Del sueño a la realidad. relato autobiograficodocx

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Del sueño a la realidad… El sendero hacia la docencia
23/ Septiembre/ 2013
Cintia Verónica Díaz Díaz
Muchas veces me he preguntado, de la misma forma en que muchas personas
me lo cuestionan, ¿Por qué la enseñanza? ¿Por qué decidir ser maestra? Mi
nombre es Cintia Verónica Díaz Díaz, nací en la ciudad de Morelia, Michoacán
el 25 de Marzo de 1995 y desde pequeña resido en el municipio de
Huandacareo.
La más pequeña de mi familia conformada por mi papá Juan Díaz Ramírez
quien me heredó el amor a la docencia, pues él es egresado de la Normal Rural
Vasco de Quiroga, mi mamá Delia Díaz Díaz, la primera de mis hermanas
Alma Delia quien con sus anécdotas y su pasión movió algo dentro de mí que
me llevó a la docencia, egresada de la normal urbana, mi hermano Juan
Manuel que también egresó de la normal urbana y mi hermana Diana
Georgina quien actualmente cursa el segundo año de la carrera en la Normal
para educadoras, se encargaron de mover en mí, la cuarta y más pequeña de la
familia, emociones, amor, pasión por la profesión más bella y digna… La
enseñanza. Todos ellos en sus vivencias personales, en la teoría y la práctica
provocaron en mí un sentimiento, que tenía dentro pero, que nunca había
logrado percatarme para poder exteriorizarlo.
A los tres años ingrese al preescolar Instituto Por un Mundo Mejor, la cual se
convirtió en mi escuela primaria y secundaria también. Lejos de las pequeñas
vivencias cuando vas a la escuela y con admiración ves a tu maestro y anhelas
convertirte en algo parecido a él, yo tenía en mi casa ya a mi modelo ideológico,
pues si bien sentía gran admiración por mis maestros y me motivaba escuchar
sus historias, no había mayor admiración que la que sentía por mi familia.
Cuando tenía ocho años, un día al llegar de la escuela me encontré con una
gran sorpresa, mi papá nos había acondicionado un pequeño espacio en el patio
de mi casa, a modo de salón de clases en el que pasaba horas soñando ser
maestra, con mis amigas, era fascinante y sin duda alguna uno de mis juegos
favoritos.
Al pasar por el preescolar y la escuela primaria, aún no me percataba, por lo
pequeña que era, de lo que realmente quería hacer por el resto de mi vida,
aunque si me lo preguntaban respondía como la mayoría de los niños “Maestra”
“Bailarina” “Cantante”. Siempre me desenvolví como una persona dedicada que
se esmeraba en terminar lo que empezaba, es una de las cualidades por las
cuales recibí muchos reconocimientos.
La secundaria para mí fue una etapa aún sin rumbo fijo, pero poco a poco, y con
el ingreso de mi hermana mayor a la normal urbana, empezó a reflejarse en mí
un amor por las ciencias sociales, me apasionaba el estudio de todo lo que
pasaba en sociedad y quería involucrarme en la transformación del mundo, en
un lugar mejor… Soñadora e idealista pero decidida como siempre.
Fue muy difícil para mí el momento de entrar al bachillerato en el Colegio de
Bachilleres del Estado de Michoacán “Plantel Cuitzeo” y darme cuenta de que
tenía que tomar una decisión pronto, tan curiosa, quería estudiar todo, sentía
fascinación por las letras y literatura, las ciencias biológicas, la sociología y
sobretodo la docencia.
Poco a poco se acercaba más la fecha y realmente estaba muy confundida, tenía
por seguro que aplicaría en alguna normal, dado que la condición económica de
mi familia no alcanzaba para meterme a una escuela particular, además de que
mi familia ya conocía muy bien los ejes que manejaba la normal. Ahora la duda
era ¿Cuál normal escogería? La normal superior o la normal de educadoras, fue
una decisión muy difícil de tomar pero a final de cuentas el deseo de trabajar la
semilla, la base… Los niños, me llevó a escoger la normal para educadoras,
aunque también apliqué en la Universidad Michoacana y en la UNAM para
letras.
Rompiendo todos los esquemas, dudas y los miedos que me infundía la gente al
decirme que esa carrera era “poca cosa” para mí, que no tendría trabajo o que
era realmente difícil ingresar y más aún permanecer por lo pesado del trabajo
académico y también el político el lunes 10 de julio me dirigí a la escuela
normal para educadoras “Prof. Serafín Contreras Manzo” a sacar mi ficha
sabiendo que ese sería uno de los pasos más cruciales para lograr mi sueño.
Seguía mi rumbo, seguía la vida, inicié mis cursos en la michoacana y con cada
día que pasaba caía más en la cuenta de que lo que yo quería era la normal,
quería ser educadora, trabajar con los niños para formarlos y así formar ese
mejor futuro que siempre había soñado, aunque fuera una utopía, aunque fuera
muy pequeño el cambio pero sabía que ahí era donde yo quería ir, el viernes
cinco de julio, falté así a mis cursos para aplicar examen en la normal, entré
decidida y con todos los sueños en mi palma fue que empecé a contestar mi
examen, al salir platiqué con unas amigas de la normal, estaba nerviosa y
necesitaba relajarme por lo que no me esperé a los resultados, me fui a mi
pueblo nerviosa y ansiosa de conocer el momento cúspide que decidiría de una
vez por todas lo que pasaría de mí. Ya en mi pueblo, una amiga me felicitó y yo
no cabía de la emoción, no podía creerlo hasta que lo viera por mí misma. Así
fue que mi amiga, compañera de mi hermana en la normal de educadoras, fue a
la escuela a tomar una foto a la lista para que yo pudiera estar más tranquila,
luego subió la foto a internet y fue el momento más inexplicable que he vivido,
nada se comparó con ese momento y sabía que apenas empezaba, pero para mí,
ese era ir del sueño a la realidad, esos eran mis primeros pasitos que daba en
este nuevo sendero… El sendero hacia la docencia.
Mis expectativas sobre la escuela son poder desarrollarme dentro de los cinco
ámbitos en los que se centra la escuela, para poder ser una persona integral y
poder ofrecer en mi profesión una enseñanza que sea crítica y analítica. Poder
así mismo acrecentar los conocimientos teóricos y prácticos.
Comprender la teoría y poder llevarla a la práctica y enriquecerla.
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