31/07/2016 Tirada: 52.708 Categoría: Asturias Difusión: 45.091 Edición: Gijón Audiencia: 135.273 Página: 9 AREA (cm2): 703,0 OCUPACIÓN: 61,4% V.PUB.: 1.147 LA FIGURA DE LA SEMANA RAÚL QUIJANO VARGAS Premio Nacional de Ingeniería Industrial Ingeniero de letras y cante jondo Llegó a Gijón con una maleta de madera para estudiar en la Laboral, un lugar al que tiene especial cariño tras encontrar allí su desarrollo familiar y personal Ignacio PELÁEZ El entorno de la Universidad Laboral de Gijón, y sus vivencias, hicieron de Raúl Quijano Vargas (Cornón de la Peña, Palencia, 1964) una persona amigable, bondadosa y solidaria, encantada de echar una mano y solucionar un problema, al tiempo que se instruía como ingeniero industrial con notable ingenio. Su forma de proceder no deja indiferente a nadie y pese a resistirse a presentar candidatura alguna a un premio, los galardones llegan. Gracias a la rehabilitación de los antiguos silos del Intra recogió la pasada semana el Premio Nacional de Ingeniería Industrial, que concede el Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales de España. Una labor que el jurado alabó por el fructífero esfuerzo de mantener su estructura original, de hormigón, respetando el entorno y acomodarlo en el paisaje. Todo ello llevó a introducir una construcción emblemática de Gijón, finalizada en 1950 y sin uso desde entonces, en pleno siglo XXI con todo tipo de avances. Antes de llegar a la Universidad Laboral de Gijón –ajeno al valor que en su vida tendría– estudió desde los diez años en la de Cheste, en Valencia. “Con una maleta de madera”, como le gusta recordar, Quijano ingresó a los 14 años en el centro gijonés para cursar BUP y COU antes de matricularse en Ingeniería Técnica, como estudios previos a la titulación superior. En la Laboral estuvo de interno pues el centro le permitía vivir allí a cambio de cola- borar en los cuidados de los estudiantes noveles. Cuentan quienes le tuvieron de alumno que ya entonces sobresalía por encima del resto de sus compañeros. Prueba de ello son las múltiples iniciativas que planteaba en unas clases donde él mismo promovía a la participación. El actual decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Asturias, Esteban Fernández Rico, dirigió su proyecto final de carrera tras impartirle varias asignaturas en la carrera. “Era un solucionador de problemas empleando el mejor enfoque de la ingeniería”, elogia el maestro a su discípulo. Un alumno que ahora comparte junto a Fernández Rico –Quijano como vocal– mesa en el gobierno de la Junta de Ingenieros Industriales de Asturias. “Es un orgullo y satisfacción tenerle como miembro por las ideas que aporta pues conoce bien el mercado y las necesidades de la ingeniería”, recalca quien la pasada semana le entregó en Madrid el Premio Nacional que sus colegas industriales le otorgaron en 2013. Tras adquirir los conocimientos académicos llegó una inmersión laboral con un excelso bagaje que se comenzó a fraguar en Duro Felguera. Luego recaló en Esmena y Sapma, enfocada al medio ambiente y último destino antes de establecerse como independiente porque implicaba viajar mucho y estar poco en casa. Con la llegada de la paternidad optó, para estar más en familia, por abrir en 1997 “Estudios y Proyectos”, que el próximo año cumplirá su 20º. aniversario. Un centro de trabajo que goza de gran NOTICIAS PROPIAS prestigio en la profesión amén de haber dejado un importante legado en la ciudad gracias a su imaginativa creación de edificios multifuncionales del campo industrial. Ejemplo de su buen hacer son los edificios de Ideas en Metal, en el polígono de Tremañes; el primer edificio del Parque Científico y Tecnológico de Esmena o casi el 80% de las construcciones del polígono de Los Campones. Lejos de sacar pecho por la satisfacción que supone la gratitud de sus clientes, Quijano y su equipo siguen fieles a un patrón de conducta que pasa por la auto exigencia al más alto nivel y un proceder metódico y constante. “Un currante puro y duro en continuo aprendizaje”, apuntan quienes trabajan codo con codo en la oficina. “Todo se discute, se debate y se valora porque su seña de identidad es saber coordinar un trabajo interdisciplinar para desarrollar cualquier proyecto”. Pero no sólo fue a estudiar a la Laboral y labrarse un futuro. El centro educativo se erige en la vida de Quijano como un lugar que desprende buenos recuerdos y para el que guarda buena parte de su cariño. Allí conoció en su etapa estudiantil a la que hoy es su esposa, Arancha Martínez, cirujana general en el Hospital de Jove y madre de sus hijos César y Miguel, de 20 y 17 años, que no seguirán la estela ingenieril de su padre. El mayor estudia Historia y el pequeño, cursando bachillerato, apunta hacia la biología. En el deporte y los libros encuentra Quijano su vía de escape. Ahora sale dos o tres días a correr para liberar adrenalina. De joven, en cambio, solía compaginar los estudios con paseos por el entorno natural de las inmediaciones y con el deporte. Su altura le hacía claro candidato para el baloncesto por su facilidad de encestar en la canasta. No obstante sustituía los apuntes de estructuras y materiales por los libros de poesía, ensayos y filosofía. “Tiene muchos libros y ha leído mucho”, desvelan sus allegados. Pero su oasis por excelencia son las letras flamencas de Enrique Morente y Camarón de la Isla. Lee y escucha a los grandes nombres del cante jondo. Quizás por eso su entorno lo considera un “ingeniero de letras” al que la vida le tiene “Entre dos aguas”.