DERECHO INTERNACIONAL CASOS Y MATERIALES

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DERECHO INTERNACIONAL
CASOS
Y
MATERIALES
Autores: Louis Henkin, Richard Crawford, Oscar Schachter y Hans Smit
Traducción: Lorena Fries M.
Derecho Internacional, Casos y Materiales
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Introducción Histórica
La historia humana ha conocido desde siempre la existencia de tribus y pueblos habitando territorios
definidos, gobernados por jefes o príncipes, e interactuando de una manera que requerían formas
primitivas de relaciones diplomáticas, convenios de paz o alianzas para la guerra. Estas relaciones entre
jefes y príncipes, sin embargo, no estuvieron gobernadas por principios ni por reglas. En diversos
momentos y períodos, la mayoría de los pueblos del mundo “conocido”formaron parte de grandes
imperios y las relaciones entre ellos estaban sujetos al gobierno y derecho “domestico”. El imperio, actual
o potencial, se apoyó a veces en una ideológica que pregonaba su autoridad universal sobre todos los
pueblos, o bien en caso contrario rechazaba la independencia e igualdad de las naciones y los principios
que gobernaban las relaciones entre estos que no se sustentaban en el derecho imperial.
La filosofía china proclamada por Confucio en el siglo VI A.C concebía al gobernante de China como “ el
Hijo del Paraíso” que regulaba el universo como un justo gobernante. Desde esta concepción – prevalente
a pesar de las grandes divisiones en reinos y fracciones- los conductas chinas estuvieron modeladas en el
ámbito de las relaciones internacionales en términos de una superioridad cultural, “padres” o “hermanos
mayores” de otros Estados y naciones. Esta noción sirvió para legitimar la conquista y subyugación de
otros.
Igualmente, el Islam, como la cristiandad en su fase formativa, fue una cruzada religiosa y por tanto hostil
al reconocimiento de la igualdad y respeto de la integridad de las naciones no islámicas. Para los juristas
musulmanes, el mundo estaba dividido en países bajo el mandato del Islam (dar al Islam) y el resto del
mundo (dar al Harb).
Bajo la cristiandad del medioevo el Imperio de Sacro Santo Romano también reclamó su autoridad
universal, siendo el Papa la autoridad espiritual y el Emperador la temporal, y cabeza de las naciones
cristianas de Europa. Así, las metas políticas y religiosas coincidieron en la legitimación de los esfuerzos
europeos por conquistar- y convertir- a los no cristianos alrededor del mundo. Incluso entre las naciones
europeas, mientras el concepto de la autoridad universal fuera en ascenso no se requirió del desarrollo de
normas que regularan la relación entre Estados soberanos, principios de soberanía territorial, jurisdicción,
elaboración de tratados, responsabilidad estatal, y otros aspectos de las relaciones entre los Estados.
El judaísmo antiguo, ideológicamente comprometido con el monoteísmo, en un principio no aceptó la
igualdad de las naciones politeistas. Pero el judaísmo no ha sido una ideología de un pueblo independiente
políticamente por 2000 años sino hasta nuestros días, y comparativamente no desarrolló una ideología
política y universalista como la de la cristiandad o el Islam.
Las ideologías universalistas y las aproximaciones a las relaciones internacionales fueron modificadas en
los siglos recientes. Las naciones-estados de diferentes religiones progresivamente entraron en contacto y
tuvieron que lidiar y negociar entre ellas sobre bases de igualdad y respeto mutuo por la soberanía. La
estructura y desarrollo del derecho moderno de las naciones está íntimamente conectado con la era de la
soberanía nacional de los Estados y la relación entre estos como unidades independientes. En estricto
rigor, por lo tanto, la historia del derecho moderno de las naciones empieza con la emergencia de las
Estados-naciones independientes de las ruinas del Sacro Santo Imperio Romano y se ubica comúnmente a
partir de la Paz de Westfalia. (1648)
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Orígenes del Derecho Internacional en el mundo occidental antes de Grotius
Antes de la conquista macedónica, los estados griegos no habían logrado la unidad; vivían y alternaban
entre la paz y la guerra. Como resultado, los griegos, en su período clásico, desarrollaron una serie de
normas para gobernar las relaciones entre las diferentes ciudades-estados griegas, normas que se parecen
mas al actual sistema del derecho internacional que cualquiera de las desarrolladas por otras civilizaciones
antiguas. Cualquier lector de la “historia de la guerra del Peloponesio” de Thucydides detectará una
continuidad en el raciocinio y las técnicas empleadas por las ciudades estados griegas en las prácticas
diplomáticas, en tratados de alianzas y en algunos normas elementales de la guerra. Sin embargo, las
relaciones entre los griegos y aquellos que no lo eran no estaban reguladas de la misma manera; estos
últimos eran tildados por ellos de bárbaros, moral y legalmente inferiores.
El Imperio Romano, que en su momento mas alto, comprendió a cientos de razas diferentes, tribus y
religiones, no logró un sistema legal internacional en el sentido moderno, dentro de las fronteras de un
imperio que comprendía casi a la mayoría del mundo civilizado. A pesar de la existencia permanente de
guerras en las fronteras del Imperio, no fueron muchas las normas que se crearon. El significado de la
contribución romana al derecho internacional no descansa en el desarrollo de un sistema moderno de
relaciones entre los Estados sino que mas bien en el desarrollo del jus gentium, un sistema legal que regía
las relaciones entre los ciudadanos romanos y los extranjeros. El jus gentium establecía principios de
igualdad y “derecho natural”, algunos de los cuales son similares a algunos “principios generales de
derecho reconocidos por las naciones civilizadas” –una de las fuentes actuales del derecho internacional
contemporáneo de acuerdo a lo que establece el Art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
Pero el jus gentium era en rigor un sistema legal municipal administrado por un magistrado romano, el
Pretor Peregrino, como un sistema paralelo al jus civile aplicable a las relaciones entre ciudadanos
romanos.
El nacimiento de los Estados Nacionales y la evolución del derecho internacional
Cuando se desintegró el Sacro Santo Imperio Romano, aparecieron una serie de estados separados. Que
iban desde grandes naciones estados como Inglaterra y Francia, hasta cientos de pequeños reinos, ducados,
principados, ciudades repúblicas, especialmente en Alemania e Italia. Esta multiplicidad de unidades
políticas independientes fueron las que dieron lugar a la creación de un sistema de relaciones entre
estados.
Federico III, Emperador Alemán desde 1440 hasta 1493 fue el último de los emperadores ungidos por
Roma. Al tiempo Europa ya estaba dividida en un gran número de estados independientes. El colapso de
la autoridad política, moral y legal, de los emperadores, y la debilidad eclesiástica de la autoridad del
Papa- acelerada por la Reforma- hizo necesaria emergencia de estados independientes para desarrollar un
sistema de regulación que pudiera regir las relaciones mutuas. Para ello, se basaron principalmente en el
Derecho Romano y el Derecho Canónico. Los curas profesionales a cargo de las cancillerías de los nuevos
Estados recibieron educación en universidades como la de Bolonia, Padua o París, donde el Renacimiento
había revivido el estudio por la civilización clásica y, en particular, el estudio del Derecho Romano. El
sistema que establecía el Derecho romano, de acuerdo a la codificación Justiniano de “Corpus Juris”
dominaba la enseñanza de los llamados “glosadores” en estas universidades. El código de Justiniano
influenció el continente europeo a excepción de los países escandinavos. Inglaterra había permanecido
libre de la influencia del derecho romano tanto en su estructura como en relación a los principios de su
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sistema legal. A pesar de que los sistemas legales de la mayoría de los estados de Europa continental
progresivamente se fueron codificando y modernizando durante el siglo 19 y 20, todavía mantienen altos
grados de influencia del derecho romano. Algunos conceptos del derecho romano han influido
fuertemente las normas legales internacionales como por ejemplo aquellas que regulan la adquisición de
títulos sobre territorios.
Aún así, la división entre derecho civil- que comprende a la mayoría de los Estados del continente europeo
así como un gran número de estados que no son europeos- y el derecho anglosajón tienen poca
importancia en el contexto de las relaciones legales internacionales. En primer lugar el derecho canónico,
con un marco con un marco conceptual esencialmente romano, tuvo una influencia importante en muchos
aspectos del derecho inglés. En segundo lugar, el incremento del comercio internacional a partir del siglo
VIII llevó al desarrollo del derecho internacional mercantil y, en particular, a varias compilaciones de
derecho marítimo, las que progresivamente fueron ganando el reconocimiento internacional. La mas
famosa de estas compilaciones fueron las “leyes de Rhodian”, una colección de leyes marítimas
compiladas probablemente entre el siglo VII y el siglo IX, y el “Consolodato de Mare”, una colección
privada de regulaciones y prácticas de derecho marítimo publicadas en Barcelona durante el siglo XIV.
La fundación del Derecho moderno de las naciones
Los siglos que precedieron la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) estuvieron marcados en Europa por
la intensificación del intercambio comercial, el mejoramiento de las técnicas militares y de navegación, y
el descubrimiento de tierras lejanas. Estos eventos estimularon el desarrollo de prácticas internacionales y
la emergencia de concepciones modernas sobre el derecho de las naciones. En el norte de Europa, la Liga
Hanseática, fundada en el siglo XIII por determinados Estados Ciudades alemanas y que comprendía en su
momento de auge, en el siglo XV, sobre 150 ciudades y centros, estableció una red de relaciones
comerciales y diplomáticas que contribuyeron de manera sustancial al crecimiento de los usos y
costumbres internacionales. En Italia, las ciudades-repúblicas como Venecia, Génova y Florencia,
desarrollaron la práctica de enviar embajadores residentes a las capitales de otros Estados, dando origen a
principios legales que regulaban las relaciones diplomáticas y, en particular, las inmunidades de los
embajadores y sus equipos. El crecimiento del intercambio llevó al incremento del número de tratados
comerciales. El descubrimiento y subyugación de las tierras lejanas y sus pueblos por los exploradores y
conquistadores europeos produjo conflictos y reclamos en torno a la soberanía, jurisdicción y derechos de
intercambio y navegación, así como también problemas de relaciones con las poblaciones indígenas. Estas
dificultades estimularon el pensamiento jurídico y reforzaron el derecho romano como recurso normativo
o por analogía, los que en última instancia llevaron a nuevas prácticas y principios.
Al inicio del siglo XVII, el crecimiento y complejidad de las costumbres y tratados internacionales dio
origen a la necesidad de sistematizar y compilar lo existente. Paralelamente, los crecientes conflictos y
sufrimientos productos de la guerra, especialmente la Guerra de los Treinta Años, que devastó a cientos de
villas y pueblos e inflingió gran sufrimiento y deprivaciones a campesinos y negociantes de las ciudades,
llevó a un mayor desarrollo de normas para regular la guerra. La preocupación sobre la guerra puede verse
en los títulos de dos de los mas importantes tratados de la época: el Libro De Jure Belli (1598) y de
Alberico Gentili, profesor italiano de Derecho Civil en la Universidad de Oxford, y al trátado clásico de
Hogo Grotius De Jure Belli Ac Pacis (1623-1624), considerado como hito fundante del derecho
internacional moderno.
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A pesar de que la importancia del derecho de la guerra y del derecho de la paz, se ha desplazado desde el
tiempo de Grotius, la importancia de estos tratados clásicos, y de otros, descansa en el esfuerzo por
sistematizar el creciente número de costumbres, usos y prácticas estatales que se habían desarrollado en
los siglos anteriores. Los contenidos y detalles del sistema son hoy de poca importancia, excepto para la
historia del derecho internacional. De todas maneras si es de interés conocer que ideas básicas
sobrevivieron en la evolución del derecho internacional, y los principales períodos que a partir de Grotius
pueden identificarse.
La filosofía del derecho natural y los principios de derecho internacional
Hugo Grotius (1583-1645), un jurista, historiador, teólogo y diplomático sueco, que en los últimos diez
años de su vida se desempeñó como embajador de Suecia en París, es el más conocido de una de las más
importantes escuelas de juristas guiadas por la filosofía del derecho natural. Entre quienes lo precedieron
están Francisco de Vittoria (1486-1546) y Francisco Suárez (1548-1617). Después de ellos el mas
importante de los filósofos del derecho natural en derecho internacional es el alemán, Samuel Pufendorf
(1632-1694), quien ocupó el cargo de Profesor Titular de Derecho Natural y Naciones en la Universidad
de Heidelberg y cuyo trabajo mas importante es De Jure nature et Gentium (1672). Vitoria y Suárez
siguieron de cerca los postulados naturalistas de Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Aquino creía que
todas las leyes humanas derivaban de, y estaban subordinadas al derecho divino. Este derecho se reflejaba
en parte en el derecho natural, un cuerpo de principios permanentes basados en el orden divino, y en parte
revelados en las Escrituras. En contraste, Grotius es un racionalista que deriva los principios del derecho
natural de la razón universal mas que de la autoridad divina.
Los adherentes al derecho natural se dividieron, en el transcurso de sucesivas épocas, en razón de los
significados positivos del derecho natural en el mundo de las instituciones y acciones humanas. Dos de los
principios mas importantes de acuerdo al derecho natural en el sistema del derecho de las naciones de
Grotius:
(1) la obligación de restitución por el daño causado de una parte a otra y, (2) la obligación de
mantener los compromisos contraídos a través de la suscripción de tratados o de otras formas (pacta
sunt servanda).Estos dos principios se han preservado y se han desarrollado-con variaciones y
modificaciones-a través de todas las etapas del desarrollo del derecho internacional, incluso sin el
apoyo doctrinario de la filosofía naturalista. Otro de los principios básicos para Grotius es la libertad
de los mares , una tésis expuesta en un trabajo publicado en 1609, Mare Liberum. En este tema fue
antagonizado por el inglés John Selden (1584-1645) quien en 1635 publicó una defensa de los mares
cerrados Mare Clausum .Su tesis ilustra las dificultades para lograr acuerdos sobre la aplicación
concreta del derecho natural cuando hay involucrados intereses políticos, económicos, o sociales. El
rechazo a la libertad de los mares por Selden daba correspondía a los intereses de los Inglaterra, en ese
tiempo navalmente inferior a Holanda. La tésis de Grotius por su parte, servía a los intereses de
Holanda como una emergente potencia maritima y poder colonial no solo en contra de Inglaterra sino
que también contra España y Portugal, Estados que reclamaban su derecho a su control marítimo
sobre océanos lejanos y sobre el intercambio con las Indias. Cuando Inglaterra se hizo el poder
dominante en el mar, se convirtió en un de los más importantes defensores de la libertad de los maresal menos en los tiempos de paz.
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El giro hacia el positivismo
No menos importante que el derecho natural como base del derecho de las naciones, es la distinción hecha
por Grotius, entre jus naturale- al que Grotius dirigió su mayor atención-y, el jus gentium, el derecho
consuetudinario de las naciones (también denominado jus voluntarium, un cuerpo legal conformado por la
conducta y voluntad de las naciones)
Este último aspecto del derecho de las naciones ganó una importancia significativa cuando la adherencia
al derecho natural declinó y avanzó la filosofía positivista. A pesar de que el positivismo tiene diferentes
significados y matices, su sentido esencial en la teoría y desarrollo del derecho internacional descansa en
la práctica de los Estados y en la conducta de las relaciones internacionales evidenciada por la costumbre
y los tratados, en oposición a la derivación de normas emanadas de principios básicos metafísicos. La
emergencia del positivismo en la teoría política y legal de occidente, especialmente a partir de fines del
siglo XVIII y hasta los inicios del siglo XX, corresponde a la consolidación de los Estados nacionales y su
demanda por su supremacía política y jurídica. En la teoría del derecho de las naciones, el cambio o
desplazamiento de del derecho natural hacia el positivismo fue gradual, a través del cada vez mayor
énfasis en el derecho basado en la voluntad de las naciones construido sobre la base de sus costumbres y
prácticas. Los principales exponentes de este giro fueron el inglés Richard Zouche (1590-1660), profesor
de derecho civil en Oxford y Juez de la Corte Marítima, y el suizo Emerich de Vattel (1714-1767). La
obra de Zouche Juris et Iudicii Fecialis, sive Juris inter Gentes(1650), has sido denominada el primer
manual de derecho internacional. Sin denegar la existencia del derecho natural, enfatiza el derecho
consuetudinario de las naciones al que llama jus inter gentes. La subordinación del derecho natural a una
posición secundaria, por su parte, es explicitada por De Vattel, cuyos tratados dominaron la filosofia del
derecho internacional desde la mita del siglo XVIII hasta el término de la Primer Guerra Mundial. Los
tratados de Vattel, Le Droit des Gens, ou Príncipes de la Loi Naturelle, appliqués á la Conduite et aux
Affairs des Nations et des Souverains (1758), aun cuando incluyeron los principios del derecho natural en
el titulo, distinguía entre el derecho interno de las naciones (derecho de consciencia) y el derecho externo
(derecho de acción). Mientras Vattel reconocía el derecho natural con la afirmación de que “ el derecho de
las naciones originalmente no es otra cosa que el derecho natural aplicado a las naciones” consideraba
que el derecho internacional efectivo provenía y se derivaba de la voluntad de las naciones, una
presunción de consentimiento que se expresaba así misma en tratados y costumbres.
Existe un interesante paralelo entre esta teoría y la doctrina hindú que distingue entre dharmasastras
(principios de buena conducta) y arthasastras (manuales de política internacional). La primera se
corresponde con lo que Vattel denominó el derecho de conciencia y el último con lo que llamó el derecho
de acción. Como lo dijera un estudiante indio “las condiciones hindúes presentan un cuadro comparable al
derecho internacional moderno”. Esta aproximación al derecho internacional, en parte ya elaborado por el
filósofo alemán Christian Wolf (1679-1754) expresa en efecto, la filosofía del estado nacional moderno
que no reconoce otras obligaciones internacionales que aquellas que ha contraído voluntariamente a través
de una práctica consolidada en costumbre, o a través la manifestación de consentimientos escritos y
específicos expresados en tratados o en otros acuerdo internacionales.
El período que va entre la publicación de Vattel y el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 es
quizás el momento mas espectacular en términos de crecimiento y desarrollo del derecho internacional
debido a la intensificación de las relaciones comerciales y diplomáticas entre las naciones- casi todas en
occidente. El volumen físico del derecho internacional se incrementó producto del aumento constante de
costumbres y tratados, y muy pocos autores mantuvieron la postura de la supremacía del derecho natural.
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El nudo de la teoría política y jurídica se centraba en la discusión sobre la soberanía del Estado. Era
imposible justificar el derecho internacional bajo la teoría de los Estados soberanos, salvo como normas
voluntariamente aceptadas por dicho estados soberanos. Entre los mas reconocidos tratadistas que
conciliaban la validez del derecho internacional con la soberanía de los estados están: Georg Jellinek
(1851-1911)Allgemeine Rechtslehre, Heinrich Triepel (1868-1946)Volkerrecht und Landesrecht, y
Giorgio del Vecchio (1878-1970), Lizione di Filosofía del Diritto (1929). Estos escritores de inicio del
siglo XX lograron reconciliar la soberanía de los Estados con el carácter vinculante del derecho
internacional, de diversas maneras: desarrollando la doctrina de la “autolimitación” del Estado (Jellinek);
fusionando los acuerdos adoptados por los Estados en un cuerpo objetivo de convenciones que entonces se
convirtieron en vinculantes para los Estados (Triepel); o reviviendo parcialmente el principio de derecho
natural que la razón demanda el mutuo reconocimiento de los estados como iguales (del Vecchio). Otros
positivistas, por cierto, rechazaron estas negociaciones. El jurista inglés John Austin (1790-18759), cuya
Province of Jurisprudence Determined dominó el pensamiento jurisprudencial en el derecho anglosajón
en el siglo XIX, establecía que la coacción que emanaba de una sanción superior y punitiva era un
elemento indispensable del derecho. De allí que relegaba el derecho internacional a un status de
“moralidad positiva”. Por otro lado, las perspectivas y acercamiento al derecho internacional estaban
fuertemente influenciadas por la filosofía nacionalista. El mas influyente de los filósofos nacionalistas, el
alemán Georg W. Friederich Hegel (1770-1831), en su obra Filosofía del Derecho y del Estado, construyó
un elaborado sistema dialéctico, que culmina en la glorificación del estado nacional (monarquía) y
negando toda validez al derecho internacional.
Desde otro punto de partida, la doctrina marxista desafió al estado nacional y su sistema legal al establecer
que estos no eran sino un instrumento de explotación de la clase trabajadora por parte de la burguesía
capitalista, y llamó a la revolución de la clase trabajadora en todo el mundo. Esto, por supuesto, resultaba
incompatible con el derecho de las naciones, construido sobre a base de la soberanía de los estados
nacionales. Esta filosofía será de gran influencia para el comunismo soviético y fue proclamada por la
China Maoísta, dejando de ser oída a mediados del siglo XX, mucho antes de la caída del mundo
soviético.
La Liga de las Naciones y la evolución del derecho internacional
El aspecto mas importante de la era del positivismo y la supremacía de los estados naciones fue la libertad
del Estado para elegir entre la paz y la guerra. Las convenciones de La Haya y de Ginebra del siglo XX
formularon un conjunto de reglas de conducta para la guerra, como una distinción de los principios que
regulan la justeza o no de la guerra. Cualquier Estado tenía el derecho a perseguir sus objetivos a través de
la guerra. Esta libertad significó la denegación de cualquier distinción legal relevante entre una guerra
justa e injusta. El mayor quiebre en torno a esta orientación es el establecimiento de la Liga de las
Naciones posterior a la Primera Guerra Mundial.
Al condenar “la agresión externa” contra “ la integridad territorial y la existente independencia política”
de los miembros de dicha Liga, y al proveer incluso sanciones económicas e incluso militares a ser
impuestas por la comunidad internacional contra el Estado que violare sus obligaciones, la carta de la Liga
limitaba la libertad legal de los Estados soberanos para asumir la guerra como instrumento último de la
política nacional.
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La era de la Liga de las Naciones, el período entre guerras, estuvo marcado por otro inicio en el campo del
derecho internacional. La constitución de la Organización Internacional del Trabajo, en asociación con la
Liga de las Naciones, señala el fin de una era en la que el derecho internacional era, con algunas
excepciones, confinado a regular las relaciones entre Estados. La OIT fue la primera organización
internacional permanente que se preocupó por mejorar las condiciones de trabajo y seguridad social a
escala mundial. Al mismo tiempo, el establecimiento de la Corte Internacional de Justicia-contrapartida a
la limitación sobre el irrestricto derecho de los Estados a buscar soluciones a las disputas internacionales a
través de la fuerza- fue un esfuerzo por instituir métodos alternativos de solución de conflictos pacíficos y
legales para dejar atrás la fuerza como forma de resolución de las disputas entre los Estados. Al mismo
tiempo que se creaba la Corte, hubo un significativo aumento del número de tratados bilaterales que
requerían árbitros u otros métodos pacíficos de resolución de las disputas sobre asuntos internacionales.
El noble intento de sustituir el uso de la fuerza nacional por la autoridad internacional colapsó por la falta
de apoyo de la mayoría de las naciones en un momento de crisis-en concreto a raíz de la invasión de Italia
a Etiopía en 1935. Los esfuerzos de la OIT para lograr estancares internacionales en el ámbito del trabajo
y la seguridad social se vieron limitados por las divergencias que presentaban los estándares nacionales.
La Corte Permanente de Justicia Internacional jugó solo un rol marginal en los problemas de las naciones.
Pero el mundo no volvió a los problemas anteriores a la Primera Guerra Mundial después de la Segunda
Guerra Mundial. No volvió a un sistema en el que el derecho internacional no incluyera el control en el
uso de la fuerza; ni abandonó el esfuerzo continuado por desarrollar una organización internacional de la
humanidad con el propósito de la cooperación. El período entre guerras trajo consigo una de las peores
amenazas a la universalidad del sistema del derecho internacional, como se había ido desarrollando desde
Grotius. La original familia de las naciones conformada por los Estados europeos mas antiguos, a finales
del siglo XVIII, incorporó a los Estados Unidos, y un par de décadas mas tarde, los estados independientes
de América Latina. Solo unos pocos y pequeños estados no occidentales participaron de la familia de las
naciones. Con el éxito de la revolución bolchevique y el establecimiento de la Unión Soviética, las
diferencias de ideología política y social empezaron a cuestionar la universalidad del derecho
internacional y el sistema establecido. La Unión Soviética se estableció ella misma dentro de los confines
de la vieja Rusia como un Estado único con una filosofía política y social radicalmente distinta, pero fue
compelida a convivir con los otros estados. En los hechos, la verdadera amenaza fue la preparación de la
agresión de los estados fascistas de Alemania, Japón e Italia, los que dejaron a la Liga de las Naciones sin
posibilidades de acción y desafiaron todo el sistema internacional mas que lo que lo habían hecho los
soviéticos.
El impacto de las divergencias estructurales e ideológicas entre los Estados y en relación a la
universalidad del derecho de las naciones se convertiría en un asunto de la mayor importancia en la
reorganización y desarrollo del derecho internacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial.
El derecho Internacional a partir de la Segunda Guerra Mundial
La creación de la Organización de las Naciones Unidas fue un desarrollo mayor en el sistema político
internacional, aún cuando el intento de introducir en la Carta de las Naciones Unidas por reintroducir un
sistema colectivo de seguridad contra la agresión fue, histórica e ideológicamente, un esfuerzo iniciado en
la Liga de las Naciones. Tres fueron los mayores logros que siguieron a la Segunda Guerra Mundial
fijaron un nuevo punto de partida en la evolución del derecho internacional. El primero fue la expansión
masiva de las organizaciones internacionales con propósitos de cooperación, de los cuales la OIT fue
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precursor. Las Naciones Unidas, sus agencias especializadas y otras organizaciones internacionales, unas a
nivel universal y otras a nivel regional, marcaron la transición del derecho internacional desde una sistema
tradicional de normas y reglas formales de respeto mutuo de abstención a un incipiente sistema de
esfuerzos cooperativos organizados. Las organizaciones se formaron para abordar una amplia gama de
enfermedades que plagaban la comunidad mundial. Muchas de estas organizaciones no tenían el
suficiente poder para ejecutar e hicieron limitadas incursiones sobre las prerrogativas tradicionales de la
soberanía nacional, pero su creación confirmó un nuevo patrón de conducta internacional. Entre sus
preocupaciones estaba la paz y la seguridad internacional, el control monetario, ayuda para el desarrollo;
producción y distribución de alimentación; estándares internacionales de salud; transporte y comunicación
internacional; protección del medioambiente; especio exterior y capas oceánicas; y la promoción y
protección internacional de los derechos humanos. Esta nueva fase reflejaba las necesidades de una
comunidad internacional en la que ya las comunicaciones la creciente interdependencia, la amenaza de la
aniquilación nuclear, el crecimiento de la población y el incremento de la amenaza de extinción de los
recursos de la tierra no permitían una actitud internacional de laisez-fair. Consecuentemente el derecho
internacional no es mas predominantemente un sistema interestatal de normas. Ha permeado
profundamente la fabrica económica y social de la vida nacional.
Un segundo elemento en este desarrollo ha sido la creciente importancia de los estados que representan a
las civilizaciones no occidentales como miembros de la familia de las naciones. Este avance hizo evidente
la pregunta de la compatibilidad de los valores básicos culturales y de las instituciones de las sociedades
no occidentales con el derecho internacional desarrollado por un grupo relativamente minoritario de
naciones occidentales. La experiencia con los nuevos Estados de África y Asia ha mostrado que este
desarrollo no afectó de manera fundamental el sistema de las relaciones entre estados. Desde su acceso a
Naciones Unidas, estados como la India, Indonesia, y las nuevas naciones africanas no han adoptado
actitudes en las relaciones interestatales que difieran de las actitudes tradicionales de los estados
occidentales. Los nuevos estados han aceptado, en general, las normas tradicionales del derecho
consuetudinario, han participado en tratados internacionales y se han incorporado a organizaciones
internacionales. Para los nuevos estados, la necesidad de colaboración-para enfrentar problemas de
soberanía de estado en un mundo dividido, los asuntos de paz y de guerra, los conflictos derivados de las
aspiraciones políticas y económicas y las tensiones entre competencia y cooperación en los asuntos de la
humanidad-han prevalecido por sobre la diversidad de las tradiciones culturales.
El tercer elemento ha sido el creciente abismo entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo.
Esto resultó en la creación de nuevos tipos de organizaciones internacionales específicamente diseñadas
para lidiar con los problemas derivados de la coexistencia entre naciones ricas y pobres. Entre estos
nuevos organismos están el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, el Fondo
Monetario Internacional y la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
La división entre países más y menos desarrollados intensificó el desafío el reto sobre ciertas normas de
derecho internacional originadas en los países mas avanzados y exportadores de capital del occidente, con
el fin de proteger a sus inversionistas. Se creó la demanda por un nuevo orden económico internacional
que llevó a nuevos acuerdos en el ámbito del derecho internacional que favorecieron a los países del
Tercer Mundo-por ejemplo aspectos claves del en el derecho del mar; y formas de cooperación
económicas para el desarrollo. Pero el Tercer Mundo no tuvo éxito en obtener pasos concretos que
avanzaran hacia este nuevo orden económico internacional. La falta de compromiso de dichos estados, y
la competencia entre Este y Oeste tuvieron el poco feliz efecto de politizar y empantanar varios
programas internacionales-como en el caso de programas de protección de derechos humanos. Les
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concedieron a algunos Estados del Tercer Mundo algunas protecciones por las violaciones del derecho
internacional, como en el caso de los actos de agresión de vecinos, o en la protección a secuestradores u
otro tipo de terroristas.
Incluso en un mundo dividido que vivía en la permanente sombra de un posible ataque nuclear, el
dramático aumento de nuevos Estados y la aparición de muchos problemas en la esfera económica y
social, sirvieron para un nuevo desarrollo e impulso del derecho internacional, ampliando su mirada y
complejidad. Pero en un contexto histórico mas extenso, esta fue la continuación e intensificación de una
evolución que ha acompañado toda la historia del derecho internacional. Muchas normas del derecho
internacional, como las de la libertad de los mares, la extensión de las aguas territoriales, y los principios
de la responsabilidad estatal, han sido siempre el producto de un ajuste entre intereses nacionales en
conflicto.
Talvez el avance mas significativo del período de post-guerra, la incorporación de un nuevo campo de
cooperación y organización internacional al sistema tradicional del derecho de las naciones, no cumplió
con todas las expectativas. Pero el derecho de las naciones pasó de una fase inicial de un derecho
internacional de co-existencia- entre el siglo XVII y hasta mediados del siglo XX- a una fase en la que las
naciones del mundo tienen tuvieron que desarrollar nuevas formas de cooperación y de organización para
complementar las regulaciones tradicionales en las relaciones interestatales.
El derecho internacional después de la Guerra Fría
Por mas de cuatro décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, el derecho internacional reflejó y
fue moldeado por el conflicto ideológico y la Guerra Fría entre las súper potencias nucleares, así como por
el fin de los colonialismos, la creación de Estados nuevos, y la emergencia del Tercer Mundo. El conflicto
ideológico junto con los intereses divergentes entre países mas y menos desarrollados (Norte y Sur)
paralizaron el desarrollo del derecho internacional y frustraron un mayor desarrollo de las instituciones
internacionales- en particular del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de la Corte Internacional de
Justicia. Las aproximaciones mas tradicionales al derecho internacional se mantuvieron, incómodamente,
junto con actitudes especificas de la Unión Soviética, China Comunista y grupos de nuevos Estados.
Nuevos desarrollos en el derecho como el nacimiento del derecho de los derechos humanos, tuvieron que
obviar diferencias fundamentales; instituciones que buscaban fortalecer el derecho fueron reducidas a un
mínimo común denominador. El esfuerzo por codificar un nuevo derecho del mar se vio frustrado después
de más de una década de duras negociaciones; esto, a 1993, se mantiene así como evidencia de que el
término de la Guerra Fría no ha eliminado todas las diferencias.
Sin embargo, el fin de la Guerra Fría, la desaparición del Comunismo, la disolución del imperio soviético
y la fragmentación de la propia Unión Soviética, llevaron a un orden mundial radicalmente diferente con
nuevas oportunidades y retos para el derecho internacional. En los tiempos recientes hemos asistido a una
revisión, revitalización e incluso extensión del derecho colectivo a la seguridad y de la autoridad del
Consejo de Seguridad. Las guerras civiles y los conflictos étnicos en el contexto de cambios políticos en
Europa, la situación de Kurdos y Somalíes, y el intento de búsqueda de solución en Cambodia, sugieren la
necesidad de re-examinar las concepciones tradicionales de la soberanía estatal y ampliar la perspectiva de
intervenciones colectivas permisibles para la asistencia humanitaria y la protección de los derechos
humanos. El cambio político ha revivido las expectativas sobre la Corte Internacional de Justicia y ha
dado un ímpetu a propuestas de extensión de la jurisdicción y modernización de los procedimientos.
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PROYECTO CORTE PENAL INTERNACIONAL Y JUSTICIA DE GENERO
Derecho Internacional, Casos y Materiales
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Nuevas necesidades y percepciones han combinado esfuerzos para desarrollar nuevas normas y nuevas
instituciones para proteger el medioambiente a nivel global y para reordenar las relaciones económicas.
Acuerdos regionales que respondieron en el pasado en parte a la rivalidad oriente-occidente han ampliado
su membresía y creado nuevas funciones, como se vio en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en
Europa y en la OTAN. La comunidad europea continua su proceso hacia la integración política.
A poco tiempo de entrar en el siglo XXI, los problemas que enfrenta la comunidad internacional son
muchos. Si existe voluntad política, si se sigue en el camino de la cooperación entre Estados, el nuevo
derecho internacional se irá construyendo en los años venideros como una herramienta efectivo para
nuevas soluciones para nuevos y viejos problemas de la humanidad.
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