Luisa Fernanda

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Luisa Fernanda
Comedia lírica en tres actos
Texto original de FEDERICO ROMERO y GUILLERMO FERNÁNDEZ SHAW
Música de FEDERICO MORENO TORROBA
PERSONAJES Y REPARTO
LUISA FERNANDA ................. SELICA PÉREZ CARPIO
DUQUESA CAROLINA .......................... LAURA NIETO
MARIANA ................................... RAMONA GALINDO
ROSITA ....................................... SOLEDAD ESCRICH
LA CHURRERA ..................................... LUISA CONDE
UNA CRIADA ........................... MERCEDES SALGADO
UNA VECINA .................................... JUDITH GARCÍA
UNA VENDEDORA ......................... MARÍA SAMPERIO
VIDAL HERNANDO ................... EMILIO SAGI-BARBA
JAVIER MORENO ....................... FAUSTINO ARREGUI
ANÍBAL .................................. MANUEL HERNÁNDEZ
DON FLORITO ............................ EDUARDO MARCÉN
LUIS NOGALES ......................... VICENTE CARRASCO
BIZCO PORRAS .................................... MIGUEL PROS
JEROMO .............................................. JOSÉ PALOMO
EL SABOYANO ................................... ENRIQUE SEVA
DON LUCAS ............................... ALEJANDRO BRAVO
UN CAPITÁN ......................................... ELOY PARRA
MOZO 1.º ........................................... ENRIQUE SEVA
MOZO 2.º .............................. SANTIAGO RODRÍGUEZ
UN VENDEDOR ............................. AGAPITO GALICIA
.
Estrenada el 26 de marzo de 1932 en el Teatro Calderón de Madrid.
ACTO PRIMERO
La escena nos presenta la plazuela de San Javier, en el riñón del viejo Madrid, junto a la
casa de Carolina, dama elegante y bien plantada, duquesa de Dalias y camarera de Su
Majestad. Al fondo la posada de San Javier. La acción transcurre en la primavera de
1868, en los últimos tiempos del reinado de Isabel II. Es de día. Junto a la puertecilla
central de la posada, Mariana –la posadera– hace media sentada en una silla. A través de
una gran reja se ve a Rosita y otras chicas costureras afanándose en su labor y alegrando
la mañana con sus risas y canciones. En la posada vive don Luis Nogales, caballero de
estirpe romántica, en quien alientan nobles ideales revolucionarios. Salen por el fondo
izquierda Carolina y Jeromo, criado de la duquesa y tipo de bandido andaluz.
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ROSITA
MARIANA
ROSITA
MARIANA
ROSITA
MARIANA
ROSITA
VENDEDOR
NOGALES
MARIANA
NOGALES
ROSITA
NOGALES
MARIANA
NOGALES
ROSITA
MARIANA
ROSITA
MARIANA
NOGALES
ROSITA
NOGALES
ROSITA
NOGALES
MARIANA
ROSITA
2
Mi madre me criaba
pa chalequera,
pero yo le he salido
pantalonera.
Hay sus razones,
y es que te gustan mucho
los pantalones.
¿Lo dice usté con segunda?
Lo digo porque es verdad.
No te sientas pudibunda.
Señora, estoy en la edad.
¿A usté no le hablaban antes
unos calzones bien puestos?
Es que los hay... fascinantes.
No lo dirá usté por estos.
Van por el camino real
los cacharreros de Andújar
las tardecitas de sol
y las mañanas de lluvia.
¡Quién me compra una alcarraza
de barro que se rezuma!
¿Me zurcieron la levita?
Ya debe estar, don Luis.
¡Esa levita, Rosita!
¡A ver si la concluís!
Ríen mucho y cosen poco.
¿Que nos reímos? ¡La mar!
¡Vive Dios!...
¿Está usté loco?
¡Estoy harto!
¡De ayunar!
Callad, mocosas.
Dos reales.
Dos reales.
¡Apunten!
¡Fuego!
¡Lo pagará Luis Nogales!
Conforme.
Adiós.
Hasta luego.
La zurcidora buena
sabe de sobra
que a quien mucho le zurce
poco le cobra.
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CAROLINA
MARIANA
ROSITA
CAROLINA
MARIANA
CAROLINA
Y es que el bolsillo
también necesitaba
buen zurcidillo.
Buenos días, Mariana.
Buenos días, señora.
La señora duquesa
madruga ahora.
Tuve guardia en Palacio.
¡Viva la Reina!
Y el peine de oro y plata
con que se peina.
Jeromo abre la puerta-verja del jardín de la casa señorial. Cuando entran comienza oírse
un aristón y a poco sale un Saboyano que toca un pequeño organillo que trae colgado
del cuello. El músico pide, gorro en mano, y de los balcones caen algunos ochavos que
recoge trabajosamente.
SABOYANO
Marchaba a ser soldado cuando al mozo
le salió a despedir
la moza que le amaba y que quería
con él partir.
–Anda con Dios, soldadito
que a las banderas te vas.
Yo te prometo y te anuncio
que vas a ser general.
Y el soldadito
la contestaba:
–Paloma mía,
yo he de volver
y, en nuestra boda,
serán mis arras
los entorchados
de brigadier.
Y allá se queda,
sobre un ribazo,
con el pañuelo
diciendo adiós,
la prometida
del soldadito,
hasta que apenas
se ven los dos.
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3
No vuelve el soldadito;
ya diez años que del pueblo salió.
No cumple a la mocita
la palabra que la empeñó.
Y ella le aguarda pensando
que si no ha vuelto es quizá
para venir con la faja
de capitán general.
El soldadito no la contesta
cuando le escribe
cartas de amor,
y ella está triste, la pobrecita,
porque sospecha que se murió.
¡Quien la dijera
que el soldadito
sueña en los brazos
de otra mujer
y que en su boda
fueron las arras
los entorchados
de brigadier!
En la casa vecina vive don Florito, antiguo empleado de la Intendencia de la Casa Real
con su hija Luisa Fernanda, quien está enamorada de Javier Moreno, antiguo mozo de
cuadra que se fue a ser soldado y volvió con las estrellas de coronel. Javier no parece
acordarse muy a menudo de Luisa, pero ésta le ama. Por el contrario es Vidal Hernando,
un rico hacendado extremeño de alguna edad, quien visita asiduamente a Luisa
Fernanda, a la que ama y con la que desea casarse. Tanto don Florito, padre de Luisa,
como Mariana, quieren para Luisa Fernanda a Vidal Hernando, pero la joven no se
conmueve. Ella ama a Javier y sabe esperar. Luisa Fernanda se va a misa justo cuando
aparece Jeromo, quien amonesta a Mariana por mantener en la posada a don Luis
Nogales, que está complicado en una revolución en la que piensa derrocar a la reina. En
ese momento el apuesto coronel llega a la plaza, en una de sus escasas visitas desde que
le sonrió la fortuna en la carrera militar.
JAVIER
MARIAN
JAVIER
MARIANA
JAVIER
MARIANA
JAVIER
4
Buenos días, Mariana.
Buenos días, Javier.
Usté siempre tan firme.
Tú más loco que ayer.
¡Cuánto tiempo sin verla!
No te dejas tú ver.
Porque lejos de aquí
me retiene el deber.
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MARIANA
JAVIER
MARIANA
JAVIER
Pero ya sabe
que no me olvido
de este rincón.
Y que tengo comprometido
mi corazón.
¡Ay, no me hagas reír!
Se lo puedo jurar.
Vuelas, hijo, tan alto,
que te vas a escapar.
Usté ya sabe
que para mí
las ilusiones
están aquí.
De este apacible rincón de Madrid,
donde mis años de mozo pasé,
una mañana radiante partí
sin más caudal que mi fe.
Por un amor imposible
días de triunfo soñé
y mi fortuna
fue tan propicia
que lo alcancé.
¡Cómo olvidar el querido rincón
donde el cariño primero sentí!
¡Mágica aurora de mi corazón
donde aprendí a soñar!
Y el camino de la vida
yo emprendí sin más caudal
que la audacia por bandera
y el amor por ideal.
Con la fortuna
me he desposado;
buena compañía
para ser soldado.
Con la fortuna
por compañera,
en sus alas vuelo
a donde ella quiera.
Como un remanso de paz y de amor,
en mi agitado vivir,
este paraje tan evocador
¡qué cosas me hace sentir!
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5
Es la vida que vuelve
de mi humilde niñez.
Siento
ganas
de vivirla otra vez.
Pero entonces yo volaba
como un mísero pardal
¡y hoy mis alas ambicionan
vuelos de águila caudal!
Mariana recrimina a Javier por sus largas ausencias y tener abandonada a Luisa Fernanda,
a lo que Javier asegura que Luisa es su amor primero y, por tanto, el único verdadero.
Aparecen Aníbal –mozo de cuadra de la posada– y don Luis Nogales, quienes intentan
comprometer a Javier en sus proyectos revolucionarios. Buscando el secreto se llevan a
Javier al interior de la posada. Queda sola la escena y se oye cómo la duquesa Carolina
llama a su criado pidiéndole que deje la puerta del jardín abierta. Luisa Fernanda regresa
sofocada con Mariana, quien le ha dado la noticia de la presencia de Javier, pero sufre la
decepción de encontrar vacía la plaza. Mariana aprovecha la ocasión para recomendar a
Vidal Hernando –el rico hacendado extremeño– que aparece en ese momento y que,
impulsado por Mariana, le explica claramente a Luisa Fernanda cuáles son sus intenciones.
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
6
En mi tierra extremeña
tengo un nido de amores,
entre encinas bizarras
y castaños y robles,
donde el pájaro quiere
que una pájara venga
para ser soberana
de mi casa labriega.
Yo, Vidal, le agradezco
sus palabras amables;
pero siento decirle
que su afán llega tarde.
Tengo amores antiguos.
Que es inútil que aguarde.
¡Cuanto más me atormentan,
más sabrosos me saben!
Yo, señorita,
no soy ladrón de amores,
ni envidio con tristeza
la suerte de otros hombres.
¡Yo es que la quiero
con un querer tan hondo!...
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LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
VIDAL
También yo le querría
si no quisiera al otro.
Una esperanza
me alumbra al fin.
No le ilusione
pensar en mí.
Mejores días
aguardaré.
Y entonces a cantarle mis anhelos
con rústicos alardes yo vendré.
«Montaraza de mis montes,
relicario de mis sueños:
de la feria de Trujillo
te he traído un aderezo.
Te he traído un aderezo,
como pide la persona:
de corales y de perlas,
lo mismito que tu boca.»
Yo montaraza
sería de sus montes,
si fuera libre y dueña
de oír otros amores.
¡Yo es que la quiero
con un querer tan hondo!...
También yo le querría
si no quisiera al otro.
No hay esperanza
para este amor.
Y usté perdone
mi obstinación.
Luisa Fernanda...
Adiós, Vidal.
Los hombres de mi tierra, cuando quieren,
no pierden la esperanza de triunfar.
Montaraza de mis montes,
amapola de mis trigos,
relicario de mis sueños,
manantial de mi cariño...
No se duelen mis amores
del desdén con que los tratas.
¡Para un río de desdenes,
tengo un puente de esperanzas!
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7
Aníbal sale alegre de la posada por haber convencido a un miembro del ejército para
que participe en la revuelta, y comunica a Vidal el apoyo que ha encontrado en Javier,
lo que basta para que Vidal se declare tajantemente monárquico, sólo por estar también
en el campo de batalla en el lugar contrario de quien es su oponente en las lides amorosas.
Javier, concluida su conversación con Nogales, sale también de la posada y se dispone a
visitar a Luisa Fernanda. No obstante, en el camino es detenido por la voz de la duquesa
Carolina, con la que inicia una conversación llena de requiebros amorosos que termina
con la entrada del militar en casa de la duquesa.
CAROLINA
JAVIER
CAROLINA
JAVIER
CAROLINA
8
Caballero del alto plumero,
¿dónde camina
tan pinturero?
Los caminos que van a la gloria
son para andarlos
con parsimonia.
Señorita que riega la albahaca,
¿cuántas hojitas
tiene la mata?
Me parece que pasan de ciento,
como las plumas
de mi plumero.
Al pasar el caballero
por la puerta del Perdón,
de los altos balconajes
a sus pies cayó una flor.
Y una dama le decía
con graciosa y dulce voz:
–Esa flor se me ha caído
del rosal de corazón.
Una flor es el comienzo
de un capítulo de amor.
Señorita que riega la albahaca,
si de atrevido
no me tildara,
yo al rosal acercarme quisiera
donde florecen
rosas tan bellas.
Caballero del alto plumero,
es tan galante
su atrevimiento,
que por mí no es difícil la empresa,
puesto que tiene
franca la puerta.
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JAVIER
CAROLINA
JAVIER
CAROLINA
JAVIER
Al pasar el caballero
por la puerta del jardín,
va hechizado por los ojos
que le miran desde allí.
Va contento de su suerte
y embriagado del olor
de esta rosa desprendida
del rosal del corazón.
Una flor no es un billete
para el juego del amor.
¡Sutil olor!
¡Tal vez fatal!
¡Digna es la flor
de aquel rosal!
Vidal, Aníbal y Nogales desde el interior de la posada, y Luisa Fernanda desde el balcón
de su casa, han sido testigos del final de la escena anterior, viendo atónitos y airados
cómo Javier entraba fascinado en la residencia ducal. Ahora sí que Vidal está dispuesto
–aunque sea por despecho– a dar su sangre y su dinero por la causa progresista. Y Luisa
Fernanda, incapaz ya de soportar la indudable traición de su amado, se desvanece en
brazos de Vidal.
LUISA FERNANDA
ANÍBAL
NOGALES
VIDAL
MARIANA
NOGALES
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
Abrasado en la llama
de su loca ambición,
sus palabras olvida
y hasta olvida su amor.
Es la pura verdad.
¡Bien nos hizo traición!
Mas si cubre la baja
de un traidor un leal,
ni usté debe afligirse
ni vosotros gritar.
No te aflijas, mujer.
Es la pura verdad.
¡Cuánto diera por verle
como antaño le vi!
De que caiga por tierra
su orgullosa cerviz,
el momento llegó,
si me dejan a mí.
¡Quién pensara, quién dijera
que tenía que acabar
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9
VIDAL
MARIANA
NOGALES
ANÍBAL
CAROLINA
JAVIER
LUISA FERNANDA
VIDAL
en despecho mi cariño
y en desdén mi voluntad!
¡Quién dijera, quién pensara
que tenía yo que ver,
en la noche de mis dudas,
esta luz de amanecer!
¡Ya por fin se convenció!
Lo importante es decidir.
¡La de palos que va a haber!
¡Ahora sí que soy feliz!
Al pasar el caballero
por la puerta del Perdón,
de los altos balconajes,
a sus pies cayó una flor.
Y una dama le decía
con graciosa y dulce voz:
–Esa flor se me ha caído
del rosal del corazón.
Una flor se me ha caído...
del rosal del corazón.
En el rosal
del corazón,
hay un lugar
para otra flor...
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO.– En la verbena de San Antonio de la Florida. En el conjunto popular
de la romería se ve a Mariana y Rosita, que regentan la mesa petitoria; también se ve a
don Luis Nogales, que ocupa el velador más próximo al aguaducho, atendido por el Bizco
Porras, dueño del establecimiento y marido de Mariana; músicos ambulantes, vendedores
y algunos pollos elegantes, entre ellos Javier de paisano, paseando. Salen de la ermita
seis damiselas, con vaporosos trajes de paseo y monísimas sombrillas. Con ellas, la
duquesa Carolina, a la que se acerca Javier.
MÚSICOS
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El soldadito
no la contesta
cuando le escribe
cartas de amor
y ella está triste,
la pobrecita,
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VENDEDORA
VENDEDOR
MUJER DEL CIEGO
VENDEDORA
VENDEDOR
VENDEDORA
VENDEDOR
MARIANA
ROSITA
MARIANA
BIZCO
MARIANA
BIZCO
MARIANA
BIZCO
MARIANA
ROSITA
porque sospecha
que se murió.
¡Quién la dijera
que el soldadito
sueña en los brazos
de otra mujer,
y que, en su boda,
fueron las arras
los entorchados
de brigadier!
¡De la Habana, cocos!
¡Dulces y fresquitos!
¡Cuatro cuartos valen
estos abanicos!
¡Lleven las coplas
del soldadito,
que es lo que llevan
los señoritos!
¡De la Habana, cocos!
¡Cuatro cuartos valen!
¡Dulces y fresquitos!
¡Aire! ¡Aire! ¡Aire!
¡No se respira!
¡Qué calor hace!
¡Oye, marido!
¡Voy al instante!
Usté perdone,
señor Nogales.
Llegó el momento
de convidarte.
¿Qué se te ofrece?
Limón helao.
Pero, ¿no sabes
que a ese alelao,
a por limones
hasta el mercao
hace tres horas
que le he mandao
y entodavía
no ha regresao?
¡Ese es Aníbal!
¡Nos ha matao!
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DAMISELAS
POLLOS
DAMISELAS
POLLOS
DAMISELAS
POLLOS
JAVIER
CAROLINA
TODOS
POLLOS
DAMISELAS
12
A San Antonio,
como es un santo
casamentero,
pidiendo matrimonio
le agobian tanto,
que yo no quiero
pedirle al santo
más que un amor sincero.
Yo, señorita,
que soy soltero
y enamorado,
la veo tan bonita,
que soy sincero
y estoy pasmado
de que un soltero
no lleve usté a su lado.
¡Ay, qué zaragatero
es usté!
Yo soy un caballero
español.
Yo no soy extranjera...
Y abre usté el quitasol
para que no se muera
de celos
el sol.
A la sombra de una sombrilla
de encaje y seda,
con voz muy queda,
canta el amor.
A la sombra de una sombrilla
son ideales
los madrigales
a media voz.
A la sombra de una sombrilla
son ideales
los madrigales
a media voz.
Me maravilla,
cuando llegaba
lo más sabroso,
que cierre la sombrilla.
Lo bueno acaba
si es peligroso.
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POLLOS
DAMISELAS
POLLOS
DAMISELAS
POLLOS
DAMISELAS
POLLOS
JAVIER
CAROLINA
TODOS
JAVIER
CAROLINA
LOS DOS
Pero faltaba
saber si soy dichoso.
La dicha es cosa
que no se alcanza
tan de repente.
La dicha es caprichosa,
mas gira y danza
junto al que siente
que una esperanza
le alumbra suavemente.
¡Ay, qué zaragatero
es usté!
Yo soy un caballero
español.
Yo no soy extranjera...
Abra usté el quitasol
para que no se muera
de celos
el sol.
A la sombra de una sombrilla
de encaje y seda,
con voz muy queda,
canta el amor.
A la sombra de una sombrilla
son ideales
los madrigales,
a media voz.
A la sombra de una sombrilla
son ideales
los madrigales,
a media voz.
¡Qué amable intimidad!
¡Qué bueno el quitasol!
¡Qué gozo da sentir
las flechas del amor.
Nogales y Mariana comentan con el Bizco de qué manera la duquesa ha conseguido
llevarse a su partido a Javier y lo pasea por la romería. A Mariana le falta tiempo para
contárselo a Luisa Fernanda cuando ésta llega a la fiesta en compañía de su padre. Sin
embargo, aunque Luisa Fernanda pretende hacer creer que ya no le afecta lo que haga
Javier, sale «de paseo» con Mariana. Entretanto, la duquesa Carolina, aprovechando una
ausencia de Javier, y sabedora de la actitud revolucionaria de Vidal, que ha acudido a la
romería en busca de Luisa Fernanda, trata de comprarle para convertirle en defensor de
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13
la monarquía. El intento de la duquesa resulta infructuoso, porque lo que le sobra a
Vidal es dinero e intuición para percibir la falsedad en el galanteo de Carolina.
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
14
Para comprar a un hombre
se necesita
mucho dinero.
Una mujer que compra,
cuando se empeña,
no mira el precio.
Tampoco el hombre
mira la cara
de la moneda,
si una mujer le gusta
y está a la venta.
Es ladino el extremeño.
Esta dama es de cuidado.
Si me achico estoy perdida.
Ya le he visto el juego claro.
Hablaremos como amigos.
Mucho me honra su amistad.
Como amigos verdaderos.
Y con mucha claridad.
Es la primera vez,
se lo aseguro yo,
que ante un hombre me acobardo.
Eso me pasa a mí:
que es la primera vez
que me veo así, alternando.
Le doy la alternativa
de aristócrata y señor,
lo mismo que la dan
a un nuevo matador.
¿Por qué si vuestra voz
me invita a conversar
me desprecian vuestros ojos?
¡Por Dios, no lo penséis!
Mis ojos siempre son
tan francos y tan nobles
como lo es mi voz.
Nobles, ¡quién lo duda!
Francos..., mucho más.
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VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
CAROLINA
VIDAL
Eso, mi señora,
ya es otro cantar.
¿Qué motivos tiene
para no creer?
Puesto que se empeña,
se lo explicaré.
Hubo un tonto en mi lugar
que se creyó golondrina.
Un día se echó a volar
desde lo alto de una encina.
Bien se puede suponer
cómo acabó la proeza:
sobre un hito fue a caer
y se rompió la cabeza.
No quisiera yo acabar,
ante una dama tan fina,
como el tonto del lugar
que se creyó golondrina.
Yo soy un labrador
más claro que la luz
y en mis tratos no hay malicia.
Eso me pasa a mí,
y espero merecer
que nunca se arrepienta
de su proceder.
Porque me cautiva
su sinceridad.
Más sinceramente
no se puede hablar.
Pero hay ocasiones
en que el interés...
Eso es lo que nunca
pude comprender.
Ya proseguiremos
la conversación.
Siempre que me llame,
cuente usted que voy.
Que no se le olvide.
Lo procuraré.
Beso a usted la mano.
Beso a usted los pies.
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15
Regresa Luisa Fernanda con Mariana. Todos se sientan a tomar una horchata cuando se
produce el encuentro de los dos rivales. Javier, que pasa distraídamente por delante de
Luisa Fernanda, Vidal y don Florito y se dirige a la mesa petitoria, da lugar a una escena
de celos ante la displicencia del extremeño, que termina por enervar los ánimos, ya de
por sí calientes, de Javier.
JAVIER
MARIANA
JAVIER
MARIANA
LUISA FERNANDA
VIDAL
JAVIER
MARIANA
JAVIER
MARIANA
JAVIER
MARIANA
JAVIER
DON FLORITO
JAVIER
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
JAVIER
DON FLORITO
VIDAL
JAVIER
LUISA FERNANDA
16
¿Dónde estará Carolina,
que no la veo?
¡Válgame Dios y su madre!
¡Vaya un encuentro!
¿Cómo en la mesa tan sola?
¡Casualidades!
Vete de aquí por ahora.
Vuelve más tarde.
Daos mucha prisa.
Vámonos de aquí.
No hay por qué marcharse.
Hazme caso a mí.
Es Luisa Fernanda.
Calla, por favor.
¿Quién es ese tipo?
Un admirador.
¿Tienen relaciones?
Vete tú a saber.
Eso... preguntando
se ha de esclarecer.
Señorita, señorita...
¡Vaya usté mucho con Dios!
Dos palabras solamente,
con permiso del señor.
Le prevengo que no tengo
ganas de conversación.
Anda, niña, no seas tonta...
Dos palabras, ¿por qué no?
Dos palabras solamente.
Con permiso del señor.
No debía usté ayudarle.
Dos palabras, ¿por qué no?
¡Cuánto tiempo sin verte,
Luisa Fernanda!
Desde el último día,
si no me engaño.
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JAVIER
LUISA FERNANDA
VIDAL
LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
JAVIER
JAVIER
VIDAL
JAVIER
LUISA FERNANDA
VIDAL
JAVIER
LUISA FERNANDA
VIDAL
JAVIER
Y ahora vas, por lo visto,
de cuchipanda.
Ahora voy donde quiero:
no es como antaño.
Es muy oportuna
la contestación.
Eso es producirse
con educación.
Con mi novio y mi padre
voy de paseo.
¿Ese tipo es tu novio?
¡Qué interesante!
Es un hombre de veras,
no un fariseo.
Y además es un pollo
muy elegante.
Eso está bien dicho,
porque un servidor
todo lo contrario
piensa del señor.
No le quiero responder.
No podemos alternar.
Pues lo siento yo, mujer,
porque le iba a convidar.
Ahora mismo te marchas
porque yo quiero.
Pero ¿tú te has creído
mi carcelero?
Se suplica, si riñen,
que hablen más alto,
porque allí estamos llenos
de sobresalto.
A esta señorita
debe usté saber
que la considero
como mi mujer.
Esa historia se acabó,
para siempre y de verdad.
Me parece a mí que habló
con bastante claridad.
Este no es sitio
de discutir.
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17
LUISA FERNANDA
VIDAL
JAVIER
VIDAL
LUISA FERNANDA
JAVIER
VIDAL
Pues se ha acabado
la discusión.
Junto a tu padre
te puedes ir.
Y usté perdone
mi intromisión.
Este asunto lo discutiremos
nosotros dos.
Este asunto ya está discutido,
me creo yo.
No vuelvas a insistir.
Lo haré en otro lugar.
Yo creo que es inútil
hablar.
El enfrentamiento llega a su máximo grado cuando la duquesa –decepcionada por lo
poco que se ha recaudado para el pan de San Antonio, y con la aprobación previa del
párroco de la ermita, decide subastar un baile a beneficio del cepillo del santo. Después
de unas tímidas ofertas, Javier, despechado por la indiferencia de Luisa Fernanda y la
prepotencia del extremeño, hace una puja exageradamente fuerte por conseguir el baile
con la duquesa; y Vidal, en un alarde de fuerza y desprecio hacia las pretensiones del
militar, multiplica la puja de Javier ante la confusión de Luisa Fernanda. La afrenta
termina con un reto, ya que Javier se ve forzado a aceptar el regalo de Vidal.
MARIANA
CAROLINA
MARIANA
CAROLINA
LUISA FERNANDA
VIDAL
18
Señora duquesa...
Querida Mariana.
Tampoco tú fuiste
muy afortunada.
Ha sido bien corta
la recaudación.
Será por lo visto,
que no hay devoción.
Vienen a la romería
muchos ricos ganaderos,
pero el pan de San Antonio
cada vez produce menos.
¡Bien te mira la duquesa!
Pa que veas la importancia
que en Madrid le dan a un rico
labrador de Piedras Albas.
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CAROLINA
DON LUCAS
MARIANA
CAROLINA
LUISA FERNANDA
VIDAL
CAROLINA
CORO
LUISA FERNANDA
VIDAL
DON FLORITO
VIDAL
LUISA FERNANDA
UN HOMBRE
CAROLINA
POLLO 1.º
CAROLINA
POLLO 2.º
CAROLINA
Si quisiera usted, don Lucas,
a la usanza granadina,
para el pan de San Antonio
yo un baile subastaría.
Como el fin es tan piadoso,
yo no veo inconveniente.
Pero piense usté, señora,
lo que va a decir la gente.
Si lo aprueba el señor cura,
¡qué me importa a mí la gente!
Pues a mí también me mira.
Es por mí, seguramente.
Señoras y caballeros:
acuérdense de los pobres.
Yo quiero que participen
también de sus diversiones.
En mi tierra de Granada,
para el culto de una imagen,
las mocitas más honestas
sacan a subasta un baile.
Aquí hay una granadina
que se ofrece voluntaria
para bailar con el hombre
que remate la subasta.
¡Olé ya por la duquesa
más castiza de Granada!
¡Qué desvergonzada!
¿Oyes tú, Vidal?
Yo, en mis cortas luces,
no lo encuentro mal.
Esa bailarina
vale un dineral.
¡Mira don Florito!
Es un carcamal.
Sólo tengo un peso duro,
¡pero va con toda el alma!
Se agradece la intención.
¿Quién mejora la subasta?
¡Quite usted, so avaricioso!
Doy cien reales por bailarla.
Dan cien reales, a la una.
Yo, doscientos.
Muchas gracias.
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JAVIER
CAROLINA
LUISA FERNANDA
VIDAL
CORO
LUISA FERNANDA
DON FLORITO
CAROLINA
JAVIER
VIDAL
JAVIER
VIDAL
Una onza va ofrecida,
porque he de bailar con ella.
¡Una onza!
¡Qué insolente!
Yo, señora, soy cincuenta.
¡Cómo engañan los paletos!
Es seguro que él la baila.
Yo no puedo consentirlo.
Tú, hija mía, observa y calla.
¿Quién mejora la subasta?
La subasta se acabó.
Y ahora baile usté con ella,
que se la regalo yo.
Bailaré con la duquesa;
pero sepa usté, señor,
que su estúpida arrogancia
va a tener contestación.
Baile usté con la duquesa;
pero sepa, coronel,
que este reto que me lanza
pronto lo recogeré.
CUADRO SEGUNDO.– Parador del Bizco en la calle de Toledo. Son las cinco de la mañana
y está amaneciendo. Junto con Aníbal, algunos mozos se dedican a abrir barricadas.
Luis Nogales, convertido en el jefe de los revolucionarios, alienta a todos sus partidarios
con una arenga y les previene acerca de la trascendencia de su lucha.
CUADRO TERCERO.– Patio del parador. Mariana y Luisa Fernanda, junto con algunas
vecinas, oran ante una imagen de la Virgen de la Paloma. Entran después dos mozos
trayendo a Aníbal con la cabeza vendada por un pañuelo. Las vecinas tratan de curarle y
Mariana y Luisa Fernanda se lo llevan a la fuerza al interior de la casa para que repose.
Al tiempo entran Vidal, el Bizco Porras y otros hombres del pueblo. El Bizco elogia a
Vidal su lucha por la libertad, y éste confiesa que lo único que le mueve a la lucha es el
amor por Luisa Fernanda y no ningún ideal político.
VIDAL
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Luche la fe por el triunfo
de un ideal redentor.
Yo, que no soy más que un hombre,
lucho por mi corazón.
Por enfrentarme en la vida y la muerte
con el rival de mis sueños de ayer,
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CORO
VIDAL
la libertad ha encontrado
quien la defienda con fe.
Por el amor de una mujer que adoro,
si hay que luchar,
sabré reñir;
si hay que vencer,
sabré morir.
Mas yo no pido recompensa a nadie;
mientras consiga mi ilusión,
que no me falte su querer.
El ideal de mi ambición
es el amor de la mujer
que adoro.
Por el amor de una mujer
todo en la vida es hacedero.
Y el ideal de mi ambición
es que la quiero.
Nada me importa en la vida
como la luz de su amor.
Rabia de celos me impulsa...
y ella me inspira el valor.
Si ella me pide el honor y la vida,
dueña será de mi vida y mi honor,
y he de ofrecerla, si quiere,
sangre de mi corazón.
Por el amor de una mujer que adoro,
si hay que luchar,
sabré reñir;
si hay que vencer,
sabré morir.
Mas yo no pido recompensa a nadie;
mientras consiga mi ilusión,
que no me falte su querer.
El ideal de mi ambición
es el amor de la mujer
que adoro.
Por quien se quiere,
con fe se riñe,
¡feliz se muere!
Aparecen Luisa Fernanda –sumamente sobresaltada– y Mariana, que saludan a los
combatientes. Llega también don Florito asustado, informando de que llegan los húsares
cargando a caballo, con Javier al frente; entonces Vidal recuerda el desafío que tiene
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pendiente con Javier y retorna con sus acompañantes a la primera línea de barricadas.
También la duquesa Carolina –de regreso de su finca– y su criado Jeromo se recogen en
el patio de la posada. Imprevista, pero fatalmente, se produce una violenta incidencia
verbal entre ella y Luisa Fernanda, quien defiende con exaltación la causa de los que
combaten por la libertad. En el cambo de batalla, Vidal derriba el caballo de Javier y le
pone a merced del agresivo populacho. Cuando los revolucionarios intentan agredir a
Javier, Luisa Fernanda sale en su defensa y, por su mediación, el joven militar salva la
vida. Entre tanto, la desigual lucha termina con la derrota de los liberales; la revuelta es
aplastada y los soldados apresan al cabecilla Nogales. Las parejas de Javier con Carolina
y Vidal con Luisa Fernanda se consolidan.
CORO
LUISA FERNANDA
CORO
JAVIER
CORO
JAVIER
CORO
JAVIER
CORO
LUISA FERNANDA
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¡Muera! ¡Muera! ¡A él! ¡A él!
¡Muera! ¡Muera! ¡Muera!
¡Muera! ¡A él! ¡A él!
¡Javier!
¡Muera el prisionero!
¡Muera sin piedad!
¡Atrás!
¡Ya de nuestras manos
no se escapará!
¡Atrás!
Es una cobardía
que no os perdonaré.
Yo soy un caballero
que lucha por la ley.
Sin arma y sin montura
de pronto me quedé.
Dejad que, por lo menos,
me pueda defender.
¡Muera el prisionero!
¡Muera sin piedad!
¿Esa es vuestra idea
de la libertad?
¡Ya de nuestras manos
no se escapará!
¡Atrás!
Si queréis atacarle,
uno a uno venid.
Es un hombre indefenso
que no os puede batir.
Si en tomaros venganza
tan cobarde insistís,
no podréis, asesinos,
sin pasar sobre mí.
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ANÍBAL
CORO
LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
CORO
ANÍBAL
VIDAL
CORO
VIDAL
JAVIER
VIDAL
CAPITÁN
JAVIER
CAROLINA
CAPITÁN
JAVIER
LUISA FERNANDA
NOGALES
¿Pero usté lo defiende?
No merece perdón.
Es un hombre indefenso
que en desgracia cayó.
Luisa Fernanda, cariño mío,
¡con qué nobleza me pagas tú!
Cariño mío, con qué indulgencia
premiar supiste mi ingratitud.
Si de esta empresa la vida salvo,
que no me falte tu buen amor.
Javier, no pidas, porque es un sueño,
que resucite lo que murió.
Su madrina le salva,
que sus ínfulas, no.
¿Qué ocurre en la calle?
¿Qué dice esa voz?
La cosa es muy clara:
que no estaba yo.
¡No corred!
¡Basta ya!
Nos han arrollado.
Nos van a brear.
Vuestro guante, coronel,
en la calle os devolví.
Ha acabado el desafío
y es notorio que perdí.
Usté ha sido quien lograra
mi caballo derribar.
Yo doy siempre donde apunto
y no os quise asesinar.
¡En nombre de la Reina!
Venid, mi coronel.
Al jefe de esta chusma
se habrá de detener.
¡Duquesa!
Están vencidos.
¡Vencidos otra vez!
¡El jefe, que se rinda!
¡Prendedlo!
¡No ha de ser!
¡Yo soy el jefe! No cedo
mi puesto a nadie, señor.
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CAROLINA
JAVIER
LOS DOS
VIDAL
LUISA FERNANDA
Fuimos vencidos y quedo
a merced del vencedor.
Y vosotros, mis leales,
mis amigos, aguardad.
Si hoy se rinde, en los umbrales
del triunfo, la libertad,
queda fecunda semilla
en el agro soterrada,
que hará brotar en Castilla
la planta ilustre sembrada
por Maldonado y Padilla.
Vuestro brazo, caballero,
concededme por favor.
Ofreceros este brazo
para mí es un gran honor.
¡Y a los cánticos de guerra
sustituyan los de amor!
¿Qué piensas?
¡En la paz de un hogar labrador!
ACTO TERCERO
En «La Frondosa», dehesa extremeña de Vidal Hernando, próxima a la frontera de
Portugal. Es de día. Don Florito comenta las noticias de un periódico con Mariana.
Isabel II ha sido destronada y la duquesa Carolina está en Portugal. Mariana dice, por su
parte, que Luisa Fernanda está más triste cada día, y aunque ya ha preparado todo para
su boda con Vidal, ella no la ve casada porque cree que no está enamorada. Ese es el
tema que están comentando cuando llega Vidal, ansioso de presentar su futura a los
vareadores y labriegos de sus posesiones, que a esa hora retornan de la faena.
CORO
VIDAL
CORO
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Si por el rido,
si por la vera,
si por el rido
se fue la mi morena.
Sin mi morena,
morena clara,
sin mi morena
no sirvo ya pa nada.
Bienvenidos los vareadores.
Dios le guarde, señor don Vidal.
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VIDAL
CORO
VIDAL
CORO
VIDAL
Ya que alegres venís y cantando,
con vosotros yo quiero cantar.
Cantar mis amores,
pues me enamoré.
Amores que cantan
acaban en bien.
En una dehesa
de la Extremadura
tengo una casina,
blanquina y chicuca.
Parece un palacio
mi pobre casina,
pues guarda una moza
como una infantina.
Me llena de gozo
saber que la moza
me aguarda y me espera
contando las horas;
pensar que la tratan
igual que a una reina
y ser en mis prados
el rey que la espera.
¡Ay mi morena,
morena clara!
¡Ay mi morena,
qué gusto da mirarla!
Toda la vida
mi compañera,
toda la vida
será la mi morena.
¡Ay, mi morena,
morena clara!
Etc., etc.
Por los encinares
de la mi dehesa
los vareadores
van a su faena.
Por los encinares
voy en mi caballo
pa ver a la moza
que me ha enamorado.
Será, si Dios quiere,
el ama y señora
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CORO
de mis encinares
y de mi persona.
Y de los pastores
de la dulce gaita,
que harán las delicias
de su soberana.
¡Ay, mi morena,
morena clara!
Etc., etc.
Toda la vida
mi compañera,
etc., etc.
Vidal decide presentar a todos al ama y, en efecto, aparece Luisa Fernanda y la presenta
a todos los campesinos como su prometida. Aníbal llega por fin de Castello Branco,
luego de burlar –por puro gusto– la vigilancia de los carabineros. ¡Lástima que en su
atolondramiento dejó olvidado en Portugal el vestido de novia, motivo de su viaje!
Queda solo Aníbal con Luisa Fernanda y le da noticias de Javier, de quien dice que,
vencido y escapado, quiere verla. A instancias de Aníbal, Luisa Fernanda consiente en
tener una última entrevista con el desventurado, a quien –a pesar suyo– ama todavía.
Será, según está convencida, el último adiós de los antiguos enamorados.
LUISA FERNANDA
JAVIER
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¡Cállate, corazón!
¡Duérmete y calla!
No debe retoñar
la hierba mala.
¡Ay, qué tendrá el amor
de venenoso,
que cuanto más cruel
es más sabroso!
Duérmete y calla;
que no retoñe más
la hierba mala.
¡Dichoso el que en su camino
de duelos y de pesares
escucha una voz amiga
que alegra sus soledades!
¡Felices los desterrados
que encuentran en su destierro
para el dolor de una ausencia
el bálsamo de un recuerdo!
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LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
JAVIER
LUISA FERNANDA
Calla, por Dios, Javier,
no me atormentes.
Vete, por caridad;
déjame y vete.
Vengo a decirte ¡adiós!
Ya es para siempre.
Nunca ya te veré.
¡Dios me consuele!
Con la esperanza voy
de que aún me quieres.
Contra mi voluntad,
te quise siempre:
cuando fuiste ilustre,
cuando no eras nadie,
cuando me quisiste,
¡cuando me olvidaste!
¡Subir, subir
y luego caer,
la fortuna alcanzar
y volverla a perder!...
¡Amar, amar,
sin dejar de creer,
y venir el amor,
cuando no puede ser!...
¡Subir, subir
y luego caer...!
¡Y venir el amor
cuando no puede ser!
Luisa Fernanda queda enjugándose una lágrima y en ese trance la sorprende Vidal, que
en vano intenta descubrir la razón de esa tristeza. Luisa Fernanda intenta recuperar el
ánimo perdido y reacciona. Como aquél debe ser un día de júbilo, reclama que se cante
y se baile en la dehesa. Acuden Aníbal y los vareadores y comienzan a bailar el
tradicional «cerandero».
CORO
El «Cerandero» se ha muerto
y no tiene quien le llore;
que le llore la «Ceranda»,
que es a quien le corresponde.
Que con el «Cerandero»,
andero y andar,
que con el «Cerandero»
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mi amante se va
a ser soldadito,
¡cuándo volverá!
¡Pobrecita novia,
cuánto llorará!
_____
El «Cerandero» se ha muerto
y lo llevan a enterrar;
le han echado poca tierra
y ha vuelto a resucitar.
Que con el «Cerandero»,
andero y andar,
etc., etc.
_____
El «Cerandero» me ha dicho
que no se vuelve a morir;
no quiere que la «Ceranda»
le pueda sustituir.
Que con el «Cerandero»,
andero y andar,
etc., etc.
Javier aparece, en medio de la sorpresa general, proclamando su amor ante Luisa Fernanda.
Ella no puede disimular su emoción, y Vidal que comprende que es inútil ir contra el
amor, decide sacrificar su felicidad por la de su amada.
CORO
VIDAL
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Si por el rido,
si por la vera,
si por el rido
se fue la mi morena.
¡Sin mi morena,
morena clara,
sin mi morena,
no sirvo ya pa nada!
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