nupla, y de Mons. Ellic. metropolitano de las Monlanas del Líbano. El.trevista con S. S. Alenügoras I A mediados del año pasado, un enviado de la revista francesa "Iiifoimations Calhuliques Internationales" recibió del patriarca ecuménico d; Constantinopla ¡as siguientes declaraciones: "Todo-: los cristianos — declara Su Santidad — lamentan la desunión y desean reencontrar la unión perdida. Amamos al Papa de Roma y nuestro corazón se alegró al oír su anuncio del próximo Con cilio. •HUBO UN HOMBRE ENVIADO POR DIOS Y SU SOMBRE ERA JUAN'. En esta palabra del '.}<> hemos pensado cuando Juan XXIII ftts elegida pura la sede de Roma". Al decir esas palabras el patriarca .saca de tin cajón de su escritorio una cajíta, la abre y me muestra la medalla de oro del puntilleado de Juan XXII [ que el Papa le ofreciera. Además tiene al alcance de la mano un retrato del Santo Padre, Luego Mnns, Alcnáguras desarrolla para mi, con gran sencillez de lenguaje, los temas que le so>i uueridOS y di.- lus cuales 1c gusta conversar con su, visitantes católicos. Iglesias ortodoxas y Concilio ecuménico Los múltiples llamados de S. S. Juan X\II1 hacia la unión de lodos los cristianos y las importantes medidas que tomó para promoverln no solamente han encontrado favorable acogida en lus Iglesias cristianas, sino que alentaron en ellas profundos y antiguos deseos hacia la unidad cristiana. Ya hemos refundo el viaje a Roma y la visita al Papa que hiciera, en diciembre último, el Dr. Fisher, primadn de Inglaterra 1 . En esto número querríamos hacer referencia al ambiente ecuménico í]ue existe un no pueas Iglesias orientales ortodoxas. Citaremos, at respecto, declaraciones de S. S. Atenágoras T, patriarca ecuménico de Constantil Veo "Mensaje" N» 97 Imarzn-ahril 19611, p. 114. "Hijo tnio, nos conocemos mal y no nos queremos. Sin duda, nuestras relaciones lian mejorado últimamente. Los católicos ya no nos llaman "cismáticos". Pero ¿par qué 'hermanos SEPARADOS'".' Si somos hermanos, no estamos separados. ¿No pensamos lo mismo? ¿No comprendemos del mismo modo el mensaje de Dios? ¿Pero, hija mío, hubo jamás dos hermanos que pensaran exactamente lo mismo.' ¥ nosotros persona! mente ¿no estamos a menudo en contradicción con nosotros mismos? Católicos, protestantes, ortodoxas, todos somos cristianas por el bautismo, por la fe en Cristo Salvador. .. He eihi nuestra unidad. La unión de nuestras Iglesias no está a nuestro alcance inmediato. Divergencias nos alejun de ella. Sobrepasarlas es la obra de los teólogos; trabajan en ella. Dejémosles trabajar tranauilamente. Pero, per nuestra parte, encontremos nuestra unidad práctica de hijos del Dios Redentor. Jamas esta unidad ha sido tan necesaria como ahora. Unámosnos si no queremos perecer. No es al budismo, no es al islamismo a los que amenaza el materialismo comunista que crece en el mundo, sitio a la palabra del Dios encarnada, la religión de Cristo. Las responsabilidades de los jefes de las Iglesias cristianas jamás han sido tan grandes... las divergencias entre cristianos existieron desde ios primeros tiempos, desde la época de tos Apóstoles. No deben, hoy en día, impedir nuestra unidad. Lo mis importante que deja una persona en su vida, es su testamento. Ahora bien, el Señor nos dejó el suya antes de morir: "Sed uno: amaos ¡os unos a los otros", ¡le ahí lo que debe guiamos a todos Ins cristianos". A Roma, ¿por que nu? "¡Qué hermoso seria si pudiésemos, algún dia. rfzar lodos jimios el Padre Nuestro. ¿Dónde? En Roma. Claro, en Roma. ¿Por qué no? Todos alrededor de la sede de Pedro, alrededor del Papa, el primero de los obispos ... ¿Cómo podemos ser cristianos v estar separados? Ese hambre — el Patriarca indica con ¡a mano una foto del Presidente Eisenhawer que tiene cerca de él — ese hombre al que conozco bien, cree profundamente en las Naciones Unidas. ¿No deberíamos, nosotros cristianos, hacer algo semejante a lo (pie emprendieron en las Naciones Unidas tantas naciones y sin embargo tan diferentes? En las Naciones Unidas ¿dejan tos ingleses de ser ingleses? ¿Los americanos americanos? ¿Los franceses franceses? Trabajando juntos en una gran obra común, los católicos no dejarían de ser católicos' ni los ortodoxos ortodoxos. Somos lo míe somos y no se nos cambiará de un dia ¡i otro. Pero comprendamos que ante todo sonirT.- crisl'anns y mostremos nuestra unidad dehijos de Dios en la gran obra común ... "Para empezar respetémosnos y amémosnos unos a otros. ¡Qué esperanza hemos tenido al oír el anuncio del Concilio hecho por el nuevo Papa! Y ahora nos llegan de Roma noticias a veces desengañadoras, F.t Papa, varias veces, habló de "vuelta", refiriéndose a los no católicos. ¿Por qué esta palabra? Nosotros también, patriarca de la Nueva Roma, deseamos la vuelta a nuestra Sede de nuestras Iglesias menores disidentes (Armemos, Nestorianos, etc.) pero no les decimos "solver", no es el medio oportuno para acercarnos unos a otros. Nos conoceremos y nos amaremos tnejor trabajando juntos". Mensaje de Navidad del patriarca Atcnágoras Duraste la misa de Navidad, que fue celebrada en presencia del patriarca Alexis, jefe de la Ielrsia ortodr^a rusa, que entonces visitaba Constanlinopin. el patriarca Atcnáeoras I dio lectura a su tradicional mensaje, consaprado a la unidad de Ins cristianos, tema que desarrolla muy a menudo. Acentuó la responsabilidad de las Iglesias (-v la división del mundo cristiano: "Esas responsabilidades recaen sobre la Iglesia universal entera que, de haber estado unida y no dividida, hubiese ejercido una mayor influencia sohre el destino y el porvenir de los pueblos. Esa división debilitó la actividad social y Eú mh.irin civilizadora de la Iglesia, cuyos poderes han sido desintegrados, e imposibilitó cualquier coordinación". Después de suhravar que la Iglesia había padecido y sesuirá padeciendo bajo los golpes que le han sido infligidos no solamente desde el exterior sino incluso desde adentro, el patriarca ecuménico declaro que cst/i situación "camni>rta numerosos peligros que nadie puede despreciar o subestimar". Piensa sin embargo que no hay motivo para deses- perar, ya que "un amanecer promisor en el horizonte espiritual se manifestó recientemente ha.jo la forma de contactos intercelesiásticos". Entre estos signos de esperanza, Mons. Atenágoras nota el reciente viaje del Dr. Fisher, Primado de Inglaterra, y la iniciativa del Santísimo jefe de la antigua Iglesia romana de crear un Secretariado para la unión de los cristianos. Ecos de la prensa Aún antes de conocer el texto de este mensaje, se puede discernir la importancia que le otorgan ciertos comentadores. Así por ejemplo eí diario griego Kathimérini subrayó, el primero de enero, que "jamás, durante el milenio de separación entre las Iglesias ortodoxa y occidental se escuchó un mensaje tan nítido y tan claro sobre la unión, ya sea en la antigua ya sea en la nueva Roma (Constanlinopla). No nos dejemos llevar por impacientes esperanzas respecto a una unión inminente. Existen, sin embargo, importantes signos que hacen prever que el proyecto del patriarca Atenngoras respecto a la unión se proseguirá por eta pas". "El patriarca, añadió el diario, está ciertamente en el buen camino y la Iglesia de Grecia seguramente no dejará de tomar en consideración sus puntos de vista, coordinando en ese sentido sus manifestaciones y sus actividades". —oOo— Declaraciones del Metropolitano del Líbano Un colaborador de la Revista del Patriarcado de Moscú tuvo la oportunidad de conversar con Mons. Ellie, metropolitano de las montañas del l.íhano, uno de los principales colaboradores del patriarca ortodoxo de Antioquia y de lodo ul Oriente, Twxloro VI. El periodista le preguntó cuál era su opinión respecto del Concilio Ecuménico y de la próxima Asamblea del Consejo Ecuménico de las Iglesias. Mons. Ellie respondió quo t:n lo que se refiere a la reunión de la Iglesia cristiana, él, así comu lodos los cristianos ortodoxos, reza iodos los días por esta intención y la desea con todo su corazón. El metropolitano Ellie tuvo la oportunidad di; encontrarse y de conversar con el Papa Juan XXIII, mienlras éste era nuncio apostólico en el PróximoOriente. El entonces nuncio dio a! metropolitano la impresión de ser un hombre piadoso que entendía y respetaba a la Iglesia ortodoxa y deseaba sinceramente la unión de las Iglesias. Personalmente, el metropolitano estima que los 900 años de separación, con sus numerosas polémicas, ataques recíprocos, acusaciones e incluso gra ve hostilidad, hacen difícil esperar la reunión para un porvenir muy cercano. De todos modos que la voluntad de Dios se haga cu todo esto. (¡nformations Catholiques Internationalesl.