Ontología y lenguaje. Expresión de la realidad. Mitzi Alaciel Ibarra

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Ontología y lenguaje. Expresión de la realidad.
Mitzi Alaciel Ibarra Buenrostro.
Resumen
El lenguaje representa uno de los problemas más importantes de la filosofía, y que
en la
actualidad ha tenido mayor atención por parte de los pensadores, siendo el problema ontológico
del lenguaje el primer punto a aclarar de éste, para después pasar a revisar asuntos menos
generales de éste, pues es en la realidad donde el lenguaje tiene su fundamento al ser la forma en
que el hombre da cuenta de la realidad y del conocimiento a los otros. ¿Qué tanto puede captar el
lenguaje del ser del mundo?
Palabras clave: realidad, ser, leguaje, convencionalismo.
El problema ontológico del lenguaje es muy complejo, su origen se encuentra en la relación del
lenguaje con el mundo y la necesidad del hombre por comunicarlo, dentro de él la esfera subjetiva
del hombre es la que se encuentra preponderantemente presente en la construcción del lenguaje
pero por su limitación se encuentra imposibilitado para señalar el ente en sí, entonces lo que hace
es una “interpretación” del mundo, asignándole signos por los cuales se puedan identificar las
cosas que se encuentran allá afuera, es decir el lenguaje, que ha servido al hombre para avanzar y
comunicar lo que interpreta del mundo así como expresar su ser a los demás, permitiendo la
reunión de los seres humanos en sociedad y la creación de cultura, no es más que una
herramienta del intelecto humano para acercarse a la verdad o a la realidad.
Sin embargo y a sabiendas de que el problema del lenguaje supone otros muchos problemas, en
esta ponencia trataré de fijar mi atención en el problema del lenguaje y su relación ontológica con
el mundo, partiendo de una visión del mundo realista, reconociendo la existencia de los objetos
reales independientes de nuestro pensamiento, de igual forma que Hartman en sus Fundamentos
de la ontología cuando nos dice:
“El realismo natural […] Es idéntico con la convicción, que nos hace presa suya a lo largo de la
vida, de que el conjunto de las cosas personas, sucesos y relaciones, en suma, el mundo en que
vivimos y del que hacemos nuestro objeto en el conocimiento, no es creado por este nuestro
conocimiento, sino que es independientemente de nosotros. Si esta convicción nos abandonara tan
solo durante un momento de la vida, ya no tomaríamos ésta en serio. Hay teorías filosóficas que lo
abandonan, pero con ello desvaloran la vida en el mundo y de hecho ya no la toman en serio. La
actitud natural [o lo que es lo mismo el realismo] no conoce semejante abandono”1.
Es así de una manera aristotélica o ingenua en que el hombre tiene un primer acercamiento con la
realidad, a través de sus sentidos, queriendo comprenderla se encuentra con la necesidad de
comunicarla y entrar en diálogo, pero en este conocimiento del mundo se entera de que el lenguaje
también es parte de la realidad y quiere saber que es el lenguaje y aclarar su relación con esta
realidad que intenta conocer.
Fue Platón en su Crátilo quien aborda de manera más específica este tema, en dicho diálogo se
examina la naturaleza del lenguaje enfrentando a las principales tesis que se debatían en aquel
entonces, la tesis naturalista y la tesis convencionalista:
a) Las palabras tienen una relación natural con las cosas, es decir, que expresan fielmente la
esencia de las cosas.
b) Las palabras son denominaciones arbitrarias, producto del acuerdo y la ley que las hace
tener relación con las cosas2.
“[…] physis quería decir que la palabra nos ofrece exactamente la “naturaleza” de su objeto. Por
eso no quedaba[n] lejos de esta explicación […] las supersticiones populares, según [las cuales] si
la palabra tenía algún poder o fuerza mágica, esto era ϕύσει. Pero tal concepción no podía
sostenerse en el pensamiento filosófico y ese ofrecimiento que el onoma nos hace tenía que
poseer [un fundamento más sólido]”3.
Por el contrario, en el diálogo, Crátilo o la parte que representaba a la sofística, defendía el
convencionalismo, argumentando que si las palabras tuviesen una relación natural con el lenguaje,
no podría haber errores en la comprensión de lo expresado, ya que lo que se comunicara se haría
de forma fiel a lo que la cosa es. Pero “al carecer el logos de este poder “natural”, se puede forzar
su significado; si las palabras no dan en las cosas, si pueden dar en el ánimo de los que las
escuchan, y provocar en ellos reacciones y sentimientos dirigidos por la voluntad de quien les
habla […] hay un “arte de las palabras”, que las ordena y analiza para servir de instrumento de
persuasión”4.
El diálogo al igual que el resto de las obras platónicas no tiene una conclusión definitiva, la decisión
queda abierta a lo que cada uno considere adecuado.
1
Hartman, Nicolai. Ontología. Tomo I. México: FEC, 1954. P.61.
Lledó, Emilio. Filosofía y lenguaje. Barcelona: Crítica, 2008. P. 26
3 Ídem.
4 Ibídem. P.27.
2
Entonces, el hombre tiene una primera impresión de la realidad obtenida a través de sus sentidos y
a partir de esto da nombre a las cosas para poder identificarlas y poder hacer posible la
comunicación teniendo signos comunes, pero se hace atente a la vez que el hombre no puede por
su limitación intelectual captar el ser en sí de las cosas, además del progresivo rechazo de la
metafísica que conlleva a una negación de una relación natural que comprenda por completo el ser
de las cosas en el lenguaje, se caerá cada vez más en una postura convencionalista.
Es el hombre quien comprende el mundo desde sus limitaciones, él es el encargado de darle
sentido a esas cosas que comprende, y hacerlas de común conocimiento a través de signos
dados en el lenguaje, es decir el lenguaje es una construcción humana necesaria para la vida,
para el conocimiento y comprensión de esta.
El lenguaje es el puente que existe entre hombre y realidad, pero al ser resultado del espíritu
humano se inclina hacia la subjetividad, que se ha venido haciendo más patente, en cuanto a la
toma de conciencia de la multiplicidad de formas de pensar existentes y que indudablemente
forman parte de la realidad. Por ser el lenguaje una construcción subjetiva, jamás podrá llegar a la
comprensión del ser en sí, la cosa no se encuentra en el lenguaje, este es solo un signo que se le
otorga a la cosa para poderla reconocer y aprehenderla en nuestro conocimiento.
La realidad no es el lenguaje, la realidad no se agota en él, basta ver desde nuestra experiencia las
situaciones en que literalmente nos quedamos sin palabras para poder expresar lo que sentimos,
ni siquiera nosotros mismos podemos dejarles claro a los otros lo que nos pasa en nuestro interior,
así como todo aquello que nos parece irracional, es decir que no se encuentra dentro de los límites
de nuestra comprensión.
Pareciera que Wittgenstein tenía razón cuando decía que de lo que no se puede hablar es mejor
callar, lo que tiene su lógica a partir de lo que acabamos de decir acerca de los límites de nuestro
conocimiento de las cosas y de nuestro lenguaje que se limita a esto ya que solo podemos
nombrar lo que podemos conocer, pero no por ello la realidad toda ha de ser simplemente de lo
que podemos hablar, sino que hay que reconocernos limitados intelectualmente ante la totalidad
del mundo y de la verdad de éste.
Entonces para tratar de concluir y consciente de que faltan muchos otros aspectos que considerar
en relación a nuestra cuestión y de que este trabajo es resultado de unas primeras reflexiones
sobre el tema, podemos decir que el lenguaje no es la expresión fiel y exacta de la realidad, sino
que es un producto del ser humano, nacido de su natural necesidad de conocer, es un conjunto de
signos que posibilitan la civilidad en los hombres y el conocimiento del mundo o su comunicación
a los demás. Hay que evitar hacer una reducción de la realidad al lenguaje.
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