contenido editorial - Sociedad Venezolana de Psiquiatría

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EL DIRECTOR Y EL EDITOR DE PUBLICACIONES CIENTIFICAS.
DOS ROLES CONFUNDIDOS O QUE SE SOLAPAN.
NECESIDAD DE UNA NORMATIVA.
Cuando se hace una somera revisión de algunas revistas científicas llama la atención que en algunas de
ellas la principal figura responsable del cuerpo editorial lo es el DIRECTOR en tanto que en otras tal
papel lo asume el EDITOR.
Es usual observar cómo las organizaciones que agrupan al conjunto de revistas aluden más a los
EDITORES como por ejemplo, ASEREME, que es la Asociación de Editores de Revistas Médicas de
Venezuela. En el actual Fonacit, antes Conicit, se convoca con preferencia a los Editores para los
asuntos que compete a las publicaciones científicas venezolanas. Iguales ejemplos se encuentran en
muchas otras asociaciones del extranjero.
Al parecer, la tendencia en asignar al Editor mayor responsabilidad en estos desempeños proviene del
mundo anglosajón, el cual por cierto es el que domina el campo editorial del presente. Las revistas,
órganos de instituciones o de individuos o grupos, son dirigidas por un editor o un cuerpo de editores. En
el mundo latino, herencia europea, el Director de un órgano científico y divulgativo de una Sociedad
Científica es quien comanda el equipo y establece, junto con sus colaboradores, la línea editorial de la
publicación.
Es posible que el rastreo histórico de este asunto pueda arrojar luces sobre el porqué de esta diferente
apreciación y permita establecer un deslinde de los roles para ser aplicados a casos particulares en
donde no existen normas definidas y que incluso pueda ser discutido el asunto por las organizaciones
que han establecido pautas en el ámbito mundial
con respecto a las publicaciones científicas y
establecer parámetros mediante un consenso de todos los interesados e involucrados en tal temática.
En la breve historia de las publicaciones científicas cuando se hizo imperiosa la necesidad de comunicar
a otros los hallazgos y comentarios obtenidos por alguien o por un grupo de investigadores se generó la
necesidad de utilizar ciertos medios para esas comunicaciones. El género epistolar inició esos
intercambios pero en la medida que el material a comunicar se hizo más abundante y se planteó el
requisito de seleccionar parte de ese material surgió la figura de un responsable de tal tarea, la de
diseminar la información y ese “diseminador” pasó a ser el EDITOR, de acuerdo a la raíz griega y luego
latina del fonema editare.
El Oxford English Dictionary apunta que la palabra "Editor" se usó por primera vez en 1649, cuyo
significado era alguien que "edita", del latín poner hacia delante. Editar significa que uno está publicando
algo o proporcionándoselo al mundo.
Inicialmente, las revistas médicas se llamaron "repositorios" y luego "archivos" o aún "anales". Se
suponía que constituían un registro de las discusiones en el seno de las sociedades médicas o de las
ideas escritas de los médicos. Es de suponer que no abundaban las contribuciones. Los artículos eran
publicados sin transferencia de los derechos editoriales y, por supuesto, sin "diskettes" de computador. A
medida que el número de artículos y de cartas se fue incrementando, los editores tuvieron el dilema de
seleccionar los de mayor interés o significación.
Se deduce entonces que esa primigenia responsabilidad del Editor se fue consolidando con el tiempo y
así se mantuvo fundamentalmente en los países de habla inglesa y por ello adquiere ese Editor una
responsabilidad mayor. El editor es el conductor, el director editorial y el jefe ejecutivo de la publicación.
Como tal, él o ella tiene la obligación de proveer a los lectores un contenido editorial apropiado para la
misión establecida de la revista. Así, el Bulletin of the History of Medicine sería inapropiado para artículos
sobre investigación en citoquinas, pero manuscritos históricos que pusiesen en perspectiva el progreso
en biología molecular, pudieran ser congruentes con la filosofía editorial del Journal of Investigative
Dermatology, para poner un ejemplo.
Copio aquí la opinión por mi solicitada sobre este tema de un reputado y admirado Lingüista, Profesor
Universitario de la especialidad y Académico de la Lengua, el Doctor Alexis Márquez Rodriguez “Yo tengo
previsto escribir muy pronto sobre la palabra editor, que en Castellano es algo muy distinto de director. Lo
que pasa es que en Inglés, como tú sabes, al menos en el de Estados Unidos, llaman editor de una
publicación a lo que en Castellano llamamos director. Me parece una zanganería y una ridiculez de los
pitiyanquis ese cambio, que no se justifica de ninguna manera. Tú sabes que yo no soy contrario a las
innovaciones lingüísticas, pero estas sólo se justifican cuando sean necesarias, y no por simple capricho,
que muchas veces se basa mas bien en la ignorancia. Los diccionarios diferencian muy bien los vocablos
editor y director.”
La revista de una sociedad puede tener una misión más amplia que su membrecía; tal es el caso del
New England Journal of Medicine, así como el International Journal of Dermatology posee un enfoque
especial sobre la dermatología global.
La palabra “DIRECTOR” provino quizás de las corporaciones empresariales y educativas donde se
requería de una persona que condujera al resto del personal hacia el logro de objetivos comunes y
dirigiera los esfuerzos hacia el éxito de la gestión encomendada estableciendo las metas y el análisis de
los resultados. En muchas instituciones el Director o el Directorio pasó a constituir la jefatura de las
mismas como los primeros en el área jerárquica del organigrama institucional.
Posiblemente en las empresas de comunicación y en los órganos de divulgación dependientes de esas
empresas se constituyó también un organigrama similar y el Director o los Directores, si eran necesarios,
pasaron a erigirse en los conductores de esas publicaciones. La fundación por una Sociedad Científica o
por un grupo particular de una Revista o publicación periódica se confió a un Director o a un Cuerpo
Editorial y se integró a ese equipo a un Editor como una instancia de apoyo, dependiente del Director,
para que se encargase de producir o ejecutar todo lo necesario para que la publicación saliese a la calle.
En una rápida revisión de varias revistas de la Biblioteca “Humberto García Arocha” del Instituto de
Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela encontré que
un 70% de las publicaciones científicas venezolanas revisadas tenían a un Director, junto con Directores
Adjuntos o Cuerpos Editoriales de 4 a 10 Miembros. Con la figura del Editor en Jefe o simplemente
Editor
aparece el 30% restante. Figura también un Editor Adjunto y en pocos casos un Editor
Administrativo. Se hace mención igualmente de las figuras fundadoras calificadas de Honorarias o
Emeritus.
Las revistas extranjeras revisadas mantienen en su totalidad, como se ha afirmado antes, a un Editor en
jefe o a un cuerpo de Editores (Editorial Board), sobre todo aquellas que son de índole internacional y
que invitan a especialistas del extranjero a incorporarse a sus equipos. También mencionan a los
Editores Fundadores y Emeritus y con frecuencia agregan a un “managing Editor” o editor Administrativo
y a un Editor de Secretaría.
En nuestro país en ocasiones se omite la figura responsable de la publicación y aparece como Editor al
Impresor o a la firma encargada de poner en la calle a la publicación. Las personas responsables de
seleccionar las revistas para colocarlas en las bases de datos sufren retrasos e incomodidades por tales
omisiones o por la poca claridad en definir las personas directivas.
En las publicaciones donde se nombra a un Director para conducirla, esa persona tendrá las
siguientes obligaciones:
a.
Establecer, mantener y fortalecer una relación permanente con los colaboradores de la
revista.
b.
Elevar a conocimiento del Equipo Editorial los artículos y las colaboraciones recibidas
para su publicación en la revista.
c.
Seleccionar conjuntamente con el Equipo Editorial los artículos y las colaboraciones
recibidas para su publicación en la revista.
d.
Velar porque los artículos que se seleccionen versen sobre el resultado de las
investigaciones de los colaboradores o sobre trabajos originales e inéditos.
e.
Difundir entre los autores y colaboradores de la revista las normas básicas de redacción
técnica y presentación de los escritos.
f.
Actuar como elemento de enlace entre la el Cuerpo Editorial y la Directiva de la Sociedad a la cual le
sirve de órgano divulgativo y científico.
g.
Supervisar la difusión y distribución de la revista, de acuerdo con las normas establecidas.
h.
Rendir un informe anual de labores, junto con el resto del Cuerpo Editorial, a la Junta Directiva..
Una revista sólo puede publicar aquello que existe en el escritorio de su editor. Algunos trabajos pueden
obtenerse mediante invitación para llenar el objetivo de un número en particular o de la revista en
general. Dado que no todos los manuscritos pueden o deben publicarse, se necesita un proceso de
selección.
El concepto de "revisión por los pares" o arbitraje, ha existido siempre, aunque el término en sí, "revisado
por los pares" ha sido usado en demasía y resuelve poco. Si bien, los miembros del comité editorial
pueden ofrecer sugerencias y los Arbitros pueden criticar los manuscritos, pero la responsabilidad de
aceptar o no una contribución viene del Director o de la persona designada por él.
El cuerpo Editorial, incluido el Director y el Editor serán nombrados por los directivos de la sociedad y su
mandato es el mismo período de la Junta Directiva y pueden ser ratificados en sus cargos por la Directiva
entrante.
Estas breves observaciones tienen como objetivo suscitar un debate acerca de estas responsabilidades
que muchas veces pueden suscitar conflictos de competencias y sobre lo cual existe pocas normativas y
es frecuente observar como las denominaciones de Secretaría de Redacción, comité de Redacción,
comité Asesor, Consejo de Redacción, etc. Cambian de un volumen a otro sin que se expliquen los
motivos de los cambios.
Una Nota final y muy valedera: Ese Cuerpo Editorial y fundamentalmente el Director y el Editor
funciona dentro de los parámetros de la misión de la revista y debe concedérsele la autonomía. La
interferencia externa puede atentar contra la integridad de la publicación y eventualmente disminuir
el mérito científico de la revista. Esto puede llevar a la pérdida del respeto del cual goza, a tener
menos suscriptores y a una calificación inferior para la publicación.
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