Poesía Mexicana "Grandes Alamedas", de Timossi excelsior 28 DICIEMBRE DE 1981 Por L U I S S U A B D I A Z E L PREMIO C A S A de las Araéficas 1961 s e destacó p o r l a concu­ rrencia de bueno? libros de poesía, dps de ellos, los de la fallecida Lourdes Casal, cubana radicada en Estados Unidos y L u i s R o g e l i o Nogueras, cu­ bano residente en L a Habana, —obtuvieron p r e m i o s — otros fueron con­ siderados favorablemente p o r el jurado. Quiero r e f e r i r m e específicamen­ te al de J o r g e Timossi, periodista argentino actualmente en México,- en calidad de corresponsal de Prensa Latina, S u ¡libro m e r e c i ó este comenta­ rio d e los ilustres j u e c e s : "Unitario, compuesto en versículos de gran fuerza, precisión y f l u i d e z . . . un trabajo excepctonal que resulta a la v e z crónica y canto del mundo y el ^ M o J № p u ^ f ^ *BBve la oeiwtoinidad de conocer este libro durante la ú | M 2 P P t á d e « u gestación M en m i soledad d e lector l e di la puntuación JfcMfcsaliebté que indudagfemente merece. . Timossi publicó hace mas de quince afios una antología con l o e j ó ­ venes poetas de Buenos A,ires, nutriendo el panorama, el bien tramado articulo que entonces despertó nuestra atención, Iqa nombres d e Edgar Bayley, R o d o l f o Alonso, R a m i r o Casabelías, Fr&ncisco Vrondo —compa­ ñero entrañable que m u r i ó combatiendo la dictadura m i l i t a r — , M a r i o J o r g e d e Lellis, N o e Jitrik, César Fernández M o r e n o —ganador del pre­ m i o d e poesíéa d e " P l u r a l " y siempre joven en su m a d u r e z — y e l po­ deroso Juan Gelman, entre otros. A s í pues, pasaron los años y T i m o s s i enriqueció la crónica! el reportaje, el testimonió. A n d u v o p o r medio mun­ do. Su libro "Grandes alamedas" estremeció a los hombres d e buena voluntad q u e se dolían del asesinato d e Salvador Allende. E n 1979 la Organización Internacional de Periodistas le concedió justamente el pre­ mio internacional p o r su sostenida y destacada" labor. M u y bien. P e r o ¿y poeta dónde andaba?. Disperso tal v e z en las crónicas, de contra­ bando en los despachos urgentes, agazapado e n el envés del paisaje. P o r fortuna Timossi se rescató a si mismo, este pbeamario no es lo defini­ tivo, es un magnifico retorno, así lo consigna el conocido poeta y ensa­ yista Roberto Fernández Retamar en su poema-prólogo. C U A T R O S E C C I O N E S acogen los cuarenta « u t o s del libro: " P r e á m ­ bulo d e la i m a g e n " , " E l e g í a s del c a m i n o " , "Cuadros de una exposición" y ' la que sirve- d e cierre, "Inconclusiones", es decir linotipo abierto en es­ pera de otras imágenes. Dice el conmovido corresponsal: M i s caminos son terrestres: senderos, carreteras, trillos, o si se q u i e r e hasta desfiladeros, pero siempre polvosos o asfálticos, c o n ' característica básica de pedrusco, d e terrón, ácidos o alcalinos, asentados o fangosos, pero q u e recuerde la madre q u e nos vio nacer. T O D A VEA P U E D E N los solitarios cazar Imágenes d«Bde su hondo butacón, desde su magra silla, o al andar las cotidianas calles de su barriada. Sin embargo, el torrente del mundo nos llama con insistencia, los rostros lejanos piden también sus desiguales retratos, esos que la imaginación teje y acoge la fábula d e la realidad. Este cuaderno se estremece con el viento del desierto, s e ilumina con el s o ! d e ; un barrio de La. Habana, ha­ bla de Casablanca, d e Egipto, de templos budistas, d e los hábiles artesa­ nos de Estambul. Y eso está bien, p o r q u e queremos tener noticias per­ manentes del mundo, pero lo esencial es que no se trata d e reportajes falsamente poéticos sino de verdaderos poemas que fijan las proporcio nes del hombre y sus angustias, del hombre y su obstinada esperanza, buena faena la del corresponsal Timossi, con él llega la poesía a los pe­ riódicos, como advertía Appllinaire y se trenzan los paseos domésticos con la ruidosa velocidad d e los aviones que nos conducen al porvenir-