ENTREVISTA Juan Manuel de Prada Llegamos a su casa de parte de un amigo y nos trató como al amigo. Y es que Juan Manuel de Prada es un tipo que gana en la distancia corta. No ha cumplido los 40 y hace más de diez que ganó el prestigioso premio Planeta con su obra La Tempestad, una novela, dicho con el máximo de los respetos, asquerosamente bien escrita. Pero hoy no hablaremos de literatura; lo haremos de la Fiesta como huésped de la cultura. Texto: Laura Tenorio Fotos: Juan Pelegrín Pregunta | En el mundo del toro, en ocasiones la juventud resulta insultante. Usted triunfó muy joven; con matices, El Juli puede ser un ejemplo de lo que le refiero, porque es probablemente el diestro a quien más se le ha exigido en los últimos lustros. ¿A usted también le han pasado factura? Respuesta | Existe la creencia de que quien logra un éxito temprano lo logra porque le ha beneficiado el azar o los enchufes o circunstancias, digamos, ajenas a sus méritos. Pero en el fondo, y no nos engañemos, esto es una expresión más de la envidia, esa miseria que acompaña al hombre. De cualquier manera, la mejor prueba del mérito frente al éxito es que quien lo ha obtenido logre sobrevivir a él. ¿En el toreo, donde la vida está en juego, cree usted que ese éxito tiene más valor que el obtenido en otras artes? El verdadero artista siempre se lo juega todo. Uno tiene que decir su verdad y hacerlo frente a modas, tendencias o bulas que se reparten desde los distintos púlpitos. Evidentemente el torero arriesga el bien más preciado que tenemos: la vida, y eso puede marcar diferencias. 10 También de rito. Sí, claro… La Fiesta forma parte de una genética espiritual del pueblo español, que en los últimos tiempos está siendo negada y muy machacada. Pero la razón por la que está tan perseguida desde distintas instancias de poder –político, social, mediático…– no son tan banales como las ecologistas, tantas veces esgrimidas, si no que son razones que responden a un proyecto cultural. Son quizá un intento de reformatear nuestra genética espiritual. En España hay un rasgo que caracteriza al pueblo, me refiero a la religiosidad. Y hay también una serie de rasgos culturales ligados a lo espiritual; uno de esos son los toros. Pero no nos engañemos, el intento de acabar con los toros, de desprestigiarlos, es también un intento de acabar con el genio español. Al menos, eso creo. He leído que usted fue a los toros por primera vez con su abuelo. No exactamente. Mi abuelo, un hombre de pueblo, era muy aficionado. Recuerdo que abominaba de la televisión, sólo la ponía para ver los toros. Intentó contagiarme su afición, pero no lo logró. Creo que la culpa la tuvo el que en los toros, como decía Bergamín, el arte mentarios europeos, con el voto de los socialistas españoles, iban a retirar las subvenciones a los ganaderos de bravo. Me pareció indignante y provocó en mí un fuerte rechazo. Fue cuando decidí interesarme por los toros. Ahí jugó un papel importante Gonzalo Santonja, escritor y gran aficionado, que me inició en el aprecio por la Fiesta. ¿Quiere decir que los anti fueron el resorte que hizo surgir en usted la afición? Sin duda. El medio intelectual español, por el que siento infinita repugnancia, en contra de lo que pueda parecer, es muy anti taurino. Del mismo modo que mi acercamiento a la Fe tuvo mucho que ver el rechazo que me producía este medio intelectual tan contrario a lo religioso, salvando las distancias, en los toros me pasó algo parecido. Ha escrito que “descubrir la tauromaquia fue una experiencia gozosa”, similar a la del lector que encuentra el sentido de una metáfora o a la del cinéfilo que comprende una “elipsis”. Sí. Todo arte tiene un lenguaje. Y aunque hay mucha gente que disfruta leyendo las bazofias que le venden como el non plus ultra de la Literatura; no sé, que se ponen a leer a Ken Follett, por ejemplo, y se piensan que eso es literatura. Y sin embargo les das un soneto de Shakespeare y no pueden disfrutar de él, porque es pura retórica literaria y sin conocimientos de preceptiva de retórica literaria lógicamente disfrutarlo es imposible. Ese es ”E l intento de acabar con los toros, de desprestigiarlos, es también un intento de acabar con el genio español” Ciorán afirmaba que “la muerte presta gusto a los instantes”. Teniendo presente tal pensamiento, ¿la Fiesta está en deuda con la muerte? Decía Foxá que los toros son la manifestación de un pueblo que se mueve entre el Más Allá y el más acá. Y sí, los toros tienen una relación fundamental con la muerte y eso hace que sean una verdad honda, grave y profunda. Mi duda es que hoy, en una época tan banal, si ha llegado también a los toros dicha banalización. es algo puramente gratuito, que llega de repente. Uno puede ver cientos de corridas y resultarles un tostón. Ese rasgo de inspiración profunda pero a la vez fugitiva que se produce en el toreo se pierde en la televisión. Una persona que no sepa de toros y se pone a verlos en una retransmisión, creo que le resultará muy difícil apreciar lo que ve. A esa comunión sólo se llega estando en la plaza. ¿Qué le hace pensarlo? Que la muerte considerada desde el punto de vista al que antes me refería, naturalmente tiene un componente religioso. Y los toros de alguna manera nos están hablando de eso. ¿Puede decir que es un aficionado tardío? Sí, nunca fui anti taurino, pero es cierto que durante años me mantuve al margen del mundo del toro. De hecho, me empecé a interesar por ellos un día que leí que parla- hoy en día uno de los problemas que tiene la gente, que ya no entiende el lenguaje literario, de ahí que cuando les deslizas una ironía no la captan o se despistan cuando metes una metáfora. A mí, viendo toros en televisión me ocurría lo mismo, que me parecían aburridos. Sí, tiempo ha que usted escribió que los toros le eran, y le cito, “más aburridos que un culo liso o que la Biblia escrita en Morse”. Es posible, porque yo veía que en los toros había algo de interés, pero que era incapaz de entender. Ahí, mi amigo Santonja repito que tiene mucha culpa de que haya cambiado mi percepción de la Fiesta. “Los toros, asociados siempre a una España cerril y rancia, no han dejado de ser inspiración para los artistas más revolucionarios” 11 ENTREVISTA prefiero: Agustín de Foxá, por ejemplo. Además, es curioso que los toros que han sido siempre asociados a esa España cerril y rancia, no han dejado de ser motivo de inspiración para los artistas más revolucionarios. Pensemos en Goya, Picasso, Lorca, Gómez de la Serna… Sobre ir a ver toros a una plaza de tercera o a una de primera, creo que se queda con la de pueblo. Sí, de igual manera que prefiero una misa en una ermita que en una catedral concelebrada por todos los obispos. Pienso que muchas veces en el rigor está el peligro de la necrosis, del anquilosamiento de las cosas. Usted alega el ambiente “cabreado” de los aficionados y el exceso de responsabilidad de los toreros en las plazas de máxima categoría. Para mí, la Fiesta es ante todo una celebración. Por eso, todo lo que sea ir cabreado a la plaza y no estar dispuesto a participar de lo bueno, me molesta mucho. Y en Madrid eso ocurre con ciertos toreros y cierta frecuencia. No precisamente con toreros como El Cid, del que usted ha escrito que tiene algo de santo de Berruguete y de labrador de Gutiérrez Solana. Sí, es que El Cid tiene aspecto de labriego, de la España profunda, y no lo digo en sentido peyorativo. Es un hombre elemental, expresa sus sentimientos sin sofisticación. En ese sentido me recuerda ese arte de Solana: rústico, hondo. Lo del santo de Berruguete lo dije porque en El Cid hay una serie de virtudes que, siendo muy austero, siempre lo ves entregado. Además, en él está ese componente espiritual que antes aludía y que impregna su toreo, porque además es muy creyente. De su pluma también ha salido una frase que una entiende es para enmarcar. Se refería a Ponce y dijo que “era como un Lawrence Olivier vestido de torero”. Ponce es el mejor, lo digo en tanto que sus faenas te enseñan qué es el toreo y no porque sea un torero académico. En todos sus muletazos siempre ofrece un plus de belleza que hace que todo su toreo parezca fácil. De ahí que usted lo vea, y le cito textual, “como si tuviera los riñones reversibles”. Sí, jejeje. Él es un caso claro de superdotado, además de una vocación única. No le queda nada por demostrar y sin embargo sigue entregándose como si fuera novillero. Cuando habla sobre la tentación plebeya de algunos toreros, ¿a qué se refiere? A que tratan de gustar y halagar al público, saciar únicamente las apetencias de los tendidos. Es la prostitución del arte, que es algo que se da en todas las artes. Aunque no comulga con él, le quiero preguntar por José Tomás. Vamos a ver, es cierto que hay cosas en él que no me gustan, pero si le viera una gran faena le aplaudiría. A priori, no soy partidario del linchismo. 12 ¿Tenía razón Lorca cuando afirmó que “los toros son las fiesta más culta del mundo”? En el sentido más hondo y originario de la cultura, como emanación del sentir popular, sin duda. Pero hoy la cultura no es eso; es la Medalla de las Bellas Artes y los fastos que se organizan desde el Ministerio de Cultura. Y con eso, los toros, afortunadamente, no tienen nada que ver. ¿Qué es lo que no le gusta de JT? El ambiente que le rodea, la gente que le sigue. Uno de sus grandes admiradores ha llegado a decir que JT es el único torero que hay, afirmación que de entrada me repugna. Como me repugnan las actitudes que él adopta en el desempeño de su oficio; me refiero a lo que ha hecho con lo de la Medalla. ¿Se ha equivocado en las formas? En las formas y también en el fondo. ¿Considera usted apropiada la Medalla a Rivera Ordóñez? Mi opinión creo que no tiene demasiada relevancia. Pero lo primero que había que hacer es determinar a quién se le debe conceder esa Medalla. Pienso que la debían de recibir diestros retirados, porque es la mejor manera de contemplar con perspectiva sus trayectorias, lo que es imposible con uno en activo. No obstante, me parece un tanto injurioso lo que se ha hecho con Rivera, aunque el problema puede que esté en que las personas que han concedido el galardón no saben de toros. Al margen, considero una falta de grandeza el que JT haya pretendido ser el único depositario del arte verdadero. Es, sin duda, otro ejemplo de la miseria humana. Y haré una última reflexión sobre el tema citando a Chesterton, quien decía que el artista mediocre siempre está hablando de arte, porque el arte se le congestiona dentro y no es capaz de parirlo, en tanto que en el artista verdadero el arte es una segregación natural que lo muestra de forma espontánea. Por eso, me revientan los toreros que hablan de su supuesto arte. Cambiemos el tema y hablemos de literatura taurina. ¿Qué piensa si le pregunto si el toreo tiene música callada? Sin duda. Y de hecho, a lo largo de la Historia, ha sido motivo de inspiración para escritores de sensibilidades muy distintas. Hablando de La música callada del toreo diré que Bergamín fue uno de los que mejor captó la esencia de la Fiesta, pero hay otros escritores, menos conocidos y también menos considerados, que Valle-Inclán, el mismo que le dijo a Belmonte que ‘nada más le faltaba morir en la plaza’, afirmó también que si nuestro teatro tuviera el temblor de las corridas de toros sería magnífico. Ese temblor es lo más característico de los toros. Cada faena es algo improvisado, al revés de lo que es una representación teatral. Esa diferencia es lo que convierte a los toros en algo sin parangón. Ni siquiera el propio torero sabe qué es lo que va a hacer ante su toro, lo que hace al toreo ser una expresión artística muy misteriosa. Ya lo decía el Gallo eso de que ‘torear es tener un misterio que contar y contarlo”. Lo que ocurre es que no siempre se puede contar. Cierto. Si hablamos de géneros literarios, ¿cuál contaría mejor una corrida? Tal vez la poesía. Aunque si nos ponemos platónicos sería la Música, que según Platón era de entre todas las artes la más excelsa y la que más llegaba a profundizar en el misterio del arte y de la creación. Confiésese, para terminar: Diga algún pecado… La impaciencia. Una debilidad: Castella, que es un torero del que mi hija se quedó prendada. Una fobia: A esos aficionados contagiados de ‘linchismo’. Un espejo: Ponce. Una rutina… Pues de nuevo me remito a Ponce, quien cada año mantiene la rutina de volver a torear a un pueblecito de Segovia, Cantalejo, lejos de focos mediáticos, y jugarse la vida de la misma manera que lo hace en Madrid..