LA FEMINIDAD: ARQUETIPO DE LA FEMINIDAD REFLEJADO EN LA REINTERPRETACIÓN DE LA NOVELA DOÑA BÁRBARA Avelina Aguilar Staker La interpretación tradicional – la civilización versus la barbarie Algo que es fácil de comprender en el mundo literario es la cantidad innumerable de análisis que se han escrito sobre la novela de Rómulo Gallegos, Doña Bárbara, en relación a la temática de la lucha entre la civilización y la barbarie (Swier 121). En esta lucha, aparentemente, es la civilización la que sale triunfante. Los ciclos repetitivos existentes en la trama nos remontan al inicio de la historia, dejando un desconcierto en la mente del lector que no sabe hasta qué punto se alcanza la meta de la civilización. Sin embargo, en la lectura de la obra se destaca principalmente un tema que queda muchas veces olvidado, es decir, el enfrentamiento entre los géneros que da como resultado una restauración de la masculinidad, y del sistema patriarcal. Aun así, para que esto se pueda lograr tiene que redefinirse y encajarse la feminidad en lo que la línea establecida por la sociedad tradicional y patriarcal considera adecuado. Veamos cómo una lectura feminista de la obra nos abre la cuestión de oposición de varios arquetipos, incluso la de la masculinidad y la feminidad. Se ha dicho que la novela gira en torno al tema de la civilización y la barbarie. Para la civilización tenemos a Caracas como primer epicentro y, después, a Europa, que para Santos se presenta como modelo en su búsqueda del ideal. Al trasladarse Santos a la hacienda Altamira, lugar donde no desea quedarse al principio, él lleva a cabo su sueño de civilización por ser éste un ambiente de barbarie propicio para tal obra. Así, Santos cambia su papel de agente pasivo, en búsqueda del ideal, al de agente activo, donde él se nos presenta como creador y trasformador de Los Llanos según su visión civilizadora. No obstante, la idea llega a ser una oposición muy radical: civilización/barbarie, cultura/naturaleza, hombre/mujer, ciudad/llano, y Altamira/el Miedo. Se da entonces un enfrentamiento de valores e ideas positivas y negativas que son establecidas según el criterio del hombre que narra la historia y, como tal, producto de las condiciones socio-culturales de la época (Osorio 66). Esta tradición vulgarizada se ha dado sobre todo en cuanto al seguimiento de la lectura tradicional de Doña Bárbara que se ha apoyado en el impuesto esquema sarmentino; por ello, se da esta proyección y vínculo persistente (Osorio 67). Así, Doña Bárbara representa la barbarie y la naturaleza indomable y Santos la civilización y la nueva ideología progresista. Esto hizo que la lectura y la crítica se quedaran estancadas por mucho tiempo en esta interpretación aceptada y que no surgieran otras ideas novedosas. La tierra y la mujer Es importante, sin embargo, señalar brevemente la importancia que tiene la figura arquetípica que se conoce como el mito de la tierra de la Gran Madre ancestral: “…que pertenece Confluence (2012) - 1 - 2 Avelina Aguilar Staker a la forma más primitiva de la feminidad. Como diosa titánica de poder ilimitado…” (Bracho 20). En la novela, la representación de la mujer, doña Bárbara, se relaciona a la llanura o a la naturaleza, una representando la otra y ambas dadoras de vida, compartiendo el oficio de la concepción; que se encuentra en perpetua rebelión contra el hombre intentando establecer su propia autosuficiencia. El lector puede sacar esta relación del texto, debido a los múltiples ejemplos, como cuando Lorenzo Baquero le hablaba a Santos, advirtiéndole de los peligros existentes: “Esta tierra no perdona. Tú también has oído ya la llamada de la devoradora de hombres. Ya te veré caer entre sus brazos” (Gallegos, Doña Barbara 81). Más tarde se aclara que no es sólo de la tierra de que se habla, sino también de doña Bárbara. En la obra, entonces, se compara a la llanura con la mujer. Acaso no se puede inducir que, así como al hombre se le ha dado históricamente la tierra para gobernarla, ¿no se le habrá dado a la mujer con el mismo fin? Entonces, para el lector implícito, este poder ilimitado que posee doña Bárbara en la región no es más que temporal o hasta que el hombre, Santos, así lo permita. Tal es el caso en la historia de esta novela. Recordemos que, al principio, al morir el padre, la hacienda de Altamira se divide entre los hermanos José y Panchita, casada con Sebastián Baquero. Las tierras entonces se llamaron Altamira y La Barquereña, quedando como línea divisoria un pedazo de tierra, La Chusmita, que más tarde llega a ser tierra de nadie. Un día, José le reclama a su cuñado la violación de su territorio y en la pelea se da la tragedia de la muerte. La guerra entre las dos familias comienza. Cuando sólo queda un último descendiente masculino heredero de Altamira, el niño Santos, su madre lo traslada a la ciudad para protegerlo. Santos regresa de adulto y La Barquereña, ahora en manos de doña Bárbara, tiene el nombre de El Miedo. Al final de la novela, doña Bárbara deja El Miedo a manos de su hija que posteriormente se casará con Santos. Por lo tanto, nuevamente, habrá un único terrateniente en la llanura de la novela, algo que nos inspira preguntar si se ha logrado con esto algún tipo de progreso de civilización. Según Ramírez, se da un retroceso al pasado de la historia por darse una especie de tiempo circular (23). Como una profecía paternal, Santos de niño oía: “…la llanura semi-bárbara, ‘tierra de los hombres machos’, como solía decir su padre…” y, poco después de haber llegado a la hacienda y enterarse más claramente de la situación ya recostado en su hamaca, recuerda las palabras del bonguero que ponderaba las hazañas de doña Bárbara y fue lo que hizo que “…desistiese de su propósito de vender el hato” (Gallegos, Doña Bárbara 45). Primeramente, esta lucha contra la mujerona fue lo que lo motivó a quedarse. No fue sino hasta más tarde que se ligó a este pensamiento su visión de civilizar la llanura o conquistar la barbarie, siendo lo mismo. Magnarelli dio la primera interpretación feminista a la novela Doña Bárbara. Según su análisis, las contemporáneas ideas de Sigmund Freud (elaboradas en su libro, Civilization and Its Discontents) se ven reflejadas en el pensamiento que se da en la novela, y esto es que la mujer llega a ser opositora de la civilización y demuestra una influencia que retrasa y restringe la misma. Magnarelli lo expresa así: “Thus it would appear that civilizing is a male activity hindered by the female …” (52). Por lo tanto, vemos como se considera a la mujer como invasora u obstáculo para el progreso de la tierra, antagónica y castradora que impide el Arquetipo de la feminidad 3 “pensamiento patriarcal” (Ramírez 45). Este planteamiento es algo que se puede ver reflejado a lo largo de la novela. Para lograr tal efecto Gallegos recurre a la estrategia genérica de reflejar las cualidades estereotipadas femeninas. La tierra y la sexualidad Para analizar el intento de Gallegos, primeramente daremos una breve reseña de la sexualidad en la historia y luego describiremos dichas características en el personaje de doña Bárbara. Es importante comprender el desarrollo de lo que conocemos y entendemos como sexualidad en nuestros días: “Maybe a major step took place when the rise of the modern nation-state required new codes of law extending the power of the state into the realm of families and private lives of its citizens [una nueva definición de familia y sexualidad se dio con sus roles correspondientes necesarios para mantener el poder industrial y militar de entonces]. It has likewise been believed that the emergence of the bourgeois and Christian notion of family in the Western cultures in the modern era confined sexuality to the goal of procreation.” (Borim and Reis xiv) En esta historia la más perjudicada resultó ser la mujer, que por ser la que debía resguardar el legado del “pilar del hogar”, la educación de los hijos y los trabajos de la casa, ha quedado restringida a este mundo, además de deber la estricta lealtad y obediencia al esposo, sin esperar favor alguno, como la madre abnegada. (Borim and Reis xiv). El hombre se adueñó del resto de las esferas, sobre todo en las partes del mundo donde el machismo se ha dado con mucho más arraigo que en otros lugares. Además, nos ha quedado como herencia el modelo patriarcal, modelo que busca restaurar Santos, retomando las tierras que no deben ser poseídas por la mujer, aunque en este momento ella sea dueña de una gran parte. Es interesante notar que nunca se menciona en la trama de la novela la posibilidad de la venta de Altamira a doña Bárbara, a pesar de que ella tiene gran cantidad de “morocotas de oro”; es decir, posee dinero de sobra para comprarla. Sólo se menciona que trata de vender a alguien más la tierra sería casi imposible, porque nadie la quiere a ella como vecina. Recordemos que después de la partida de Santos hacia la ciudad, Altamira quedó huérfana y luego doña Bárbara tomó posesión de La Barquereña, dejando la tierra sin hombre que la gobernara, es decir, privada del modelo ideal de la civilización o del modelo patriarcal. Para colocar a doña Bárbara como la mujer que debía regresar a su estado primitivo de feminidad, Gallegos da varias razones, a través de la lectura, que justifican su descenso de la silla de poder. Estas razones son las influencias que la empujan a doña Bárbara a ser una mujer que desee una vida “normal”, propia del género femenino. Primero está la feminidad negada, aunque Gallegos le da un toque de sensualidad, siendo doña Bárbara deseada por todos los hombres que llegaban a acercársele y a la vez repudiada por Santos. Ella aparece en la novela como mitad hombre y mitad mujer: “La voz de doña Bárbara, flauta del demonio andrógino que…tenía un 4 Avelina Aguilar Staker matiz singular, hechizo de los hombres que la oían; pero Santos Luzardo no se había quedado allí para deleitarse con ella” (Gallegos, Doña Bárbara 135). Sin aparente razón o lógica, Santos no presta plena atención a la belleza de doña Bárbara, como sucede con Lorenzo, Apolinar y Balbino, entre otros, sino que le causa “repulsión” su compañía. Por un momento siente solo curiosidad intelectual, pero luego se retracta y se aleja. Santos, ajeno e inmutable a la sensualidad de las mujeres, se puede ver también en su primer encuentro con Marisela donde no se fija en “…la curva de la espalda y las líneas de las caderas y de los muslos…” (Gallegos, Doña Bárbara 85), sino en los pies anchos, gruesos y maltratados de la joven. A lo largo de la novela, se da un Santos que sabe controlar sus impulsos sexuales. De este modo el arma fatal de seducción que tiene doña Bárbara queda anulada. Para atraer al protagonista y hacerlo caer en la trampa del amor, debe ser con la definición elaborada del tipo de mujer que Santos busca, y doña Bárbara está muy lejos de eso. Según Henighan: “Doña Bárbara’s control of an expanding area of the llanos upsets Spanish American gender norms not merely because she is a woman, but because she is a woman who has appropriated male modes of domination in both the public and the private spheres” (30). En un sentido amplio ella representa la anarquía, el retroceso y lo atroz por haber usurpado el lugar del hombre. Es por esto que Gallegos usa los adjetivos negativos para referirse a esta parte de ella como “la devoradora de hombres” (29), “mujer…de pelo en pecho” (58), y la hombruna o marimacho (32) a lo largo de la historia. La reacción de doña Bárbara ante los hombres y el papel de la mujer Existe una explicación razonable, sobre todo sicológica, que motiva el resentimiento y el odio hacia los hombres por parte de doña Bárbara. Ella fue violada, cuando tenía quince años, por un grupo de hombres que además mataron al amor de su vida, Asdrúbal. En la obra no se explica la razón por la cual: “…she is condemned for trying to destroy what has destroyed her, the male” (Magnarelli 54). No sólo se condena su intromisión al mundo masculino con adjetivos que indican su falta de feminidad como un pecado, algo negativo y perverso, sino que además se condena el hecho de que ella busque justicia por sus propias manos aunque haya sido maltratada por el varón en el pasado. Ella misma es el fruto de un abuso por ser hija de una indígena que aparentemente fue violada (Gallegos, Doña Bárbara 23). Parte del rechazo de la feminidad de doña Bárbara, por ella misma, se ve reflejado en la obra, cuando ella no acepta los roles de ser esposa o madre. De acuerdo con Slater, en su análisis de la mujer en el contexto brasileño, la mujer en los diferentes roles dados por el escritor queda catalogada en la historia con conceptos ya predeterminados y estereotipados. Existe la esposa, la madre, la prostituta, la dama y la suegra, sin dar cabida a algo diferente (169-71). De esta manera, se define a la mujer de acuerdo a su relación con el hombre y el papel familiar que ella ocupa. La idea de ser esposa es rechazada por doña Bárbara cuando Lorenzo Barquero le pide matrimonio porque repudia la idea de ser llamada “mi mujer” por un hombre. El matrimonio es un rito de iniciación para la pareja pero en especial para la mujer que tiene que afrontar, en este cambio, su manera de verse ante la sociedad y tomar el apellido del esposo, dando fin a una Arquetipo de la feminidad 5 identidad y comenzando una nueva. Hay que tomar en cuenta que en partes del mundo hispano no se deja atrás completamente la identidad previa de soltera porque se añade un “de” al final del nombre completo e inmediatamente después se coloca el apellido del esposo. Esto indica posesión o pertenencia a alguien, en el caso de la mujer casada al marido. Naturalmente, esto es lo que menos busca una mujer que ha sido abusada por el hombre como doña Bárbara (Swier 127). En la novela también se da el rechazo de la maternidad por parte de doña Bárbara donde “…un hijo en sus entrañas era para ella una victoria del macho, una nueva violencia sufrida…” (Gallegos, Doña Bárbara 29) y por ello abandona a su suerte a Marisela desde que nace y nunca se encarga de ella. Al final de la historia vemos como este retornar o renacer de la feminidad en doña Bárbara se logra, primero, gracias a que ella desea y quiere llegar a tener una relación con Santos. Se siente, por primera vez, mujer en presencia de un hombre. Por ello quiere pertenecerle a éste, aunque fuera como “…las bestias que llevaban la marca de su hierro” (Gallegos, Doña Bárbara 142). Segundo, ella reconoce a Marisela como su hija, nombrándola heredera de sus tierras, lo cual es un gesto palpable de su acercamiento a la maternidad. Al final de la novela, por lograr estas dos cosas, ella recobra su feminidad y al viajar a San Fernando la gente dice de ella que “nunca la habían visto con un aspecto tan femenino” (Gallegos, Doña Bárbara 260). Al final, sí es una mujer, “un ser”, pero antes no lo era. Era un monstruo (Gallegos, Una posición 410). Los impulsos y la superstición como elementos de la barbarie Doña Bárbara se guía “…por momentáneos impulsos aislados, lleno de circunstancias fortuitas...[y] resultaba incapaz de concebir un verdadero plan” (Gallegos, Doña Bárbara 10809). Ella es guiada por los impulsos, intuiciones o golpes de suerte, pero no por algún plan bien trazado e inteligente. La inteligencia y el avance tecnológico es lo que indica el grado de progreso de una nación y por ende del hombre, y doña Bárbara naturalmente carece de este atributo, mientras que Santos sí da muestras de saber lo que quiere y parece tener un plan para lograrlo. Como otro elemento está la superstición o brujería practicada por doña Bárbara y su asociación con “el Socio”. Se dice que: “Mas, Dios o demonio tutelar, era lo mismo para ella, ya que en su espíritu, hechicería y creencias religiosas, conjuros y oraciones, todo estaba revuelto y confundido en una sola masa de superstición…” (Gallegos, Doña Bárbara 32). La mezcla religiosa de doña Bárbara es repudiada por el lector católico occidental burgués que condena completamente la asociación con el mundo de la magia. Estos tres elementos – feminidad negada, falta de sabiduría y decadencia espiritual – colocan al lector a la vanguardia, esperando defenderse de los posibles ataques que esta mujer, doña Bárbara, la representante de la barbarie, pueda atentar contra el ideal de civilización que Santos planea llevar a cabo en la llanura. 6 Avelina Aguilar Staker El rol femenino que impone el sistema patriarcal Marisela es otro personaje importante en la novela y se corresponde con la imagen del “buen salvaje” (Ramírez 31). Ella no intenta demostrar oposición alguna al modelo patriarcal que se desea restaurar. En su primer encuentro con Santos se le describe como una “criatura montaraz” y más tarde “…como el animal salvaje...” (Gallegos, Doña Bárbara 74). Este es el primer estado de Marisela y de ser como un animalito, después de su encuentro con Santos, pasa a ser un ser humano. Entonces, ella comienza una etapa de acercamiento e identificación con el mundo de Santos, dejando atrás su identidad previa de carecer de ideales o esquemas y pasa a existir con la conciencia y el pleno conocimiento de la existencia de patrones propios de su rol de mujer tradicional. Por ello, aprende a hablar bien, a vestirse y llega a ser el alma de la casa, dándose así la omnipresencia de Marisela, puesto que Santos declara que no había manera de estar en aquella casa sin notar la presencia de ella, bien sea física o espiritual (Gallegos, Doña Bárbara 177). Esto era para señalar la importancia de la mujer para atender y mantener una casa, que es el lugar de dominio de ella o, en otras palabras, su castillo. Su presencia es notada en cada objeto, detalle u ornamento, puesto que fuera de la casa ella no tiene poder porque allí comienza la línea divisoria imaginaria dada por la sociedad. Santos, en su labor de restaurar el modelo patriarcal y establecer la civilización de la llanura, llega con las ideas y patrones del mundo occidental que conocemos. Sin embargo, el mundo de la llanura está apartado de dicha “civilización” y esto hace notar de cómo funcionaría el mundo si se aminorara la rigurosa tarea de delinear lo que es y lo que no es en cuanto a roles de sexualidad. ¿Cómo sería vivir en un mundo sin la constante restricción de modelos de género? Doña Bárbara representa el arquetipo de mujer que transgrede y a la que le ha sido negado un lugar en la historia del hombre, es decir, del ser humano por considerarse ella fuera de lugar y su modo de ser ajeno en una sociedad patriarcal (Marting 32). Rómulo Gallegos es una figura canónica de la literatura latinoamericana precisamente porque supo presentarnos con un desarrollado ejemplo a una mujer frustrada por lograr su potencial como ser humano; pero, al mismo tiempo, nos presenta con ideas contradictorias en cuanto a las dicotomías de género. Estas contradicciones nos hacen contemplar la función de polarizados paradigmas, no solamente de cada género, sino de la civilización y la barbarie y entre el bien y el mal (Swier 122). Así que el análisis ofrecido por una lectura feminista de la novela nos hace ampliar la complejidad del texto y, en particular, del personaje principal, doña Bárbara, y sus varias dimensiones en relación al arquetipo femenino. Avelina Aguilar Staker. University of Missouri-Columbia. M.A. student in Spanish. ACKNOWLEDGEMENTS Thanks to both Dr. Douglas Weatherford and Ana Zapata-Calle for their helpful suggestions on this paper. Arquetipo de la feminidad 7 OBRAS CITADAS Borim, Jr., Dário and Roberto Reis. 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