Vestido hecho a la inglesa, s.XVIII

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DICIEMBRE
DEL
MODELO MES
Los modelos más representativos de la exposición
Vestido hecho a
la inglesa
Por Amelia Leira
SALA 2
Domingos del mes, 2008
a las 12:30
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Este vestido tiene un nombre curioso; lo
llamaron en sus tiempos “vaquero hecho
a la inglesa”, o simplemente “vaquero”, lo
que pone de manifiesto lo poco que se
puede uno fiar de los nombres de los trajes a través de la historia, pues con frecuencia se denominan con la misma palabra prendas completamente distintas.
cada diez años y la primera vez que
encuentro la expresión “vaquero hecho a
la inglesa” es en 1768, sólo uno. En 1778
ya son varios, en 1788 tienen vaqueros
todas las mujeres con dinero y en 1798
han desaparecido por completo. El mejor
ejemplo gráfico es el primer retrato que
Goya pintó a la Duquesa de Osuna en
1785, cuando la moda del vaquero estaba en pleno apogeo.
La moda de este vestido duró poco; se
llevó tan sólo durante unos quince años a
finales del siglo XVIII. Yo me baso sobre
todo, para mi estudio, en unos documentos notariales, las cartas de dote, en las
que las mujeres hacían anotar al escribano los bienes que aportaban al matrimonio, entre los que la ropa tenía una importancia extraordinaria. He hecho calas
Este traje significó un cambio en la moda
hacia una mayor sencillez y falta de complicación, aunque no lo parezca a primera
vista. Era lo que los franceses, los árbitros
de la moda durante todo el siglo XVIII, llamaron una “robe”; es decir, un vestido
largo abierto por delante, que por debajo
Francisco de Goya. La Duquesa de Osuna vestida con un vaquero. Colección March.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
de la cintura dejaba ver una falda interior
de la misma tela o de tela contrastante: el
brial, si estaba confeccionada de tejido de
seda, o guardapiés, si era de algodón.
Ambas prendas eran faldas que se ponían bajo el vestido o la robe y se veían; no
tenían nada que ver con las enaguas que
se usaban como ropa interior y que
entonces se denominaban “ropa blanca”,
porque siempre era de este color.
Consistía también en un vestido largo,
abierto por delante, que llegaba hasta los
piés, y con cola por detrás. Se cerraba en
la cintura y dejaba ver por debajo el brial y
sobre el torso, un espacio triangular que
se cubría con una pieza llamada “peto” o
“petillo”, que podía ser de la misa tela o
de otro material ricamente adornado. Lo
más característico de este vestido eran
unos pliegues en la espalda que salían de
los hombros y que flotaban sueltos hasta
el ruedo; de ahí le vino el nombre de
“bata” en español, por la semejanza con
la ropa de levantar, la bata, que tenía también la espalda amplia y sin ceñir. La
amplitud de la bata le daba un aspecto
de comodidad completamente ficticio.
Para explicar cómo era el vaquero y el
cambio que representó en la moda femenina es mejor explicar antes cómo era la
“robe à la française”, la prenda por excelencia del siglo XVIII que se usó en toda
Europa.
Vestido, 1790 ca.
Fotografía del Archivo fotográfico del Museo
del Traje. CIPE
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
espacio triangular que se rellenaba con el
peto, que, a su vez, se sujetaba con alfileres sobre la bata. Como se comprenderá,
este vestido era propio de señoras que
contaban con ayuda de criadas para vestirse. En los años 70 la hechura se complicó algo: se hizo una costura en la cintura
por delante, con lo que era más fácil adaptar la bata al cuerpo.
Debajo las mujeres llevaban, sobre la
camisa y las enaguas interiores, un cuerpo rígido, la cotilla, que iba desde los
hombros hasta la cintura, totalmente
armado con ballenas y terminado por
debajo en haldetas, lo que permitía adaptarlo a las forma de la cadera. Sobre ésta
usaban un armazón hecho de ballenas o
juncos unidos por cintas, el tontillo, que
ahuecaba las faldas lateralmente y se
colocaba sobre las enaguas. La bata en
principio tenía una hechura muy simple:
constaba de cuatro largos de tela que se
cortaban según la estatura de la usuaria, y
en la parte que cubría el cuerpo se adaptaba a él y se sujetaba sobre la cotilla con
alfileres o cosiéndolo para dejar al aire el
A finales del siglo XVIII empezó notarse la
influencia inglesa. Los países dominantes siempre han influido en la moda de
los que los rodean, e Inglaterra en estos
años se estaba convirtiendo en la primera potencia colonial e industrial de
Europa. Además, contaba con un régi-
Detalle del vaquero, Museo del Traje. CIPE. MT000660.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
inglesa”. Durante gran parte del siglo XVIII
las inglesas usaron el “sack”, como llamaron a la robe à la française, para las grandes ocasiones y los trajes de corte, pero
para los días corrientes llevaron vestidos
con “english back” (“espalda inglesa”)
como la que tiene este vestido, con pliegues cosidos por detrás que permitían
ceñirlos por la espalda en la parte del
cuerpo. En el vaquero hecho a la inglesa
la parte central de la espalda era de una
sola pieza, iba del cuello al suelo y los
pliegues se dejaban sueltos a partir de la
cintura, con lo que el vuelo se incrementaba por detrás. El resto de la falda estaba cortada aparte del cuerpo y se fruncía
en pliegues menudos a lo largo de la cintura. El cuerpo se cerraba por delante y
bajaba sobre el brial, en pico o en redondo -aquí lo hace en redondo; se cierra
con seis corchetes, cubiertos con una
pestaña que disimula la abertura y sirve
también para albergar una ballena-. Las
mangas, de tres cuartos, estrechas y con
forma, llegaban hasta debajo del codo.
Como se ve, la hechura era más complicada que la de la bata, y ya no había que
recurrir a alfileres o costuras en el
momento de ponerse el vestido, lo que
significaba también que la señora se
podía vestir sola; ya no necesitaba ayuda
exterior; era un vestido más democrático.
men de monarquía constitucional que
era la envidia y la aspiración de muchos
ilustrados europeos. Los ingleses vivían
mucho menos pendientes de los reyes y
de su corte que los franceses, habitaban
a menudo en el campo, paseaban por él
y usaban ropas más cómodas y prácticas que ellos.
La moda inglesa se dejó notar primero en
Francia y después en toda Europa, ante
todo en la indumentaria masculina; pero
también llegó a la femenina, particularmente en la “robe à l’anglaise”, lo que en
España se llamó el “vaquero hecho a la
A finales de los años 70 del siglo XVIII, en
Francia se siguió usando la robe à la française para ceremonias, pero para la vida
diaria se llevó la robe à l’anglaise. Y en
España pasó lo mismo con la bata y el
vaquero hecho a la inglesa, que pronto se
llamó simplemente vaquero. La palabra
“vaquero”, que se utilizaba hacía mucho
tiempo (desde el siglo XV), era un sayo de
faldas largas que usaban los vaqueros,
Vestido vaquero, 1790 ca.
Museo del Traje. CIPE. MT000660. Madrid.
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
según el Diccionario de Autoridades, y en
el siglo XVIII consistía en un vestido entero y abrochado por detrás, en la parte que
cubría el cuerpo, y era propio de los
niños. No tengo ni idea de por qué adquirió a finales de siglo otro significado. El
Diccionario de la Real Academia, que
siempre va por detrás de las novedades,
define en 1817 su nueva forma, ya como
moda pasada: “Especie de bata ceñida al
cuerpo que usaban las mujeres”.
lo “de escote”. La cotilla había aplastado el
pecho igual que lo habían hecho en el
siglo XVII los “cartones de pecho”; no gustaba marcar la curva del pecho. Ahora, por
el contrario, el pecho quedaba muy resaltado y el pañuelo que rellenaba el escote,
cada vez más generoso, se colocaba más
abultado, con lo que la silueta de perfil era
completamente distinta. Aun cuando las
mujeres siguieran usando cotilla, ésta tenía
a estas alturas de siglo, el mismo escote
redondo y muy grande, y, en la parte
superior, una pieza de ballena extra y más
fuerte colocada horizontalmente, con lo
que se conseguía la forma curva del
pecho que estaba de moda.
Tanto la bata como el vaquero estaban
profusamente adornados, guarnecidos
como se decía entonces, y, aunque el
aspecto general del vestido era muy parecido, había grandes diferencias por dentro. El vaquero incorporaba ballenas en
las costuras del cuerpo -éste que vemos
aquí tiene cuatro: una en el frente y tres en
la espalda-; por eso con él se podía suprimir la “cotilla”, con lo que los médicos y
los higienistas que habían clamado contra
lo insano que era llevar el cuerpo tan
apretado ganaron la batalla. El cuerpo del
vestido está forrado con lino y las ballenas, encapsuladas entre la seda y el forro.
Con él se suprimió también el “tontillo”,
por lo que realmente fue un vestido más
sencillo y práctico que la bata.
Algo semejante pasó en la parte de abajo
del vestido. El vuelo de la falda del vaquero se concentraba en la espalda, bien
como en este ejemplo, con los pliegues de
la espalda sueltos, o bien, más tarde,
cuando se cortaron por separado falda y
cuerpo, con un plegado muy menudo en la
línea de la cintura que rodeaba el pico
hacia abajo, muy acentuado, en el que terminaba el cuerpo por detrás. El abultamiento lateral que proporcionaba el tontillo
a las batas se desplazó hacia atrás. En
Francia se ponía en esta parte un “faux
cul”; en Inglaterra, un “bum roll”, un pequeño cojín o un rulo de corcho para acentuar
el efecto. En España no encuentro ninguna
alusión a un artefacto de este tipo, pero el
aspecto general del vestido es el mismo.
La silueta de estos años es muy característica: abultada en la parte superior delantera y abultada en la parte inferior trasera.
Igualmente cambió radicalmente la silueta
del vestido. El escote de la bata era cuadrado y estaba formado por el borde
superior del peto y los laterales delanteros
del vestido. En el vaquero el cuerpo se
cerraba por delante hasta la cintura y el
escote se fue haciendo cada vez más
redondo y más grande. Este escote se
rellenaba con un pañuelo de una de las
telas finas que cada vez estaban más de
moda, el “fichu”, que en España se llamó
simplemente pañuelo “de cuello” o pañue-
El cuadro de Carnicero que representa la
ascensión de un globo Montgolfier en el
Retiro en el año 1785, que se encuentra
en el Museo del Prado, representa una
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Antonio Carnicero. La ascensión del Globo Mongolfier.
Museo del Prado. Madrid
peluca; lo que llevaban eran peinados
complicadísimos, llenos de bucles postizos, en los que el peluquero invertía largo
tiempo. En los 80 las cabezas siguieron
siendo grandes, pero se achataron para
permitir llevar el complemento de moda,
de marcada influencia inglesa: el sombrero. Hasta ahora las mujeres españolas,
como las francesas, habían llevado, sobre
los peinados altísimos, unos gorros aún
más altos hechos de plumas, cintas y flores llamados bonetillos (bonnets). Ahora
empezaron a usar grandes sombreros al
estilo de los que se pueden ver en
Inglaterra en los cuadros de Gainsborough o de Reynolds. El periódico El
Censor los defiende en 1781, cuando
empezaron a llevarse, por encontrarlos
multitud de personas de todas las clases
sociales, vestidas por lo tanto de maneras
muy distintas. Aquí podemos ver cómo
vestían los habitantes de Madrid y también los que habían llegado de otras provincias; no en vano el autor había colaborado en un libro en el que se recogían los
distintos vestidos de España, y del que
hablaré más tarde. En el cuadro en sí es
difícil distinguir las figuras -son muy
pequeñas-, pero en este detalle podemos
ver con claridad a una señora con su
vaquero y su sombrero a la última moda.
La forma de la cabeza cambió también.
Los años 70 fueron los de los peinados o
pelucas enormes, muy altos, del tipo de
los que llevaba María Antonieta. En
España no creo que las mujeres usaran
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Antonio Carnicero. Detalle de La ascensión del Globo Mongolfier.
Museo del Prado. Madrid.
más útiles que los bonetes, ya que defendían a las señoras del sol y de la lluvia;
también porque con su uso las mujeres
perdían menos tiempo ocupándose del
peinado (aunque dudaba mucho de que
lo aprovecharan en algo útil) y, sobre todo,
porque con ellos el peinado era más sencillo y las cabezas conservaban la “hermosa figura oval que la naturaleza les ha
concedido”1. No estoy de acuerdo con el
periódico: la cabeza, aunque no era tan
disparatada como en años anteriores, no
era nada natural; con su pelo cardado
tenía más bien forma cuadrada.
pero también con telas de algodón -a
veces estampadas como las que los
ingleses fabricaban copiándolas de Las
Indias, que tuvieron gran éxito y permitían
vestirse con ropa colorida y vistosa a
gente que no podía usar vestidos costosos de seda. A veces llegaban hasta el
suelo y tenían cola pero, muy frecuentemente, el brial dejaba ver el pie, aunque el
vaquero fuera más largo por detrás.
Se llevaban con zapatos cerrados y con
tacón de carrete, pero más bajos de pala
de como habían sido hasta entonces; ya
no tenían dos lengüetas que se abrochaban por arriba con una hebilla, como los
que podemos ver en la vitrina, sino una
hebilla o un adorno apaisado en el borde
Los vaqueros a la inglesa se usaron para
muchas ocasiones, excepto como vestidos de gala. Se hicieron con telas de seda
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Vestido vaquero confeccionado en algodón estampado.
Museo Textil y de Indumentaria. Manchester.
de la pala. Generalmente eran de seda.
Esto de lucir los pies ocurría también con
otros vestidos de estos mismos años,
como la “polonesa”, con la falda de la
robe recogida en tres bullones en la parte
de atrás, en la misma línea de simplificación del vestido, y con la que se veía el pie
y el tobillo.
El más caro de todos, de 1789, pertenece a una señora con una dote fastuosa,
aunque no es noble:
“Un vaquero a la inglesa con su brial de
muer, color ojo de Rey, guarnecido de
verde manzana, bordado de oro, plata,
esmaltes y punta de plata en todo ello.
7000 reales”.
De la misma señora: “Un vaquero a la
inglesa y su guardapiés de bayeta fina
con guarnición. 450 reales”
Las guarniciones eran muy variadas. Con
los vaqueros de seda podían usarse guarniciones muy costosas, como la que tiene
este ejemplar; los hilos y las lentejuelas de
plata o de plata sobredorada de los bordados eran siempre caros. Los vaqueros
confeccionados con telas de algodón,
baratos, solían tener guarniciones del
mismo tejido. Daré algunos ejemplos de
los que aparecen en las cartas de dote de
la época.
De otra en la misma fecha: “Un vaquero
de cotonía labrada de distinto dibujo liso,
hecho a la inglesa, con su guardapiés
correspondiente, todo nuevo. 300 reales”.
También de 1789: “Un vaquero de muselina listada con guardapiés. 180 reales”.
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Detalle del bordado del cuerpo del vestido vaquero.
Museo del Traje. CIPE. MT000660. Madrid.
El ejemplar que tenemos aquí es de un
tejido de seda morada que forma canutillo; hoy lo llamaríamos faya pero esta
palabra no entró en el Diccionario hasta
1925. La guarnición es un bordado con
cordoncillo entorchado de plata y alma de
seda, talcos y lentejuelas troqueladas
también de plata. Toda la parte de abajo
del vaquero, la abertura de delante y el
ruedo de la falda están rematados por un
encaje de hilos de plata que termina en
puntas. El brial es de seda en su color
natural, salpicado de lentejuelas y con
bordado de hilo de plata en la parte de
abajo. Evidentemente era un vestido caro.
Un escribano de aquellos años lo describiría más o menos así: “un vaquero hecho
a la inglesa, de seda color de berenjena,
guarnecido de plata, talcos y lentejuelas,
con punta de plata al canto y su brial de
seda color marfil”.
No encuentro ninguna descripción del
vaquero en la literatura de la época. Hacia
1785 lo nombra Jovellanos en un discurso ante la Junta de Comercio y Moneda a
favor de la introducción de las muselinas
en España. La muselina era una tela de
algodón muy fina que los ingleses trajeron
de la India, tejido caro y de poca duración
pero que tuvo un éxito extraordinario Las
autoridades españolas se pasaron todo el
siglo XVIII prohibiéndola, pero cada vez se
usaba más, primero para complementos
y después para vestidos enteros. Como
dice Jovellanos: “La prohibición, lejos de
disminuirle debe aumentar más este
capricho, porque el lujo busca siempre lo
más caro y precioso, y ya se observa de
poco tiempo a esta parte que las principales damas de Madrid llevan batas y
vaqueros de muselina en las concurrencias más distinguidas, lo que prueba que
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
ya la moda hace contar este género entre
los preciosos y exquisitos”2.
categoría social. Pues bien, en el librito en
cuestión se incluyen como ejemplo tres
dibujos de vestidos (ninguno de ellos con
ninguna característica que los defina
como españoles) y los dos primeros, llamados “La Española” y “La Carolina”,
según dice la autora, no parecen otra
cosa que vaqueros a la inglesa3. Este proyecto, inspirado claramente desde el
Gobierno, tuvo mucho que ver con la creación de la Junta de Damas de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País.
Hacía años que se venía dudando si
admitir o no a las mujeres en la Sociedad,
y poco antes de la publicación del libro
llegó una carta de Floridablanca diciendo
que al Rey le gustaría que se formase la
Junta de Damas, lo que se hizo de inmediato. En el Discurso contra el lujo se propone precisamente que fueran ellas las
encargadas de vigilar que las señoras
usasen el traje adecuado, y así se lo
comunicó Floridablanca. La secretaria de
la Junta, la Condesa de Montijo, contestó
a esta petición con una carta en la que se
negaba rotundamente a hacerlo y daba
muy buenos argumentos para ello4. La
autora del proyecto no se dio por vencida
y publicó otro librito en la Imprenta Real
defendiéndolo.
Entonces se estaba pensando en la creación de la Compañía de Filipinas y se creía
que la muselina sería “el efecto de comercio más importante con esta colonia”.
En 1788 apareció impreso en la Imprenta
Real un librito muy curioso, Discurso
sobre el lujo de las Señoras y proyecto de
un traje nacional, en el que una mujer
anónima propone crear un vestido español, todo confeccionado con géneros del
país, con el que se uniformarían las
damas españolas (a las mujeres del pueblo las deja para otra ocasión), según su
Este asunto fue bastante popular y se
publicaron varias notas sobre él en los
periódicos. Juan Cano y Holmedilla (hermano de D. Ramón de la Cruz) publicó en
1788 el último de los cuadernillos de su
gran obra, comenzada en 1778,
Colección de trajes de España tanto antiguos como moderno, y dedicó dos de
sus grabados al tema, tomándolo más
bien a guasa. El nº 79 tiene una leyenda
que dice: “Traje Iº a la Nueva Española
según el Discurso sobre el Lujo de las
Vestido vaquero, 1790 ca.
Museo del Traje. CIPE. MT000660. Madrid.
10
VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Ilustraciónes del Discurso sobre el luxo de la señoras
y proyecto de un traje nacional.
1788. Imprenta Real Española.
Señoras tocante a Vestimentas: agregándole un Tocado nacional que varíe todos
los meses, publicando por estampas buenos peinados, en el supuesto de que la
invención de la Moda no es ajena de
nuestro estilo propio; aunque lo sea de
nuestra propia desconfianza”. El vestido
que nos presenta Juan Cano es un
vaquero a la inglesa muy exagerado,
acompañado del peinado típico de estos
años y con un tocado “a la Roncalesa”
inspirado en uno de sus grabados dedicados al traje popular español.
Los ayrosos vaqueros
Desterraron y batas
Y usan largas camisas
A la Venus, con tanta
Multitud de repliegues
Y follajes sin gracia,
Que unas amas de cría
Parecen o Tarascas 5
Ya he dicho que el vaquero tuvo una vida
corta. Representó un primer paso en la búsqueda de vestidos más sencillos, más de
acuerdo con las formas naturales del cuerpo
femenino, e inspirados en la Antigüedad
Clásica que puso de moda el Neoclacisismo
y que culminó en los años siguientes a la
Revolución Francesa, durante los años 90.
Junto con las ideas revolucionarias se extendió la nueva moda, una verdadera revolución
en la historia del vestido, como podemos ver
en la vitrina de la sala siguiente.
Años más tarde, cuando la moda varió
por completo y se llevaban los vestidos
camisa inspirados en el Neoclasicismo,
hubo muchas críticas a estos nuevos trajes. Entonces sí se nombran los vaqueros.
Encuentro estos versos en una tonadilla
de 1796:
11
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Ilustración de Colección de Trajes de España
tanto antiguos como modernos. Trage 1 a la
Nueva Española, nº 79. Juan de la Cruz
Cano y Olmedilla. 1788.
Notas
(1) El Censor. T. II, 1781, Discurso XXVI, pp. 404-414
(2) JOVELLANOS, G.: Voto particular del autor, sobre
permitir el uso y la importación de las muselinas, al cual
unieron al suyo otros miembros de la Junta de
Comercio y Moneda. BAE 90, Madrid, 1952, pp.47-49.
(3) Respuesta a las objeciones que se han hecho al proyecto de un traje nacional para las damas, Madrid,
1788, p. 154.
(4) DEMERSON, P.: María Francisca de Sales
Portocarrero, condesa de Montijo. Una figura de la
Ilustración, Madrid, 1975, pp. 371-373.
(5) CAPDEVILA, Rasgo anticurrutático dirigido a las
Madamitas de Nuevo Cuño, Madrid, 1796, p. 5
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Bibliografía
BOEHN, M. VON: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes del Cristianismo hasta nuestros días.
Barcelona, 1928. T. IV.: S. XVIII.
BOUCHER, F.:Histoire du costume en Occident de L’ Antiquité à nos jours, París, 1965.
CANO DE LA CRUZ Y HOLMEDILLA, J.: Colección de trajes de España tanto antiguos como modernos, Madrid,
1988.
CAPDEVILA, Rasgo anticurrutático dirigido a las Madamitas de Nuevo Cuño, Madrid, 1796.
El Censor. T. II, 1781, Discurso XXVI
“Discurso sobre el lujo de las Señoras y proyecto de un traje nacional, Madrid, 1788”.
DEMERSON, P.: María Francisca de Sales y Portocarrero, condesa de Montijo. Una figura de la Ilustración, Madrid,
1975.
HART, A, and NORTH, S. :Historical Fashion in detail, London, 1998.
JOVELLANOS, G.: Obras publicadas e inéditas, B.A.E., 50
Respuesta a las objeciones que se han hecho contra el proyecto de un traje nacional para las Damas, Madrid, 1788.
RIBEIRO, A.: The art of dress. Fashion in England and France 1750-1820, London, 1995.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Amelia Leira Sánchez es Licenciada en Filosofía y
Letras, especialidad en Historia. Su tesina se centró en
El traje de época de Carlos IV y su tesis doctoral, en El
traje en los tiempos de Goya. Fue becaria del Museo de
Antropología, anterior al Museo del Traje. CIPE.
Actualmente forma parte del Comité Científico del
Museo del Traje. CIPE.
Textos: Amelia Leira
Corrección de textos: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
14
Nº inventario: MT000660
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 915504700. Fax: 915446970
Departamento de difusión: [email protected]
http://museodeltraje.mcu.es
Nº INV. MT092311-12
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