DEBAT la llargada de l' actitud empresarial deIs Bell.lloc. Traició social? Més aviat fenomens prematurs sense futur social immediat, probablement pel pes que encara tenien les relacions senyorials, tot i el desgast i les transformacions que haguessin patit i seguissin patint. La historia moderna ha debatut molí sobre la naturales a social deIs mercaders. El comen; de llarga distancia havia engendrat llur fortuna. Aquests sectors mercantils havien aprés a treure beneficis del fet de posar en contacte móns diferents, no obstant aquests mercaders encara eren, en bona part, subsidiaris d'una societat en la que podien intervenir i la qual podien renovar pero no pas transformar. DE MERCADERES A CABALLEROS Paulino lradiel Universitat de Valencia El panorama urbano de la Girona medieval y la trayectoria familiar de los Bell.lloc trazada por Fernández Trabal cubre un arco de 250 años. Inicia hacia 1270, momento en que la familia aparece en su modesta condición de artesanos del cuero, y acaba en las primeras décadas del siglo XVI, convertidos en pequeña nobleza urbana y en uno de los exponentes más representativos del grupo oligárquico del gobierno municipal. De artesanos a caballeros en dos siglos. Una trayectoria no infrecuente -¿esquema clásico artesano-mercader-propietario-jurista, como llega a proponer el autor, para el patriciado catalán?- en las sociedades urbanas bajomedievales. Objetivos específicos de la investigación, aparte el estudio económico del patrimonio rural y la historia agraria sobre la que se centra la reflexión de Eva Serra, son "1'analisi de les pautes del casament i de I'herencia, que marquen el ritme de les aliances interfamiliars" y el estudio de la hegemonía política secular de la familia BelHloc (p. 407). El planteamiento general de la obra, marcadamente interpretativa, combina, sin un criterio cronológico 249 DEBAT ni biográfico estricto, la perspectiva individual de cada miembro del linaje con la general urbana, el caso particular con el panorama, rural y mercantil, de una ciudad y su entorno, e incluso de una economía regional. Para documentar su interpretación, Fernández Trabal ha recurrido a un buen número de fuentes archivísticas y en especial al fondo MercaderBelHloc, bien conocido y en parte editado por el autor. No se puede, por tanto, dejar de apreciar el esfuerzo ejemplar realizado para dar a su tesis la máxima solidez documental. Precisamente por ello, a las valoraciones del autor es posible incorporar otros elementos de juicio en temas y problemas que se presentan muy complejos y polémico s en el panorama historiográfico actual. Dos, en particular, son los aspectos sobre los que, a mi juicio, resulta oportuno abrir o continuar la reflexión y que motivan mi intervención centrada en problemas de historia urbana y de los sistemas dotales y hereditarios de transmisión patrimonial. 1. Un primer aspecto que me parece necesario señalar es la insistencia de Fernández Trabal en subrayar los elementos de continuidad no sólo socio-institucional, sino incluso constitucional, del consell oligárquico desde el siglo XIII hasta el XVI. Viene así recordado que el derecho de ciudadanía, la pertenencia a la mil majar como ciutadans honrats, no dejó nunca de representar una condición indispensable y un elemento discriminante, aunque en muchos aspectos sólo "formal", del ordenamiento socio-institucional urbano, alejando incluso del gobierno a familias y estamentos que, al pasar a caballeros, perdían la condición ciudadana. Fernández Traballlega a proponer el carácter reductivo y básicamente continuista de esa minoría emergente en la ciudad, de estatuto jurídico no noble pero progresivamente asimilada a la nobleza por rango y prestigio social, apenas modificada en su composición interna por la desaparición biológica de viejas familias y el relevo generacional de otras nuevas. Una conclusión no nueva, pero que lleva implícita, tal como yo la interpreto, el deseo de enfatizar la influencia política de la ciudad e insistir sobre el papel central desarrollado por la alta burguesía en el equilibrio de poderes locales, regionales o estatales. Con estas primeras consideraciones, en cierto sentido programáticas, se aborda de lleno no sólo la interpretación de la compleja sociedad urbana sino también las funciones mismas de la ciudad. Y no está ausente el interés, más o menos explícito, de posicionarse con claridad, y no sin ciertos tintes 250 -- DEBAT polémico s, en los debates más recientes de la historiografía que parece vascular entre el rechazo o la valoración positiva de la función dominante de los mercaderes y de la burguesía urbana! . Me parece bastante evidente que la historia urbana catalana, en el pasado un terreno privilegiado en la tradición de los estudios medievales, se ha ido renovando en las últimas décadas a costa de algunas modificaciones metodológicas Yde contenido importantes. A ello parece haber contribuido la atención y una serie de estudios sobre ciudades de segundo rango, el interés por destacar un modelo europeo más que peculiarmente catalán y la recuperación de una historia rural más estrechamente vinculada a la ciudad. y es posible que sea este último el aspecto por el que la nueva historiografía urbana y municipal aparezca más profundamente cambiada respecto a la anterior. De forma más o menos radical, la mayor parte de las obras de . carácter general sobre el mundo urbano se muestran proclives a rechazar la función guía de la ciudad medieval, a reducir la importancia de la ordenación urbanocéntrica del territorio e incluso a negar originalidad a su clase dirigente respecto al mundo nobiliar-rural. Con esta perspectiva se reduce la dimensión del espacio urbano como factor histórico propio y se le convierte en uno de tantos lugares de desarrollo del poder de una oligarquíaaristocracia en relación escasamente dialéctica con el resto de la sociedad. Con esta perspectiva también se tiende a negar originalidad institucional a la ciudad, e incluso originalidad social, destacando una especie de uniformidad entre los grupos dirigentes urbanos y los grupos dirigentes del territorio circundante, difícilmente distinguibles. Este cambio de orientación parece responder a un ansia de renovar la interpretación tradicional de la ciudad con el recurso, explícito o sobreentendido, a una especie de preemi1 J. AURELL 1 CARDONA, Els mercaders catalans al quatre-cents. Mutació de valors i procés d' aristocratizació a Barcelona (1370-1470), Lleida, 1996; y "Vida privada i negoci mercantil a la Barcelona baixmedieval", Acta Mediaevalia, 14-15 (1993-1994), pp. 219-241. Recientemente, para el caso castellano, se ha reabierto la polémica en las intervenciones de A. ARRIAZA,"Le statut nobiliaire adapté 11la bourgeoisie: mobilité des statuts en Castille 11la fin du Moyen Áge", Le MoyenAge, 100 (1994), pp. 413-438; 101 (1995), pp. 89-101; Y "The castilian bourgeoisie and fue caballeros villanos in fue concejo before 1300: A revisionist view", Hispanic American historical Review, 63 (1983), pp. 517-536, Y de C. ASTARITA, "Classe sociale, statut et pouvoir de la «caballería villana» de Castille. Une révision", Le Moyen Age, 105 (1999), pp. 415-437. Para el caso de Girona todos los elementos del debate aparecían ya en la obra de CH. GUILLERÉ, Dine~ poder i Societat a la Girona del segle XIV, Girona, 1984; y Girona al segle XIV, 2 vols., Barcelona, 19931994. 251 DEBAT nencia del campo y de la sociedad rural confirmada a través de dos rasgos estructurales de larga duración: el interés de la burguesía por la tierra como fuente de rentas y el giro radical de las relaciones campo-ciudad. Relaciones que, según orientaciones y sensibilidades históricas diversas, vienen interpretadas como predominio de la inversión patrimonial agraria sobre la propiamente mercantil, hegemonía del grupo "nobiliario" presente tanto en la ciudad como en el campo o afirmación de una oligarquía territorial de inconfundibles connotaciones feudales. Historiográficamente, al menos, el territorio parece haber conquistado la ciudad porque los historiadores del mundo agrario y de los señoríos rurales se han puesto a estudiar la ciudad aplicando los mismo parámetros utilizados para la historia agraria. Un rasgo que, a mi juicio, contradistingue el libro de Fernández Trabal es el distanciamiento que contiene respecto a buena parte de la historiografía precedente y a los lugares comunes que acabo de señalar. Hay que resaltar, ante todo, que en esta obra el retorno a la tierra, la ofensiva territorial de la oligarquía urbana, en el sentido más positivo del término, está presente de forma destacada. Si recorremos superficialmente los argumentos tratados, uno se da cuenta enseguida de cuánto espacio se le dedica al marco geográfico en el que está inserta la ciudad, a la distribución de las propiedades rurales, a los paisajes agrarios y a la diversificación productiva, a la estructura de la propiedad y al cambio de las relaciones sociales. En ningún caso la atención del autor se dirige en exclusiva a la realidad socio-demográfica o política interna de la ciudad, sino que toma en consideración el amplio territorio circundante no urbano. La investigación de Fernández Trabal aborda estos temas conforme a algunas hipótesis centrales que aclaran la conceptualización del grupo dominante urbano -con la intención, además, de que sirvan para "copsar millor el patriciat catala baixmedieval" (p. 414)- Y sobre las cuales es oportuno detenerse con mayor atención. La primera de ellas es la distinción entre alta burguesía-patriciado y aristocracia (sea rural o urbana) que permite al autor reconsiderar a la baja los caracteres de aristocratización de la élite ciudadana y destacar la "dimensión urbana" que caracteriza al modelo catalán. Limitándonos, al menos, a los ejemplos proporcionados por ellibro, parece bastante evidente la diferencia de intereses entre las ramas primogénitas de los principales linajes urbanos (grupo de propietarios hacen252 ¡ DEBAT dados --<;on o sin connotaciones señoriales en el mundo rural- formado por funcionarios, notarios, mercaderes con intereses y actividades preferentemente urbanas) y el grupo de las ramas segundonas, origen de familias de caballeros y fundamento de renovación de la baja nobleza, con intereses y asentamiento territorial preferentemente fuera de la ciudad. Diferencias en las que es fácil identificar motivaciones relativas a la historia de la cultura, a la historia económica y claramente, como luego veremos, a la historia de la familia que regula las prácticas hereditarias y la transmisión de la riqueza patrimonial. El nudo del problema reside indudablemente en cómo entendamos la dialéctica entre la ciudad y su territorio, una relación que emerge a cada paso en la historiografía de la Cataluña medieval en multitud de direcciones y de interdependencias -no todas ellas negativas, ni mucho menos- sobre las estructuras de clase y sobre los diferenciados sistemas económicos del campo y de la ciudad2 . A este respecto, Fernández Trabal ha constatado más de una vez la "atrofia" del discurso sobre las relaciones ciudad-campo que privilegia lecturas unilaterales de una sola dirección3 . Una atrofia, podríamos añadir, no del todo involuntaria desde el momento que se desenvuelve en el falso terreno de las relaciones de tipo "feudal" y en el plano ambiguo, como afirma el autor citando a Gina Fasoli, de que no sabemos nunca, en el complejo problema del "retorno a la tierra" y de la "traición de la burguesía", quien traiciona a quien y "quina classe absorbeix l' altra, si els nobles a la burguesia o al revés" (p. 291). Con esta perspectiva, Fernández Trabal ha dejado de lado afortunadamente dos enojosas cuestiones: la simplista clave interpretativa sobre si el desarrollo de la economía urbana haya puesto o no en crisis el modo de producción feudal, es decir, si los burgueses convertidos en terratenientes usaban métodos avanzados, cuasicapitalistas, en la gestión de sus explotaciones agrarias o aplicaban las medidas más duras de los señores feudales, y la explicación, más difícil de valorar todavía, de los movimientos 21.1. BUSQUETA,"Per un estat de la qüestió del tema ciutat-camp a la Catalunya de la Baixa Edat Mitjaná", Acta Mediaevalia, 10 (1989), pp. 481-487; C. CUADRADA, "Sobre les relacions campciutat a la Baixa Edat Mitjana: Barcelona i les comarques de l'entorn", Acta Mediaevalia, 11-12 (1990-1991), pp. 161-185. 31. FERNÁNDEZ TRABAL,"De mercaders a terratinents. Formació del patrimoni rural de la fanulia Bel¡'¡loc de Girona, 1302-1398", L'Aven{', 94 (1986), pp. 42-47; Y "Aprofitaments comunals, prats i pastures (segles XIV-XV). Conflictes per a la utilizació de I'espai a la baixa edat mitjana", Acta Mediaevalia, 10 (1989), pp. 189-221. 253 DEBAT "refeudalizantes". En realidad, la óptica de explicación empírica que elige es bien distinta: la del encuentro-desencuentro entre aristocracias rurales, instituciones urbanas y patriciados con proyección territorial asociados a estas últimas. y es en tomo a esta recomposición de intereses económicos y de poderes públicos donde la centralidad urbana de funciones administrativas, económicas, culturales y sociales se desarrollaba empíricamente asumiendo formas muy diversas: bien como reivindicación de una tradicional autoridad ciudadana o como conquista ex novo del territorio; bien como adquisición de bienes materiales en casas y propiedades o como definición de derechos más propiamente jurisdiccionales; bien como constitución de una alianza formalmente paritaria o como ratificación de dependencia en términos feudales. Unas prácticas que se desarrollaban con frecuencia recurriendo a los siempre vigentes instrumentos de las relaciones feudales y que constituyen uno de los "fenómenos de larga duración" más característicos en la evolución de los centros urbanos catalanes, desde el empresario Ricard Guillem que construye el sueño de Barcelona en el siglo XI4 hasta los tiempos más modernos. La segunda de las "hipótesis centrales", la definición del patriciado urbano y el predominio aristocrático en la ciudad, es abordada por Fernández Trabal admitiendo que no es fácil disentir completamente del marco que equipara formalmente, y al final del período incluso legalmente, los ciudadanos honrados y la pequeña aristocracia de caballeros y donceles (p. 290). Sin embargo, pese al fundamento material y a la fuerte conciencia de identidad de una clase que basa su poder en la propiedad de la tierra y en el señorío de los hombres, el autor no puede menos que resaltar la impresión de generalidad que se deriva de esta constatación. En primer lugar, por la falta de precisiones cronológicas, geográficas y terminológicas relativas a los tiempos y lugares en que se habría desarrollado esta simbiosis de clase, considerada con frecuencia como un bloque histórico dirigente capaz de permanecer prácticamente inmutable durante siglos. En segundo lugar, por el reduccionismo metodológico que Fernández Trabal no podía asumir sin más y que contrasta radicalmente con la atención que él concede a la historia social como historia de la estratificación social. Una orientación que en los últimos años se ha colocado en el centro de los más interesantes debates 4 J.E. RUIZ DOMÉNEC, Ricard Guillem un sogno per Barcellona, Nápoles, 1999. I \ ,! 254 j DEBAT historiográficos guiada por particulares intereses de investigación tanto de la historia rural como de la historia urbana y realizada con atentas reconstrucciones prosopográficas y patrimoniales de base familiar que tan bien se acoplaban al dispositivo documental del caso Bell.lloc y a los objetivos del autor. En tercer lugar, podríamos añadir, una generalidad tanto más peligrosa cuanto suele venir asociada a un problema tan delicado como es el del rentismo y la deserción de la moral mercantil del patriciado afectando al completo sistema económico y social de la ciudad. La tesis de la claudicación generalizada de la moral económica y el abandono de los riesgos mercantiles por parte del patriciado resulta cada día más problemática. Recientemente, Jaume Aurell y Alfons Puigarnau la han contestado con contundencia -y con una fuerte carga polémica, todo hay que decirlo, contra el historicismo romántico y contra el materialismo histórico-- reivindicando el "espíritu emprendedor y el desarrollo de una moral de trabajo productivista y activa" de los mercaderes barceloneses5 . El mismo ejemplo de los Bell.lloc no parece mostrar la tendencia a invertir en tierras cuando arrecian las dificultades del comercio sino todo lo contrario: que en períodos en que la economía crece, aumentan y se diversifican las inversiones en todos los sectores; y que en momentos de depresión, las inversiones caen globalmente sin diferencias. Por mi parte, más importante me parece poner de relieve la fragilidad de la propuesta analizando el "fondo epistemológico" de la misma: un planteamiento de este género, herencia ya secular de la historiografía catalana desde Carreras Candi a Vicens Vives y Pierre Vilar, ha sido siempre asociado, directa y negativamente, con el problema del fallido crecimiento económico catalán y la decadencia bajomedieval del principado, algo que los estudios más recientes cuestionan radicalmente. 2. El segundo aspecto que pretendo destacar para la reflexión es el modo en que Fernández Trabal ilustra la importancia de las pautas del matrimonio y de la herencia en la recomposición patrimonial del patriciad06 . En este terreno, las cuestiones planteadas por el autor ponen a prueba las dificulta5 J. AURELLCARDONA,"Espai social i entorn físic del mercader barceloní", Acta Mediaevalia, 13 (1992), pp. 253-273; 1. AURELL CARDONA y A. PuIGARNAU, La cultura lona del siglo XV, Barcelona, 6 Temas di Barcellona Y Lafonnación que ya habían nella prima del mercader en la Barce- 1998. sido desarrollados etil moderna. de una clase dirigente: Studio con cierta amplitud comparativo", Barcelona 255 1490-1714, por J.S. AMELANG, "Le oligarchie Studi Storici, Barcelona, 23 (1982), 1986. pp. 583-602; DEBAT des que lleva implícita la investigación sobre la transmisión de la propiedad cuando se trata de sistematizar, a nivel teórico y metodológico, la interacción entre prácticas consuetudinarias, permanencias normativas y cambios en la percepción y en la representación simbólica de las mismas. Todos estos elementos presentaban en la baja Edad Media rasgos muy similares y homogéneos para los diversos grupos de la escala social y se concretaban a través de las capitulaciones matrimoniales y del contrato de dote. Estos instrumentos, sin embargo, adquirían para el patriciado una importancia fundamental integrando estrechamente beneficios económicos (la aportación de bienes para el mantenimiento del matrimonio) y valores simbólicosociales (reconocimiento social por parte de la comunidad, estrategias de prestigio) que eran la base de las alianzas interfamiliares. En líneas generales, la dote podía comprender tanto bienes muebles como inmuebles. Por ello, las diferentes opciones adoptadas según el rango social, la coyuntura económica o el tipo de organización productiva constituyen factores específicos muy importantes? . En el caso de los burgueses enriquecidos, la necesidad de asegurar las dotes llevaba inevitablemente a potenciar la acumulación de inversiones patrimoniales en bienes raíces y en la obtención de rentas fijas. El retorno a la tierra era casi una consecuencia del sistema matrimonial y de transmisión hereditaria. A pesar de la sustancial homogeneidad que presentaba la transmisión de bienes por vía matrimonial, el régimen jurídico de la dote podía presentarse con contenidos sociales, económicos y culturales profundamente diversos según los contextos históricos e incluso geográficos. Bajo algunos aspectos, por ejemplo, los contratos dotales de la alta burguesía gerundense (el costum de Girona) garantizaban la seguridad de las esposas y de sus familias en mayor medida de cuanto lo pudiera hacer el costum de Barcelona y, en general, de todo el área urbana mediterráneas. El costum de Girona (particular, a lo que parece, en todo el 7 El acceso de las mujeres a la propiedad inmobiliaria es un ejemplo eficaz para comprender la profunda diversificación entre contextos sociales diferentes, aunque corre el riesgo de perderse en verdaderos estereotipos ideales: J. GOODY,J. THIRsKy E.P. THOMPSON (eds.). Family and inheritance, Cambridge, 1976; J. GOODY,Production and reproduction. A comparative study ofthe domestic domain, Cambridge, 1976. 8 J. LALINDEABADÍA,"Los pactos matrimoniales catalanes", Anuario de Historia del Derecho Español, XXXIII (1963), pp. 133-266; La familia Barcelona, 1987. 256 en la España mediterránea (siglos XV-XIX), DEBAT ámbito catalán, lo que habría requerido una explicación más profunda y detallada por parte de Fernández Trabal) permitía la posible oposición de las esposas a la alienación de sus bienes dotales, protegía más sus derechos a disponer y gestionar su patrimonio dotal y, sobre todo, obligaba al marido a corresponder a la esposa con una mejora (augmentum o creix) igual al valor de la dote aportada por la mujer, cuando la práctica universal en los territorios de la Corona de Aragón y en el área mediterránea reducía el valor del creix a la mitad de la dote. D. Owen Hughes habría interpretado esta práctica, que se asemeja bastante a la costumbre genovesa, como algo característico del comportamiento burgués y de los ambientes mercantiles urbanos, más sensible a proteger la seguridad de los bienes dotales e indicativo de un mayor igualitarismo matrimonial entre los grupos ascendentes9. Un sistema, también, que podía tener consecuencias desastrosas en el caso de restitución de la dote por muerte de la esposa antes que el esposo. Por fortuna, concluye Fernández Trabal con una explicación realista pero algo superficial, en el linaje Bell.lloc "van premorir els homes pero no les dones" (p. 331). LUnafortuna que enmascara la eficacia con la cual las características de los sistemas dotales fortalecían algunos rasgos distintivos de las estructuras materiales y de la convivencia social (modelos de ocupación territorial, estructura de los agregados domésticos, orientaciones inversoras y productivas, etc.)lO. Desde mediados del siglo XIV, con Guillem I BelHloc y sus sucesores, comienzan a detectarse algunos cambios socioculturales significativos en el sistema dotal y de transmisión hereditaria que, en su formalización jurídica, sin embargo, permanece sustancialmente estable durante siglos. El más significativo, me parece, consiste en una aproximación de estrategias respecto a la consecución de beneficios económicos y de los simbólicosociales. Por primera vez, en la política de alianzas matrimoniales, se afir9 D. OWENHUGHES,"Urban growth and family structure in medieval Genoa", Past and Present, 66 (1975), pp. 3-28; Y "Ideali domestici e comportamento sociale: testimonianze dalla Genova medievale", en Lafamiglia nella storia. Comportamenti sociali e ideali domestic!, Milán, 1979, pp. 147-183. 10Se vea, por ejemplo, el relieve dado por G. DELILLE,Famiglia e proprieta nel Regno di Napoli, Turín, 1988, al papel que los diversos tipos de devolución de la dote juegan en la organización socioeconómica de las distintas regiones de la Italia meridional en época moderna. 257 DEBAT ma la tendencia a identificar reconocimiento sociocultural y transmisión de la propiedad a través de las esposas, tendencia que se consolida de manera completa en el siglo XV. Valor económico y valor simbólico coinciden ya plenamente en el instrumento notarial del contrato de dote, lo que condiciona también la práctica "d' estrategies diferents en el casament dels hereus i dels seus germans" (p. 330). Y me parece muy interesante la correlación puesta de relieve por Femández Trabal entre valor de las aportaciones dotales, patrimonio vinculado a la tierra y pertenencia a la comunidad. A los primeros, a los hereus, que se casan con mujeres de familias del mismo estamento, las esposas aportan vinculaciones políticas, prestigio e influencias sociales, además de dotes cuantiosas que engrosan el patrimonio familiar. Todos los ejemplos de matrimonios BelHloc del siglo XV muestran que la aportación de bienes de la familia de la esposa es ante todo un reconocimiento en el plano cultural y simbólico por parte de la comunidad, tanto local (como en los casos de Nicolaua de Pont, Elionor Beuda, Constan<¡:ade Segurioles) como supralocal (el caso de Joana de Casanova que conecta la familia BelHloc con las más altas instancias de la administración real y de la Iglesia). Con la misma lógica, la transmisión hereditaria a los hijos segundones, que casaban preferentemente con hijas de caballeros y donceles pertenecientes a la pequeña aristocracia rural y que dejaban la comunidad urbana para emigrar al campo, consistía no en tierras sino, sobre todo, en dinero y censales. Para concluir subrayando, una vez más, el peso de la dote y de las transmisiones hereditarias en la ruptura y recomposición de los equilibrios familiares y comunitarios merece la pena recordar la novedad que supuso en estos momentos la institución del hereu y el abandono de las divisiones igualitarias testamentarias, aspectos tratados en menor medida por Femández Trabal pero sobre los que ha insistido abundantemente la historiografía catalana. Un tema que, a mi juicio, habría merecido mayor atención por parte del autor es el relativo a las tendencias de fondo de la economía de mercado de la tierra. En una situación, como era la del siglo XV, de rápida reorganización de la economía y de la vida material, la forma jurídica tradicional de transmisión de la propiedad al matrimonio podía entrar en conflicto con las 11Family and inheritance, cit., pp. 24-25. 258 DEBAT exigencias de los grupos ascendentes y con la penetración cada vez más profunda de la economía de mercado. Los bienes transmitidos a través del contrato de dote, inalienable s y con frecuencia vinculados a la sucesión femenina (de dote en dote), podían circular sólo a ritmos lentos del recambio generacionallJ. Junto a las cláusulas de reversión de las dotes, las legítimas y el patrimonio que los hereus BelHloc impusieron a las ramas segundonas extinguidas, reducían la flexibilidad del mercado de la tierra y de los bienes inmuebles tratando de resistir mejor a la cada vez más grave precariedad que las condiciones de vida imponían al ciclo familiar. Genéricamente, la dote representaba también una protección a los efectos disgregadores de la economía de mercado. En este sentido, debe ser interpretada igualmente como una práctica eficaz tendente a consolidar las etapas intermedias de los procesos de movilidad social ascendente, con frecuencia amenazados por perspectivas inciertas respecto al futuro. Tal parece ser el caso de los matrimonios BelHloc del siglo XV en que las mujeres, provenientes del estamento inferior, eran mucho más ricas que los maridos. Finalmente, para concluir, me parece oportuno señalar que, a partir de finales del siglo XIV, casamientos y herencias comienzan a mostrar estrategias cada vez más precisas y calculadas de promoción, de garantía y de mediación familiar. La abundante casuística y detalles de los intercambios dotales proporcionados por Femández Trabal indican, con carácter general, la delicada y difuminada fase de transición entre mentalidades y dinámicas económicas y sociales antes y después de la crisis bajomedieval. No es posible ocultar que se trataba de una forma jurídica sexuada de transmisión de la propiedad. Como tampoco es posible minimizar la vigencia de una actitud tradicional, típica de los comportamientos sociales aristocráticos, que buscaba imponer la fuerza de una u otra familia mediante complejas negociaciones sobre la constitución de las dotes, las cláusulas de reversión o la cantidad del importe. Tales actitudes conjugan, de manera aparentemente tradicional, intereses económicos y de prestigio. Pero al mismo tiempo comienzan a verse afectadas por significados diversos tanto en el plano económico como en el de las representaciones simbólicas. La plasmación de la "lógica del apellido" entre las élites urbanas -que asigna a los hombres la continuidad del patrimonio inmueble, máximo emblema de la importancia de una familia, pero también de las actividades empresariales o profesionales, y dota a las mujeres con dinero o bienes muebles- no puede 259 DEBAT ser entendida como una simple imitación, típicamente nobiliar, de perpetuar los símbolos de la casa. En el caso de familias del patriciado burgués significa también proporcionar a la nueva familia conyugal capitales para emplear favorablemente en el crédito, liquidez para mantener estrategias empresariales o recuperaciones en dinero por las pérdidas experimentadas en la constitución de las dotes y legítimas que exigía la colocación de las ramas segundonas. Un argumento añadido que nos muestra, además de la organización de los sistemas de parentesco, la realidad sumergida del estatuto femenino en el androcéntrico sistema socio-económico del mundo urbano catalán en la baja Edad Media. Lo que no esconde la relevancia social de las mujeres BelHloc que se plasma, más allá de su valoración "merceológica" como mercancía transferible de un propietario a otro, en el papel de esposas e instrumento de funcionalidad doméstica y familiar. 260