Paulino lradiel Universitat de Valencia

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DEBAT
la llargada de l' actitud empresarial deIs Bell.lloc. Traició social? Més aviat
fenomens prematurs sense futur social immediat, probablement pel pes que
encara tenien les relacions senyorials, tot i el desgast i les transformacions
que haguessin patit i seguissin patint. La historia moderna ha debatut molí
sobre la naturales a social deIs mercaders. El comen; de llarga distancia havia
engendrat llur fortuna. Aquests sectors mercantils havien aprés a treure
beneficis del fet de posar en contacte móns diferents, no obstant aquests
mercaders encara eren, en bona part, subsidiaris d'una societat en la que
podien intervenir i la qual podien renovar pero no pas transformar.
DE MERCADERES A CABALLEROS
Paulino lradiel
Universitat de Valencia
El panorama urbano de la Girona medieval y la trayectoria familiar de
los Bell.lloc trazada por Fernández Trabal cubre un arco de 250 años. Inicia
hacia 1270, momento en que la familia aparece en su modesta condición de
artesanos del cuero, y acaba en las primeras décadas del siglo XVI, convertidos en pequeña nobleza urbana y en uno de los exponentes más representativos del grupo oligárquico del gobierno municipal. De artesanos a caballeros en dos siglos. Una trayectoria no infrecuente -¿esquema clásico artesano-mercader-propietario-jurista, como llega a proponer el autor, para el
patriciado catalán?- en las sociedades urbanas bajomedievales. Objetivos
específicos de la investigación, aparte el estudio económico del patrimonio
rural y la historia agraria sobre la que se centra la reflexión de Eva Serra,
son "1'analisi de les pautes del casament i de I'herencia, que marquen el
ritme de les aliances interfamiliars" y el estudio de la hegemonía política
secular de la familia BelHloc (p. 407). El planteamiento general de la
obra, marcadamente interpretativa, combina, sin un criterio cronológico
249
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ni biográfico estricto, la perspectiva individual de cada miembro del linaje
con la general urbana, el caso particular con el panorama, rural y mercantil,
de una ciudad y su entorno, e incluso de una economía regional.
Para documentar su interpretación, Fernández Trabal ha recurrido a un
buen número de fuentes archivísticas y en especial al fondo MercaderBelHloc, bien conocido y en parte editado por el autor. No se puede, por
tanto, dejar de apreciar el esfuerzo ejemplar realizado para dar a su tesis la
máxima solidez documental. Precisamente por ello, a las valoraciones del
autor es posible incorporar otros elementos de juicio en temas y problemas
que se presentan muy complejos y polémico s en el panorama historiográfico
actual. Dos, en particular, son los aspectos sobre los que, a mi juicio, resulta
oportuno abrir o continuar la reflexión y que motivan mi intervención centrada en problemas de historia urbana y de los sistemas dotales y hereditarios de transmisión patrimonial.
1. Un primer aspecto que me parece necesario señalar es la insistencia
de Fernández Trabal en subrayar los elementos de continuidad no sólo socio-institucional, sino incluso constitucional, del consell oligárquico desde
el siglo XIII hasta el XVI. Viene así recordado que el derecho de ciudadanía, la pertenencia a la mil majar como ciutadans honrats, no dejó nunca de
representar una condición indispensable y un elemento discriminante, aunque en muchos aspectos sólo "formal", del ordenamiento socio-institucional
urbano, alejando incluso del gobierno a familias y estamentos que, al pasar
a caballeros, perdían la condición ciudadana. Fernández Traballlega a proponer el carácter reductivo y básicamente continuista de esa minoría emergente en la ciudad, de estatuto jurídico no noble pero progresivamente asimilada a la nobleza por rango y prestigio social, apenas modificada en su
composición interna por la desaparición biológica de viejas familias y el
relevo generacional de otras nuevas. Una conclusión no nueva, pero que
lleva implícita, tal como yo la interpreto, el deseo de enfatizar la influencia
política de la ciudad e insistir sobre el papel central desarrollado por la alta
burguesía en el equilibrio de poderes locales, regionales o estatales. Con
estas primeras consideraciones, en cierto sentido programáticas, se aborda
de lleno no sólo la interpretación de la compleja sociedad urbana sino también las funciones mismas de la ciudad. Y no está ausente el interés, más o
menos explícito, de posicionarse con claridad, y no sin ciertos tintes
250
--
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polémico s, en los debates más recientes de la historiografía que parece
vascular entre el rechazo o la valoración positiva de la función dominante
de los mercaderes y de la burguesía urbana! .
Me parece bastante evidente que la historia urbana catalana, en el pasado un terreno privilegiado en la tradición de los estudios medievales, se ha
ido renovando en las últimas décadas a costa de algunas modificaciones
metodológicas Yde contenido importantes. A ello parece haber contribuido
la atención y una serie de estudios sobre ciudades de segundo rango, el
interés por destacar un modelo europeo más que peculiarmente catalán y la
recuperación de una historia rural más estrechamente vinculada a la ciudad.
y es posible que sea este último el aspecto por el que la nueva historiografía
urbana y municipal aparezca más profundamente cambiada respecto a la
anterior. De forma más o menos radical, la mayor parte de las obras de .
carácter general sobre el mundo urbano se muestran proclives a rechazar la
función guía de la ciudad medieval, a reducir la importancia de la ordenación urbanocéntrica del territorio e incluso a negar originalidad a su clase
dirigente respecto al mundo nobiliar-rural. Con esta perspectiva se reduce
la dimensión del espacio urbano como factor histórico propio y se le convierte en uno de tantos lugares de desarrollo del poder de una oligarquíaaristocracia en relación escasamente dialéctica con el resto de la sociedad.
Con esta perspectiva también se tiende a negar originalidad institucional a
la ciudad, e incluso originalidad social, destacando una especie de uniformidad entre los grupos dirigentes urbanos y los grupos dirigentes del territorio circundante, difícilmente distinguibles. Este cambio de orientación
parece responder a un ansia de renovar la interpretación tradicional de la
ciudad con el recurso, explícito o sobreentendido, a una especie de preemi1
J. AURELL
1 CARDONA,
Els mercaders catalans al quatre-cents. Mutació de valors i procés
d' aristocratizació a Barcelona (1370-1470), Lleida, 1996; y "Vida privada i negoci mercantil a la
Barcelona baixmedieval", Acta Mediaevalia, 14-15 (1993-1994), pp. 219-241. Recientemente, para
el caso castellano, se ha reabierto la polémica en las intervenciones de A. ARRIAZA,"Le statut
nobiliaire adapté 11la bourgeoisie: mobilité des statuts en Castille 11la fin du Moyen Áge", Le
MoyenAge, 100 (1994), pp. 413-438; 101 (1995), pp. 89-101; Y "The castilian bourgeoisie and fue
caballeros villanos in fue concejo before 1300: A revisionist view", Hispanic American historical
Review, 63 (1983), pp. 517-536, Y de C. ASTARITA,
"Classe sociale, statut et pouvoir de la «caballería villana» de Castille. Une révision", Le Moyen Age, 105 (1999), pp. 415-437. Para el caso de
Girona todos los elementos del debate aparecían ya en la obra de CH. GUILLERÉ, Dine~ poder i
Societat a la Girona del segle XIV, Girona, 1984; y Girona al segle XIV, 2 vols., Barcelona, 19931994.
251
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nencia del campo y de la sociedad rural confirmada a través de dos rasgos
estructurales de larga duración: el interés de la burguesía por la tierra como
fuente de rentas y el giro radical de las relaciones campo-ciudad. Relaciones que, según orientaciones y sensibilidades históricas diversas, vienen
interpretadas como predominio de la inversión patrimonial agraria sobre la
propiamente mercantil, hegemonía del grupo "nobiliario" presente tanto en la ciudad como en el campo o afirmación de una oligarquía territorial de inconfundibles connotaciones feudales. Historiográficamente,
al menos, el territorio parece haber conquistado la ciudad porque los
historiadores del mundo agrario y de los señoríos rurales se han puesto
a estudiar la ciudad aplicando los mismo parámetros utilizados para la
historia agraria.
Un rasgo que, a mi juicio, contradistingue el libro de Fernández Trabal
es el distanciamiento que contiene respecto a buena parte de la historiografía
precedente y a los lugares comunes que acabo de señalar. Hay que resaltar,
ante todo, que en esta obra el retorno a la tierra, la ofensiva territorial de la
oligarquía urbana, en el sentido más positivo del término, está presente de
forma destacada. Si recorremos superficialmente los argumentos tratados,
uno se da cuenta enseguida de cuánto espacio se le dedica al marco geográfico en el que está inserta la ciudad, a la distribución de las propiedades
rurales, a los paisajes agrarios y a la diversificación productiva, a la estructura de la propiedad y al cambio de las relaciones sociales. En ningún caso
la atención del autor se dirige en exclusiva a la realidad socio-demográfica
o política interna de la ciudad, sino que toma en consideración el amplio
territorio circundante no urbano.
La investigación de Fernández Trabal aborda estos temas conforme a
algunas hipótesis centrales que aclaran la conceptualización del grupo dominante urbano -con la intención, además, de que sirvan para "copsar
millor el patriciat catala baixmedieval" (p. 414)- Y sobre las cuales es
oportuno detenerse con mayor atención. La primera de ellas es la distinción
entre alta burguesía-patriciado y aristocracia (sea rural o urbana) que permite al autor reconsiderar a la baja los caracteres de aristocratización de la
élite ciudadana y destacar la "dimensión urbana" que caracteriza al modelo
catalán. Limitándonos, al menos, a los ejemplos proporcionados por ellibro, parece bastante evidente la diferencia de intereses entre las ramas primogénitas de los principales linajes urbanos (grupo de propietarios hacen252
¡
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dados --<;on o sin connotaciones señoriales en el mundo rural- formado
por funcionarios, notarios, mercaderes con intereses y actividades preferentemente urbanas) y el grupo de las ramas segundonas, origen de familias
de caballeros y fundamento de renovación de la baja nobleza, con intereses
y asentamiento territorial preferentemente fuera de la ciudad. Diferencias
en las que es fácil identificar motivaciones relativas a la historia de la cultura, a la historia económica y claramente, como luego veremos, a la historia
de la familia que regula las prácticas hereditarias y la transmisión de la
riqueza patrimonial. El nudo del problema reside indudablemente en cómo
entendamos la dialéctica entre la ciudad y su territorio, una relación que
emerge a cada paso en la historiografía de la Cataluña medieval en multitud
de direcciones y de interdependencias -no todas ellas negativas, ni mucho
menos- sobre las estructuras de clase y sobre los diferenciados sistemas
económicos del campo y de la ciudad2 . A este respecto, Fernández Trabal
ha constatado más de una vez la "atrofia" del discurso sobre las relaciones
ciudad-campo que privilegia lecturas unilaterales de una sola dirección3 .
Una atrofia, podríamos añadir, no del todo involuntaria desde el momento
que se desenvuelve en el falso terreno de las relaciones de tipo "feudal" y
en el plano ambiguo, como afirma el autor citando a Gina Fasoli, de que no
sabemos nunca, en el complejo problema del "retorno a la tierra" y de la
"traición de la burguesía", quien traiciona a quien y "quina classe absorbeix
l' altra, si els nobles a la burguesia o al revés" (p. 291).
Con esta perspectiva, Fernández Trabal ha dejado de lado afortunadamente dos enojosas cuestiones: la simplista clave interpretativa sobre si el
desarrollo de la economía urbana haya puesto o no en crisis el modo de
producción feudal, es decir, si los burgueses convertidos en terratenientes
usaban métodos avanzados, cuasicapitalistas, en la gestión de sus explotaciones agrarias o aplicaban las medidas más duras de los señores feudales,
y la explicación, más difícil de valorar todavía, de los movimientos
21.1. BUSQUETA,"Per un estat de la qüestió del tema ciutat-camp a la Catalunya de la Baixa
Edat Mitjaná", Acta Mediaevalia, 10 (1989), pp. 481-487; C. CUADRADA,
"Sobre les relacions campciutat a la Baixa Edat Mitjana: Barcelona i les comarques de l'entorn", Acta Mediaevalia, 11-12
(1990-1991), pp. 161-185.
31. FERNÁNDEZ
TRABAL,"De mercaders a terratinents. Formació del patrimoni rural de la fanulia
Bel¡'¡loc de Girona, 1302-1398", L'Aven{', 94 (1986), pp. 42-47; Y "Aprofitaments comunals, prats
i pastures (segles XIV-XV). Conflictes per a la utilizació de I'espai a la baixa edat mitjana", Acta
Mediaevalia, 10 (1989), pp. 189-221.
253
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"refeudalizantes". En realidad, la óptica de explicación empírica que elige
es bien distinta: la del encuentro-desencuentro entre aristocracias rurales,
instituciones urbanas y patriciados con proyección territorial asociados a
estas últimas. y es en tomo a esta recomposición de intereses económicos
y de poderes públicos donde la centralidad urbana de funciones administrativas, económicas, culturales y sociales se desarrollaba empíricamente asumiendo formas muy diversas: bien como reivindicación de una tradicional
autoridad ciudadana o como conquista ex novo del territorio; bien como
adquisición de bienes materiales en casas y propiedades o como definición
de derechos más propiamente jurisdiccionales; bien como constitución de
una alianza formalmente paritaria o como ratificación de dependencia en
términos feudales. Unas prácticas que se desarrollaban con frecuencia recurriendo a los siempre vigentes instrumentos de las relaciones feudales y
que constituyen uno de los "fenómenos de larga duración" más característicos en la evolución de los centros urbanos catalanes, desde el empresario
Ricard Guillem que construye el sueño de Barcelona en el siglo XI4 hasta
los tiempos más modernos.
La segunda de las "hipótesis centrales", la definición del patriciado urbano y el predominio aristocrático en la ciudad, es abordada por Fernández
Trabal admitiendo que no es fácil disentir completamente del marco que
equipara formalmente, y al final del período incluso legalmente, los ciudadanos honrados y la pequeña aristocracia de caballeros y donceles (p. 290).
Sin embargo, pese al fundamento material y a la fuerte conciencia de identidad de una clase que basa su poder en la propiedad de la tierra y en el
señorío de los hombres, el autor no puede menos que resaltar la impresión
de generalidad que se deriva de esta constatación. En primer lugar, por la
falta de precisiones cronológicas, geográficas y terminológicas relativas a
los tiempos y lugares en que se habría desarrollado esta simbiosis de clase,
considerada con frecuencia como un bloque histórico dirigente capaz de
permanecer prácticamente inmutable durante siglos. En segundo lugar, por
el reduccionismo metodológico que Fernández Trabal no podía asumir sin
más y que contrasta radicalmente con la atención que él concede a la historia social como historia de la estratificación social. Una orientación que en
los últimos años se ha colocado en el centro de los más interesantes debates
4
J.E. RUIZ DOMÉNEC, Ricard
Guillem
un sogno
per Barcellona,
Nápoles,
1999.
I
\
,!
254
j
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historiográficos guiada por particulares intereses de investigación tanto de
la historia rural como de la historia urbana y realizada con atentas reconstrucciones prosopográficas y patrimoniales de base familiar que tan bien se
acoplaban al dispositivo documental del caso Bell.lloc y a los objetivos del
autor. En tercer lugar, podríamos añadir, una generalidad tanto más peligrosa cuanto suele venir asociada a un problema tan delicado como es el del
rentismo y la deserción de la moral mercantil del patriciado afectando al
completo sistema económico y social de la ciudad. La tesis de la claudicación generalizada de la moral económica y el abandono de los riesgos mercantiles por parte del patriciado resulta cada día más problemática. Recientemente, Jaume Aurell y Alfons Puigarnau la han contestado con contundencia -y con una fuerte carga polémica, todo hay que decirlo, contra el
historicismo romántico y contra el materialismo histórico-- reivindicando
el "espíritu emprendedor y el desarrollo de una moral de trabajo productivista
y activa" de los mercaderes barceloneses5 . El mismo ejemplo de los Bell.lloc
no parece mostrar la tendencia a invertir en tierras cuando arrecian las dificultades del comercio sino todo lo contrario: que en períodos en que la
economía crece, aumentan y se diversifican las inversiones en todos los
sectores; y que en momentos de depresión, las inversiones caen globalmente
sin diferencias. Por mi parte, más importante me parece poner de relieve la
fragilidad de la propuesta analizando el "fondo epistemológico" de la misma: un planteamiento de este género, herencia ya secular de la historiografía
catalana desde Carreras Candi a Vicens Vives y Pierre Vilar, ha sido siempre asociado, directa y negativamente, con el problema del fallido crecimiento económico catalán y la decadencia bajomedieval del principado,
algo que los estudios más recientes cuestionan radicalmente.
2. El segundo aspecto que pretendo destacar para la reflexión es el modo
en que Fernández Trabal ilustra la importancia de las pautas del matrimonio
y de la herencia en la recomposición patrimonial del patriciad06 . En este
terreno, las cuestiones planteadas por el autor ponen a prueba las dificulta5
J. AURELLCARDONA,"Espai social i entorn físic del mercader barceloní", Acta Mediaevalia,
13 (1992),
pp. 253-273;
1. AURELL CARDONA y A. PuIGARNAU, La cultura
lona del siglo XV, Barcelona,
6 Temas
di Barcellona
Y Lafonnación
que ya habían
nella prima
del mercader
en la Barce-
1998.
sido desarrollados
etil moderna.
de una clase
dirigente:
Studio
con cierta amplitud
comparativo",
Barcelona
255
1490-1714,
por J.S. AMELANG, "Le oligarchie
Studi Storici,
Barcelona,
23 (1982),
1986.
pp. 583-602;
DEBAT
des que lleva implícita la investigación sobre la transmisión de la propiedad
cuando se trata de sistematizar, a nivel teórico y metodológico, la interacción
entre prácticas consuetudinarias, permanencias normativas y cambios en la
percepción y en la representación simbólica de las mismas. Todos estos
elementos presentaban en la baja Edad Media rasgos muy similares y homogéneos para los diversos grupos de la escala social y se concretaban a
través de las capitulaciones matrimoniales y del contrato de dote. Estos
instrumentos, sin embargo, adquirían para el patriciado una importancia
fundamental integrando estrechamente beneficios económicos (la aportación de bienes para el mantenimiento del matrimonio) y valores simbólicosociales (reconocimiento social por parte de la comunidad, estrategias de
prestigio) que eran la base de las alianzas interfamiliares. En líneas generales, la dote podía comprender tanto bienes muebles como inmuebles. Por
ello, las diferentes opciones adoptadas según el rango social, la coyuntura
económica o el tipo de organización productiva constituyen factores específicos muy importantes? . En el caso de los burgueses enriquecidos, la necesidad de asegurar las dotes llevaba inevitablemente a potenciar la acumulación de inversiones patrimoniales en bienes raíces y en la obtención de
rentas fijas. El retorno a la tierra era casi una consecuencia del sistema matrimonial y de transmisión hereditaria.
A pesar de la sustancial homogeneidad que presentaba la transmisión de bienes por vía matrimonial, el régimen jurídico de la dote
podía presentarse con contenidos sociales, económicos y culturales profundamente diversos según los contextos históricos e incluso geográficos. Bajo algunos aspectos, por ejemplo, los contratos dotales de la alta
burguesía gerundense (el costum de Girona) garantizaban la seguridad
de las esposas y de sus familias en mayor medida de cuanto lo pudiera
hacer el costum de Barcelona y, en general, de todo el área urbana mediterráneas. El costum de Girona (particular, a lo que parece, en todo el
7 El acceso de las mujeres
a la propiedad inmobiliaria es un ejemplo eficaz para comprender la
profunda diversificación entre contextos sociales diferentes, aunque corre el riesgo de perderse en
verdaderos estereotipos ideales: J. GOODY,J. THIRsKy E.P. THOMPSON
(eds.). Family and inheritance,
Cambridge, 1976; J. GOODY,Production and reproduction. A comparative study ofthe domestic
domain, Cambridge, 1976.
8 J. LALINDEABADÍA,"Los pactos matrimoniales catalanes", Anuario de Historia del Derecho
Español, XXXIII (1963), pp. 133-266; La familia
Barcelona, 1987.
256
en la España mediterránea
(siglos XV-XIX),
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ámbito catalán, lo que habría requerido una explicación más profunda
y detallada por parte de Fernández Trabal) permitía la posible oposición de las esposas a la alienación de sus bienes dotales, protegía más
sus derechos a disponer y gestionar su patrimonio dotal y, sobre todo,
obligaba al marido a corresponder a la esposa con una mejora
(augmentum o creix) igual al valor de la dote aportada por la mujer,
cuando la práctica universal en los territorios de la Corona de Aragón y
en el área mediterránea reducía el valor del creix a la mitad de la dote.
D. Owen Hughes habría interpretado esta práctica, que se asemeja bastante a la costumbre genovesa, como algo característico del comportamiento burgués y de los ambientes mercantiles urbanos, más sensible a
proteger la seguridad de los bienes dotales e indicativo de un mayor
igualitarismo matrimonial entre los grupos ascendentes9. Un sistema,
también, que podía tener consecuencias desastrosas en el caso de restitución de la dote por muerte de la esposa antes que el esposo. Por fortuna, concluye Fernández Trabal con una explicación realista pero algo
superficial, en el linaje Bell.lloc "van premorir els homes pero no les
dones" (p. 331). LUnafortuna que enmascara la eficacia con la cual las
características de los sistemas dotales fortalecían algunos rasgos distintivos de las estructuras materiales y de la convivencia social (modelos de ocupación territorial, estructura de los agregados domésticos, orientaciones inversoras y productivas, etc.)lO.
Desde mediados del siglo XIV, con Guillem I BelHloc y sus sucesores, comienzan a detectarse algunos cambios socioculturales significativos
en el sistema dotal y de transmisión hereditaria que, en su formalización
jurídica, sin embargo, permanece sustancialmente estable durante siglos. El
más significativo, me parece, consiste en una aproximación de estrategias
respecto a la consecución de beneficios económicos y de los simbólicosociales. Por primera vez, en la política de alianzas matrimoniales, se afir9 D. OWENHUGHES,"Urban growth and family structure in medieval Genoa", Past and Present,
66 (1975), pp. 3-28; Y "Ideali domestici e comportamento sociale: testimonianze dalla Genova
medievale", en Lafamiglia nella storia. Comportamenti sociali e ideali domestic!, Milán, 1979,
pp. 147-183.
10Se vea, por ejemplo, el relieve dado por G. DELILLE,Famiglia e proprieta nel Regno di
Napoli, Turín, 1988, al papel que los diversos tipos de devolución de la dote juegan en la organización socioeconómica de las distintas regiones de la Italia meridional en época moderna.
257
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ma la tendencia a identificar reconocimiento sociocultural y transmisión de
la propiedad a través de las esposas, tendencia que se consolida de manera
completa en el siglo XV. Valor económico y valor simbólico coinciden ya
plenamente en el instrumento notarial del contrato de dote, lo que condiciona también la práctica "d' estrategies diferents en el casament dels hereus i
dels seus germans" (p. 330). Y me parece muy interesante la correlación
puesta de relieve por Femández Trabal entre valor de las aportaciones dotales,
patrimonio vinculado a la tierra y pertenencia a la comunidad. A los primeros, a los hereus, que se casan con mujeres de familias del mismo estamento, las esposas aportan vinculaciones políticas, prestigio e influencias sociales, además de dotes cuantiosas que engrosan el patrimonio familiar. Todos
los ejemplos de matrimonios BelHloc del siglo XV muestran que la aportación de bienes de la familia de la esposa es ante todo un reconocimiento en
el plano cultural y simbólico por parte de la comunidad, tanto local (como
en los casos de Nicolaua de Pont, Elionor Beuda, Constan<¡:ade Segurioles)
como supralocal (el caso de Joana de Casanova que conecta la familia
BelHloc con las más altas instancias de la administración real y de la Iglesia). Con la misma lógica, la transmisión hereditaria a los hijos segundones,
que casaban preferentemente con hijas de caballeros y donceles pertenecientes a la pequeña aristocracia rural y que dejaban la comunidad urbana
para emigrar al campo, consistía no en tierras sino, sobre todo, en dinero y
censales. Para concluir subrayando, una vez más, el peso de la dote y de las
transmisiones hereditarias en la ruptura y recomposición de los equilibrios
familiares y comunitarios merece la pena recordar la novedad que supuso
en estos momentos la institución del hereu y el abandono de las divisiones
igualitarias testamentarias, aspectos tratados en menor medida por Femández
Trabal pero sobre los que ha insistido abundantemente la historiografía catalana.
Un tema que, a mi juicio, habría merecido mayor atención por parte del
autor es el relativo a las tendencias de fondo de la economía de mercado de
la tierra. En una situación, como era la del siglo XV, de rápida reorganización de la economía y de la vida material, la forma jurídica tradicional de
transmisión de la propiedad al matrimonio podía entrar en conflicto con las
11Family and inheritance, cit., pp. 24-25.
258
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exigencias de los grupos ascendentes y con la penetración cada vez más
profunda de la economía de mercado. Los bienes transmitidos a través del
contrato de dote, inalienable s y con frecuencia vinculados a la sucesión
femenina (de dote en dote), podían circular sólo a ritmos lentos del recambio generacionallJ. Junto a las cláusulas de reversión de las dotes, las legítimas y el patrimonio que los hereus BelHloc impusieron a las ramas
segundonas extinguidas, reducían la flexibilidad del mercado de la tierra y
de los bienes inmuebles tratando de resistir mejor a la cada vez más grave
precariedad que las condiciones de vida imponían al ciclo familiar. Genéricamente, la dote representaba también una protección a los efectos
disgregadores de la economía de mercado. En este sentido, debe ser interpretada igualmente como una práctica eficaz tendente a consolidar las etapas intermedias de los procesos de movilidad social ascendente, con frecuencia amenazados por perspectivas inciertas respecto al futuro. Tal parece ser el caso de los matrimonios BelHloc del siglo XV en que las mujeres,
provenientes del estamento inferior, eran mucho más ricas que los maridos.
Finalmente, para concluir, me parece oportuno señalar que, a partir de
finales del siglo XIV, casamientos y herencias comienzan a mostrar estrategias cada vez más precisas y calculadas de promoción, de garantía y de
mediación familiar. La abundante casuística y detalles de los intercambios
dotales proporcionados por Femández Trabal indican, con carácter general,
la delicada y difuminada fase de transición entre mentalidades y dinámicas
económicas y sociales antes y después de la crisis bajomedieval. No es
posible ocultar que se trataba de una forma jurídica sexuada de transmisión
de la propiedad. Como tampoco es posible minimizar la vigencia de una
actitud tradicional, típica de los comportamientos sociales aristocráticos,
que buscaba imponer la fuerza de una u otra familia mediante complejas
negociaciones sobre la constitución de las dotes, las cláusulas de reversión
o la cantidad del importe. Tales actitudes conjugan, de manera aparentemente tradicional, intereses económicos y de prestigio. Pero al mismo tiempo
comienzan a verse afectadas por significados diversos tanto en el plano
económico como en el de las representaciones simbólicas. La plasmación
de la "lógica del apellido" entre las élites urbanas -que asigna a los hombres la continuidad del patrimonio inmueble, máximo emblema de la importancia de una familia, pero también de las actividades empresariales o
profesionales, y dota a las mujeres con dinero o bienes muebles- no puede
259
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ser entendida como una simple imitación, típicamente nobiliar, de perpetuar los símbolos de la casa. En el caso de familias del patriciado burgués
significa también proporcionar a la nueva familia conyugal capitales para
emplear favorablemente en el crédito, liquidez para mantener estrategias
empresariales o recuperaciones en dinero por las pérdidas experimentadas
en la constitución de las dotes y legítimas que exigía la colocación de las
ramas segundonas. Un argumento añadido que nos muestra, además de la
organización de los sistemas de parentesco, la realidad sumergida del estatuto femenino en el androcéntrico sistema socio-económico del mundo urbano catalán en la baja Edad Media. Lo que no esconde la relevancia social
de las mujeres BelHloc que se plasma, más allá de su valoración
"merceológica" como mercancía transferible de un propietario a otro, en el
papel de esposas e instrumento de funcionalidad doméstica y familiar.
260
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