El vaso medio lleno Para los optimistas, un vaso con agua hasta la mitad de su altura, está medio lleno; para los pesimistas, está medio vacío. Una larga historia de desatinos, de enfrentamientos y de decepciones, nos ha convertido en un pueblo mayoritariamente pesimista, que se siente víctima de las circunstancias y condenado al infortunio, como lo constató Roa Bastos. Tanto así que, cuando algunas buenas noticias generan un poco de esperanza, se ve ahogada por los agoreros y profetas de la calamidad. Leer los diarios, mirar la televisión o escuchar radio, nos inunda con un aluvión de malas noticias, porque, si adoptáramos el punto de vista cínico de algunos periodistas, las malas noticias venden, y las buenas no. Pero aun así, en los últimos tiempos, asoman con cierta timidez y con menos destaque que los escándalos políticos, novedades que son gravitantes, tal vez no en el muy corto plazo, pero indudablemente auspiciosas en un mediano y largo plazo. No podemos desconocer la realidad de que el país ha cambiado muchísimo en la última década, especialmente en el despegue económico. Y no ha sido casual, sino la coincidencia de varias circunstancias que han dado un resultado inédito. Las cifras asombrosas de crecimiento provienen, en parte de circunstancias externas, lo que los economistas llaman el “viento de cola” de los buenos precios internacionales, la crisis en los países del primer mundo y en algunos de nuestros vecinos, que despierta el interés y canaliza inversiones en Paraguay, nunca antes imaginadas. El prestigioso economista Fernando Masi, incluso, asegura que las inversiones extranjeras directas en el país son más del doble de lo que consignan las estadísticas oficiales. Otro economista advierte que las cifras de pobreza están infladas por un sistema de cálculo que es diferente al que utilizan países vecinos y organismos internacionales. Ha habido también una maduración de la clase empresarial, que ha adoptado las innovaciones para multiplicar el rendimiento y la productividad de sus empresas, para abrir nuevos mercados o ampliar los existentes. Y, al mismo tiempo, pese a numerosas falencias, los gobiernos han tenido políticas económicas prudentes que nos colocan entre los más estables y previsibles del continente. Por supuesto, el vaso está aúna mitad de su nivel, pero confiamos en que está medio lleno, y no medio vacío: esto significa que las metas de prosperidad y justicia social están todavía lejanas en el camino, pero están más cerca, y no más lejos que en los primeros años de este siglo. Y hay que señalar que este progreso se ha venido dando, lamentablemente no gracias, sino a pesar de la clase política, que ha saboteado el crecimiento y lo sigue haciendo sin mucho éxito, afortunadamente. ‘Eppur si muove’, ‘y sin embargo, se mueve’, musitaba Galileo, mientras observaba el leve balanceo de las arañas luminosas que colgaban del techo de la Catedral de Pisa, porque sabía que ese movimiento confirmaba sus ideas de la rotación de la tierra, de las que había abjurado ante la Inquisición. Ante el escepticismo colectivo, parece una herejía hablar de un futuro auspicioso para un país tan denostado por sus propios ciudadanos. Y aun así, se mueve. JOSE BERGUES Past President ADEC