Turbocrónicas Amores de varias noches

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Turbocrónicas
Amores de varias noches
Marco Aurelio Carballo
A
nte doscientas siete personas, Eraclio Zepeda ofreció que iba a aprender a escribir
novelas. De inmediato dije que estaba siguiendo aquel consejo de Ricardo Garibay, ser humilde con el oficio. Laco también ha dado algunos
consejos. Recuerdo a bote pronto dos: Hay que
escribir con los dos extremos del lápiz y hay que
culiatornillarse en el trabajo.
Laco Zepeda estaba, a los sesenta y nueve años,
presentando su primera novela después de quién
sabe cuántos libros de cuentos, menos de los que
publicaría un cuentista prolífico. La novela nace
verde, dijo. Hace falta corregir mucho. El cuento puedes pulirlo pero no corregirlo. El cuento es
amor de una sola noche y la novela de muchas.
Rulfo publicó uno de cuentos y una de novela,
y Laco ha publicado ya su primera novela. Forma
parte de una tetralogía. ¿Cuatro?, le pregunté a Joaquín Diez-Canedo Flores, el editor del Fondo de
Cultura Económica (FCE). Cuatro, contestó Joaco,
tal y como le llama Rafael Ramírez Heredia.
Quisiera preguntarle a Laco si el aprendizaje
prometido estará aplicado en la segunda, tercera
y cuarta novelas. También se dirá de pronto, ya
aprendí, o tendrá que decírselo a quien esta vez
dijo que empezaba como novelista y que ahí no era
el maestro como en el cuento. Le preguntaría además si esos volúmenes restantes de la “tetra” están
ya en borrador o en sus primeras versiones. Si es
así ¿cómo va hacerle para aprender y aplicarlo después?
Una labor de reportero y la predisposición o no
del entrevistado para responder.
Fue en esa calidad como lo conocí, al hacerle una
entrevista. Él había ganado el Premio Villaurrutia
con su libro de cuentos “Andando el tiempo” (Martín
Casillas) y vivía en una casa de dos plantas al final
de una privada de la colonia Condesa. Durante la
entrevista platicó una historia que usé como entrada en mi entrevista para el semanario “Siempre!”
Esa historia me gustó, pero además, obligado por el
oficio y por el morbo, le pregunté en que aplicaría
el monto de su premio.
En construir una cisterna, informó. La casa tenía problemas de suministro de agua potable. El
gobierno del DF en ese entonces era priista. Problema demasiado terrenal. ¿Para eso eran los premios
que ganan los grandes escritores? Había lucubrado
que Laco iba a tomar aquel pisto a fin de recorrer de
nuevo la ruta de la seda en compañía de su compañera, novia en el primer recorrido, Elva Macías. Esa
vez no le traería a un revólver de regalo su suegro y
ni éste le diría, gracias por la confianza, Laco. Aquel
dinero era pues para construir una cisterna. Para
que en casa hubiera agua suficiente. Así como estamos acostumbrados a tenerla allá en la tierruca. No
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para vivir cual anfibios, como dicen que viven en
Tabasco, sino para bañarnos dos veces al día.
De inmediato descubro si ustedes son de la costa o de los altos, comentó Elva Macías en un viaje
a Tijuana, con Laco y con Jesús Morales Bermúdez.
Porque ustedes se bañan dos veces al día, estén donde estén. Si bien Elva no es de la Costa, Laco vivió
unos años en Tapachula, a veintitantos kilómetros
del Pacífico, entre los ríos Coatán y Texcuiyapa. Así
que aquella vez díjeme que me dije, tener cisterna en
el DF es de urgencia y prioridad ineludibles.
Todo eso evocaba en tanto Vicente Quirarte y
Ana Clavel hablaban de “Las grandes lluvias”, editado
por el FCE, en el auditorio de la librería del FCE
“Rosario Castellanos”.
El asunto del aprendizaje vino en el turno de
Emmanuel Carballo. Había escrito, dijo, dos cuartillas sobre laco cuentista e iba a leerlas. Sobre Laco
novelista diría unas palabras. Emmanuel dijo que
todas las historias sobre el estado de Chiapas palidecen ante “Las grandes lluvias”, en cuyas páginas
aparece el verdadero Chiapas.
Laco le dio la razón al crítico y con cierto sarcasmo dijo que aprendería de nuevo el oficio. Carlos Fuentes ha declarado que se desayuna a sus crí-
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ticos todas las mañanas. Una frase enigmática. Si
Fuentes está en el DF es posible que se desayune
con huevos rancheros, pero ¿en Londres, donde desayunan arenque?
Una mañana le pregunté a mi primo, el doctor
Arturo Pacheco, ¿cómo es que desayunas pescado?
Él repreguntó, ¿por qué no? Aquí desayunamos así.
Era cierto. Pero es que yo tenía como siete sexenios
languideciendo en el DF. La dieta soconusquense
es (aparte de la comida china y juchiteca) a base de
sopa de pescado y de mariscos, caldo de bagre, mojarras, hueva frita de lisa, el caviar soconusquense,
etcétera. Mi primo y yo estábamos en Tapachula.
Ya nos habíamos bañado una vez cada uno en su
casa. Volveríamos a hacerlo luego de la siesta, cada
uno en su hamaca.
Al final Laco se dio a la tarea de firmar decenas de libros. Algunos abandonaron la sala sin la
firma. Mónica Lavín, Manuel Camposeco, Ramón
Gómez, David Martín del Campo, Humberto Musacchio, Rodrigo y Susan Moya, Patricia Zama y
MAC. Querían llegar cuanto antes a casa para empezar la lectura de la primera novela, de cuatro, de
Laco Zepeda.
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