LOS TRES CASTILLOS AUTORA: CARMEN SÁENZ DE CABEZÓN DÍEZ Érase una vez, tres reinos llamados Colorilandia, Happylandia y Ogrolón. En Colorilandia, todo lo que había era de colores muy vivos y llamativos: las casas, los hospitales… Los niños solo estudiaban una asignatura, que se llamaba “Colorilogía”. En esa asignatura se estudiaba como diferenciar dos colores muy parecidos o la historia de los colores. El reino estaba gobernado por el Rey Rojito que tenía una hija, la princesa Malva. En Happylandia todo el mundo era feliz. No sabían lo que significaba la palabra “tristeza” y les encantaba la canción de “Happy” desde la primera vez que la escucharon, les gustó tanto que decidieron que ese sería el nuevo himno del reino. El reino estaba gobernado por la reina Feliz, que tenía un hijo, el príncipe Sonriente. Los tres reinos vivían en paz y armonía excepto el reino de Ogrolón. Ogrolón estaba gobernado por un terrible ogro que tenía unos duendes de esclavos que hacía ya tiempo había secuestrado en una batalla que ganó contra Colorilandia. Los dos únicos duendes que consiguieron escapar del ogro, Verdecín y Amarillín, trabajaban realizando misiones secretas para Colorilandia. El ogro era malvado y tenía a sus duendes esclavos viviendo en las mazmorras. Su población también era cruel y solo pensaban en como arruinarles la vida a los otros reinos. Un día el reino de Happylandia hizo una visita al reino de Colorilandia. El rey Rojito y la princesa Malva veían la entrada del otro reino desde el balcón principal del castillo. La princesa Malva al ver pasar al príncipe pensó: “¡Qué guapo es! ¡Y qué sonrisa tan bonita!” Era la primera vez que veía al príncipe pero pensó que podría casarse con él, se unirían sus dos reinos y así serían más fuertes ante cualquier amenaza de Ogrolón. Enseguida le comentó la idea a su padre, al que le pareció fantástica. En la cena el rey Rojito y la princesa Malva se acercaron a saludar a la reina Feliz y al príncipe Sonriente. Malva y Sonriente, se enamoraron enseguida. Dos meses después se celebró la boda. Al conocer la noticia del enlace, el ogro montó en cólera y declaró la guerra a los dos reinos. Pero mientras tanto, en Happylandia y Colorilandia… los ciudadanos se preguntaban varias cosas: -¿Cómo se llamarán el nuevo reino?- se preguntaba el mensajero de Happylandia. -¿Y cuál será el nuevo himno?-se preguntaba la pastelera de Colorilandia. -¿Y la bandera? ¿Y las leyes? Todas esas dudas se solventaron en el discurso de los príncipes en el castillo del antiguo reino de Colorilandia. -El nuevo reino se llamará los “Dos Castillos” –anunció el príncipe. -Hemos decidido llamarlo así,-explicaba Malva-porque… Pero la princesa no pudo continuar. De repente se oyeron unos fuertes golpes en la puerta de acceso al reino. Eran los ogroloñeses, que venían a vengarse de haber dejado a su reino solo. El rey Rojito empezó a dar órdenes a sus soldados para que lucharan mientras que la reina Feliz ordenaba que cargaran los cañones con chispitas de felicidad. -Eso les aturdirá-dijo la reina. Los ogroloñeses venían preparados con cañones cargados de mugre de las mazmorras y espadas y hachas nuevas. La princesa Malva ordenó a Verdecín y a Amarillín que buscaran ropas de ogroloñeses caídos en la batalla, que se las pusieran y fueran al castillo del ogro. -Llevadle esta bolsa que contiene pintura y chispitas de felicidad. Decidle que es dinero que habéis robado en la batalla. Cuando la abra se desmayará y morirá. Es como un veneno para él. ¿Puedo confiar en vosotros? -Cualquier cosa por salvar el reino de los Dos Castillos-dijeron los dos duendes, inclinándose ante la princesa. Dicho esto, los valientes duendes, tras coger algunas ropas de ogroloñeses, marcharon hacia el castillo del ogro. -¡Oh, nuestro rey ogro!-dijeron los dos duendes-. Le hemos traído dinero que había en el reino de los Dos Castillos-explicó Amarillín. -¡Déjame ver eso!-dijo el ogro arrebatándole a Amarillín la supuesta bolsa de dinero de las manos. En cuanto abrió la bolsa, se desmayó y cayó al suelo haciendo retumbar toda la sala. Los duendes se fueron inmediatamente de la sala, porque pronto vendrían los guardias a recoger el cuerpo sin vida del ogro. Los pocos ogroloñeses que se quedaron en sus casas, no dudaron en acudir rápidamente a la batalla para comunicar lo sucedido con su rey. -Tendremos que nombrar un nuevo rey-dijo Putrefacto, el ayudante número uno del ogro y otro de los muchos duendes secuestrados en la batalla de Colorilandia. -Y ese serás tú-dijo el jefe de la guardia. -¿Yo? Pero si yo…-intentó decir Putrefacto. -Debes de ser tú. El rey ogro no tenía descendencia ni ningún otro familiar- dijo el jefe de la guardia- No hay más que hablar. Él será nuestro nuevo rey. Verdecín y Amarillín, que habían estado escuchándolo todo, fueron a la sala del trono donde se suponía que estaba la princesa, pero… ¡no estaba! -¿Dónde se habrá metido?-se preguntaba Amarillín. -Está en la enfermería-dijo el rey con cara triste. -¿Qué ha pasado?-preguntaron los dos duendes, preocupados. -En la batalla le han herido el brazo-dijo el rey. Verdecín y Amarillín corrieron rápidamente a la enfermería. Allí vieron a la princesa, sentada en un sillón. -Ya me he enterado-dijo la princesa, antes de que los dos duendes pudieran decir nada-. El rey ogro ha muerto. -Sí. Y su nuevo rey es Putrefacto, bueno Azulero-se lamentó Verdecín. -¿Azulero? ¡Debo avisar rápidamente a mi padre! No podemos permitir que Azulero se convierta en su rey-dijo mientras se levantaba del sillón, muy decidida. Malva le contó lo sucedido a su padre y ambos decidieron ir a hablar con él. -¡Azulero! Eras de los nuestro. No debes fallarnos convirtiéndote en su rey-le dijo Malva. -¿Azulero…? Un momento… ahora lo recuerdo. Yo pertenecí al reino de Colorilandia y estuve al servicio del rey Rojito-recordó el duende-.Pero yo no quiero dejar Ogrolón, y mucho menos si ahora me van a nombrar rey… Pero podemos pactar con la condición de que incluyáis a Ogrolón en vuestro nuevo reino. ¿Qué opináis? La decisión era importante así que los el rey Rojito, la reina Feliz, la princesa Malva y el príncipe Sonriente, lo hablaron durante un rato. Finalmente aceptaron y el nuevo reino pasó a llamarse “Los Tres Castillos”, donde happys, colorines y ogroloñeses, vivieron en paz y armonía para siempre. FIN