¿Adiós a las armas? José Ramón Cossío D. El pasado 3 de junio quedó abierto a firma el “Tratado sobre el Comercio de Armas” (TSCA), en la sede de las Naciones Unidas. Al día de hoy, 112 Estados lo han firmado y 7 de ellos lo han ratificado. En sus propios términos, el Tratado entrará en vigor 90 días después de que 50 Estados lo hayan aceptado; ello sin perjuicio de que otros más lo sigan haciendo a partir de ese momento. Entre los países que han ratificado el Tratado se encuentra México, que lo hizo el 25 de septiembre, mediante el proceso de depósito llevado a cabo en Nueva York por nuestro Canciller. Desde mi punto de vista, el TSCA es un instrumento fundamental para la gobernabilidad de un buen número de Estados nacionales, y desde luego para el mexicano. De acuerdo con el estudio presentado en marzo de este año por el Instituto Transfronterizo de la Universidad de San Diego, anualmente ingresaron de manera ilegal a México 252 mil armas provenientes de Estados Unidos. En el agregado, se estima que en nuestro país circulan más de 15 millones de armas ilegales, de las cuales 80% también provienen de los Estados Unidos. En cuanto al tipo de ellas, en el Registro de Armas Convencionales de las Naciones Unidas, se dice que en 2011 ingresaron legalmente a México un número muy alto de pistolas, rifles, carabinas y fusiles de asalto, primordialmente de los Estados Unidos, Italia y Bélgica, y un número ligeramente inferior de Austria, Brasil, Israel, la República Checa y Alemania. Estas armas representan, como todos sabemos, factores necesarios de la violencia que afecta a nuestro país, y sus muchos y dolorosos efectos. Lo que la comunidad internacional pretende lograr con el TSCA, es tanto la regulación del comercio internacional como la prevención y eliminación del tráfico ilícito de armas convencionales: carros de combate, vehículos blindados de combate, artillería de gran calibre, aeronaves de combate, helicópteros de ataque, buques de guerra, misiles y lanzamisiles, así como armas pequeñas y armas ligeras. El tratado regula también, y para los mismos fines, las municiones, piezas y componentes del armamento sujeto a regulación. Teniendo como objeto material los bienes acabados de mencionar, con el TSCA se busca prohibir la transferencia de ellos siempre que suponga una violación a las obligaciones impuestas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o a las que le correspondan en razón de sus propias obligaciones internacionales. En lo que resulta más relevante y significativo para nuestro país, se prohíbe la transferencia de las armas, municiones o piezas indicadas, si al momento de la autorización el Estado de que se trate tiene conocimiento de que “podrían utilizarse para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, infracciones graves a los convenios de Ginebra de 1949, ataques dirigidos contra bienes de carácter civil o personas civiles protegidas, u otros crímenes de guerra tipificados en los acuerdos internacionales en los que sea parte”. De manera más particular, se establece que, adicionalmente a los supuestos de prohibición, el Estado nacional deberá evaluar de manera objetiva, antes de autorizar la exportación, si las armas podrían menoscabar la paz y seguridad o utilizarse para cometer violaciones al derecho internacional humanitario o al de los derechos humanos, para el terrorismo o la delincuencia organizada, o afectar los planes acordados en la materia entre el propio Estado exportador y el presunto importador. En tales supuestos, el Tratado autoriza la negación de los correspondientes permisos de exportación. El TSCA prevé para su eficacia una buena institucionalidad. Al respecto caracteriza adecuadamente las actividades de corretaje o intermediación, así como lo concerniente a los “desvíos” que pudieran llegar a darse, asignando desde luego su control al Estado en el cual se produce el armamento, las municiones o las piezas. Adicionalmente, contempla la creación de registros, sistemas de intercambio de información y un secretariado, por ejemplo. Con la entrada en vigor del TSCA, se mantendría la obligación de las autoridades nacionales de cuidar nuestras fronteras. Sin embargo, se generaría una sana y compartida responsabilidad para los Estados en que radiquen las empresas productoras, para regularlas y, primordialmente, para vigilar a partir de reglas específicas, las exportaciones que autorice. Dadas las condiciones de seguridad que vivimos en México, parece un objetivo de la mayor importancia lograr la aprobación del Tratado por 43 Estados más, entre los cuales, desde luego, deberán estar los países que, por el medio que sea, exportan más armas a nuestro país. El logro de este resultado puede ser, me parece, de gran importancia para el restablecimiento de la civilidad entre nosotros. Desde la política exterior puede contribuirse en mucho a la interior. Ministro de la Suprema Corte de Justicia Twitter: @JRCossio Correo electrónico: [email protected]