EL MISTERIO DE LA PIEDAD

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EL MISTERIO DE LA PIEDAD
APOSTOL FREDDY VILLATORO
Sábado 16 de febrero 2013
El impío es una persona falta de piedad, incrédulo, no se desarrolla en la fe. Puede estar en
la iglesia, con su boca puede confesar, pero con sus hechos es contrario a la voluntad de
Dios.
El impío es falto de piedad, la piedad es un misterio que nosotros como cristianos debemos
de saber, es la encarnación de Cristo en Jesús Juan 1, 1 Timoteo 3:16, define el misterio de
la piedad, Siendo Dios no quiso manifestarse como pleno Dios, sino que se manifestó en
semejanza de hombre. El misterio de la piedad, es la revelación máxima que le puede llegar
al hombre para saber quién es Cristo Jesús.
El plan de salvación nació en el padre, envió
al Cristo para que encarnara en Jesús, para que cumpliendo su tiempo en la tierra, fuera
visto desde el cielo, en el bautismo de Jesús estaba el Padre, y también el Espíritu Santo.
La piedad es el fundamento de la fe del Cristiano, porque si no cree que Cristo encarno en
Jesús, no tiene razón de buscar a Dios, sería un religioso más. Si no ha sido revelado el misterio
de la piedad, entonces es un impío, sin fe, sin revelación, sin misterio. Juan 1:14
La piedad como misterio, a quienes se les revelo, el misterio, fueron tremendos creyentes,
tremendos creyentes que hicieron mover los cielos y la tierra.
A quien no se le ha revelado la
palabra, no tiene poder de echar fuera demonios, Si no se revela la palabra y el cristiano no
tiene revelación de ese misterio, va a ser incrédulo, Hechos 10:1 Pedro le explico a Cornelio
el misterio de la piedad, la revelación, el advenimiento de Cristo sobre la tierra, su propósito y
que pudiera entender la base de la fe.
El ambiente griego en tiempo del apóstol Pablo, estaba muy interesado en la filosofía, y Pablo
escribe a Timoteo, quien tiene revelación del misterio de la piedad es un verdadero creyente,
y hay que seguir evolucionando, no quedarse estancado o involucionar, hay que evolucionar
para no perder los fundamentos de la fe.
El que involuciona en el misterio de la piedad,
termina siendo un impío, un incrédulo.
Una mala enseñanza de la palabra puede llegar al creyente a ser impío, pues le hace
involucionar, no lo hace crecer. Si alguna experiencia hay en que se puede ver el poder de la
palabra es en la liberación, en el nombre de Jesús que es sobre todo nombre. En lugar de ser
impíos, seamos creyentes, aquel que no evolucionó en el misterio de la piedad se vuelve un
impío, pues su fe no tiene fundamento y es vulnerable, no es firme. Cada uno de nosotros
tenemos que saber que tenemos casa y en nuestra casa ministramos o fe o impiedad, si nuestros
hijos por ejemplo, anhelan estar en la iglesia, en la casa del Señor y se les dice que son fanáticos,
se le está enseñando impiedad, y lo que va a pasar es que cuando se quiera llevar a la iglesia,
pasó el tiempo de ser instruidos y su casa se puede arruinar, porque les sembró impiedad,
incredulidad.
Proverbios 21:12 Cuando la incredulidad agarra a la familia, se pierde el rumbo, la dirección,
cuando los padres quieren imponerles a los hijos lo que ellos piensan, porque no han formado
en el misterio de la piedad a sus hijos. Se han convertido en impíos. Proverbios 3:33 Hay
maldición en la casa del impío. El justo, que por la fe vive no es impío, porque la fe es lo que
nos hace creer en lo que es aunque no lo veamos. Hebreos 11:1.
Salmo 37:9 Los impíos serán exterminados, más los que esperan en el Señor, poseerán la tierra,
cuando vemos la palabra, ¿cómo es la casa del impío? En la casa del impío, aunque asista a
una iglesia, no conoce a Dios.
Job 18:21 conocemos cuando hay revelación, cuando
conocemos la palabra, la venida de Cristo, encarnado en Jesús, murió, resucito al tercer día y
está sentado a la diestra, el que no cree la revelación de la piedad, en la casa del impío no
conoce a Dios.
Una gente almática si no conoce a Dios no encuentra el fundamento para
crecer, necesita la revelación de Cristo.
A Pablo le llego la revelación del Misterio de la piedad, en su encuentro con el Señor, y le
revelan el Misterio de la piedad, y mediamente recibe la revelación plena, lo constituyen en el
perito arquitecto de la Iglesia, un Pablo, definido, dispuesto a hacer la obra de Dios. El que ha
recibido el misterio de la piedad, deja de ser incrédulo.
Romanos 5:1 Justificados por la fe, tenemos paz para con Dios. El impío puede tener mucho
argumento, pero razonablemente, no espiritual, tiene muchas formas de razonar y entender las
cosas según él, pero nosotros razonamos y entendemos las cosas según la palabra de Dios,
porque los argumentos se pueden terminar, pero la palabra no se va a terminar. Job 18:5
Hay cosas en el pueblo que no entiende, y no pregunta, entonces puede hacerse un ser
involucionado, un no creyente sino un impío. La Biblia, dice que los impíos siempre están en
aflicción, porque no logran creer, ni logran entender.
Tenemos que creer en el misterio, en la revelación del misterio de la piedad. El evangelio es un
proceso en el cual somos capaces de participar de una siembra y una cosecha, no como el
mundo la dimensiona, sino conforme a la palabra de Dios. Sin fe y sin santidad, es imposible
agradar al Señor. En cuanto a la fe, la Biblia dice, que al que cree todo lo es posible.
Hay un problema cuando no se tiene equilibrio como creyente, pero no todo lo que se oye se
tiene que creer, tiene que llevar a confrontarlo con la palabra, para saber si lo que oye está de
acuerdo a la palabra de Dios. No hay que tomar en serio todas las palabras que se oigan.
Eclesiastés 7:21, muchos hablan no conforme a la palabra, sino como aprendieron y a veces
maldicen. El que es creyente, salió de la impiedad y se hizo creyente, tiene que aprender a
practicar la palabra, porque cuando era impío podía hacer juicios a los demás, pero no le
gustaba que le juzgaran a él, pero el creyente, cuando recibe revelación, no juzga, Mateo 7:1,
tiene que ir evolucionando, aprender a no juzgar a los demás, para no ser juzgado él. Mateo
7:2. El que juzga a su hermano en la iglesia, es impío, el que murmura de su hermano es impío,
porque el creyente no debe murmurar, no debe medir a nadie.
No hemos solamente recibido el misterio de la piedad como fundamento, sino también la
revelación del manual de vida que tenemos que llevar para poder crecer y vencer la impiedad,
porque si no viene la aplicación del evangelio, no habrá parámetro en el cual nosotros sepamos
cómo comportarnos. NO podemos avergonzarnos del evangelio que es poder de Dios.
Mateo 10:32 si confesamos al Señor, él nos confesará en los cielos, pero si no lo hacemos, somos
impíos. El impío huye sin que nadie lo persiga, pero el que cree, es como David, que duerme
confiado, y dice que aun cuando un ejército acampe, no temerá mal alguno. Los impíos se
burlan de Dios, se ponen a burlarse de los hermanos, de los ministros, porque no tienen la
revelación del misterio de la piedad. Proverbios 1:26.
El impío cuando le conviene quiere agarrar que uno es cristiano para que se deje hacer lo que
ellos quieren, pero, nosotros actuamos conforme a la palabra, Proverbios 1:26. El Señor se va a
reír del impío.
Tenemos que crecer en la fe, que el misterio de la revelación de la piedad, es un asunto
revelado que es la venida de Cristo a la tierra que se habló desde Génesis hasta Malaquías y
se consuma su venida en los evangelios, y volverá a venir. Los fundamentos que eliminan la
impiedad es la fe, la palabra de Dios, tienen que traer a nosotros luz sobre lo que significa ser
hijos de Dios, y ser proclamadores de esa revelación, para que conozca la gente que somos
hijos de Dios. La impiedad también es pereza, acomodamiento, y religiosidad.
La impiedad se demuestra cuando juzgamos, criticamos, señalamos, nos burlamos de
nuestros hermanos, tenemos que dejar la impiedad y creer y aplicar el manual de vida, que
nos exige un cambio de conducta, para dejar de ser impíos. Ahora hemos conocido al autor
y consumador de la fe que es Cristo Jesús. La impiedad no solamente está fuera, sino
también dentro de la iglesia, cuando el pueblo se vuelve religiosos. No llevemos impiedad
a nuestra vida, no seamos incrédulos, ministremos la fe y el anhelo de estar en la casa del
Señor. El impío justifica sus hechos, el creyente desafía las circunstancias. El creyente saca
fuerzas de donde no las hay, serán como las águilas.
HACP//Versión no revisada
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