DODECÁLOGO PARA LA CONVIVENCIA FELIZ 1. Procuren nunca enfadarse los dos al mismo tiempo. Túrnense en los momentos de mal humor, sabiendo esperar que el otro desahogue, es uno de los secretos de la Convivencia Feliz. 2. Nunca se griten el uno al otro, a no ser en cado de incendio o terremoto. Gritarle a una persona es reducirle unos grados en la escala evolutiva. Y ninguno de ustedes se casó con un animal inferior. 3. Cuando un deseo sea justo y esté dentro de las posibilidades, nunca recuerde cosas pasadas para hacerle una mezquindad. Procuren complacerse mutuamente. Ahí está el detalle. 4. EL matrimonio se hace a base de abnegación y renuncia. Pero éstas son las semillas, no las espinas de una mata. Sembradas, serán un fruto de felicidad para ustedes y para los hijos. 5. Nunca miren atrás, que se convertirán en estatuas de sal. Recordar los errores del pasado, además de inútil, puede ser un acto de crueldad estéril y pernicioso. 6. Que nunca un deseo tenga que ser repetido. Que no tenga que recordárselo como un derecho o una obligación. Hablar de derechos y obligaciones en materia de amor es definitivamente destructivo. 7. No mencionen nunca los excesivos del cónyuge. Hay otros caminos más aceptables. Este suele ser una de las fuentes más frecuentes de disgustos, de heridas incurables y de distanciamientos definitivos. 8. Nunca salgas de casa sin una palabra afectuosa que se quede grabada en la mente del otro durante la ausencia. Qué poco cuesta una palabra, y qué importante es en la Convivencia Feliz. 9. Que nunca caiga la noche sobre su enojo, por muy justo que éste sea. Compartir el sueño rodeados de espinas es como dormir al lado de un tigre. Y no han duda que es desagradable. 10. Busque siempre una palabra nueva en el reencuentro diario, al volver del trabajo, al recibirlo en el dintel. Que este momento nunca se convierta en una rutina, en el beso volado o la frase gastada. 11. Es conveniente de vez en cuando añorar los días felices. Pero no tanto que suene como reproche. Si los quiere revivir, recuerde que las horas no se repiten a sí mismas. Vívalas como un “ahora”, siempre. 12. Nunca se sienten a suspirar por lo que pudo haber sido. Aquello son palomas que volaron que nunca volverán. Lo que existe es el futuro que prever y el presente que realizar. ESTOS DOCE MANDAMIENTOS SE ENCIERRAN EN DOS: EN AMARSE DE VERDAD Y EN PENSAR EN LA TRASCENDENCIA DEL AMOR EN LOS HIJOS.