Noticias de Capellanía Junio 2012 Índice 1 Dios y su paternidad 2 Aprender de los hijos 3 Elogio del silencio 4 Actividades - junio del 2012 Cristo nos muestra quién es el Padre y cómo es un verdadero padre, por lo que podemos intuir la verdadera paternidad y aprender de ella. Ya en el sermón de la montaña, Jesús dijo: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 44-45). Dios y su paternidad Tal vez el hombre moderno no percibe la belleza, la grandeza y el profundo consuelo contenidos en la palabra "padre", con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque la figura paterna no está suficientemente presente, hoy en día, y a menudo no es lo bastante positiva en la vida diaria. La ausencia del padre en la vida del niño es un gran problema de nuestro tiempo, por lo que se hace difícil entender en profundidad qué significa que Dios sea Padre para nosotros. Del propio Jesús, por su relación filial con Dios, podemos aprender lo que significa exactamente "padre", cuál es la verdadera naturaleza del Padre que está en los cielos. Los críticos con la religión han dicho que hablar de Dios como "Padre" sería una proyección de nuestros padres hasta el cielo. Pero la verdad es lo contrario: en el Evangelio, Cristo nos muestra quién es el Padre y cómo es un verdadero padre, por lo que podemos intuir la verdadera paternidad y aprender de ella. Pensemos en la palabra de Jesús en el sermón de la montaña, donde dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 44-45). Es justamente el amor de Jesús, el Hijo unigénito –que llega al don de sí mismo en la cruz–, el que nos revela la verdadera naturaleza del Padre: Él es Amor, y también nosotros, en nuestra oración de hijos, entramos en este circuito de amor, amor de Dios que purifica nuestros deseos, nuestras actitudes marcadas por el encierro, la autosuficiencia y el egoísmo típico del hombre viejo. En primer lugar, Dios es nuestro Padre, porque Él es nuestro Creador. Cada uno de nosotros, cada hombre y cada mujer, somos un milagro de Dios, queridos por Él, y conocidos personalmente por Él. Cuando en el libro del Génesis se dice que el ser humano es creado a imagen de Dios (cf. 1,27), se quiere expresar propiamente esta realidad: Dios es nuestro Padre, por Él no somos seres anónimos o impersonales, sino que tenemos un nombre. Hay una palabra en los salmos que siempre me toca cuando rezo: «Tus manos me han formado», dice el salmista (Sal. 119,73). Cada uno de nosotros puede expresar, con esta hermosa imagen, la relación personal con Dios: «Tus manos me han formado. Tú me has pensado, me has creado y querido». Noticias de Capellanía Junio 2012 Es cierto que el hecho de que seamos hijos de Dios no tiene la plenitud de Jesús: nosotros debemos serlo cada vez más, a través del largo camino de nuestra vida cristiana, creciendo en el seguimiento de Cristo, en la comunión con Él para entrar siempre más íntimamente en la relación de amor con Dios Padre, que sostiene nuestra vida. Pero esto no es suficiente aún. El Espíritu de Cristo nos abre a una segunda dimensión de la paternidad de Dios, más allá de la creación, porque Jesús es el "Hijo" en el sentido pleno, «de la misma sustancia del Padre», como profesamos en el Credo. Al convertirse en un ser humano como nosotros, con la encarnación, muerte y resurrección, Jesús, a su vez, nos recibe en su humanidad y en su mismo ser de Hijo, para que así nosotros podamos entrar en su específica pertenencia a Dios. Es cierto que el hecho de que nosotros seamos hijos de Dios no tiene la plenitud de Jesús: nosotros debemos serlo cada vez más, a través del largo del camino de toda nuestra vida cristiana, creciendo en el seguimiento de Cristo, en la comunión con Él para entrar siempre más íntimamente en la relación de amor con Dios Padre, que sostiene nuestra vida. Y es esta realidad fundamental la que se nos revela cuando nos abrimos al Espíritu Santo y Él nos hace dirigirnos a Dios, diciendo: "¡Abba!", "¡Padre!". Benedicto XVI (Audiencia, 23.V.12) Aprender de los hijos Aunque tener un hijo entra dentro de la normalidad biológica, todo hijo que viene al mundo aporta una novedad radical, sobre todo, para sus padres. Su presencia, incluso solo su posibilidad, provoca una pequeña revolución en nuestras vidas. Antes se decía que los niños venían al mundo con un pan bajo el brazo. Tener un hijo era una bendición, un buen presagio. En una sociedad eminentemente rural, significaba una boca más que alimentar, pero también dos manos más para trabajar. El nuevo miembro aportaba a la familia un futuro más prometedor, un mejor porvenir, un impulso optimista. En la actualidad, ya no ocurre lo mismo. Han cambiado mucho las cosas: la sociedad se ha modernizado, la economía ya no pivota sobre la familia y la familia ha adoptado multitud de formas diferentes. Ni el "cheque bebé" ni la desgravación de la renta por descendiente a cargo del declarante son comparables con ese pan simbólico que los niños traían antaño bajo el brazo. No obstante, sigue habiendo padres e hijos y, quizá, más conscientes que nunca de que lo son. Tener un hijo siempre ha sido algo excepcional, aunque entra dentro de la normalidad biológica; sin embargo, todo hijo que viene al mundo aporta una novedad radical, sobre todo, para sus padres. Su presencia, incluso solo su posibilidad, provoca una pequeña revolución en nuestras vidas. A partir de ahora todo va a cambiar, sobre todo, nosotros. Ya no seremos fulanito o fulanita, sino los padres de fulanito o fulanita. Contaremos, a todos los efectos, como padre y madre. Nosotros creemos que los niños siguen viniendo al mundo con un pan bajo el brazo. Pero lo que traen en ese pan no es bonanza económica, sino algo mucho más importante: un hijo nos hace ser mejores, nos hace plantearnos nuestra forma de vida, nuestros hábitos y nuestros principios. Nos obliga a mejorar porque queremos darle lo mejor de nosotros mismos, porque queremos que se sienta orgulloso de sus padres. Queremos llenarnos al máximo para darle más. ¡Qué mejor pan que el que nos hace esforzarnos por ser mejores personas! Ser padres implica aceptar ese regalo y, como consecuencia, ponerse a la altura de las circunstancias. El pan que cada hijo trae bajo el brazo nos exige ser mejores, nos hace esforzarnos por ser merecedores del título que recibimos cuando damos la vida. Si ser padre o madre no Noticias de Capellanía Junio 2012 hace mejor a alguien es porque no ha sabido aprovechar ese regalo que trae cada hijo. Y, en cierto modo, lo está defraudando. Lo primero que nos enseña un hijo es a dar. Esa es la primera gran lección que recibimos como padres: dar sin esperar recibir nada a cambio y dar incluso poder dar más. La maternidad, la paternidad nos hace felices precisamente porque aceptamos que solo nos queda lo que damos y eso lo aprendemos gracias a nuestros hijos. No hay experiencia comparable a la de ser madre o padre. Sin duda, porque en ella salimos infinitamente enriquecidos. Cada hijo nos trae el mismo mensaje: «A partir de ahora todo va a ser al revés: aprende el que enseña, recibe el que da, queda lleno el que se vacía». El poeta inglés George Herbert ya decía en el siglo XVII que «un padre vale por cien maestros»; noso- tros creemos que la frase también se puede aplicar a los hijos. Ellos son pequeños maestros que nos enseñan cosas grandes: optimismo, ilusión, imaginación, humor, alegría, confianza, serenidad, perdón, amor, constancia, empatía, amistad, curiosidad y rebeldía entre otras cosas. Si no fuera por ellos, probablemente no hubiéramos aprendido a mantenernos siempre jóvenes, a aceptar la frustración y el dolor, a adaptarnos a lo imprevisible, a trabajar en equipo, a ejercer la autoridad, a pactar, a valorar los pequeños detalles, a gestionar el tiempo, a reajustar las preferencias o a ser prescindibles. Si, tal como decía el poeta inglés George Herbert, «un padre vale por cien maestros», si educar consiste en sacar del otro su mejor yo, los hijos nos educan más que cien maestros. Si educar consiste en sacar del otro su mejor yo, los hijos nos educan más que cien maestros. Gracias a ellos somos, o intentamos ser, mejores personas. Gracias. Pilar Guembe y Carlos Goñi (Aceprensa/Blog Familia actual) Elogio del silencio «Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial». En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI, lanza una verdadera "provocación". ¿Por qué? Porque nos pone delante, y por motivos muy variados, la necesidad del silencio. Este, quizá, es el primero: para «discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial». El silencio se ha de hacer, en primer lugar, en la inteligencia; y se hace cuando comenzamos a pensar, a concentrar nuestra atención sobre una cuestión, un problema, y buscamos los caminos para resolverlo, para dar una solución, dejando a un lado, preconceptos, prejuicios, ideologías y, analizando la realidad de lo que tenemos delante de los ojos, delante de la mente. ¿Todos, y siempre, nos atrevemos de verdad a pensar? «Por esto, –sigue el Papa– es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de ecosistema que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos». El silencio permite al hombre liberarse de las influencias externas que puedan distorsionar su razonamiento, su análisis de la situación, y hacerse cargo de la responsabilidad de emitir un juicio propio –y en conciencia. Quizá una de las debilidades del hombre actual sea la de ponerse muy nervioso cuando se ve rodeado de silencio, y siente la urgencia de encender la radio o la televisión, de inventarse cualquier tipo de ruido, para ahogar la "voz del silencio". En mi libro Pararse a pensar no da dolor de cabeza, escribí que sus páginas «quieren ser una invitación a reflexionar, en silencio, en cualquier momento, sobre nosotros mismos, sobre nuestras vivencias y reacciones ante lo que nos sucede dentro y acontece a nuestro alrededor. Momentos de amor y de odio, de rencor y de perdón, de sospecha y de confianza, de servicio y de egoísmo, de soberbia y de humildad, de ira y de mansedumbre; de tristezas y de alegrías, de nacimientos, de bodas y El silencio es necesario, porque permite al hombre liberarse de las influencias externas que puedan distorsionar su razonamiento, su análisis de la situación, y hacerse cargo de la responsabilidad de emitir un juicio propio –y en conciencia. 3 Noticias de Capellanía Junio 2012 de muerte. Que la vida la vamos construyendo, y llevando de la mano, cada uno». «El silencio –recuerda el Papa– es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes». Benedicto XVI subraya enseguida esas preguntas verdaderamente importantes: «¿quién soy yo?; ¿qué puedo saber?; ¿qué debo hacer?; ¿qué puedo esperar?». Preguntas, más que motivos, de una discusión para "llegar a un acuerdo", son una excelente oportunidad para una reflexión silenciosa, una invitación a interrogarse a uno mismo: «y así entrar en lo más recóndito de sí mismo y abrirse el camino de respuesta que Dios ha escrito en el corazón humano». ¡Cuántas personas se han vuelto a encontrar consigo mismas al soportar el primer temblor nervioso, y permanecer sentadas, de rodillas, saboreando el silencio de una iglesia, al atardecer! «No sorprende que, en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas». Lo confieso. En muchas ocasiones, cuando tengo todavía treinta o cuarenta kilómetros en coche para regresar a casa después de un día ajetreado, siento la tentación de encender la radio para escuchar un poco de música, pero siempre la venzo, diciéndome: «La mejor música, ahora, en este momento, es el silencio». Y casi siempre acierto. Ernesto Juliá Díaz Fiestas y celebraciones: 3 Santísima Trinidad, 10 Corpus Christi, 11 San Bernabé, apóstol, 13 San Antonio de Padua, 15 Sagrado Corazón de Jesús, 16 Inmaculado Corazón de María, 21 San Luis Gonzaga, 24 San Juan Bautista, 26 San Josemaría Escrivá de Balaguer, 29 Santos Pedro y Pablo. Actividades - junio del 2012 Barcelona Madrid Santa Misa: •De lunes a viernes a las 7:45 (Campus Sur) •Martes y jueves a las 13:05, en inglés (Campus Sur) •Lunes, miércoles y viernes a las 13:30 (Campus Norte) Santa Misa: • De lunes a viernes, a las 13:30 • Sábados, a las 8:00 Confesiones: Todos los días: 15 minutos antes de la Santa Misa Siempre: durante el día, avisando a los sacerdotes Confesiones: De lunes a viernes, de 13:00 a 13:30 Sábados, de 7:30 a 7:55 Siempre, durante el día, avisando a los sacerdotes Ciclo sobre cristianismo para matrimonios Actitud desde el matrimonio y la familia ante los valores y antivalores en la sociedad plural. Vivir contracorriente. • Jueves 14, a las 21:00 Ponente: Tomás Trigo Auditorio Campus sur Encuentro Cristianismo y siglo XXI: ¿Qué sentido tiene la Ley de Dios en el mundo de hoy? Para participantes en programas y Antiguos Alumnos • Jueves 21, de 15:00 a 15:30 Retiros mensuales: Profesores, Antiguos Alumnos, participantes en programas, personal no docente, familiares y amigos invitados Retiros mensuales: Profesores, Antiguos Alumnos, participantes en programas, personal no docente, familiares y amigos invitados Hombres •Martes 12, de 14:30 a 15:45 (Campus Sur) •Jueves 14, de 19:30 a 21:00 (Campus Sur) Hombres •Lunes 11, de 14:30 a 16:00 •Miércoles 27, de 14:30 a 16:00 Mujeres Mujeres •Miércoles 20, de 14:30 a 15:30 (Campus Sur) •Miércoles 20, 14:30 a 15:30 •Jueves 21, de 14:00 a 15:00 (Campus Norte) Clases de Formación Doctrinal: Mujeres • Lunes 11 a las 14:30 – debate coloquio • Jueves 7 y 28 a las 14:30 – charla doctrinal Horario de los Capellanes: • Joan Garcia Llobet Lunes, miércoles y viernes, de 10:30 a 19:00 • Xavier Martínez-Gras Viernes, de 11:30 a 19:30 • Domènec Melé De lunes a viernes, de 8:15 a 19:00 y a horas convenidas • Ricardo Peris De lunes a viernes, de 9:00 a 20:00 • John Twist De lunes a jueves, de 9:30 a 13:30 y de 17:00 a 20:00 Horario de los Capellanes: • Vicente Llorca De lunes a viernes (excepto jueves), de 9:00 a 18:00, y sábados, de 7:30 a 12:00 • Ernesto Juliá De lunes a viernes (excepto martes), de 13:00 a 18:00, y sábados, de 10:00 a 12:00 • Pelegrín Muñoz Lunes y martes, de 10:00 a 17:00, y sábados, de 7:30 a 12:00 New York Holy Mass: Wednesday at 8:30 am The Oratory is open from 9:00 am to 5:30 pm (Las actividades se realizan en el Oratorio del IESE, siempre que no se indique lo contrario.) 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