Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Ciencias Sociales La Nación y sus Habitantes Taller #2 Daniela Romero, Stefanía Delgado y Tatiana Prada Para la elaboración del presente taller, se tomaron láminas elaboradas por la Comisión Corográfica correspondientes, la primera de ellas al territorio del Caquetá en el Estado Soberano del Cauca titulada Presbítero Manuel María Albis e Indios de Mocoa, y la segunda a la provincia de Ocaña territorio del Estado Soberano de Santander, titulada Cosecheros de Anís, Indios Mestizos. Adicionalmente se toman para el análisis los textos titulados Descripción del Territorio del Caquetá y la Peregrinación del Alpha, elaborados a partir del trabajo de la Comisión Corográfica y referentes a las mismas regiones aquí trabajadas. Ocaña hace parte del Estado soberano de Santander. Fue uno de los territorios visitados por la Comisión Corográfica. Es trabajado a través del análisis de los textos de Manuel Ancízar en la Peregrinación de Alpha y con las imágenes de Carmelo Fernández sobre la provincia. La Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de Nueva Granada de1850-1851, fue una obra hecha con la recopilación de artículos escritos por Ancízar, a través de las visitas realizadas con la Comisión. El libro fue publicado en 1853, por tal razón se puede suponer que la obra fue realizada entre los primeros años de la organización cuando aún vivía Agustín Codazzi. Manuel Ancízar, hijo José Manuel Ancízar un negociante español de Vizcaya, quien llego de emigrante a Bogotá. Nació en diciembre de 1812 en la Hacienda del Tintal en el pueblo de Fontibón. Durante su infancia estuvo viviendo entre Cuba y Venezuela debido a la guerra de Independencia que acabo sacando a su familia del país. En Cuba fue recibido como abogado de la Universidad de Cuba, terminado los estudios mientras se ideaba la proclamación de la Independencia cubana en donde Ancízar hizo parte como secretario de la junta Secreta Directiva de la Conspiración. Para 1832 se estableció en Caracas donde fue nombrado Rector de Colegio de Valencia. Entre 1847 y 1848 regresó a Colombia y creó la Imprenta Neogranadina, junto a los hermanos Martínez. Finalmente para 1850 se compromete con Codazzi y con el gobierno para ser parte de la Comisión Corográfica, bajo el oficio de elaborar el mapa de la republica Colombiana. Hace parte de la Comisión de 1850 a 1852. “A más de hacer la narración literaria y científica de los trabajos y las excursiones de la comisión, entraba en el plan de Ancízar la formación de un diccionario geográfico-etnográfico de la Republica.”1 Además siguiendo con su oficio pedagógico con la colaboración de José María Samper se presenta el proyecto para crear una institución educativa de carácter nacional en 1864, en otras palabras la 1 Manuel Ancízar. (1956) Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada 18501851, Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones. P. P. 8 creación de la Universidad Nacional en la cual el asumió el papel de primer rector, y posterior mente de Presidente del consejo Académico. Anterior a esto entre 1855 a 1857 tomo el cargo de representante del parlamento en Panamá. Por otro lado, la parte iconográfica de las visitas era realizada por artistas nacionales del grupo de la Comisión entre los cuales se encuentra Carmelo Fernández. Un reconocido militar, pintor y litógrafo de la Republica colombiana, quien bajo el apoyo de su tío el general José Antonio Páez, estudió dibujo y acuarela con el capitán francés Lessabe en Caracas. Fernández nació en 1809 en San José de Guama, Venezuela. Presto servicio militar en Bogotá y entre 1833 a 1840 trabajo con Agustín Codazzi colaborando con la impresión de los mapas del Atlas físico y político de la República de Venezuela. Para 1842 después de la muerte de Bolívar el gobierno Venezolano lo nombró parte de la comisión encargada de repatriar los restos del comandante Desde Santa Marta. De nuevo para 1849 se vuelve a unir con Codazzi para ser parte de la comisión Corógrafa, reconocido entre los otros tres pintores como el mejor calificado, su labor se prolongaría hasta 1859. “En 1849 viajó a Colombia. Allí, entre enero de 1850 y fines de 1851 fue el primero, y según la crítica, el más calificado de los tres pintores que participaron en la Comisión Corográfica, un ambicioso proyecto oficial al mando del geógrafo italiano Agustín Codazzi que se prolongó hasta 1859. Fernández pintó alrededor de treinta acuarelas correspondientes a los tipos sociales, viviendas, oficios e indumentarias y paisajes de las provincias al noreste de Bogotá: Vélez, Socorro, Ocaña, Pamplona, Santander y Tunja. Las acuarelas originales están en la Biblioteca Nacional de Colombia.”2 En el territorio de Ocaña la presencia blanca y africana es bastante amplia, mientras que la indígena se ha fusionado o desaparecido de las serranías según la descripción de Ancízar. Así mismo bajo esta presencia los habitantes de la cordillera crecen musculosos y rígidos. Según la descripción de la zona los pobladores son hábiles manejando el clima cálido y el frio. En cuanto a las costumbres y comportamientos según Ancízar estas dependen de la clase a la que cada cual pertenezca. El hablar es rápido y un poco nasal, suelen comerse la S al hablar como otras letras para acortar las palabras. Entre las representaciones de las mujeres, se las reconoce por su belleza, su amabilidad e inteligencia. Además, se ser socialmente aisladas debido a la vanidad de clasificar los quehaceres entre unas y otras. “Una señora de primera no asiste a los bailes de la segunda; las de tercera no pueden subir de su escalón, y se creían degradadas mezclándose con las de cuarta.”3 2 Carmelo Fernández. Obtenido de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/america_exotica/biografias/carmelofernandez.htm 3 Manuel Ancízar. (1956) Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada 18501851, Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones. P. P. 392 Los ocañenses suelen ser muy religiosos manteniendo para la época un total de cinco iglesias. También se ve a través de las prácticas religiosas, en especial con fiesta de la cruz de mayo, que se celebra antes de la semana santa. En donde los habitantes se reúnen para festejar una de las herencias coloniales, la religión. En estas fiestas se bailas, se cantan los hombres y mujeres cambian sus atuendos normales. Los hombres no visten de corbata sino de corbatines blancos y negro, las mujeres se visten de forma sencilla y recatada. “Sin adornos, que un esmerado aseo, ni más galas que la risa en los labios, la flexibilidad en los cuerpos y la confianza en el magnetismo animal de que están saturadas.”4 En sus días normales la vestimenta se es sencilla acompañada por el clásico uniforme de todos la ruana tal y como se muestra en la imagen de Fernández. El cual cumple la labor de abrigar y cubrir, pero que además por medio de su uso identifica los oficios de la sociedad. Como ocurre con la imagen en la cual los campesinos en su oficio de recolectores de anís se mantienen cómodos en sus trajes acompañados por las alpargatas que complementan su traje diario. “La ruana, este uniforme nacional a veces limpio y elegante, a veces ruin, pesado y encubridor de malas cosas, ha perdido en Ocaña su carta de naturaleza; y el traje de jornalero se reduce a pantalón y camiseta, y sobre el bautismo un sombrero raspón mondo y desguarnido como salió de las manos de la tejedora.”5 Esta zona es rica en el trabajo de la ganadería y en la producción del tabaco el cual se le atribuye una factoría de división social entre las señoras de plancha (las de tercera y cuarta como se mencionó anteriormente) a las señoras del andullo quienes hacen parte de las clases pudientes que tienen el lujo de cuchichear todo el tiempo entre ellas. Es interesante observar esta división social en el análisis de esta sociedad a la cual le gusta diferenciarse de sus inferiores no solo por el color de la piel, sino por su capital y estabilidad monetaria, como lo explica Ancízar. Finalmente las clases sociales más altas son las mejores educadas, las que presentan las mejores costumbres. Además, las familias pudientes son las que se saben comportar con los modales y sienten un gran amor hacia su territorio nativo. La Comisión Corográfica viajó por el territorio del Caquetá en el año de 1857 –época en la cual ya hacía parte de la jurisdicción del Estado Soberano del Cauca– durante la Octava Expedición, en la cual además se exploró la provincia de Neiva con particular interés en las ruinas de San Agustín. 4 5 Ibid. P. P. 398 Ibid. P. P. 391 El texto a analizar se titula “Descripción del Territorio del Caquetá”, escrito por Agustín Codazzi geógrafo e ingeniero militar nacido en Italia en el año de 17936. Antes de ser nombrado director de la Comisión Corográfica en 1850 durante el gobierno de José Hilario López, Codazzi había ejercido diferentes oficios entre los que se destaca su participación militar en el ejército de Napoleón y posteriormente en las Fuerzas Armadas de Venezuela, de donde tuvo que salir exiliado en 1848 por su colaboración en el alzamiento armado promovido por su amigo José Antonio Páez. En cuanto a trabajos geográficos, es importante destacar el levantamiento del mapa de Venezuela en su totalidad, empresa que le valió el reconocimiento suficiente como para ser tenido en cuenta por Tomás Cipriano de Mosquera para la realización de un proyecto similar en la Nueva Granada. Su asignación del cargo de director de la Comisión Corográfica duraría apenas nueve años: entre enero de 1850 y el 7 de febrero de 1859, año en el que murió a causa de una fiebre en el municipio de Espíritu Santo, hoy en día conocido como Codazzi en su honor, en el departamento del Cesar. El pintor encargado de las acuarelas para esta expedición fue el neogranadino Manuel María Paz (Almaguer, Nariño, 6 de julio de 1820 – Bogotá, 16 de septiembre de 1902). Antes de su participación en la Comisión Corográfica, Paz había estudiado dibujo y cartografía en Bogotá y había pertenecido al ejército desde que tenía 19 años hasta el año de 1851. En 1853 pasa a reemplazar al pintor inglés Henry Price –quien había contraído una enfermedad que le impidió continuar con su labor dentro de la Comisión– a partir de la Cuarta Expedición en la que se viajó por parte del Estado Soberano del Cauca. En total se conservan 96 láminas de su autoría en la Biblioteca Nacional y de ellas se destaca el interés por representar escenas con exactitud, si bien su trabajo no era tan refinado como el de sus predecesores Carmelo Fernández y E. Price. En sus acuarelas también se nota que algunas de ellas tienen ciertas diferencias en cuanto a la intensidad o técnica de color, esto se debe a que por lo menos 36 de ellas fueron en realidad terminadas por un pintor francés contratado por Codazzi, dada la cantidad de trabajos realizados. Luego de la muerte de Codazzi en 1859, Paz se sería uno de los hombres que se encargaría de concluir, recopilar y publicar la obra de la Comisión Corográfica7. Mapa de la octava expedición de la Comisión Corográfica. Imagen tomada de http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/cod az/codaz19.htm 6 Este texto contiene una descripción detallada de datos históricos, geografía física, geografía humana, fauna y flora del territorio del Caquetá. Está publicado en: Gómez López, Augusto Javier Ed. Geografía Física y Política de la Confederación Granadina, Volumen I: Estado del Cauca, Tomo I: Territorio del Caquetá, COAMA, Bogotá, 2003. 7 Información biográfica de Agustín Codazzi y Manuel María Paz tomada de: http://www.bibliotecanacional.gov.co/recursos_user/exposicionesvirtuales/comision_corografica/pdf/comi sion_corografica.pdf. Consultado el 9 de marzo de 2014 desde Internet. En el caso del territorio del Caquetá, la Comisión Corográfica determinó una mayoría de población indígena, si bien la región estaba bastante despoblada. En su Descripción del Territorio del Caquetá la cual figura dentro del primer tomo de la colección Geografía Física y Política de la Confederación Granadina Codazzi escribe: “Tenemos pues entre indios reducidos y salvajes 38 tribus con diferentes idiomas, de las cuales 10 tienen lengua matriz y 13 son dialectos”.8 En un principio Codazzi hace una descripción general de los indígenas de la región a partir de rasgos físicos que muchas de las tribus comparten: ojos pequeños, frente estrecha, cabeza un poco grande, boca grande, de poco vello facial, cejas bien formadas pero usualmente removidas debido a su propia concepción de belleza, piel cobriza y la particularidad de que durante el viaje no se avistó ninguna deformidad en alguno de ellos. Es notorio el uso de la palabra salvaje en cuanto se referencia la desnudez de la mayoría de “todas” las tribus del Caquetá, en donde prendas como el guayuco –o delantal– son las únicas que tapan los genitales. Los indios son caracterizados como vigorosos desde que alcanzan la adolescencia y dada su tendencia a la soledad de las cacerías en el bosque no resulta extraño que sean entregados a la procreación temprana. Los roles de hombres y mujeres son bien definidos: los primeros son los encargados de la caza y de preparar el terreno para que las segundas lo siembren. A pesar del calificativo salvajes, Codazzi alude a la humanidad que sin embargo poseen, como se demuestra en el siguiente fragmento: “¿Cuántas veces no he visto al indio tomar en sus brazos uno de sus tiernos hijos, acariciarlo y entretenerlo? ¿Se quiere una prueba más evidente del amor paternal en estos salvajes? ¿Qué interés puede moverlo a esas caricias, cuando sabe que al crecer ha de entregarse a su nueva familia y acaso olvidar a los que le dieron el ser?”9 En contraste, se hace énfasis en las características de su modo de hacer guerra y de celebrar fiestas. El veneno que se obtiene de las selvas de esta región es considerado como un arma horrorosa que ayuda explicar el porqué de su adjetivación de algunos de estos pueblos como feroces y vengativos, en donde la traición es considerada como una “virtud militar” y la destrucción prima sobre la conquista. En cuanto a las fiestas, éstas pueden ser celebradas por casi cualquier motivo –desde casamientos hasta la victoria sobre una tribu enemiga– y la chicha es la bebida principal de toda celebración, sin importar su propósito. Así mismo, se les atribuye un sentido religioso muy pobre, pues en su sistema de creencias no existe culto a los ídolos como por ejemplo lo tenían los pueblos chibchas. Por otro lado se mencionan a los indios reducidos, quienes al contrario de las “tribus salvajes”, se tratan de nativos que han sido educados bajo el mando de las misiones católicas de 8 9 Ibíd., p. 187. Ibíd., p. 189. pacificación/evangelización, siendo Mocoa la ciudad principal donde se les puede hallar. Sobre ellos Codazzi apunta que en sus asentamientos hay por lo menos una iglesia construida rudimentariamente así como casas. Aunque van medio vestidos todavía conservan la costumbre de pintarse la cara así como el uso de plumajes en ocasiones festivas. La pasión y el afán por unirse en matrimonio son, según la descripción de Codazzi, parte de la naturaleza del indio reducido y ello se evidencia en la supresión de la aprobación de los padres de la pareja para contraerlo así como la obligación de dicho sacramento cristiano si ocurren deslices. En los asentamientos de los indios reducidos la autoridad no necesariamente recae en un misionero, sino que existe un sistema de cabildo con ciertas jerarquías –gobernador, alcaldes y alguaciles mayores y menores–. En pueblos como Mocoa los indios tienen un conocimiento por debajo de lo básico del idioma castellano ya que el poco vocabulario que aprenden está relacionado con ceremonias religiosas católicas. Cabe anotar que Codazzi también hace mención de otros grupos poblacionales, aunque comparando su número con el de indígenas, en el territorio del Caquetá realmente son minoría. Así, en los pocos pueblos establecidos en la región, hay apenas 12 familias criollas mestizas las cuales racialmente tienen ascendencia africana, mezclada bien sea con el tipo blanco o con el tipo indio. En los apartes del texto relevantes a la cuestión de la población, Codazzi reitera la baja densidad de habitantes y alega que ha habido una interrupción del “progreso de la raza del indio” debido al poco interés por emigración por parte de colonos granadinos o extranjeros, siendo la diferencia climática intertropical el principal factor de distanciamiento cultural. En la lámina titulada Presbítero Manuel María Albis e Indios de Mocoa se distingue claramente la práctica y el oficio del misionero en tierras amazónicas, siendo Manuel María Albis el personaje que sobresale. Desde los tiempos de la colonia española se habían establecido misiones para evangelizar a las tribus “salvajes” de los territorios inexplorados. En la lámina se pueden observar también a tres indígenas que por sus vestimentas entran en la categoría de indios reducidos. La diferencia en los colores de la ropa de los tres indica la separación de la uniformidad de la desnudez casi que completa de los salvajes que viven más allá de los asentamientos misioneros. No obstante, hay una persistencia de las costumbres de sus tribus como lo evidencia el uso de collares de cuentas por parte del trío. En conjunto, las láminas y los textos aquí trabajados permiten comprender un espectro general de la manera en que se quería categorizar a los grupos humanos por medio del trabajo de la Comisión, así como especificidades particulares regionales. Resulta importante destacar cómo existen elementos comunes al trabajo de las dos regiones, aun cuando su producto sea diferente. La descripción de rasgos físicos de las comunidades retratadas tanto visual como narrativamente, aparece como un elemento central a la descripción. Esta se suma a la división de poblaciones basada en el elemento racial, sin embargo más que diferenciar los grupos, el trabajo pareciera buscar la celebración de la diversidad. Cada detalle destacado en torno a las características físicas de las poblaciones, se orienta hacia destacar una pluralidad racial que será posteriormente profundizada con muchos otros elementos. A diferencia de los documentos de principio de siglo que fueron trabajados en el primer taller, resulta claro que la Comisión quiso ir más allá de una asociación entre raza y geografía –esto nos habla necesariamente de un cambio de mentalidad en el pensamiento de la época, no sólo de un cambio en el abordaje del objeto de estudio sino una transformación de la concepción de nación. En el trabajo de la Comisión, raza y geografía no sólo se separan sino que se profundizan individualmente y se suman a otra serie de categorías posibles a la hora de describir a las gentes de las diversas regiones del territorio nacional. En estos escritos vemos por ejemplo cómo entran a jugar los roles de género lo cual es un cambio fundamental. La importancia de esto radica, no propiamente en que se haga una diferencia o se destaque la diferenciación de géneros desde una perspectiva fenotípica, sino que se procura diferenciar los roles, asunto que nos lleva a hablar directamente de las prácticas sociales. En términos de representaciones y prácticas como elementos tanto diferenciados como complementarios, el trabajo de la Comisión es muy rico. La manera en que se procura construir imaginarios de las diversas gentes que habitan y ahora constituyen la nación, radica en una complementariedad de elementos físicos y de prácticas propias, cosa que previamente parecía ser un producto de las características físicas, lo cual implicaba un determinismo muy reduccionista. De allí que las láminas por ejemplo retraten personajes que se encuentran en el entorno propio de sus costumbres más arraigadas. La lámina de los Cosecheros de anis, indios mestizos, habla desde su título de las prácticas del grupo. El sujeto con sus características raciales se presenta ligado a un conjunto de actividades que practica y que le definen tanto como su piel. Estas prácticas además tienen lugar en un entorno y de esa manera, raza, prácticas, espacio y valores como veremos más adelante, crean una imagen amplia de los elementos que caracterizan y diversifican a la nación. Las prácticas resultan como un elemento que jerarquiza a los grupos sociales; esto tiene un sentido dentro de la intención de gobierno que antecede cada paso de la Comisión. En cuanto que la Comisión termina validando a un sector determinado para destacar sus cualidades como detentores del poder, la jerarquización resulta importante para determinar quiénes son gobernados y quienes gobiernan o detentan poder. En ese sentido, se hace importante señalar las prácticas propias de los indígenas por ejemplo, pero también las aprendidas como se ejemplifica en la lámina del Presbítero con los indígenas. Una relación con el presbítero indica una educación en el catolicismo, y ella a su vez, incluso si es mínima e inútil para el aprendiz, jerarquiza en términos de la escala social que tangencialmente construye el trabajo de la Comisión. Aunque no se evidencia en las láminas aquí trabajadas, sucede algo similar con los espacios. Muy distinto es un grupo social que se representa en escenarios rurales, cercano al entorno natural como sucede con indios, campesinos y negros, a aquellos que aparecen en entornos más urbanos como las ñapangas y los tejedores del Cauca que figuran siempre rodeados de paredes o salidas a pequeñas calles. Esta diferenciación de espacios que podría parecer estética a simple vista, tiene que ver con el lugar social de cada grupo, quienes están destinados al trabajo de la tierra, quienes lo están a los oficios artesanos y quienes se dedican a las actividades de prestigio de las élites. Las prácticas entonces se ligan a los espacios generando jerarquizaciones fundamentales para el propósito que subyace a la Comisión Corográfica. Por esto mismo se hace fundamental generar descripciones narrativas en las que se incluyan valores de las gentes. Esos valores, como la piel y las prácticas, diferencian radicalmente unos grupos de otros. Como se ha mencionado previamente en este documento, cuando se refiere al indio como feroz y vengativo, se le otorga una connotación negativa que le pone en un nivel diferenciado e inferior de alguna persona que pueda caracterizarse como civilizada, como sucede con los mestizos o los blancos de las provincias capitales. El trabajo en este momento deja de ser meramente descriptivo como pareciera ser su intención y pasa a ser valorativo. Este elemento se presenta únicamente por la presencia de textos, pues aunque se basan en las mismas expediciones, imagen y narrativa ofrecen información muy distinta pero complementaria entre sí. La manera en que se definen los roles de poder es entonces más por medio de lo narrativo que de lo pictórico. Como vemos, las láminas estudiadas junto con los textos, logran mostrarnos muchas características del proceso y de la intencionalidad detrás del trabajo de la Comisión Corográfica. Esta claramente pretende generar por medio de la descripción una serie de representaciones que sean significativas en términos de las estructuras sociales y de poder para el territorio nacional. Por medio de la creación de representaciones ligadas a prácticas y a valores más que a elementos físicos si se quiere, se busca tipificar una nación desde la diversidad y en ese mismo sentido desde la diferencia. La Comisión habla de un pensamiento distinto al del inicio del siglo, el determinismo racial y geográfico se aqueda corto a la hora de generar categorías para diferenciar, definir y controlar a la nación. Como último tema a ser elaborado en el presente documento, es importante poner a consideración los procesos de circulación de las representaciones configuradas en y por medio de la Comisión Corográfica. El propósito de la Comisión no debe olvidarse en ningún momento a la hora de utilizar cualquiera de sus productos, pues esta se originó desde iniciativas institucionales muy claras: se enmarca en un proyecto gubernamental con miras a generar mejorías económicas y sociales, a partir del control que puede provenir del conocimiento del territorio y sus habitantes. En ese sentido, existió siempre un afán de publicar sus productos para que las representaciones reproducidas por la Comisión empezaran a calar en la opinión pública y construir así una comunidad imaginada, al menos en cuanto a la élite se refiere. Como lo señala Efraín Sánchez, el proyecto contaba con unas fases temporales bastante claras pero de difícil consecución teniendo en cuenta la magnitud de la empresa. Tras una fase extensa de consecución de información, esta iría a Europa para consolidarla. En este proceso no sólo murió Codazzi sino que desaparecieron partes de la información y antes de ser encontradas, debieron publicarse muchas versiones sobre la Comisión que ahora resultan fundamentales. Es el caso de los textos del territorio del Caquetá que al ser una figura distinta e inferior al Estado Soberano y por el contrario ser dependencia de uno de ellos, tuvieron una dinámica particular. L a edición de 1996 de la obra Geografía Física y Política de la Confederación Granadina, entiéndase como una publicación posterior a la original por aproximadamente siglo y medio, cita en su presentación lo siguiente: “De manera específica, el texto descriptivo del Territorio del Caquetá había permanecido inédito debido a que se encontraba en la Biblioteca de Torino, Italia, de donde fue felizmente rescatado por Giorgio Antei, y mediante los oficios de la Biblioteca Nacional de Colombia, en Santafé de Bogotá. […] No se trata sólo de mostrar un producto acabado sino, además, las dificultades que se debieron sortear para llegar a él. ”10 Como vemos, la reproducción de las representaciones referentes al Caquetá, parecen variar de la del resto de trabajos de la comisión, y tiene sentido en cuanto que al hablar de los Estados Unidos de Colombia por ejemplo, se acostumbra evocar a los Estados Soberanos sin comprender muy bien el status confuso de dicho territorio. Las láminas y textos de la Comisión en términos generales –como es el caso de la Descripción del Territorio del Caquetá aquí utilizada-, tuvieron desde un inicio una amplia difusión, pues era de interés del gobierno que se diera este proceso. De esa manera y una vez más recurriendo a Efraín Sánchez, desde 1857 los productos de la Comisión se publicaron en la Gaceta Oficial (adquiriendo así carácter público), como libro de geografía, cartas geográficas y láminas separadas entre otras. Su circulación continúa hasta el día de hoy en donde se reconoce como documento histórico fundamental y se consigue tanto en tomos editados por la Universidad Nacional de Colombia como en formato digital fácilmente accesible en línea. La difusión de la Peregrinación de Alpha por su parte es un poco más difícil de rastrear, sin embargo cabe señalar que como el componente más visual del Comisión, este ha llegado a nuestros tiempos y con fácil acceso en tomos y formato digital. De su introducción redactada por José María Samper se extrae que el propósito de Ancízar al ser convocado por la Comisión, era utilizar los recursos obtenidos para la “formación de un diccionario geográfico-etnográfico de la república, de otro económico-estadístico y de varias memorias sobre la geología, la orografía, la hidrografía y las antigüedades del país ”.11 10 Gómez López, Augusto Javier Ed. Geografía Física y Política de la Confederación Granadina, Volumen I: Estado del Cauca, Tomo I: Territorio del Caquetá, COAMA, Bogotá, 2003. 11 Manuel Ancízar. (1956) Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada 18501851, Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones. P. P 8