hablar de una cultura democrática que permite parámetros de estabilidad, gobernabilidad y representatividad políticas. Así, la cultura democrática es una cultura mixta que integra características de participación y de auto contención de expectativas. Cuando la cultura democrática es incipiente se requieren mecanismos que soporten y desarrollen las características de la democracia. 2. Cultura política en México Una revisión de las percepciones de los ciudadanos acerca de la cultura política y democrática en México muestra carencias en cuanto al interés sobre la política, una opinión negativa de la misma y por ende bajos niveles de participación y asociación en entidades públicas. Estas actitudes se ven reflejadas en una insatisfacción con los rendimientos que la democracia tiene en México y en general en toda América Latina. En la medida que estas percepciones ciudadanas obedecen a circunstancias históricas concretas, es posible generar un marco de acción institucional que permita fomentar espacios e incentivos suficientes para participar en la esfera pública, y en consecuencia valorar positivamente este ámbito. 3. Cultura de justicia electoral en México En el caso de los comicios, las autoridades electorales son las instituciones que impulsan la construcción de una cultura de justicia electoral entre los ciudadanos. Así, la idea de justicia electoral como elemento de formación de 57 una cultura democrática está íntimamente relacionada con el papel que desempeñan los tribunales electorales para transmitir valores de estabilidad, certeza, seguridad, paz social, justicia, imparcialidad y justificación racional de sus decisiones. 4. La contribución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en el desarrollo de la cultura de justicia electoral El TEPJF participa directamente de la cultura democrática y de justicia electoral en cada una de sus sentencias y a través de sus actividades de capacitación, investigación y divulgación. La calidad argumentativa de sus resoluciones refleja proporcionalmente su credibilidad ante los ciudadanos. La actualidad y rigurosidad de sus programas formativos impactan en la transmisión de la cultura de justicia electoral y sus investigaciones generan nuevos conocimientos para el desarrollo de sistema jurídico y político mexicano. La cultura de justicia electoral está en permanente construcción y renovación. Los ajustes del TEPJF para ofrecer respuesta adecuada a la exigencia de justicia son una tarea fundamental de su aportación a la democracia. Así, el ciudadano tendrá la seguridad de que sus pretensiones serán escuchadas, analizadas y resueltas conforme señalan los ordenamientos jurídicos vigentes. 58 Referencias bibliográficas Almond, Gabriel y Sidney Verba. 1963. The civic culture: political attitudes and democracy in five nations. Princeton N.J: Princeton University. Barak, Aharon. 2008. Un juez reflexiona sobre su labor: el papel de un tribunal constitucional en una democracia, México: SCJN. Bergman, Marcelo y Carlos Rosenkranz, Coords. 2009. Confianza y derecho en América Latina. México: FCE-CIDE. Castillo González, Leonel. 2004. Los derechos de la militancia partidista y la jurisdicción. México: TEPJF CCJE. Ver_Centro de Capacitación Judicial Electoral. Centro de Capacitación Judicial Electoral. (consultada el 24 de febrero de 2011). http://www.te.gob.mx/ccje/ Dahl, Robert.1999. La democracia. Una guía para los ciudadanos. España: Taurus. Ferrajoli, Luigi. 2001. Derechos y garantías. La ley del más débil. 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PROCEDE CUANDO SE ADUZCAN VIOLACIONES A DIVERSOS DERECHOS FUNDAMENTALES VINCULADOS CON LOS DERECHOS DE VOTAR, SER VOTADO, DE ASOCIACIÓN Y DE AFILIACIÓN. ----- 03/2005. ESTATUTOS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. ELEMENTOS MÍNIMOS PARA CONSIDERARLOS DEMOCRÁTICOS. http://200.23.107.66/siscon/gateway.dll/nJurisprudenciayTesis?f=templates&fn= default.htm (consultadas el 24 de febrero de 2011). 60 TEPJF. Ver_Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. http://www.te.gob.mx/ (consultada el 24 de febrero de 2011) ----- Informe anual 2008-2009. 2009. México: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. ----- Informe anual 2009-2010. 2010. México: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. 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