LOS MILAGROS RECONOCIDOS

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LOS MILAGROS RECONOCIDOS
40.- MARIE FABRE
Nacida en 1879, reside en Montredon (Francia). Curada el 26 de septiembre de 1911, a los 32 años
A los treinta años, Marie se siente gastada por la vida. Esta esposa de un agricultor, como tantas
jóvenes de su tiempo, tiene su salud quebrantada por tres embarazos cercanos, seguidos de
alumbramientos complicados. Además de graves problemas uterinos, sufre una enfermedad digestiva
que le prohíbe toda alimentación normal. Para ella, cada día que se levanta es un nuevo combate.
Durante más de un año, los tratamientos prescritos no hacen efecto. Y es en ese estado lastimoso cuando
hace el voto, durante el verano de 1911, de ir a Lourdes. El viaje que ella emprende el 24 de septiembre
con su marido, parece más una aventura que una peregrinación: llega a Lourdes en un estado tal de
debilidad que, durante un día y medio, no se cree prudente llevarla ni a la gruta ni a las piscinas. El 26
por la tarde, se decide llevarla a la Bendición del Santísimo. Después de haber comulgado, se siente
invadida por un bienestar, habla y se incorpora. Conducida al Hospital de de los Siete Dolores, pide de
comer. Hacía dos años que no tomaba ningún alimento sólido. Unos días más tarde, con gran alegría
vuelve a su casa donde pronto puede emprender una vida normal.
41.- HENRIETTE BRESSOLLES
Nace en 1896 en Niza (Francia). Curación el 3 de julio de 1924, a los 28 años.
Milagro reconocido el 4 de junio de 1957, por Mons. Paul Témond, arzobispo-obispo de Niza. Fallecida en 1961.
En esta mañana del 4 de julio de 1924, sus piernas son todavía una inutilidad anquilosada. Pero
esto provoca la sonrisa ante su desastroso estado de ayer. La curación surge violentamente por "un
rompimiento general doloroso". Luego, después de la tempestad interior, los ojos clavados en la Gruta
ante la cual la han colocado después de la bendición del Santísimo, se siente curada y se incorpora. Este
movimiento del cuerpo casi anodino, hacía seis años que no lo había podido hacer. Enfermera militar
desde 1914, después de una guerra sin tropiezo, es admitida en el hospital del ejército como enferma, en
octubre de 1918, por un "Mal de Pott". Entre el final de la guerra y el comienzo de 1922, permanecerá
en el hospital militar y sufrirá además, su inmovilización en un corsé de yeso y minerva, varios
tratamientos contra la paraplejia completa y la incontinencia. A pesar de la evidencia de su curación
ocurrida ese 3 de julio de 1924, los médicos que la examinan al día siguiente y al otro día, no se apartan
de su prudencia. Deciden esperar. Fin de septiembre de 1924, tres certificados de los médicos y cirujanos
que la tratan, llevan la confirmación: la curación es completa, duradera y obtenida en relación con
Lourdes. En Niza, el Obispo auxiliar autoriza antes de fin de año, una ceremonia religiosa de acción de
gracias, en la que él mismo participa. Más de 30 años pasan y bajo la petición expresa de las autoridades
de Lourdes, esta curación es oficialmente reconocida por Mons. Rémond, el 4 de junio de 1957. Cuatro
años después, en 1961, Henriette muere de una afección cardiaca , en Lyon.
42.- LYDIA BROSSE
Nace el 14 de octubre de 1889, reside en Saint Rápale (Francia). Curación, el 11 de octubre de 1930, a los 41 años.
Milagro reconocido el 5 de agosto de 1958, por Mons. Jean Guyot, obispo de Coutances. Fallecida en 1984.
En septiembre de 1984, Lourdes pierde una de sus más fieles hospitalarias. Lydia Brosse, de 95
años acaba de morir. Ella ha servido a los enfermos con todas sus fuerzas y con toda su alma. ¡Por qué
esa abnegación? La respuesta es sencilla: quieres devolver un poco de lo que ha recibido. Pues contra
toda esperanza, un día de octubre de 1930, Dios en quien ella cree con tanta fuerza, ha cerrado las llagas
de esa pequeña mujer de 40 kilos. Hasta su madurez, Lydia ya había padecido muchas afecciones óseas,
calificadas de tuberculosas. Había pasado por varias intervenciones por abscesos múltiples y repetidos.
Estaba agotada, depauperada y anémica de tantas hemorragias. Durante su peregrinación, en octubre de
1930, no se opera ninguna mejoría sensible en su estado. El último día, se renuncia incluso a bañarla en
las piscinas. Durante el viaje de regreso hacia Saint-Raphaël, recobra el deseo y la fuerza para
incorporarse... sus llagas se cierran. Al siguiente día de su regreso, su médico afirma ''un estado de salud
floreciente, una cicatrización completa''. A partir de entonces, todos los años, Lydia se entregará y
vendrá a Lourdes con la peregrinación del Rosario. Y sólo 28 años después de su curación, el milagro
será oficialmente proclamado, no en razón de la perplejidad de la medicina, sino más bien por la lentitud
del proceso de reconocimiento de su curación.
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