Entorno Internacional POR MARÍA CRISTINA ROSAS [ La ONU desempeña sus funciones principales con un staff de 10,700 trabajadores, muy por debajo del tamaño de la fuerza de policía de Londres, que emplea a 42,000 oficiales y civiles ] LA ONU ¿Qué debe cambiar? 24 ENTORNO En 2005, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cumplirá 60 años de existencia. Sin embargo, este aniversario aviva el debate en torno a la necesidad de reformar y adecuar a la institución a los fotos: Corbis imperativos de las relaciones internacionales del nuevo siglo. S i se asume que la misión de la ONU se resumiría, en última instancia, a su capacidad para evitar una tercera guerra mundial, tendría que reconocerse que su gestión ha sido escasamente exitosa. Desde su creación, la ONU ha sido testigo de innumerables conflictos nacionales, regionales e internacionales. Baste mencionar que tan sólo en el año 2003 se produjeron 19 grandes conflictos armados (de por lo menos 1,000 decesos cada uno). Los conflictos se desarrollaron en África (Argelia, Burundi, Liberia y Sudán); Asia (India, India-Pakistán, Indonesia, Myanmar, Nepal, Filipinas y Sri Lanka); América (Colombia, Perú y Estados Unidos, éste último luchando contra el terrorismo internacional); Europa (Rusia); y el Medio Oriente (Irak, Israel y Turquía). En la solución de una buen parte de estas contiendas, la ONU desempeñó un papel marginal o bien, como pudo observarse en la invasión perpetrada por Estados Unidos y la Gran Bretaña a Irak en marzo de 2003, simplemente se le ignoró. planteadas por sus padres fundadores. La Carta de la ONU establece en su artículo 108 que “las reformas (...) entrarán en vigor para todos los Miembros de las Naciones Unidas cuando hayan sido adoptadas por el voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea General y ratificadas, de conformidad con sus respectivos procedimientos, por las dos terceras partes de los Miembros de las Naciones Unidas, incluyendo a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad” (Carta de las Naciones Unidas y Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, Nueva York, Naciones Unidas, pp. 62-63). Esto significa que si, por ejemplo, se intenta desarrollar una iniciativa para erradicar el derecho de veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, éstos mismos son los que tendrían que estar de acuerdo de manera unánime en ello. Es difícil imaginar que quien tiene ciertos privilegios renuncie a ellos. Con todo, la reforma es posible, como se explicará a continuación. Se necesita una reforma, pero… Por eso, con el advenimiento de los ya casi 12 lustros de vida de la ONU, diversos estudiosos, figuras políticas, organismos no gubernamentales, intelectuales y gobiernos se han dado a la tarea de proponer reformas a la institución, por considerar que desde su creación a la fecha el sistema internacional ha sufrido cambios vertiginosos y Naciones Unidas ya no refleja las realidades políticas del momento actual. La reforma, sin embargo, es difícil. La inercia que ha adquirido la ONU, privilegiando a algunos de sus miembros, se enfrenta, además, a las disposiciones que para las enmiendas a la Carta de la institución fueron Un gran tema a debate: la reforma financiera de la institución En la década de los 90, el entonces presidente estadounidense, William Clinton, hizo saber que su país reduciría las contribuciones financieras que Washington le otorga a la ONU. El resultado de este anuncio fue que el 23 de diciembre de 2003, la Asamblea General de la ONU aprobó una nueva escala de cuotas tanto para el presupuesto de la institución como para sufragar las operaciones de mantenimiento de la paz (OMPs). Así, Estados Unidos pasaría, de aportar el 25 por ciento del presupuesto de la ONU y el 31 por ciento del presupuesto de las OMPs, al 22 y 27 por ciento, ENTORNO 25 [ ] El monto de recursos mediante los cuales opera Naciones Unidas equivale al presupuesto del Departamento de Policía de Nueva York. respectivamente. Aquí conviene resaltar que el presupuesto de la ONU para el año 2002 fue de $1,445 millones de dólares, en tanto que las OMPs costaron $1,300 millones. Aunque a primera vista estas cifras parecen altas, hay que reconocer que la ONU no es costosa. El monto de recursos mediante los cuales opera Naciones Unidas equivale al presupuesto del Departamento de Policía de Nueva York. Asimismo, la ONU desempeña sus funciones principales con un staff de 10,700 trabajadores, muy por debajo del tamaño de la fuerza de policía de Londres, que emplea a 42,000 oficiales y civiles. No se pierda de vista que la ONU se aboca a la solución de los principales problemas del mundo y que debe hacerlo con recursos materiales y humanos crecientemente limitados. En el largo y penoso proceso de negociación que desarrollaron los miembros de la ONU antes del 23 de diciembre del año pasado, hubo un margen de maniobra sumamente restringido. Así, por ejemplo, Japón, que actualmente es responsable del 20 por ciento del presupuesto total de la institución, argumentó que no elevaría sus contribuciones. La Unión Europea expresó que las naciones europeas contribuyen con recursos muy por encima de la participación que éstas tienen en el producto mundial bruto y que no aumentarían los montos destinados a Naciones Unidas. Por su parte, los países en desarrollo se negaron a llenar el hueco presupuestal dejado por Estados Unidos considerando que, en los hechos, ello sería tanto como “subsidiar” la responsabilidad que Washington tiene como miembro de la ONU. Así lo señaló Gert Rosenthal en un ensayo titulado “The Scale of Assessments of the UN Budget: A Case Study of How the United States Exercises Its Leverage in a Multilateral Setting”, publicado en la edición julioseptember 2004 de Global Governance. El futuro de la ONU El debate que tuvo lugar para decidir los rumbos financieros de la institución merece un análisis cuidadoso porque es una muestra de las dificultades que enfrenta la compleja reforma de la ONU. Así, hay por lo menos seis aspectos que deben ser enfrentados cada vez que las palabras “cambio” y “renovación” son pronunciadas a propósito de la institución. El primero tiene que ver con la transparencia, debido a lo difícil que resulta gestionar acuerdos entre los 191 miembros de la ONU. Esta realidad lleva al segundo punto, que consiste en las críticas de parte de los miembros más pequeños respecto de los mecanismos de “pre-negociación” que desarrollan los “más grandes” y los “medianos” fuera de los canales formales de la institución. El tercer reto es la llamada “visión de conjunto” que se contrapone a los temas específicos que algunos socios desean ventilar. Así, por ejemplo, mientras que en el tema de la reforma presupuestal Estados Unidos insistió en analizarlo al margen de otras consideraciones, numerosos países en desarrollo señalaron que no se podía separar este tópico del financiamiento a las OMPs. Un cuarto desafío es la confrontación que surge entre las consideraciones de carácter técnico y las de corte político. Numerosas negociaciones en la ONU y en otros organismos internacionales suelen prolongarse (y hasta paralizarse) por diversas apreciaciones de carácter técnico de parte de los países miembros. El quinto aspecto a destacar es la presencia de grupos regionales y "like-minded countries" en torno a ciertos temas. Estas agrupaciones son muy importantes, pero con frecuencia surgen tensiones entre sus afiliados. Finalmente, no hay que olvidar que las negociaciones en el seno de la ONU demandan un poco de sustancia y un poco de tradición. Gert Rosenthal, en el mencionado ensayo, refiere que con frecuencia el “rito” de los discursos de cada delegación puede provocar fastidio, si bien es en esa dinámica que se gestan las negociaciones para llegar, eventualmente, a un acuerdo. Así las cosas, la reforma de la ONU se antoja como un proceso fascinante y al mismo tiempo frustrante. No todas las esferas de la institución deben cambiar, toda vez que hay una buena parte de ellas que operan correctamente (y por lo mismo, pasan inadvertidas). Por cuanto hace a los ámbitos que demandan cambios urgentes, por ejemplo, el referido a la paz y la seguridad, la negociación descrita para llevar a cabo la reforma financiera de la ONU es un buen ejemplo de lo difícil que es reformar y renovar. Con todo, la reforma financiera fue posible —aun cuando no dejó satisfechos a muchos— y ello demuestra que aun en los tópicos más polémicos, hay margen para la negociación.E La doctora María Cristina Rosas es profesora titular del Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. 26 ENTORNO